viernes, 30 de abril de 2021

30 de abril de 1821: INICIA SU MARCHA LA DIVISIÓN DE RAFAEL URDANETA rumbo a CARABOBO

 


Maracaibo 30 de abril de 1821: inicio de la marcha libertadora de la División del General Rafael Urdaneta rumbo a Carabobo

La liberación de Maracaibo el 28 de enero de 1821 tuvo un poderoso impacto en el desenlace de la Guerra de Independencia. El pronunciamiento independentista del Cabildo y el Gobernador de la Provincia de Maracaibo, bajo la dirección del General Rafael Urdaneta, significó la toma de una plaza determinante que fue epicentro de los gloriosos sucesos del año 1821. No sólo fue que la acción desencadenara en la ruptura del Armisticio y el reinicio de las hostilidades entre los dos ejércitos, si no que abrió cauce a la consolidación de la fuerza decisiva que Bolívar quería reunir en el centro occidente del país, habiendo empujado al enemigo al ruedo valenciano, con la franja oriental hasta Caracas distraída en resistir al irresistible Bermúdez.  

En la visión totalizante del Libertador, el campo de batalla esos días era toda Venezuela, una fracción del mapa que rondaba en su mente: todo el continente.

Entre los efectos positivos de la incorporación de Maracaibo a la causa bolivariana, podemos destacar:

-       Acceso a los inmensos recursos de que disponía esta gobernación, incluidos equipamientos militares, personal apto para el ejército, alimentación para las tropas, y capacidad financiera que hasta ese momento estuvo en manos enemigas.

-       Control de los pasos terrestres desde y hacia Maracaibo, y la navegabilidad por el Lago y Golfo de Venezuela, lo que permitió la movilización de importantes contingentes que fueron sumados a la Campaña de Carabobo, como los Húsares de la Guardia más el Batallón Rifles que se trajeron de Santa Marta.

-       Conformación del nuevo Batallón Maracaibo con ciudadanos residentes en la región que se presentaron al llamado de Urdaneta, completando la División que el Prócer zuliano conduciría, más el Batallón Tiradores que estratégicamente había movido en bongos desde Gibraltar la noche del 27 de enero para proteger a los nuevos republicanos de posibles represalias realistas, y los Húsares de la Guardia y el Batallón Rifles que traería por mar y tierra desde Santa Marta.

-       En las fuerzas enemigas que ocupaban plazas cercanas como Coro y Carora, la noticia afectó amargamente sus ánimos, por la sorpresa de tan audaz acción en medio del Armisticio y por el prestigio militar del jefe del movimiento, el General Rafael Urdaneta, un nombre consagrado a lo largo de once años de guerra en los campos de batalla de la Nueva Granada y Venezuela.

-       Por el contrario, los focos patrióticos que resistían en esas comarcas favorables al colonialismo, sintieron un inmenso aliciente de renovar sus bríos, esperanzados en los aires libertarios que se anunciaban, aumentando las adhesiones ante la inminente posibilidad de triunfo independentista; como ocurrió en la península de Paraguaná con las milicias conducidas por la heroína Josefa Camejo, conocida de Urdaneta desde 1814, y con quien logró mantener contacto a través de mensajeros clandestinos.

-       Un inmenso territorio quedaba a merced de las armas nacionales: todo el occidente venezolano, el control de acceso al macizo andino, la costa atlántica neogranadina y la cuenca del estuario maracaibero. 

No menos significativa resultó la buena nueva de poderse abrir Maracaibo a la libertad de expresión de las ideas republicanas con la llegada de la primera imprenta patriótica de manos del Capitán francés Andrés Roderick, primer impresor del Correo del Orinoco y editor del Gobierno Bolivariano en Angostura, quien se estableció en la ciudad puerto haciendo posible la publicación el 9 de junio de 1821 del pionero periódico zuliano El Correo Nacional. Su primer redactor fue José Demetrio Lossada, de familia comprometida con la causa independentista.

El Libertador sabía todo esto, por ello encomendó a su leal compañero iniciar sin demoras la liberación del occidente venezolano, con Coro como plaza inmediata. Las órdenes precisas fueron expedidas el 12 de abril.

Pero, incluso, desde el 8 de marzo, Urdaneta había sido investido de autoridad para “recibir y conceder protección decididamente a cualquier pueblo, distrito o Provincia que siga el ejemplo de Maracaibo y se acoja a nuestra banderas implorándolas después de haber adjurado y desconocido el Gobierno español”. 

Tal fue el caso de Coro en coordinación con Josefa Camejo y la milicia de Paraguaná que declaró su adhesión a la República el 3 de mayo.

Desde Barinas, el 12 de abril de 1821, Bolívar imparte instrucciones por medio del ministro Pedro Briceño Méndez: “Si Usted, pues, emprende su marcha el 28 del corriente sin falta, y acelerándola lo posible liberta a Coro de paso y se adelanta sobre Barquisimeto, es casi seguro que hallará muy poca o ninguna resistencia, porque no habrá tenido tiempo el enemigo de desengañarse y conocer nuestro objeto, para impedirlo. Su Excelencia ha combinado sus operaciones de manera de entretener al enemigo y conservarlo en su error; pero como operaciones de pura diversión no es fácil sostenerlas por mucho tiempo con un gran cuerpo sin descubrir el fin, es de temer que si no realiza Usted el proyecto en doce o quince días, se frustre y se vea Usted en la necesidad de desistir de él, y el ejército carezca de esa división el día de la batalla. Convencido Usted de la justicia de esas observaciones, no debe perder un instante en abrir la campaña y en adelantarla. Tanto en Coro como en el Occidente, procurará Usted levantar cuerpos de caballería y montarlos bien aunque sea en mulas, porque es probable que el enemigo destaque sobre Usted algún regimiento de esta arma, que no podrá resistir el solo escuadrón de Cazadores a caballo. También están destinados a servir en esa división los Tenientes Coroneles J. J. Flores y León Ferrer. Este último servirá a Usted útilmente en Coro por ser natural de allí. Si libertada Coro creyese Usted conveniente encargar del gobierno de aquel Departamento al señor Coronel Juan Escalona, lo hará Usted o lo empleará en su Estado Mayor según convenga o se necesite.”

