Bicentenario de la Primera visita del Libertador Simón Bolívar a Maracaibo
Sumario
Primera visita para celebrar el aporte de Maracaibo a
la victoriosa Campaña de Carabobo. Bolívar se mueve de Trujillo hacia el
pequeño puerto de Moporo para venir a Maracaibo. Navegó la Costa Oriental del
Lago en la goleta Paquete, acompañado –entre otros- por Pedro Briceño Méndez,
ministro de guerra. Fue observando con interés las poblaciones de palafitos, en
especial Paraute, la más grande. Llegó a la orilla maracucha a dos meses del
triunfo histórico en Carabobo, comenzando la noche del 30 de agosto de 1821,
mismo día que el Congreso de Cúcuta terminaba la Constitución de Colombia surgida
del Congreso de Angostura de 1819.
El Libertador Simón Bolívar menciona cuatro veces a
Maracaibo en su Manifiesto de Cartagena; lo hace para señalar que esta ciudad
estaba dominada por los realistas sin poder sumarse al movimiento
independentista, razón por la cual debía hacerse una campaña vía Santa Marta
para ir a liberarla. En esta época -15 de diciembre de 1812- Bolívar no conoce
Maracaibo, ni tiene información directa de ninguna fuente cercana. Comienza a
saber más de Maracaibo por las conversaciones que sostuvo durante la Campaña
Admirable con su amigo el General Rafael Urdaneta. Cuando escribe en Kingston
su famosa Carta de Jamaica, El Libertador piensa en Maracaibo como posible
capital de la nueva república que debía nacer de la unión de la Nueva Granada y
Venezuela con el nombre de Colombia
Epígrafe
Carta anunciándole al Gobernador su visita a la
ciudad:
Desde el Tocuyo, a 16 de agosto de 1821, El Libertador
envía una breve nota al Gobernador de Maracaibo: “Al amanecer de mañana partiré
de aquí con dirección a Carora de donde regresaré muy pronto, y estaré en
Trujillo del 24 al 26 del presente. De allí pasaré inmediatamente a esa
capital. Lo aviso a Usted para su inteligencia y para que tenga preparado todo
lo necesario.”
I
Tras el contundente triunfo en Carabobo, El Libertador
se encontraba en Caracas desde el 29 de junio. Fue una estancia muy marcada por
lo administrativo. Había que reorganizar el gobierno. Caracas recobró la
capitalidad. El 6 de julio sale hacia Valencia a verificar las acciones del
bloqueo sobre Puerto Cabello donde se había atrincherado el enemigo derrotado
en la Batalla de Carabobo.
Parece haber un error en la edición consultada del
Resumen de Historia de Venezuela de Baralt, según la cual “salió de Caracas el
1° de agosto y se dirigió a la Nueva Granada, visitando al paso la ciudad de
Maracaibo”, porque Bolívar regresó a Caracas el 31 de julio, por pocos días,
hasta el 5 de agosto que vuelve a las cabalgatas, preocupado sobre todo por la
insistencia española en reconquistar Coro, y desde allí lanzarse sobre el
occidente de Venezuela. El mismo error en la fecha es repetido por Besson,
habiendo sido enmendado palmariamente en los estudios de Romero Luengo, cuya
línea discursiva es fuente confiable para este texto.
Esta situación vulnerable en Coro, por la presencia de
guerrillas realistas muy activas y el reforzamiento desde Puerto Cabello, actuó
como aguafiestas que empañó las celebraciones por la impecable victoria en
Carabobo, hecho que malhumoró un tanto al Libertador.
En el “Hombre de las Dificultades”, ya el escenario de
la guerra se había expandido. En plena llanura de Carabobo su mente está puesta
en el Sur; quiere ir por Maracaibo y Santa Marta aglutinando una gran fuerza,
tomar el istmo de Panamá con Urdaneta al frente, y llevar su Ejército
Libertador a Quito, Perú y donde quede algún rezago de colonialismo.
El 24 de agosto de 1821 le escribe a Urdaneta: “Me han
asegurado que se haya Usted mucho mejor; lo celebra infinito por Usted, por la
Patria y por mí. Si esta buena nueva no es falsa, lo convido a Usted para que
venga a Maracaibo a ayudarme eficazmente y a ganar nueva gloria, si su fortuna
es tal que no se lo impida su salud”.
