viernes, 16 de agosto de 2024

VENEZUELA: EL PRECIO DE SER BOLIVARIANA

 

Venezuela: el precio de ser bolivariana

Los civilizados civilizadores quieren civilizarnos; quieren aislarnos, empequeñecernos, tutelarnos. En el combo civilizatorio entran los que se dejaron domesticar: ya saben hacer nudos de corbatas y posar para fotos en las cumbres.

Como zombis salidos de fosas comunes del Ku Klux Klan, algunos ahorcados desatan con escrupulosa habilidad los nudos de la cuerda de sus cuellos, desandan una historia empantanada y se abrazan al desalmado de túnica y capucha blanca.

Hay almas cansadas de buscar la redención que optan por recostarse al hombro de los verdugos.

El humano sigue en guerra consigo mismo. No han faltado los que irrumpen en la anatomía del otro con el garrote como única forma de lenguaje. Y la guerra es un monstruo mutante capaz de camuflarse en la primavera, en los crepúsculos, en el horizonte, y hacer del lenguaje un garrote imperceptible que tritura la existencia hasta doblegar las generaciones que le sobrevivan.

La esclavitud, el coloniaje, el vasallaje, el capitalismo bestial hecho fascismo, nazismo, sionismo, imperialismo, están en cada titular de prensa, televisión y redes delictuales, y cada intromisión de gobiernos mafiosos contra la verdad de un pueblo.

Estoy pensando en mi país, Venezuela, y en las fuerzas cínicas y desvergonzadas que nos acechan. Todas las maledicencias contra Venezuela son preámbulo y justificación de las agresiones. Ya hemos resistido duras pruebas. Perseverar es vencer.

II

Imposible no pensar en El Libertador en esta hora de arremetidas de la canalla.

Estaba aislado Bolívar en Kingston. Lo habían despreciado sus compañeros que mandaban en Cartagena. No apoyaron su plan de entrar por Maracaibo a liberar Venezuela. Él venía de retomar la escindida Cundinamarca (Bogotá) para la Unión Neogranadina, con la parte del ejército que salvó Rafael Urdaneta tras la debacle de la Segunda República.

Allí estaba El Libertador sin dinero para pagar el hospedaje. Su anterior ayudante, el “Negro Pío”, intentó asesinarlo por un puñado de monedas que le dieron los espías realistas. El recién llegado jefe español Pablo Morillo hizo añicos las defensas de Cartagena, reconquistó Nueva Granada, ejecutó cientos de personas sin juicio, muchos notables fueron matados a sablazos en las calles de Bogotá.

El “Negro Pío” apuñaló varias veces el cuerpo en la hamaca donde se suponía dormiría Bolívar, pero fue otro quien murió esa noche decembrina de 1815.

En septiembre El Libertador había escrito una de sus obras maestras: la Carta de Jamaica. Los últimos días de ese año los pasó en Haití. De isla en isla, pero nunca aislado. Bolívar pasaba uno de sus periodos más dramáticos. El auxilio de Petion cambió el curso de la historia: las expediciones de Los Cayos y Jacmel colocaron a Simón Bolívar en la jefatura del movimiento que liberó a Venezuela, Nueva Granada, Quito (la Colombia original), Perú y Bolivia.

El secreto de la victoria es la perseverancia.

III

No nos perdonan ser bolivarianos; los enemigos porque les urge vernos serviles para valerse de nuestros bienes y talentos, los que se decían ser “amigos”, porque ya claudicaron y no toleran nuestra resistencia; nuestra rebeldía les recuerda su traición a los ideales.   

Porque ser bolivariano es esencialmente ser antiimperialista. Imposible llamarse bolivariano sin saber dos máximas incuestionables:

Primera. Los conceptos publicados en La Gaceta de Caracas en diciembre de 1813: “La ambición de las naciones de Europa lleva el yugo de la esclavitud a las demás partes del mundo; y todas estas partes del mundo deberían tratar de establecer el equilibrio entre ellas y la Europa, para destruir la preponderancia de la última. Yo llamo a esto el equilibrio del Universo y él debe entrar en los cálculos de la política americana”.

 

Segunda. Aquella carta del 5 de agosto en Guayaquil, cuando nos legó la más exacta predicción antiimperialista de la que los gringos no se pueden evadir por los siglos de la historia, constatada en cada zarpazo contra nuestros pueblos: “…y qué no harán los Estados Unidos que parecen destinados por la providencia a plagar la América de miserias en nombre de la libertad”.

Saber estas verdades es lo que no nos perdonan los imperialistas y sus peones.

Mientras más nos traten de aislar y agredir, más radicalmente bolivarianos seremos.

Y venceremos.

 

Yldefonso Finol

jueves, 25 de julio de 2024

MURMULLOS Y CERTEZAS: POR QUÉ GANA NICOLÁS EL 28J

 


Murmullos y certezas: por qué gana Nicolás este 28J

Si la gran industria mediática transnacional decidiera con sus titulares el destino de cada uno de los pueblos del planeta, estaríamos en presencia de un tipo de colonialismo news y la humanidad sería presa de una esclavitud autómata.

El aparato gringo de control opinativo mundial lanza una aseveración y todas las agencias noticiosas lo replican instantáneamente.

En el caso de Venezuela la han acusado de narcotráfico: pero Venezuela es territorio libre de cultivos, nuestra Fuerza Armada destruye pistas y laboratorios improvisados por grupos criminales desde la frontera colombiana; otros países con carita de yo no fui sacan por sus puertos toneladas de cocaína y otras drogas para Estados Unidos y Europa, las grandes del negocio.

Nos acusan de corrupción: pero ha sido el Presidente Maduro quien enfrentó las más desalmadas tramas de corrupción, las develó ante la opinión pública conlujo de detalles, y ordenó aplicarles severamente las leyes; mientras, el país más corrupto del mundo, Estados Unidos, alberga a muchos prófugos de la justicia venezolana por delitos de corrupción, también España, Inglaterra y otros escondites menos exquisitos de las mafias internacionales. ¿Cómo califican estos moralistas inmorales el robo de CITGO, el oro en el Banco de Inglaterra, y los miles de millones robados a través del un fantoche “gobierno” en el exterior cuyos agentes todos son una pandilla de ladrones?