Tan vital le era esta División Urdaneta a la victoria de Carabobo, que el propio Libertador realiza varias acciones de diversión ante fuerzas del enemigo en plazas del llano occidental de importancia menor, para que mirasen hacia otro lado y no a la ruta que recorrería la División que salió de los Puertos de Altagracia el 1º de mayo hacia el Ancón de Iturre vía Coro.

Uno de los asuntos que ocupó grandemente la atención del Libertador fue cómo se debía unir la división del General Rafael Urdaneta al Ejército. Se evaluaron todas las opciones, principalmente dos, la de ir por el lago vía Trujillo-Guanare, y la de tomar todo el Occidente comenzando por la Provincia de Coro y seguir por Carora-Barquisimeto. Ésta última fue la decidida. La salida desde Maracaibo ocurrió el 30 de abril, aunque Vicente Lecuna, en su Crónica Razonada de las Guerras de Bolívar, la ubica el 1 de mayo.

II

La victoria patriota en la Provincia de Maracaibo el 28 de enero, corrió como pólvora en las cercanías. Las noticias pusieron en alerta y carrera a los realistas de Coro que en medio del Armisticio –violándolo- habían tomado el puerto altagraciano. En un primer momento reaccionaron con ánimo combativo; de hecho, habían movido alguna fuerza adicional hacia Casigua, pero en la medida que supieron que Urdaneta formaba una División que tomaría esa ruta, comenzaron a correrse hacia el este, previendo una huida hacia el centro costero del país, donde dominaban.

Por eso la orden superior era muy clara: “Que el deseo y objeto principal de Su Excelencia es que ocupe Usted a Coro a la mayor brevedad, emprendiendo sus operaciones el día 28 del corriente sin falta.”

De manera que la marcha por Coro (y no por Trujillo a través del Lago como se pensó en un primer momento), no fue un movimiento al estilo diversión, sino una marcha de campaña para batir a un enemigo con trescientos años de dominio exclusivo en esa plaza, fuertemente apertrechada y enraizada en la población la tradición realista, con un puerto como la Vela que era punto de fácil comunicación con Puerto Cabello, por donde podrían generarse invasiones sorpresivas que complicaran por la retaguardia la marcha de los dos mil efectivos de la División Urdaneta.

En otra carta del 16 de abril, Briceño Méndez le había enviado a Urdaneta “una lista… de los sujetos que notoriamente son conocidos por adictos a la República en el Departamento de Coro. Ella puede servir a Usted de conocimiento para sus operaciones y para saber las personas en quienes puede depositar alguna confianza. Usted hará de ella el uso que convenga.”

¿Qué operaciones debió concretar Urdaneta entre el 28 de enero, para lograr en tres meses organizar su División, equipándola para la enorme misión que tenían por delante?

Estableció el 28 de abril como fecha tope para el reinicio de hostilidades, Urdaneta ya había tomado ventaja organizando la División conformada por las siguientes fuerzas: el Batallón Tiradores que había venido en bongos desde Gibraltar el 27 de enero; el Batallón Rifles y los Húsares de la Guardia que habían de trasladarse desde Santa Marta; y el nuevo Batallón Maracaibo, creado tras la liberación del 28 de enero con residentes de la región, que logró reunir y entrenar en tiempo récord a 700 jóvenes guerreros.

La ruta de la División Urdaneta fue así: desde el 28 comenzó a mover tropas al lado oriental de la costa lacustre, saliendo completos (menos el Batallón Rifles) el 30 de abril de Maracaibo a los Puertos de Altagracia; toda una masiva operación náutica que contó con el entusiasta apoyo del pueblo paraujano del estuario maracaibero; luego, el día primero de mayo, tomaron rumbo a Coro, siguiendo el tradicional camino caribeño. Con la vanguardia sorprende un destacamento enemigo en Cumarigure y otro en San Félix. Avanzando hacia Casigua, puso en retirada dos columnas dirigidas por los comandantes realistas Farías (que a finales de julio se pasa al bando patriota) y Miyares.

El esfuerzo de la tropa bolivariana era supremo, toda vez que carecían de medios de transporte suficientes para la pesada carga que debían trasladar. La marcha fue particularmente lenta por tener que llevar en hombros gran parte del armamento, alimento y demás implementos militares.

Pacientemente y con esa voluntad especial que despiertan las causas justas y la pertenencia a una fuerza victoriosa, el personal estaba altamente moralizado, entre otras razones por la prestigiosa carrera que orlaba a su Jefe, el Brillante Rafael Urdaneta. El efecto en el bando enemigo era inverso: verse asediados por una fuerza precedida del laureado General les mermaba toda ilusión de triunfo. Resultado previsible: huida de las fuerzas realistas hacia Puerto Cabello y Valencia.

La hueste independentista sigue por Seque y Zazárida a Mitare, donde arribaron el 9 de mayo. Mientras, en la península de Paraguaná, las milicias se sublevan derrotando en Baraived al enemigo el 3 de mayo.  Resuena con turas en los alisios el nombre de la heroína Josefa Camejo, militante temprana de la causa republicana desde su primera juventud. Esta comandanta revolucionaria estaba en contacto con los agentes clandestinos de Urdaneta, a quien conoció en alguno de los tramos de la retirada de 1814 hacia Nueva Granada.

Todo el camino de Los Puertos de Altagracia hasta Coro estaba infestado de fuerzas regulares y guerrilleras realistas. Pasando por Urumaco hubo que destinar al Coronel Briceño a combatir una guerrilla leal a la Corona española en Pedregal; ya estando en Coro la División Urdaneta, tocó enviar a Rangel contra esa misma pandilla realista de Pedregal y al Capitán Gómez contra otra en Mitare.

