lunes, 18 de enero de 2021

EL ESEQUIBO Y EL ZULIA: PATRIOTISMO CULTURAL PERSEVERANTE

 

El Esequibo y el Zulia: patriotismo cultural perseverante 

El despojo de nuestra Guayana Esequiba es una de las primeras agresiones imperialistas de que fue víctima Venezuela en su vida republicana. El campante imperialismo inglés es el ejecutor principal de la ocupación ilegal de esa franja de nuestro territorio irrenunciable. El naciente imperialismo estadounidense es el cómplice necesario del crimen contra nuestra Patria. Aplicando la Doctrina Monroe los gringos se dieron el lujo de asumir la “representación” de Venezuela, considerándonos su “patio trasero” o unos minusválidos, negociando sin ninguna ética ni cualidad, en nuestro nombre, pero para dañarnos.  

Inglaterra fue muy diligente en traer sus barcos de guerra en 1902 junto a Alemania e Italia, países con los que unos años después protagonizaría conflagraciones inter-imperialistas de grandes proporciones y consecuencias.

Inglaterra es el principal responsable de la tragedia del pueblo palestino, cuando asumió el mandato de esa región tras el desmembramiento del Imperio Otomano, y desde 1900 apoyó la creación del movimiento sionista que invadiría las tierras palestinas. Gran Bretaña, el Reino Unido o como se llame ese engendro de los peores flagelos de la humanidad en la época capitalista: el expansionismo colonialista y el imperialismo, infestó el planeta con sus apetencias hegemónicas, dejando regados a su paso un sinfín de espacios territoriales problematizados; pedazos de enclaves coloniales que ampliaran su área de influencia, soportados en su belicosa armada imperial y su poderío económico industrial y comercial.

Estos países imperialistas, herederos del racismo y el supremacismo “blanco” anglosajón, eurocéntricos, colonialistas, nos consideraban apenas territorios con población incivilizada, que debían someter y explotar. Pongamos como ejemplo del exabrupto del tutelaje gringo, la carta dirigida al presidente Cleveland el 5 de diciembre de 1896, por el embajador de Estados Unidos en Londres, Thomas Bayard, supuesto defensor los intereses de Venezuela: “Nuestra dificultad está en el carácter completamente indigno de confianza de los gobernantes y del pueblo venezolano, lo que da por resultado una responsabilidad indefinible y, por lo tanto, peligrosa del manejo por ellos de sus propios asuntos”.

El desprecio y la subestimación son parte de la concepción que tienen los imperialistas sobre nuestros pueblos, razón suficiente para considerarlos enemigos de nuestra felicidad. En tiempos del predominio hispano en América y el Caribe, Inglaterra promovió, con la figura del corso, la proliferación de la piratería como forma de guerra sucia contra los intereses españoles, que llegó a causar daños inmensos a la población local en los puertos y ciudades costeras del llamado “Nuevo Mundo”. Maracaibo fue atacada y saqueada en sucesivas incursiones piráticas como las del holandés Enrique Gerald, el francés Jean Dei Nau “El Olonés”, y el inglés Henry Morgan, ladrón y asesino desalmado que llegó a ser nombrado “Caballero” por el rey Carlos II de Inglaterra en 1674, como premio por los negocios que sus fechorías significaron al Reino Unido. ¡Qué mal utilizada está la palabra “noble”!

La nueva piratería actuó con artimañas como el Tratado de Arbitraje, firmado en Washington el 2 de febrero de 1897 entre Gran Bretaña y una Venezuela maniatada por Estados Unidos; luego el Laudo Arbitral de París del 3 de octubre de 1899, donde la yunta de estos dos “Corsarios Unidos”, acomodan el papeleo para despojarnos 159.542 km² del territorio venezolano del Esequibo.

En 1949 el Memorándum de Mallet-Prevost reveló la farsa del Laudo de París, dando paso al descubrimiento de la amañada documentación que urdieron los imperialistas ingleses y gringos para arrebatarnos nuestra Guayana Esequiba. La Cancillería de Venezuela denunció este atropello ante la ONU en 1962, y surgió el Acuerdo de Ginebra en 1966 como instrumento reconocido por las partes para regularizar y sincerar por la vía pacífica, bilateral y negociada, la realidad histórica de la controversia limítrofe creada mal intencionadamente por los ingleses.

II

El pueblo venezolano nunca aceptó el robo que los ingleses hicieron de nuestro territorio guayanés. El Laudo Arbitral de París fue recibido con indignación por nuestro pueblo. En el Zulia, extremo noroccidental del país, se sintió el zarpazo como si una bestia enfurecida hubiera amputado a dentelladas una parte de nuestra existencia. Cada capítulo de esta trama antivenezolana fue vivido en Maracaibo y otras localidades lacustres, con tal intensidad, que los pocos periódicos editados en esos tiempos eran compartidos entre la ciudadanía, pasando de mano en mano sin importar quién lo hubiese comprado, como si se tratase de un asunto de interés casi familiar que todos debían conocer, razonar y asumir.

