viernes, 25 de febrero de 2022

UN MUNDO EN PAZ: UN MUNDO SIN LA OTAN

 Un mundo en paz: un mundo sin la OTAN

La Organización Terrorista del Atlántico Norte (OTAN) es un parapeto de muerte manejado por el Pentágono, y éste a su vez es el gendarme del Complejo Militar-Industrial de Estados Unidos.

Con su mascarada “democrática” y mofándose del mundo con la falacia imperialista de los derechos Humanos, la OTAN descuartizó Yugoslavia en siete pedazos, acabó con Libia, y mantuvo guerras genocidas con falsos pretextos en países como Afganistán e Irak.

La situación ruso-ucraniana fue provocada ex profeso por el aparato de guerra imperialista yanqui con sus títeres europeos. El objetivo de largo plazo consiste en debilitar hasta la agonía a Rusia; a corto plazo se buscó crear el caos en la región, detener el avance del gasoducto ruso que abastecería a Alemania y otros países de Europa, afectar la economía rusa con sanciones financieras, comerciales y operativas.

Los objetivos de corto plazo los han logrado momentáneamente, el de largo plazo está por verse, y la mayoría de opiniones expertas lo dudan razonablemente.

Pero si la estrategia geoeconómica gringa pareciera estar funcionando (sobre todo porque logró acercar a la UE con la que venía teniendo diferencias importantes); la geopolítica militar rusa los ha dejado boquiabiertos.

Se sabe por experiencia histórica, que la mano militar yanqui llega hasta donde llegan los empresarios estadounidenses. La familia Biden tiene sus narices metidas en Ucrania –precisamente en el negocio del gas- desde 2014, cuando el hijo del actual presidente, Hunter Biden, comenzó sus actividades como ejecutivo de capitales energéticos.

El propio Joe Biden viajó frecuentemente a Ucrania desde 2016 donde ejerció presiones para cambiar al fiscal ucraniano que investigaba hechos de corrupción denunciados por Donald Trump contra la familia del entonces vicepresidente en el gobierno de Obama.

Como siempre, los gringos alborotan conflictos lejos de su territorio, para que otros pongan los muertos y la destrucción que dejan las guerras, mientras sus empresas amasan nuevas y jugosas ganancias en un mundo que cada vez se independiza más de sus tradicionales monopolios.

Rusia por su parte, sintiéndose amenazada por la expansión de la OTAN en sus fronteras con el este europeo, víctima de un cúmulo de sanciones azuzadas por Washington, y una descomunal campaña estigmatizadora, calumniosa y xenófoba contra la dignidad del pueblo ruso, opta por la mejor defensa y se defiende preventivamente.

La transnacional mediática pro imperialista no ha cesado los bombardeos contra las economías, culturas y sociedades alternativas, en esta guerra cognitiva y simbólica del Tercer Milenio para reinstalar en la conciencia universal el predominio del fatuo y perverso estilo de vida capitalista neoliberal.

No descuidemos el papel subrepticio del sionismo, toda vez que el presidente, el vicepresidente y varios ministros de Ucrania también son de nacionalidad israelí, y por esas paradojas extrañas de la historia, están aliados con los mercenarios neonazis que lanzaron ataques de exterminio contra la población civil rusoparlante de Donestk y Lugansk, muy similares a los que practica Israel hace más de medio siglo contra Palestina.

II

En perspectiva bolivariana nos pronunciamos por el Equilibrio del Universo, esa máxima principista de la Doctrina del Libertador Simón Bolívar según la cual, los países que hemos sido víctimas de la opresión colonial-imperialista debemos formar un bloque que haga contrapeso a la pretensión hegemonista de Estados Unidos y Europa.

Las relaciones internacionales deberían basarse en una diplomacia profesional y unos códigos de cooperación como fuente de seguridad global, disuasión de amenazas al bien común y progreso económico inclusivo, con justicia social. El objetivo principal del bolivarianismo es la autodeterminación de los pueblos: “La libertad del Nuevo Mundo es la esperanza del Universo”, exclamó El Libertador en la Proclama al Ejército Libertador del Perú, en el Cuartel General en Pasco, el 29 de julio de 1824.

El mayor anhelo de Bolívar era la paz, pero el decadente Imperio Hispano se empeñó en reconquistar sus antiguas posesiones; no fue entonces un capricho hacer la guerra, fue el único medio posible de lograr la Independencia. En esas circunstancias, ninguna acción enemiga debía subestimarse, por eso estando Bolívar en Potosí, escribió el 21 de octubre de 1825: “Si nosotros nos dejamos insultar hasta de los débiles, no seremos respetados de nadie, y no mereceremos ser naciones”.