Terrorismo: Estados Unidos arma a los terroristas más despiadados de la historia reciente, pero Venezuela ha aportado caminos de paz para Colombia y para la región; hemos sido víctimas del terrorismo vandálico promovido por la derecha fascista, y aquí estamos serenos próximos a una victoria democrática en paz y legitimidad indiscutible.

Violación de DDHH: el colmo del descaro. Estados Unidos y sus acólitos en la derecha internacional le impusieron a Venezuela la violación masiva de Derechos Humanos más espantosa de nuestra historia con la guerra económica que destruyó nuestro modelo de bienestar alcanzado la primera década del siglo con Hugo Chávez; nos provocaron migración, robo de cerebros, megadevaluaciones, macroinflación, desabastecimiento, crisis eléctrica, pérdida de los servicios de salud de primera que habíamos construido; hasta los medicamentos nos los bloquearon.      

II

Sólo los tejidos sociales bordados al fragor de la lucha diaria, crean conciencia y sentido de pertenencia a un pueblo fuerza.

Recordemos a nuestro Libertador cuando en 1821 se refería molesto con la elite que hegemonizó el Congreso de Cucuta: “Esos señores piensan que la voluntad del pueblo es la opinión de ellos (los gringos, la mediática, la elite derechista), sin saber que el pueblo está en el ejército (las organizaciones populares), porque realmente está, y porque ha conquistado este pueblo de mano de los tiranos; porque además es el pueblo que quiere, el pueblo que obra, y el pueblo que puede; todo lo demás es gente que vegeta con más o menos malignidad”.

Esta conceptualización de pueblo no es comprendida por quienes nos adversan (y otros). Subestimaron a Nicolás, lo pretendieron ofender por sus oficios que lo homologan al pueblo común, sin percatarse que esa era precisamente su mayor fortaleza: ser uno más de ese pueblo que soportó todas las andanadas de ataques viles por parte del imperialismo y sus lacayos.

Por eso gana Nicolás, porque estuvo allí en donde “las papas queman” a cada instante. Se caló las duras y las maduras. Supo conducirnos a la victoria en medio de las más drásticas dificultades, mientras las momias del odio pedían intervención militar extranjera a Estados Unidos y -casi nada- a Israel: querían hacer de Venezuela un Gaza ensangrentada de un millón doscientos mil kilómetros cuadrados.

Por eso gana Nicolás. Por el día a día ganado a los vendepatria.

Para cerrar dejemos que los números nos ayuden a decir las cosas con más claridad: en 2013, en el más terrible escenario por la muerte del Comandante, Nicolás sacó 7.587.579 (51,61%). El que llegó de segundo no reconoció su derrota y llamó a la violencia.

En 2018, con tres años del Decreto Obama, sanciones, bloqueos, destrucción monetaria, violencia fascista callejera, recesión económica, Nicolás sacó 6.248.864 (67,84%) Entre el segundo y el tercero sacaron un poco más de tres millones de votos.

El país lleva 3 años creciendo y la economía floreciendo. Las alianzas estratégicas con nuestros países amigos en el mundo, las economías más fuertes y prometedoras, apalancan el relanzamiento de una recuperación venezolana que ya se gestó con energías intrínsecas.

El PSUV tiene 7.771.975 militantes inscritos, con 266.927 líderes de calle y 13.600 UBCH; más el Gran Polo Patriótico Simón Bolívar, más una veintena de alcaldes de oposición democrática que se ha sumado al apoyo para Nicolás, y hasta el ex secretario general de Acción Democrática, Carlos Prósperi, que trató de competir en las falsas primarias de la malinche Machado y la denunció por fraudulenta, anunció su adhesión a la fórmula del diálogo por la paz y la prosperidad de Venezuela que encarna el Presidente Nicolás Maduro Moros.

Ya están en el país más de mil acompañantes y veedores internacionales, y otros mil enviados de medios de comunicación acreditados por la autoridad electoral nacional CNE.

Los murmullos seguirán después del 28J, pero certezas habrá una sola.

Gana Nicolás.

 

Yldefonso Finol

domingo, 7 de julio de 2024

DEFENDER A BOLÍVAR (IV)

 

Defender a Bolívar (IV)

¿Pero es que acaso Bolívar no tiene quien lo defienda?

Imagínense que vaya a creerme yo -simple ciudadano- el defensor del Libertador Simón Bolívar, si entre quienes lo han defendido están las mentes más destacadas, virtuosas, trascendentes; los espíritus más elevados, rutilantes, magnéticos, han cantado a su gesta y su gloria, como lo hizo Juana de América: “A Bolívar habría que cantarle con la garganta de los vientos y el pecho del mar.”

Uno de los primeros en defender a Bolívar fue el General en Jefe Rafael Urdaneta, su más leal compañero, que en 1826 advertía la presencia de intrigas y divisiones enfiladas a destruir el proyecto emancipador por el que lucharon toda la vida; dijo: “Su nombre es ya propiedad de la historia, que es el provenir de los héroes”.

Como hemos dicho antes, su maestro Simón Rodríguez fue también pionero en la defensa de El Libertador, quizás quien mejor supo leer la trayectoria de su personalidad, habiéndolo conocido de niño, compartido viajes y debates cuando joven, y acompañado en sus días de estadista: “Hombre perspicaz y sensible... por consiguiente delicado. Intrépido y prudente a propósito... contraste que arguye juicio. Generoso al exceso, magnánimo, recto, dócil a la razón... propiedades para grandes miras. Ingenioso, activo, infatigable... por tanto, capaz de grandes empresas. Esto es lo que importa decir de un hombre, a todas luces distinguido, y lo solo que llegará de él a la posteridad. El día y la hora de su nacimiento son de pura curiosidad. Los bienhechores de la humanidad, no nacen cuando empiezan a ver la luz; sino cuando empiezan a alumbrar ellos”, decía Rodríguez.

No sólo sus amigos y camaradas fieles le hicieron loas. El destacado General español Pablo Morillo exaltó su liderazgo y capacidad militar: “Bolívar en un solo día acaba con el fruto de cinco años de campaña, y en una sola batalla reconquista lo que las tropas del rey ganaron en muchos combates… La suerte de Venezuela y de Nueva Granada no puede ser dudosa... Estos prodigios, que así pueden llamarse por la rapidez con que los han conseguido, fueron obra de Bolívar y un puñado de hombres.”