Como se sabe, la salud de Urdaneta no había mejorado
todo lo deseado por Bolívar, y el Brillante General maracaibero, contra su
apasionado deseo de seguir al lado de su amado líder, hubo de cumplir otras
misiones, no menos importantes, riesgosas y gloriosas, tal cual ha quedado
eternizado en la verdadera historia de nuestra emancipación.
En Valencia, el 11 de julio de 1821, Bolívar instruyó
al Coronel Juan de Escalona, que Urdaneta había dejado al frente de la
Provincia de Coro y la estaba defendiendo al parecer con buen tino a pesar de
las desventajas político-militares: “Ya ha marchado el Señor Coronel Justo
Briceño por Siquisique, a tomar el mando de la Provincia de Coro, y en consecuencia
Usted está ya relevado, y puede entregar el mando de la Columna que está a sus
órdenes al Señor Coronel Juan Gómez, a quien dará la orden de marchar
inmediatamente a la ciudad de Coro y tomarla a todo trance: en la inteligencia
que el armisticio no se ha concluido esperando sólo que esa ciudad esté en
nuestro poder y cuya evacuación ha sido de mi mayor desagrado. Usted, pues, vendrá
a mi Cuartel General a dar cuenta de su conducta militar.”
Antes, el día 14 de agosto, desde su Cuartel General de
Barquisimeto, fue remitido por Briceño Méndez: “Al Excelentísimo Señor General
en Jefe, Comandante General de La Guardia, Rafael Urdaneta…el Despacho de
General en Jefe de los Ejércitos de la República, con que Su Excelencia el
Libertador Presidente ha recompensado los gloriosos esfuerzos de Vuestra
Excelencia en esta última campaña.”
Pero la situación coriana se tornaba cada minuto en
una verdadera mortificación para Bolívar. En Carora, el 21 de agosto de 1821,
cuando ya había anunciado su viaje a Maracaibo, instruye al Coronel Manuel
Manrique: “En este momento acabo de saber que el Coronel Tello ha evacuado a
Coro, dirigiéndose por el camino de la costa hacia Puerto Cabello. El Coronel
Inchauspe ha mandado a su hermano político a dar este aviso y a ofrecer sus
servicios a la República. Yo he tomado las medidas convenientes para el caso,
siempre desconfiando de la verdad de estos hechos, aunque con toda probabilidad
deben ser ciertos. Tengo además un documento de Tello que comprueba la relación
de Inchauspe; más como este documento puede ser fingido, de todo se debe dudar.
El Coronel Tello puede entrar a Puerto Cabello con 600 hombres, que a los mil
que hay en dicha plaza, puede reunir una fuerza respetable. Por lo mismo
enviará Usted una copia de este oficio al General Páez, para que envíe o traiga
él mismo el Batallón de Apure que se mandó ir a los Llanos, siempre que allí no
haga falta. Usted tomará todas las medidas de precaución necesarias para
impedir que el enemigo no haga una salida con suceso, y adoptará una conducta
muy prudente para que ni remotamente se pueda sufrir un revés.
Las tropas que se habían dirigido contra Coro marchan
siempre allí, a las órdenes del Señor Coronel Briceño. Aquella ciudad había
sido ya ocupada por el Señor Coronel Escalona, según dice el cuñado de
Inchauspe, de resultas de la evacuación del Coronel Tello. Yo continúo mi
marcha a Maracaibo para obrar por la costa si fuere necesario, y allí
espero el resultado de la negociación que he mandado establecer con Inchauspe,
para su incorporación a la República.”
Nótese en el subrayado, que de tal mortificación era
el asunto de controlar Coro, que el propio Libertador estaba decidido a acudir
personalmente con una fuerza suficiente para acabar de una vez con ese foco de
perturbación para la República. Es que permitir el control realista de ese
corredor Coro-Puerto Cabello era algo realmente riesgoso, como en efecto quedó
demostrado un par de años después.
Ese tal Inshauspe es un personaje problemático de
origen francés, que, de realista furibundo, causante de grandes daños a la
población patriota en la Provincia de Coro, vaciló ofreciendo en dos ocasiones
pasarse al bando republicano, hasta que por fin lo hizo en las condiciones más
oportunistas favorables a su ambición. Para la República aquella negociación era
una forma de neutralizar a las guerrillas que le seguían en Pedregal y otras
locaciones de la Sierra Coriana.