Más allá de la obligación moral de luchar por sostener la libertad alcanzada, hallamos en Simón Bolívar el valor inestimable de la paz. En sucesivas exposiciones no dejaba de lado la esperanza de terminar la guerra y abrir cauces a las bondades de la paz, que auguraba como principio de toda realización humana plausible: “Hagamos que el amor ligue con un lazo universal… y que el odio, la venganza y la guerra se alejen de nuestro seno”, sentenció en el Discurso ante el Gobierno General de la Nueva Granada en su instalación en Bogotá el 23 de enero de 1815. A Tomás Heres escribió desde Pativilca el 9 de enero de 1824: “De la paz se deben esperar todos los bienes y de la guerra nada más que desastres”.

El bolivarianismo tiene una visión integral de las relaciones internacionales, basadas en la autodeterminación de los pueblos, y el reconocimiento de los derechos universales de las personas indistintamente de su procedencia geográfica, su nacionalidad o su origen étnico.

En comunicación a su amigo Guillermo White, El Libertador escribió desde San Cristóbal el 26 de mayo de 1820, unas notas reflexivas sobre las metas más anheladas de la lucha emancipadora, mismas que sólo se legitimaban por su contenido humanista y progresista: “No hay libertad legítima sino cuando ésta se dirige a honrar la humanidad y a perfeccionarle su suerte. Todo lo demás es de pura ilusión, y quizás de una ilusión perniciosa”.

Este concepto transparente de libertad, contrasta con la manoseada “libertad” de la Casa Blanca, “destinada por la providencia a plagar” los pueblos “de miseria” en su nombre.

La Doctrina Bolivariana sobre las relaciones internacionales, contiene un coherente glosario de principios que la definen por su valor filosófico y una vigencia universal sorprendente. Uno de esos enunciados en particular, que explica fenómenos geopolíticos de otrora y de la contemporaneidad, es aquel que establece: “Las enemistades entre naciones nacen del deseo de preponderancia y no del sistema de gobierno”. (Quito, 6 de diciembre de 1822).

Simón Bolívar comprendió temprano que sólo la unidad de los pueblos permitiría acumular la fuerza necesaria para vencer a un enemigo de mil cabezas, que en cualquier lugar era capaz de armar un ejército y destrozar la libertad y la vida de las naciones más débiles militarmente.

Estados Unidos es el jefe de ese monstruo siamés Hidra-Albión que infesta los mares con sus maniobras bélicas y cunde de bases militares el Orbe; es el cabecilla promotor de agresiones unilaterales contra Cuba y Venezuela, llámense bloqueos o “sanciones”, violando toda la normativa del Derecho Internacional y principios de Naciones Unidas.

La Doctrina Bolivariana en el plano internacional pregona el concepto del Equilibrio del Universo como la posibilidad de un mundo en paz y progreso equitativo. El desiderátum de esa idea virtuosa dedicada a la emancipación de los pueblos, aspira coronar una sola ambición suprema, de la cual dependen todos los sueños por realizar: la paz.

III

Firmemos un comunicado con la sangre de la verdad, para que triunfen la vida y la paz sobre la guerra y los negocios.

Firman,

Porque la paz será mi puerto, mi gloria, mi recompensa, mi esperanza, mi dicha y cuanto me es precioso en este mundo, Simón Bolívar.

Porque todos sois mis hijos y hermanos y os he mandado amaros los unos a los otros, Jesús de Nazaret.

Porque esta humanidad ha dicho basta y ha echado a andar, Ernesto Guevara de La Serna.

Porque hay que darle un chance a la paz y el poder al pueblo, Jhon Lennon.

Porque hay que cambiar esta vida de odio, codicia, y tribulación, por una de amor, paz y solidaridad, Mahadma Ghandi.

Porque la paz es el respeto al derecho ajeno, Benito Juárez.

Porque la libertad es el derecho de todo hombre a ser honrado, José Martí.

Porque no es lo que importa llegar primero y a prisa sino llegar con todos y a tiempo, León Felipe.

Porque la democracia es el gobierno del pueblo, por el pueblo y para el pueblo, Abrahán Lincoln.

Porque los hombres volverán a ser hermanos, Miguel Ríos y Beethoven.

