sábado, 29 de febrero de 2020
jueves, 27 de febrero de 2020
“El Caracazo”
en la distancia
I
Treinta y un años transcurrieron desde el 23 de enero,
cuando cayó el dictador Pérez Jiménez, hasta el Caracazo. La primera fecha
marca el inicio de una época de esperanza y cambio democrático donde el pueblo
puso todas sus energías, la segunda aparece como el punto de quiebre, el
estallido de la decepción popular por un régimen político falso que traicionó
sus anhelos de tres décadas. Ya a los inicios del período democrático
representativo, las cúpulas pro-capitalistas traicionaron al pueblo, cerrándole
el paso a la tendencia más comprometida con una verdadera transformación
social. El llamado “Pacto de Punto Fijo”, que antes fuera Pacto de New York,
significó la hegemonía de los partidos de derecha, Acción Democrática (AD),
Unión Republicana Democrática (URD) y el socialcristiano Comité Organizado de
Política Electoral Independiente (COPEI), junto a la rancia burguesía
capitalina, pseudo-industrial y comercial-importadora, parasitarias de la renta
petrolera y sujetas al dominio imperialista. No sólo sacaron del juego al
Partido Comunista de Venezuela, que jugó un papel clave en la caída de la
dictadura, si no que forzaron las salida de los sectores de izquierda que aún
militaban en los partidos del sistema. Así nacieron de divisiones en AD, en
1961 el Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR) y en 1968 el Movimiento
Electoral del Pueblo (MEP); también se produjo muy temprano la salida de URD de
uno de sus líderes fundamentales, Fabricio Ojeda, quien coordinó la alianza de
partidos, sindicatos y sectores militares rebeldes contra Pérez Jiménez (Junta
Patriótica). El 30 de junio de 1962, el entonces diputado por Caracas, hombre
de merecido prestigio político, Fabricio Ojeda, se dirigió al Congreso de la
República con una hermosa e histórica carta, que forma parte ya de la antología
epistolar de la dignidad del pueblo venezolano. “Señores Presidente,
Vicepresidente y demás miembros de la Cámara de Diputados Palacio Legislativo
Caracas. Distinguidos colegas: En el primer aniversario de la suspensión de las
garantías Constitucionales, un grupo de estudiantes de la Universidad Central y
yo, hicimos una promesa de extraordinaria significación. Estábamos en el
Cementerio General del Sur, frente a la tumba de Alberto Rudas Mezzone - uno de
los tantos jóvenes caídos en la lucha por la libertad -, allí levantamos las
manos y las voces y juramos: que el sacrificio de nuestros mártires no sería en
vano. Juramos continuar sus pasos y cumplir su obra, para que la sangre
derramada retoñase en nueva vida para el pueblo. Y desde entonces comenzamos a
prepararnos para el cumplimiento irrenunciable. Con este objetivo, redimir al
pueblo haciendo honor al sacrificio de sus mártires, hemos trabajado sin
descanso, hemos luchado sin cesar. Ahora a mí, solo me queda, como decía un
insigne pensador latinoamericano, “cambiar la comodidad por la miasma fétida
del campamento, y los goces suavísimos de la familia por los azares de la
guerra, y el calor del hogar por el frío del bosque y el cieno del pantano, y
la vida muelle y segura por la vida nómada y perseguida y hambrienta y llagada
y enferma y desnuda”. Es por ello, colegas Diputados, que vengo ante ustedes a
expresar la decisión de dejar el Parlamento - este recinto que pisé por
voluntad del glorioso pueblo caraqueño, hoy oprimido y humillado -, para subir
a las montañas e incorporarme a los compañeros que ya han iniciado el combate y
con ellos continuar la lucha revolucionaria para la liberación de Venezuela,
para el bienestar futuro del pueblo, para la redención de los humildes”.
El diagnóstico que describía el querido líder
revolucionario que llegó a ser jefe político del Frente de Liberación Nacional
y su brazo militar las Fuerzas Armadas de Liberación Nacional, se adelantó a
denunciar la farsa instaurada por la burguesía con sus partidos, y creó las
condiciones subjetivas para emprender la acción revolucionaria. Pudiéramos parafrasear
a Fidel, al atribuirle la autoría intelectual del asalto al cuartel Moncada a
José Martí, diciendo que Fabricio Ojeda es coautor intelectual de los sucesivos
alzamientos populares del 27 de febrero de 1989 y el 4 de febrero de 1992. “A
estas alturas de la historia, cuando un vendaval de renovación sacude al mundo,
los venezolanos no podemos permanecer aferrados a una vida política, sin
perspectivas de futuro y que mantiene al país sumergido en el subdesarrollo
económico, en el atraso crónico y al pueblo, doblegado bajo el peso constante
de la miseria y la ignorancia y el hambre. Venezuela es un país privilegiado
por la naturaleza. Las entrañas de su tierra están pobladas de riqueza y sobre
la superficie crecen montañas de dinero. Pero estas riquezas y este dinero sólo
van a parar a los bolsillos de los grandes tiburones de la política nacional e
internacional, mientras que el pueblo, dueño de ellas, se debate entre la
angustia de no poseer nada y el dolor de su precaria situación económica. Este
país, donde se produce tres millones de barriles de petróleo diariamente y más
de veinte millones de toneladas de hierro cada año, donde las empresas
extranjeras que lo explotan acusan utilidades que sobrepasan los mil quinientos
millones de bolívares anuales, vive un drama terrible con centenares de miles
de obreros sin trabajo, con centenares de miles de campesinos sin tierra, con
centenares de miles de niños abandona - dos y sin escuelas, con centenares de
miles de analfabetos, con legiones de indigentes que escarban en los
desperdicios en busca de alimentos y centenares de miles de hombres y mujeres
sin techo que se arrastran hacinados en ranchos insalubres, sin la menor
protección social, sanitaria o económica. Este país que es el más rico de toda
la América Latina, muestra ante los ojos angustiados de su gente, un panorama
de males y penurias que se ahonda en la existencia misma de grandes
contradicciones: mientras unos lo tienen todo, comodidades, lujos, placeres y
bonanza; otros nada poseen, ni nada les espera, a no ser la muerte en la más
completa pobreza. Mientras unos tienen en bancos y cajas fuertes millones de
bolívares, otros carecen de recursos más elementa - les de la vida humana.
Mientras unos pueden mandar a sus hijos a los mejores colegios, otros tienen
que resignarse a ver a los suyos crecer en la ignorancia. Mientras unos viven
como parásitos, sin trabajar ni producir, otros no encuentran donde colocar su
fuerza de trabajo. Mientras unos ven a sus mujeres dar a luz en clínicas
lujosas, otros, los más, tienen que conformarse con verlas parir como animales
en sus ranchos inmundos. Este es el drama, la horrible tragedia de nuestro país
y nuestro pueblo. Buscarle remedio es responsabilidad de los venezolanos
progresistas, encontrarle solución es deber irrenunciable. Pero no debemos detenernos
en aplicar los consabidos "paños calientes" que sólo postergan la
enfermedad, sino que hemos de ir a su misma raíz para extirpar, como el buen cirujano,
los orígenes del mal. Ya el pueblo venezolano está cansado de promesas que no
pueden cumplirse y está ya decepcionado de una democracia que no llega, pero
que a nombre de la cual se le maltrata, se le persigue y se le engaña”.
