sábado, 24 de septiembre de 2022

LA NOCHE SEPTEMBRINA: TRAICIÓN Y ASESINATO EN LA HISTORIA DE COLOMBIA

 


El 25 de septiembre de 1828: historia de traición y asesinato en Colombia

 

Introito

¿Qué novedad podría agregarse a un tema tan lejano en el tiempo, que ha sido relatado en muchas obras escritas y audiovisuales? La respuesta: un análisis histórico-jurídico.

Propondré en este artículo un nuevo enfoque que trabaja cuatro hipótesis:

-       Que la culpabilidad de Santander en el intento de magnicidio contra El Libertador durante la noche del 25 de septiembre de 1828, no sólo quedó demostrada en el juicio sumario llevado impecablemente por el General en Jefe Rafael Urdaneta, sino también en las declaraciones y actuaciones posteriores del traidor.

-       Que más allá de la envidia enfermiza que Santander engendró contra Bolívar, la acción criminal de esa noche fue concebida como parte de un plan político para revertir los contenidos emancipatorios, igualitarios y antiimperialistas de la revolución de independencia concebida por El Libertador.

-       Que este movimiento retrógrado pro oligárquico y pro imperialista, es el mismo que ejecuta en Berruecos el vil asesinato del Mariscal de Ayacucho, Antonio José de Sucre, inaugurando la práctica terrorista del sicariato y las masacres aplicada hasta la actualidad contra quienes representan en Colombia la opción popular progresista.

-       Que al tomar el poder tras la muerte del Padre de la Patria, este grupo de megalómanos serviles de la Doctrina Monroe, aplicó el terrorismo de Estado contra el pueblo trabajador de la ciudad y el campo, favoreciendo la acumulación de las tierras y las riquezas en muy pocas familias oligarcas, mientras en el plano internacional servía como peón de los peores intereses estadounidenses. 

Reitero sí, que lo repetitivo pero necesario respecto de esta fecha, es nunca olvidar el suceso por constituir una marca muy profunda en el devenir de los pueblos de Nuestra América, que debería ser estudiada en todos los niveles educativos para que cada nueva generación comprenda la podredumbre espiritual que representa la traición, y las consecuencias nefastas de mezclar el delito de asesinato con las ambiciones de poder. 

I

Santander tuvo tres versiones sobre su vinculación al suceso de la “Noche Septembrina”, en que se intentó asesinar al Libertador Simón Bolívar:

-       Primero dijo que no sabía nada del complot.

-       Cuando algunos testigos manifestaron haberle informado el plan al susodicho, entonces dijo que si supo algo pero que se opuso…

-       Luego que las evidencias lo fueron acorralando, fue soltando fragmentos de veracidad como ese de haber sugerido que no era el momento oportuno y que mejor pospusieran la acción hasta después de emprender su viaje a Estados Unidos, para que no se pensase que él tenía algo que ver...¡vaya descaro!

Lo que no hizo fue cumplir su deber ciudadano, ni su obligación de militar y funcionario diplomático recién nombrado por el Gobierno Bolivariano. Porque Santander decía en privado objetar la dictadura (en la acepción romana) impuesta circunstancialmente por Bolívar, pero no se negó a aceptar ufano que esa “dictadura” lo nombrase embajador ante el gobierno gringo.

Un individuo tan soterrado y ladino, que nunca fue frontal sino intrigante, acostumbrado a usar plumíferos imberbes como espadachines entintados para verter opiniones ocultas, apenas se atrevió a mostrar sus verdaderos sentimientos al confirmarse la muerte del Libertador.

Otra fábula que pretendió argumentar hablaba de una supuesta carta anónima enviada por él a Bolívar advirtiendo de la inminente conspiración. Todo un creativo de la farsa el señor. En el viaje a la costa Caribe para salir expatriado, sostuvo este diálogo donde el oficial italiano que le acompañó y que reportaba a Manuela Sáenz los pormenores del recorrido, lo interpela sagazmente:

-       Montebrune. “Y sabiendo usted que se intentaba contra la persona que sostiene la república, deduzco que conocía fácilmente que se seguiría la destrucción del edificio; era, pues, un deber de usted delatar claramente al gobierno el plan que se formaba para lograr su exterminio, y este deber es tanto más positivo cuanto que usted, además de ser un general, acababa de recibir de su excelencia las pruebas de la más alta confianza con el destino que se le había conferido”.

