jueves, 27 de febrero de 2020


“El Caracazo” en la distancia
I
Treinta y un años transcurrieron desde el 23 de enero, cuando cayó el dictador Pérez Jiménez, hasta el Caracazo. La primera fecha marca el inicio de una época de esperanza y cambio democrático donde el pueblo puso todas sus energías, la segunda aparece como el punto de quiebre, el estallido de la decepción popular por un régimen político falso que traicionó sus anhelos de tres décadas. Ya a los inicios del período democrático representativo, las cúpulas pro-capitalistas traicionaron al pueblo, cerrándole el paso a la tendencia más comprometida con una verdadera transformación social. El llamado “Pacto de Punto Fijo”, que antes fuera Pacto de New York, significó la hegemonía de los partidos de derecha, Acción Democrática (AD), Unión Republicana Democrática (URD) y el socialcristiano Comité Organizado de Política Electoral Independiente (COPEI), junto a la rancia burguesía capitalina, pseudo-industrial y comercial-importadora, parasitarias de la renta petrolera y sujetas al dominio imperialista. No sólo sacaron del juego al Partido Comunista de Venezuela, que jugó un papel clave en la caída de la dictadura, si no que forzaron las salida de los sectores de izquierda que aún militaban en los partidos del sistema. Así nacieron de divisiones en AD, en 1961 el Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR) y en 1968 el Movimiento Electoral del Pueblo (MEP); también se produjo muy temprano la salida de URD de uno de sus líderes fundamentales, Fabricio Ojeda, quien coordinó la alianza de partidos, sindicatos y sectores militares rebeldes contra Pérez Jiménez (Junta Patriótica). El 30 de junio de 1962, el entonces diputado por Caracas, hombre de merecido prestigio político, Fabricio Ojeda, se dirigió al Congreso de la República con una hermosa e histórica carta, que forma parte ya de la antología epistolar de la dignidad del pueblo venezolano. “Señores Presidente, Vicepresidente y demás miembros de la Cámara de Diputados Palacio Legislativo Caracas. Distinguidos colegas: En el primer aniversario de la suspensión de las garantías Constitucionales, un grupo de estudiantes de la Universidad Central y yo, hicimos una promesa de extraordinaria significación. Estábamos en el Cementerio General del Sur, frente a la tumba de Alberto Rudas Mezzone - uno de los tantos jóvenes caídos en la lucha por la libertad -, allí levantamos las manos y las voces y juramos: que el sacrificio de nuestros mártires no sería en vano. Juramos continuar sus pasos y cumplir su obra, para que la sangre derramada retoñase en nueva vida para el pueblo. Y desde entonces comenzamos a prepararnos para el cumplimiento irrenunciable. Con este objetivo, redimir al pueblo haciendo honor al sacrificio de sus mártires, hemos trabajado sin descanso, hemos luchado sin cesar. Ahora a mí, solo me queda, como decía un insigne pensador latinoamericano, “cambiar la comodidad por la miasma fétida del campamento, y los goces suavísimos de la familia por los azares de la guerra, y el calor del hogar por el frío del bosque y el cieno del pantano, y la vida muelle y segura por la vida nómada y perseguida y hambrienta y llagada y enferma y desnuda”. Es por ello, colegas Diputados, que vengo ante ustedes a expresar la decisión de dejar el Parlamento - este recinto que pisé por voluntad del glorioso pueblo caraqueño, hoy oprimido y humillado -, para subir a las montañas e incorporarme a los compañeros que ya han iniciado el combate y con ellos continuar la lucha revolucionaria para la liberación de Venezuela, para el bienestar futuro del pueblo, para la redención de los humildes”.
El diagnóstico que describía el querido líder revolucionario que llegó a ser jefe político del Frente de Liberación Nacional y su brazo militar las Fuerzas Armadas de Liberación Nacional, se adelantó a denunciar la farsa instaurada por la burguesía con sus partidos, y creó las condiciones subjetivas para emprender la acción revolucionaria. Pudiéramos parafrasear a Fidel, al atribuirle la autoría intelectual del asalto al cuartel Moncada a José Martí, diciendo que Fabricio Ojeda es coautor intelectual de los sucesivos alzamientos populares del 27 de febrero de 1989 y el 4 de febrero de 1992. “A estas alturas de la historia, cuando un vendaval de renovación sacude al mundo, los venezolanos no podemos permanecer aferrados a una vida política, sin perspectivas de futuro y que mantiene al país sumergido en el subdesarrollo económico, en el atraso crónico y al pueblo, doblegado bajo el peso constante de la miseria y la ignorancia y el hambre. Venezuela es un país privilegiado por la naturaleza. Las entrañas de su tierra están pobladas de riqueza y sobre la superficie crecen montañas de dinero. Pero estas riquezas y este dinero sólo van a parar a los bolsillos de los grandes tiburones de la política nacional e internacional, mientras que el pueblo, dueño de ellas, se debate entre la angustia de no poseer nada y el dolor de su precaria situación económica. Este país, donde se produce tres millones de barriles de petróleo diariamente y más de veinte millones de toneladas de hierro cada año, donde las empresas extranjeras que lo explotan acusan utilidades que sobrepasan los mil quinientos millones de bolívares anuales, vive un drama terrible con centenares de miles de obreros sin trabajo, con centenares de miles de campesinos sin tierra, con centenares de miles de niños abandona - dos y sin escuelas, con centenares de miles de analfabetos, con legiones de indigentes que escarban en los desperdicios en busca de alimentos y centenares de miles de hombres y mujeres sin techo que se arrastran hacinados en ranchos insalubres, sin la menor protección social, sanitaria o económica. Este país que es el más rico de toda la América Latina, muestra ante los ojos angustiados de su gente, un panorama de males y penurias que se ahonda en la existencia misma de grandes contradicciones: mientras unos lo tienen todo, comodidades, lujos, placeres y bonanza; otros nada poseen, ni nada les espera, a no ser la muerte en la más completa pobreza. Mientras unos tienen en bancos y cajas fuertes millones de bolívares, otros carecen de recursos más elementa - les de la vida humana. Mientras unos pueden mandar a sus hijos a los mejores colegios, otros tienen que resignarse a ver a los suyos crecer en la ignorancia. Mientras unos viven como parásitos, sin trabajar ni producir, otros no encuentran donde colocar su fuerza de trabajo. Mientras unos ven a sus mujeres dar a luz en clínicas lujosas, otros, los más, tienen que conformarse con verlas parir como animales en sus ranchos inmundos. Este es el drama, la horrible tragedia de nuestro país y nuestro pueblo. Buscarle remedio es responsabilidad de los venezolanos progresistas, encontrarle solución es deber irrenunciable. Pero no debemos detenernos en aplicar los consabidos "paños calientes" que sólo postergan la enfermedad, sino que hemos de ir a su misma raíz para extirpar, como el buen cirujano, los orígenes del mal. Ya el pueblo venezolano está cansado de promesas que no pueden cumplirse y está ya decepcionado de una democracia que no llega, pero que a nombre de la cual se le maltrata, se le persigue y se le engaña”.