El “Caracazo” fue la primera insurrección popular
contra los paquetes neoliberales en el continente. CAP sobreestimó su
liderazgo, embelesado con su segunda elección y con la expectativa
internacional que generó su triunfo; de hecho, era el primer presidente
venezolano que llegaba a un segundo mandato por elección popular. Mayores
expectativas generó aún en el país, donde sectores importantes de la población
apostaban a una nostalgia por la bonanza financiera que acompañó al primer
gobierno de Pérez como consecuencia del boom petrolero de 1973. Pero este CAP
II, como lo bautizó la prensa, tenía otros planes, distintos a los que la catatimia
electoral hizo ver a la mayoría que, seducida por su ego megalómano- votó por
él. -“El 26 de febrero el ministerio de Energía y Minas anunció el alza del 30%
en el precio de la gasolina, y el incremento del transporte público urbano e
interurbano en un 30% a partir del 27 de febrero, válido para los 3 meses
siguientes, después de los cuales podrían aumentarse hasta el 100%”, reseña un
informe posterior a los hechos. Las principales medidas que incluía el
“paquete” de Pérez estaban contenidas en un programa bajo supervisión del Fondo
Monetario Internacional con el fin de obtener un financiamiento externo por
4500 millones de dólares en los 3 años siguientes. El país se obligaba a
aplicar la liberación de las tasas de interés activas y pasivas en todo el
sistema financiero hasta un tope temporal fijado en alrededor del 30%,
unificación cambiaria con la eliminación de la tasa de cambio preferencial,
determinación de la tasa de cambio en el mercado libre de divisas y realización
de todas las transacciones con el exterior a la nueva tasa flotante, liberación
de los precios, anuncio del incremento de las tarifas de servicios públicos
como teléfono, agua potable, electricidad y gas doméstico. Igualmente, se
aplicaría el aumento de precios durante 3 años de los derivados del petróleo,
con un primer aumento promedio del 100% en el precio de la gasolina, y un
aumento inicial de las tarifas del transporte público en un 30%.
Estos fueron la botella y la mecha para la molotov que
estalló en la cara del sistema político aquéllos últimos días de febrero de
1989. El anunciado aumento de sueldos en la administración pública central
entre el 5 y el 30% e incremento del salario mínimo se volvió sal y agua ante
la arremetida fondomonetarista. La gente había aguantado callada, pero, como
decía Luís Advis en su Santa María de Iquique, “que infierno se vuelven cuando
el pan se está jugando con la muerte”. Según la excelente agrupación musical
larense Caraota, Ñema y Tajá, los venezolanos de los barrios pobres “no
quisimos aguantar el abuso de los acaparadores y por salir a la calle nos
llamaron saqueadores, saqueadores son aquellos que robaron hasta que les dio la
gana, y les alcanzó pa’ ellos y hasta pa’ la barragana, y el tesoro nacional se
quedó en la carraplana”.
-
“Puede
ser que algunos sectores miren con sorpresa las decisiones que estoy tomando”,
decía CAP.
-
“Aquí
están protestando por el alza del paquete económico, el alza de los precios de
los autobuses”, dijo un policía metropolitano.
-
“Al
pasaje le están cobrando hasta un 200%, y no están reconociendo el pasaje
estudiantil”, denunciaba un concejal del municipio Vargas.
-
“Es el
alto costo de la vida, es el pasaje, es la falta del aumento del salario,
porque dijeron que era un 30% y es absolutamente incierto porque lo que están
aumentando es el 2%”, afirmó con sorprendente firmeza una joven dama, de
pequeño tamaño y hermoso rostro de pueblo.
-
“Se
suspenden en todo el territorio nacional las garantías establecidas en los
ordinales primero, segundo, sexto y décimo”, anunció un vocero desconocido del
gobierno.
-
“Nuestro
país ha retornado a la normalidad”, editorializó Eladio Lares, imagen pública
del canal de televisión privado RCTV.
Pérez, ya seguro de que los fusiles le han despejado
el camino, aparece en televisión parloteando su acostumbrada verborrea
populista: “Fuimos al FMI, a sabiendas de que representa unas políticas…pero
que no son las políticas de un directorio de una institución europea.. que es
la política de todos los países en desarrollo, ese FMI representa Miterand
socialista, a la Tatcher conservadora, o al presidente Bush de los EEUU, o al
socialista Felipe González, ese FMI es el sistema que rige todas las
transacciones financieras de nuestro mundo occidental, estamos en él, formamos
parte de él, tenemos recursos venezolanos dentro del FMI, cualquier transacción
internacional que se vaya a hacer, cualquier préstamo que queramos conseguir
para resolver el problema del agotamiento de nuestras reservas internacionales,
si no tiene la aprobación del FMI no lo lograremos ni hoy ni mañana, mientras no
logremos modificar este injusto sistema de relaciones económicas
internacionales que rige nuestro mundo, de manera que ir al FMI no es una
opción, es la única opción que tiene un país que agotó sus reservas internacionales”.
Italo del Valle Alliegro, ministro de la defensa de
CAP, asumió un protagonismo inusitado en la vocería política gubernamental,
como consecuencia, entre otras cosas, de la incapacidad del ministro del
interior y del jefe de la oficina central de información, de trasmitir una
seguridad mínima en sus alocuciones por televisión. El locuaz general adoptó
poses de dandi farandulero. La clase social conservadora lo idolatró. Qué
chévere contar con perros rabiosos que muerdan a la chusma cuando aceche
nuestros preciados tesoros.
-
“Buenas
noches, de conformidad con lo previsto en el Artículo 1º del Decreto número 49,
de fecha 28 de febrero de 1989, por el cual se suspende en todo el territorio
nacional la garantía de libre tránsito consagrada por el Art. 64 de la
Constitución, resuelve: Art. 1º Se prohíbe la circulación de personas y el
tránsito de vehículos en todo el territorio nacional de acuerdo al siguiente
horario: a) desde las 8 pm de la noche del día de hoy, hasta las 06 am del día
de mañana 1º de marzo de 1989, b) desde las 6 pm del día de mañana 1º de marzo,
hasta las 06 am durante la vigencia de esta resolución…”
Bolívar parla: “sia maledetto il soldato che spara
contro il suo stesso popolo”.
II
En la húmeda madrugada habanera, el combatiente del
Congreso Nacional Africano, alias Daniel, ajusta con táctil minuciosidad la
onda hertziana que nos permita escuchar el noticiero en castellano de la BBC de
Londres. El camarada delgaducho, de evidente descendencia india, confirma con
una mirada brillante de goce la consecución de la meta tecnológica: “la tengo”,
nos dice y casi simultáneamente me coloca los improvisados audífonos sobre las
orejas. La defectuosa señal me aturde los primeros segundos…“…mientras en
Caracas…”, se escuchó defectuosamente, -“logramos sintonizarla”, exclamé… “…en
Caracas –según lo que este corresponsal constató- las personas han sido
masacradas como perros en las calles”. -“…un vecino de la populosa barriada del
23 de Enero afirmó que los muertos por la plomazón que dispararon los policías
y militares pasan de mil…”
Desde finales de agosto pasado, un compañero de la
Liga Socialista con el pseudónimo de “Alejandro” y yo, nos encontramos en la
escuela superior del Partido Comunista de Cuba, la “Ñico López”, haciendo el
curso de “Superación Político-Ideológica” que los camaradas cubanos impartían a
cuadros de organizaciones revolucionarias del continente. Allí compartíamos con
camaradas de más de treinta países del “tercer mundo”, incluidos muchos
latinoamericanos, africanos, asiáticos y árabes que cursaban una particular
licenciatura en ciencias sociales de cuatro años. La ayuda de Daniel fue muy
importante y sentida para mí y para “Alejandro”, ya que no disponíamos de otro
medio para enterarnos de lo que sucedía en nuestro país. La situación que nos
tocó vivir fue particularmente jodida. Éramos dos revolucionarios venezolanos
de esos que pasamos la vida preparándonos para un momento como éste, y nos tocó
estar tan desubicados cuando más hizo falta echar para adelante. Nuestra
impotencia e indignación se agrandaban al ver los titulares y sumarios que
publicaba el periódico Granma, vocero oficial del Comité Central del PCC. Al
principio no lo podíamos creer. Granma estaba defendiendo a CAP. Se referían a
las personas que protestaban con los mismos adjetivos de la prensa burguesa de
Caracas y el mundo. Lo entrecomillaban, pero no lo aclaraban. Vale decir, lo
justificaban. Con el apoyo de mi compañero de habitación y compatriota, armé
una inmensa cartelera de papeles y cartones reciclados, donde redactamos una
“contraeditorial” sobre lo que decía Granma. Recuerdo que la ilustramos con una
imagen de vampiro de CAP con las mandíbulas ensangrentadas. Las autoridades de
la “Ñico López” nos conminaron cordialmente a quitar la rebelde cartelera;
nuestra respuesta nos puso al margen de una “deportación involuntaria”. Pasadas
algunas dolorosas semanas, la dirección del PCC nos dio la razón. Diplomáticos
cubanos destacados en Caracas –a propósito de la coronación de CAP II- nos
confesaron que vieron a soldados arrumar cadáveres en una esquina para luego
rociarlos de gasolina y prenderles fuego. En esos días Silvio Rodríguez
regresaba de una gira nacional por Cuba (Gira por la Patria) que comenzó en el
Turquino, para cerrar en La Habana en plena Plaza de la Revolución. Para allá
nos fuimos a soñar con la escurridiza posibilidad de la revolución. De regreso
a la habitación de la Ñico López, tomé mi única arma a la mano, el cuatro, y
disparé la llamarada bolivariana que destellaba mi corazón. Salió la Canción a
Bolívar: “No me diga Bolívar que no, Que Caracas nova a despertar, Por las
calles los estudiantes lo andan buscando. En Guayana, en la Costa Oriental, los
obreros están preguntando por la espada y el caballo blanco, mi General, Dicen
que están dispuestos a acompañarlo. Que en la lucha serán libres o morirán. Que
la patria no resiste ya tanto engaño. Que el poder de los corruptos acabará,
General. Póngase las botas mi General. Ya ensillé el caballo pa’ cabalgar sobre
el tiempo nuevo que está viniendo, que llegará. Y no se me muera de soledad, la
hora del desquite está cerca ya, en la gesta suya que nuestro pueblo
continuará. Bolívar”. Predicción cumplida.
