Maracaibo 30 de abril de 1821: inicio de la marcha libertadora de la División del General Rafael Urdaneta rumbo a Carabobo
La liberación de Maracaibo el 28 de enero de 1821 tuvo
un poderoso impacto en el desenlace de la Guerra de Independencia. El
pronunciamiento independentista del Cabildo y el Gobernador de la Provincia de
Maracaibo, bajo la dirección del General Rafael Urdaneta, significó la toma de
una plaza determinante que fue epicentro de los gloriosos sucesos del año 1821.
No sólo fue que la acción desencadenara en la ruptura del Armisticio y el
reinicio de las hostilidades entre los dos ejércitos, si no que abrió cauce a
la consolidación de la fuerza decisiva que Bolívar quería reunir en el centro occidente
del país, habiendo empujado al enemigo al ruedo valenciano, con la franja
oriental hasta Caracas distraída en resistir al irresistible Bermúdez.
En la visión totalizante del Libertador, el campo de
batalla esos días era toda Venezuela, una fracción del mapa que rondaba en su
mente: todo el continente.
Entre los efectos positivos de la incorporación de
Maracaibo a la causa bolivariana, podemos destacar:
-
Acceso
a los inmensos recursos de que disponía esta gobernación, incluidos equipamientos
militares, personal apto para el ejército, alimentación para las tropas, y
capacidad financiera que hasta ese momento estuvo en manos enemigas.
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Control
de los pasos terrestres desde y hacia Maracaibo, y la navegabilidad por el Lago
y Golfo de Venezuela, lo que permitió la movilización de importantes
contingentes que fueron sumados a la Campaña de Carabobo, como los Húsares de
la Guardia más el Batallón Rifles que se trajeron de Santa Marta.
-
Conformación
del nuevo Batallón Maracaibo con ciudadanos residentes en la región que se
presentaron al llamado de Urdaneta, completando la División que el Prócer
zuliano conduciría, más el Batallón Tiradores que estratégicamente había movido
en bongos desde Gibraltar la noche del 27 de enero para proteger a los nuevos
republicanos de posibles represalias realistas, y los Húsares de la Guardia y
el Batallón Rifles que traería por mar y tierra desde Santa Marta.
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En las
fuerzas enemigas que ocupaban plazas cercanas como Coro y Carora, la noticia
afectó amargamente sus ánimos, por la sorpresa de tan audaz acción en medio del
Armisticio y por el prestigio militar del jefe del movimiento, el General
Rafael Urdaneta, un nombre consagrado a lo largo de once años de guerra en los
campos de batalla de la Nueva Granada y Venezuela.
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Por el
contrario, los focos patrióticos que resistían en esas comarcas favorables al
colonialismo, sintieron un inmenso aliciente de renovar sus bríos, esperanzados
en los aires libertarios que se anunciaban, aumentando las adhesiones ante la
inminente posibilidad de triunfo independentista; como ocurrió en la península
de Paraguaná con las milicias conducidas por la heroína Josefa Camejo, conocida
de Urdaneta desde 1814, y con quien logró mantener contacto a través de
mensajeros clandestinos.
-
Un
inmenso territorio quedaba a merced de las armas nacionales: todo el occidente
venezolano, el control de acceso al macizo andino, la costa atlántica neogranadina
y la cuenca del estuario maracaibero.
No menos significativa resultó la buena nueva de
poderse abrir Maracaibo a la libertad de expresión de las ideas republicanas
con la llegada de la primera imprenta patriótica de manos del Capitán francés
Andrés Roderick, primer impresor del Correo del Orinoco y editor del Gobierno
Bolivariano en Angostura, quien se estableció en la ciudad puerto haciendo
posible la publicación el 9 de junio de 1821 del pionero periódico zuliano El
Correo Nacional. Su primer redactor fue José Demetrio Lossada, de familia
comprometida con la causa independentista.
El Libertador sabía todo esto, por ello encomendó a su
leal compañero iniciar sin demoras la liberación del occidente venezolano, con
Coro como plaza inmediata. Las órdenes precisas fueron expedidas el 12 de
abril.