El francés, Alejandro Lameth, le escribió a Bolívar desde París, el 3 de abril de 1826, valorándolo como “el primer ciudadano del mundo”. En el sur de Suramérica, José Enrique Rodó superó todo alegato con su preciosa exégesis: “si el sentimiento colectivo de la América libre y una no ha perdido esencialmente su virtualidad, esos hombres, que verán como nosotros en la nevada cumbre del Sorata la más excelsa altura de los Andes, verán, como nosotros también, que en la extensión de sus recuerdos de gloria nada hay más grande que Bolívar”.  

Personaje de raigal distinción como Juan Bautista Túpac Amaru, de los Incas que defendieron su nación originaria, dejó para la antología de la dignidad de los tiempos, su conmovedor testimonio: “Si ha sido un deber de los amigos de la Patria de los Incas, cuya memoria me es la más tierna y respetuosa, felicitar al Héroe de Colombia y Libertador de los vastos países de la América del Sur, a mí me obliga un doble motivo a manifestar mi corazón lleno del más alto júbilo, cuando he sido conservado hasta la edad de ochenta y seis años, en medio de los mayores trabajos y peligros de perder mi existencia, para ver consumada la obra grande y siempre justa que nos pondría en el goce de nuestros derechos y nuestra libertad; a ella propendió don José Gabriel Tupamaro, mi tierno y venerado hermano, mártir del Imperio peruano, cuya sangre fue el riego que había preparado aquella tierra para fructificar los mejores frutos que el Gran Bolívar había de recoger con su mano valerosa y llena de la mayor generosidad…”

Desde China nos llegó la opinión que estudiosos de la Historia ya habían consolidado en la década del ochenta del siglo XX, como lo expuso el estudioso Sa Na en el Congreso Bicentenario de Simón Bolívar en 1983: “Por sus brillantes hazañas realizadas en los inicios del siglo pasado para el movimiento de independencia de América Latina, por su pensamiento y pronunciamiento político en favor de conducir a los diversos pueblos hacia el camino de la democracia, la libertad, el republicanismo, y la unidad entre estos mismos pueblos, Simón Bolívar no solamente ha ganado la gran admiración y elogio de los pueblos latinoamericanos, sino también el respeto y cariño de todos los pueblos del mundo”. (No deja de asombrarme que El Libertador habló de China en 1815)

La defensa de Bolívar -que algunos creen innecesaria y otros consideran una repetición mecánica de crónicas más que de argumentos- se plantea en este tiempo como la eterna lucha por la verdad; no como dogmática invocación moralista, sino porque es la única ruta legítima a la liberación duradera. Esta lucha nos enfrenta a los omnipresentes muros de la ignorancia y la desinformación. El sistema opresor internacional lo sabe, lo calcula, lo planifica, y lo perpetra.

Pausemos el calendario para recordar una carta que El Libertador envió a Rafael Urdaneta el 30 de julio de 1830: “Remito a Usted un papel de México donde se habla del tribunal, del juez, del consejo y de mí, que sentenciamos a Santander. Lo que dice este papel es poco más o menos lo que se repite en Estados Unidos y aun en Europa.”

Bolívar se manifiesta agobiado por la manipulación que se hacía de la opinión pública en su contra por el juicio a los complotados en la “Noche Septembrina”, especialmente en el caso de Santander, a quien se trató benévolamente, suavizando las sanciones que los mismos decretos dictados por éste en su gestión como vicepresidente preveían: “Debe manifestarse que ésta era la ley por la cual se juzgaba a los facciosos en tiempos de Santander, y que nosotros no hemos hecho más que continuarla y aplicársela a su autor”, escribía El Libertador.

Desde entonces la elite estadounidense orquestó la transnacional antibolivariana.

Deben darse a conocer a las nuevas generaciones los pormenores de aquellos acontecimientos, tal como lo pidió el propio Libertador, “para que se aclaren con todos los rayos de luz”. Porque no se trata de un empeño fanático la búsqueda de la verdad histórica, sino de una necesidad de justicia y emancipación de las conciencias. En una tarea prioritaria de los pueblos que luchan por su liberación.

 

Yldefonso Finol

domingo, 23 de junio de 2024

DEFENDER A BOLÍVAR (III)

 


Defender a Bolívar: ¿de qué? ¿de quienes? ¿por qué? (III)

¿Por qué debemos invertir tiempo y esfuerzos en defender a Bolívar en la actualidad?

La primera respuesta es tan simple como necesaria: porque lo atacan; lo atacan injustamente, con falsedades, con alevosía, y con intencionalidad política destructiva.

Es que en estos asuntos de la Historia no hay neutralidad; el estudio y debate de hechos pasados no se encajonan a la fuerza en eso que llaman “objetividad”; ¿qué objetividad puede haber en el discernimiento de los acontecimientos que ocurrieron en circunstancias políticas, culturales, militares, económicas, marcados por las contradicciones de épocas disímiles? Algunas de esas contradicciones fundamentales persisten, no han tenido síntesis.

El análisis de los documentos de archivos, las narrativas de la historiografía, las metodologías aplicadas al estudio de la historia, todo ello tiene una carga ideológica imposible de diseccionar en un laboratorio. Los intereses de clase y las perspectivas paradigmáticas adoptadas predominan sobre el relato meramente descriptivo, haciendo de cada proposición epistémica una lectura comprometida: o con el statu quo, o con la alternativa emancipatoria.