III
Así se sentiría el patriota Chávez encerrado en la
“boca del lobo”. Él mismo cuenta cómo vio desfilar a los mandatarios de decenas
de países que vinieron a convalidar la ascensión de CAP II. Ese año Chávez
tenía 35, CAP 67, habían pasado 159 de la muerte de Bolívar, y el imperialismo
gringo llevaba 150 añitos jodiéndonos. Pérez Jiménez llevaba 31 años en
autoexilio dorado, y la Revolución Cubana cumplía 30, iniciándose una etapa de
graves sacrificios que graduó al pueblo cubano de experto suma cum laude en
resistencia, conciencia y dignidad. Pero en 1989 Cuba no sólo perdió el apoyo
soviético, tuvo otras pérdidas mucho más sentidas: ese año aciago murieron
Nicolás Guillén, poeta nacional de la isla, y José Antonio Méndez, uno de los
mejores compositores que ha parido el Caribe. En Venezuela estaba por perderse
un tesoro en oro. “El 18 de febrero de 1989, la banca internacional exige
garantías en oro y petróleo a futuro para otorgar los empréstitos solicitados
por el gobierno de CAP II”. “El día 20, el Banco Central embarca a Londres ocho
toneladas de oro de las reservas internacionales. Los periódicos mostraban dos
gandolas estacionadas frente al ente emisor, usadas para trasladar el tesoro
dorado”. El entonces presidente del BCV, Pedro Tinoco, banquero de uña y
pezuña, dueño del Banco Latino, informó que “parte del oro será vendido para
obtener cien millones de dólares”. Ese año marcó el desmoronamiento del
proyecto socialista en Europa del Este con la caída de la Unión Soviética y su
falso sistema satelital. Desde el barco Máximo Gorki –escritor ruso, autor de la
famosa novela épica La Madre- fondeado en las costas de Malta, el sovietófago
Mijaíl Gorbachov le dio el sí al vaquero de Hollywood Ronald Reagan, para
sellar el final feliz al mejor estilo western. Los pedazos del Muro de Berlín
quedaron para coleccionistas de suvenir y para ayudar a la ideología dominante
a simplificar gráficamente una historia arrecha que nunca debió reducirse a un
pedazo de pared.
IV
Un mosquetero menos. El cálculo fue hecho por geniales
desdichados. Sacaron a Felipe Acosta Carlez de la Academia para mandarlo a una
emboscada. Es que el Caracazo también le sirvió a la oligarquía venezolana para
sembrar terror en la población. Decidieron mostrar lo que eran capaces por
aferrarse al sistema de dominación. Masacraron indiscriminadamente al pueblo
como para decir quién manda aquí. Pero igual aplicaron el asesinato selectivo
de cuadros revolucionarios y líderes sociales que los cuerpos de represión
tenían estigmatizados como ultrosos. En el caso del movimiento militar
bolivariano, a pesar de haber funcionado bajo un esquema de clandestinidad,
tenían precisados a algunos de sus integrantes, producto de delaciones y
filtración de información, donde no estuvo ausente la fanfarronería de algún
que otro bocón infiltrado. Recuerdo que a finales de 1990, José Albornoz, a la
sazón correaje de seguridad de la Dirección de la Causa R, fue expresamente al
Zulia a darle un parao a un teniente coronel retirado que andaba fanfarroneando
necedades, al punto que era considerado por los compañeros del aparato armado
como un soplón, y lo habían declarado posible objetivo militar, porque sus
habladurías pusieron en riesgo a oficiales activos que sí estaban comprometidos
con la insurrección. El sitio al que mandaron a Felipe Acosta Carlez fue al
sector La Montañita, en los alrededores del Fuerte Tiuna. Cuentan los veteranos
del lugar, que quienes prepararon la emboscada, debieron calcular muy bien sus
planes, ya que en esos callejones con pendiente “en cualquier recodo suena un tiro
y listo”. Algunos afirman que le dispararon por la espalda con gran precisión,
como si se tratase de un francotirador de la PM o la DISIP. En la FFAA también
hay duchos en esto. Al morir el “Catire Felipe”, sólo quedarían tres de los
cuatro conjurados en el Samán de Güere. A Chávez le fue pasando lo que Nazoa
canta de manera tan excelsa en este soneto: “Yo cantaba la lluvia y los
membrillos, yo cantaba las flores de la tierra; mi corazón fue niño por la
sierra coleccionando ramos amarillos. Pero escuché la voz de los sencillos,
campesinos y obreros de la tierra y vi sobre el amor venir la guerra con su
turbión doliente de cuchillos. Ay, todo era combate, sangre y muro ¿Cómo pudo
esta sorda mano mía cultivar su clavel entre las balas? Cambiar quiero mi plata
en plomo duro. Quiero poner mi armada poesía, al lado de los picos y las
palas”. Nunca mejor dicho. Que Aquiles ha sido en poesía para este país, lo que
Alí Primera en la canción. Ambos son fuelle para el alma y savia de la
conciencia. Ambos habían muerto antes del Caracazo. Nazoa en 1976, cinco meses
antes que el camarada Mao, y Alí en 1985, un mes antes que el camarada
Konstantín Chernenko. Hacía siete años Chávez había hecho su juramento en el
Samán de Güere, árbol de una enorme simbología patriótica, cuyas historias se
remontan a nuestros ancestros arahuacos, pasando por la mirada exploratoria de
Humboldt, y la pausa bajo sus generosas sombras que a las huestes de Bolívar y
Rafael Urdaneta sirvió de elixir reconfortante para reemprender la gesta
libertadora. Aquél primer Chávez en Miraflores, sirviendo forzadamente al
enemigo, viendo impotente cómo se maldecía el ejército de Bolívar disparando a
su pueblo, conteniendo la rabia, debió tragar grueso y amargo, recordando con
Martí, que “En silencio ha tenido que ser… porque hay cosas que para ser logradas
han de andar ocultas, y de proclamarse en lo que son, levantarían dificultades
demasiado recias para alcanzar sobre ellas el fin”.