Pero, incluso, desde el 8 de marzo, Urdaneta había
sido investido de autoridad para “recibir y conceder protección decididamente a
cualquier pueblo, distrito o Provincia que siga el ejemplo de Maracaibo y se
acoja a nuestra banderas implorándolas después de haber adjurado y desconocido
el Gobierno español”.
Tal fue el caso de Coro en coordinación con Josefa
Camejo y la milicia de Paraguaná que declaró su adhesión a la República el 3 de
mayo.
Desde Barinas, el 12 de abril de 1821, Bolívar imparte
instrucciones por medio del ministro Pedro Briceño Méndez: “Si Usted, pues,
emprende su marcha el 28 del corriente sin falta, y acelerándola lo posible
liberta a Coro de paso y se adelanta sobre Barquisimeto, es casi seguro que
hallará muy poca o ninguna resistencia, porque no habrá tenido tiempo el
enemigo de desengañarse y conocer nuestro objeto, para impedirlo. Su Excelencia
ha combinado sus operaciones de manera de entretener al enemigo y conservarlo
en su error; pero como operaciones de pura diversión no es fácil sostenerlas
por mucho tiempo con un gran cuerpo sin descubrir el fin, es de temer que si no
realiza Usted el proyecto en doce o quince días, se frustre y se vea Usted en
la necesidad de desistir de él, y el ejército carezca de esa división el día de
la batalla. Convencido Usted de la justicia de esas observaciones, no debe
perder un instante en abrir la campaña y en adelantarla. Tanto en Coro como en
el Occidente, procurará Usted levantar cuerpos de caballería y montarlos bien
aunque sea en mulas, porque es probable que el enemigo destaque sobre Usted
algún regimiento de esta arma, que no podrá resistir el solo escuadrón de
Cazadores a caballo. También están destinados a servir en esa división los
Tenientes Coroneles J. J. Flores y León Ferrer. Este último servirá a Usted
útilmente en Coro por ser natural de allí. Si libertada Coro creyese Usted
conveniente encargar del gobierno de aquel Departamento al señor Coronel Juan
Escalona, lo hará Usted o lo empleará en su Estado Mayor según convenga o se
necesite.”
Tan vital le era esta División Urdaneta a la victoria
de Carabobo, que el propio Libertador realiza varias acciones de diversión ante
fuerzas del enemigo en plazas del llano occidental de importancia menor, para
que mirasen hacia otro lado y no a la ruta que recorrería la División que salió
de los Puertos de Altagracia el 1º de mayo hacia el Ancón de Iturre vía Coro.
Uno de los asuntos que ocupó grandemente la atención
del Libertador fue cómo se debía unir la división del General Rafael Urdaneta
al Ejército. Se evaluaron todas las opciones, principalmente dos, la de ir por
el lago vía Trujillo-Guanare, y la de tomar todo el Occidente comenzando por la
Provincia de Coro y seguir por Carora-Barquisimeto. Ésta última fue la
decidida. La salida desde Maracaibo ocurrió el 30 de abril, aunque Vicente
Lecuna, en su Crónica Razonada de las Guerras de Bolívar, la ubica el 1 de
mayo.
II
La victoria patriota en la Provincia de Maracaibo el
28 de enero, corrió como pólvora en las cercanías. Las noticias pusieron en
alerta y carrera a los realistas de Coro que en medio del Armisticio –violándolo-
habían tomado el puerto altagraciano. En un primer momento reaccionaron con
ánimo combativo; de hecho, habían movido alguna fuerza adicional hacia Casigua,
pero en la medida que supieron que Urdaneta formaba una División que tomaría
esa ruta, comenzaron a correrse hacia el este, previendo una huida hacia el
centro costero del país, donde dominaban.
Por eso la orden superior era muy clara: “Que el deseo
y objeto principal de Su Excelencia es que ocupe Usted a Coro a la mayor
brevedad, emprendiendo sus operaciones el día 28 del corriente sin falta.”