La historia no es una ficción caprichosa del impulso creativo del historiador o la historiadora, que recrea el pasado a gusto de un público más o menos pasivo; no es lo que uno quisiera que hubiese sucedido, sino lo que inexorablemente sucedió en las condiciones económicas y sociales de un espacio-tiempo determinado. (Acosta Saignes)

Pero la relectura de la historia con enfoques radicales, insurgentes, decoloniales, revolucionarios, sin duda nos conlleva a cuestionar la narrativa positivista, recolonizadora, eurocéntrica, confrontando la historia oficial tradicional, la acomodada al sistema con predominio del capital transnacional y las burguesías criollas, reinterpretando la historia desde la mirada, la piel y el alma de los oprimidos. (Pellicer)

En fin, que, como no nos sirve la categoría “objetividad”, nos aferramos -al menos- a la honestidad intelectual de buscar la verdad histórica, hurgando con afán permanente las fuentes más genuinas posibles, y los saberes más respetables, aunque medien diferencias puntuales con los interlocutores. No es la unanimidad o una coincidencia oportunista lo que nos interesa, quizás sí, el consenso del conocimiento pertinente, luminoso, desencadenante, liberador.          

La segunda respuesta -obvia de toda obviedad, aunque retadora de reflexiones muchísimo más complejas-: porque el hombre no se puede defender a sí mismo de los múltiples y muy difundidos ataques que le propinan; no porque esté difunto, sino porque tiene cosas que para Él son mucho más importantes de atender.

Tal como sucedía allá por 1827-1828 que arreciaron la campaña de destrucción de su imagen pública para justificar el asesinato que tramaban, y más allá de matarlo físicamente, liquidar y desaparecer su gesta, su obra y su legado. Por entonces el Maestro Simón Rodríguez se persuadió del linchamiento moral instrumentado por los enemigos del Proyecto Emancipador Bolivariano, y redactó aquella primera defensa, hasta hoy insuperable en revelaciones, argumentos, y estilo original. 

Dijo Rodríguez: “Por él son independientes Colombia y el Perú. A él debe su existencia política Bolivia. Por el respeto que infunden sus virtudes morales y militares, gozan las tres repúblicas de seguridad, y de la confianza que inspira su confianza pública a los monarcas, puede esperar su existencia futura el Gobierno republicano en América. Digan los pueblos, pues, y díganlo, sin temor de ser desmentidos, porque no exageran, que todo lo ha hecho Bolívar o lo ha hecho hacer, y que sólo sus obras han tenido y pueden tener consistencia”.

Como dijera José Martí: “Bolívar tiene que hacer en América todavía”; y en esto radican las razones por las que debemos defenderlo.

Defendemos a Bolívar porque es un patrimonio espiritual de los pueblos. Donde suena ese apellido se activan las energías favorables al bien común. Dos siglos de lejanía existencial y todo el descrédito vertido por la mediática hegemónica, no mellaron el significado liberador de su nombre. Aunque las elites se regodeen despreciándolo, en los rincones de millones de hogares humildes la imagen de Bolívar representa la capacidad humana del desprendimiento y el heroísmo. Entre los referentes virtuosos que se apelan como sinónimo de valentía, honor, trascendencia, justicia, dignidad, liderazgo, gratitud, erudición, triunfo, siempre está la palabra Bolívar.

Porque su proyecto emancipatorio sigue vigente. Porque es el símbolo más poderoso del anticolonialismo. Porque es el componente más emblemático de la venezolanidad. Por todo ello defendemos a Bolívar.

La resistencia del pueblo bolivariano en muchos lugares de Nuestra América, pero muy especialmente en Venezuela, es un signo inconfundible de la vigencia de la Doctrina Bolivariana; la sola actitud insumisa frente al imperialismo estadounidense es un valor agregado sociopolítico de alto impacto: es lo más temido por los gringos, de allí su búsqueda incesante de actores serviles que le allanen el camino recolonizador al Comando Sur y al Departamento de Estado.

La defensa de las soberanías nacionales, la vocación igualitaria y el derecho a desarrollar modelos democráticos populares no tutelados, son valores inmanentes a la concepción bolivariana.

Defender hoy al Libertador Bolívar, es reivindicar el derecho a tener Patria y a construir una sociedad basada en la dignidad colectiva.

 

Yldefonso Finol

viernes, 14 de junio de 2024

DEFENDER A BOLÍVAR (I) (II)

 




Defender a Bolívar: ¿por qué? ¿de quienes? ¿de qué? (I) 

A pocos años del bicentenario de su fallecimiento, Simón Bolívar sigue siendo vilipendiado con furia por una elite intelectual agrupada en torno al pensamiento derechista global, particularmente en la industria comunicacional amarrada al centro hegemónico estadounidense-europeo, que actúa con énfasis apuntando al público latinoamericano.

¿Por qué? ¿Cuál es la razón de ser de esta transnacional antibolivariana en los albores del Tercer Milenio? ¿Por qué se ocupan tanto en desacreditar la obra y persona de un hombre cuyo protagonismo ocurrió las décadas segunda y tercera del siglo XIX?

Cierto es que los ataques más burdos se intentan masificar entre personas a quienes el cartel antibolivariano considera ignorantes de la historia; ya hemos sido testigos de los planes imperialistas por borrar el estudio de nuestras Historias Patrias de los programas educativos. Muchos gobiernos sumisos así lo hicieron.

Los neoliberales nos conminan a olvidar el pasado, mientras la maquinaria ideológica del capital transnacional nos atiborra los espacios cognitivos con la versión supremacista que favorece la hegemonía eurocéntrica, blanca, patriarcal, burguesa; esa donde las clases trabajadoras y campesinas no protagonizan, y los sectores subalternizados se presentan como masa inerme, prescindible, invisible.

Quisiera no incurrir en simples adjetivaciones para calificar a los personajes que atacan al Libertador con versiones rayanas en lo absurdo; no debo caer en la provocación de devolver ofensa con insultos; necesito saltar esas trampas del debate propias de la canalla fascista, y entrar al fondo de la cuestión: que en pleno siglo XXI las derechas proimperialistas están urgidas de destruir toda conexión sentipensante de los pueblos con su épica emancipatoria.

Un ejemplo de las barrabasadas que difunden los agentes del hegemonismo es acusar a Bolívar de “traidor de España”, por haber liderado la lucha anticolonial y antimonárquica. Esta acusación recaería contra todos los próceres de la Independencia americana, y -por extensión- contra toda persona que se rebele ante un sistema injusto y opresor; los esclavos que se hicieron cimarrones y que se alzaron contra la oprobiosa esclavitud serían -de acuerdo a esta lógica- “traidores” de sus amos que les obligaban a trabajar como bestias, aplicándoles torturas insufribles, dándoles azotes, latigazos, y condenando a sus familias y pueblos al mismo destino de extremas penurias.