Cuenta Atenógenes Olivares (Hijo) que “cuando ante el Tribunal Arbitral de París los ingleses nos imputaban costumbres semibárbaras y que estábamos carentes de cualidades para querer llevar la civilización a los pueblos de nuestra Guayana”, razones para que el juicio inclinase la balanza a favor de sus espurios intereses, se produjo en Maracaibo una manifestación popular de rechazo a la pretensión de Inglaterra. En esa protesta patriótica realizada en El Empedado, el poeta Ildefonso Vázquez intervino para pronunciar un discurso improvisado en forma de soneto.

He aquí el verbo nacionalista de Ildefonso Vázquez, pleno de culto lirismo y elegante sátira, no exenta de punzantes sablazos literarios, contagiando las atiborradas callejuelas empedradas, aquella mañana del último octubre del siglo XIX:

Filantropía inglesa

Pulpo que tiende al orbe sus antenas

Con la insana ambición por atributo

Albión demanda codiciado fruto

Del Orinoco aurífero a las venas.

 

Patria de Darwin, nivelando apenas

Nuestra vil condición a la del bruto

Le ampara un filantrópico instituto

Contra el horror de bárbaras escenas.

 

Salva del yugo al buey…del circo al toro

Del hambre al perro…al gallo de la riña

Al pajarillo de la jaula de oro…

Más, por librarse del spleen ingrato,

Al redondel con júbilo se apiña

Donde se mata el hombre al pugilato.

 

En clara alusión al expansionismo inglés, regado en todo el planeta como mala hierba, el vate y galeno maracaibero usa la metáfora del monstruo marino atrapando en sus extensos y múltiples tentáculos al planeta entero. Ese “abrazo” no es amigable ni diplomático, su motivo es la “insana ambición” de un imperio que se acostumbró a sojuzgar naciones para apropiarse de sus riquezas (“codiciado fruto…aurífero”). Denuncia el poeta Vázquez la hipocresía de un gentilicio con poses de circunspección, que hace alarde de ponderación democrática y progresividad cívica, pero que no se ruboriza cuando empuja jaurías pendencieras a ensangrentar suelos ajenos con fines geopolíticos y lucrativos.

De esta herencia, de esta estirpe, le nace a la gaita zuliana ser el género musical que con más reciedumbre, con más virilidad, con más patriotismo, ha defendido la causa venezolana del Esequibo.

Comienza la década del sesenta con la polémica del Esequibo en primera plana por los hallazgos documentales que soportaban el reclamo venezolano, en razón de las patrañas ocurridas durante el amañado juicio parisino. En noviembre de 1962 se ventila el asunto en el seno de la Organización de Naciones Unidas. Los gaiteros de la época, siempre atentos a los grandes temas, además de las composiciones religiosas, jocosas y costumbristas, nunca dejaban de elevar la voz popular en reclamo de justas reivindicaciones, y cuando se trataba de la patria, la gaita se ponía delante como vanguardia del sentir nacional.

La Guayana Esequiba, gaita pionera, tal vez la primera canción a venezolana que aborda la cuestión, compuesta por Luis Guillermo Govea, autor de la letra, y música de Jesús Reyes “Reyito” (en colaboración con Renato Aguirre), fue cantada por Ricardo Aguirre con Los Cardenales del Éxito en 1965.

Sobre este tema emblemático, un protagonista del suceso musical, el compositor gaitero por excelencia Renato Aguirre, nos relata el siguiente pasaje: “recuerdo al respecto que Douglas Soto pasó a buscarme a la casa, andaban con él Ricardo y Wanger Castillo Finol; me dicen que venga con ellos y traiga mi cuatro porque el Maestro Reyito ( Jesús Reyes) le iba a poner música a una letra de Luís Guillermo Govea (El Guerrillero del Aire);  me estaban hablando del tema La Guayana Esequiba...sorpresa para mí que el encuentro fue en Ondas del Lago Televisión, en el estacionamiento, allí Reyito, Douglas, Wanger, Ricardo y yo, escuchamos la música del estribillo que hizo Reyito, y los comentarios favorables con respecto a la letra y música; por esas circunstancias extrañas, Jesús Reyes se quedaba pegado cuando le tocaba cantar la música del verso, obviamente no le salía, y en otros tantos intentos yo le tararee una melodía que se me ocurrió y así quedó el tema”.

En el Zulia esta gaita se la sabe la mayoría de nuestra gente; es un himno que nunca dejamos de cantar:

Mientras Venezuela viva

Y nos galope en el pecho

La sangre del corazón

Nuestra Guayana Esequiba

Por razón y por derecho

Pertenece a la nación.