El “Caracazo” fue la primera insurrección popular contra los paquetes neoliberales en el continente. CAP sobreestimó su liderazgo, embelesado con su segunda elección y con la expectativa internacional que generó su triunfo; de hecho, era el primer presidente venezolano que llegaba a un segundo mandato por elección popular. Mayores expectativas generó aún en el país, donde sectores importantes de la población apostaban a una nostalgia por la bonanza financiera que acompañó al primer gobierno de Pérez como consecuencia del boom petrolero de 1973. Pero este CAP II, como lo bautizó la prensa, tenía otros planes, distintos a los que la catatimia electoral hizo ver a la mayoría que, seducida por su ego megalómano- votó por él. -“El 26 de febrero el ministerio de Energía y Minas anunció el alza del 30% en el precio de la gasolina, y el incremento del transporte público urbano e interurbano en un 30% a partir del 27 de febrero, válido para los 3 meses siguientes, después de los cuales podrían aumentarse hasta el 100%”, reseña un informe posterior a los hechos. Las principales medidas que incluía el “paquete” de Pérez estaban contenidas en un programa bajo supervisión del Fondo Monetario Internacional con el fin de obtener un financiamiento externo por 4500 millones de dólares en los 3 años siguientes. El país se obligaba a aplicar la liberación de las tasas de interés activas y pasivas en todo el sistema financiero hasta un tope temporal fijado en alrededor del 30%, unificación cambiaria con la eliminación de la tasa de cambio preferencial, determinación de la tasa de cambio en el mercado libre de divisas y realización de todas las transacciones con el exterior a la nueva tasa flotante, liberación de los precios, anuncio del incremento de las tarifas de servicios públicos como teléfono, agua potable, electricidad y gas doméstico. Igualmente, se aplicaría el aumento de precios durante 3 años de los derivados del petróleo, con un primer aumento promedio del 100% en el precio de la gasolina, y un aumento inicial de las tarifas del transporte público en un 30%.
Estos fueron la botella y la mecha para la molotov que estalló en la cara del sistema político aquéllos últimos días de febrero de 1989. El anunciado aumento de sueldos en la administración pública central entre el 5 y el 30% e incremento del salario mínimo se volvió sal y agua ante la arremetida fondomonetarista. La gente había aguantado callada, pero, como decía Luís Advis en su Santa María de Iquique, “que infierno se vuelven cuando el pan se está jugando con la muerte”. Según la excelente agrupación musical larense Caraota, Ñema y Tajá, los venezolanos de los barrios pobres “no quisimos aguantar el abuso de los acaparadores y por salir a la calle nos llamaron saqueadores, saqueadores son aquellos que robaron hasta que les dio la gana, y les alcanzó pa’ ellos y hasta pa’ la barragana, y el tesoro nacional se quedó en la carraplana”.
-       “Puede ser que algunos sectores miren con sorpresa las decisiones que estoy tomando”, decía CAP.
-       “Aquí están protestando por el alza del paquete económico, el alza de los precios de los autobuses”, dijo un policía metropolitano.
-       “Al pasaje le están cobrando hasta un 200%, y no están reconociendo el pasaje estudiantil”, denunciaba un concejal del municipio Vargas.
-       “Es el alto costo de la vida, es el pasaje, es la falta del aumento del salario, porque dijeron que era un 30% y es absolutamente incierto porque lo que están aumentando es el 2%”, afirmó con sorprendente firmeza una joven dama, de pequeño tamaño y hermoso rostro de pueblo.
-       “Se suspenden en todo el territorio nacional las garantías establecidas en los ordinales primero, segundo, sexto y décimo”, anunció un vocero desconocido del gobierno.
-       “Nuestro país ha retornado a la normalidad”, editorializó Eladio Lares, imagen pública del canal de televisión privado RCTV.
Pérez, ya seguro de que los fusiles le han despejado el camino, aparece en televisión parloteando su acostumbrada verborrea populista: “Fuimos al FMI, a sabiendas de que representa unas políticas…pero que no son las políticas de un directorio de una institución europea.. que es la política de todos los países en desarrollo, ese FMI representa Miterand socialista, a la Tatcher conservadora, o al presidente Bush de los EEUU, o al socialista Felipe González, ese FMI es el sistema que rige todas las transacciones financieras de nuestro mundo occidental, estamos en él, formamos parte de él, tenemos recursos venezolanos dentro del FMI, cualquier transacción internacional que se vaya a hacer, cualquier préstamo que queramos conseguir para resolver el problema del agotamiento de nuestras reservas internacionales, si no tiene la aprobación del FMI no lo lograremos ni hoy ni mañana, mientras no logremos modificar este injusto sistema de relaciones económicas internacionales que rige nuestro mundo, de manera que ir al FMI no es una opción, es la única opción que tiene un país que agotó sus reservas internacionales”.
Italo del Valle Alliegro, ministro de la defensa de CAP, asumió un protagonismo inusitado en la vocería política gubernamental, como consecuencia, entre otras cosas, de la incapacidad del ministro del interior y del jefe de la oficina central de información, de trasmitir una seguridad mínima en sus alocuciones por televisión. El locuaz general adoptó poses de dandi farandulero. La clase social conservadora lo idolatró. Qué chévere contar con perros rabiosos que muerdan a la chusma cuando aceche nuestros preciados tesoros.
-       “Buenas noches, de conformidad con lo previsto en el Artículo 1º del Decreto número 49, de fecha 28 de febrero de 1989, por el cual se suspende en todo el territorio nacional la garantía de libre tránsito consagrada por el Art. 64 de la Constitución, resuelve: Art. 1º Se prohíbe la circulación de personas y el tránsito de vehículos en todo el territorio nacional de acuerdo al siguiente horario: a) desde las 8 pm de la noche del día de hoy, hasta las 06 am del día de mañana 1º de marzo de 1989, b) desde las 6 pm del día de mañana 1º de marzo, hasta las 06 am durante la vigencia de esta resolución…”
Bolívar parla: “sia maledetto il soldato che spara contro il suo stesso popolo”.
II
En la húmeda madrugada habanera, el combatiente del Congreso Nacional Africano, alias Daniel, ajusta con táctil minuciosidad la onda hertziana que nos permita escuchar el noticiero en castellano de la BBC de Londres. El camarada delgaducho, de evidente descendencia india, confirma con una mirada brillante de goce la consecución de la meta tecnológica: “la tengo”, nos dice y casi simultáneamente me coloca los improvisados audífonos sobre las orejas. La defectuosa señal me aturde los primeros segundos…“…mientras en Caracas…”, se escuchó defectuosamente, -“logramos sintonizarla”, exclamé… “…en Caracas –según lo que este corresponsal constató- las personas han sido masacradas como perros en las calles”. -“…un vecino de la populosa barriada del 23 de Enero afirmó que los muertos por la plomazón que dispararon los policías y militares pasan de mil…”
Desde finales de agosto pasado, un compañero de la Liga Socialista con el pseudónimo de “Alejandro” y yo, nos encontramos en la escuela superior del Partido Comunista de Cuba, la “Ñico López”, haciendo el curso de “Superación Político-Ideológica” que los camaradas cubanos impartían a cuadros de organizaciones revolucionarias del continente. Allí compartíamos con camaradas de más de treinta países del “tercer mundo”, incluidos muchos latinoamericanos, africanos, asiáticos y árabes que cursaban una particular licenciatura en ciencias sociales de cuatro años. La ayuda de Daniel fue muy importante y sentida para mí y para “Alejandro”, ya que no disponíamos de otro medio para enterarnos de lo que sucedía en nuestro país. La situación que nos tocó vivir fue particularmente jodida. Éramos dos revolucionarios venezolanos de esos que pasamos la vida preparándonos para un momento como éste, y nos tocó estar tan desubicados cuando más hizo falta echar para adelante. Nuestra impotencia e indignación se agrandaban al ver los titulares y sumarios que publicaba el periódico Granma, vocero oficial del Comité Central del PCC. Al principio no lo podíamos creer. Granma estaba defendiendo a CAP. Se referían a las personas que protestaban con los mismos adjetivos de la prensa burguesa de Caracas y el mundo. Lo entrecomillaban, pero no lo aclaraban. Vale decir, lo justificaban. Con el apoyo de mi compañero de habitación y compatriota, armé una inmensa cartelera de papeles y cartones reciclados, donde redactamos una “contraeditorial” sobre lo que decía Granma. Recuerdo que la ilustramos con una imagen de vampiro de CAP con las mandíbulas ensangrentadas. Las autoridades de la “Ñico López” nos conminaron cordialmente a quitar la rebelde cartelera; nuestra respuesta nos puso al margen de una “deportación involuntaria”. Pasadas algunas dolorosas semanas, la dirección del PCC nos dio la razón. Diplomáticos cubanos destacados en Caracas –a propósito de la coronación de CAP II- nos confesaron que vieron a soldados arrumar cadáveres en una esquina para luego rociarlos de gasolina y prenderles fuego. En esos días Silvio Rodríguez regresaba de una gira nacional por Cuba (Gira por la Patria) que comenzó en el Turquino, para cerrar en La Habana en plena Plaza de la Revolución. Para allá nos fuimos a soñar con la escurridiza posibilidad de la revolución. De regreso a la habitación de la Ñico López, tomé mi única arma a la mano, el cuatro, y disparé la llamarada bolivariana que destellaba mi corazón. Salió la Canción a Bolívar: “No me diga Bolívar que no, Que Caracas nova a despertar, Por las calles los estudiantes lo andan buscando. En Guayana, en la Costa Oriental, los obreros están preguntando por la espada y el caballo blanco, mi General, Dicen que están dispuestos a acompañarlo. Que en la lucha serán libres o morirán. Que la patria no resiste ya tanto engaño. Que el poder de los corruptos acabará, General. Póngase las botas mi General. Ya ensillé el caballo pa’ cabalgar sobre el tiempo nuevo que está viniendo, que llegará. Y no se me muera de soledad, la hora del desquite está cerca ya, en la gesta suya que nuestro pueblo continuará. Bolívar”. Predicción cumplida.