Bolívar insiste en atender el reducto realista de
Coro, a pesar de estar tratando desde Carora con el General de Brigada Mariano
Montilla, Comandante en Jefe del Ejército de Operaciones sobre Cartagena, la
toma de aquella ciudad-puerto tan estratégica y el plan que está orquestando de
una acción contundente sobre el istmo de Panamá.
Le dice a Montilla: “El estado miserable en que he
encontrado este ejército de Occidente por la escasez de víveres, vestuario y
dinero, y aún más por la imposibilidad de atravesar un desierto perfectamente
desierto, me ha hecho tomar la resolución de dirigir mis marchas hacia
Maracaibo con los mejores cuerpos de la Guardia, para organizar allí una
expedición respetable para libertar a Coro y después continuar sus operaciones
sobre las costas aún ocupadas por los enemigos. Esta expedición podrá hacer más
todavía, si la fortuna nos es propicia. Sobre este particular, creo que no debo
encarecer la necesidad que tenemos de acelerar la ocupación del más importante
punto militar y comercial del Nuevo Mundo, antes de que la paz venga a
desarmarnos.
El señor coronel Briceño ha marchado de aquí para
Cumarebo con fuerzas suficientes para pacificar la provincia de Coro. Si él no
lo logra, emplearé yo las fuerzas que están a mis órdenes inmediatas. Ya el
coronel Escalona ha triunfado dos veces en Cumarebo de aquellos enemigos.” (Cuartel
General de Carora, a 19 de agosto de 1821.)
Al Vicepresidente del Departamento de Cundinamarca
Francisco de Paula Santander, le reitera sus preocupaciones y acciones tomadas
sobre Coro: “El señor coronel Justo Briceño ha marchado de aquí a reforzar el
pueblo de Cumarebo con el batallón de Maracaibo y Cazadores montados. Toda
nuestra fuerza reunida en Coro puede subir a mil quinientos hombres, poco más o
menos igual a la del enemigo, pero superior en moral y en recursos, porque yo
le he enviado diez mil duros para que compre víveres en Curazao y vestuarios
para toda aquella división, además de haberle remitido ganado y lo más que ha
estado a mi alcance. He preferido dar todo lo que tenía a aquellas tropas
porque eran las más empeñadas con los enemigos y las que ocupaban un país más
desolado. Venezuela entera es la imagen de una vasta desolación, más Coro es la
Libia donde no hay ni aun agua que alimente los seres vivientes. Un verano de
dos años ha hecho más inhabitable aquel desierto.”
La lucha contra los obstáculos de la naturaleza fue
una constante en la gesta bolivariana, no sólo una exclamación en medio de la
tragedia de 1812 en Caracas.
En la misma fecha ordena al Teniente Coronel José
María Delgado: “Debiendo marchar para Maracaibo una columna de 1.500 hombres,
para formar una expedición marítima que ataque a Coro por La Vela, es absolutamente
indispensable que Usted haga venir a los Puertos de Altagracia cuatrocientas o
quinientas reses del enemigo para dicha expedición. Comisión que encargo de
preferencia a toda otra; y está autorizado para emplear toda la fuerza
necesaria para el caso. Nada es tan importante como este objeto. Las fuerzas de
Cumarebo han rechazado a Tello, que ha tenido gran pérdida, y el coronel
Briceño ha marchado con 1.000 hombres a reforzar a Cumarebo; y yo, con varios
cuerpos de la Guardia, marcho mañana a obrar por mar, no pudiendo atravesar el
desierto que cada día se hace más intransitable. Usted se ocupará
exclusivamente en recoger ganado para el ejército. Igualmente enviará cuantas
cabras se puedan conseguir, a los Puertos de Altagracia. El hato de Oberto debe
ser el primero de que debemos sacar el ganado y después lo más que se pueda de
los otros.”
Entre la multitud de oficios que se expidieron en
Carora ese 19 de agosto de 1821, aún hubo tiempo de declararle el rango de
Teniente Coronel efectivo al patriota cubano-venezolano José Rafael de las
Heras, Comandante del Batallón de Tiradores de la Guardia, con antigüedad en
dicho empleo del 13 de agosto de 1819. Este héroe de la Patria fue quien trajo
su batallón desde Gibraltar la noche del 26 de enero de 1821 para resguardar la
Maracaibo que el 28 se liberó del yugo español y se sumó a la República, y que,
luchando siempre al lado de nuestro pueblo lacustre, muriera en la Batalla de
Juana de Ávila en abril de 1822.