Por creer en el amor y el arte como vías hacia el disfrute de la vida perdurable y en la amistad como el invento más bello del hombre, Aquiles Nazoa.

Por el derecho de vivir en paz, Víctor Jara.

Porque se acabe la explotación del hombre por el hombre, Marx y Engels.

Por la buena gente que camina, canta y sueña, que donde hay vino bebe vino donde no hay vino agua fresca, Antonio Machado.

Por los diez viajes a través del Atlántico y los diez y seis mil folios manuscritos en defensa del género humano de Bartolomé de Las Casas.

Por el martirio de fray Antonio Valdivieso revivido por Oscar Arnulfo Romero quinientos años después.

Por la sangre aún vibrante de Federico García Lorca.

Por el dolor secreto del exilio de Cortázar.

Por el corazón repartido de Rafael Alberti.

Por la mística sabiduría de Khalil Jibrán.

Por la invitación de Neruda a firmar con amor.

Firmemos por la vida donde haya que firmar.

YLDEFONSO FINOL

domingo, 20 de febrero de 2022

2022: EL CICLO BICENTENARIO DE LA PATRIA SIGUE...


2022: El Ciclo Bicentenario de la Patria sigue…

El Ciclo Bicentenario de la Patria visualizado por Hugo Chávez a comienzos del present6e siglo, no concluyó el 24 de junio de 2021 con el Bicentenario de la Batalla de Carabobo.

En el parte de guerra Bolívar afirma que aquella “espléndida victoria” confirmó “el nacimiento político de la República”, y ello es totalmente cierto, no queremos contradecir en ningún caso al Libertador; sí planteamos debatir esa creación historiográfica que sembró en el subconsciente del colectivo nacional la creencia de que ese día se terminó la guerra: “selló nuestra Independencia” o “sello la Independencia de Venezuela”, se suele repetir.

Sellar tiene implícito el finiquito de un suceso: ponerle el sello a una carta o documento implica que está terminado y confirmado. Por eso El Libertador –tan celoso sabedor de las intrincadas rutas del idioma- no usó ese verbo, prefirió hablar de “nacimiento”, es decir, comienzo.

Tan claro estaba de esa frágil gestación, que en su camino de regreso desde el campo de Carabobo (luego de su breve visita a Caracas), toda su preocupación estaba centrada en el movimiento de tropas para sitiar el reducto fortificado de Puerto Cabello (tarea asignada a Páez fundamentalmente), y el control de la región coriana donde se hacía sentir –a veces con virulencia- la presencia realista como fuerza acechante, tan amenazadora de la estabilidad alcanzada, que el mismo Bolívar quiso ir personalmente con dos mil efectivos a ponerle coto al perturbador foco enemigo.

Hay una docena de cartas que demuestran esa (pre) ocupación, emitidas durante el viaje desde Carora a Maracaibo, con zigzagueo hacia El Tocuyo y Trujillo incluidos.

Simultáneamente, tocaba atender la situación de Cartagena (con Montilla comandando la región costera neogranadina), el plan de marchar sobre Panamá (asignado  en un primer momento a Urdaneta, pero que no hizo falta por la adhesión del istmo a la República), y la estratégica Campaña del Sur, que implicaba terminar de liberar desde Pasto hasta el Pacífico colombiano y avanzar sobre Quito, tal como se fue ejecutando exitosamente los primeros meses de 1822 con las Batallas de Bomboná (7 de abril) y Pichincha (24 de mayo).

En tierra venezolana, el enemigo se envalentona con su nuevo Capitán General el sanguinario Francisco Tomás Morales, genocida consagrado desde los tiempos del terrorífico Boves, a quien secundaba. Morales logró en 1822 aquello que Bolívar quiso evitar con tanta insistencia entre julio y agosto de 1821: la reconquista de Coro por los realistas.

Empoderado con Puerto Cabello y La Vela, por donde recibían importantes apoyos desde Cuba y Puerto Rico, Morales se lanza con pasos agigantados sobre la costa oriental del lago Maracaibo y monta su Cuartel General en los Puertos de Altagracia. Desde allí diseña una estrategia envolvente sobre la ciudad capital, que incluye dos ataques simultáneos el 24 de abril: uno por el río Manglar (actual Cañada Morillo, cercano a la sede los poderes públicos), y por los bajos de La Hoyada (aproximadamente donde se encuentra hoy la Plaza del Buen Maestro).