III
Así se sentiría el patriota Chávez encerrado en la “boca del lobo”. Él mismo cuenta cómo vio desfilar a los mandatarios de decenas de países que vinieron a convalidar la ascensión de CAP II. Ese año Chávez tenía 35, CAP 67, habían pasado 159 de la muerte de Bolívar, y el imperialismo gringo llevaba 150 añitos jodiéndonos. Pérez Jiménez llevaba 31 años en autoexilio dorado, y la Revolución Cubana cumplía 30, iniciándose una etapa de graves sacrificios que graduó al pueblo cubano de experto suma cum laude en resistencia, conciencia y dignidad. Pero en 1989 Cuba no sólo perdió el apoyo soviético, tuvo otras pérdidas mucho más sentidas: ese año aciago murieron Nicolás Guillén, poeta nacional de la isla, y José Antonio Méndez, uno de los mejores compositores que ha parido el Caribe. En Venezuela estaba por perderse un tesoro en oro. “El 18 de febrero de 1989, la banca internacional exige garantías en oro y petróleo a futuro para otorgar los empréstitos solicitados por el gobierno de CAP II”. “El día 20, el Banco Central embarca a Londres ocho toneladas de oro de las reservas internacionales. Los periódicos mostraban dos gandolas estacionadas frente al ente emisor, usadas para trasladar el tesoro dorado”. El entonces presidente del BCV, Pedro Tinoco, banquero de uña y pezuña, dueño del Banco Latino, informó que “parte del oro será vendido para obtener cien millones de dólares”. Ese año marcó el desmoronamiento del proyecto socialista en Europa del Este con la caída de la Unión Soviética y su falso sistema satelital. Desde el barco Máximo Gorki –escritor ruso, autor de la famosa novela épica La Madre- fondeado en las costas de Malta, el sovietófago Mijaíl Gorbachov le dio el sí al vaquero de Hollywood Ronald Reagan, para sellar el final feliz al mejor estilo western. Los pedazos del Muro de Berlín quedaron para coleccionistas de suvenir y para ayudar a la ideología dominante a simplificar gráficamente una historia arrecha que nunca debió reducirse a un pedazo de pared.
IV
Un mosquetero menos. El cálculo fue hecho por geniales desdichados. Sacaron a Felipe Acosta Carlez de la Academia para mandarlo a una emboscada. Es que el Caracazo también le sirvió a la oligarquía venezolana para sembrar terror en la población. Decidieron mostrar lo que eran capaces por aferrarse al sistema de dominación. Masacraron indiscriminadamente al pueblo como para decir quién manda aquí. Pero igual aplicaron el asesinato selectivo de cuadros revolucionarios y líderes sociales que los cuerpos de represión tenían estigmatizados como ultrosos. En el caso del movimiento militar bolivariano, a pesar de haber funcionado bajo un esquema de clandestinidad, tenían precisados a algunos de sus integrantes, producto de delaciones y filtración de información, donde no estuvo ausente la fanfarronería de algún que otro bocón infiltrado. Recuerdo que a finales de 1990, José Albornoz, a la sazón correaje de seguridad de la Dirección de la Causa R, fue expresamente al Zulia a darle un parao a un teniente coronel retirado que andaba fanfarroneando necedades, al punto que era considerado por los compañeros del aparato armado como un soplón, y lo habían declarado posible objetivo militar, porque sus habladurías pusieron en riesgo a oficiales activos que sí estaban comprometidos con la insurrección. El sitio al que mandaron a Felipe Acosta Carlez fue al sector La Montañita, en los alrededores del Fuerte Tiuna. Cuentan los veteranos del lugar, que quienes prepararon la emboscada, debieron calcular muy bien sus planes, ya que en esos callejones con pendiente “en cualquier recodo suena un tiro y listo”. Algunos afirman que le dispararon por la espalda con gran precisión, como si se tratase de un francotirador de la PM o la DISIP. En la FFAA también hay duchos en esto. Al morir el “Catire Felipe”, sólo quedarían tres de los cuatro conjurados en el Samán de Güere. A Chávez le fue pasando lo que Nazoa canta de manera tan excelsa en este soneto: “Yo cantaba la lluvia y los membrillos, yo cantaba las flores de la tierra; mi corazón fue niño por la sierra coleccionando ramos amarillos. Pero escuché la voz de los sencillos, campesinos y obreros de la tierra y vi sobre el amor venir la guerra con su turbión doliente de cuchillos. Ay, todo era combate, sangre y muro ¿Cómo pudo esta sorda mano mía cultivar su clavel entre las balas? Cambiar quiero mi plata en plomo duro. Quiero poner mi armada poesía, al lado de los picos y las palas”. Nunca mejor dicho. Que Aquiles ha sido en poesía para este país, lo que Alí Primera en la canción. Ambos son fuelle para el alma y savia de la conciencia. Ambos habían muerto antes del Caracazo. Nazoa en 1976, cinco meses antes que el camarada Mao, y Alí en 1985, un mes antes que el camarada Konstantín Chernenko. Hacía siete años Chávez había hecho su juramento en el Samán de Güere, árbol de una enorme simbología patriótica, cuyas historias se remontan a nuestros ancestros arahuacos, pasando por la mirada exploratoria de Humboldt, y la pausa bajo sus generosas sombras que a las huestes de Bolívar y Rafael Urdaneta sirvió de elixir reconfortante para reemprender la gesta libertadora. Aquél primer Chávez en Miraflores, sirviendo forzadamente al enemigo, viendo impotente cómo se maldecía el ejército de Bolívar disparando a su pueblo, conteniendo la rabia, debió tragar grueso y amargo, recordando con Martí, que “En silencio ha tenido que ser… porque hay cosas que para ser logradas han de andar ocultas, y de proclamarse en lo que son, levantarían dificultades demasiado recias para alcanzar sobre ellas el fin”.
