sábado, 30 de enero de 2021
viernes, 29 de enero de 2021
martes, 19 de enero de 2021
lunes, 18 de enero de 2021
EL ESEQUIBO Y EL ZULIA: PATRIOTISMO CULTURAL PERSEVERANTE
El Esequibo
y el Zulia: patriotismo cultural perseverante
El despojo de nuestra Guayana Esequiba es una de las
primeras agresiones imperialistas de que fue víctima Venezuela en su vida
republicana. El campante imperialismo inglés es el ejecutor principal de la
ocupación ilegal de esa franja de nuestro territorio irrenunciable. El naciente
imperialismo estadounidense es el cómplice necesario del crimen contra nuestra
Patria. Aplicando la Doctrina Monroe los gringos se dieron el lujo de asumir la
“representación” de Venezuela, considerándonos su “patio trasero” o unos
minusválidos, negociando sin ninguna ética ni cualidad, en nuestro nombre, pero
para dañarnos.
Inglaterra fue muy diligente en traer sus barcos de
guerra en 1902 junto a Alemania e Italia, países con los que unos años después
protagonizaría conflagraciones inter-imperialistas de grandes proporciones y
consecuencias.
Inglaterra es el principal responsable de la tragedia
del pueblo palestino, cuando asumió el mandato de esa región tras el
desmembramiento del Imperio Otomano, y desde 1900 apoyó la creación del
movimiento sionista que invadiría las tierras palestinas. Gran Bretaña, el
Reino Unido o como se llame ese engendro de los peores flagelos de la humanidad
en la época capitalista: el expansionismo colonialista y el imperialismo,
infestó el planeta con sus apetencias hegemónicas, dejando regados a su paso un
sinfín de espacios territoriales problematizados; pedazos de enclaves
coloniales que ampliaran su área de influencia, soportados en su belicosa
armada imperial y su poderío económico industrial y comercial.
Estos países imperialistas, herederos del racismo y el
supremacismo “blanco” anglosajón, eurocéntricos, colonialistas, nos
consideraban apenas territorios con población incivilizada, que debían someter
y explotar. Pongamos como ejemplo del exabrupto del tutelaje gringo, la carta
dirigida al presidente Cleveland el 5 de diciembre de 1896, por el embajador de
Estados Unidos en Londres, Thomas Bayard, supuesto defensor los intereses de
Venezuela: “Nuestra dificultad está en el carácter completamente indigno de
confianza de los gobernantes y del pueblo venezolano, lo que da por resultado
una responsabilidad indefinible y, por lo tanto, peligrosa del manejo por ellos
de sus propios asuntos”.
El desprecio y la subestimación son parte de la
concepción que tienen los imperialistas sobre nuestros pueblos, razón
suficiente para considerarlos enemigos de nuestra felicidad. En tiempos del
predominio hispano en América y el Caribe, Inglaterra promovió, con la figura
del corso, la proliferación de la piratería como forma de guerra sucia contra
los intereses españoles, que llegó a causar daños inmensos a la población local
en los puertos y ciudades costeras del llamado “Nuevo Mundo”. Maracaibo fue
atacada y saqueada en sucesivas incursiones piráticas como las del holandés
Enrique Gerald, el francés Jean Dei Nau “El Olonés”, y el inglés Henry Morgan, ladrón
y asesino desalmado que llegó a ser nombrado “Caballero” por el rey Carlos II
de Inglaterra en 1674, como premio por los negocios que sus fechorías
significaron al Reino Unido. ¡Qué mal utilizada está la palabra “noble”!
La nueva piratería actuó con artimañas como el Tratado
de Arbitraje, firmado en Washington el 2 de febrero de 1897 entre Gran Bretaña
y una Venezuela maniatada por Estados Unidos; luego el Laudo Arbitral de París
del 3 de octubre de 1899, donde la yunta de estos dos “Corsarios Unidos”, acomodan
el papeleo para despojarnos 159.542 km² del territorio venezolano del Esequibo.
En 1949 el Memorándum de Mallet-Prevost reveló la
farsa del Laudo de París, dando paso al descubrimiento de la amañada
documentación que urdieron los imperialistas ingleses y gringos para
arrebatarnos nuestra Guayana Esequiba. La Cancillería de Venezuela denunció
este atropello ante la ONU en 1962, y surgió el Acuerdo de Ginebra en 1966 como
instrumento reconocido por las partes para regularizar y sincerar por la vía
pacífica, bilateral y negociada, la realidad histórica de la controversia
limítrofe creada mal intencionadamente por los ingleses.
II
El pueblo venezolano nunca aceptó el robo que los
ingleses hicieron de nuestro territorio guayanés. El Laudo Arbitral de París
fue recibido con indignación por nuestro pueblo. En el Zulia, extremo
noroccidental del país, se sintió el zarpazo como si una bestia enfurecida
hubiera amputado a dentelladas una parte de nuestra existencia. Cada capítulo
de esta trama antivenezolana fue vivido en Maracaibo y otras localidades
lacustres, con tal intensidad, que los pocos periódicos editados en esos
tiempos eran compartidos entre la ciudadanía, pasando de mano en mano sin
importar quién lo hubiese comprado, como si se tratase de un asunto de interés
casi familiar que todos debían conocer, razonar y asumir.