 

Hay mucha claridad en los versos: se identifica a Inglaterra como usurpador, que es la verdad jurídica de aquí a Japón; la Guayana tiene que ser rescatada, es decir, la estrategia nacional de considerarla irrenunciable y trazar planes para recuperarla; indica que seremos perseverantes en ese reclamo, y como estaba claro que era un asunto de largo alcance, debía enseñarse a la infancia “desde la escuela” y por siempre (“mientras vivan”), que “la Guayana Esequiba pertenece a Venezuela”. Insuperable programa que bien podría adoptarlo el Estado como paradigma de esta lucha impostergable.  

 

Luego vino El Protocolo, del maestro de la gaita protesta Firmo Segundo Rincón. La canta Nerio Ríos con el Conjunto Los Cardenales del Éxito.

Dice la primera estrofa de versos:

Al nacido en esta tierra

Que no sienta este mensaje

Le pagamos el pasaje

Y que se vaya a Inglaterra

Es una mora que priva

A mi país sin razón

De plasmar su Pabellón

En la Guayana Esequiba.

Y el estribillo:

No deben cantar victoria

Los muy astutos ingleses

Porque con los guyaneses

No puede haber moratoria

Que dejen para la historia

El más cínico borrón

Nacido de una traición

Indigno de nuestra gloria

 

El gran Firmo Segundo Rincón blande su lápiz como espada libertadora, mientras el “Roble de la Gaita” Nerio Ríos, pone en sus cuerdas vocales los fusiles de Urdaneta:

Guayana es nuestra total

Yo lo repito mil veces

Y no feudo colonial

Como piensan los ingleses

 

El año 1981 vuelve a ponerse caliente la cosa fronteriza. El Poeta de la Gaita Luís Ferrer se lanza con Dos Fronteras, el tema fue grabado en dos versiones: la original (más un verso del cantor Nerio Ríos), con el conjunto Cardenales, y una segunda la interpreta el inolvidable Astolfo Romero con la Universidad de la Gaita, bajo el título Ni un pedazo más de tierra, correspondiente al primer verso del estribillo.

Ni un pedazo más de tierra

Daremos a otra nación

Me abro en dos el corazón

Para que en sangre se escriba

Si no luchan los de arriba

Pelearemos los de abajo

Y si hay que hacer una guerra

La guerra haremos, carajo.

La estrofa incorporada por Nerio en su interpretación, recoge sentimientos muy acendrados en el pueblo zuliano, que ha tenido que enfrentar la acechanza de intereses oligárquicos vecinos siempre con la traición y mala maña como praxis.

Alerta venezolano

Quieren pisotear tu orgullo

Te quieren quitar lo tuyo

Los que se la dan de hermanos

Pero es la verdad tajante

Que eso no lo aceptaremos

Si hay que pelear pelearemos

Fusil en mano y pa’lante.

 

El acucioso cultor popular cabimero, ingeniero químico Pedro Querales, nos recordó el tema que grabara en su prima producción de 1981 Gaiteros de Pillopo, de la batuta de Ricardo Portillo, en la voz de Rafael Sánchez con letra de Antonio Jiménez: La Guayana Esequiva, tocaya de la original del Ricardo Aguirre y el Guerrillero del Aire pero escrita con uve.

No se podía quedar atrás el grupo Guaco, que en sus tiempos gaiteros y protestones, grabó El Diferendo, de la fértil musa de dos consagrados compositores, el virtuoso Ricardo Hernández y el desaparecido Heriberto Molina, autor de las letras de grandes éxitos, como En casa se larga el forro, que hizo junto al gran Astolfo Romero.

Canta Guaco en el estribillo:

El suelo venezolano

No se seguirá perdiendo

Continuemos defendiendo

El logro bolivariano

Este pueblo soberano

No acepta más diferendo.

En esta gaita da gusto ver el despliegue de la capacidad musical de Gustavo Aguado, quien se entretiene tocando las tumbadoras mientras hace de solista. ¡Qué molleja, está sordo el muchacho!

Otros aires musicales también han tocado el asunto; en el calipso “Guayana es” se menciona al Esequibo como límite al este; la agrupación de música pop rock Témpano pegó en 1983 su canción que coreaba: “El Esequibo es mío, es tuyo, es tierra venezolana. El Esequibo es mío, es tuyo, es nuestro”, sin duda una oportuna contribución para recordarle al público de ese estilo musical un tema tan sensible a la Patria.

Pero está comprobado que la gaita es el ritmo de la defensa del justo reclamo venezolano por recuperar nuestra Guayana Esequiba. Porque el sol de Venezuela nace en el Esequibo, y en el ocaso se viene a descansar en el Zulia, donde le recargamos las pilas con el rayo del Catatumbo, para que cada nuevo amanecer vuelva a iluminar el oriente venezolano desde el río Esequibo, con el sagrado fuego bolivariano.

