Zulia Bicentenario:
la Novena Estrella
Llegó la hora: la Novena Estrella en La Bandera
Nacional representando al Zulia es una vieja deuda que debe ser saldada.
Introito
y Petitorio
Coincide el inicio del año 2021 en que conmemoramos al
Zulia Bicentenario, con el rescate de la Asamblea Nacional para las causas
justas que clama la Patria. El espíritu inclusivo y dialogante con que se dio apertura
al Período Legislativo, con la presidencia del Doctor Jorge Rodríguez, augura
un nuevo escenario parlamentario que desde ya ha despertado esperanzas en la
población, superada como está la etapa de un vergonzoso experimento de
destrucción nacional por la saliente diputación que pasará a la historia como
un maloliente “Caballo de Troya”, infestado de polillas y gusanos.
Son muchas y muy delicadas las tareas del nuevo Poder
Legislativo. Economía, gobernanza, bienestar social, defensa de la soberanía, lucha
contra la corrupción y la ineficiencia, estabilidad política, son retos de
enorme dimensión que requieren un trabajo tenaz y abnegado por parte de la
representación nacional.
No pretendemos distraer esas prioridades. Pero si
queremos recordar que gran parte de la guerra mutante que libramos contra los
imperialismos y enemigos cercanos, se desarrolla en el plano de lo simbólico. No
han faltado las campañas de linchamiento contra la venezolanidad y las insanas
maniobras de desmembramiento del territorio patrio, todo para intentar destruir
el Proyecto Bolivariano.
Es en ese tenor que me atrevo a pedir, muy
respetuosamente, se inicie el proceso legislativo para reformar parcialmente la
Ley de Bandera Nacional, Himno Nacional
y Escudo de Armas de la República Bolivariana de Venezuela, a fin de elevar la
antigua “Provincia de Maracaibo”, el actual Estado Zulia, al azul de nuestro
Pabellón Nacional. Dicha reforma sería puntualmente en el Artículo 3º de la
mencionada Ley.
Esta propuesta recoge un sentimiento
colectivo muy sentido, que los bardos zulianos han pregonado desde antaño en la
prolija creación artística de la descendencia del pueblo del Cacique Nigale y del
Prócer Rafael Urdaneta.
Tiene total pertinencia como
respuesta a las voces agoreras que fanfarronean la pesadilla secesionista. La formulamos,
además, no para la diatriba, sino para la justicia y la participación; para
potenciar y fortalecer la unidad nacional. La planteamos con tono sereno,
solidario, fraterno, aunque con argumentos contundentes.
Esperamos sea acogida en
este año 2021 de gran significación histórica. El Zulia celebra triple Bicentenario:
Pronunciamiento por la Independencia y adhesión indestructible a la República; Primera
visita triunfal del Libertador, y nacimiento del topónimo Zulia para nuestra
entidad político-territorial.
El Padre de la Patria, Simón
Bolívar, en su Carta de Jamaica, pensó en Maracaibo como capital de ese nuevo
país soberano que él soñaba crear. Grata fecha la del 28 de enero de 2021 para
que el Presidente Nicolás Maduro designase por ese día a Maracaibo como Capital
de la República, y que la directiva de la Asamblea Nacional, por solicitud de
nuestra amplia representación parlamentaria, iniciase la reforma parcial de la
Ley para incluir la Novena Estrella para el Zulia Bicentenario.
Sustento
legal
Constitución de la República Bolivariana de Venezuela
Artículo 8º. La bandera nacional con los colores
amarillo, azul y rojo; el himno nacional Gloria al bravo pueblo y el escudo de
armas de la República son los símbolos de la patria. La ley
regulará sus características, significados y usos.