De manera que la marcha por Coro (y no por Trujillo a
través del Lago como se pensó en un primer momento), no fue un movimiento al
estilo diversión, sino una marcha de campaña para batir a un enemigo con
trescientos años de dominio exclusivo en esa plaza, fuertemente apertrechada y
enraizada en la población la tradición realista, con un puerto como la Vela que
era punto de fácil comunicación con Puerto Cabello, por donde podrían generarse
invasiones sorpresivas que complicaran por la retaguardia la marcha de los dos
mil efectivos de la División Urdaneta.
En otra carta del 16 de abril, Briceño Méndez le había
enviado a Urdaneta “una lista… de los sujetos que notoriamente son conocidos
por adictos a la República en el Departamento de Coro. Ella puede servir a
Usted de conocimiento para sus operaciones y para saber las personas en quienes
puede depositar alguna confianza. Usted hará de ella el uso que convenga.”
¿Qué operaciones debió concretar Urdaneta entre el 28
de enero, para lograr en tres meses organizar su División, equipándola para la
enorme misión que tenían por delante?
Estableció el 28 de abril como fecha tope para el
reinicio de hostilidades, Urdaneta ya había tomado ventaja organizando la
División conformada por las siguientes fuerzas: el Batallón Tiradores que había
venido en bongos desde Gibraltar el 27 de enero; el Batallón Rifles y los
Húsares de la Guardia que habían de trasladarse desde Santa Marta; y el nuevo
Batallón Maracaibo, creado tras la liberación del 28 de enero con residentes de
la región, que logró reunir y entrenar en tiempo récord a 700 jóvenes guerreros.
La ruta de la División Urdaneta fue así: desde el 28
comenzó a mover tropas al lado oriental de la costa lacustre, saliendo
completos (menos el Batallón Rifles) el 30 de abril de Maracaibo a los Puertos
de Altagracia; toda una masiva operación náutica que contó con el entusiasta
apoyo del pueblo paraujano del estuario maracaibero; luego, el día primero de
mayo, tomaron rumbo a Coro, siguiendo el tradicional camino caribeño. Con la
vanguardia sorprende un destacamento enemigo en Cumarigure y otro en San Félix.
Avanzando hacia Casigua, puso en retirada dos columnas dirigidas por los comandantes
realistas Farías (que a finales de julio se pasa al bando patriota) y Miyares.
El esfuerzo de la tropa bolivariana era supremo, toda
vez que carecían de medios de transporte suficientes para la pesada carga que
debían trasladar. La marcha fue particularmente lenta por tener que llevar en
hombros gran parte del armamento, alimento y demás implementos militares.
Pacientemente y con esa voluntad especial que
despiertan las causas justas y la pertenencia a una fuerza victoriosa, el
personal estaba altamente moralizado, entre otras razones por la prestigiosa
carrera que orlaba a su Jefe, el Brillante Rafael Urdaneta. El efecto en el
bando enemigo era inverso: verse asediados por una fuerza precedida del
laureado General les mermaba toda ilusión de triunfo. Resultado previsible: huida
de las fuerzas realistas hacia Puerto Cabello y Valencia.
La hueste independentista sigue por Seque y Zazárida a
Mitare, donde arribaron el 9 de mayo. Mientras, en la península de Paraguaná,
las milicias se sublevan derrotando en Baraived al enemigo el 3 de mayo. Resuena con turas en los alisios el nombre de
la heroína Josefa Camejo, militante temprana de la causa republicana desde su
primera juventud. Esta comandanta revolucionaria estaba en contacto con los
agentes clandestinos de Urdaneta, a quien conoció en alguno de los tramos de la
retirada de 1814 hacia Nueva Granada.
Todo el camino de Los Puertos de Altagracia hasta Coro
estaba infestado de fuerzas regulares y guerrilleras realistas. Pasando por
Urumaco hubo que destinar al Coronel Briceño a combatir una guerrilla leal a la
Corona española en Pedregal; ya estando en Coro la División Urdaneta, tocó
enviar a Rangel contra esa misma pandilla realista de Pedregal y al Capitán
Gómez contra otra en Mitare.