Para contener a los que invadieron por el noreste que se habían atrincherado en el hato Juana de Ávila, el General De Clemente envió al Batallón Maracaibo comandado por José Rafael de las Heras, héroe de origen cubano que había hecho grandes méritos como auxiliar de Urdaneta en la toma de Maracaibo del 28 de enero de 1821, siendo jefe del Batallón Tiradores, y en Carabobo, siempre formando parte de la División de Urdaneta, donde El Libertador lo premia con el honorífico elogio de “benemérito”.  

Las Heras murió en ese combate de Juana de Ávila, por una estrepitosa caída de su caballo en una trinchera que lo lanzó por los aires a estrellar su cuerpo contra una enorme piedra colocada como defensa por el enemigo. También cayeron heroicamente en esa dura refriega el capitán Silvestre Ochoa y el teniente José María Guevara.

La tropa patriota, en vez de amilanarse por la pérdida de sus jefes, dirigidos ahora por soldados experimentados como Manuel León, los hermanos Carlos, Bruno y Fermín Mas y Rubí, otros como Paredes, cuyos nombres nadie recuerda, lograron la victoria en el ensangrentado terreno, digno de todos los homenajes.

El Intendente del Zulia, General Lino de Clemente, que había salido a enfrentar el contingente que atracó por la Cañada del Manglar, poniéndolo en fuga por la vieja vía a Perijá -donde dejaron rastros de sus desmanes hasta ejecutar el saqueo de la Villa del Rosario- los alcanzó y obligó a rendirse, enterados los realistas de la derrota sufrida en Juana de Ávila.

Ofreciéndoles una capitulación generosa, inspirada en el espíritu de regularización de la guerra que ya era doctrina de las fuerzas bolivarianas, los envió fuera del país.

Pero el mañoso Morales siguió con sus tretas enviando la flota a su orden por la Guajira, simulando la intención de un ataque a Maracaibo entrando por el Golfo de Venezuela. La realidad era que se echarían a caminar desde Cojoro, y cuando las autoridades republicanas se percataron de la presencia enemiga, ya éstos tenían sus primeras avanzadas en Sinamaica. Allí hubo combates, y en el caño de los Monitos se repelió un piquete realista, y hubo batalla en Puerto Guerrero a orillas del río Limón, que las crónicas de la época aún llamaban Socuy o Sucuy; y siguieron los combates en el Moján, donde los de Morales tomaron a la fuerza las canoas de los pobladores originarios, para ir moviendo sus piezas de artillería hacia Maracaibo…hasta ponerse con ventaja en la estratégica Salina Rica, allí mismito a la entrada norte de Maracaibo, haciendo irreversible la toma de la ciudad por el vengativo español.

Por eso he insistido en la tesis que el Ciclo Bicentenario de la Patria no terminó el 24 de junio de 2021. Mucha sangre heroica tuvo que verterse aún en los suelos y aguas de la Patria para verse liberada del yugo imperial español.

Esa sangre sagrada clama por justicia en la memoria histórica de nuestro pueblo. Los nombres de la mujer heroína y mártir de la revolución independentista que el genocida Morales hizo derramar con saña en las personas de Mercedes Alaña, Domitila Flores, Ana María Campos. Estas efemérides son de todo nuestro pueblo bolivariano, en recordación sentida de esos valientes anónimos vilmente asesinados, como los oficiales Garcés, Loret, Ocando, Acosta, pasados a cuchillo sin mediar ni honor ni ética militar.

La Patria sigue en deuda injustificada. ¡Que brille en los colegios la épica incomparable del patriotismo venezolano! No es sólo el evento protocolar, ni siquiera el merecidísimo monumento aún inexistente; requerimos con urgencia la re-enseñanza de nuestra Historia; la revalorización de nuestra ancestralidad, nuestras raíces existenciales.

La Historia está constituida por procesos. No es lo episódico, lo anecdótico, lo espectacular de una acción, lo que se hace historia. Tampoco se trata de la suma de hechos. Morales retomó Maracaibo y la convirtió en sede de la Capitanía General, avanzó hasta Mérida y –habiendo reunido un ejército de cuatro mil efectivos- casi se abalanza sobre el resto del Ande colombiano, si no viene el General en Jefe Rafael Urdaneta –Comandante de Cundinamarca- a frenarlo en Cúcuta. El español se repliega a Maracaibo convertido en reducto de la decadente España imperial.