Ley de Bandera Nacional,
Himno Nacional y Escudo de Armas de la República Bolivariana de Venezuela
Artículo 3º. La Bandera Nacional se inspira en la que adoptó
el Congreso de la República en 1811. Está formada por los colores amarillo,
azul y rojo, en franjas unidas, iguales y horizontales en el orden que queda
expresado, de superior a inferior y, en el medio del azul, ocho estrellas
blancas de cinco puntas, colocadas en arco de círculo con la convexidad hacia
arriba. La Bandera Nacional que usen la Presidencia de la República y la Fuerza
Armada Nacional, así como la que se enarbole en los edificios públicos
nacionales, estadales y municipales, deberá llevar el Escudo de Armas de la
República Bolivariana de Venezuela en el extremo de la franja amarilla cercano
al asta. La Bandera Nacional usada por la Marina Mercante sólo llevará las ocho
estrellas
Sinopsis
nocional
El Zulia es una región de esas que Mariategui señala
de tener “raíces más antiguas que la nación misma” y de no nacer “del estatuto
político de un Estado”. Lo es desde el punto de vista de su biología
geográfica. Esta condición viene dada por la existencia misma del Lago
Maracaibo (14 mil km2). Miremos el mapa y constatemos que el territorio del
actual estado Zulia corresponde a la región natural del Lago Maracaibo. Está el
Lago como inmenso corazón de agua, rodeado por la fértil planicie que bañan más
de cien ríos y caños, y delimitada por las serranías que cierran el universo
lacustre por oriente Ciruma, al sur los Andes, y en occidente Perijá. El norte
es el mero vientre donde nace el mar Caribe con el Golfo de Venezuela (también
llamado de Maracaibo hasta el siglo XVII) entre las penínsulas de Paraguaná y
La Guajira.
El espacio ambiental derivado determina la existencia
de una vegetación y una fauna específicas, así como de fenómenos paisajísticos
particulares, tales como el estuario que se forma del contacto con el mar en el
estrecho donde vigila el archipiélago añú, y las grandes desembocaduras del sur
barí, con las Ciénegas de Juan Manuel de Aguas Blancas y Aguas Negras y el
enigmático rayo del Catatumbo.
Esta región contó con un poblamiento pluricultural y
multilingüe desde tiempos inmemoriales, con catorce mil años de presencia
humana original. La invasión europea tardó una centuria en enseñorearse y la
resistencia indígena se prolongó hasta la década del sesenta del siglo pasado,
cuando aún el pueblo barí se enfrentaba al despojo de sus territorios por parte
de las empresas petroleras y los terratenientes criollos; y todavía en el siglo
XXI, aun con los grandes logros de la Revolución Bolivariana, el pueblo caribe
yukpa ofrendó la vida del cacique Sabino Romero en tenaz lucha por rescatar sus
tierras.
La población colonial no desarrolló desde sus inicios
apego a otro centro político que no fuera España misma. La inestable ocupación
del territorio por la lucha de los originarios, y los posteriores devaneos del
gobierno imperial, que desmembró a Maracaibo de Venezuela para fundirlo con
Mérida y La Grita, con sujeción a Santa Fe de Bogotá, crearon la necesidad de
la autosuficiencia frente al distanciamiento de las autoridades coloniales. La
posición geográfica de Maracaibo imposibilitaba ejercer la gobernabilidad desde
cualquiera de los centros políticos implementados por la Colonia.
Paralelamente, se fue generando una simbiosis cultural
diferenciada que tiene aún en el voceo su más fuerte expresión de resistencia.
Que el pueblo zuliano haya asumido culturalmente una posición regionalista, es
sólo la consecuencia dialéctica de su proceso histórico y sociocultural. Las
gaitas de Ricardo Aguirre (La Grey Zuliana y Maracaibo Marginada) o Bernardo
Bracho (Cabimas La Cenicienta) en la década del sesenta, recogían el sentir de
un pueblo que veía salir de su suelo y sudor toda la riqueza que se dilapidaba
en el país, mientras se acumulaban las carencias locales. Luego en los 70s y
80s, el Padre Cantor Alí Primera nos regaló Perdóneme Tío Juan, Coquivacoa y
Tía Juana, para solidarizarse con esos sentimientos populares, y aún su
infinita generosidad nos legó pos mortem El Lago y su gente, “porque sin Lago
no hay puerto ni gente de Maracaibo”.
La razón les asistía a nuestros queridos cultores
populares: del Zulia salía el petróleo que aportaba el 70% de los ingresos
fiscales y el 80% de las divisas que entraban al país; el 75% de la producción
de leche y el 60% de la producción de carne; una tercera parte de los huevos y
pollos, y casi todo el carbón. A cambio, los índices de pobreza sobresalían por
encima de la media nacional, mientras en el centro capitalino florecían las
grandes autopistas y la Falcón-Zulia era condenada a ser una carretera rural, a
pesar de estar en Paraguaná la mayor refinería del país.