Cuenta Atenógenes Olivares (Hijo) que “cuando ante el
Tribunal Arbitral de París los ingleses nos imputaban costumbres semibárbaras y
que estábamos carentes de cualidades para querer llevar la civilización a los
pueblos de nuestra Guayana”, razones para que el juicio inclinase la balanza a
favor de sus espurios intereses, se produjo en Maracaibo una manifestación
popular de rechazo a la pretensión de Inglaterra. En esa protesta patriótica
realizada en El Empedado, el poeta Ildefonso Vázquez intervino para pronunciar
un discurso improvisado en forma de soneto.
He aquí el verbo nacionalista de Ildefonso Vázquez,
pleno de culto lirismo y elegante sátira, no exenta de punzantes sablazos
literarios, contagiando las atiborradas callejuelas empedradas, aquella mañana
del último octubre del siglo XIX:
Filantropía
inglesa
Pulpo que tiende al orbe sus antenas
Con la insana ambición por atributo
Albión demanda codiciado fruto
Del Orinoco aurífero a las venas.
Patria de Darwin, nivelando apenas
Nuestra vil condición a la del bruto
Le ampara un filantrópico instituto
Contra el horror de bárbaras escenas.
Salva del yugo al buey…del circo al toro
Del hambre al perro…al gallo de la riña
Al pajarillo de la jaula de oro…
Más, por librarse del spleen ingrato,
Al redondel con júbilo se apiña
Donde se mata el hombre al pugilato.
En clara alusión al expansionismo inglés, regado en
todo el planeta como mala hierba, el vate y galeno maracaibero usa la metáfora
del monstruo marino atrapando en sus extensos y múltiples tentáculos al planeta
entero. Ese “abrazo” no es amigable ni diplomático, su motivo es la “insana
ambición” de un imperio que se acostumbró a sojuzgar naciones para apropiarse
de sus riquezas (“codiciado fruto…aurífero”). Denuncia el poeta Vázquez la
hipocresía de un gentilicio con poses de circunspección, que hace alarde de
ponderación democrática y progresividad cívica, pero que no se ruboriza cuando
empuja jaurías pendencieras a ensangrentar suelos ajenos con fines geopolíticos
y lucrativos.
De esta herencia, de esta estirpe, le nace a la gaita
zuliana ser el género musical que con más reciedumbre, con más virilidad, con
más patriotismo, ha defendido la causa venezolana del Esequibo.
Comienza la década del sesenta con la polémica del
Esequibo en primera plana por los hallazgos documentales que soportaban el
reclamo venezolano, en razón de las patrañas ocurridas durante el amañado
juicio parisino. En noviembre de 1962 se ventila el asunto en el seno de la
Organización de Naciones Unidas. Los gaiteros de la época, siempre atentos a
los grandes temas, además de las composiciones religiosas, jocosas y
costumbristas, nunca dejaban de elevar la voz popular en reclamo de justas
reivindicaciones, y cuando se trataba de la patria, la gaita se ponía delante
como vanguardia del sentir nacional.
La Guayana Esequiba,
gaita pionera, tal vez la primera canción a venezolana que aborda la cuestión, compuesta
por Luis Guillermo Govea, autor de la letra, y música de Jesús Reyes “Reyito” (en
colaboración con Renato Aguirre), fue cantada por Ricardo Aguirre con Los
Cardenales del Éxito en 1965.
Sobre este tema emblemático,
un protagonista del suceso musical, el compositor gaitero por excelencia Renato
Aguirre, nos relata el siguiente pasaje: “recuerdo al respecto que Douglas Soto
pasó a buscarme a la casa, andaban con él Ricardo y Wanger Castillo Finol; me
dicen que venga con ellos y traiga mi cuatro porque el Maestro Reyito ( Jesús
Reyes) le iba a poner música a una letra de Luís Guillermo Govea (El
Guerrillero del Aire); me estaban hablando del tema La Guayana
Esequiba...sorpresa para mí que el encuentro fue en Ondas del Lago Televisión,
en el estacionamiento, allí Reyito, Douglas, Wanger, Ricardo y yo, escuchamos
la música del estribillo que hizo Reyito, y los comentarios favorables con respecto
a la letra y música; por esas circunstancias extrañas, Jesús Reyes se quedaba
pegado cuando le tocaba cantar la música del verso, obviamente no le salía, y
en otros tantos intentos yo le tararee una melodía que se me ocurrió y así
quedó el tema”.
En el Zulia esta gaita se la sabe la mayoría de
nuestra gente; es un himno que nunca dejamos de cantar:
Mientras Venezuela viva
Y nos galope en el pecho
La sangre del corazón
Nuestra Guayana Esequiba
Por razón y por derecho
Pertenece a la nación.