A cuatro leguas de Coro recibió Urdaneta una comisión compuesta de los señores Presbítero Mariano Talavera, Antonio Urbina y José María Miyares, asegurándole que la ciudad acababa de ser evacuada por las tropas españolas, que se habían retirado con dirección a Puerto Cabello, por la costa, y que ellos en representación de la ciudad de Coro, venían a ofrecer su sometimiento al Gobierno de la República.

Rafael Urdaneta entra el día 11 a Coro, luego de recibir en Mitare la delegación coriana que resignaba la ciudad a su mando. Los jefes enemigos Sánchez Lima y Esteban Díaz, huyeron con su guarnición, no sin antes hacer explotar el polvorín con 90 quintales de explosivos que causaron graves daños a la población civil, con saldo de numerosos muertos y heridos. Las columnas paraguaneras se ofrecieron para perseguirles. Urdaneta instruyó que lo hiciesen sólo hasta el pueblo San Juan de Tocuyo, porque en adelante correrían demasiado riesgo de ponerse a tiro de los enemigos de Puerto Cabello.

La ciudadanía no se sumó mayoritariamente a los independientes, y muchos connotados realistas prefirieron apartarse a sus hatos y playas durante la ocupación patriota, retornando tras la salida de la División de Urdaneta el 28 de mayo rumbo a Carora. En Pedregal se le unieron los del Batallón Rifles, rezagados por escaramuzas que debieron enfrentar en la Guajira. En Coro quedó al mando el Capitán Juan de Escalona, por muy poco tiempo.

El propósito principal de la acción de Urdaneta se había logrado: libertar Coro y obligar al enemigo a retirarse hacia el centro del país; así, al llegar a Carora con su División de dos mil efectivos bien formados, todo el occidente quedaba en poder del Gobierno de la República, y Bolívar había logrado armar perfectamente su estrategia de forzar un combate magno, donde dos ejércitos deciden, en la tablero de la gloria, la conclusión de la guerra.

Desde el Oriente, por donde sale el sol en nuestro territorio Esequibo, el impetuoso General José Francisco Bermúdez, ha llegado hasta Caracas el 14 de junio, de modo que el dominio colonial quedó reducido a la central comarca valenciana y su puerto. Esta operación ordenada por Bolívar se conoce como “Diversión de Bermúdez”, consistente en ocupar al enemigo por ese flanco a fin de distraer y desgastar sus fuerzas, para asestarle con más rigor la derrota en el escenario escogido para la batalla final.

Bermúdez, que por su personalidad tuvo episodios problemáticos para la causa bolivariana, saldó resultados excedentes en esta campaña fundamental de la Patria; bien pudiera llamársele el último Libertador de Caracas.

III

En las Memorias de Urdaneta encontramos testimonio fresco de que aquella campaña para liberar a Coro “tuvo su mayor dificultad en la falta absoluta de bagajes y trasportes”, al extremo que los pertrechos fueron llevados en hombros de la tropa, y hasta los más altos oficiales hubieron de ceder sus caballos y marchar a pie. “Los enemigos con infracción del armisticio habían situado en Casigua una división al mando del Comandante Bernardo Miyares, el cual había hecho ocupar el pueblo de Altagracia, perteneciente a Maracaibo, por una columna al mando de Francisco María Farías, la cual replegó luego que los patriotas se movieron. En el hato de San Pedro (Camanigure) y en el río de Matícora, sorprendieron los patriotas dos destacamentos enemigos, haciendo prisionero al primero con su Comandante y derrotado el segundo que era de caballería, mandado por don Juan Agustín Oberto, cuyo hijo Rudesindo, que después fue patriota, quedó prisionero. La derrota de este destacamento fue bastante para que Miyares con su división evacuase a Casigua y se retirase a Coro por diferentes caminos. Los patriotas siguieron su marcha sin obstáculos, recibiendo muestras de adhesión de los pueblos del tránsito y sin causarles la menor extorsión, antes bien, pagando todo cuanto se tomaba para las tropas, para que recibiesen una impresión favorable del Ejército Libertador, pues era la primera vez que en aquella comarca entraban patriotas.” Se narra en este compendio fundamental de nuestra Historia Patria, que “Paraguaná se había libertado por sí solo al llegar Urdaneta a Coro, bajo la dirección del Teniente de milicias de allí mismo, Segundo Primero…animados heroicamente por la señora Josefa Camejo. Mientras se completaba la incorporación de los cantones de la serranía y se organizaban tropas en la provincia, recibió Urdaneta órdenes de Bolívar para marchar con las fuerzas de su mando para reunírsele en San Carlos, con el objeto de hacer allí la asamblea del ejército, con el cual debía darse una batalla general, que decidiese de la suerte de Venezuela.”

Al partir de la ciudad del medanal, la vieja Todariquiva del Manaure, el General Rafael Urdaneta, designó Gobernador de Coro al Coronel Juan Escalona, quien había salido de una peligrosa clandestinidad de siete años en Caracas, pasando de Curazao a Maracaibo para ponerse a las órdenes de Urdaneta; allí le dejó para defensa de la provincia, algunos oficiales, un nuevo batallón que se creó en Cumarebo, “las milicias de la Sierra al mando de Bonalde y autorización para levantar cuantas tropas pudiera”.

En Pedregal se les unió el Batallón Rifles, después que los venidos por tierra tuvieron que combatir con los indígenas aliados a los realistas en Río Hacha, y resolver la complicada entrada por la barra de Maracaibo la parte que vino en barcos.

Pese a la artera jugarreta del francés Inshauspe, que rebeló nuevas guerrillas realistas en la zona de Mitare y Pedregal, la División no se pudo detener en esta escaramuza porque “las órdenes que Urdaneta había recibido de Bolívar eran tan urgentes que debía cumplirlas, aunque se volviese a perder la provincia de Coro, pues la división que tenía ascendía a 2.000 hombres de buena infantería, que harían suma falta en la batalla general que el Libertador pensaba dar a los españoles. Dejó, por tanto, a Escalona encargado del mando y conservación de la provincia, hasta la decisión de la campaña. Escalona se vio en mil dificultades, porque la provincia toda se le sublevó; más él no abandonó su territorio y sostuvo acciones de importancia hasta que más adelante fue relevado del mando.”