-       Santander. “Siempre he creído que todo delator se envilece”.

-       Montebrune. “Mas no se envilece aquel ciudadano que salva a su patria; además yo, en lugar de usted, nunca aduciría o diría tal cuento de anónimo, porque usted sabe que en el reglamento de correos hay un artículo, y creo que no está anulado, por el cual se previene que todas las cartas que se introducen en el buzón y son dirigidas a individuos que habiten el lugar, deben quemarse y no dárseles curso; ahora mucho menos a una dirigida a su excelencia, por mil razones que no acabaría nunca de explicar si me pusiese a detallarlas”.

-       Santander. Yo ignoraba tal cosa (¿Cómo así? ¿el “Hombre de las Leyes” ignoraba un simple reglamento?), y como observé el silencio de París que me invitó la noche del 23, toqué el mismo negocio aunque en términos generales y Herrán estaba presente.

-       Montebrune¿Usted dijo a Herrán y a París el contenido del anónimo?

-       Santander. “No, pero les hice entender que estábamos amenazados de una revolución, y París despreció mi proposición, riéndose de ella, sabiendo sin embargo yo que hablaba de buena fe”.

-       Montebrune. Señor, todas estas razones lo hacen a mis ojos más criminal; usted perdió la ocasión de probar a Colombia que desea su felicidad; usted tuvo en sus manos los medios de destruir la larga serie de cosas que se han escrito sobre usted y de dar pruebas al Libertador de que era digno de su confianza.

-       Santander“Yo jamás creía que los conspiradores fueran capaces de llevar adelante tal locura”.

-       Montebrune. ¿Y por qué les daba consejos?

El análisis de esta personalidad tan ponzoñosa queda para más estudio y reflexión. El derecho penal de todos los tiempos le señala por actuar con simulación, saña, alevosía, nocturnidad, y reincidencia.

II

Debo hacer una advertencia previa como investigador de procesos históricos: desde que fue captado por el aparato de inteligencia yanqui, Santander no trazaba línea sin calcular su efecto en el futuro, y en las comunicaciones con sus cómplices utilizó codificaciones y palabras claves cuyo significado sólo ellos manejaban; también está comprobado que ordenó el robo de correspondencia de Bolívar y de leales bolivarianos como Lara, Urdaneta, Manuela; y usó a expertos falsificadores para adulterar documentos, por lo que ninguna carta de algún prócer –especialmente las de Bolívar- proveniente de su archivo personal es confiable; lo más seguro es que haya sido manipulada con la agregación de alguna frase inadecuada para el remitente o favorable al tenedor.

Dicho esto, pasemos a revisar algunas expresiones que reflejan el odio exhalado por Santander contra el hombre que lo sacó del anonimato y lo subió con generosidad sincera al carruaje de la Historia.

La noticia de la muerte del Libertador es recibida por Santander el 1º de marzo de 1831 en Génova, Italia. Al día siguiente escribe a Francisco Soto con despreciable cinismo: “muerto Bolívar, ya no queda ni pretextos para estar echando abajo las constituciones y nombrando dictadores”. A Vicente Azuero, le habla con abierta fruición: “¿Con que al fin murió don Simón? El tiempo nos dirá si su muerte ha sido útil o no a la paz y a la libertad; para mí tengo que no sólo ha sido útil, sino necesaria”. Son las palabras de un asesino. Luego a Herrán, en otra fecha desde Londres: “la muerte del general Bolívar ha allanado los dos tercios del camino para resolver (diferencias políticas) sin acudir a las armas”.

El tiempo lo desmintió categóricamente: la muerte de Bolívar y el ascenso de esos canallas al poder, sólo trajo ausencia de paz y libertad al pueblo colombiano, que aún hoy es masacrado por las armas, habiendo sufrido dos siglos de indetenible guerra interna.

¿Con quiénes gobernó Santander al regresar a Bogotá, luego que Estados Unidos cuadrara su llegada triunfal como (sub) presidente de la Nueva Granada?