Pasados unos días de la masacre, en la terrible
soledad del ermitaño ideológico, el joven oficial Jefe de Ayudantía del Consejo
Nacional de Seguridad y Defensa, cuyas oficinas estaban en Palacio Blanco,
Miraflores, paseó su memoria velozmente por los sucesos históricos que
presenció en estas instalaciones en menos de un mes. Apenas unas semanas atrás
vio a Fidel Castro y a Daniel Ortega desfilar entre la multitud de mandatarios
extranjeros que vinieron a la coronación de CAP II, y ahora esto de un pueblo
en estallido de rebeldía contra la opresión y la politiquería. Es fácil suponer
que esas noches de reflexión en solitario a Chávez se le reafirmaron las
convicciones patrióticas, porque la conclusión más directa después de haber
presenciado El Caracazo era: “Si el pueblo desarmado y desorganizado se alzó
tan bravíamente, ¿cómo no hacerlo desde los cuarteles, armados y con un plan
predeterminado profesionalmente?”. Por eso ya nadie tiene dudas que el “4 de
Febrero” es hijo del “27 de Febrero”, si hasta el mismo apellido llevan.
Yldefonso
Finol
Cronista
de Maracaibo
domingo, 23 de febrero de 2020
La Carta de Jamaica: un
encuentro con Bolívar en el Siglo XXI
Recién
había cumplido Bolívar sus 32 años cuando se hallaba en Kingston exiliado por
evitar una guerra civil contra los saboteadores de la campaña para liberar la
franja caribeña que va desde Santa Marta hasta Maracaibo. Acababa de librar
exitosamente la contienda con quienes mantenían insubordinada la provincia de
Cundinamarca, uno de los tantos servicios que prestó por entonces a la Nueva
Granada.
Siempre
muy inquieto –por naturaleza- y centrado en concebir su retorno a Tierra Firme
para continuar su gesta libertaria, en Jamaica desarrolla una intensa actividad
teórica y propagandística. Escribe a diario artículos, correspondencias, planes
militares, todo ello orientado a conseguir apoyos para traer una fuerza a
Venezuela que, estableciéndose en un territorio liberado, fuera capaz de ir
desalojando al ejército español que la copaba por entonces.
Ese
hombre joven aún pero ciertamente algo desgarbado, rico de cuna pero sin un
centavo para mantenerse, golpeado por los dolores del amor perdido y los
empellones de la política, pero con el espíritu elevado y fuerte; ese Bolívar
que ya ha peleado en dos docenas de batallas y ha sorteado dos intentos de
asesinarlo a traición, que ha visto perderse dos veces la natal República de
Venezuela y enredarse por pugnas de sus entrañas la libertad de la Nueva
Granada; ese Bolívar con sudado camisón, bigotes y patillas sin afeitar, melena
crecidita y hamaca por lecho, es el que redacta en la noche del 6 de septiembre
de 1815 la Carta de Jamaica.
Siempre
en actitud esperanzadora y predictiva. Didáctico en la explicación, denso en el
análisis, culto en la redacción. Así es su discurso. Este hombre parece
elevarse a una altura epistémica, dotado de mirada telescópica para descubrir
los escenarios en el ancho teatro de operaciones históricas, y de la lectura
microscópica cuando se trata de escudriñar la esencia de los acontecimientos
que determinan la compleja situación del continente.
En
la Carta he detectado –empalmándola con los Manifiestos de Cartagena y
Carúpano, y con el Discurso de Angostura- la aplicación de una metodología
científica en la construcción del argumento: en primer lugar se desarrolla un
formidable esfuerzo de memoria histórica; en segundo lugar, subyace en el
acervo del autor, el conocimiento previo de las teorías científicas y
filosóficas más influyentes de su tiempo; en tercer lugar, se expone una visión
panorámica de la realidad internacional y sus conexiones con el propósito
revolucionario que lo mueve; y en cuarto lugar, no se desdeña el componente
matemático-estadístico en las definiciones de diagnóstico y soportes de la
argumentación. Tal es el método científico usado por El Libertador en toda su
obra, y muy especialmente, en su famosa epístola jamaiquina.
Repasemos
algunos de los sorprendentes anuncios que hace Simón Bolívar en este texto tan
representativo de su genio:
-
Se nos revela como un
convencido lascasiano, aunque no era de extrañar que Bolívar ya hubiese leído la
obra del polémico dominico, si partimos del hecho que fue un lector voraz de
todas las literaturas de su tiempo y las anteriores. Tampoco debería creerse
que su maestro Rodríguez hubiere obviado la voluminosa crónica que Bartolomé de
las Casas dejó como testimonio vivo de las aberraciones humanas cometidas por
la invasión europea en Abya Yala. Y además de conocerle, Bolívar también desea
reconocerle el aporte que Las Casas hizo a la humanidad, fundando una ciudad
con su nombre: que el deseo de hacer justicia es en Bolívar una filosofía de
vida.
-
Asoma por primera vez su
interés en el tema indígena, a los que califica como legítimos propietarios de
esta tierra americana. Aunque se nota que no ha tenido un contacto directo con
esa parte de la población –hecho que ocurrirá a posteriori- El Libertador sabe
que su lucha histórica por la igualdad tendrá que reivindicar tarde o temprano
a las primeras víctimas del coloniaje europeo. Destaca el trato traicionero y
criminal que los invasores dieron en particular a los líderes de las naciones
indígenas del continente, mancillando sus dignidades para humillar al colectivo
que les veneraba.
-
También aparece reseñada su
versión original de Colombia como nuevo Estado que surgirá de la fusión de
Venezuela y la Nueva Granada, con capital en un punto equidistante y con cómoda
salida al mar como Maracaibo. Esta idea varió luego por las exigencias de la
elite granadina y por las ventajas en la estrategia de independizar regiones
más al sur, para lo que Bogotá ofrecía facilidades geográficas. Cuánto pudo
influir esta decisión en la futura disolución de la Colombia original y en la
caída del proyecto bolivariano, es un asunto que sólo los poderosos azares
podrían explicar, aunque no se exceptúa de antemano el deseo de analizarlo desde
la óptica de la especulación dialéctica de la historia.
-
El Libertador entra, sin
embargo, en el movedizo terreno de imaginar el futuro político de las naciones
americanas; esa permanente preocupación que lo acompañó hasta sus últimos días
por la necesaria unidad frente a las complejidades de las aspiraciones locales
y los intereses particulares, corporativos o regionales. La diatriba entre los
modelos republicano y monárquico, y entre la forma de gobierno centralizada y
el federalismo. Las limitaciones que la falta de experiencia en cuestiones de
gobierno imponían a una generación que se había revelado contra una estructura
de poder con trescientos años de solidez indiscutible. El reto de ser
originales hasta en las instituciones que debíamos darnos como pueblos
nacientes, va acompañado de la angustia democrática por darle estabilidad al
gobierno sin dejarse arrastrar por las tentaciones del absolutismo y la
monarquía, sin descartar ni la condición electoral como fuente de legitimidad ni
la posibilidad del carácter vitalicio del jefe del ejecutivo, que en ningún
caso sería hereditario. Aquí queda plasmada esa otra parte fundamental de la
Doctrina Bolivariana, conformada por el trípode República, Democracia y Buen
Gobierno.
-
Haciendo gala de su profundo
conocimiento de la realidad continental y del manejo adecuado de la
estadística, Bolívar realiza un viaje por la coyuntura política de cada uno de
los países latinoamericanos, del estado de su lucha por la independencia y de
su población, singularizando las potenciales capacidades para emerger del
dominio español con éxito. Allí se ponen de manifiesto otras de las
herramientas claves del método bolivariano, cuales son: el análisis situacional
y la estadística.
-
Visto el grandioso campo de
batalla desde México a la Patagonia, sin dejar por fuera de esa patria grande
las islas de Cuba y Puerto Rico, Bolívar expone con nítida convicción la
imposibilidad de que España pueda sostener su imperio en Nuestra América, ni
siquiera el sistema económico que había configurado sobre bases ficticias de
privilegios para sí y exclusión para el resto. Reclama, eso sí, que tanto la
Europa que se supone liberal y defensora del libre comercio, como los Estados
Unidos, hayan permanecido indiferentes al sacrificio de los patriotas
meridionales.