A cuatro leguas de Coro recibió Urdaneta una comisión
compuesta de los señores Presbítero Mariano Talavera, Antonio Urbina y José
María Miyares, asegurándole que la ciudad acababa de ser evacuada por las
tropas españolas, que se habían retirado con dirección a Puerto Cabello, por la
costa, y que ellos en representación de la ciudad de Coro, venían a ofrecer su
sometimiento al Gobierno de la República.
Rafael Urdaneta entra el día 11 a Coro, luego de
recibir en Mitare la delegación coriana que resignaba la ciudad a su mando. Los
jefes enemigos Sánchez Lima y Esteban Díaz, huyeron con su guarnición, no sin
antes hacer explotar el polvorín con 90 quintales de explosivos que causaron
graves daños a la población civil, con saldo de numerosos muertos y heridos.
Las columnas paraguaneras se ofrecieron para perseguirles. Urdaneta instruyó
que lo hiciesen sólo hasta el pueblo San Juan de Tocuyo, porque en adelante correrían
demasiado riesgo de ponerse a tiro de los enemigos de Puerto Cabello.
La ciudadanía no se sumó mayoritariamente a los
independientes, y muchos connotados realistas prefirieron apartarse a sus hatos
y playas durante la ocupación patriota, retornando tras la salida de la
División de Urdaneta el 28 de mayo rumbo a Carora. En Pedregal se le unieron
los del Batallón Rifles, rezagados por escaramuzas que debieron enfrentar en la
Guajira. En Coro quedó al mando el Capitán Juan de Escalona, por muy poco
tiempo.
El propósito principal de la acción de Urdaneta se
había logrado: libertar Coro y obligar al enemigo a retirarse hacia el centro
del país; así, al llegar a Carora con su División de dos mil efectivos bien
formados, todo el occidente quedaba en poder del Gobierno de la República, y Bolívar
había logrado armar perfectamente su estrategia de forzar un combate magno, donde
dos ejércitos deciden, en la tablero de la gloria, la conclusión de la guerra.
Desde el Oriente, por donde sale el sol en nuestro
territorio Esequibo, el impetuoso General José Francisco Bermúdez, ha llegado
hasta Caracas el 14 de junio, de modo que el dominio colonial quedó reducido a
la central comarca valenciana y su puerto. Esta operación ordenada por Bolívar
se conoce como “Diversión de Bermúdez”, consistente en ocupar al enemigo por
ese flanco a fin de distraer y desgastar sus fuerzas, para asestarle con más
rigor la derrota en el escenario escogido para la batalla final.
Bermúdez, que por su personalidad tuvo episodios
problemáticos para la causa bolivariana, saldó resultados excedentes en esta
campaña fundamental de la Patria; bien pudiera llamársele el último Libertador
de Caracas.
III
En las Memorias de Urdaneta encontramos testimonio
fresco de que aquella campaña para liberar a Coro “tuvo su mayor dificultad en
la falta absoluta de bagajes y trasportes”, al extremo que los pertrechos
fueron llevados en hombros de la tropa, y hasta los más altos oficiales
hubieron de ceder sus caballos y marchar a pie. “Los enemigos con infracción
del armisticio habían situado en Casigua una división al mando del Comandante
Bernardo Miyares, el cual había hecho ocupar el pueblo de Altagracia,
perteneciente a Maracaibo, por una columna al mando de Francisco María Farías,
la cual replegó luego que los patriotas se movieron. En el hato de San Pedro
(Camanigure) y en el río de Matícora, sorprendieron los patriotas dos
destacamentos enemigos, haciendo prisionero al primero con su Comandante y
derrotado el segundo que era de caballería, mandado por don Juan Agustín
Oberto, cuyo hijo Rudesindo, que después fue patriota, quedó prisionero. La
derrota de este destacamento fue bastante para que Miyares con su división
evacuase a Casigua y se retirase a Coro por diferentes caminos. Los patriotas
siguieron su marcha sin obstáculos, recibiendo muestras de adhesión de los
pueblos del tránsito y sin causarles la menor extorsión, antes bien, pagando
todo cuanto se tomaba para las tropas, para que recibiesen una impresión
favorable del Ejército Libertador, pues era la primera vez que en aquella
comarca entraban patriotas.” Se narra en este compendio fundamental de nuestra
Historia Patria, que “Paraguaná se había libertado por sí solo al llegar
Urdaneta a Coro, bajo la dirección del Teniente de milicias de allí mismo,
Segundo Primero…animados heroicamente por la señora Josefa Camejo. Mientras se
completaba la incorporación de los cantones de la serranía y se organizaban
tropas en la provincia, recibió Urdaneta órdenes de Bolívar para marchar con
las fuerzas de su mando para reunírsele en San Carlos, con el objeto de hacer
allí la asamblea del ejército, con el cual debía darse una batalla general, que
decidiese de la suerte de Venezuela.”