Ese reclamo justo no puede ser estigmatizado para
descalificarlo. Porque la justicia distributiva también debe tomar en cuenta el
sacrificio que hace una región por la grandeza nacional, cuando sus activos
naturales se desgastan o destruyen, como en el caso del Lago de Maracaibo.
¿Acaso no ha sido la industria petrolera, antes gringa, luego nacionalizada, el
gran verdugo del Lago? “No es el palafito lo que está matando todo lo que hay
en él”.
La corruptocracia que desgobernó al país en la IV
República, decidió en Caracas clavarle al Lago las torres eléctricas esas que
crean peligros innecesarios, afean el paisaje y asesinan especies típicas de
peces y aves migratorias; esas misma elite centralista decidió entregar las
tierras de los indígenas Barí y Yukpa a las transnacionales del carbón; esa
elite antinacional despedía cientos de trabajadores petroleros y petroquímicos
mientras llenaba las ociosas oficinas de Chuao de vagos con influencia y
privilegios. Esos que colocaban figurones de la burguesía en puestos claves, y
financiaban sus tropelías con dineros de la Nación, verbigracia la señora
Mendoza de los cheques para Primero Justicia.
Los mismos que orquestaron el Golpe fascista de abril del 2002 y el
“paro petrolero”.
Reivindicamos el verdadero regionalismo. Si cada
ciudadano ama y –por tanto- trabaja por su región, el país se crece en poder y
amor patrio. No hay nada más desmotivador que la falta de autoestima. Pero el
verdadero regionalismo es patriótico y revolucionario, y, por esencia,
profundamente antiimperialista. Porque regionalismo es nacionalismo; es decir,
“soy orgulloso de ser maracucho, más venezolano que la arepa”.
Este regionalismo se nutre de los trabajadores
petroleros que en la década del treinta del siglo pasado despertaron las luchas
clasistas en Venezuela. Del primer triunfo socialista en las elecciones
estadales de 1989 cuando le hicieron fraude a Luís Hómez. Del primer triunfo de
una gobernadora socialista como Lolita Aniyar en 1993. De la primera Rectora de
una universidad autónoma, mujer honesta y de izquierda, como Imelda Rincón. Del
primer triunfo electoral dado por pueblo alguno de Venezuela a los alzados del
4 de febrero en las elecciones estadales de 1995.
Y, más allá, adentrados en la historia, nuestro
regionalismo se alimenta de las luchas de nuestros pueblos indígenas encarnados
en la figura del cacique Nigale, ignorado por la historia y la educación
oficiales centralistas de la IV República. Porque aquí en el Lago la guerra de
resistencia contra la invasión europea duró más de cien años, desde el 24 de agosto
de 1499 al 23 de junio de 1607, y eso no se enseña en las escuelas. Porque es
mentira la conseja de que el Zulia llegó tarde a la guerra de independencia;
allí estuvieron desde los primeros días patriotas como Urdaneta, a quien
Bolívar llamó el más leal de sus soldados, y desde 1799 se gestaron
insurrecciones de contenido patriótico-popular.
En el Zulia nació el nombre de Venezuela y se selló su
independencia con la Batalla Naval. Hablamos de vos y cantamos gaitas. Somos
mayoría bolivariana. En el referéndum revocatorio de 2004 quedó claro, y en las
sucesivas victorias obtenidas por el movimiento bolivariano en la región, hasta
el día de hoy.
Es necesario generar un nuevo patriotismo Zulia con el
rango telúrico de Nigale y Urdaneta. Resulta inaceptable, que bajo la mediocre
manipulación de unos íconos trillados y manidas frases hechas, repetidas como
letanías plañideras, la derecha ideológica se apropie del discurso
regionalista. Denunciamos esa falsa zulianidad mayamera. El falso regionalismo
que se jacta del mantra “lago, china y puente”, pero sucumbe a la seducción del
imperialismo prestándose a traicionar la Patria con ridículas apetencias
separatistas, aceptando la tutoría de la oligarquía colombiana, la más
acechante enemiga histórica de la zulianidad, que ha ambicionado desmembrar
Venezuela para clavarle los colmillos a nuestro Lago y nuestro Golfo de
Venezuela. ¡Traidores a la Patria, es lo que son!
Lo regional, como parte de lo nacional, debe
convertirse en fuerza de resistencia a la globalización neoliberal.