Al primero que premió con el cargo de Ministro de Guerra fue al asesino de Sucre. El 1º de junio de 1830 los santanderistas publicaron una arenga al magnicidio contra el Mariscal de Ayacucho Antonio José de Sucre: “Puede ser que Obando haga con Sucre lo que no hicimos con Bolívar”. ¿Díganme si esto no es una apología del magnicidio?. El periódico de los sicarios ostentaba el nombre de “El Demócrata”. Son los mismos matones de septiembre 1828 y junio 1830 que hasta hoy se hacen llamar “demócratas”. La lista sigue con Azuero, los “Pachos” Soto y González, Lorenzo María, el primero de la antivenezolana familia Lleras, y una pandilla de asesinos en serie, antecesores de tipos como el alias “Popeye”, típicos en la Colombia secuestrada por ese santanderismo.

III

En la acera de la justicia y el honor, perfectamente hilada con las razones y evidencias que hemos expuesto, estuvo la Sentencia de Urdaneta, en cuyo numeral 3º dictaba:

-       Que el expresado general no sólo se manifiesta sabedor de una conspiración, sino también de aconsejador y auxiliador de ella, sin que pueda valerle de ningún modo el que no haya estado en su ánimo la conspiración del 25, pues él mismo confiesa haber aprobado una rebelión, y aun haber aconsejado los medios de realizarla por el establecimiento de la sociedad republicana, circunstancia que le califica de cómplice en la conjuración del 25, pues poco importa para su defensa que haya estallado en aquél día o en cualquiera otro la revolución que aconsejaba y caracterizaba de justa, porque lo que se deduce es que abortó su plan por la opinión del capitán Benedicto Triana, cuyo acontecimiento no dio lugar a que se efectuase cuando el general Santander se pusiese en marcha para los Estados Unidos del Norte, según él lo deseaba. Por estos fundamentos, y lo más que resulta de cierto, se concluye que el general Francisco de Paula Santander ha infringido el artículo 26 del tratado 8, título 10, de las ordenanzas del ejército, que impone pena de horca a los que intentasen una conjuración, y a los que sabiéndola, no la denunciaren; ha infringido el artículo 4 del decreto de 24 de noviembre del año 26, por el que se prohíben las reuniones clandestinas; y con más eficacia el decreto de 20 de febrero del presente año contra los conspiradores. En esta virtud se declara que el general Santander se halla incurso en la clasificación que comprende el segundo inciso del artículo 4 de este último decreto, y se le condena, a nombre de la República y por autoridad de dicho decreto, a la pena de muerte y confiscación de bienes en favor del estado, previa degradación conforme a ordenanza; consultándose esta sentencia para su aprobación o reforma con su excelencia el Libertador presidente.

La consulta implicó que el Consejo de Ministros sugiriera la conmutación de la pena por el exilio, y Bolívar, siempre elevado por encima de las miserias humanas, pensando en no echar más leña a la hoguera donde se avivaban rivalidades xenófobas contra los venezolanos fieles al Proyecto Bolivariano, lo aprobó, aunque después tuviera que exclamar: “Yo he conservado el título de magnánimo y la Patria se ha perdido”, reconociendo amargamente la imprudencia de “haber salvado a Santander”.

Y para más detalles de lo acontecido aquella noche trágica para la historia ejemplar que se venía escribiendo de la mano del Gran Genio de América, dejemos que sea Manuela Sáenz, quien nos relate lo sucedido, de primera mano:

-       “Serían las doce de la noche cuando latieron mucho dos perros del Libertador, y a más se oyó un ruido extraño que debe haber sido al chocar con los centinelas (...). Desperté al Libertador, y lo primero que hizo fue tomar su espada y una pistola y tratar de abrir la puerta. Le contuve y le hice vestir, lo que verificó con mucha serenidad y prontitud. Me dijo: “Bravo, vaya, pues, ya estoy vestido; y ahora ¿qué hacemos? ¿Hacernos fuertes?” volvió a querer abrir la puerta y lo detuve. Entonces se me ocurrió lo que había oído al mismo general un día: “¿Usted no dijo a Pepe París que esta ventana era muy buena para un lance de estos?” “Dices bien”, me dijo, y fue a la ventana. Yo impedí el que se botase, porque pasaban gentes, pero lo verificó cuando no hubo gente, y porque ya estaban forzando la puerta. Yo fui a encontrarme con ellos para darle tiempo a que se fuese; pero no tuve tiempo para verle saltar, ni cerrar la ventana. Desde que me vieron me agarraron: “¿Dónde está Bolívar?” Les dije que en Consejo, que fue lo primero que se me ocurrió; registraron la primera pieza con tenacidad, pasaron a la segunda, y viendo la ventana abierta exclamaron: “¡Huyó; se ha salvado!” Yo les decía: “No, señores, no ha huido, está en el Consejo”. “¿Y por qué está abierta la ventana?” “Yo la acabo de abrir porque deseaba saber qué ruido había”. Unos me creían y otros no. Pasaron al otro cuarto, tocaron a cama caliente, y más se desconsolaron, por más que yo les decía que estuve acostada en ella esperando que saliese del Consejo para darle un baño (…). El Libertador se fue con una pistola y con el sable que no se quien le había regalado en Europa. Al tiempo de caer en la calle iba pasando su repostero y lo acompañó. El general se quedó en el río (bajo las arcadas del puente del Carmen) y mandó a éste a saber cómo andaban los cuarteles; con el aviso que le llevó, salió y fue para el Vargas (al cuartel del batallón Vargas) (…). Por no ver curar a Ibarra me fui hasta la plaza, y allí encontré al Libertador a caballo, entre mucha tropa que daba vivas al Libertador. Cuando regresó a la casa me dijo: “Tu eres la Libertadora del Libertador” (…). Su primera opinión fue que se perdonase a todos; pero usted sabe que para esto tenía que habérselas con el general Urdaneta y Córdoba, que eran los que entendían en estas causas”. (Carta a O’Leary, 10 de agosto de 1850)

A juzgar por los hechos recientes, a 192 años del crimen histórico, podemos concluir que el régimen antibolivariano surgido de aquellas traiciones, es culpable de haber impuesto la cultura de la muerte como fuente de poder y de riqueza.

Los pueblos tenemos la palabra. Bolívar espera justicia, reparación y –sobre todo- que sus sueños de máxima felicidad, truncados por la manada sanguinaria, se hagan realidad.

martes, 20 de septiembre de 2022

BIOGRAFÍA DE ACETATO


Biografía de acetato

 

Pudiera contar mi vida con los discos de Silvio Rodríguez.

Decir por ejemplo que el amor me supo a tristeza embriagada con días y flores.

Para ser más exacto aclaro que ese lado triste del amor lo vi en el claro de la luna.

Para ser más exacto que los selénicos hilos de luz que cortan mi lamido al horizonte.

Y así quisiera que este texto terminara con el epitafio loco del amolador de sueños.

Sería ideal para no tener que hablar de todo lo demás.

Ventisqueros y arenosos caminos que me atajaron sin compasión.

Pero debo continuar recitando lo que me abjuraron las primeras letras.

 

Pudiera contar mi vida golosamente ortográfica con lluvia de acentos en las graves.

Como decir que uno ha vivido queriendo ser útil solamente útil.

Como decir que uno no se ha arrastrado a lo fácil lo fútil lo inútil lo fósil.

Como decir que uno se ha empeñado en lo fértil lo grácil lo hermano lo surco.

Sabiendo que antes de la p de pausa y la b de brecha estuvo siempre la m de la amistad.

Sabiendo que la religión ni redime ni libera sólo aturde el alma y enajena las esperanzas.

 

Contar la vida desde la silla del peluquero con el sopor Jaramillo inundando la tarde.

Vivir el resto del sábado rumiando esa canción melancólica en mi mente de rockola.

Como imaginar encuentros idílicos con las ninfas acuáticas que cantan seducción.

Porque somos aguas que fluyen del manantial Amaury volando con las alas de la pena.

Esas aguas alucinantes que adolescentes bebemos en la ceguera azul del primer beso.

 

Cantar la vida es rehacer los juegos infantiles en la eterna poesía que florece piedras.

Porque nada es más infantil que la pequeña piedra con que juegan Serrat y León Felipe.