Pasados unos días de la masacre, en la terrible soledad del ermitaño ideológico, el joven oficial Jefe de Ayudantía del Consejo Nacional de Seguridad y Defensa, cuyas oficinas estaban en Palacio Blanco, Miraflores, paseó su memoria velozmente por los sucesos históricos que presenció en estas instalaciones en menos de un mes. Apenas unas semanas atrás vio a Fidel Castro y a Daniel Ortega desfilar entre la multitud de mandatarios extranjeros que vinieron a la coronación de CAP II, y ahora esto de un pueblo en estallido de rebeldía contra la opresión y la politiquería. Es fácil suponer que esas noches de reflexión en solitario a Chávez se le reafirmaron las convicciones patrióticas, porque la conclusión más directa después de haber presenciado El Caracazo era: “Si el pueblo desarmado y desorganizado se alzó tan bravíamente, ¿cómo no hacerlo desde los cuarteles, armados y con un plan predeterminado profesionalmente?”. Por eso ya nadie tiene dudas que el “4 de Febrero” es hijo del “27 de Febrero”, si hasta el mismo apellido llevan.

Yldefonso Finol
Cronista de Maracaibo

domingo, 23 de febrero de 2020


La Carta de Jamaica: un encuentro con Bolívar en el Siglo XXI
Recién había cumplido Bolívar sus 32 años cuando se hallaba en Kingston exiliado por evitar una guerra civil contra los saboteadores de la campaña para liberar la franja caribeña que va desde Santa Marta hasta Maracaibo. Acababa de librar exitosamente la contienda con quienes mantenían insubordinada la provincia de Cundinamarca, uno de los tantos servicios que prestó por entonces a la Nueva Granada.
Siempre muy inquieto –por naturaleza- y centrado en concebir su retorno a Tierra Firme para continuar su gesta libertaria, en Jamaica desarrolla una intensa actividad teórica y propagandística. Escribe a diario artículos, correspondencias, planes militares, todo ello orientado a conseguir apoyos para traer una fuerza a Venezuela que, estableciéndose en un territorio liberado, fuera capaz de ir desalojando al ejército español que la copaba por entonces.
Ese hombre joven aún pero ciertamente algo desgarbado, rico de cuna pero sin un centavo para mantenerse, golpeado por los dolores del amor perdido y los empellones de la política, pero con el espíritu elevado y fuerte; ese Bolívar que ya ha peleado en dos docenas de batallas y ha sorteado dos intentos de asesinarlo a traición, que ha visto perderse dos veces la natal República de Venezuela y enredarse por pugnas de sus entrañas la libertad de la Nueva Granada; ese Bolívar con sudado camisón, bigotes y patillas sin afeitar, melena crecidita y hamaca por lecho, es el que redacta en la noche del 6 de septiembre de 1815 la Carta de Jamaica.
Siempre en actitud esperanzadora y predictiva. Didáctico en la explicación, denso en el análisis, culto en la redacción. Así es su discurso. Este hombre parece elevarse a una altura epistémica, dotado de mirada telescópica para descubrir los escenarios en el ancho teatro de operaciones históricas, y de la lectura microscópica cuando se trata de escudriñar la esencia de los acontecimientos que determinan la compleja situación del continente.
En la Carta he detectado –empalmándola con los Manifiestos de Cartagena y Carúpano, y con el Discurso de Angostura- la aplicación de una metodología científica en la construcción del argumento: en primer lugar se desarrolla un formidable esfuerzo de memoria histórica; en segundo lugar, subyace en el acervo del autor, el conocimiento previo de las teorías científicas y filosóficas más influyentes de su tiempo; en tercer lugar, se expone una visión panorámica de la realidad internacional y sus conexiones con el propósito revolucionario que lo mueve; y en cuarto lugar, no se desdeña el componente matemático-estadístico en las definiciones de diagnóstico y soportes de la argumentación. Tal es el método científico usado por El Libertador en toda su obra, y muy especialmente, en su famosa epístola jamaiquina.
Repasemos algunos de los sorprendentes anuncios que hace Simón Bolívar en este texto tan representativo de su genio:
-       Se nos revela como un convencido lascasiano, aunque no era de extrañar que Bolívar ya hubiese leído la obra del polémico dominico, si partimos del hecho que fue un lector voraz de todas las literaturas de su tiempo y las anteriores. Tampoco debería creerse que su maestro Rodríguez hubiere obviado la voluminosa crónica que Bartolomé de las Casas dejó como testimonio vivo de las aberraciones humanas cometidas por la invasión europea en Abya Yala. Y además de conocerle, Bolívar también desea reconocerle el aporte que Las Casas hizo a la humanidad, fundando una ciudad con su nombre: que el deseo de hacer justicia es en Bolívar una filosofía de vida.
-       Asoma por primera vez su interés en el tema indígena, a los que califica como legítimos propietarios de esta tierra americana. Aunque se nota que no ha tenido un contacto directo con esa parte de la población –hecho que ocurrirá a posteriori- El Libertador sabe que su lucha histórica por la igualdad tendrá que reivindicar tarde o temprano a las primeras víctimas del coloniaje europeo. Destaca el trato traicionero y criminal que los invasores dieron en particular a los líderes de las naciones indígenas del continente, mancillando sus dignidades para humillar al colectivo que les veneraba.
-       También aparece reseñada su versión original de Colombia como nuevo Estado que surgirá de la fusión de Venezuela y la Nueva Granada, con capital en un punto equidistante y con cómoda salida al mar como Maracaibo. Esta idea varió luego por las exigencias de la elite granadina y por las ventajas en la estrategia de independizar regiones más al sur, para lo que Bogotá ofrecía facilidades geográficas. Cuánto pudo influir esta decisión en la futura disolución de la Colombia original y en la caída del proyecto bolivariano, es un asunto que sólo los poderosos azares podrían explicar, aunque no se exceptúa de antemano el deseo de analizarlo desde la óptica de la especulación dialéctica de la historia.
-       El Libertador entra, sin embargo, en el movedizo terreno de imaginar el futuro político de las naciones americanas; esa permanente preocupación que lo acompañó hasta sus últimos días por la necesaria unidad frente a las complejidades de las aspiraciones locales y los intereses particulares, corporativos o regionales. La diatriba entre los modelos republicano y monárquico, y entre la forma de gobierno centralizada y el federalismo. Las limitaciones que la falta de experiencia en cuestiones de gobierno imponían a una generación que se había revelado contra una estructura de poder con trescientos años de solidez indiscutible. El reto de ser originales hasta en las instituciones que debíamos darnos como pueblos nacientes, va acompañado de la angustia democrática por darle estabilidad al gobierno sin dejarse arrastrar por las tentaciones del absolutismo y la monarquía, sin descartar ni la condición electoral como fuente de legitimidad ni la posibilidad del carácter vitalicio del jefe del ejecutivo, que en ningún caso sería hereditario. Aquí queda plasmada esa otra parte fundamental de la Doctrina Bolivariana, conformada por el trípode República, Democracia y Buen Gobierno.
-       Haciendo gala de su profundo conocimiento de la realidad continental y del manejo adecuado de la estadística, Bolívar realiza un viaje por la coyuntura política de cada uno de los países latinoamericanos, del estado de su lucha por la independencia y de su población, singularizando las potenciales capacidades para emerger del dominio español con éxito. Allí se ponen de manifiesto otras de las herramientas claves del método bolivariano, cuales son: el análisis situacional y la estadística.
-       Visto el grandioso campo de batalla desde México a la Patagonia, sin dejar por fuera de esa patria grande las islas de Cuba y Puerto Rico, Bolívar expone con nítida convicción la imposibilidad de que España pueda sostener su imperio en Nuestra América, ni siquiera el sistema económico que había configurado sobre bases ficticias de privilegios para sí y exclusión para el resto. Reclama, eso sí, que tanto la Europa que se supone liberal y defensora del libre comercio, como los Estados Unidos, hayan permanecido indiferentes al sacrificio de los patriotas meridionales.