Atrincherarnos en los valores de nuestro específico, fortalece nuestra
personalidad colectiva, acendra el sentido de pertenencia y potencia la
posibilidad de reinventarnos originales al renombrar nuestro cosmos
sentipensante desde lo genuinamente raigal.
Pero, por encima de cualquier reivindicación
regionalista, está claro que lo estratégico de nuestra revolución viene dado
por su carácter antiimperialista y anticapitalista; es decir, por la
construcción del socialismo y de una nueva humanidad.
Contrario al carácter servil del caudillismo local
impuesto desde la Colonia, que despreciaba la historia, la cultura, la economía
y las reivindicaciones sociales regionales, el movimiento revolucionario
recorrió desde tiempos añejos el camino del rescate y fortalecimiento de la
cultura popular en las regiones y localidades, como vehículo para la unidad y
la movilización por sus más ansiados
reclamos.
Recordemos que hace cincuenta años aconteció el
impactante Congreso Cultural Cabimas 70, donde la izquierda revolucionaria se
convocó para debatir los paradigmas de la transformación civilizatoria y trazar
estrategias comunes de vinculación al movimiento de masas en pos de construir
una fuerza que fuera alternativa al traidor Pacto de Punto Fijo. Eran los días
del apogeo del movimiento literario que propugnaba, desde la izquierda
política-ideológica, la irrupción de un lenguaje directo que no por panfletario
dejaba de cultivar una nueva estética, que tiene en lo popular-revolucionario y
en la irreverencia hacia las falsas poses de la cultura elitista, las fuentes
inspiradoras de su búsqueda creativa. Eran los días del maracuchismo-leninismo.
En 1977 el Movimiento de los Poderes Creadores del
Pueblo Aquiles Nazoa, política de masas impulsada por el PRV-RUPTURA, realiza
en Maracaibo el Encuentro de la Cultura Popular Armando Molero, reivindicando
en la figura del cantor de Maracaibo Florido, toda la acción creadora de los
humildes que sueñan un mundo mejor. Fue ese un evento de impacto político que
sumó voluntades hasta el momento dispersas. El trabajo ideológico experimentó
un impulso interesante a partir del movimiento cultural comprometido con la
revolución en casi todas las poblaciones del estado Zulia.
El mismo movimiento tomó la iniciativa de organizar en
octubre de 1979 el Primer Encuentro Nacional Indígena en Paraguaipoa (Frente al
Mar en wayúunaiki), al que acudieron representantes de varias comunidades
nacionales y de otros países, así como luchadores sociales e intelectuales
solidarios con las luchas de los pueblos indígenas. Este evento, absolutamente
original y pionero, echó las bases del movimiento indígena que luego se
manifestó entusiasta y firme en la explosión constituyente, alcanzando las
históricas conquistas que recoge nítidamente la Constitución de la República
Bolivariana de Venezuela.
Estos eventos prenombrados, y particularmente este
último de los pueblos indígenas, sí constituyeron aportes sustanciales a la
conformación de la genuina zulianidad. Qué puede ser más zuliano que la reivindicación
de nuestra condición indígena originaria, nuestra condición pluricultural y
multilingüe.
Es propicio apuntar que el Cantor del Pueblo, Alí
Primera, Precursor de la Revolución Bolivariana, comprendió tan oportunamente
la pertinencia de estas convocatorias, que, el 12 de octubre de aquel 1979, se
presentó espontáneamente en Paraguaipoa a dejar fiel testimonio de su
compromiso, cantando Un guarao, Coquivacoa, Canción mansa para un pueblo bravo;
y fue él quien recogió y dio continuidad organizativa a los frutos del
Encuentro Armando Molero, al punto de llegar a establecer en la casa de
Josefina, viuda de Molero, su puesto de comando, desde donde dirigió la Canción
Solidaria y la Canción Bolivariana, verdaderos hitos culturales en la historia
de la Revolución venezolana y latinoamericana.
La militancia revolucionaria de este tiempo, tiene la
tarea impostergable de renombrarse desde la identidad regional construyendo el
discurso de la nueva venezolanidad, que no es otra que la bolivariana.