-
Bolívar evalúa la realidad
presente desde las sapiencias acumuladas por la inmensa humanidad que va desde
China y Persia a los confines de Europa y América. Caracteriza con cualificada
pericia sociológica que “los americanos, en el sistema español” que estaba “en
vigor”, no ocupaban “otro lugar en la sociedad que el de siervos propios para
el trabajo, y cuando más, el de simples consumidores”. Esta discriminación
además de odiosa, constituía un freno insalvable para el progreso de nuestras
naciones, toda vez que la metrópoli, se reservaba para sí toda actividad
generadora de beneficios económicos y fiscales, aun las que no era capaz de
llevar a cabo. Tal fue la causa de fondo del movimiento independentista
continental.
-
Discute la pertinencia de los
distintos modelos de gobierno, la perfectibilidad de sistemas que pudieran no
ser adaptables a la cosmovisión criolla americana; pugna por moderar las
apetencias democráticas exageradas que pueden conducir naciones recién
organizadas a desórdenes que las hagan inviables, y reflexiona sobre cuestiones
tan detallistas como la magnitud de la injerencia del sector militar en los
asuntos de gobierno y la dimensión territorial de las repúblicas. Concluye que
esas repúblicas deben ser grandes en virtudes y ciudadanía, más que en riquezas
materiales y poderes fácticos.
-
Reveló también la esencial
contradicción dialéctica entre reformadores y conservadores, como la
confrontación de la que surgen los sistemas políticos, que serán justos y
liberadores si la correlación de fuerzas favorece a los primeros, o retrógrados
y opresores si se imponen los segundos. Esa ha sido la ley fundamental de la
política hasta nuestros días.
-
Predijo la realización del
Congreso de Panamá y la construcción en ese lugar del canal que comunicaría,
uniendo los dos océanos, a todos los continentes.
La
Carta de Jamaica representa la consagración de Bolívar como escritor,
sociólogo, arqueólogo forense de nuestra historia raigal y arquitecto de la sociedad
por construir. No fructificó su clamor para que las naciones ilustradas de
Europa y “nuestros hermanos del Norte” nos auspiciasen con su protección y
ayuda. Pero –paradójicamente- vino a conseguir esos auxilios salvadores en una
pequeña república de humildes afrodescendientes que le esperaban en el
vecindario caribeño para darle la mano solidaria que lo subió de manera
definitiva a la nave de la victoria y la gloria universal.
Yldefonso Finol
Militante
Bolivariano/Cronista de Maracaibo
Hoy
6 de Septiembre de 2019
El
Discurso de Angostura: genialidad filosófica y modelo sociopolítico bolivariano
Hace doscientos un años, el 15 de febrero de 1819,
Simón Bolívar pronuncia su discurso inaugural del Congreso de la República de
Venezuela, convocado con cualidad constituyente en la ciudad de Angostura. Es el
momento de consolidación de su liderazgo nacional, su primer gobierno, desde el
cual proyecta y ejecuta la liberación del continente que aún sigue en manos del
Imperio Español; comenzando por la Nueva Granada, para refundirla junto a
Venezuela en la nueva República de Colombia que nacerá ese mismo año de su
verbo y su espada, precisamente allí, a orillas del Orinoco.
Este tiempo le exige al Libertador adoptar definiciones
claras de su proyecto político. Llegó la hora de inventar una nueva forma de
organización social y –en consecuencia- una nueva forma de gobierno: “Una
reforma que nunca se ha realizado”, diría el maestro Rodríguez.
El Discurso de Angostura puede considerarse la
síntesis del ideario político de Simón Bolívar, quien, a los 35 años, es la
encarnación del proyecto más avanzado ideológicamente dentro del movimiento
emancipador latinoamericano. Decimos con Rumazo González que “trocado de
guerrero a estadista”, con la convocatoria al Congreso cual depositario de la
soberanía, el Libertador despeja todas las dudas sobre su autoridad frente a la
República y al Ejército: ahora tiene un mando relegitimado.
En Angostura Bolívar se explaya en esas grandes
preocupaciones políticas que han sido inquebrantables en su lucha, más allá de
las penurias propias de la guerra en esa década tortuosa: “que más cuesta
mantener el equilibrio de la libertad, que soportar el peso de la tiranía”.
Algunas de esas preocupaciones fundamentales podemos
enunciarlas de la siguiente manera:
-
Definir
y obtener las fuentes de origen y los soportes de la legitimidad del poder
-
Establecer
el mejor modelo organizativo del gobierno republicano: “escoger la naturaleza y
la forma de Gobierno que vais a adoptar para la felicidad del Pueblo; si no
acertáis, repito, la esclavitud será el término de nuestra transformación”.
-
La
preservación de la soberanía nacional en conjunción con la genuina expresión de
la voluntad popular: Estado independiente y formas de democracia
-
Gestar
instituciones que garanticen el destino soberano y justo de la Patria
-
Necesidad
vital de promover las virtudes ciudadanas en la sociedad y el gobierno:
“sabiduría, rectitud, prudencia”.
-
Doctrina
y estrategia militar: convicción de que mientras existan ejércitos enemigos en
el territorio continental, la prioridad es servir en el campo de las armas, ya
que sólo la derrota total del enemigo haría viable la independencia.
-
La
libertad anhelada requiere de la democracia que es totalmente desconocida en
las colonias españolas y buena parte del mundo: pasar del poder de un rey
“soberano”, a la soberanía popular, es la difícil ecuación a resolver.
-
Descifrar
el concepto de Democracia para adecuarlo con sentido de éxito y permanencia a
nuestra realidad particular: “Sólo la Democracia, en mi concepto, es
susceptible de una absoluta libertad; pero, ¿cuál es el Gobierno Democrático
que ha reunido a un tiempo, poder, prosperidad, y permanencia?
La falta de experiencia y formación en el oficio de gobernar
era una de las más complicadas debilidades del proyecto que se iniciaba con la
Independencia, y esto a Bolívar lo mortificaba sobremanera. Se trataba nada más
que de crear un nuevo sistema, un nuevo poder, para el ejercicio del cual no
estaban totalmente maduras las condiciones subjetivas de la población. Sobre la
paradoja de pertenecer a un país al que no se puede autogobernar, y la
dificultad de asumirlo sin tener la preparación adecuada para dicha tarea,
expone al foro parlamentario: “Por el contrario la América, todo lo recibía de
España que realmente la había privado del goce y ejercicio de la tiranía
activa; no permitiéndonos sus funciones en nuestros asuntos domésticos y
administración interior. Esta abnegación nos había puesto en la imposibilidad
de conocer el curso de los negocios públicos: tampoco gozábamos de la
consideración personal que inspira el brillo del poder a los ojos de la
multitud, y que es de tanta importancia en las grandes revoluciones. Lo diré de
una vez, estábamos abstraídos, ausentes del universo en cuanto era relativo a
la ciencia del Gobierno”.
II
Podemos hablar de que Bolívar vive una especie de
“angustia democrática”: sabe que es necesario inventar una nueva forma de
gobierno, pero a la vez le atormenta que el deseo y aún la voluntad no bastan,
porque las costumbres pesan en el alma política del pueblo, y el carácter
nacional no se ha forjado aún, ni menos liberado de los tres siglos de
colonialismo ideológico, para la tarea sin precedentes que tienen por delante:
“El hábito de la dominación, los hace insensibles a los encantos del honor y de
la prosperidad nacional; y miran con indolencia la gloria de vivir en el
movimiento de la libertad, bajo la tutela de leyes dictadas por su propia
voluntad. Los fastos del universo proclaman esta espantosa verdad”.
Profunda reflexión desde la filosofía política, la
sociología y –por qué no- la antropología, que le hacen ver entre las tinieblas
las verdades más recónditas de aquella realidad colonial, atrasada y
retrógrada: “Por el engaño se nos ha dominado más que por la fuerza; y por el
vicio se nos ha degradado más bien que por la superstición. La esclavitud es
hija de las tinieblas; un Pueblo ignorante es instrumento ciego de su propia
destrucción: la ambición, la intriga, abusan de la credibilidad y de la
inexperiencia, de hombres ajenos de todo conocimiento político, económico o
civil: adoptan como realidades las que son puras ilusiones; toman la licencia
por la libertad, la traición por el patriotismo, la venganza por la justicia”.