Al partir de la ciudad del medanal, la vieja
Todariquiva del Manaure, el General Rafael Urdaneta, designó Gobernador de Coro
al Coronel Juan Escalona, quien había salido de una peligrosa clandestinidad de
siete años en Caracas, pasando de Curazao a Maracaibo para ponerse a las
órdenes de Urdaneta; allí le dejó para defensa de la provincia, algunos
oficiales, un nuevo batallón que se creó en Cumarebo, “las milicias de la
Sierra al mando de Bonalde y autorización para levantar cuantas tropas pudiera”.
En Pedregal se les unió el Batallón Rifles, después
que los venidos por tierra tuvieron que combatir con los indígenas aliados a
los realistas en Río Hacha, y resolver la complicada entrada por la barra de
Maracaibo la parte que vino en barcos.
Pese a la artera jugarreta del francés Inshauspe, que
rebeló nuevas guerrillas realistas en la zona de Mitare y Pedregal, la División
no se pudo detener en esta escaramuza porque “las órdenes que Urdaneta había
recibido de Bolívar eran tan urgentes que debía cumplirlas, aunque se volviese
a perder la provincia de Coro, pues la división que tenía ascendía a 2.000
hombres de buena infantería, que harían suma falta en la batalla general que el
Libertador pensaba dar a los españoles. Dejó, por tanto, a Escalona encargado
del mando y conservación de la provincia, hasta la decisión de la campaña.
Escalona se vio en mil dificultades, porque la provincia toda se le sublevó;
más él no abandonó su territorio y sostuvo acciones de importancia hasta que
más adelante fue relevado del mando.”
IV
¿Por qué Bolívar asciende a Urdaneta el 6 de junio, 18
días antes de la Batalla de Carabobo?
Dejemos que sea El Libertador Simón Bolívar quien dé
la respuesta desde San Carlos el 6 de junio: “Los importantes servicios que el
señor General de División Rafael Urdaneta ha prestado a la República en esta
campaña, completando la libertad de las Provincias de Maracaibo y Coro, lo
hacen acreedor al inmediato ascenso de General en Jefe de los ejércitos de
Colombia. Él sirve en el empleo actual desde el año de 1814: constantemente ha
estado en campaña y en todas ocasiones ha manifestado su absoluta consagración
a la República y virtudes militares que le han merecido siempre la estimación
pública y la confianza del Gobierno.”
Esto conceptos serán reiterados con creces al
enterarse El Libertador de la enfermedad del General Urdaneta, que lo obligó a
permanecer bajo cuidados médicos y delegar el mando de la División en el
Coronel José Antonio Rangel, filósofo convertido en combatiente patriota muy meritorio
desde muy joven.
Al efecto dice El Libertador a través de Briceño
Méndez: “Está en mi poder el oficio de Usted fecha de 8 del corriente en que
participa haber entregado el mando de la división al señor Coronel Rangel, por
no ser posible a Usted continuar al frente de ella. Su Excelencia el Libertador
a quien he instruido de todo, me manda que, al acusar a Usted el recibo de
aquella nota, le dé las más repetidas gracias por los importantes servicios que
ha prestado Usted a la República en esta campaña, libertando dos Provincias que
por su situación y recursos han sido los firmes apoyos de nuestros enemigos en
las épocas anteriores. En recompensa ha sido Usted propuesto al Congreso
General para el ascenso a General en Jefe. Su Excelencia ha visto con todo el
sentimiento que deben inspirarle los padecimientos de Usted, no sólo por ellos
mismos, sino por la falta que hace Usted en el ejército y en la campaña. S. E.
desea que se dedique Usted exclusivamente a procurar su restablecimiento y por
si el estado le permitiere ocupar algunos momentos en el servicio de la
República, está Usted autorizado para disponer en el Occidente todo lo que
juzgue conveniente, principalmente en la parte militar y en lo relativo a
asegurar la tranquilidad del país y su perfecta pacificación.”