La que sirve de unidad de medida a la sabia cartografía de Bartolomé de Las Casas.

La filosofal que despierta conciencias cuando la nombra la voz agreste de Alí Primera.  

Gloria a los acordes y gritos del camarada que sembró mi patria de ternura liberadora.

El amor es una llovizna desnuda que besa la tierra cuando el sol desde el cenit se lanza al mar.

 

 

 Yldefonso Finol (2009)

viernes, 2 de septiembre de 2022

UN DIPLOMADO TRIVERGATARIO: VIDA Y OBRA DE SIMÓN BOLÍVAR


 

UN DIPLOMADO TRIVERGATARIO: Vida, Obra y Pensamiento de Simón Bolívar

I

El Centro de Estudios SIMÓN BOLÍVAR ha convocado este diplomado que, en mi opinión, es la iniciativa más importante del siglo para la formación de una ciudadanía patriótica con vocación revolucionaria para encarar el cambio civilizatorio que transita la humanidad.

Hemos repetido sin cansarnos (pero casi seguro resultándole fastidiosos a otros) que la revolución no puede llamarse bolivariana si no forma a su militancia en la doctrina del Libertador. Esto es una obligación constitucional para toda la república según reza el Artículo Primero de la Carta Magna más democrática y progresista de nuestra Historia Patria.

Conocer y defender -además- la épica nacional, es una obligación de carácter moral, porque somos el pueblo con el pasado más glorioso que nación alguna aspiraría a tener, toda vez que parimos al Precursor de la Emancipación Hispanoamericana Francisco de Miranda y al Libertador Simón Bolívar que concretó como jefe político-militar la aspiración más significativa de una época que cambió el curso de la historia universal; y fuimos el pueblo hecho ejército que salió a liberar, no a conquistar países, sin traernos ni un gramo de plata del Potosí ni una pieza de oro de Lima, Quito o Bogotá. No existe en ningún museo de Venezuela una pieza arqueológica o artística robada a nación alguna de las que ayudamos a hacer independientes. Esa mística, esa épica, la encarnaron Antonio José de Sucre, Rafael Urdaneta, Pedro León Torres, José Laurencio Silva y muchos próceres fieles del Genio de América Simón Bolívar.

Pero esta veneración que convoco a compartir con vehemencia, no se queda en el culto de los mármoles y elitistas rituales enclaustrados, ni en la pedante autocomplacencia de la erudición ociosa, muchas veces al servicio de aristocracias que saben manosear los egos con dádivas lisonjeras; para nada, todo lo contrario; el llamado a relanzar el bolivarianismo es un reclamo de aquella herencia sagrada que no supimos honrar con la altivez y eficacia que permitieran la consolidación del pensamiento emancipatorio por excelencia de nuestra nacionalidad, y la concreción del modelo de sociedad contenido en la Doctrina Bolivariana de ruptura anticolonial, “igualdad establecida y practicada”, máxima justicia social y desarrollo de la ética como pauta de modelaje societario.

El pensamiento bolivariano no es un asunto del pasado ni debe confundirse con una antología de “frases célebres” para recordar mecánicamente en las efemérides. No es una lectura aburrida, no es una filosofía enmarañada, no es un recetario ni una fórmula mágica. El bolivarianismo (o bolivarismo) es ante todo una lección de vida para emular lo más altruista y atrevido del ser humano. Es un mensaje retador y estimulante. Es un aliciente para hallarle sentido a una vida de servicio por el bien común.

¿Sabían que el bolivarianismo es el ambientalismo pionero a nivel mundial que recoge -y se basa- en el ecologismo profundo de los pueblos originarios de nuestro continente?

¿Sabían que la construcción de ciudadanía es un elemento permanente en las disquisiciones que el Libertador propone en sus múltiples legados escritos?

¿Sabíamos que Bolívar fue un defensor de los derechos de los pueblos originarios y los afrodescendientes?

¿Conocíamos que el Libertador consideraba la amistad y el amor como los tesoros y energías más poderosas y bellas del ser humano?

¿Nos enteramos por alguna vía que ese famoso guerrero que condujo ejércitos victoriosos por miles de kilómetros, muchas veces casi sin recursos, era un hombre jovial, comedor de arepas y sancochos, que cantaba para animar las marchas y se detenía a conversar con soldados humildes como si fueran sus hermanos?