“Crueles reflexiones” en las que se pone de
manifiesto, a la luz de la experiencia histórica, “que las grandes naciones han
sido mandadas por aristocracias o monarquías”, pero aun así se restea con la
democracia, un concepto que para su época era vago, difuso, y que estaba apenas
iniciándose la discusión de sus contenidos contemporáneos.
En su discurso, escrito en minutos arrancados a la
intensa labor de Jefe Supremo, a veces en idas y venidas por el Orinoco en
cumplimiento de estratégicas operaciones militares, El Libertador no es
indiferente a los males que gobiernos opresores causan a otros pueblos del
mundo, y esa realidad internacional que él no cesa de vigilar y estudiar, lo
reafirma con más fuerza en la línea de exigirle a la revolución los mayores
esfuerzos para inventar y ejercer el mejor gobierno que sea posible: “casi toda
la Tierra ha sido, y aun es, víctima de sus gobiernos. Observaréis muchos
sistemas de manejar hombres, mas todos para oprimirlos…horror de tan chocante
espectáculo”.
¿Cuál es ese gobierno que él desea para nuestra
Patria? Porque Bolívar no es de los que se conforman con criticar al sistema
injusto como simple acto de rebeldía o denuncia; en su disertación, ofrece las
pautas doctrinarias del gobierno deseado, esa imagen objetivo por alcanzar que
justifica todos los sacrificios ofrendados al sueño de libertad: “el sistema de
Gobierno más perfecto, es aquel que produce mayor suma de felicidad posible,
mayor suma de seguridad social, y mayor suma de estabilidad política”.
Esta definición del Gobierno ideal alcanza tal nivel
de perfección, que dudo se haya producido de entonces para acá, una aportación
más acabada.
Y, ¿cuál es el elemento clave que marca la diferencia
entre los “sistemas de manejar hombres… para oprimirlos” y éste nuevo que el
Libertador Presidente propone ante la representación nacional? Respondamos sin
vacilar: la igualdad. Escuchemos su voz metálica pronunciada con vehemencia:
“Mi opinión es, legisladores, que el principio fundamental de nuestro sistema,
depende inmediata y exclusivamente de la igualdad establecida y practicada en
Venezuela”.
Bolívar sabe con Rousseau que “los hombres nacen todos
con derechos iguales a los bienes de la sociedad”, y, en sintonía con el
pensamiento progresista de su tiempo, señala que tal principio igualitario, “está
sancionado por la pluralidad de los sabios”.
Pluralidad de sabios que él había estudiado muy a
fondo, o que supo de sus ideas a través del maestro Simón Rodríguez, quien
durante la travesía europea que hicieron juntos en 1805, seguro le conversó del
acervo revolucionario francés, de las logias del sansimonismo a las que
asistía, y de un tal Graco Babeuf, líder de la llamada “Conspiración de los
Iguales”, guillotinado el 8 de agosto de 1787, quien pregonaba por entonces que
“la naturaleza nos ha dotado de un derecho igual para el disfrute de todos los
bienes, el fin de la sociedad es defender esa igualdad atacada frecuentemente
por el fuerte y el malo, y así aumentar de forma colectiva los disfrutes
comunes”
Bolívar es un militante de la igualdad política y
social. No cae en extremismos ni se frena en la resignación. Entiende que la
condición humana se debate entre la predeterminación de la naturaleza y la
dialéctica del devenir social. En base a su visión de la construcción
societaria, propugna las herramientas culturales que viabilizan el camino hacia
la igualdad: “Si el principio de la igualdad política es generalmente
reconocido, no lo es menos el de la desigualdad física y moral. La naturaleza
hace a los hombres desiguales, en genio, temperamento, fuerzas y caracteres.
Las leyes corrigen esta diferencia porque colocan al individuo en la sociedad
para que la educación, la industria, las artes, los servicios, las virtudes, le
den una igualdad ficticia, propiamente llamada política y social”.
Su idea es clara: “Principio fundamental de nuestro
sistema: la igualdad establecida y practicada”. Para ir en busca de esa
igualdad, se requiere aplicar la doctrina del Buen Gobierno: “aquel que produce
mayor suma de felicidad posible, mayor suma de seguridad social, y mayor suma
de estabilidad política”; porque como el aire “necesitamos de la igualdad para
refundir, digámoslo así, en un todo, la especie de los hombres, las opiniones
políticas, y las costumbres públicas”.
III
Analizando el contenido del Discurso de Angostura, y
comparándolo con los tres documentos anteriores más representativos del
pensamiento bolivariano, a saber, los Manifiestos de Cartagena (1812) y
Carúpano (1814), y su Carta de Jamaica (1815), encontramos que El Libertador se
reitera en una metodología científica de abordaje teórico que presenta los
siguientes rasgos comunes:
-
Perspectiva
histórica: ejercicio de memoria de los procesos de luchas vividas y sus enseñanzas.
-
Consideración
de la realidad internacional, la geopolítica mundial, como elemento esencial a
la formación de una cultura política general, que permita el entendimiento
concienzudo de las fuerzas actuantes y los intereses que pueden influir en la
estrategia revolucionaria.
-
Marco
teórico filosófico: Bolívar conoce la multiplicidad de autores influyentes y
tendencias ideológicas de su época, así como los clásicos de la literatura
filosófica, política y militar.
-
A
estos tres aspectos metodológicos comunes en la obra de Bolívar, debemos
agregar la permanente observación del espacio geográfico como terreno de las
realizaciones concretas, y el análisis estadístico como instrumento de
sistematización y comprensión formal de los fenómenos sociales. Todo esto
constituye lo que he denominado el método científico de Simón Bolívar, en mi
libro La Doctrina Bolivariana. Esencia y vigencia. (Inédito)
Partiendo de esa visión científica de la realidad es
que propone romper el estado de cosas opresor que la Colonia impuso en nuestro
continente y dar el salto histórico hacia la nueva sociedad que debe surgir de
la victoria independentista; en tal sentido, proclama que Venezuela,
constituida en República Democrática, “proscribió la Monarquía, las
distinciones, la nobleza, los fueros, los privilegios: declaró los derechos del
hombre, la libertad de obrar, de pensar, de hablar y de escribir”.
Este abordaje científico de la situación histórica
concreta, es el mismo que reclama la originalidad de las propuestas
programáticas contenidas en el proyecto revolucionario: “¿No dice el espíritu
de las leyes que éstas deben ser propias para el Pueblo que se hacen? “¡He aquí
el código que debíamos consultar, y no el de Washington!!!”
Esa necesaria originalidad de las iniciativas
liberadoras en una sociedad hasta entonces sometida al oscurantista régimen
colonial, que Simón Rodríguez resumió magistralmente en la máxima “inventamos o
erramos”, es válida igualmente para el modelo de gobierno a implementar, asunto
que tanto ocupó las reflexiones del Libertador: “No olvidando jamás que la
excelencia de un Gobierno no consiste en su teórica, en su forma, ni en su
mecanismo, sino en ser apropiado a la naturaleza y al carácter de la nación
para quien se instituye”. Ese gobierno soñado por el Creador de Colombia, tiene
que ser “eminentemente popular, eminentemente justo, eminentemente moral, que
encadene la opresión, la anarquía y la culpa. Un Gobierno que haga reinar la
inocencia, la humanidad y la paz. Un Gobierno que haga triunfar bajo el imperio
de leyes inexorables, la igualdad y la libertad”.