-       Bolívar evalúa la realidad presente desde las sapiencias acumuladas por la inmensa humanidad que va desde China y Persia a los confines de Europa y América. Caracteriza con cualificada pericia sociológica que “los americanos, en el sistema español” que estaba “en vigor”, no ocupaban “otro lugar en la sociedad que el de siervos propios para el trabajo, y cuando más, el de simples consumidores”. Esta discriminación además de odiosa, constituía un freno insalvable para el progreso de nuestras naciones, toda vez que la metrópoli, se reservaba para sí toda actividad generadora de beneficios económicos y fiscales, aun las que no era capaz de llevar a cabo. Tal fue la causa de fondo del movimiento independentista continental.
-       Discute la pertinencia de los distintos modelos de gobierno, la perfectibilidad de sistemas que pudieran no ser adaptables a la cosmovisión criolla americana; pugna por moderar las apetencias democráticas exageradas que pueden conducir naciones recién organizadas a desórdenes que las hagan inviables, y reflexiona sobre cuestiones tan detallistas como la magnitud de la injerencia del sector militar en los asuntos de gobierno y la dimensión territorial de las repúblicas. Concluye que esas repúblicas deben ser grandes en virtudes y ciudadanía, más que en riquezas materiales y poderes fácticos.
-       Reveló también la esencial contradicción dialéctica entre reformadores y conservadores, como la confrontación de la que surgen los sistemas políticos, que serán justos y liberadores si la correlación de fuerzas favorece a los primeros, o retrógrados y opresores si se imponen los segundos. Esa ha sido la ley fundamental de la política hasta nuestros días.
-       Predijo la realización del Congreso de Panamá y la construcción en ese lugar del canal que comunicaría, uniendo los dos océanos, a todos los continentes.
La Carta de Jamaica representa la consagración de Bolívar como escritor, sociólogo, arqueólogo forense de nuestra historia raigal y arquitecto de la sociedad por construir. No fructificó su clamor para que las naciones ilustradas de Europa y “nuestros hermanos del Norte” nos auspiciasen con su protección y ayuda. Pero –paradójicamente- vino a conseguir esos auxilios salvadores en una pequeña república de humildes afrodescendientes que le esperaban en el vecindario caribeño para darle la mano solidaria que lo subió de manera definitiva a la nave de la victoria y la gloria universal.

Yldefonso Finol
Militante Bolivariano/Cronista de Maracaibo
Hoy 6 de Septiembre de 2019


El Discurso de Angostura: genialidad filosófica y modelo sociopolítico bolivariano
Hace doscientos un años, el 15 de febrero de 1819, Simón Bolívar pronuncia su discurso inaugural del Congreso de la República de Venezuela, convocado con cualidad constituyente en la ciudad de Angostura. Es el momento de consolidación de su liderazgo nacional, su primer gobierno, desde el cual proyecta y ejecuta la liberación del continente que aún sigue en manos del Imperio Español; comenzando por la Nueva Granada, para refundirla junto a Venezuela en la nueva República de Colombia que nacerá ese mismo año de su verbo y su espada, precisamente allí, a orillas del Orinoco.
Este tiempo le exige al Libertador adoptar definiciones claras de su proyecto político. Llegó la hora de inventar una nueva forma de organización social y –en consecuencia- una nueva forma de gobierno: “Una reforma que nunca se ha realizado”, diría el maestro Rodríguez.
El Discurso de Angostura puede considerarse la síntesis del ideario político de Simón Bolívar, quien, a los 35 años, es la encarnación del proyecto más avanzado ideológicamente dentro del movimiento emancipador latinoamericano. Decimos con Rumazo González que “trocado de guerrero a estadista”, con la convocatoria al Congreso cual depositario de la soberanía, el Libertador despeja todas las dudas sobre su autoridad frente a la República y al Ejército: ahora tiene un mando relegitimado.  
En Angostura Bolívar se explaya en esas grandes preocupaciones políticas que han sido inquebrantables en su lucha, más allá de las penurias propias de la guerra en esa década tortuosa: “que más cuesta mantener el equilibrio de la libertad, que soportar el peso de la tiranía”.
Algunas de esas preocupaciones fundamentales podemos enunciarlas de la siguiente manera:
-       Definir y obtener las fuentes de origen y los soportes de la legitimidad del poder
-       Establecer el mejor modelo organizativo del gobierno republicano: “escoger la naturaleza y la forma de Gobierno que vais a adoptar para la felicidad del Pueblo; si no acertáis, repito, la esclavitud será el término de nuestra transformación”.
-       La preservación de la soberanía nacional en conjunción con la genuina expresión de la voluntad popular: Estado independiente y formas de democracia
-       Gestar instituciones que garanticen el destino soberano y justo de la Patria
-       Necesidad vital de promover las virtudes ciudadanas en la sociedad y el gobierno: “sabiduría, rectitud, prudencia”.
-       Doctrina y estrategia militar: convicción de que mientras existan ejércitos enemigos en el territorio continental, la prioridad es servir en el campo de las armas, ya que sólo la derrota total del enemigo haría viable la independencia.
-       La libertad anhelada requiere de la democracia que es totalmente desconocida en las colonias españolas y buena parte del mundo: pasar del poder de un rey “soberano”, a la soberanía popular, es la difícil ecuación a resolver.
-       Descifrar el concepto de Democracia para adecuarlo con sentido de éxito y permanencia a nuestra realidad particular: “Sólo la Democracia, en mi concepto, es susceptible de una absoluta libertad; pero, ¿cuál es el Gobierno Democrático que ha reunido a un tiempo, poder, prosperidad, y permanencia?
La falta de experiencia y formación en el oficio de gobernar era una de las más complicadas debilidades del proyecto que se iniciaba con la Independencia, y esto a Bolívar lo mortificaba sobremanera. Se trataba nada más que de crear un nuevo sistema, un nuevo poder, para el ejercicio del cual no estaban totalmente maduras las condiciones subjetivas de la población. Sobre la paradoja de pertenecer a un país al que no se puede autogobernar, y la dificultad de asumirlo sin tener la preparación adecuada para dicha tarea, expone al foro parlamentario: “Por el contrario la América, todo lo recibía de España que realmente la había privado del goce y ejercicio de la tiranía activa; no permitiéndonos sus funciones en nuestros asuntos domésticos y administración interior. Esta abnegación nos había puesto en la imposibilidad de conocer el curso de los negocios públicos: tampoco gozábamos de la consideración personal que inspira el brillo del poder a los ojos de la multitud, y que es de tanta importancia en las grandes revoluciones. Lo diré de una vez, estábamos abstraídos, ausentes del universo en cuanto era relativo a la ciencia del Gobierno”.
II
Podemos hablar de que Bolívar vive una especie de “angustia democrática”: sabe que es necesario inventar una nueva forma de gobierno, pero a la vez le atormenta que el deseo y aún la voluntad no bastan, porque las costumbres pesan en el alma política del pueblo, y el carácter nacional no se ha forjado aún, ni menos liberado de los tres siglos de colonialismo ideológico, para la tarea sin precedentes que tienen por delante: “El hábito de la dominación, los hace insensibles a los encantos del honor y de la prosperidad nacional; y miran con indolencia la gloria de vivir en el movimiento de la libertad, bajo la tutela de leyes dictadas por su propia voluntad. Los fastos del universo proclaman esta espantosa verdad”.
Profunda reflexión desde la filosofía política, la sociología y –por qué no- la antropología, que le hacen ver entre las tinieblas las verdades más recónditas de aquella realidad colonial, atrasada y retrógrada: “Por el engaño se nos ha dominado más que por la fuerza; y por el vicio se nos ha degradado más bien que por la superstición. La esclavitud es hija de las tinieblas; un Pueblo ignorante es instrumento ciego de su propia destrucción: la ambición, la intriga, abusan de la credibilidad y de la inexperiencia, de hombres ajenos de todo conocimiento político, económico o civil: adoptan como realidades las que son puras ilusiones; toman la licencia por la libertad, la traición por el patriotismo, la venganza por la justicia”.