Yldefonso Finol

Economista e historiador bolivariano

domingo, 10 de enero de 2021

ZULIA BICENTENARIO: LA NOVENA ESTRELLA

 


Zulia Bicentenario: la Novena Estrella

Llegó la hora: la Novena Estrella en La Bandera Nacional representando al Zulia es una vieja deuda que debe ser saldada.

Introito y Petitorio

Coincide el inicio del año 2021 en que conmemoramos al Zulia Bicentenario, con el rescate de la Asamblea Nacional para las causas justas que clama la Patria. El espíritu inclusivo y dialogante con que se dio apertura al Período Legislativo, con la presidencia del Doctor Jorge Rodríguez, augura un nuevo escenario parlamentario que desde ya ha despertado esperanzas en la población, superada como está la etapa de un vergonzoso experimento de destrucción nacional por la saliente diputación que pasará a la historia como un maloliente “Caballo de Troya”, infestado de polillas y gusanos.

Son muchas y muy delicadas las tareas del nuevo Poder Legislativo. Economía, gobernanza, bienestar social, defensa de la soberanía, lucha contra la corrupción y la ineficiencia, estabilidad política, son retos de enorme dimensión que requieren un trabajo tenaz y abnegado por parte de la representación nacional.

No pretendemos distraer esas prioridades. Pero si queremos recordar que gran parte de la guerra mutante que libramos contra los imperialismos y enemigos cercanos, se desarrolla en el plano de lo simbólico. No han faltado las campañas de linchamiento contra la venezolanidad y las insanas maniobras de desmembramiento del territorio patrio, todo para intentar destruir el Proyecto Bolivariano.

Es en ese tenor que me atrevo a pedir, muy respetuosamente, se inicie el proceso legislativo para reformar parcialmente la Ley de Bandera Nacional, Himno Nacional y Escudo de Armas de la República Bolivariana de Venezuela, a fin de elevar la antigua “Provincia de Maracaibo”, el actual Estado Zulia, al azul de nuestro Pabellón Nacional. Dicha reforma sería puntualmente en el Artículo 3º de la mencionada Ley.

Esta propuesta recoge un sentimiento colectivo muy sentido, que los bardos zulianos han pregonado desde antaño en la prolija creación artística de la descendencia del pueblo del Cacique Nigale y del Prócer Rafael Urdaneta.

Tiene total pertinencia como respuesta a las voces agoreras que fanfarronean la pesadilla secesionista. La formulamos, además, no para la diatriba, sino para la justicia y la participación; para potenciar y fortalecer la unidad nacional. La planteamos con tono sereno, solidario, fraterno, aunque con argumentos contundentes.

Esperamos sea acogida en este año 2021 de gran significación histórica. El Zulia celebra triple Bicentenario: Pronunciamiento por la Independencia y adhesión indestructible a la República; Primera visita triunfal del Libertador, y nacimiento del topónimo Zulia para nuestra entidad político-territorial.

El Padre de la Patria, Simón Bolívar, en su Carta de Jamaica, pensó en Maracaibo como capital de ese nuevo país soberano que él soñaba crear. Grata fecha la del 28 de enero de 2021 para que el Presidente Nicolás Maduro designase por ese día a Maracaibo como Capital de la República, y que la directiva de la Asamblea Nacional, por solicitud de nuestra amplia representación parlamentaria, iniciase la reforma parcial de la Ley para incluir la Novena Estrella para el Zulia Bicentenario.   

 

Sustento legal

Constitución de la República Bolivariana de Venezuela

Artículo 8º. La bandera nacional con los colores amarillo, azul y rojo; el himno nacional Gloria al bravo pueblo y el escudo de armas de la República son los símbolos de la patria. La ley regulará sus características, significados y usos.

 

Ley de Bandera Nacional, Himno Nacional y Escudo de Armas de la República Bolivariana de Venezuela

Artículo 3º. La Bandera Nacional se inspira en la que adoptó el Congreso de la República en 1811. Está formada por los colores amarillo, azul y rojo, en franjas unidas, iguales y horizontales en el orden que queda expresado, de superior a inferior y, en el medio del azul, ocho estrellas blancas de cinco puntas, colocadas en arco de círculo con la convexidad hacia arriba. La Bandera Nacional que usen la Presidencia de la República y la Fuerza Armada Nacional, así como la que se enarbole en los edificios públicos nacionales, estadales y municipales, deberá llevar el Escudo de Armas de la República Bolivariana de Venezuela en el extremo de la franja amarilla cercano al asta. La Bandera Nacional usada por la Marina Mercante sólo llevará las ocho estrellas

 