En la misma fecha que Bolívar informa al Gobernador de
Maracaibo sobre su cercana visita (Tocuyo, 16 de agosto de 1821), escribió a
Santander una carta algo extensa, pero donde destaca la visión
internacionalista que había madurado en El Libertador desde sus primeros días
de revolucionario, tanto como su visión política sobre el sostenimiento de la
paz y -con cierta dosis de acritud- su repudio a las tramas del poder
legislativo reunido en Cúcuta: “Antes de ir al congreso pienso pasar por
Maracaibo a arreglar aquello, que no está muy arreglado, según se dice. Luego
sigo a Cúcuta, y a mediados de setiembre estaré en Bogotá de paso para Quito.
Pero cuidado, amigo, que me tenga Usted adelante 4.000 o 5.000 hombres, para
que el Perú me dé dos hermanas de Boyacá y Carabobo (siempre prediciendo). No
iré, si la gloria no me ha de seguir, porque ya estoy en el caso de perder el
camino de la vida, o de seguir siempre el de la gloria. El fruto de once años
no lo quiero perder con una afrenta, ni quiero que San Martín me vea, sino es
como corresponde al hijo predilecto.
A propósito de guerra: se está esperando la paz por
momentos, y la independencia de Méjico y del Perú, porque todo se ha acumulado
a favor de la libertad de América. Creo que, antes de verme Usted, ya habrá
noticias de paz; más como todo se puede hacer, es preciso prepararse para la
guerra, a fin de darle una buena base a la paz.
Yo no hablaré a Usted nada, porque no tengo tiempo
para nada, quiero decir de congreso, constitución, vicepresidentes y todas las
demás sacaliñas de Cúcuta y sus cercanías. Estas bagatelas me harían escrito
una resma si yo supiera escribir y tuviera tiempo. Digo más, ni aun de palabra,
podré decir la mitad de las cosas que me ocurren sobre estas miserias. Miserias
de las cuales dependen nuestra vida y alma, sin contar el honor y la gloria.”
II
La
visita
Como he sostenido en otros artículos, Bolívar no fue
hombre de perder tiempo. Su viaje por Maracaibo no obedece a los romanticismos
historiográficos que a veces se han argüido. Es cierto que desea hacer esa
visita para celebrar –en el sentido político- la adhesión de la Provincia a la
República. Al inicio del texto lo expusimos.
Pero no todo se trataba de festejos. En agosto de 1821
el imán de la guerra contra el imperialismo europeo atrae a Simón Bolívar a eso
que los geopolíticos suelen llamar “heartland”, que en la dimensión del
escenario subcontinental y en la coyuntura bélica, es la franja que va de
Maracaibo (navegabilidad interna y salida al mar) a Cartagena (principal puerto
fortificado), desde la cual dominar las costas de aquella Colombia original, el
istmo panameño, el acceso al Pacífico, poder reunir un ejército que provoque
desenlaces definitivos en el Sur, recaudar por las buenas -y por las otras- los
recursos que exige la guerra, incluidas las naves (así sean corsarias o
mercantes) para transportar tropas y pertrechos, para ir a plantar la bandera
la libertad en el alma de los pueblos suramericanos que continuaban subyugados
por la Corona Española.
Sin embargo, como también hemos afirmado en trabajos
anteriores, Bolívar tuvo una mirada telescópica para lo general, y otra
microscópica para los detalles. Ni por un segundo se distrajo de los asuntos
“de la casa”. El 3 de septiembre trasmite al Teniente Coronel Francisco María
Farías su satisfacción por haberse incorporado a las fuerzas independentistas
según los términos pactados con el Comandante Francisco Delgado, otorgándole el
rango militar alcanzado en su carrera previa y la comandancia del territorio
del Casicure. Le encomienda controlar la zona con su liderazgo, para evitar el
uso de las armas. El 8 de septiembre escribe al Teniente Coronel León Ferrer
requiriendo con énfasis las 500 reses solicitadas de Carora para manutención de
la tropa, y pasa a informar que ha encomendado al Teniente Coronel Francisco
María Farías la pacificación del Casicure, bien por la vía del diálogo -por la
influencia de este oficial en la zona-, o actuando con una fuerza contundente
de manera de aquietar los reductos realistas locales.