Hay mucha claridad en los
versos: se identifica a Inglaterra como usurpador, que es la verdad jurídica de
aquí a Japón; la Guayana tiene que ser rescatada, es decir, la estrategia
nacional de considerarla irrenunciable y trazar planes para recuperarla; indica
que seremos perseverantes en ese reclamo, y como estaba claro que era un asunto
de largo alcance, debía enseñarse a la infancia “desde la escuela” y por
siempre (“mientras vivan”), que “la Guayana Esequiba pertenece a Venezuela”. Insuperable
programa que bien podría adoptarlo el Estado como paradigma de esta lucha impostergable.
Luego vino El Protocolo, del
maestro de la gaita protesta Firmo Segundo Rincón. La canta Nerio Ríos con el Conjunto
Los Cardenales del Éxito.
Dice la primera estrofa de
versos:
Al nacido en esta tierra
Que no sienta este mensaje
Le pagamos el pasaje
Y que se vaya a Inglaterra
Es una mora que priva
A mi país sin razón
De plasmar su Pabellón
En la Guayana Esequiba.
Y el estribillo:
No deben cantar victoria
Los muy astutos ingleses
Porque con los guyaneses
No puede haber moratoria
Que dejen para la historia
El más cínico borrón
Nacido de una traición
Indigno de nuestra gloria
El gran Firmo Segundo Rincón
blande su lápiz como espada libertadora, mientras el “Roble de la Gaita” Nerio
Ríos, pone en sus cuerdas vocales los fusiles de Urdaneta:
Guayana es nuestra total
Yo lo repito mil veces
Y no feudo colonial
Como piensan los ingleses
El año 1981 vuelve a ponerse
caliente la cosa fronteriza. El Poeta de la Gaita Luís Ferrer se lanza con Dos
Fronteras, el tema fue grabado en dos versiones: la original (más un verso del
cantor Nerio Ríos), con el conjunto Cardenales, y una segunda la interpreta el
inolvidable Astolfo Romero con la Universidad de la Gaita, bajo el título Ni un
pedazo más de tierra, correspondiente al primer verso del estribillo.
Ni un pedazo más de tierra
Daremos a otra nación
Me abro en dos el corazón
Para que en sangre se escriba
Si no luchan los de arriba
Pelearemos los de abajo
Y si hay que hacer una guerra
La guerra haremos, carajo.
La estrofa incorporada por Nerio
en su interpretación, recoge sentimientos muy acendrados en el pueblo zuliano,
que ha tenido que enfrentar la acechanza de intereses oligárquicos vecinos
siempre con la traición y mala maña como praxis.
Alerta venezolano
Quieren pisotear tu orgullo
Te quieren quitar lo tuyo
Los que se la dan de hermanos
Pero es la verdad tajante
Que eso no lo aceptaremos
Si hay que pelear pelearemos
Fusil en mano y pa’lante.
El acucioso cultor popular
cabimero, ingeniero químico Pedro Querales, nos recordó el tema que grabara en
su prima producción de 1981 Gaiteros de Pillopo, de la batuta de Ricardo
Portillo, en la voz de Rafael Sánchez con letra de Antonio Jiménez: La Guayana
Esequiva, tocaya de la original del Ricardo Aguirre y el Guerrillero del Aire
pero escrita con uve.
No se podía quedar atrás el
grupo Guaco, que en sus tiempos gaiteros y protestones, grabó El Diferendo, de
la fértil musa de dos consagrados compositores, el virtuoso Ricardo Hernández y
el desaparecido Heriberto Molina, autor de las letras de grandes éxitos, como
En casa se larga el forro, que hizo junto al gran Astolfo Romero.
Canta Guaco en el
estribillo:
El suelo venezolano
No se seguirá perdiendo
Continuemos defendiendo
El logro bolivariano
Este pueblo soberano
No acepta más diferendo.
En esta gaita da gusto ver el despliegue de la
capacidad musical de Gustavo Aguado, quien se entretiene tocando las tumbadoras
mientras hace de solista. ¡Qué molleja, está sordo el muchacho!
Otros aires musicales también han tocado el asunto; en
el calipso “Guayana es” se menciona al Esequibo como límite al este; la
agrupación de música pop rock Témpano pegó en 1983 su canción que coreaba: “El
Esequibo es mío, es tuyo, es tierra venezolana. El Esequibo es mío, es tuyo, es
nuestro”, sin duda una oportuna contribución para recordarle al público de ese
estilo musical un tema tan sensible a la Patria.
Pero está comprobado que la gaita es el ritmo de la
defensa del justo reclamo venezolano por recuperar nuestra Guayana Esequiba. Porque
el sol de Venezuela nace en el Esequibo, y en el ocaso se viene a descansar en
el Zulia, donde le recargamos las pilas con el rayo del Catatumbo, para que
cada nuevo amanecer vuelva a iluminar el oriente venezolano desde el río
Esequibo, con el sagrado fuego bolivariano.