¿Creeríamos que Bolívar disfrutaba muchísimo bailando y hacía gala de un humor exquisito?, como cuando despachó con un refrán jocoso la jugada de algunos caudillos que querían disputarle la jefatura patriota so pretexto de rescatar la Constitución de 1811 bajo un gobierno provisorio triunviral: “ha durado tanto como el cazabe en caldo caliente”, dijo sobre el llamado Congresillo de Cariaco en 1817.  

Bueno, para allá es que vamos con este Diplomado tan pertinente como urgente, porque es necesario, porque llena un vacío que no debió dejarse formar; urgente porque no hay más tiempo que perder. La realidad mundial que asoma desmoronamientos estrepitosos nos obliga a amalgamar lo más sólido y vigoroso de nuestras reservas morales: eso precisamente representa el bolivarianismo.

II

El Diplomado está repartido en los siguientes Módulos: Enfoque teórico-metodológico: historia insurgente; Primera y Segunda República; República de Colombia; Campaña del Sur; Doctrina Política del Libertador; Patrimonios bolivarianos (inventario mundial de manifestaciones materiales e inmateriales inspiradas en el Libertador).

El mismo debe ser punta de lanza de un modelo de formación política revolucionaria para llevar el estudio de Bolívar en todos los territorios y todas las comunidades: escuela de cuadros y pueblo organizado para la confrontación de ideas y la resistencia prolongada a la guerra mutante que nos acecha desde las hostiles potencias imperialistas.

Funcionaremos como círculos de lectura, buscando generar la articulación militante a través del referente ideológico de las luchas emancipatorias, desde la visión de la historia insurgente como enfoque en construcción que parte de reconocer la preexistencia originaria, en contraposición de la llamada “historia oficial” que es la perspectiva historiográfica hegemónica impuesta durante la república burguesa dependiente que hoy nos empeñamos en superar con el socialismo bolivariano.

Esto significa superar el pensamiento filosófico de la Ilustración, desmitificando los dogmas alienantes del proceso colonizador-evangelizador de dominación eurocéntrica; entendiendo la asimetría entre esa historia hegemónica decadente y la historia insurgente construida por el saber colectivo, diverso y pluricultural.

De allí la importancia de incorporar al debate la descolonización de las conciencias, provocando una ruptura epistemológica con los patrones impuestos del universo sentipensante eurocéntrico, legitimador del supuesto supremacismo racial y civilizatorio.

La resistencia de los pueblos originarios es ejemplo y escuela donde beber la savia de ese nuevo paradigma liberador, complementado con el pensamiento revolucionario de Simón Rodríguez, y los continuadores del bolivarianismo en los siglos XIX, XX y XXI.

Construir un pensamiento original para Abya Yala, ese continente latinoamericano y archipiélago caribeño, unido en causa trascendente de liberación, implica pensar la lucha por la Independencia no exclusivamente desde las expresiones de la elite ilustrada de los inicios del siglo XIX, si no reconocer que viene de la resistencia desigual que los pueblos originarios libraron contra la invasión europea desde 1492 hasta la actualidad.

Por eso este Diplomado tiene como objetivo estratégico evitar que se asesine la memoria de los pueblos como estrategia hegemonista del capital transnacional: luchar simultáneamente contra los mitos opresores del espíritu que impuso la Colonia, y los sofisticados mecanismos contemporáneos de neocolonialismo y recolonización en la era del imperialismo.

III

Comprender la verdadera esencia y vigencia de la Doctrina Bolivariana, también se traduce en despersonificar la figura de Bolívar como el único liderazgo, inalcanzable y sobrenatural. Consideramos sí, que el pensamiento de Bolívar, rescatado por Chávez en los umbrales del presente siglo, es el arma ideológica para que se multiplique el heroísmo cotidiano de nuestra gente en cada rincón donde haya que defender nuestra soberanía, nuestra libertad, nuestros derechos, nuestro honor patrio, nuestro buen vivir, nuestros sueños por una mejor humanidad, nuestro bien común, nuestra felicidad colectiva.