IV

¿Por qué Bolívar asciende a Urdaneta el 6 de junio, 18 días antes de la Batalla de Carabobo?

Dejemos que sea El Libertador Simón Bolívar quien dé la respuesta desde San Carlos el 6 de junio: “Los importantes servicios que el señor General de División Rafael Urdaneta ha prestado a la República en esta campaña, completando la libertad de las Provincias de Maracaibo y Coro, lo hacen acreedor al inmediato ascenso de General en Jefe de los ejércitos de Colombia. Él sirve en el empleo actual desde el año de 1814: constantemente ha estado en campaña y en todas ocasiones ha manifestado su absoluta consagración a la República y virtudes militares que le han merecido siempre la estimación pública y la confianza del Gobierno.”

Esto conceptos serán reiterados con creces al enterarse El Libertador de la enfermedad del General Urdaneta, que lo obligó a permanecer bajo cuidados médicos y delegar el mando de la División en el Coronel José Antonio Rangel, filósofo convertido en combatiente patriota muy meritorio desde muy joven.

Al efecto dice El Libertador a través de Briceño Méndez: “Está en mi poder el oficio de Usted fecha de 8 del corriente en que participa haber entregado el mando de la división al señor Coronel Rangel, por no ser posible a Usted continuar al frente de ella. Su Excelencia el Libertador a quien he instruido de todo, me manda que, al acusar a Usted el recibo de aquella nota, le dé las más repetidas gracias por los importantes servicios que ha prestado Usted a la República en esta campaña, libertando dos Provincias que por su situación y recursos han sido los firmes apoyos de nuestros enemigos en las épocas anteriores. En recompensa ha sido Usted propuesto al Congreso General para el ascenso a General en Jefe. Su Excelencia ha visto con todo el sentimiento que deben inspirarle los padecimientos de Usted, no sólo por ellos mismos, sino por la falta que hace Usted en el ejército y en la campaña. S. E. desea que se dedique Usted exclusivamente a procurar su restablecimiento y por si el estado le permitiere ocupar algunos momentos en el servicio de la República, está Usted autorizado para disponer en el Occidente todo lo que juzgue conveniente, principalmente en la parte militar y en lo relativo a asegurar la tranquilidad del país y su perfecta pacificación.”  

Tal era la confianza que se había cultivado entre aquéllos dos compañeros desde los arriesgados días de la Campaña Admirable.

El 11 de junio se le instruye al Coronel Rangel  “Últimamente, en atención al mal estado de la salud del señor General Urdaneta, y a los sucesos que han tenido los enemigos en San Felipe, ha dispuesto Su Excelencia el Libertador que el señor Coronel Carrillo con el batallón Maracaibo y con la columna del señor Coronel Gómez, marche a batir aquellas fuerzas. Usted le entregará el Batallón con las municiones que necesite en el momento que él se presente a Usted con esta orden… Con este mismo fin es que me manda Su Excelencia ordene a Usted que luego que entregue al señor Coronel Carrillo el Batallón Maracaibo, continúe Usted su marcha hacia este Cuartel General con el resto de la División por la montaña del Altar... En Barquisimeto debe Usted dejar todos los enfermos que traiga la División desde Carora hasta allí, y además los estropeados o cansados que puedan atracarse o agravarse en la marcha hasta aquí.” (San Carlos: junio 11 de 1821).

Efectivamente, en San Felipe, bajo las órdenes del Coronel Cruz Carrillo, el Batallón Maracaibo, renombrado con el honorífico título de “Brillante”, integrado por 700 zulianos, combatió al realista Coronel Tello, impidiendo que esa fuerza enemiga llegase a la Batalla de Carabobo, y haciendo así posible la superioridad bélica que determinó nuestra victoria en ese glorioso campo. Estos hijos de la Tinaja del Sol (Marakai’mbo) inspiraron los versos del poeta Udón Pérez que son Himno para el pueblo zuliano:

En la defensa olímpica

de los nativos fueros

tus hijos sus aceros

llevaron al confín;

ciñendo lauros múltiples

los viste, con arrobo

del Lago a Carabobo,

del Ávila a Junín;

y en Tarqui y Ayacucho

vibraron su clarín.

 

El Coronel Rangel, en sus funciones de suplir a Urdaneta durante la enfermedad, cumpliendo tareas como Comandante del Occidente, murió en Maracaibo en septiembre de aquél año de 1821. Bastante le debe el país –y el Zulia en particular- a este insigne merideño, cuyo sepulcro, junto al de otros héroes como Manrique y Heras, deberían constituir templos de peregrinación patriótica, y no fosas olvidadas en el anonimato más insolente.

El triunfo en Carabobo lo vino a celebrar Bolívar en Maracaibo. Durante 19 días de jolgorio popular, recostado en hamacas a la sombra de cujíes y cocoteros, El Libertador pensó una vez más sus siguientes pasos, diseñando detalles del plan visionado en el trance de Casacoima que lo llevaría hasta la cumbre del Potosí, tan nítidamente planteado en sus predictivas proclamas.

La Campaña de Occidente que liberó Maracaibo, Coro, Carora y el sur lacustre andino, es un capítulo menospreciado por la historiografía oficial de la República desde las hegemonías centralistas del siglo XIX que despreciaron todo aquello que recordara al Simón Bolívar revolucionario y al Primer Bolivariano de todos los tiempos el General en Jefe Rafael Urdaneta.

 

Yldefonso Finol  

miércoles, 28 de abril de 2021

A MIGUELITO ORDÓÑEZ

 A Miguelito Ordóñez, valor insustituible del arein añú; originario lagunero, camarada revolucionario. Amigo por cuatro décadas.

Le canté en vida. Le cantaré siempre.