Sinopsis nocional

El Zulia es una región de esas que Mariategui señala de tener “raíces más antiguas que la nación misma” y de no nacer “del estatuto político de un Estado”. Lo es desde el punto de vista de su biología geográfica. Esta condición viene dada por la existencia misma del Lago Maracaibo (14 mil km2). Miremos el mapa y constatemos que el territorio del actual estado Zulia corresponde a la región natural del Lago Maracaibo. Está el Lago como inmenso corazón de agua, rodeado por la fértil planicie que bañan más de cien ríos y caños, y delimitada por las serranías que cierran el universo lacustre por oriente Ciruma, al sur los Andes, y en occidente Perijá. El norte es el mero vientre donde nace el mar Caribe con el Golfo de Venezuela (también llamado de Maracaibo hasta el siglo XVII) entre las penínsulas de Paraguaná y La Guajira.

El espacio ambiental derivado determina la existencia de una vegetación y una fauna específicas, así como de fenómenos paisajísticos particulares, tales como el estuario que se forma del contacto con el mar en el estrecho donde vigila el archipiélago añú, y las grandes desembocaduras del sur barí, con las Ciénegas de Juan Manuel de Aguas Blancas y Aguas Negras y el enigmático rayo del Catatumbo.  

Esta región contó con un poblamiento pluricultural y multilingüe desde tiempos inmemoriales, con catorce mil años de presencia humana original. La invasión europea tardó una centuria en enseñorearse y la resistencia indígena se prolongó hasta la década del sesenta del siglo pasado, cuando aún el pueblo barí se enfrentaba al despojo de sus territorios por parte de las empresas petroleras y los terratenientes criollos; y todavía en el siglo XXI, aun con los grandes logros de la Revolución Bolivariana, el pueblo caribe yukpa ofrendó la vida del cacique Sabino Romero en tenaz lucha por rescatar sus tierras.

La población colonial no desarrolló desde sus inicios apego a otro centro político que no fuera España misma. La inestable ocupación del territorio por la lucha de los originarios, y los posteriores devaneos del gobierno imperial, que desmembró a Maracaibo de Venezuela para fundirlo con Mérida y La Grita, con sujeción a Santa Fe de Bogotá, crearon la necesidad de la autosuficiencia frente al distanciamiento de las autoridades coloniales. La posición geográfica de Maracaibo imposibilitaba ejercer la gobernabilidad desde cualquiera de los centros políticos implementados por la Colonia.

Paralelamente, se fue generando una simbiosis cultural diferenciada que tiene aún en el voceo su más fuerte expresión de resistencia. Que el pueblo zuliano haya asumido culturalmente una posición regionalista, es sólo la consecuencia dialéctica de su proceso histórico y sociocultural. Las gaitas de Ricardo Aguirre (La Grey Zuliana y Maracaibo Marginada) o Bernardo Bracho (Cabimas La Cenicienta) en la década del sesenta, recogían el sentir de un pueblo que veía salir de su suelo y sudor toda la riqueza que se dilapidaba en el país, mientras se acumulaban las carencias locales. Luego en los 70s y 80s, el Padre Cantor Alí Primera nos regaló Perdóneme Tío Juan, Coquivacoa y Tía Juana, para solidarizarse con esos sentimientos populares, y aún su infinita generosidad nos legó pos mortem El Lago y su gente, “porque sin Lago no hay puerto ni gente de Maracaibo”.

La razón les asistía a nuestros queridos cultores populares: del Zulia salía el petróleo que aportaba el 70% de los ingresos fiscales y el 80% de las divisas que entraban al país; el 75% de la producción de leche y el 60% de la producción de carne; una tercera parte de los huevos y pollos, y casi todo el carbón. A cambio, los índices de pobreza sobresalían por encima de la media nacional, mientras en el centro capitalino florecían las grandes autopistas y la Falcón-Zulia era condenada a ser una carretera rural, a pesar de estar en Paraguaná la mayor refinería del país.

Ese reclamo justo no puede ser estigmatizado para descalificarlo. Porque la justicia distributiva también debe tomar en cuenta el sacrificio que hace una región por la grandeza nacional, cuando sus activos naturales se desgastan o destruyen, como en el caso del Lago de Maracaibo. ¿Acaso no ha sido la industria petrolera, antes gringa, luego nacionalizada, el gran verdugo del Lago? “No es el palafito lo que está matando todo lo que hay en él”.

La corruptocracia que desgobernó al país en la IV República, decidió en Caracas clavarle al Lago las torres eléctricas esas que crean peligros innecesarios, afean el paisaje y asesinan especies típicas de peces y aves migratorias; esas misma elite centralista decidió entregar las tierras de los indígenas Barí y Yukpa a las transnacionales del carbón; esa elite antinacional despedía cientos de trabajadores petroleros y petroquímicos mientras llenaba las ociosas oficinas de Chuao de vagos con influencia y privilegios. Esos que colocaban figurones de la burguesía en puestos claves, y financiaban sus tropelías con dineros de la Nación, verbigracia la señora Mendoza de los cheques para Primero Justicia.  Los mismos que orquestaron el Golpe fascista de abril del 2002 y el “paro petrolero”.