Aclaremos que, al referirnos a detractores, no incluimos a los enemigos en la contienda militar que fueron subordinados del régimen colonial monárquico español; estos fueron contendores circunstanciales por el oficio de las armas al que servían; al decir detractores -en este artículo-, estamos hablando de individuos que por diversas motivaciones y en épocas distintas, se dieron a la tarea de proferir toda clase de descalificaciones contra Simón Bolívar, las más de las cuales, resultaron de un odio personal o componenda conspirativa, hoy devenidas en campaña sistemática concebida por laboratorios reproductores de las doctrinas de la opresión.

Una metodología de esta temática nos llevaría a considerar varias generaciones de antibolivarianos, como también encontraríamos una curiosa clasificación de ataques, según la perspectiva específica del atacante de turno.      

Los detractores de Bolívar que fueron sus contemporáneos, tuvieron generalmente por motivación la envidia, desavenencias personales puntuales y, en pocos casos, explícitas diferencias ideológicas contra el proyecto que El Libertador propugnaba.

Algunos detractores posteriores, se movieron en torno al localismo patriotero por defender a algún personaje de su nacionalidad que llegó a tener conflictos con Bolívar; en algunos de estos casos, por defender emocionalmente al “héroe” de preferencia, se desfiguran hechos históricos que están suficientemente claros en documentación de la época.

Otros –que llegaron a escribir voluminosas biografías- fueron cronistas, periodistas o aventureros intelectuales contratados por agencias estadounidenses y españolas con el propósito de posicionar el tema “Bolívar” y generar una opinión pública internacional susceptible de aceptar los elegantes descréditos que querían “legitimar” contra el Libertador; todo ello mientras pregonaban y construían el Panamericanismo sumiso a los dictados de Estados Unidos, absolutamente opuesto al Proyecto Bolivariano de la Unidad de Nuestra América.

Una tercera generación de estos detractores podemos ubicarla en la etapa más reciente, última década del siglo XX y comienzos del XXI, donde la carga ideológica antibolivariana se muestra muy agresiva, al punto de alcanzar relevancia en las posiciones neoliberales pro-imperialistas.

No debemos pasar por alto -y menos subestimar- el estilo refinado, ladino, camaleónico, de determinados autores que hasta simulan simpatizar con lo “bolivariano”, mientras dejan colar, entre loas al genio militar, insinuaciones de perturbación psicológica, o repiten como si fuesen travesuras críticas, los chismes infundados que el antibolivarianismo primitivo ha difundido desde su gestación.

Otros menos inteligentes, apelan a comparaciones ridículas de la capacidad militar de Bolívar con los oficiales que actuaron bajo su mando y en cumplimiento de las tácticas y estrategias por él diseñadas. Suelen usar figuras sobresalientes como la de Sucre, para cacarear que el Mariscal de Ayacucho era "superior al Libertador", ocultando la inapelable verdad histórica que fue Bolívar quien escogió a Sucre como adelantado para la Campaña del Sur, y le encomendó hacer todo que con tanta efectividad realizó su gran amigo y fiel compañero; ese a quien los primeros antibolivarianos asesinaron cobardemente.

Entre las acusaciones más comunes contra El Libertador figuran actitudes y ambiciones que Él siempre despreció, y que toda su trayectoria desmiente con hechos contundentes.

De eso estaremos conversando en las próximas entregas de este ensayo libre que esperamos sea útil a la nueva militancia bolivariana para defender al inmortal líder de la emancipación.

A Bolívar lo defenestraron quienes robaron y destruyeron su obra en el siglo XIX, y luego quisieron petrificar su legado y cooptarlo en el siglo XX como pieza del engranaje oligárquico e imperialista.

Pero la batalla más complicada que le toca librar a nuestro Simón Bolívar es ésta del siglo XXI, ahora que el pueblo venezolano -al influjo del liderazgo histórico de Hugo Chávez- rescató la esencia liberadora de su pensamiento y su gesta, para construir la verdadera independencia y la igualdad. 

 

Defender a Bolívar: ¿de qué? ¿de quienes? ¿por qué? (II)

Desde hace dos décadas he sostenido que, si requiriéramos una razón adicional para estar convencidos de la vigencia del pensamiento emancipatorio de Simón Bolívar, sólo tendríamos que observar los enemigos que aún lo persiguen con toda clase de calumnias.

El cartel antibolivariano selecciona algunas de sus voces más conspicuas en los gremios de historiadores y escritores, y cuando alguno se propone comenzar su monólogo descalificador, lo primero de que acusa a Bolívar es de ser humano; si, como lo leen, los verán anunciar con una gestualidad inocentona, casi que descubriendo el agua tibia: “Simón Bolívar tuvo sus defectos como todo ser humano”. ¡Vaya aporte tan significativo a las ciencias!

Pues, dicho el hallazgo sorprendente, comienzan a descargar la ráfaga de las mil y una imprecaciones. Hubo un escritor venezolano (buena pluma, eh) que derramó un río de inteligencia al aseverar que Bolívar era “de carne y hueso”. Luego destrozó el código deontológico de la psiquiatría atando al diván a un espíritu sin derecho a descansar en paz, descuartizando su psicología post mortem y exponiéndola al arbitrio del vecindario: cero ética y pudor, en la más impúdica y desaforada violación de la confidencialidad.  

Una periodista neogranadina llegó a sostener que Bolívar fue un padre irresponsable, porque “dejó más de treinta hijos regados en los pueblos a orillas del Bajo Magdalena”, cuando pasó por ahí en diciembre de 1812, antes de realizar la Campaña Admirable. ¡Caramba, qué ampulosa fertilidad! (Y qué capacidad de esta señora para recopilar el realismo mágico en la tradición oral de dos siglos). 

Un laureado escritor peruano, al recibir en España el premio Planeta 2002, no declaró a la prensa sobre su obra favorecida, sino que dedicó entrevistas a pregonar que el culpable del “subdesarrollo y la corrupción en América Latina” era (adivinen quién): nada más y nada menos que el venezolano Simón Bolívar.