*Miguel Ordóñez*

I
Él nació en esta rivera
Del lago maracaibero
Miguel Ordóñez Rivero
Gloria de la Grey Gaitera
Que a Maracaibo le diera
Acuarelas con pincel
Pués de su musa un tropel
Versos hermosos brotaron
Mágicos pliegos guardaron
Las botellas de Miguel
II
Miguel añú descendiente
Paraujano lagunero
El gen arein puso esmero
Dándole ese don latente
Que como río en creciente
En sus venas estalló
Sencillo el bardo esculpió
Un mundo con su cincel
Y en Las Petacas Miguel
La Utopía construyó.
III
El pueblo amó su cantar
Por ser poeta sencillo
Como el barrio Saladillo
Donde protestó el juglar
Cuando observó derrumbar
La barriada originaria
Surgió revolucionaria
La oración muy propia de él
En el Credo de Miguel
La humanidad solidaria.
IV
La vida grata sería
Canturreando con Miguel
De Alí Primera Rossel
Tia Juana en Santa Lucía
De Ricardo cantaría
Seguro la Grey Zuliana
La décima paraujana
Del Moján y Santa Rosa
Y tanta gaita sabrosa
Que de su tintero emana.
V
La nostalgia es sentimiento
De valorar lo vivido
Porque ser agradecido
Enaltece el pensamiento
Colma el agradecimiento
A quien vive con honor
Que conserva en su interior
La querencia más genuina
Cual Miguel con La Salina
El tesoro de su Amor.

Yldefonso Finol
Karey Kayagüori añú
Junio 2020 

sábado, 24 de abril de 2021

Gloria a Gloria Martín

 


Gloria a Gloria Martín rapsoda del gentilicio del Gloria al Bravo Pueblo. Gloria a Ella que inauguró la valentía del cantar popular. Pongamos el oído en la tierra de las cuevas ayamán para escucharla. Ella cantará si sabe que fluyen ríos de ternura por tu mirada. Así lo constató un Fabricio que se alzó contra la muerte. Lo supo desde sus entrañas generosas que le llamaban a procrear. Ella que sabe tanto cuánto trabajo para una mujer saber. Gloria es la selva de los yanomamis despertando millones de soles. Jaurías de mercenarios la persiguieron con saña para matarle su guitarra. Querían callarla porque su voz fertilizaba canteras de poetas combatientes. Entonces como en la leyenda indígena las flechas robustas abrieron la carne. Se inauguró la era de amarse para que la especie perdure. Todo lo hizo Ella con el sonido perfecto de su garganta mujer, su pecho morral, su vientre alquimia de tres raíces retornantes. Gloria nunca fue mercancía de hojalata ni pieza de museo. Para cantoras como Ella la historia creó los pedestales y el pueblo que sueña y lucha le tiene listo en su alma un panteón carmesí.

domingo, 18 de abril de 2021

DECLARACIÓN DE AMOR POR NUESTRA HISTORIA

 


Declaración de amor por nuestra Historia

Epígrafes

“Payaso de la noche, payaso; enamorado de la luna” (Guaraguaos)

“Ah, la Historia. Impartirla ahora es un lacerante sufrimiento.” (César Rengifo, 1979)

I

Obertura en re menor para desvelos sin orquesta

La historia se estudia. Hay mucho por estudiar en los folios del tiempo. Mucha crónica instantánea de valor histórico. Tradición oral por saberse y valorarse. Escrudiñar entre líneas la historia oficial. Hurgar en los baúles de los pueblos las verdades que nos fueron negadas. La historia se vive. Se hace. Se proyecta. Se investiga. Se escribe.

O se ignora. Se deja pasar desapercibida. Se esconde. Se niega. Se deshace. Se manipula. Se tergiversa. Hasta se desconoce su existencia. Y estamos en el ojo de ese huracán que todo lo arrasa sin sabernos siquiera instrumento de su incesante gestación.  

Hay historia en lo grandilocuente. Lo epopéyico. Lo noticioso. Lo notable. Pero la historia también está en lo discreto. Lo local. Lo oculto. Hay mucha historia que quedó atrapada en los secretos de alcobas y despachos. En los caminos de arena y piedras anduvo la historia, como fluye etérea en las redes tecnológicas, navega el firmamento invadido de satélites artificiales y acomete vertiginosa en el microscópico mundo de la nanotecnología.

En la cotidianidad se tejen muchas historias. Los continentes encierran grandes sucesos históricos. Y hay eventos minúsculos en lugares modestos que desatan la historia. Los pueblos son la historia. La hacen, la padecen, la reinterpretan y le cambian el rumbo.

Las artes andan -y desandan- en la historia. Los mitos invaden la historia. Las guerras de invasión se roban la historia. Las de liberación quieren terminar las guerras. La opresión y el afán de poder han provocado los capítulos más terribles de la historia. Los ideales igualitarios han orientado los cambios históricos a sociedades más justas y progresistas.

La humanidad no es homogénea. Sigue siendo utópico hablar de “humanidad”. Los imperios belicosos y avaros surgidos hace seiscientos años en Europa al influjo del mercantilismo y el monoteísmo bíblico, mortificaron a los demás pueblos del mundo para enriquecimiento de sus parasitarias monarquías y clases privilegiadas. Ellos impusieron la versión de historia del vencedor como dogma alienante para eternizar su hegemonía. Las conquistas y el sometimiento destruyeron culturas y vidas por todo lo ancho y largo del planeta. Nuestras historias son una antología de genocidios y saqueos. También de resistencias heroicas y gestas sorprendentes.

Tal es el caso venezolano.   

II

Despecho a dúo con Rengifo

El esfuerzo por la memoria colectiva del pueblo bolivariano no es por adicción al pasado, es por el futuro de las nuevas generaciones, para que siempre sepan y recuerden de dónde vienen. ¿Y qué es el presente en términos históricos, sino el breve tránsito del pasado de los pueblos hacia el futuro que seamos capaces de construir? Esta labor cotidiana de estudiar, investigar, producir conocimiento y compartirlo, lo realizo como misión militante que busca contribuir a la formación del pueblo trabajador para la defensa de sus genuinos intereses de clase y de Patria, “tanto en lo material como en los más elevados sitiales del espíritu”.