Reivindicamos el verdadero regionalismo. Si cada ciudadano ama y –por tanto- trabaja por su región, el país se crece en poder y amor patrio. No hay nada más desmotivador que la falta de autoestima. Pero el verdadero regionalismo es patriótico y revolucionario, y, por esencia, profundamente antiimperialista. Porque regionalismo es nacionalismo; es decir, “soy orgulloso de ser maracucho, más venezolano que la arepa”.

Este regionalismo se nutre de los trabajadores petroleros que en la década del treinta del siglo pasado despertaron las luchas clasistas en Venezuela. Del primer triunfo socialista en las elecciones estadales de 1989 cuando le hicieron fraude a Luís Hómez. Del primer triunfo de una gobernadora socialista como Lolita Aniyar en 1993. De la primera Rectora de una universidad autónoma, mujer honesta y de izquierda, como Imelda Rincón. Del primer triunfo electoral dado por pueblo alguno de Venezuela a los alzados del 4 de febrero en las elecciones estadales de 1995.

Y, más allá, adentrados en la historia, nuestro regionalismo se alimenta de las luchas de nuestros pueblos indígenas encarnados en la figura del cacique Nigale, ignorado por la historia y la educación oficiales centralistas de la IV República. Porque aquí en el Lago la guerra de resistencia contra la invasión europea duró más de cien años, desde el 24 de agosto de 1499 al 23 de junio de 1607, y eso no se enseña en las escuelas. Porque es mentira la conseja de que el Zulia llegó tarde a la guerra de independencia; allí estuvieron desde los primeros días patriotas como Urdaneta, a quien Bolívar llamó el más leal de sus soldados, y desde 1799 se gestaron insurrecciones de contenido patriótico-popular.

En el Zulia nació el nombre de Venezuela y se selló su independencia con la Batalla Naval. Hablamos de vos y cantamos gaitas. Somos mayoría bolivariana. En el referéndum revocatorio de 2004 quedó claro, y en las sucesivas victorias obtenidas por el movimiento bolivariano en la región, hasta el día de hoy.

Es necesario generar un nuevo patriotismo Zulia con el rango telúrico de Nigale y Urdaneta. Resulta inaceptable, que bajo la mediocre manipulación de unos íconos trillados y manidas frases hechas, repetidas como letanías plañideras, la derecha ideológica se apropie del discurso regionalista. Denunciamos esa falsa zulianidad mayamera. El falso regionalismo que se jacta del mantra “lago, china y puente”, pero sucumbe a la seducción del imperialismo prestándose a traicionar la Patria con ridículas apetencias separatistas, aceptando la tutoría de la oligarquía colombiana, la más acechante enemiga histórica de la zulianidad, que ha ambicionado desmembrar Venezuela para clavarle los colmillos a nuestro Lago y nuestro Golfo de Venezuela. ¡Traidores a la Patria, es lo que son!   

Lo regional, como parte de lo nacional, debe convertirse en fuerza de resistencia a la globalización neoliberal. Atrincherarnos en los valores de nuestro específico, fortalece nuestra personalidad colectiva, acendra el sentido de pertenencia y potencia la posibilidad de reinventarnos originales al renombrar nuestro cosmos sentipensante desde lo genuinamente raigal.

Pero, por encima de cualquier reivindicación regionalista, está claro que lo estratégico de nuestra revolución viene dado por su carácter antiimperialista y anticapitalista; es decir, por la construcción del socialismo y de una nueva humanidad.

Contrario al carácter servil del caudillismo local impuesto desde la Colonia, que despreciaba la historia, la cultura, la economía y las reivindicaciones sociales regionales, el movimiento revolucionario recorrió desde tiempos añejos el camino del rescate y fortalecimiento de la cultura popular en las regiones y localidades, como vehículo para la unidad y la movilización por  sus más ansiados reclamos.

Recordemos que hace cincuenta años aconteció el impactante Congreso Cultural Cabimas 70, donde la izquierda revolucionaria se convocó para debatir los paradigmas de la transformación civilizatoria y trazar estrategias comunes de vinculación al movimiento de masas en pos de construir una fuerza que fuera alternativa al traidor Pacto de Punto Fijo. Eran los días del apogeo del movimiento literario que propugnaba, desde la izquierda política-ideológica, la irrupción de un lenguaje directo que no por panfletario dejaba de cultivar una nueva estética, que tiene en lo popular-revolucionario y en la irreverencia hacia las falsas poses de la cultura elitista, las fuentes inspiradoras de su búsqueda creativa. Eran los días del maracuchismo-leninismo.