Las luchas continuaron hasta el 24 de julio de 1823 (Bicentenario a la vista…), cuando expulsamos -por fin- al último gobernador extranjero de nuestra Patria “en la épica batalla de Manrique y Padilla” y todo el pueblo pescador orillero y gaitero del Zulia (Por cierto, mismo pueblo que enfrentó y dio de baja al primer gobernador enviado por el Imperio Hispano-Germánico, el efímero Ambrosio Alfinger, abatido por una flecha del pueblo barí en la región del Sur del Lago Maracaibo un maravilloso 31 de mayo de 1533).

Seguimos de Bicentenarios: ¡alzados contra toda forma de opresión imperialista!

Yldefonso Finol

viernes, 11 de febrero de 2022

LA ESPIRAL DEL CAOS. EL NEGOCIO IMPERIALISTA DE LA GUERRA PERMANENTE.

 La espiral del caos: el negocio imperialista de la guerra permanente

¡Allá va el ladrón!, dice el ladrón señalando con su índice en dirección a la muchedumbre para evitar que las miradas lo descubran. Tal es el ardid usado por Estados Unidos con la sobresaturada campaña de una presunta “invasión” de Ucrania por parte de Rusia. Mientras tanto, son ellos y la OTAN (Organización Terrorista del Atlántico Norte), quienes han invadido la región con un armamentismo que pareciera constituir la “crónica de una Tercera Guerra anunciada”.

Simultáneamente, la guerra hace estragos en un país casi imperceptible: Yemen, donde decenas de miles han muerto por indiscriminados bombardeos de la aviación saudí, apoyada por Inglaterra, Estados Unidos y otras hienas amaestradas del capital europeo. Para la famosa farándula oenegista de los Derechos Humanos estos seres humanos no tienen derechos ni a la vida ni a la paz. El hambre y la insalubridad provocadas por la destrucción bélica, matan la infancia yemení diariamente sin compasión alguna de los agresores y sus cómplices.

En Palestina, la misma alianza de la muerte, encabezada en este caso por el aparato neonazi sionista, actuando como fuerza transnacional ocupante, ejecuta el más impune exterminio del pueblo originario árabe-palestino. La política del apartheid surafricano tan condenado moralmente por la opinión pública internacional, ha sido reeditada descaradamente en Palestina, con el agravante de que las prácticas genocidas, combinan desde la brutal demolición de hogares hasta el asesinato selectivo de líderes, usando para ello el más avanzado instrumental tecnológico de guerra.

Paradójicamente, los que se dicen herederos del pueblo judío que sufrió similares agravios horrendos por parte del nazi-fascismo en Alemania y sus títeres europeos, se han ensañado con los mismos métodos contra la Palestina generosa que, ingenuamente, les abrió sus brazos cuando comenzaron la taimada invasión diseñada en esa criminal elegante llamada Inglaterra.      

II

África ha sido escenario del insaciable afán de lucro europeo desde las primeras “Cruzadas” hace mil años.

Destruidas sus antiguas formaciones sociales, esclavizada su población, repartido su territorio a capricho de los imperios europeos, el continente africano contemporáneo es el resultado de aquellas rupturas flagelantes. El saqueo de sus recursos naturales y el control geopolítico sigue aupando una secuencia interminable de conflictos, donde todos los experimentos de sojuzgamiento han sido aplicados, para hacerla “ingobernable” y justificar (lo históricamente injustificable) la permanente intromisión de la “raza blanca” a través de sus gobiernos imperiales y parapetos multilaterales.

Instrumentos tenebrosos creados, entrenados y armados por la CIA y similares de Europa, al estilo “Estado Islámico”, han causado terror entre la población civil de varios países africanos. También han instrumentalizado facciones militares para derrocar gobiernos o sostener conflictos internos, todo sin detener la extracción de las riquezas minerales, forestales, o negocios tan deleznables como el contrabando de piezas arqueológicas y el turismo de cacería (hobby preferido del Rey de España matón de elefantes que hoy rebana jamón ibérico en Arabia Saudita).  

Sudán, República Democrática del Congo, Somalia, Camerún, Nigeria, Burundi, Mali, Mozambique, República Centroafricana y recientemente Burkina Faso, han sido escenarios de violencia política, en algunos casos con visos étnicos o territoriales, pero donde siempre aparecen tras bastidores la perversa herencia del colonialismo europeo y los intereses económicos de empresas explotadoras extranjeras.