En los términos más sencillos, comenzamos el ejercicio de mirar el pasado histórico al cuestionarnos: ¿Quiénes somos? ¿De dónde venimos? ¿Hacia dónde vamos? Y las respuestas a esas preguntas nos conducirán a una espiral de búsquedas laberínticas por conocer, por aprehender e interpretar los contenidos, a veces nebulosos, otras, marmóreos, de eso que se ha dado en llamar Historia, que es la memoria colectiva del devenir de la humanidad.

Como dijera César Rengifo, la tarea de historiador comprometido social y éticamente con las causas de los pueblos, es una ruta “llena de peligros, tentaciones obscuras, sordas acritudes y dolorosas frustraciones”.

El culto a la colonialidad y su engendro el neocolonialismo, invisibilizan nuestra historia ante las multitudes desvalidas de épica. Se niega a los pueblos el conocimiento de su gesta nacional para que no vibren de estima por la pertenencia de un colectivo telúrico.

Durante siglos se conspiró meticulosamente desde las elites dominantes para dejarnos sin historia, sin “lo más sólido y sustantivo” de nuestro pasado. Para dominarnos a través de la cultura de la sumisión y la apatía, nos negaron nuestro ancestro heroico. Borraron nuestra memoria colectiva porque en ella habita la épica más hermosa. Nos quitaron primero la tradición oral de nuestros ancestros, los pueblos originarios; para luego arrebatarnos también la narrativa de las proezas continentales que hicieron nuestros bisabuelos descalzos y sin camisa.

Se nos niega nuestra gloria popular, superponiendo en primacía lo foráneo, lo que vino con la invasión eurocéntrica: “que la gloria del antiguo conquistador abone para la exaltación del conquistador nuevo y que se pueblen nuestras calles y avenidas con sus sonoros y exóticos nombres”.

Poblaron los resquicios del inconsciente social con protagonismos aristocráticos: sólo lo fastuoso es patrimonial, sólo la burguesía es digna de biografías y genealogías. Se rebusca un solo gen europeo para tener “identidad”. Nadie quiere ver su origen “indio”.

El imperialismo requiere despojar al humano de su patria, para convertirla en insumos de la insaciable máquina del capital. Tener patria soberana se ha convertido en un Derecho Humano primordial: de ello depende el derecho a luchar por todos los demás.

Pero la Historia ni se comprende ni se hace reduciéndola a un listado de efemérides, con reseñas institucionales más o menos repetitivas y aburridas.

¡Oh, tiempo Bicentenario! ¡Cuánta espera por tu llegada! ¡Qué pronto se irá tu fama!

III

La heroicidad cotidiana

“Sólo el pueblo salva al pueblo”, se decía en Solentiname a inicios de los 70’.

El pueblo bolivariano es la reserva moral, la fortaleza de nuestra soberanía. Se lanzó a las calles a salvar a Chávez el 13 de abril de 2002. Aguantó estoico el “paro petrolero”, las “guarimbas”, la depravación “cadivista”, el “bachaquerismo”, y otras manifestaciones del Estado burgués que se recicla y muta para perpetuarse. Luchamos a diario contra todas las adversidades. Las materiales y las anímicas. Hemos visto surgir las esperanzas, aferrándonos al icono que las inspiraba y hemos constatado que la avaricia lleva a la traición, y ambas al desencanto y la ruina espiritual de sus perpetradores. Presenciamos -y combatimos- las arremetidas de poderosos enemigos. Padecemos las penurias del sabotaje imperialista y la merma de las arcas comunes –antes ostentosas, ahora anémicas- por acción de corruptos y esa “cultura” del despilfarro heredada de CAP I que no se supo sortear.

“No hay enemigo pequeño, ni fuerza desdeñable”, nos decía el Ché a inicios de los 60’.

El liderazgo opositor se arrastra al imperialismo. Reniega de su patria. Se coaliga con piratas para robarnos y maldecirnos. Es torpe por arrogante, e inepto por flojo. No por ello se debe subestimar. A la orden de su patrón pueden reagruparse y atacar.

El heroísmo venezolano conmemora el Ciclo Bicentenario que tanto pregonó Hugo Chávez. Bicentenario del bolivarianismo como doctrina de la emancipación. Tiempos pandémicos y críticos nos ha tocado asumir junto a Nicolás. Y aquí estamos.

El pueblo trabajador sigue cargando en sus lomos el peso de la Historia, alimentado con las misteriosas energías que nos vienen de esa misma Historia. En ella nos amamantamos y por ella damos la vida. República, democracia y socialismo sólo son posibles entre iguales. Elites y privilegiados impiden la “igualdad establecida y practicada” que invocó El Libertador.  

La Patria es la Historia: un amor difícil, sublime y sacrificado, vivificante e irrenunciable.  

 

Yldefonso Finol

Amante de la Historia Patria

domingo, 4 de abril de 2021

HISTORIA AÑÚ. PRIMER INCENDIO DE PARAUTE.

 

1607-2021: 414 años del primer incendio de Paraute  

Una tarea urgente del pueblo añú -y otros originarios- es rehacer la historia desde nuestra piel y nuestra alma: quitarnos de una vez por todas ser sólo el reflejo de lo que contaron los invasores.

Mirarnos con nuestra propia mirada. Vernos soberanos en ese país lacustre que nos da la vida. Revisar los documentos con actitud combativa, porque es una batalla contra el colonialismo espiritual que dejaron como cadenas invisibles sobre el destino de los vencidos. Enfocarnos en la existencia que fuimos capaces de conservar a pesar de las derrotas militares y el genocidio continuado desde las postrimerías de aquél fatídico siglo XV.

No somos “prehispánicos”, ni “precolombinos”; no se nos puede encerrar como vainas en un saco, ni reducirnos a un amasijo anónimo, realengo, un abalorio que sólo existe porque el extraño lo ve y lo nombra a su antojo. ¡No, definitivamente no!

Somos la humanidad que nació catorce mil años atrás en esta dulce tinaja asoleada que recoge las aguas de ciento treinta ríos y riachuelos. Güíintoin schoiñi güé: somos la descendencia de la Madre Agua. Añún güé. Somos humanidad.   