“Crueles reflexiones” en las que se pone de manifiesto, a la luz de la experiencia histórica, “que las grandes naciones han sido mandadas por aristocracias o monarquías”, pero aun así se restea con la democracia, un concepto que para su época era vago, difuso, y que estaba apenas iniciándose la discusión de sus contenidos contemporáneos.
En su discurso, escrito en minutos arrancados a la intensa labor de Jefe Supremo, a veces en idas y venidas por el Orinoco en cumplimiento de estratégicas operaciones militares, El Libertador no es indiferente a los males que gobiernos opresores causan a otros pueblos del mundo, y esa realidad internacional que él no cesa de vigilar y estudiar, lo reafirma con más fuerza en la línea de exigirle a la revolución los mayores esfuerzos para inventar y ejercer el mejor gobierno que sea posible: “casi toda la Tierra ha sido, y aun es, víctima de sus gobiernos. Observaréis muchos sistemas de manejar hombres, mas todos para oprimirlos…horror de tan chocante espectáculo”.
¿Cuál es ese gobierno que él desea para nuestra Patria? Porque Bolívar no es de los que se conforman con criticar al sistema injusto como simple acto de rebeldía o denuncia; en su disertación, ofrece las pautas doctrinarias del gobierno deseado, esa imagen objetivo por alcanzar que justifica todos los sacrificios ofrendados al sueño de libertad: “el sistema de Gobierno más perfecto, es aquel que produce mayor suma de felicidad posible, mayor suma de seguridad social, y mayor suma de estabilidad política”.
Esta definición del Gobierno ideal alcanza tal nivel de perfección, que dudo se haya producido de entonces para acá, una aportación más acabada.
Y, ¿cuál es el elemento clave que marca la diferencia entre los “sistemas de manejar hombres… para oprimirlos” y éste nuevo que el Libertador Presidente propone ante la representación nacional? Respondamos sin vacilar: la igualdad. Escuchemos su voz metálica pronunciada con vehemencia: “Mi opinión es, legisladores, que el principio fundamental de nuestro sistema, depende inmediata y exclusivamente de la igualdad establecida y practicada en Venezuela”.
Bolívar sabe con Rousseau que “los hombres nacen todos con derechos iguales a los bienes de la sociedad”, y, en sintonía con el pensamiento progresista de su tiempo, señala que tal principio igualitario, “está sancionado por la pluralidad de los sabios”.
Pluralidad de sabios que él había estudiado muy a fondo, o que supo de sus ideas a través del maestro Simón Rodríguez, quien durante la travesía europea que hicieron juntos en 1805, seguro le conversó del acervo revolucionario francés, de las logias del sansimonismo a las que asistía, y de un tal Graco Babeuf, líder de la llamada “Conspiración de los Iguales”, guillotinado el 8 de agosto de 1787, quien pregonaba por entonces que “la naturaleza nos ha dotado de un derecho igual para el disfrute de todos los bienes, el fin de la sociedad es defender esa igualdad atacada frecuentemente por el fuerte y el malo, y así aumentar de forma colectiva los disfrutes comunes”
Bolívar es un militante de la igualdad política y social. No cae en extremismos ni se frena en la resignación. Entiende que la condición humana se debate entre la predeterminación de la naturaleza y la dialéctica del devenir social. En base a su visión de la construcción societaria, propugna las herramientas culturales que viabilizan el camino hacia la igualdad: “Si el principio de la igualdad política es generalmente reconocido, no lo es menos el de la desigualdad física y moral. La naturaleza hace a los hombres desiguales, en genio, temperamento, fuerzas y caracteres. Las leyes corrigen esta diferencia porque colocan al individuo en la sociedad para que la educación, la industria, las artes, los servicios, las virtudes, le den una igualdad ficticia, propiamente llamada política y social”.
Su idea es clara: “Principio fundamental de nuestro sistema: la igualdad establecida y practicada”. Para ir en busca de esa igualdad, se requiere aplicar la doctrina del Buen Gobierno: “aquel que produce mayor suma de felicidad posible, mayor suma de seguridad social, y mayor suma de estabilidad política”; porque como el aire “necesitamos de la igualdad para refundir, digámoslo así, en un todo, la especie de los hombres, las opiniones políticas, y las costumbres públicas”.
III
Analizando el contenido del Discurso de Angostura, y comparándolo con los tres documentos anteriores más representativos del pensamiento bolivariano, a saber, los Manifiestos de Cartagena (1812) y Carúpano (1814), y su Carta de Jamaica (1815), encontramos que El Libertador se reitera en una metodología científica de abordaje teórico que presenta los siguientes rasgos comunes:
-       Perspectiva histórica: ejercicio de memoria de los procesos de luchas vividas y sus enseñanzas.
-       Consideración de la realidad internacional, la geopolítica mundial, como elemento esencial a la formación de una cultura política general, que permita el entendimiento concienzudo de las fuerzas actuantes y los intereses que pueden influir en la estrategia revolucionaria.
-       Marco teórico filosófico: Bolívar conoce la multiplicidad de autores influyentes y tendencias ideológicas de su época, así como los clásicos de la literatura filosófica, política y militar.
-       A estos tres aspectos metodológicos comunes en la obra de Bolívar, debemos agregar la permanente observación del espacio geográfico como terreno de las realizaciones concretas, y el análisis estadístico como instrumento de sistematización y comprensión formal de los fenómenos sociales. Todo esto constituye lo que he denominado el método científico de Simón Bolívar, en mi libro La Doctrina Bolivariana. Esencia y vigencia. (Inédito)
Partiendo de esa visión científica de la realidad es que propone romper el estado de cosas opresor que la Colonia impuso en nuestro continente y dar el salto histórico hacia la nueva sociedad que debe surgir de la victoria independentista; en tal sentido, proclama que Venezuela, constituida en República Democrática, “proscribió la Monarquía, las distinciones, la nobleza, los fueros, los privilegios: declaró los derechos del hombre, la libertad de obrar, de pensar, de hablar y de escribir”.
Este abordaje científico de la situación histórica concreta, es el mismo que reclama la originalidad de las propuestas programáticas contenidas en el proyecto revolucionario: “¿No dice el espíritu de las leyes que éstas deben ser propias para el Pueblo que se hacen? “¡He aquí el código que debíamos consultar, y no el de Washington!!!”
Esa necesaria originalidad de las iniciativas liberadoras en una sociedad hasta entonces sometida al oscurantista régimen colonial, que Simón Rodríguez resumió magistralmente en la máxima “inventamos o erramos”, es válida igualmente para el modelo de gobierno a implementar, asunto que tanto ocupó las reflexiones del Libertador: “No olvidando jamás que la excelencia de un Gobierno no consiste en su teórica, en su forma, ni en su mecanismo, sino en ser apropiado a la naturaleza y al carácter de la nación para quien se instituye”. Ese gobierno soñado por el Creador de Colombia, tiene que ser “eminentemente popular, eminentemente justo, eminentemente moral, que encadene la opresión, la anarquía y la culpa. Un Gobierno que haga reinar la inocencia, la humanidad y la paz. Un Gobierno que haga triunfar bajo el imperio de leyes inexorables, la igualdad y la libertad”.
IV
Construir ciudadanía, de la que se declara felizmente uno más, exige definir e implementar políticas de Estado conducentes a la siembra de valores y virtudes en una población que de seguir sujeta al arbitrio de las costumbres dominantes que la hundían en la ignorancia y la sumisión, nunca estaría en capacidad de autodeterminarse y ser gestora de la nueva civilización. Clama en armónica oratoria al modesto salón, para que su voz impregne a través de la etérea humedad la piel de la población que escucha tras los ventanales, “renovemos en el mundo la idea de un Pueblo que no se contenta con ser libre y fuerte, sino que quiere ser virtuoso”. Increpa a los delegados presentes, con la convicción que brota desde su alma magisterial: “La educación popular debe ser el cuidado primogénito del amor paternal del Congreso. Moral y luces son los polos de una República, moral y luces son nuestras primeras necesidades”.