De modo que Bolívar (“de esos muertos que nunca mueren”, al poetizar de Tomás Borges), fue vilipendiado en su vida terrenal y en la otra, la que aún hoy vive con tanta intensidad como la primera.

Algunos de sus primeros detractores menospreciaron la formación intelectual del Libertador, y llegaron a tildarlo de ser un pésimo militar. Hay que tener mucho despecho para afirmar semejante disparate; reconcomio enajenante como padeció el oficial aventurero  Henri Louis Ducoudray-Holstein, quien difundió con rabia desde 1828 unas memorias donde se lanza en denuestos de todo calibre: que Bolívar no lee, que es flojo, que sólo trabaja un par de horas por día, que es adicto al baile y la hamaca, que su formación militar es muy escasa, que sólo disfruta leyendo historias simplistas y cuentos; que no tiene una biblioteca o colección de libros que sea apropiada para su rango y lugar que ha ocupado por los últimos quince años, y ocupa muy poco tiempo estudiando las artes militares. Él no entiende la teoría y muy rara vez hace una pregunta o mantiene una conversación relacionada con esto.

Imaginemos por un instante la amargura, la envidia sufrida por este hombre (Ducoudray-Holstein, el que ambicionó ser jefe donde sólo estorbaba con su impostura supremacista europea), que escribió estas alucinantes opiniones sobre Simón Bolívar en 1828, cuando ya nuestro líder político-militar, con su estrategia de unidad y guerra continental había logrado destruir hasta el último reducto del ejército enemigo, tejiendo un cordón de victorias desde el Mar Caribe al Perú y Alto Perú: Pantano de Vargas y Boyacá, Carabobo, Bomboná, Pichincha, Ibarra, Batalla Naval de Maracaibo, Junín, Ayacucho.

Sin embargo, no nos sorprendamos, el asombro ante la capacidad de odio de los despechados superará cualquier extremo imaginable. Las almas envenenadas disponen en su ponzoña de mucha tinta que encajar en las páginas de la maledicencia antibolivariana.

Uno que comenzó muy joven su diatriba contra El Libertador, pupilo del traidor mayor (aquel que fue perdonado por el exceso de magnanimidad bolivariana) acusó a Bolívar de “crímenes atroces”. Lo hizo desde Estados Unidos con profusa difusión, al tiempo que su mentor disfrutaba un exilio dorado en Europa.

Es que los detractores de Bolívar le achacaban los vicios y pretensiones que ellos si tenían: que se quería coronar, que se beneficiaba de los dineros públicos. Personajes que se jactaban de legalistas, “demócratas”, liberales, pero que no vacilaban en asesinar oponentes, como mataron en forma vil y cobarde al Coronel José Bolívar (primo del Libertador) durante la fuga de José Padilla en la conspiración magnicida del 25 de septiembre de 1828; esos que llamaron públicamente a asesinar al Mariscal de Ayacucho Antonio José de Sucre en el periódico “El Demócrata”, mientras acusaban al Simón Bolívar de ser enemigo de la libertad de expresión. (No descuidemos recordar hechos recientes, donde se llamaba por televisión gringa a asesinar al Comandante Chávez, y en la prensa colombiana los uribistas pidieron abiertamente que se cometiera homicidio contra el Presidente Nicolás Maduro).

Aquellos individuos fueron los que se apropiaron y despilfarraron empréstitos de la República, cuando El Libertador requería con urgencia recursos que no llegaban para la Campaña del Sur. Son los mismos que se enfilaron en las nuevas oligarquías que mantuvieron el negocio de la esclavitud y se apropiaron de las tierras otorgadas por Decretos del Libertador a los pueblos indígenas y las tropas populares.

Bajo el pseudónimo Pruvonema, un señor que odió mucho a Bolívar -y todo lo que con él se relacionase-, pudiera ser premiado como el campeón de la chismografía antibolivariana, aunque ello haga arder de celos a varios de sus laureados escritores coterráneos. Este Pruvonema, cuyas memorias suman millar y medio de folios agrupados en dos tomos, son parte de la mitología de la xenofobia antivenezolana profesada por parte de la elite peruana, que en determinados periodos llegó a ostentar rango de política de Estado, incluso en la educación formal.  

Pues tomemos nota que, entre las acusaciones más graves divulgadas en la distancia por Pruvonema, estuvo esa de decir: “él es un zambo”.

Yldefonso Finol

Estudiante Bolivariano  

 

sábado, 27 de abril de 2024

VENEZUELA 2024: '¿POR QUÉ NICOLÁS?

 

Venezuela 2024: ¿Por qué Nicolás?

No voy a hablar de los contrarios. Hoy no gastaré un par de caracteres en esa gente. Sólo dejaré anotado que nuestra lucha es contra el imperialismo gringo y las plagas que éste riega por todo el planeta traducidas en hambre, guerras, destrucción, crimen y neocolonialismo.

Hoy quiero centrarme en nuestro Presidente y candidato a la reelección: Nicolás Maduro.

Desde hace mucho tiempo acuñé el decir que el verbo más peligroso en política es el verbo escoger. Se arriesga el pueblo al elegir, pero también se arriesgan los líderes, los caudillos históricos, al escoger sus colaboradores: ¡cuán grande es el riesgo de escoger un sucesor!

Evitaré la tentación filo-histórica de adentrarme en la escogencia para vicepresidente de Bolívar, un “detalle” que volteó la historia republicana del continente.

El Comandante Chávez, en el aquel momento terrible de su vida, escogió con el alma y la sapiencia popular acumulada que él supo interpretar.

Chávez escogió a Nicolás. Los enemigos de la Revolución Bolivariana calcularon que apretando nos “torcerían el brazo”.

Pero no lo lograron; once años después, no han podido con Nicolás.
El primer y mayor triunfo de Nicolás Maduro como presidente de un país “sitiado”, ha sido sin duda la estabilidad política ganada a pulso sobre todos los malvados intentos de desestabilización y magnicidios.