Yldefonso
Finol
Economista
e historiador bolivariano
domingo, 17 de enero de 2021
miércoles, 13 de enero de 2021
lunes, 11 de enero de 2021
domingo, 10 de enero de 2021
ZULIA BICENTENARIO: LA NOVENA ESTRELLA
Zulia Bicentenario:
la Novena Estrella
Llegó la hora: la Novena Estrella en La Bandera
Nacional representando al Zulia es una vieja deuda que debe ser saldada.
Introito
y Petitorio
Coincide el inicio del año 2021 en que conmemoramos al
Zulia Bicentenario, con el rescate de la Asamblea Nacional para las causas
justas que clama la Patria. El espíritu inclusivo y dialogante con que se dio apertura
al Período Legislativo, con la presidencia del Doctor Jorge Rodríguez, augura
un nuevo escenario parlamentario que desde ya ha despertado esperanzas en la
población, superada como está la etapa de un vergonzoso experimento de
destrucción nacional por la saliente diputación que pasará a la historia como
un maloliente “Caballo de Troya”, infestado de polillas y gusanos.
Son muchas y muy delicadas las tareas del nuevo Poder
Legislativo. Economía, gobernanza, bienestar social, defensa de la soberanía, lucha
contra la corrupción y la ineficiencia, estabilidad política, son retos de
enorme dimensión que requieren un trabajo tenaz y abnegado por parte de la
representación nacional.
No pretendemos distraer esas prioridades. Pero si
queremos recordar que gran parte de la guerra mutante que libramos contra los
imperialismos y enemigos cercanos, se desarrolla en el plano de lo simbólico. No
han faltado las campañas de linchamiento contra la venezolanidad y las insanas
maniobras de desmembramiento del territorio patrio, todo para intentar destruir
el Proyecto Bolivariano.
Es en ese tenor que me atrevo a pedir, muy
respetuosamente, se inicie el proceso legislativo para reformar parcialmente la
Ley de Bandera Nacional, Himno Nacional
y Escudo de Armas de la República Bolivariana de Venezuela, a fin de elevar la
antigua “Provincia de Maracaibo”, el actual Estado Zulia, al azul de nuestro
Pabellón Nacional. Dicha reforma sería puntualmente en el Artículo 3º de la
mencionada Ley.
Esta propuesta recoge un sentimiento
colectivo muy sentido, que los bardos zulianos han pregonado desde antaño en la
prolija creación artística de la descendencia del pueblo del Cacique Nigale y del
Prócer Rafael Urdaneta.
Tiene total pertinencia como
respuesta a las voces agoreras que fanfarronean la pesadilla secesionista. La formulamos,
además, no para la diatriba, sino para la justicia y la participación; para
potenciar y fortalecer la unidad nacional. La planteamos con tono sereno,
solidario, fraterno, aunque con argumentos contundentes.
Esperamos sea acogida en
este año 2021 de gran significación histórica. El Zulia celebra triple Bicentenario:
Pronunciamiento por la Independencia y adhesión indestructible a la República; Primera
visita triunfal del Libertador, y nacimiento del topónimo Zulia para nuestra
entidad político-territorial.
El Padre de la Patria, Simón
Bolívar, en su Carta de Jamaica, pensó en Maracaibo como capital de ese nuevo
país soberano que él soñaba crear. Grata fecha la del 28 de enero de 2021 para
que el Presidente Nicolás Maduro designase por ese día a Maracaibo como Capital
de la República, y que la directiva de la Asamblea Nacional, por solicitud de
nuestra amplia representación parlamentaria, iniciase la reforma parcial de la
Ley para incluir la Novena Estrella para el Zulia Bicentenario.
Sustento
legal
Constitución de la República Bolivariana de Venezuela
Artículo 8º. La bandera nacional con los colores
amarillo, azul y rojo; el himno nacional Gloria al bravo pueblo y el escudo de
armas de la República son los símbolos de la patria. La ley
regulará sus características, significados y usos.
Ley de Bandera Nacional,
Himno Nacional y Escudo de Armas de la República Bolivariana de Venezuela
Artículo 3º. La Bandera Nacional se inspira en la que adoptó
el Congreso de la República en 1811. Está formada por los colores amarillo,
azul y rojo, en franjas unidas, iguales y horizontales en el orden que queda
expresado, de superior a inferior y, en el medio del azul, ocho estrellas
blancas de cinco puntas, colocadas en arco de círculo con la convexidad hacia
arriba. La Bandera Nacional que usen la Presidencia de la República y la Fuerza
Armada Nacional, así como la que se enarbole en los edificios públicos
nacionales, estadales y municipales, deberá llevar el Escudo de Armas de la
República Bolivariana de Venezuela en el extremo de la franja amarilla cercano
al asta. La Bandera Nacional usada por la Marina Mercante sólo llevará las ocho
estrellas
Sinopsis
nocional
El Zulia es una región de esas que Mariategui señala
de tener “raíces más antiguas que la nación misma” y de no nacer “del estatuto
político de un Estado”. Lo es desde el punto de vista de su biología
geográfica. Esta condición viene dada por la existencia misma del Lago
Maracaibo (14 mil km2). Miremos el mapa y constatemos que el territorio del
actual estado Zulia corresponde a la región natural del Lago Maracaibo. Está el
Lago como inmenso corazón de agua, rodeado por la fértil planicie que bañan más
de cien ríos y caños, y delimitada por las serranías que cierran el universo
lacustre por oriente Ciruma, al sur los Andes, y en occidente Perijá. El norte
es el mero vientre donde nace el mar Caribe con el Golfo de Venezuela (también
llamado de Maracaibo hasta el siglo XVII) entre las penínsulas de Paraguaná y
La Guajira.