Nada de lo soñado y arduamente luchado, que apenas comenzaba a tomar cuerpo en ese espacio de utopías concretas que fue su primer Gobierno en Angostura, sería sostenible sin la ética republicana, antídoto insustituible contra ese enemigo mortal de toda revolución que es la corrupción: “demos a nuestra República una cuarta potestad cuyo dominio sea la infancia y el corazón de los hombres, el espíritu público, las buenas costumbres y la moral republicana. Constituyamos este Areópago para que vele sobre la educación de los niños, sobre la instrucción nacional; para que purifique lo que se haya corrompido en la República; que acuse la ingratitud, el egoísmo, la frialdad del amor a la patria, el ocio, la negligencia de los Ciudadanos: que juzgue de los principios de corrupción, de los ejemplos perniciosos…”.
Bolívar cree en esa necesidad de regar la patria con los valores morales que fortalecen el espíritu nacional y convierten a cada patriota en una atalaya de su dignidad individual, blindando la seguridad del bien colectivo. Su visión de futuro, el país por él anhelado, se refleja en el largo plazo como una sociedad poderosa en virtudes, libre de esclavitudes y servilismos, amante del saber y del trabajo como vías de la verdadera independencia.
Coincidimos con Alfonso Rumazo, al afirmar que: “Cuando se estudia el pensamiento y la obra de los demás libertadores de América, se encuentra que Bolívar aparece como un pensador solitario, aislado; ninguno se le acerca en ilustración, fijeza de conceptos, altura de ideales y poder penetrante de captación de las normas de gobierno, de las de la sociología, la moral o las lecciones de la filosofía y la historia”.
“Tuvo el Libertador un concepto lato de revolución” (Brito Figueroa), porque para él ésta comprendía no sólo conquistar la autonomía política respecto a la metrópoli colonial, sino también “la independencia económica, social, jurídica, histórica y hasta espiritual de los pueblos de América”.
Soy convencido de la existencia de una Doctrina Bolivariana que con sorprendente vigencia nos llama a continuar aquella gesta inconclusa. Preocupa -y molesta- la superficialidad con que se trata este tema fundamental para nuestra existencia. Repetir frases hechas en esas ceremonias vacías y rutinarias llamadas “efemérides”, sin comprometernos en el estudio profundo y sistemático del Pensamiento Bolivariano, es incurrir en un error chocante, reflejo por demás de un ambiente político mediocre, característico del que instauraron tras su fallecimiento los enemigos de Bolívar.
¡Honor y Gloria Eterna al Proyecto Bolivariano de Angostura!
Yldefonso Finol
Historiador bolivariano
Cronista de Maracaibo  


Valoración histórica de Maracaibo: “la tinaja del sol”
Asistimos agradecidos al acto organizado por la alcaldía de Maracaibo, donde su titular, el licenciado Willy Casanova, nos honró con la novísima Orden Cacique Nigale, y el gobernador Omar Prieto engalanó el evento con su presencia y su distinción honorífica al joven burgomaestre.
Se trató de un espacio de reflexión sobre nuestro devenir histórico, un ejercicio liberador en tanto dedicamos este tiempo a buscar la verdad, más allá de los hábitos impuestos y de la flojera para pensar en lo trascendente. Esto fue lo que hizo Bolívar: un inmenso esfuerzo de memoria histórica de nuestro pueblo, lo que le dio sustento, razón e inspiración a su gesta insuperable. Porque al hurgar en los enmohecidos baúles de la historia, la que se nos negó para dominarnos, estamos combatiendo el colonialismo, la explotación, la opresión, y estamos promoviendo el conocimiento, la igualdad, la libertad, la soberanía, la ética, la educación, la cultura; y esa fue la lucha fundamental del Libertador. 
La oportunidad fue propicia para exponer –como Orador de Orden- mi tesis sobre la falsa “fundación” de la ciudad el 8 de septiembre de 1529, ni ninguna fecha de las que la historiografía oficial ha sostenido contra toda convicción científica. Tales “ceremonias”, herencias de la dominación colonial que dan continuidad a rutinas manidas, trocadas en costumbres abominables, como ésta de celebrar la invasión extranjera que esclavizó a nuestros antepasados y cometió un genocidio en esta patria lacustre contra los primeros maracaiberos: los añú.
Tres de mis libros editados con mucho esfuerzo personal y familiar, resumen mi aporte concreto para el redescubrimiento de nuestras verdaderas raíces históricas y la reivindicación de nuestra ancestralidad. Son ellos: El Cacique Nigale y la ocupación europea de Maracaibo (2001); La Infundada “fundación” de Maracaibo (2014); y Añun Nuku Karu, El Libro del Pueblo Añú (2015).
Soy militante de la historia como caminata hacia las verdades más ocultas, a la vez que instrumento de conciencia social transformadora. Creo, con el maestro Francisco Pividal, que “La historia refleja siempre los intereses de la clase que está en el poder. Los explotadores la desfiguran para llevar a los explotados a la sumisión política, económica y social. La historia de los explotados es siempre la anti-historia de los explotadores”.
Los pueblos que pierden la conexión con su ancestralidad, se debilitan como nación, y son presa fácil de las apetencias foráneas. El espíritu colectivo se desvanece, y sus genuinos iconos identitarios son suplantados por mitos alienantes. De allí viene la transculturación como proceso de dominación que demuele valores raigales y hace naufragar la pertinencia de la pertenencia. El resultado son masas desideologizadas, más amorfas que heterogéneas, más dispersas que diversas, más desprevenidas que empoderadas.
Ser militante de esta necesidad de la verdad -“La verdad es siempre revolucionaria”, dice Lenin- lleva implícito un inmenso esfuerzo personal, doloroso y solitario, devorador de horas y sembrador de insomnios. Pero irrenunciable obsesión, la cual, a decir de Marc Bloch “Sería infligir a la humanidad una extraña mutilación si se le negase el derecho de buscar, fuera de toda preocupación de bienestar, cómo sosegar su hambre intelectual”.
Me formé desde muy joven leyendo en Marx y Engels que “las ideas de la clase dominante son las ideas dominantes en cada época”; y aprendí en 1976, con el discurso “Reformemos nuestro estudio” del camarada Mao Tse Tung, que “hay quienes no conocen en absoluto o conocen muy poco la historia del país, pero no consideran esto una vergüenza…Muchos eruditos, siempre que hablan, lo hacen sobre la Europa; pero en cuanto a sus propios antepasados, desgraciadamente, ya los han olvidado”.
Por eso sé que sólo la promoción masiva de la memoria histórica, formará a nuestro pueblo para que sea realmente libre. Ello exige políticas de Estado en educación y comunicación, que ya no se pueden seguir posponiendo.
II
Esta búsqueda insaciable de verdades truncadas, nos empuja por igual al encuentro con las etimologías de nuestros idiomas ancestrales. Descifrar las nombradías que la resistencia salvó del arrase colonialista, es una tentación constante, una necesidad de reconocernos desde el embrión más elemental de la palabra.
Quienes se acercan recién a estas andanzas, me increpan sobre el significado de Maracaibo. Les he dicho: voy a responderles cuidadosamente.