En la República Saharaui observamos con preocupación las alianzas guerreristas del reino de Marruecos con países expertos en genocidio antiárabe como Israel, así como el retroceso que implican algunas opiniones en Naciones Unidas que darían preferencia a una supuesta “solución negociada” antes que al proceso de descolonización y autodeterminación del pueblo saharaui en soberana consulta democrática.

El imperialismo estadounidense y sus garrapatas de la OTAN juegan en todas estas causas a favor de la opresión y la muerte. Ni siquiera la atribulación mundial por la pandemia sensibilizó a las sanguijuelas capitalistas respecto de la población africana. Se les ha negado la vacunación contra la más mínima lógica humanitaria. Todo parece indicar que una operación maltusiana premeditada hubiese sido urdida para reducir su natural crecimiento demográfico.  

III

En ese forcejeo de los pueblos irreductibles por emanciparse del yugo imperialista y construir un mundo más justo y en paz, en predios de Nuestra América el zigzagueo pendular electoral movió la esfera hacia la izquierda, cosa que celebramos prudentemente, sin los desboques enceguecedores de los optimistas empedernidos.

“Mi casa ha sido tomada por las flores”, dice la canción sílvica. Es bueno que en el “patio delantero” de Joe Biden se haya instalado un campamento más o menos rebelde, aunque variopinto, pero que obedece a la expresión mayoritaria del electorado de Abya Yala no sumiso al designio del ofensivo y mezquino vecino norteño; esto, sin meternos en detalles penosos como los de un novel presidente, ya sabiamente abordados por los maestros Atilio Borón y Roy Chaderton.

El balance favorece una correlación antiimperialista. Los gringos no han podido con cuatro revoluciones bolivarianas: la cubana, la nicaragüense, la venezolana y la boliviana.

Bloqueos de seis décadas, contrarrevolución mercenaria, presiones criminales, sabotajes y robo de activos, sólo han servido para causar sufrimientos a nuestros pueblos, pero no para derrocar los gobiernos que soberanamente nos hemos dado. Y de los mal llamados “golpes blandos”, los pueblos se han reivindicado pariendo lideresas recias como en Honduras. ¡Donde está Morazán está Bolívar!

En México saben muy bien que “…los Estados Unidos parecen destinados por la providencia a plagar la América de miseria en nombre de la libertad”, como lo escribió Simón Bolívar en Guayaquil un 5 de agosto de 1829.

Saben en Argentina, Chile, Bolivia, Uruguay, Paraguay, Perú, que, “en el aspecto político el imperialismo es, en general, una tendencia a la violencia y a la reacción”, tal como dijo Lenin en 1905 y vivieron en carne propia las víctimas de la Operación Cóndor diseñada por Estados Unidos y ejecutada por las dictaduras a su mando.

Ahora Brasil sueña en un retorno a tiempos gratos, un despertar para librarse de pesadillas. Hasta en la Colombia del narco-paramilitarismo santanderista (socia de la OTAN) puede verse venir un cambio en parranda de amor que hace olvidar la muerte.

IV

Los juegos de la guerra “no son juegos”; quienes suelen jugar con ella no caen en los campos de batalla. Los “perros de la guerra” no son perros, son vendedores de muerte con sus “juguetes de guerra” de verdad. El “loco” Trump jugó fuerte azuzando belicismos frente a China. Biden ha dicho que la situación de Ucrania “puede volverse loca rápidamente”. La vocería rusa ha negado insistentemente las acusaciones sobre una posible “invasión” a Ucrania. Incluso altos cargos ucranianos han afirmado que no hay tal situación prebélica con Rusia. Biden ha amenazado destruir el gasoducto con que Rusia apoyaría a países europeos a sobrellevar los duros inviernos y mover su industria. ¿Hasta qué punto los países de la Unión Europea “sin velas en ese entierro” como España o Portugal, aguantarán la tensión del cable de acero apretando sus cuellos, que Biden sostiene por un extremo y lo jala por el otro el complejo militar-industrial?

La respuesta tal vez se las dejó como testamento hace sesenta y un años un presidente estadounidense que se despedía: “Debemos cuidarnos de la adquisición de influencia injustificada, tanto solicitada como no solicitada, del complejo militar industrial”.

Se llamaba Dwight Eisenhower, y era uno de ellos.

 

Yldefonso Finol

Economista e Historiador. Experto en Geopolítica, DDHH y Derecho Internacional de Refugiados.