En estos días El Libertador crea un Departamento
Militar con las Provincias de Coro, Maracaibo, Trujillo y Mérida, con Maracaibo
como cabecera, para mayor resguardo de la paz recién alcanzada, defensa del
territorio y mejor coordinación en el uso de los elementos militares; con fecha
16 de septiembre, casi finalizando su visita a la ciudad portuaria, expide
instrucciones nombrando Jefe del Departamento a Urdaneta.
Al General Rafael Urdaneta, le participa una nueva
estrategia territorial para optimizar los esfuerzos: “El Libertador Presidente
ha tenido a bien crear un Departamento militar compuesto de las provincias de
Coro, Maracaibo, Trujillo y Mérida; y se ha servido conferir a Vuestra Excelencia
el mando en Jefe de él. Como esta ciudad es el centro del Departamento, fijará
en ella su residencia sin perjuicio de que ocurra a cualquiera otra parte a
donde sea necesario. Al conferir a Usted este destino, ha tenido Su Excelencia
presente el estado de su salud que le impide seguir por ahora a la cabeza de La
Guardia; pero Usted conserva el mando general de ella, y recibirá órdenes para
que vaya a reunírsele, cuando me avise haber conseguido ya su perfecto
restablecimiento y que pueda marchar sin peligro de recaer. Aunque las
provincias, que forman el Departamento militar que se le encarga, pertenecen a
Venezuela, dispone Su Excelencia que se entienda Usted con este Ministerio y
con el Estado Mayor General directamente sin dependencia del Vicepresidente
Departamental hasta que se prevenga otra cosa.” (Maracaibo, setiembre 16 de
1821. Pedro Briceño Méndez)
No descuidó mantenerse en vilo por la liberación
definitiva de la Provincia de Coro: “El señor coronel Justo Briceño ha marchado
de aquí a reforzar el pueblo de Cumarebo con el batallón de Maracaibo y
Cazadores montados. Toda nuestra fuerza reunida en Coro puede subir a mil
quinientos hombres, poco más o menos igual a la del enemigo, pero superior en
moral y en recursos, porque yo le he enviado diez mil duros para que compre
víveres en Curazao y vestuarios para toda aquella división, además de haberle
remitido ganado y lo más que ha estado a mi alcance. He preferido dar todo lo
que tenía a aquellas tropas porque eran las más empeñadas con los enemigos y
las que ocupaban un país más desolado. Venezuela entera es la imagen de una
vasta desolación, más Coro es la Libia donde no hay ni aun agua que alimente
los seres vivientes. Un verano de dos años ha hecho más inhabitable aquel
desierto.” (Carora, 16 de agosto de 1821. Al vicepresidente de Colombia y al de
Cundinamarca)
La relación legada por Adolfo Romero Luengo en su
antológica obra “Bolívar en el Zulia: Enfoque de una Época”, nos permite comentar,
añadiendo nuestra lectura particular, que:
-
Al
llegar a Maracaibo El Libertador ya está informado de la recuperación de Coro
por los patriotas, aunque no dejaba de advertir los riesgos que representaban
las fuerzas replegadas en Puerto Cabello y las guerrillas pro monárquicas que
continuaban operando en ese territorio coriano. Las alianzas con algunos oficiales
realistas pasados al bando republicano, no eran garantía completa de la
aspiración bolivariana.
-
En Maracaibo
Bolívar está diseñando la Campaña del Sur. Nada es tan importante como mantener
en secreto su plan. Su edecán, el entonces Coronel Diego Ibarra, es el celoso portador
de informes confidenciales y comunicaciones dirigidas a las autoridades en
Bogotá, pero también –y sobre todo- al General José de San Martín en Perú, al
General Bernardo O’Higgins y al Almirante Cochrane en Chile. Podemos afirmar
que, en la primera quincena de septiembre de 1821, en Maracaibo, El Libertador
termina de redondear en su mente de estratega mundial, la visión prospectiva
que lo llevó a destruir al Imperio Español en sus colonias más ricas y
apertrechadas.