Según Alfredo Jahn: “Todos los cronistas que han descrito los grupos aborígenes del Lago, están de acuerdo en reconocer que la denominación de Maracaibo fue tomada por los españoles del nombre de un importante cacique o principal que tenía dominio sobre la mayoría de las poblaciones indígenas del Lago (Simón, 1882, pp.37. Oviedo y Baños, 1940, pp. 22. Aguado, 1950, pp. 37. Arguellez y Párraga, 1579, pp. 157. Oviedo y Valdez, 1959, pp.) Según otros autores como Crevaux, la denominación de Maracaibo provendría del vocablo indígena “Maracai”, el cual significa “tigre” (Crevaux, 1883, pp. 446). Por su parte, Ernst sugiere que el término podría derivar del vocablo indígena “Maracayar-mbo”, el cual significa “pie de tigre” (Ernst, 1914, pp. 7)”.
Adolfo Salazar Quijada señala que “no se conoce a ciencia cierta el motivo, ni el significado exacto de esta voz que, desde sus comienzos sirvió de nombre a la actual capital del estado Zulia. La versión de Mara…cayó, no es más que una especulación popular, que ha tomado fuerza por la dificultad de la ciencia toponímica para explicar su etimología con precisión. El nombre de Maracaibo, aparece en la cartografía histórica del Zulia desde el año 1552, con una ortografía casi invariable. Un estudio toponímico a profundidad es necesario para saber el origen y significado del enigmático nombre de Maracaibo; sin embargo, existe la versión del doctor Adolfo Ernst, quien señala que esta voz significa en lengua guaraní y Caribe mano de tigre, cuestión que se habrá de precisar mejor”.
Este autor presenta dos posibles significados de “Mara”: “Mara es voz Caribe con que se denomina a un árbol maderable, cuyas ramas gruesas y tronco están casi todo el año desnudos de hojas, por lo que se le conoce más comúnmente con el nombre de indio desnudo (bursera simaruba). Mara, también es voz Caribe con que se denomina a una especie de canasto”.
El Hermano Nectario, escribe: “Sobre el origen del nombre de Maracaibo, los historiadores han emitido opiniones en las cuales la imaginación campea a veces más que la documentación histórica”.
Dice Nectario que “algunos han creído acertar en el significado de “Mano de Tigre” que dan al vocablo Maracaibo, al apuntar que Maracayar, en idioma Guaraní, significaría tigre o jaguar, y el sufijo bo, mano; mientras otros, con Juan de O’Leary, citado por Carlos Medina Chirinos, afirman que en Guaraní la voz Maracaibo quiere decir “río de los loros”…Esto evidencia que, para poder acertar en la recta interpretación de este y otros nombres, el conocimiento de la lengua de los Onotos sería requisito indispensable”.
El muy acucioso Nectario María da con la clave del asunto: el conocimiento del idioma del pueblo originario de Maracaibo, que él reincide en llamar –como los que llegaron con Alfinger- Onotos, pero que son los Añú, mal llamados Paraujanos. En cierto modo reconoce la imposibilidad de descifrar el asunto: “Por carecer totalmente de documentos y bases para el estudio de este idioma, no podemos formular un criterio acertado, lo cual nos obliga a reservar nuestro asentimiento sobre el valor de las interpretaciones expuestas, que sólo se dan con carácter informativo”.
Respecto del lago, el primer nombre hispano con que lo bautizó Ojeda, fue San Bartolomé. La palabra Maracaibo –en la escritura invasora- comenzó a usarse a partir de la invasión de 1529: “En la boca del lago estaba una isla situada más arriba de la de Toas, y a la cual los indios decían Maracaibo, por ser el nombre del jefe o cacique principal de aquella isla”.
El grupo de Alfinger llamó al lago “de Nuestra Señora”, por la coincidencia del 8 de septiembre con la Natividad de la Virgen. Sigue Nectario: “con el nombre de Maracaibo, los Pemones-Bubures del sur del lago designaban a una de sus poblaciones situada a la orilla de un río principal, probablemente el Zulia”.
Detengamos un momento la atención en estos dos últimos párrafos, y destaquemos el hecho de que los españoles escucharon la palabra Maracaibo en diversos lugares del lago. Primero la oyeron entrando por la actual isla San Carlos, luego en la angostura del estuario en alguna orilla del municipio Mara, y, para rematar, también se las pronunciaron en el sur del lago. ¿Qué deberíamos inferir de estas “coincidencias”? Que Maracaibo no es el nombre de un punto específico en el lago, sino la denominación ancestral del Lago mismo.
Hemos indagado en la etimología de la palabra y en la complejidad del término, notando su aproximación al vocablo “Maraca”, que guarda gran relación con Maracay y Maracapana. Esta voz Maraca tiene una similar connotación en guaraní y taíno: instrumento musical de percusión hecho con cáscara de calabaza y rellena de semillas secas. Es la imitación humana del cascabel de la serpiente del mismo nombre.
Por eso versioné en el año 2000 la tesis que vincula el nombre de Maracaibo con la abundancia de especies ofídicas en el bosque seco tropical de la planicie circundante. “Al sur horizonte iba aquella expedición comercial entusiasta guiada serenamente por el gran cacique Maarak, líder de la lacustre nación Añú, que gobernaba bajo el influjo del tótem de la serpiente cascabel, en nombre del clan Maarak’iwo, que daba el nombre a la región de los que viven sobre el agua”, se lee en las primeras líneas del Cacique Nigale y la ocupación europea de Maracaibo.
Mara o Maraca son vocablos cuyo estudio debemos seguir profundizando a la luz de las últimas investigaciones sobre el añúnnuku, idioma de los añú. Un hallazgo que me sorprendió gratamente, lo encontré en los apuntes de Alfredo Jahn, antropólogo que visitó los pueblos “paraujanos” como jefe de una comisión del gobierno nacional entre 1910 y 1912, regresando por voluntad propia en los lapsos 1914-1917 y 1921-1922.
Jahn realizó un cuadro comparativo de los idiomas indígenas del occidente, y en el caso añú logró recoger los sonidos “Hara o Mara”, que traduce vasija de barro o tinaja. Este aporte ha trastocado toda mi apreciación del verdadero significado de Maracaibo, ya que el prefijo “Mara” es la mitad del topónimo lacustre que nos ocupa; pero aún si tomásemos los dos fonemas como una sola palabra compuesta, el sonido “Marahara”, mal escuchado, mal pronunciado y mal recordado por los invasores –que no eran precisamente lingüistas- bien pudiera ser el origen de Maracaibo.
La arqueología etimológica de la palabra, nos asombra con la causalidad –que no casualidad- de que en la cosmovisión añú, civilización acuática que tiene por hábitat ancestral al estuario, la forma cóncava de la vasija y su función vital como recipiente de agua y alimento, reproduce la forma y función del Lago, como dador de todo sustento material y espiritual.
Esta raíz “Mara” la encontraremos relacionada a Maracay, lugar adosado al lago de los Tacariguas, y a Maracapana, que también es un sitio pegado a un reservorio de aguas, en este caso al Golfo de Paria.
No se trata de simples coincidencias; estamos en presencia de un sustantivo venido del tronco común de los idiomas originarios de la fachada costera del país, vale decir el arahuaco, más los aportes caribe venidos casi siempre del tupi-guaraní, como el caso de “paráa”, que es el mar o una aglomeración de aguas.
Rescatemos entonces la aportación de Lizandro Alvarado que en su obra Glosario de voces indígenas, reseña la palabra “mara” como aguadera, según conoció de su uso por indígenas del oriente venezolano, entre los que se cuenta a los guaqueríes de costas anzoatiguenses y de Paraguachoa (Isla Margarita).
Conclusión, el significado de Maracaibo como fusión de “mara”: tinaja y “kai”: sol, es “tinaja del sol”. El sufijo “mbo” es impronta caribe, y lo encontramos en Paramaribo, Tacuarembó, y otras localidades suramericanas, jugando el papel de señalador geográfico.

Yldefonso Finol