El espacio ambiental derivado determina la existencia
de una vegetación y una fauna específicas, así como de fenómenos paisajísticos
particulares, tales como el estuario que se forma del contacto con el mar en el
estrecho donde vigila el archipiélago añú, y las grandes desembocaduras del sur
barí, con las Ciénegas de Juan Manuel de Aguas Blancas y Aguas Negras y el
enigmático rayo del Catatumbo.
Esta región contó con un poblamiento pluricultural y
multilingüe desde tiempos inmemoriales, con catorce mil años de presencia
humana original. La invasión europea tardó una centuria en enseñorearse y la
resistencia indígena se prolongó hasta la década del sesenta del siglo pasado,
cuando aún el pueblo barí se enfrentaba al despojo de sus territorios por parte
de las empresas petroleras y los terratenientes criollos; y todavía en el siglo
XXI, aun con los grandes logros de la Revolución Bolivariana, el pueblo caribe
yukpa ofrendó la vida del cacique Sabino Romero en tenaz lucha por rescatar sus
tierras.
La población colonial no desarrolló desde sus inicios
apego a otro centro político que no fuera España misma. La inestable ocupación
del territorio por la lucha de los originarios, y los posteriores devaneos del
gobierno imperial, que desmembró a Maracaibo de Venezuela para fundirlo con
Mérida y La Grita, con sujeción a Santa Fe de Bogotá, crearon la necesidad de
la autosuficiencia frente al distanciamiento de las autoridades coloniales. La
posición geográfica de Maracaibo imposibilitaba ejercer la gobernabilidad desde
cualquiera de los centros políticos implementados por la Colonia.
Paralelamente, se fue generando una simbiosis cultural
diferenciada que tiene aún en el voceo su más fuerte expresión de resistencia.
Que el pueblo zuliano haya asumido culturalmente una posición regionalista, es
sólo la consecuencia dialéctica de su proceso histórico y sociocultural. Las
gaitas de Ricardo Aguirre (La Grey Zuliana y Maracaibo Marginada) o Bernardo
Bracho (Cabimas La Cenicienta) en la década del sesenta, recogían el sentir de
un pueblo que veía salir de su suelo y sudor toda la riqueza que se dilapidaba
en el país, mientras se acumulaban las carencias locales. Luego en los 70s y
80s, el Padre Cantor Alí Primera nos regaló Perdóneme Tío Juan, Coquivacoa y
Tía Juana, para solidarizarse con esos sentimientos populares, y aún su
infinita generosidad nos legó pos mortem El Lago y su gente, “porque sin Lago
no hay puerto ni gente de Maracaibo”.
La razón les asistía a nuestros queridos cultores
populares: del Zulia salía el petróleo que aportaba el 70% de los ingresos
fiscales y el 80% de las divisas que entraban al país; el 75% de la producción
de leche y el 60% de la producción de carne; una tercera parte de los huevos y
pollos, y casi todo el carbón. A cambio, los índices de pobreza sobresalían por
encima de la media nacional, mientras en el centro capitalino florecían las
grandes autopistas y la Falcón-Zulia era condenada a ser una carretera rural, a
pesar de estar en Paraguaná la mayor refinería del país.
Ese reclamo justo no puede ser estigmatizado para
descalificarlo. Porque la justicia distributiva también debe tomar en cuenta el
sacrificio que hace una región por la grandeza nacional, cuando sus activos
naturales se desgastan o destruyen, como en el caso del Lago de Maracaibo.
¿Acaso no ha sido la industria petrolera, antes gringa, luego nacionalizada, el
gran verdugo del Lago? “No es el palafito lo que está matando todo lo que hay
en él”.
La corruptocracia que desgobernó al país en la IV
República, decidió en Caracas clavarle al Lago las torres eléctricas esas que
crean peligros innecesarios, afean el paisaje y asesinan especies típicas de
peces y aves migratorias; esas misma elite centralista decidió entregar las
tierras de los indígenas Barí y Yukpa a las transnacionales del carbón; esa
elite antinacional despedía cientos de trabajadores petroleros y petroquímicos
mientras llenaba las ociosas oficinas de Chuao de vagos con influencia y
privilegios. Esos que colocaban figurones de la burguesía en puestos claves, y
financiaban sus tropelías con dineros de la Nación, verbigracia la señora
Mendoza de los cheques para Primero Justicia.