Dijo El Libertador en Angostura que la estabilidad es una de las tres virtudes del mejor gobierno, y sabemos que con ésta es que se ganan las otras dos: seguridad y felicidad social.
Decir estabilidad es decir la paz: el bien más preciado, sin el cual toda esperanza de una mejor humanidad se perturba.  
Pero Nicolás también es la única opción de diálogo y reconciliación en una Venezuela que la injerencia extranjera y las concepciones fascistas colocaron todos estos años al borde de la confrontación civil. Nicolás ha llevado las tormentas al muelle cálido del abrazo entre compatriotas de las más disímiles ideologías. Hasta su buen humor ha servido de calmante en grandes controversias.  
Nicolás es la única garantía de continuidad institucional, el resto se muestran como un abismo de incertidumbres sin plan ni bitácora.
Nicolás representa la defensa del Esequibo y la soberanía plena de nuestra territorialidad, y en ello fue capaz de unir toda la nación, incluidos los sectores de la oposición legal en cargos de gobiernos estadales y municipales.
La posibilidad cierta de recuperación petrolera que hoy palpamos pese a los ataques del gobierno de Estados Unidos, y la generación de una economía diversificada con mucho éxito en los últimos cinco años, le dan a Nicolás un aval que más nadie puede ofrecer. Esa vocería autorizada sobre nuestro nuevo modelo económico no se puede improvisar con una aventura electoral a ciegas.
Nicolás Maduro trasmite diariamente una sincera comunión con los valores más altruistas de la humanidad. Su liderazgo trasciende el episodio específico de unas elecciones inminentes, va mucho más allá; es la posibilidad de que Venezuela, América Latina y el Caribe preserven su soberanía, y no sucumban al proyecto recolonizador que se nos viene imponiendo desde el Comando Sur y sus perros falderos en el vecindario.

Nicolás tiene coraje del bueno, del que le suma poder a las mayorías trabajadoras; un valor agregado que no abunda por ahí…

¿Comprenden por qué la cosa es con Nicolás?

 

Yldefonso Finol

domingo, 17 de marzo de 2024

SOBRE DEMOCRACIAS Y DICTADURAS: ESTÁNDARES DE CASINO EN LA GEOPOLÍTICA DE LA RULETA IMPERIALISTA

 


Sobre dictaduras y democracias: estándares de casino en la geopolítica de la ruleta imperialista

I

La mentira más manida y rumiada por la transnacional antibolivariana es calificar al Gobierno de Venezuela como una “dictadura”.

Esta transnacional con núcleo directivo en la cúpula imperialista global, tiene sus medios de guerra informativa (control cognitivo-sensible) y sus acólitos políticos, propagandísticos, intelectuales, oenegés y actores en organismos multilaterales, que, rigurosamente coordinados por el Departamento de Estado y el Pentágono, se activan y pronuncian en simultáneo.

La filosofía comunicacional de este complejo político-militar-cultural antibolivariano es de origen nazi, siguiendo al pie de la letra los principios de propaganda formulados por Goebbels; recordemos:

1.- Principio de simplificación y del enemigo único: “Maduro es un dictador”.

2.- Principio del método de contagio: “los bolivarianos son un peligro para la democracia”.

3.- Principio de la transposición: (acusarnos de sus propios crímenes) “no respetan los derechos humanos”.

4.- Principio de la exageración y desfiguración: “en Venezuela hay desaparecidos”.

5.- Principio de la vulgarización: que parte de la premisa nazi de que “toda propaganda debe ser popular, adaptando su nivel al menos inteligente de los individuos a los que va dirigida. Cuanto más grande sea la masa a convencer, más pequeño ha de ser el esfuerzo mental a realizar. La capacidad receptiva de las masas es limitada y su comprensión escasa; además, tienen gran facilidad para olvidar”.

6.- Principio de orquestación: “Si una mentira se repite suficientemente, acaba por convertirse en verdad”.

7.- Principio de renovación: la (des) información debe emitirse a velocidad vertiginosa para que las respuestas del atacado no puedan contrarrestar las acusaciones. Los bolivarianos sabemos (lo vengo diciendo hace tres décadas) que el escándalo es noticia, la aclaración no. El fascismo de nuevo cuño practica la calumnia porque su razón de ser es la destrucción del proyecto emancipador.

8.- Principio de la verosimilitud: inventar razones desde fuentes diversas con informaciones fragmentarias.

9.- Principio de la silenciación: además de falsear las realidades, deben silenciar las noticias positivas de Venezuela, matando de hecho la libertad de información. Los fascistas de hoy son los que más gritan y manosean la palabra “libertad”.

10.- Principio de la transfusión: difundir argumentos que puedan arraigar en actitudes brutales, haciendo del odio la principal motivación: chavistas tierrúos, “enchufaos”, como argumentos para liquidarnos, tal cual hicieron durante las guarimbas con el joven Figuera y decenas de motorizados de los barrios populares.

11.- Principio de la unanimidad: llegar a convencer a un grupo de personas, que estas aberraciones son el pensamiento de la mayoría, “lo normal”.

Todos estos principios de guerra psicosocial han sido puestos en práctica por la mediática hegemonista contra la democracia venezolana.

II

Desde sus orígenes etimológicos y conceptuales en la antigua Grecia y el Imperio Romano, las acepciones de democracia y dictadura, como todas las categorías sociopolíticas, han tenido distintas connotaciones en la evolución histórica de las ideas y las instituciones. La era social parida con la Revolución Francesa y la Ilustración, la Revolución Industrial en el modo de producción, modificaron los contenidos del universo sentipensante occidental, por el salto definitivo del modelo feudal monárquico religioso a la sociedad capitalista, en que esas definiciones maduraron hacia la interpretación que predominó en el siglo XX, consolidándose en las décadas posteriores a la denominada “Segunda Guerra Mundial”.

Ese cambio paradigmático ocurrió en el breve -pero relevante- periodo en que la burguesía fue clase revolucionaria o -al decir de algunos autores- ejerció su papel “creador”.

Pero, llegando al punto, al día de hoy, ¿quiénes acusan a la democracia venezolana de ser una “dictadura”?

Para resumir, respondamos con una seria, reflexionada, y brevísima clasificación:

1)    Los principales promotores de las más sanguinarias dictaduras del mundo

2)    Los herederos políticos de aquellas dictaduras que violaron masiva y cruelmente todos los Derechos Humanos

3)    Los actuales perpetradores de las más bestiales prácticas contra la humanidad

III

Los principales promotores de las más sanguinarias dictaduras del mundo.