-
El 7
de septiembre el Congreso en primeros escrutinios nombra a Bolívar Presidente
de Colombia, lo que hace variar su ruta costeña a Santa Marta por la lacustre-andina
hacia Cúcuta a juramentarse en el cargo. En esos días se ocupa de misceláneas gubernativas,
ratificando algunas decisiones previas tomadas por Urdaneta, como la que
unificaba el mando administrativo, político y militar en una sola persona, dada
la presencia de enemigos en áreas fronterizas a la región. Igualmente hace seguimiento
minucioso de la situación internacional, en especial la española, donde ha
destacado fogueados negociadores. Sabe que la Metrópoli ya no cuenta con los
recursos que tuvo cuando envió la poderosa flota de Pablo Morillo. Mientras,
otras naciones de peso, comienzan a considerar inevitable el reconocimiento de
la República creada por Bolívar.
-
El
Libertador no quiere ser Presidente porque necesariamente debe continuar siendo
el jefe de las armas. Su alma de guerrero de la justicia y la independencia le
posee todas las energías. Acepta por disciplina republicana ir a asumir
formalmente la Presidencia, pero a condición que se le faculte para continuar
en campaña contra los únicos enemigos que desea derrotar y expulsar: los godos.
Encomienda al Coronel Salom la marcha a Santa Marta y le requiere a Montilla
(afectado de salud por esos días) la toma de Cartagena. Él irá al Sur a escalar
la Gloria inédita que sólo su Genio fue capaz de inventar.
El 18 de septiembre a las 4 de la tarde sale Bolívar
del puerto maracaibero rumbo a San Carlos del Zulia. No pudo Urdaneta llegar a
tiempo para abrazarse con su hermano de lucha en su ciudad natal. Un par de
días de diferencia impidieron ese feliz encuentro. El Prócer zuliano se volvió
raudo a Cúcuta a alcanzar a Bolívar y juntos tomaron nuevas decisiones que
convirtieron al General en Jefe Rafael Urdaneta en “eje de las operaciones
militares” del Libertador en la Campaña del Sur. Reiteremos con Jesús Enrique
Lossada nuestros sentimientos por Urdaneta: “Después de Bolívar está él. Con
Bolívar, él irá por todos los caminos, consumará todos los sacrificios,
arrostrará todos los riesgos”.
III
Nota final
La crónica periodística de aquella primera visita quedó
recogida para la posteridad en El Correo Nacional, novedad editorial que trajo
la emancipación de Maracaibo del 28 de enero, de la mano del Capitán de origen
francés Andrés Roderick: “No pueden exactamente delinearse todas las
circunstancias que concurrieron juntas en un recibimiento tan solemne y
majestuoso. El pueblo de Maracaibo ha dado la prueba más inequívoca de su amor
y gratitud hacia el gran Padre de la Patria, el Libertador de Colombia, y este
gran Héroe le ha correspondido con las demostraciones más patéticas de
satisfacción, agrado y aprecio; dirigiéndole, al llegar a las puertas del
Palacio en regreso, un razonamiento breve, pero lleno del fuego de elocuencia
que distingue y marca todos sus discursos. Por la noche, después de una
espléndida mesa, hubo un Concierto a que siguieron varias canciones
patrióticas, propias de las circunstancias, terminándose la diversión con
bailes, fuegos artificiales e iluminación general.
En pocos minutos se divulga la noticia. A medida que
va extendiéndose, va creciendo el entusiasmo cual gigantesca ola que envuelve
al pueblo. Con la alegría de saber que ha llegado el Libertador, se cruza por
toda la comunidad un deseo ardiente de conocerle, un interés por escuchar a
viva voz la elocuencia de su palabra, y por sentir de cerca que tanto se ha
oído ponderar de su genio, de su obra, ya gloriosa.
Bolívar fue alojado en la Casa de Gobierno. La ciudad
fue iluminada en forma extraordinaria. Representantes del Gobierno, de las
Corporaciones y personas distinguidas, acudieron a presentarle su saludo. Entre
tanto, la plaza y las calles las ha colmado el pueblo. Vivas y aclamaciones se
repetían con alborozo tanto más, cuando el Libertador salió al balcón y les
dirigió la palabra.”
En este Bicentenario, revivamos el amor de aquellos
días gloriosos hacia nuestro Libertador. Porque Bolívar es un elixir espiritual
que respiramos cada vez que defendemos la Patria de la agresión extranjera, y
cada instante que nos esforzamos por construir la Venezuela independiente,
fuerte, justa y próspera que él soñó.
Yldefonso Finol
Amante de la Historia
Patria
Maracaibo, 30 de agosto
de 2021
Excelente...!!
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