Tal era la confianza que se había cultivado entre
aquéllos dos compañeros desde los arriesgados días de la Campaña Admirable.
El 11 de junio se le instruye al Coronel Rangel “Últimamente, en atención al mal estado de la
salud del señor General Urdaneta, y a los sucesos que han tenido los enemigos
en San Felipe, ha dispuesto Su Excelencia el Libertador que el señor Coronel
Carrillo con el batallón Maracaibo y con la columna del señor Coronel Gómez,
marche a batir aquellas fuerzas. Usted le entregará el Batallón con las
municiones que necesite en el momento que él se presente a Usted con esta orden…
Con este mismo fin es que me manda Su Excelencia ordene a Usted que luego que
entregue al señor Coronel Carrillo el Batallón Maracaibo, continúe Usted su
marcha hacia este Cuartel General con el resto de la División por la montaña
del Altar... En Barquisimeto debe Usted dejar todos los enfermos que traiga la
División desde Carora hasta allí, y además los estropeados o cansados que
puedan atracarse o agravarse en la marcha hasta aquí.” (San Carlos: junio 11 de
1821).
Efectivamente, en San Felipe, bajo las órdenes del
Coronel Cruz Carrillo, el Batallón Maracaibo, renombrado con el honorífico
título de “Brillante”, integrado por 700 zulianos, combatió al realista Coronel
Tello, impidiendo que esa fuerza enemiga llegase a la Batalla de Carabobo, y
haciendo así posible la superioridad bélica que determinó nuestra victoria en
ese glorioso campo. Estos hijos de la Tinaja del Sol (Marakai’mbo) inspiraron
los versos del poeta Udón Pérez que son Himno para el pueblo zuliano:
En la defensa olímpica
de los nativos fueros
tus hijos sus aceros
llevaron al confín;
ciñendo lauros múltiples
los viste, con arrobo
del Lago a Carabobo,
del Ávila a Junín;
y en Tarqui y Ayacucho
vibraron su clarín.
El Coronel Rangel, en sus funciones de suplir a
Urdaneta durante la enfermedad, cumpliendo tareas como Comandante del Occidente,
murió en Maracaibo en septiembre de aquél año de 1821. Bastante le debe el país
–y el Zulia en particular- a este insigne merideño, cuyo sepulcro, junto al de
otros héroes como Manrique y Heras, deberían constituir templos de
peregrinación patriótica, y no fosas olvidadas en el anonimato más insolente.
El triunfo en Carabobo lo vino a celebrar Bolívar en
Maracaibo. Durante 19 días de jolgorio popular, recostado en hamacas a la
sombra de cujíes y cocoteros, El Libertador pensó una vez más sus siguientes pasos,
diseñando detalles del plan visionado en el trance de Casacoima que lo llevaría
hasta la cumbre del Potosí, tan nítidamente planteado en sus predictivas
proclamas.
La Campaña de Occidente que liberó Maracaibo, Coro,
Carora y el sur lacustre andino, es un capítulo menospreciado por la
historiografía oficial de la República desde las hegemonías centralistas del
siglo XIX que despreciaron todo aquello que recordara al Simón Bolívar
revolucionario y al Primer Bolivariano de todos los tiempos el General en Jefe
Rafael Urdaneta.
Yldefonso
Finol
Fe de erratas: la entrada de Bermúdez a Caracas en 1821 se produjo el 14 de mayo y no de junio como dice el texto; lo aclaro por esta vía ya que no se editar el original; acepten mis disculpas.
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