Los mismos que orquestaron el Golpe fascista de abril del 2002 y el
“paro petrolero”.
Reivindicamos el verdadero regionalismo. Si cada
ciudadano ama y –por tanto- trabaja por su región, el país se crece en poder y
amor patrio. No hay nada más desmotivador que la falta de autoestima. Pero el
verdadero regionalismo es patriótico y revolucionario, y, por esencia,
profundamente antiimperialista. Porque regionalismo es nacionalismo; es decir,
“soy orgulloso de ser maracucho, más venezolano que la arepa”.
Este regionalismo se nutre de los trabajadores
petroleros que en la década del treinta del siglo pasado despertaron las luchas
clasistas en Venezuela. Del primer triunfo socialista en las elecciones
estadales de 1989 cuando le hicieron fraude a Luís Hómez. Del primer triunfo de
una gobernadora socialista como Lolita Aniyar en 1993. De la primera Rectora de
una universidad autónoma, mujer honesta y de izquierda, como Imelda Rincón. Del
primer triunfo electoral dado por pueblo alguno de Venezuela a los alzados del
4 de febrero en las elecciones estadales de 1995.
Y, más allá, adentrados en la historia, nuestro
regionalismo se alimenta de las luchas de nuestros pueblos indígenas encarnados
en la figura del cacique Nigale, ignorado por la historia y la educación
oficiales centralistas de la IV República. Porque aquí en el Lago la guerra de
resistencia contra la invasión europea duró más de cien años, desde el 24 de agosto
de 1499 al 23 de junio de 1607, y eso no se enseña en las escuelas. Porque es
mentira la conseja de que el Zulia llegó tarde a la guerra de independencia;
allí estuvieron desde los primeros días patriotas como Urdaneta, a quien
Bolívar llamó el más leal de sus soldados, y desde 1799 se gestaron
insurrecciones de contenido patriótico-popular.
En el Zulia nació el nombre de Venezuela y se selló su
independencia con la Batalla Naval. Hablamos de vos y cantamos gaitas. Somos
mayoría bolivariana. En el referéndum revocatorio de 2004 quedó claro, y en las
sucesivas victorias obtenidas por el movimiento bolivariano en la región, hasta
el día de hoy.
Es necesario generar un nuevo patriotismo Zulia con el
rango telúrico de Nigale y Urdaneta. Resulta inaceptable, que bajo la mediocre
manipulación de unos íconos trillados y manidas frases hechas, repetidas como
letanías plañideras, la derecha ideológica se apropie del discurso
regionalista. Denunciamos esa falsa zulianidad mayamera. El falso regionalismo
que se jacta del mantra “lago, china y puente”, pero sucumbe a la seducción del
imperialismo prestándose a traicionar la Patria con ridículas apetencias
separatistas, aceptando la tutoría de la oligarquía colombiana, la más
acechante enemiga histórica de la zulianidad, que ha ambicionado desmembrar
Venezuela para clavarle los colmillos a nuestro Lago y nuestro Golfo de
Venezuela. ¡Traidores a la Patria, es lo que son!
Lo regional, como parte de lo nacional, debe
convertirse en fuerza de resistencia a la globalización neoliberal.
Atrincherarnos en los valores de nuestro específico, fortalece nuestra
personalidad colectiva, acendra el sentido de pertenencia y potencia la
posibilidad de reinventarnos originales al renombrar nuestro cosmos
sentipensante desde lo genuinamente raigal.
Pero, por encima de cualquier reivindicación
regionalista, está claro que lo estratégico de nuestra revolución viene dado
por su carácter antiimperialista y anticapitalista; es decir, por la
construcción del socialismo y de una nueva humanidad.
Contrario al carácter servil del caudillismo local
impuesto desde la Colonia, que despreciaba la historia, la cultura, la economía
y las reivindicaciones sociales regionales, el movimiento revolucionario
recorrió desde tiempos añejos el camino del rescate y fortalecimiento de la
cultura popular en las regiones y localidades, como vehículo para la unidad y
la movilización por sus más ansiados
reclamos.
Recordemos que hace cincuenta años aconteció el
impactante Congreso Cultural Cabimas 70, donde la izquierda revolucionaria se
convocó para debatir los paradigmas de la transformación civilizatoria y trazar
estrategias comunes de vinculación al movimiento de masas en pos de construir
una fuerza que fuera alternativa al traidor Pacto de Punto Fijo. Eran los días
del apogeo del movimiento literario que propugnaba, desde la izquierda
política-ideológica, la irrupción de un lenguaje directo que no por panfletario
dejaba de cultivar una nueva estética, que tiene en lo popular-revolucionario y
en la irreverencia hacia las falsas poses de la cultura elitista, las fuentes
inspiradoras de su búsqueda creativa. Eran los días del maracuchismo-leninismo.