Bolívar los descubrió muy temprano: entre 1818 y 1829 El Libertador analizó concienzudamente la actitud (“infame”) de los Estados Unidos, permitiéndose hacer aquella predicción irrebatible hasta el instante que escribo este texto: “destinados por la providencia a plagar la América de miserias en nombre de la libertad”. La “libertad” que grita un fanático derechista en el sur martirizado.

Los Estados Unidos (y sus congéneres, ingleses, más…) impusieron en Nuestra América todas las dictaduras: léase bien, todas. La “Operación Cóndor”, oficiada por el criminal Henry Kissinger, fue la transnacional contra los Derechos Humanos más compleja, engranada, coordinada, y efectiva, de todo el siglo XX.

Las víctimas fatales son decenas de miles, y van desde la Patagonia a Roma y Washington, desde el Pacífico Sur al Atlántico Norte. Las prácticas atroces son innombrables. La destrucción de procesos democráticos de verdad en Guatemala, Dominicana, Haití, Cuba, Nicaragua, Panamá, Chile, Brasil, y otros, dejó un saldo trágico en términos humanitarios que aún no se supera, ni se castiga, ni se sabe del todo.

No voy a repetir las frases cínicas dichas por presidentes gringos sobre “sus dictadores”. Ni enunciaré la larga lista de intervenciones yanquis para imponer dictaduras que han tratado autores más calificados como Fay Beto.

Tan manipulador como torturador el criterio imperialista que calificó a Salvador Allende como un “peligro”, es el que acusa a Venezuela de “dictadura”. Visualicemos a Pinochet y Videla recibiendo la comunión tan angelicalmente. Y sigamos creyendo en la “democracia” made in USA.

 

IV

Los herederos políticos de aquellas dictaduras que violaron masiva y cruelmente todos los Derechos Humanos.

Estemos claros: la ultraderecha no se suicida, no siente empatía, no es capaz de arrepentimiento, ni de constricción. Pero si sabe mutar. Y, sobre todo, engañar.

Es como la fábula del batracio generoso y la impulsiva ponzoña incontrolable.

La transnacional antibolivariana está repleta de estos herederos y viudas del fascismo, ahora trasmutados en elegantes o estridentes “defensores de la democracia”.

El modelo liberal burgués, posicionado en el discurso de la sociedad internacional domesticada como pensamiento único, como dictadura “blanda” de la ideología del capital, la raza blanca y la cultura eurocéntrica, ha permitido que la nueva (y rancia) militancia del nazismo y el fascismo, se legitime a través de partidos políticos legales, pero con prácticas proscritas en el Derecho Internacional precisamente para evitar la repetición de esos flagelos brotados de lo peor del género humano: el supremacismo racial que requiere la destrucción del otro.

Este peligroso sector, creciente en países europeos como advierte sabiamente Ignacio Ramonet, actúa unánime contra la Revolución Bolivariana en foros derechistas y parlamentos donde ejercen influencia. Paradójico, ¿verdad?

V

Los actuales perpetradores de las más bestiales prácticas contra la humanidad.

Por último, algo en que la opinión dominante impuesta por la transnacional antibolivariana es unánime: la complicidad con el crimen de lesa humanidad más atroz del siglo XXI y que viene continuado desde hace setenta años: el genocidio contra el pueblo palestino ejecutado con saña, premeditación y alevosía por el brazo del sionismo imperialista en Medio Oriente llamado Israel.

¿Acaso hay algún sustento moral o político para pontificar sobre “democracia” en los cómplices expresos y silentes de esta catástrofe humana cometida bestialmente ante la mirada inerme de esa cosa llamada “comunidad internacional”?

Esa fuerza terrorista atómica llamada Israel, impune y prepotente, está haciendo hoy con Palestina, lo que en su momento definieron los nazis contra el pueblo judío como la “Solución Final”: el exterminio total de una parte ancestral y esencial del género humano.

VI

¿Quiénes de estos nos darán lecciones de democracia?

VII

La República Bolivariana de Venezuela, existente desde el 15 de diciembre de 1999 por el ejercicio democrático más profundo y amplio de nuestra historia, ha realizado una treintena de procesos electorales que acumulan el reconocimiento mayoritario de nuestro pueblo, incluidas las organizaciones políticas de oposición que en ese periodo han logrado importantes victorias estadales, municipales y legislativas, todas bajo la potestad constitucional del Poder Electoral (CNE), quinto y autónomo de nuestra estructura republicana soberana.

Escogimos ese camino sin aceptar presiones de nadie, y lo hemos conservado pese a los empellones conspirativos del imperialismo gringo que nos ha azotado con sus medidas criminales para causar un castigo colectivo indiscriminado contra la venezolanidad en términos de las condiciones materiales de vida y del prestigio que nuestro gentilicio se ganó en dos siglos de épica emancipatoria valorada por toda la buena humanidad en la figura indestructible del Libertador Simón Bolívar.

Nicolás Maduro, un líder surgido hace medio siglo de las luchas juveniles, estudiantiles y sindicales, formado como lugarteniente del Comandante Eterno Hugo Chávez, sabe más de democracia que todos los habladores de paja, politiqueros amaestrados, espadachines del teclado y francotiradores de prensa, que lo intentan ofender y deslegitimar llamándolo “dictador”.

A todos los hemos visto caer como hojas secas en el otoño.

VIII

El que se mete con Venezuela se seca.

No es brujería. Sépanlo. Es en serio.

Uno de los primeros gringos bichos de uña que conspiró contra Bolívar fue el agente destacado en Bogotá William Henry Harrison, actor clave en la “Conspiración Septembrina” y en la trama urdida para asesinar al Gran Mariscal de Ayacucho Antonio José de Sucre.

El tipo -entre otros premios- llegó a la presidencia de Estados Unidos.

Cosas de la vida, pasó a la historia como el presidente más breve de la nación norteña. Murió de neumonía tres días después de asumir el cargo.

IX

Escuchen y lean: ¡Venezuela se respeta!

Yldefonso Finol

Estudiante y militante del Pensamiento Bolivariano