Nueve
razones para incluir una novena estrella en la Bandera Nacional en
representación del Zulia
Estas son las nueve razones por la Novena Estrella:
1)
Esa
Novena Estrella es el Cacique Nigale, jefe de la resistencia de los originarios
habitantes de la región Maracaibo, el Pueblo Añú, que ha sido invisibilizado
por la historia oficial tradicional, aquellos que libraron la Primera Batalla
de Maracaibo en noviembre de 1573 expulsando a los españoles que la habían
invadido desde el Reino de la Nueva Granada, y aun en 1607 ofrendaron sus últimas
fuerzas por la dignidad de esta patria; son las flechas de los guerreros barí,
que en el Catatumbo dieron de baja al Primer Gobernador de Venezuela, el alemán
Ambrosio Alfinger, para que Europa supiera que en esta tierra sagrada nunca nos
rendiríamos. Es la Estrella Indígena de los anú, barí, sapreyes, wayúu, y
yukpas.
2)
Esa
estrella es el General en Jefe Rafael Urdaneta Farías: la República Bolivariana
de Venezuela está en deuda con Urdaneta. El Libertador, además de tenerle como
su más fiel amigo, lo designó con las honrosas titulaciones de El Brillante,
Salvador de La Patria, Eje de sus Operaciones Militares, entre otras sublimes
menciones.
3)
Esta
Novena Estrella es el nombre de Venezuela: es un hecho sumamente conocido, que
el nombre de la Patria viene del modo de vida acuático de nuestra ancestralidad
añú en el Lago Maracaibo.
4)
Es el
Pronunciamiento independentista del 28 de enero de 1821 que provocó el fin del
armisticio con España e hizo posible la Batalla de Carabobo. Destáquese que
esta operación tuvo por cerebro al General en Jefe Rafael Urdaneta, quien a las
órdenes del Libertador Simón Bolívar, hizo uso de su prestigioso liderazgo para
atraerse a las fuerzas patrióticas de Maracaibo, tomando la plaza sin
derramamiento de sangre y declarando adhesión a la República fundada en
Angostura, con la adición de la condición democrática, pionera en la política
suramericana. Doblemente meritoria esta liberación, porque se efectuó con un
movimiento endógeno de gran apoyo popular, que no requirió movilizar unidades
militares desde otras regiones, sólo los doscientos hombres venidos desde
Gibraltar la noche del 27, sin que hubiese necesidad de usar sus armas.
5)
Es el
triunfo definitivo sobre el enemigo realista en la Batalla de Maracaibo. Tanto
en tierra como en el Lago, el ejército realista y su poderosa flota, fueron
destruidos por las fuerzas revolucionarias comandadas por el General Manuel
Manrique y el Almirante José Padilla. Dentro de dos años conmemoraremos el
Bicentenario de estas gloriosas páginas de la gesta patriótica bolivariana.
6)
Es la
Capitulación y expulsión del último Capitán General español en tierra
venezolana. Esta lectura es poco común. La historiografía tradicional
acostumbró a ver la Capitulación de Morales como parte de la historia regional
del Zulia, pero éste fue un acontecimiento de impacto nacional y valor
continental, toda vez que marcó la plena gobernabilidad republicana sobre todo
el territorio nacional, y la consolidación de una soberanía que por primera vez
estaba libre de la injerencia de ejércitos extranjeros, desde los días de la
invasión europea en el siglo XVI.
7)
Esa
Novena Estrella es la participación de la mujer en la Independencia, encarnada en las heroínas y mártires Ana
María Campos y Domitila Flores, símbolos de la mujer revolucionaria que
enfrentó -y aún enfrenta- con valentía al opresor imperialista.
8)
Esa
Novena Estrella servirá para inmortalizar la primera visita de Simón Bolívar a
Maracaibo el 30 de agosto de 1821, después de Carabobo y antes de partir a
liberar el sur, y su última estadía en Venezuela, a donde entró por el
Departamento Zulia y se hospedó en Maracaibo tres noches y una en Los Puertos
de Altagracia.
9)
Esta
Novena Estrella servirá para conmemorar el Bicentenario del Zulia, creado como
gran Departamento de la República el 2 de octubre de 1821.
Pido el apoyo de todas las buenas voluntades del Zulia
y Venezuela para esta justa y oportuna solicitud. Espero prontos
pronunciamientos de las instituciones estadales y municipales en respaldo de la
Novena Estrella.
Yldefonso Finol
Constituyente de 1999
Cronista de Maracaibo
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