El año de 1606 las comunidades originarias del estuario de Maracaibo lograron establecer cierto control sobre sus territorios acuáticos que seguían acechados por varios flancos, principalmente por la avanzada de españoles que pretendían permanecer en el puerto occidental bautizado Nueva Zamora. También por la barra del lago por donde entraban y salían embarcaciones de los extranjeros, pero esta zona habían logrado recuperarla con la táctica de guerrillas, aprovechando la estrechez y poca profundidad del paso, con livianas canoas desde las que flechaban a la tripulación.

Deben saber las nuevas generaciones maracaiberas y zulianas, que el pueblo añú nunca se rindió. La lucha contra el invasor tuvo diversas etapas, distintas tácticas, niveles más o menos agresivos o de repliegue, pero nunca cesó esa guerra desigual contra un enemigo ladino, bélicamente superior, con una visión geopolítica y económica que no tuvieron los nuestros.

Desde 1598 aproximadamente las comunidades autóctonas del lago Maracaibo escogieron a Nigale y Tolenigaste como jefes de sus operaciones guerreras. En las crónicas se refieren a los onotos, aliles, zaparas, eneales, parautes, sinamaicos, arubaes, y otras denominaciones caprichosas de los europeos, como todavía en el siglo XX se le decía “paraujanos” al grupo nativo que hoy se sabe es el añú.

Dicha resistencia espontánea había tenido un éxito importante en noviembre de 1573 al vencer y poner en huida a los españoles mandados por Alonso Pacheco que se habían instalado en el lugar donde estuvo la base militar de Ambrosio Alfinger en 1529; lugar al que llegaron en 1569 y bautizaron Ciudad Rodrigo.

Un grupo de españoles sobrevivientes de esa Primera Batalla Naval del Lago, volvieron en 1574 reforzados por los intereses de esclavistas, mineros y terratenientes de los cercanos Andes y del Nuevo Reino de Granada, quienes deseaban a toda costa adueñarse de la pista lacustre para sacar sus mercaderías hacia el Mar Caribe de Venezuela y el Atlántico rumbo a España.

Los añú con sus pequeñas canoas, sus arcos y flechas de curarire, su curare, su mene, sus macanas de vera, sus piedras, su valentía, su dignidad, su arrojo, siguieron defendiendo la soberanía de su linfática Tinaja del Sol (amada). Propinaron golpes moralizantes, dando de baja a soldados y algunas autoridades españolas.

Pero no eran esas bajas las que preocupaban a la Corona: las pérdidas económicas dolían más al parasitario colonialismo insaciable.

El invasor con sus grandes barcos, cañones, arcabuces, mosquetes, espadas y flechas de hierro, ballestas, armaduras, caballos, perros, sacerdotes y enfermedades, experiencia militarista y expansionista del Imperio Hispano que controlaba medio mundo, se sentían humillados por el asedio constante de estas modestas personas a las que consideraban seres inferiores, si acaso no bestias sin alma, como algunos pregonaban.

La venganza debía ser destructora. Apenas perdonarían la vida de aquellos a quienes necesitaban como mano de obra esclava o servil. Porque el invasor no vino a estas tierras a trabajar. Vino a saquear, esclavizar, robar, asesinar, ultrajar. Y rezar.

En fecha 2 de enero de 1607 el gobernador español Sancho de Alquiza expidió la orden para que el Capitán Juan Pacheco Maldonado organizara una incursión armada contra el pueblo añú originario del Lago Maracaibo, sus ríos, deltas e islas.

Este Capitán era hijo del Alonso Pacheco que salió huyendo a finales de noviembre de 1573 y se estableció en Trujillo. Tenían “razones” y sinrazones para ser crueles. El emisario del cabildo hispano de Nueva Zamora, Fernández Carrasquero, estaba desde septiembre de 1606 en Santiago de León de Caracas como Procurador de los temores de los colonos. El 4 de octubre lo recibió el Gobernador Sancho de Alquiza. Allí se tomó la decisión de mandar a Juan Pacheco Maldonado.

El 23 de enero de 1607 ya Fernández Carrasquero había pasado por Trujillo a contactar al seleccionado para comandar la guerra, y estaba en Nueva Zamora participándole al cabildo las instrucciones del Gobernador Alquiza. Todos debían aportar recursos a riesgo de perder sus encomiendas y propiedades, si en cuatro meses no habían cumplido con la cuota fijada. Tal era la exigencia que se les hacía en función de derrotar a los patriotas añú y apoderarse del Lago.

El nombramiento oficial de Pacheco como Teniente de Gobernador de Nueva Zamora llegó a Trujillo los primeros días de marzo. Estando en preaviso por la sorpresiva visita de Fernández Carrasquero, ya el militar había tomado algunas precauciones que le permitieron organizar pronto su expedición. Salió en varias embarcaciones desde Moporo, iban armados “hasta los dientes”.

Esa primera semana de abril de 1607 comenzó la guerra a muerte contra el pueblo añú. La inauguró atacando por sorpresa a la comunidad añú más grande y valerosa de la costa oriental del lago: Paraute. Masacraron a la gente indefensa y capturaron a los caciques para llevarlos a la horca días después. Antes de seguir rumbo a Nueva Zamora prendieron fuego al poblado.

Ese fue el primer incendio de Paraute que luego López Contreras y las transnacionales gringas del petróleo replicaron el 13 de noviembre de 1939.

La actual descendencia de aquél pueblo añú originario tiene el deber de hacer justicia a nuestros héroes y mártires, rescatando esta historia negada, y convenciendo al Estado de sus obligaciones morales y constitucionales.

 

Yldefonso Finol

Karei kayagüori

 

 

jueves, 1 de abril de 2021

APURE: NUEVO EXPERIMENTO DE LA INVASIÓN CONTRA VENEZUELA

 

Apure: nuevo escenario de los ejercicios de la invasión contra Venezuela

Como no se pudo en el Caribe, lo intentan por el Llano. Derrotada la “Operación Gedeón”, donde el gobierno de Iván Duque está metido hasta los tuétanos, otros actores y otras tácticas se ensayan dentro de la estrategia contrarrevolucionaria.