IV
Construir ciudadanía, de la que se declara felizmente
uno más, exige definir e implementar políticas de Estado conducentes a la
siembra de valores y virtudes en una población que de seguir sujeta al arbitrio
de las costumbres dominantes que la hundían en la ignorancia y la sumisión,
nunca estaría en capacidad de autodeterminarse y ser gestora de la nueva
civilización. Clama en armónica oratoria al modesto salón, para que su voz
impregne a través de la etérea humedad la piel de la población que escucha tras
los ventanales, “renovemos en el mundo la idea de un Pueblo que no se contenta
con ser libre y fuerte, sino que quiere ser virtuoso”. Increpa a los delegados
presentes, con la convicción que brota desde su alma magisterial: “La educación
popular debe ser el cuidado primogénito del amor paternal del Congreso. Moral y
luces son los polos de una República, moral y luces son nuestras primeras
necesidades”.
Nada de lo soñado y arduamente luchado, que apenas
comenzaba a tomar cuerpo en ese espacio de utopías concretas que fue su primer
Gobierno en Angostura, sería sostenible sin la ética republicana, antídoto insustituible
contra ese enemigo mortal de toda revolución que es la corrupción: “demos a
nuestra República una cuarta potestad cuyo dominio sea la infancia y el corazón
de los hombres, el espíritu público, las buenas costumbres y la moral
republicana. Constituyamos este Areópago para que vele sobre la educación de
los niños, sobre la instrucción nacional; para que purifique lo que se haya
corrompido en la República; que acuse la ingratitud, el egoísmo, la frialdad
del amor a la patria, el ocio, la negligencia de los Ciudadanos: que juzgue de
los principios de corrupción, de los ejemplos perniciosos…”.
Bolívar cree en esa necesidad de regar la patria con
los valores morales que fortalecen el espíritu nacional y convierten a cada
patriota en una atalaya de su dignidad individual, blindando la seguridad del
bien colectivo. Su visión de futuro, el país por él anhelado, se refleja en el
largo plazo como una sociedad poderosa en virtudes, libre de esclavitudes y
servilismos, amante del saber y del trabajo como vías de la verdadera
independencia.
Coincidimos con Alfonso Rumazo, al afirmar que: “Cuando
se estudia el pensamiento y la obra de los demás libertadores de América, se
encuentra que Bolívar aparece como un pensador solitario, aislado; ninguno se
le acerca en ilustración, fijeza de conceptos, altura de ideales y poder
penetrante de captación de las normas de gobierno, de las de la sociología, la
moral o las lecciones de la filosofía y la historia”.
“Tuvo el Libertador un concepto lato de revolución”
(Brito Figueroa), porque para él ésta comprendía no sólo conquistar la
autonomía política respecto a la metrópoli colonial, sino también “la
independencia económica, social, jurídica, histórica y hasta espiritual de los
pueblos de América”.
Soy convencido de la existencia de una Doctrina
Bolivariana que con sorprendente vigencia nos llama a continuar aquella gesta
inconclusa. Preocupa -y molesta- la superficialidad con que se trata este tema
fundamental para nuestra existencia. Repetir frases hechas en esas ceremonias
vacías y rutinarias llamadas “efemérides”, sin comprometernos en el estudio
profundo y sistemático del Pensamiento Bolivariano, es incurrir en un error
chocante, reflejo por demás de un ambiente político mediocre, característico del
que instauraron tras su fallecimiento los enemigos de Bolívar.
¡Honor y Gloria Eterna al Proyecto Bolivariano de
Angostura!
Yldefonso Finol
Historiador bolivariano
Cronista de
Maracaibo
Valoración
histórica de Maracaibo: “la tinaja del sol”
Asistimos agradecidos al acto organizado por la
alcaldía de Maracaibo, donde su titular, el licenciado Willy Casanova, nos
honró con la novísima Orden Cacique Nigale, y el gobernador Omar Prieto engalanó
el evento con su presencia y su distinción honorífica al joven burgomaestre.
Se trató de un
espacio de reflexión sobre nuestro devenir histórico, un ejercicio liberador en
tanto dedicamos este tiempo a buscar la verdad, más allá de los hábitos impuestos
y de la flojera para pensar en lo trascendente. Esto fue lo que hizo Bolívar:
un inmenso esfuerzo de memoria histórica de nuestro pueblo, lo que le dio
sustento, razón e inspiración a su gesta insuperable. Porque al hurgar en los
enmohecidos baúles de la historia, la que se nos negó para dominarnos, estamos
combatiendo el colonialismo, la explotación, la opresión, y estamos promoviendo
el conocimiento, la igualdad, la libertad, la soberanía, la ética, la
educación, la cultura; y esa fue la lucha fundamental del Libertador.
La oportunidad fue propicia para exponer –como Orador
de Orden- mi tesis sobre la falsa “fundación” de la ciudad el 8 de septiembre
de 1529, ni ninguna fecha de las que la historiografía oficial ha sostenido
contra toda convicción científica. Tales “ceremonias”, herencias de la
dominación colonial que dan continuidad a rutinas manidas, trocadas en
costumbres abominables, como ésta de celebrar la invasión extranjera que
esclavizó a nuestros antepasados y cometió un genocidio en esta patria lacustre
contra los primeros maracaiberos: los añú.
Tres de mis libros editados con mucho esfuerzo personal
y familiar, resumen mi aporte concreto para el redescubrimiento de nuestras
verdaderas raíces históricas y la reivindicación de nuestra ancestralidad. Son
ellos: El Cacique Nigale y la ocupación europea de Maracaibo (2001); La
Infundada “fundación” de Maracaibo (2014); y Añun Nuku Karu, El Libro del
Pueblo Añú (2015).
Soy militante de la historia como caminata hacia las
verdades más ocultas, a la vez que instrumento de conciencia social
transformadora. Creo, con el maestro Francisco Pividal, que “La historia
refleja siempre los intereses de la clase que está en el poder. Los
explotadores la desfiguran para llevar a los explotados a la sumisión política,
económica y social. La historia de los explotados es siempre la anti-historia
de los explotadores”.
Los pueblos que pierden la conexión con su ancestralidad,
se debilitan como nación, y son presa fácil de las apetencias foráneas. El
espíritu colectivo se desvanece, y sus genuinos iconos identitarios son
suplantados por mitos alienantes. De allí viene la transculturación como
proceso de dominación que demuele valores raigales y hace naufragar la
pertinencia de la pertenencia. El resultado son masas desideologizadas, más
amorfas que heterogéneas, más dispersas que diversas, más desprevenidas que
empoderadas.
Ser militante de esta necesidad de la verdad -“La verdad es siempre revolucionaria”, dice Lenin-
lleva implícito un inmenso esfuerzo personal, doloroso y solitario, devorador
de horas y sembrador de insomnios. Pero irrenunciable obsesión, la cual, a
decir de Marc Bloch “Sería
infligir a la humanidad una extraña mutilación si se le negase el derecho de
buscar, fuera de toda preocupación de bienestar, cómo sosegar su hambre
intelectual”.
Me formé desde muy joven leyendo en Marx y Engels que “las ideas de la clase dominante son las ideas dominantes
en cada época”; y aprendí en 1976, con el discurso “Reformemos nuestro estudio”
del camarada Mao Tse Tung, que “hay
quienes no conocen en absoluto o conocen muy poco la historia del país, pero no
consideran esto una vergüenza…Muchos eruditos, siempre que hablan, lo hacen sobre
la Europa; pero en cuanto a sus propios antepasados, desgraciadamente, ya
los han olvidado”.
Por eso sé que sólo la promoción masiva de la memoria
histórica, formará a nuestro pueblo para que sea realmente libre. Ello exige
políticas de Estado en educación y comunicación, que ya no se pueden seguir
posponiendo.
II
Esta búsqueda insaciable de verdades truncadas, nos
empuja por igual al encuentro con las etimologías de nuestros idiomas
ancestrales. Descifrar las nombradías que la resistencia salvó del arrase
colonialista, es una tentación constante, una necesidad de reconocernos desde
el embrión más elemental de la palabra.
Quienes se acercan recién a estas andanzas, me increpan
sobre el significado de Maracaibo. Les he dicho: voy a responderles cuidadosamente.
Según Alfredo Jahn: “Todos los cronistas que han descrito
los grupos aborígenes del Lago, están de acuerdo en reconocer que la
denominación de Maracaibo fue tomada por los españoles del nombre de un
importante cacique o principal que tenía dominio sobre la mayoría de las
poblaciones indígenas del Lago (Simón, 1882, pp.37. Oviedo y Baños, 1940, pp.