En 1977 el Movimiento de los Poderes Creadores del
Pueblo Aquiles Nazoa, política de masas impulsada por el PRV-RUPTURA, realiza
en Maracaibo el Encuentro de la Cultura Popular Armando Molero, reivindicando
en la figura del cantor de Maracaibo Florido, toda la acción creadora de los
humildes que sueñan un mundo mejor. Fue ese un evento de impacto político que
sumó voluntades hasta el momento dispersas. El trabajo ideológico experimentó
un impulso interesante a partir del movimiento cultural comprometido con la
revolución en casi todas las poblaciones del estado Zulia.
El mismo movimiento tomó la iniciativa de organizar en
octubre de 1979 el Primer Encuentro Nacional Indígena en Paraguaipoa (Frente al
Mar en wayúunaiki), al que acudieron representantes de varias comunidades
nacionales y de otros países, así como luchadores sociales e intelectuales
solidarios con las luchas de los pueblos indígenas. Este evento, absolutamente
original y pionero, echó las bases del movimiento indígena que luego se
manifestó entusiasta y firme en la explosión constituyente, alcanzando las
históricas conquistas que recoge nítidamente la Constitución de la República
Bolivariana de Venezuela.
Estos eventos prenombrados, y particularmente este
último de los pueblos indígenas, sí constituyeron aportes sustanciales a la
conformación de la genuina zulianidad. Qué puede ser más zuliano que la reivindicación
de nuestra condición indígena originaria, nuestra condición pluricultural y
multilingüe.
Es propicio apuntar que el Cantor del Pueblo, Alí
Primera, Precursor de la Revolución Bolivariana, comprendió tan oportunamente
la pertinencia de estas convocatorias, que, el 12 de octubre de aquel 1979, se
presentó espontáneamente en Paraguaipoa a dejar fiel testimonio de su
compromiso, cantando Un guarao, Coquivacoa, Canción mansa para un pueblo bravo;
y fue él quien recogió y dio continuidad organizativa a los frutos del
Encuentro Armando Molero, al punto de llegar a establecer en la casa de
Josefina, viuda de Molero, su puesto de comando, desde donde dirigió la Canción
Solidaria y la Canción Bolivariana, verdaderos hitos culturales en la historia
de la Revolución venezolana y latinoamericana.
La militancia revolucionaria de este tiempo, tiene la
tarea impostergable de renombrarse desde la identidad regional construyendo el
discurso de la nueva venezolanidad, que no es otra que la bolivariana.
Nueve
razones para incluir una novena estrella en la Bandera Nacional en
representación del Zulia
Estas son las nueve razones por la Novena Estrella:
1)
Esa
Novena Estrella es el Cacique Nigale, jefe de la resistencia de los originarios
habitantes de la región Maracaibo, el Pueblo Añú, que ha sido invisibilizado
por la historia oficial tradicional, aquellos que libraron la Primera Batalla
de Maracaibo en noviembre de 1573 expulsando a los españoles que la habían
invadido desde el Reino de la Nueva Granada, y aun en 1607 ofrendaron sus últimas
fuerzas por la dignidad de esta patria; son las flechas de los guerreros barí,
que en el Catatumbo dieron de baja al Primer Gobernador de Venezuela, el alemán
Ambrosio Alfinger, para que Europa supiera que en esta tierra sagrada nunca nos
rendiríamos. Es la Estrella Indígena de los anú, barí, sapreyes, wayúu, y
yukpas.
2)
Esa
estrella es el General en Jefe Rafael Urdaneta Farías: la República Bolivariana
de Venezuela está en deuda con Urdaneta. El Libertador, además de tenerle como
su más fiel amigo, lo designó con las honrosas titulaciones de El Brillante,
Salvador de La Patria, Eje de sus Operaciones Militares, entre otras sublimes
menciones.
3)
Esta
Novena Estrella es el nombre de Venezuela: es un hecho sumamente conocido, que
el nombre de la Patria viene del modo de vida acuático de nuestra ancestralidad
añú en el Lago Maracaibo.
4)
Es el
Pronunciamiento independentista del 28 de enero de 1821 que provocó el fin del
armisticio con España e hizo posible la Batalla de Carabobo. Destáquese que
esta operación tuvo por cerebro al General en Jefe Rafael Urdaneta, quien a las
órdenes del Libertador Simón Bolívar, hizo uso de su prestigioso liderazgo para
atraerse a las fuerzas patrióticas de Maracaibo, tomando la plaza sin
derramamiento de sangre y declarando adhesión a la República fundada en
Angostura, con la adición de la condición democrática, pionera en la política
suramericana. Doblemente meritoria esta liberación, porque se efectuó con un
movimiento endógeno de gran apoyo popular, que no requirió movilizar unidades
militares desde otras regiones, sólo los doscientos hombres venidos desde
Gibraltar la noche del 27, sin que hubiese necesidad de usar sus armas.