Nos proponemos combinar sin prejuicios lo académico y lo espontáneo, haciendo énfasis en la AUTOFORMACIÓN, compartiendo conocimientos con respeto y apoyo muto, promoviendo el hábito de la lectura y la escritura, sin menospreciar el uso de las nuevas formas tecnológicas de difusión y comunicación, repensando lo sabido y lo investigado, en sistematizaciones diversas, sin esas ortodoxias metodológicas paralizantes.

Conscientes de la diversidad de niveles de formación existentes en una plantilla exitosísima de más de diez mil personas inscritas en todo el país, más otras de diecinueve países hermanos que se han animado a participar, sugerimos aplicar aquella máxima marxista “DE CADA QUIEN SEGÚN SU CAPACIDAD, A CADA CUAL SEGÚN SU NECESIDAD”, para acelerar la igualdad de logros en la comunidad de aprendizaje global.

Bolívar se vuelve comunero, vecino, compañero de trabajo, familiar cercano, que seguro nos deleitaremos escuchando sus crónicas y chistes, nos conmoveremos oírle hablar de sus desdichas, su orfandad, su viudez precoz, sus tristezas ante la traición y la calumnia. Pero sobretodo nos fortaleceremos aprendiendo su método de análisis predictivo, su permanente esfuerzo como hombre estudioso, su interés permanente por la geopolítica mundial, su amor por la literatura y las matemáticas, sus reflexiones humanistas, su ejemplo de buen ciudadano y mejor servidor público.

Vamos en unidad a recopilar las creaciones sobre Bolívar, incluido el riquísimo imaginario popular, inventariar los talentos de las comunidades, para ese gran ejército creador que requerimos en la lucha cognitiva, la que se lleva el campo de batalla a la mente, a lo subjetivo, a la emocionalidad. Está a la vista la insuficiencia de la racionalidad para explicar los procesos sociales y culturales. Los grupos que apetecen eternizar sus privilegios manteniendo y reproduciendo la opresión globalizada, lo entendieron hace tiempo y vienen ejerciendo un milmillonario despliegue de recursos para controlar el alma del género humano.

Por ello debemos consolidar saldos organizativos y cualitativos en la formación militante, llenar el vacío de la falta de debate entre iguales, crear colectivamente esos contenidos capaces de convocar las juventudes a la causa más humanitaria de la contemporaneidad: el antiimperialismo.

En el Diplomado sobre la gesta de Simón Bolívar y sus camaradas, estamos interpelados por la historia para diseñar un discurso, UNA NARRATIVA LIBERADORA DESDE LO BOLIVARIANO, lo que consecuentemente nos lleva a ejecutar un plan de acción desencadenante de múltiples realizaciones transformadoras.

Cada participante es responsable de su plan de autoformación, y el colectivo es su equipo de apoyo; los inventarios patrimoniales que iniciaremos de inmediato, serán a la vez hilos para tejer la red de cooperantes en la consecución del éxito comunal.

Para estructurar el movimiento diplomante, nos valdremos de INSTANCIAS como las comunidades de autoformación, actuantes como sesiones bolivarianas de orientación pedagógica, con el intercambio de saberes para dar paso a las fases de análisis y síntesis resultantes.

Nos entreayudaremos con equipos de sistematización, llevando cada cual su diario de incidencias cotidianas (especie de libro diario usado en contabilidad) hasta redondear el informe de aprendizaje a nivel grupal.

En cada estado del país, en cada municipio y así sucesivamente en cada unidad territorial, habrán enlaces que facilitarán el flujo de información a los vasos comunicantes de este amplio sistema de flexibles líneas verticales y horizontales, transversalizadas por los principios constitucionales de la democracia participativa y protagónica, donde lo jerárquico y unidireccional dejan de ser determinantes, porque la garantía del triunfo está en la conciencia y disciplina colectivas construidas desde la propia conceptualización del Diplomado por el CESB: el carácter voluntario/militante y comunitario/solidario del programa.

Apelo al epígrafe de León Felipe para ilustrar desde la poesía este tipo de encuentros altruistas: “porque no es lo que importa llegar primero y a prisa, sino llegar con todos y a tiempo”.

¡Enhorabuena, Libertador!

 

Yldefonso Finol