22. Aguado, 1950, pp. 37. Arguellez y Párraga, 1579, pp. 157. Oviedo y Valdez,
1959, pp.) Según otros autores como Crevaux, la denominación de Maracaibo
provendría del vocablo indígena “Maracai”, el cual significa “tigre” (Crevaux,
1883, pp. 446). Por su parte, Ernst sugiere que el término podría derivar del
vocablo indígena “Maracayar-mbo”, el cual significa “pie de tigre” (Ernst,
1914, pp. 7)”.
Adolfo Salazar Quijada señala que “no se conoce a ciencia
cierta el motivo, ni el significado exacto de esta voz que, desde sus comienzos
sirvió de nombre a la actual capital del estado Zulia. La versión de Mara…cayó,
no es más que una especulación popular, que ha tomado fuerza por la dificultad
de la ciencia toponímica para explicar su etimología con precisión. El nombre
de Maracaibo, aparece en la cartografía histórica del Zulia desde el año 1552,
con una ortografía casi invariable. Un estudio toponímico a profundidad es
necesario para saber el origen y significado del enigmático nombre de
Maracaibo; sin embargo, existe la versión del doctor Adolfo Ernst, quien señala
que esta voz significa en lengua guaraní y Caribe mano de tigre, cuestión que se habrá de precisar mejor”.
Este autor presenta dos posibles significados de “Mara”:
“Mara es voz Caribe con que se denomina a un árbol maderable, cuyas ramas
gruesas y tronco están casi todo el año desnudos de hojas, por lo que se le
conoce más comúnmente con el nombre de indio desnudo (bursera simaruba). Mara,
también es voz Caribe con que se denomina a una especie de canasto”.
El Hermano Nectario, escribe: “Sobre el origen del nombre
de Maracaibo, los historiadores han emitido opiniones en las cuales la
imaginación campea a veces más que la documentación histórica”.
Dice Nectario que “algunos han creído acertar en el
significado de “Mano de Tigre” que dan al vocablo Maracaibo, al apuntar que
Maracayar, en idioma Guaraní, significaría tigre o jaguar, y el sufijo bo, mano;
mientras otros, con Juan de O’Leary, citado por Carlos Medina Chirinos, afirman
que en Guaraní la voz Maracaibo quiere decir “río de los loros”…Esto evidencia
que, para poder acertar en la recta interpretación de este y otros nombres, el
conocimiento de la lengua de los Onotos sería requisito indispensable”.
El muy acucioso Nectario María da con la clave del
asunto: el conocimiento del idioma del pueblo originario de Maracaibo, que él
reincide en llamar –como los que llegaron con Alfinger- Onotos, pero que son
los Añú, mal llamados Paraujanos. En cierto modo reconoce la imposibilidad de
descifrar el asunto: “Por carecer totalmente de documentos y bases para el
estudio de este idioma, no podemos formular un criterio acertado, lo cual nos
obliga a reservar nuestro asentimiento sobre el valor de las interpretaciones
expuestas, que sólo se dan con carácter informativo”.
Respecto del lago, el primer nombre hispano con que lo
bautizó Ojeda, fue San Bartolomé. La palabra Maracaibo –en la escritura invasora-
comenzó a usarse a partir de la invasión de 1529: “En la boca del lago estaba
una isla situada más arriba de la de Toas, y a la cual los indios decían
Maracaibo, por ser el nombre del jefe o cacique principal de aquella isla”.
El grupo de Alfinger llamó al lago “de Nuestra Señora”,
por la coincidencia del 8 de septiembre con la Natividad de la Virgen. Sigue
Nectario: “con el nombre de Maracaibo, los Pemones-Bubures del sur del lago
designaban a una de sus poblaciones situada a la orilla de un río principal, probablemente
el Zulia”.
Detengamos un momento la atención en estos dos últimos
párrafos, y destaquemos el hecho de que los españoles escucharon la palabra
Maracaibo en diversos lugares del lago. Primero la oyeron entrando por la
actual isla San Carlos, luego en la angostura del estuario en alguna orilla del
municipio Mara, y, para rematar, también se las pronunciaron en el sur del lago.
¿Qué deberíamos inferir de estas “coincidencias”? Que Maracaibo no es el nombre
de un punto específico en el lago, sino la denominación ancestral del Lago
mismo.
Hemos indagado en la etimología de la palabra y en la
complejidad del término, notando su aproximación al vocablo “Maraca”, que
guarda gran relación con Maracay y Maracapana. Esta voz Maraca tiene una similar connotación en guaraní y taíno:
instrumento musical de percusión hecho con cáscara de calabaza y rellena de
semillas secas. Es la imitación humana del cascabel de la serpiente del mismo
nombre.
Por eso versioné en el año 2000 la tesis que vincula el
nombre de Maracaibo con la abundancia de especies ofídicas en el bosque seco
tropical de la planicie circundante. “Al sur horizonte iba aquella expedición
comercial entusiasta guiada serenamente por el gran cacique Maarak, líder de la
lacustre nación Añú, que gobernaba bajo el influjo del tótem de la serpiente
cascabel, en nombre del clan Maarak’iwo, que daba el nombre a la región de los
que viven sobre el agua”, se lee en las primeras líneas del Cacique Nigale y la
ocupación europea de Maracaibo.
Mara o Maraca son vocablos cuyo estudio debemos seguir
profundizando a la luz de las últimas investigaciones sobre el añúnnuku, idioma
de los añú. Un hallazgo que me sorprendió gratamente, lo encontré en los apuntes
de Alfredo Jahn, antropólogo que visitó los pueblos “paraujanos” como jefe de
una comisión del gobierno nacional entre 1910 y 1912, regresando por voluntad
propia en los lapsos 1914-1917 y 1921-1922.
Jahn realizó un cuadro comparativo de los idiomas
indígenas del occidente, y en el caso añú logró recoger los sonidos “Hara o
Mara”, que traduce vasija de barro o tinaja. Este aporte ha trastocado toda mi
apreciación del verdadero significado de Maracaibo, ya que el prefijo “Mara” es
la mitad del topónimo lacustre que nos ocupa; pero aún si tomásemos los dos
fonemas como una sola palabra compuesta, el sonido “Marahara”, mal escuchado,
mal pronunciado y mal recordado por los invasores –que no eran precisamente
lingüistas- bien pudiera ser el origen de Maracaibo.
La arqueología etimológica de la palabra, nos asombra con
la causalidad –que no casualidad- de que en la cosmovisión añú, civilización
acuática que tiene por hábitat ancestral al estuario, la forma cóncava de la
vasija y su función vital como recipiente de agua y alimento, reproduce la
forma y función del Lago, como dador de todo sustento material y espiritual.
Esta raíz “Mara” la encontraremos relacionada a Maracay,
lugar adosado al lago de los Tacariguas, y a Maracapana, que también es un
sitio pegado a un reservorio de aguas, en este caso al Golfo de Paria.
No se trata de simples coincidencias; estamos en
presencia de un sustantivo venido del tronco común de los idiomas originarios
de la fachada costera del país, vale decir el arahuaco, más los aportes caribe
venidos casi siempre del tupi-guaraní, como el caso de “paráa”, que es el mar o
una aglomeración de aguas.
Rescatemos entonces la aportación de Lizandro Alvarado
que en su obra Glosario de voces indígenas, reseña la palabra “mara” como
aguadera, según conoció de su uso por indígenas del oriente venezolano, entre
los que se cuenta a los guaqueríes de costas anzoatiguenses y de Paraguachoa
(Isla Margarita).
Conclusión, el significado de Maracaibo como fusión de
“mara”: tinaja y “kai”: sol, es “tinaja del sol”. El sufijo “mbo” es impronta
caribe, y lo encontramos en Paramaribo, Tacuarembó, y otras localidades
suramericanas, jugando el papel de señalador geográfico.
Yldefonso Finol