En esta ocasión, junto a la acción armada de un grupo irregular colombiano, se activa una campaña de opinión orquestada para justificar la intervención extranjera.

En esta ribera del Arauca vibrador: GRUPOS MERCENARIOS COLOMBIANOS, OPOSITORES ANTIBOLIVARIANOS Y ONGs financiadas por los imperialismos, actúan sincronizados por la Embajada de Estados Unidos en Bogotá para pedir la intervención de una fuerza multinacional disfrazada de “mediación humanitaria”.

Es común en Latinoamérica usar la frase “mosquita muerta”, para referirse a aquellas personas que aparentan ser inofensivas, pero que realmente son capaces de hacer daño. Es ese tipo de gente que con carita de pendeja “tira la piedra y esconde la mano”, para más detalles.

Pues parece haberse juntado un grupo de ellas, “preñadas de buenas intenciones”, para problematizar un punto fronterizo en el estado Apure, y desde allí, generar toda una alharaca que desemboque en una intervención disfrazada de “veeduría” o “mediación”.

Recapitulemos hechos consumados:

-       Colombia ha sido el portaviones de la guerra imperialista contra la República Bolivariana de Venezuela en sus diferentes modalidades, desde la destrucción de nuestro signo monetario con el cambismo fronterizo triangulado desde Miami, hasta la preparación y ejecución de incursiones armadas con grupos mercenarios, como quedó plenamente demostrado en el caso “Gedeón”.

-       Este tipo de injerencia descarada, plagada de artimañas de toda índole, que ha manipulado el asunto de la migración para mancillar la venezolanidad y a la par captar recursos internacionales que se roban las elites políticas, sufrió otro revés con el ridículo y tétrico concierto de cocaína, burundanga y prostitución montado en Cúcuta y que para ayuda humanitaria, que terminó develado como una acción terrorista más, derrotada el 23 de febrero de 2019 por la respuesta oportuna y organizada del pueblo bolivariano de la frontera tachirense.

-       Entre el 19 y el 26 de febrero realizaron en Bogotá un cónclave convocado por el supuesto embajador gringo para Venezuela, James Story, con la plana mayor de la pandilla criminal de traidores a la Patria que encabezan Leopoldo López y Julio Borges; en ese “seminario antibolivariano”, el anfitrión impartió instrucciones a los cipayos y las informó sobre el giro táctico que darían a la guerra contra Venezuela.

Cotejemos con los sucesos de Apure y la secuencia de “pronunciamientos”:

-       Un comando irregular colombiano pretende establecer campamento en territorio venezolano y ataca a unidades de nuestra Fuerza Armada Nacional Bolivariana que realizan sus funciones ordinarias de ley en el marco de la Operación Escudo Bolivariano. Se producen enfrentamientos y el grupo ilegal es desalojado, replegándose a territorio colombiano.

-       Gobierno de Iván Duque guarda absoluto silencio y la fuerza pública colombiana no se vislumbra en el terreno de su jurisdicción. Al parecer este grupo armado no les llama la atención.

-       Comienzan a circular audios y comunicados anónimos o asumidos por cualquier alias, en algunos de los cuales, supuestos voceros del grupo armado colombiano, autocalificándose de “insurgencia”, amenazan con atacar “bases militares venezolanas”. Este detalle no debe pasar desapercibido viniendo de unas pretendidas “fuerzas revolucionarias” colombianas, un país donde hay siete bases militares extranjeras (estadounidenses, o sea, imperialistas) contra las que hasta la fecha este grupo armado no ha disparado ni una piedra con honda. En Venezuela no hay “bases militares”, en Venezuela hay una única, legítima, constitucional, legal y popular Fuerza Armada Nacional Bolivariana.

-       Casi en simultáneo, la mediática antibolivariana emprende una campaña centrada en recrear escenas “humanitarias”, inventándose un falso desplazamiento masivo, que en esa zona si ocurrió muchas veces en años anteriores, pero en sentido inverso, desde Colombia hacia Venezuela. No es casual la altísima población colombiana en Guasdualito, La Victoria, Elorza o cualquier punto de esa frontera. Aquí se les acogió, se les dio refugio, servicios, salud, empleos, cédula, vivienda, nacionalidad…por eso van y vienen, aunque allá los discriminan por “venecos”.

-       De inmediato, entran en juego las “mosquitas muertas”, firmantes profesionales, más amigos de las embajadas gringas que de su propio pueblo, y no piden paz para su pueblo, ni que cesen los falsos positivos y se haga justicia, y los desplazamientos forzosos que este año suma a treinta mil personas a los más de cinco millones setecientos mil que ya habían en Colombia; ni piden cese al bloqueo y otras medidas coercitivas ilegales contra Venezuela, ni que el territorio colombiano deje de ser usado como plataforma de todas las agresiones contra una nación “hermana”. Piden intervención internacional dosificada, una zona “azulada” para socavar la soberanía nacional de Venezuela.

-       Por casualidad la CIDH pasaba por ahí y declaró en el mismo tenor.

La palabra clave en este entramado de violencia y cinismo montado en la frontera apureña es Instrumentalizar.

Los gringos, con su “embajador” fantasma Story y la complicidad del servil gobierno uribista, instrumentaliza –vía acciones encubiertas de la CIA-DEA-FBI- a un grupo armado irregular, convirtiéndolo en comando contrarrevolucionario con pretensiones –el colmo- de “beligerancia” en territorio venezolano. Instrumentaliza –vía USAID-NED- un puñado de oenegistas expertos (ni fronterizos ni fronterólogos) en recibir financiamiento extranjero, para que atenúen la gravedad de la agresión externa confundiéndola con supuestas urgencias “humanitarias” (tan desprestigiada excusa), cuando no fueron capaces siquiera de expresar condolencias por las víctimas mortales del ataque terrorista.

Como dice el refranero mejicano, “no me ayude tanto compadre”.

 

Yldefonso Finol