5)
Es el
triunfo definitivo sobre el enemigo realista en la Batalla de Maracaibo. Tanto
en tierra como en el Lago, el ejército realista y su poderosa flota, fueron
destruidos por las fuerzas revolucionarias comandadas por el General Manuel
Manrique y el Almirante José Padilla. Dentro de dos años conmemoraremos el
Bicentenario de estas gloriosas páginas de la gesta patriótica bolivariana.
6)
Es la
Capitulación y expulsión del último Capitán General español en tierra
venezolana. Esta lectura es poco común. La historiografía tradicional
acostumbró a ver la Capitulación de Morales como parte de la historia regional
del Zulia, pero éste fue un acontecimiento de impacto nacional y valor
continental, toda vez que marcó la plena gobernabilidad republicana sobre todo
el territorio nacional, y la consolidación de una soberanía que por primera vez
estaba libre de la injerencia de ejércitos extranjeros, desde los días de la
invasión europea en el siglo XVI.
7)
Esa
Novena Estrella es la participación de la mujer en la Independencia, encarnada en las heroínas y mártires Ana
María Campos y Domitila Flores, símbolos de la mujer revolucionaria que
enfrentó -y aún enfrenta- con valentía al opresor imperialista.
8)
Esa
Novena Estrella servirá para inmortalizar la primera visita de Simón Bolívar a
Maracaibo el 30 de agosto de 1821, después de Carabobo y antes de partir a
liberar el sur, y su última estadía en Venezuela, a donde entró por el
Departamento Zulia y se hospedó en Maracaibo tres noches y una en Los Puertos
de Altagracia.
9)
Esta
Novena Estrella servirá para conmemorar el Bicentenario del Zulia, creado como
gran Departamento de la República el 2 de octubre de 1821.
Pido el apoyo de todas las buenas voluntades del Zulia
y Venezuela para esta justa y oportuna solicitud. Espero prontos
pronunciamientos de las instituciones estadales y municipales en respaldo de la
Novena Estrella.
Yldefonso Finol
Constituyente de 1999
Cronista de Maracaibo
ASESINATO DE EZEQUIEL ZAMORA: PRIMER COMUNISTA VENEZOLANO
El 10 de enero de 1860 asesinan al
primer comunista venezolano
El federalismo
aparece en nuestra historia unido a las luchas populares por reivindicaciones
antioligárquicas. La máxima encarnación de esa unidad combativa es Ezequiel
Zamora, de quien ha dicho su biógrafo Laureano Villanueva, que “su ambición
constante consistía en servir al pueblo… con ciertas ideas utópicas de
socialismo y de igualdad de bienes”.
Zamora es parte
integrante y fundamental del “Árbol de las Tres Raíces” que inspira la
Revolución Venezolana. Junto a Simón Rodríguez y Bolívar, el vencedor de Santa
Inés, aporta el compromiso radical con la justicia social y el ideario de un
gobierno cercano a la gente, antecedente claro del concepto de la democracia
participativa pregonado y practicado por nuestra Revolución.
El General de
Hombres Libres nos habla de “igualdad entre los venezolanos; el imperio de las
mayorías; la verdadera República” o “la República genuina” que representa la
federación original del 5 de julio de 1811.
La autora del
libro Las luchas federalistas en
Venezuela, Catalina Banko, caracteriza la gesta zamorana como “una
auténtica guerra social orientada a la lucha contra la opresión de las clases
poderosas” y nos recuerda que “la lucha contra la oligarquía y en favor de la
federación se transforma en una guerra que reedita las acciones heroicas de la
emancipación venezolana. Ambos procesos se sintetizan en la misma causa de la
libertad y en la defensa de los derecho del pueblo”.
Por eso no es
extraño el enorme respaldo popular que fue granjeándose el General “Cara de
Cuchillo” a su paso por las rancherías indígenas, barracones de esclavos y
pueblos paupérrimos de campesinos hambrientos, porque su lucha era contra el
sistema que les mantenía oprimidos. De allí que, en nuestra historia
revolucionaria, hablar de federación es sinónimo de revolución social.
Eso lo supieron
muy temprano los oligarcas centralistas que el 4 de mayo de 1859 publicaron un
comunicado en el periódico guaireño El
Comercio, donde, escandalizados por las recientes victorias
federalistas, los descalificaban diciendo que “es la guerra del crimen contra
la virtud, la tiranía del comunismo contra el sagrado derecho de propiedad… es
lo que hasta hoy nadie creía pudiese suceder en Venezuela”.
Esa fue su
sentencia de muerte, ejecutada el 10 de enero de 1860 en la ciudad de San
Carlos de Cojedes; habían transcurrido doce años desde la publicación del
Manifiesto Comunista en Londres, y treinta de la muerte del Libertador Simón
Bolívar, inspirador de la gesta del General del Pueblo Soberano Ezequiel
Zamora.
Yldefonso Finol
Historiador Bolivariano
Cronista de
Maracaibo