En 1977 el Movimiento de los Poderes Creadores del Pueblo Aquiles Nazoa, política de masas impulsada por el PRV-RUPTURA, realiza en Maracaibo el Encuentro de la Cultura Popular Armando Molero, reivindicando en la figura del cantor de Maracaibo Florido, toda la acción creadora de los humildes que sueñan un mundo mejor. Fue ese un evento de impacto político que sumó voluntades hasta el momento dispersas. El trabajo ideológico experimentó un impulso interesante a partir del movimiento cultural comprometido con la revolución en casi todas las poblaciones del estado Zulia.

El mismo movimiento tomó la iniciativa de organizar en octubre de 1979 el Primer Encuentro Nacional Indígena en Paraguaipoa (Frente al Mar en wayúunaiki), al que acudieron representantes de varias comunidades nacionales y de otros países, así como luchadores sociales e intelectuales solidarios con las luchas de los pueblos indígenas. Este evento, absolutamente original y pionero, echó las bases del movimiento indígena que luego se manifestó entusiasta y firme en la explosión constituyente, alcanzando las históricas conquistas que recoge nítidamente la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela.

Estos eventos prenombrados, y particularmente este último de los pueblos indígenas, sí constituyeron aportes sustanciales a la conformación de la genuina zulianidad. Qué puede ser más zuliano que la reivindicación de nuestra condición indígena originaria, nuestra condición pluricultural y multilingüe.

Es propicio apuntar que el Cantor del Pueblo, Alí Primera, Precursor de la Revolución Bolivariana, comprendió tan oportunamente la pertinencia de estas convocatorias, que, el 12 de octubre de aquel 1979, se presentó espontáneamente en Paraguaipoa a dejar fiel testimonio de su compromiso, cantando Un guarao, Coquivacoa, Canción mansa para un pueblo bravo; y fue él quien recogió y dio continuidad organizativa a los frutos del Encuentro Armando Molero, al punto de llegar a establecer en la casa de Josefina, viuda de Molero, su puesto de comando, desde donde dirigió la Canción Solidaria y la Canción Bolivariana, verdaderos hitos culturales en la historia de la Revolución venezolana y latinoamericana.

La militancia revolucionaria de este tiempo, tiene la tarea impostergable de renombrarse desde la identidad regional construyendo el discurso de la nueva venezolanidad, que no es otra que la bolivariana.

 

Nueve razones para incluir una novena estrella en la Bandera Nacional en representación del Zulia

Estas son las nueve razones por la Novena Estrella:

1)    Esa Novena Estrella es el Cacique Nigale, jefe de la resistencia de los originarios habitantes de la región Maracaibo, el Pueblo Añú, que ha sido invisibilizado por la historia oficial tradicional, aquellos que libraron la Primera Batalla de Maracaibo en noviembre de 1573 expulsando a los españoles que la habían invadido desde el Reino de la Nueva Granada, y aun en 1607 ofrendaron sus últimas fuerzas por la dignidad de esta patria; son las flechas de los guerreros barí, que en el Catatumbo dieron de baja al Primer Gobernador de Venezuela, el alemán Ambrosio Alfinger, para que Europa supiera que en esta tierra sagrada nunca nos rendiríamos. Es la Estrella Indígena de los anú, barí, sapreyes, wayúu, y yukpas.

2)    Esa estrella es el General en Jefe Rafael Urdaneta Farías: la República Bolivariana de Venezuela está en deuda con Urdaneta. El Libertador, además de tenerle como su más fiel amigo, lo designó con las honrosas titulaciones de El Brillante, Salvador de La Patria, Eje de sus Operaciones Militares, entre otras sublimes menciones.

3)    Esta Novena Estrella es el nombre de Venezuela: es un hecho sumamente conocido, que el nombre de la Patria viene del modo de vida acuático de nuestra ancestralidad añú en el Lago Maracaibo.

4)    Es el Pronunciamiento independentista del 28 de enero de 1821 que provocó el fin del armisticio con España e hizo posible la Batalla de Carabobo. Destáquese que esta operación tuvo por cerebro al General en Jefe Rafael Urdaneta, quien a las órdenes del Libertador Simón Bolívar, hizo uso de su prestigioso liderazgo para atraerse a las fuerzas patrióticas de Maracaibo, tomando la plaza sin derramamiento de sangre y declarando adhesión a la República fundada en Angostura, con la adición de la condición democrática, pionera en la política suramericana. Doblemente meritoria esta liberación, porque se efectuó con un movimiento endógeno de gran apoyo popular, que no requirió movilizar unidades militares desde otras regiones, sólo los doscientos hombres venidos desde Gibraltar la noche del 27, sin que hubiese necesidad de usar sus armas.

5)    Es el triunfo definitivo sobre el enemigo realista en la Batalla de Maracaibo. Tanto en tierra como en el Lago, el ejército realista y su poderosa flota, fueron destruidos por las fuerzas revolucionarias comandadas por el General Manuel Manrique y el Almirante José Padilla. Dentro de dos años conmemoraremos el Bicentenario de estas gloriosas páginas de la gesta patriótica bolivariana.

6)    Es la Capitulación y expulsión del último Capitán General español en tierra venezolana. Esta lectura es poco común. La historiografía tradicional acostumbró a ver la Capitulación de Morales como parte de la historia regional del Zulia, pero éste fue un acontecimiento de impacto nacional y valor continental, toda vez que marcó la plena gobernabilidad republicana sobre todo el territorio nacional, y la consolidación de una soberanía que por primera vez estaba libre de la injerencia de ejércitos extranjeros, desde los días de la invasión europea en el siglo XVI.

7)    Esa Novena Estrella es la participación de la mujer en la Independencia,  encarnada en las heroínas y mártires Ana María Campos y Domitila Flores, símbolos de la mujer revolucionaria que enfrentó -y aún enfrenta- con valentía al opresor imperialista.

8)    Esa Novena Estrella servirá para inmortalizar la primera visita de Simón Bolívar a Maracaibo el 30 de agosto de 1821, después de Carabobo y antes de partir a liberar el sur, y su última estadía en Venezuela, a donde entró por el Departamento Zulia y se hospedó en Maracaibo tres noches y una en Los Puertos de Altagracia.

9)    Esta Novena Estrella servirá para conmemorar el Bicentenario del Zulia, creado como gran Departamento de la República el 2 de octubre de 1821.

Pido el apoyo de todas las buenas voluntades del Zulia y Venezuela para esta justa y oportuna solicitud. Espero prontos pronunciamientos de las instituciones estadales y municipales en respaldo de la Novena Estrella.

 

Yldefonso Finol

Constituyente de 1999

Cronista de Maracaibo  

ASESINATO DE EZEQUIEL ZAMORA: PRIMER COMUNISTA VENEZOLANO

 

El 10 de enero de 1860 asesinan al primer comunista venezolano

El federalismo aparece en nuestra historia unido a las luchas populares por reivindicaciones antioligárquicas. La máxima encarnación de esa unidad combativa es Ezequiel Zamora, de quien ha dicho su biógrafo Laureano Villanueva, que “su ambición constante consistía en servir al pueblo… con ciertas ideas utópicas de socialismo y de igualdad de bienes”.

Zamora es parte integrante y fundamental del “Árbol de las Tres Raíces” que inspira la Revolución Venezolana. Junto a Simón Rodríguez y Bolívar, el vencedor de Santa Inés, aporta el compromiso radical con la justicia social y el ideario de un gobierno cercano a la gente, antecedente claro del concepto de la democracia participativa pregonado y practicado por nuestra Revolución.

El General de Hombres Libres nos habla de “igualdad entre los venezolanos; el imperio de las mayorías; la verdadera República” o “la República genuina” que representa la federación original del 5 de julio de 1811.

La autora del libro Las luchas federalistas en Venezuela, Catalina Banko, caracteriza la gesta zamorana como “una auténtica guerra social orientada a la lucha contra la opresión de las clases poderosas” y nos recuerda que “la lucha contra la oligarquía y en favor de la federación se transforma en una guerra que reedita las acciones heroicas de la emancipación venezolana. Ambos procesos se sintetizan en la misma causa de la libertad y en la defensa de los derecho del pueblo”.

Por eso no es extraño el enorme respaldo popular que fue granjeándose el General “Cara de Cuchillo” a su paso por las rancherías indígenas, barracones de esclavos y pueblos paupérrimos de campesinos hambrientos, porque su lucha era contra el sistema que les mantenía oprimidos. De allí que, en nuestra historia revolucionaria, hablar de federación es sinónimo de revolución social.

Eso lo supieron muy temprano los oligarcas centralistas que el 4 de mayo de 1859 publicaron un comunicado en el periódico guaireño El Comercio, donde, escandalizados por las recientes victorias federalistas, los descalificaban diciendo que “es la guerra del crimen contra la virtud, la tiranía del comunismo contra el sagrado derecho de propiedad… es lo que hasta hoy nadie creía pudiese suceder en Venezuela”.

Esa fue su sentencia de muerte, ejecutada el 10 de enero de 1860 en la ciudad de San Carlos de Cojedes; habían transcurrido doce años desde la publicación del Manifiesto Comunista en Londres, y treinta de la muerte del Libertador Simón Bolívar, inspirador de la gesta del General del Pueblo Soberano Ezequiel Zamora.

 

Yldefonso Finol

Historiador Bolivariano

Cronista de Maracaibo