La espiral del caos: el negocio imperialista de la guerra permanente
¡Allá va el ladrón!, dice el ladrón señalando con su
índice en dirección a la muchedumbre para evitar que las miradas lo descubran. Tal
es el ardid usado por Estados Unidos con la sobresaturada campaña de una
presunta “invasión” de Ucrania por parte de Rusia. Mientras tanto, son ellos y
la OTAN (Organización Terrorista del Atlántico Norte), quienes han invadido la
región con un armamentismo que pareciera constituir la “crónica de una Tercera
Guerra anunciada”.
Simultáneamente, la guerra hace estragos en un país
casi imperceptible: Yemen, donde decenas de miles han muerto por
indiscriminados bombardeos de la aviación saudí, apoyada por Inglaterra,
Estados Unidos y otras hienas amaestradas del capital europeo. Para la famosa
farándula oenegista de los Derechos Humanos estos seres humanos no tienen
derechos ni a la vida ni a la paz. El hambre y la insalubridad provocadas por
la destrucción bélica, matan la infancia yemení diariamente sin compasión
alguna de los agresores y sus cómplices.
En Palestina, la misma alianza de la muerte,
encabezada en este caso por el aparato neonazi sionista, actuando como fuerza
transnacional ocupante, ejecuta el más impune exterminio del pueblo originario árabe-palestino.
La política del apartheid surafricano tan condenado moralmente por la opinión
pública internacional, ha sido reeditada descaradamente en Palestina, con el
agravante de que las prácticas genocidas, combinan desde la brutal demolición
de hogares hasta el asesinato selectivo de líderes, usando para ello el más
avanzado instrumental tecnológico de guerra.
Paradójicamente, los que se dicen herederos del pueblo
judío que sufrió similares agravios horrendos por parte del nazi-fascismo en
Alemania y sus títeres europeos, se han ensañado con los mismos métodos contra
la Palestina generosa que, ingenuamente, les abrió sus brazos cuando comenzaron
la taimada invasión diseñada en esa criminal elegante llamada Inglaterra.
II
África ha sido escenario del insaciable afán de lucro
europeo desde las primeras “Cruzadas” hace mil años.
Destruidas sus antiguas formaciones sociales, esclavizada
su población, repartido su territorio a capricho de los imperios europeos, el
continente africano contemporáneo es el resultado de aquellas rupturas
flagelantes. El saqueo de sus recursos naturales y el control geopolítico sigue
aupando una secuencia interminable de conflictos, donde todos los experimentos
de sojuzgamiento han sido aplicados, para hacerla “ingobernable” y justificar
(lo históricamente injustificable) la permanente intromisión de la “raza blanca”
a través de sus gobiernos imperiales y parapetos multilaterales.
Instrumentos tenebrosos creados, entrenados y armados
por la CIA y similares de Europa, al estilo “Estado Islámico”, han causado terror
entre la población civil de varios países africanos. También han
instrumentalizado facciones militares para derrocar gobiernos o sostener
conflictos internos, todo sin detener la extracción de las riquezas minerales,
forestales, o negocios tan deleznables como el contrabando de piezas
arqueológicas y el turismo de cacería (hobby preferido del Rey de España matón
de elefantes que hoy rebana jamón ibérico en Arabia Saudita).
Sudán, República Democrática del Congo, Somalia,
Camerún, Nigeria, Burundi, Mali, Mozambique, República Centroafricana y
recientemente Burkina Faso, han sido escenarios de violencia política, en
algunos casos con visos étnicos o territoriales, pero donde siempre aparecen
tras bastidores la perversa herencia del colonialismo europeo y los intereses
económicos de empresas explotadoras extranjeras.
En la República Saharaui observamos con preocupación
las alianzas guerreristas del reino de Marruecos con países expertos en
genocidio antiárabe como Israel, así como el retroceso que implican algunas
opiniones en Naciones Unidas que darían preferencia a una supuesta “solución
negociada” antes que al proceso de descolonización y autodeterminación del pueblo
saharaui en soberana consulta democrática.
El imperialismo estadounidense y sus garrapatas de la
OTAN juegan en todas estas causas a favor de la opresión y la muerte. Ni siquiera
la atribulación mundial por la pandemia sensibilizó a las sanguijuelas
capitalistas respecto de la población africana. Se les ha negado la vacunación
contra la más mínima lógica humanitaria. Todo parece indicar que una operación maltusiana
premeditada hubiese sido urdida para reducir su natural crecimiento demográfico.
III
En ese forcejeo de los pueblos irreductibles por
emanciparse del yugo imperialista y construir un mundo más justo y en paz, en
predios de Nuestra América el zigzagueo pendular electoral movió la esfera
hacia la izquierda, cosa que celebramos prudentemente, sin los desboques
enceguecedores de los optimistas empedernidos.
“Mi casa ha sido tomada por las flores”, dice la
canción sílvica. Es bueno que en el “patio delantero” de Joe Biden se haya
instalado un campamento más o menos rebelde, aunque variopinto, pero que
obedece a la expresión mayoritaria del electorado de Abya Yala no sumiso al
designio del ofensivo y mezquino vecino norteño; esto, sin meternos en detalles
penosos como los de un novel presidente, ya sabiamente abordados por los
maestros Atilio Borón y Roy Chaderton.
El balance favorece una correlación antiimperialista. Los
gringos no han podido con cuatro revoluciones bolivarianas: la cubana, la
nicaragüense, la venezolana y la boliviana.
Bloqueos de seis décadas, contrarrevolución
mercenaria, presiones criminales, sabotajes y robo de activos, sólo han servido
para causar sufrimientos a nuestros pueblos, pero no para derrocar los
gobiernos que soberanamente nos hemos dado. Y de los mal llamados “golpes
blandos”, los pueblos se han reivindicado pariendo lideresas recias como en
Honduras. ¡Donde está Morazán está Bolívar!
En México saben muy bien que “…los Estados Unidos
parecen destinados por la providencia a plagar la América de miseria en nombre
de la libertad”, como lo escribió Simón Bolívar en Guayaquil un 5 de agosto de
1829.
Saben en Argentina, Chile, Bolivia, Uruguay, Paraguay,
Perú, que, “en el aspecto político el imperialismo es, en general, una
tendencia a la violencia y a la reacción”, tal como dijo Lenin en 1905 y vivieron
en carne propia las víctimas de la Operación Cóndor diseñada por Estados Unidos
y ejecutada por las dictaduras a su mando.
Ahora Brasil sueña en un retorno a tiempos gratos, un
despertar para librarse de pesadillas. Hasta en la Colombia del
narco-paramilitarismo santanderista (socia de la OTAN) puede verse venir un
cambio en parranda de amor que hace olvidar la muerte.
IV
Los juegos de la guerra “no son juegos”; quienes suelen
jugar con ella no caen en los campos de batalla. Los “perros de la guerra” no
son perros, son vendedores de muerte con sus “juguetes de guerra” de verdad. El
“loco” Trump jugó fuerte azuzando belicismos frente a China. Biden ha dicho que
la situación de Ucrania “puede volverse loca rápidamente”. La vocería rusa ha
negado insistentemente las acusaciones sobre una posible “invasión” a Ucrania. Incluso
altos cargos ucranianos han afirmado que no hay tal situación prebélica con
Rusia. Biden ha amenazado destruir el gasoducto con que Rusia apoyaría a países
europeos a sobrellevar los duros inviernos y mover su industria. ¿Hasta qué
punto los países de la Unión Europea “sin velas en ese entierro” como España o
Portugal, aguantarán la tensión del cable de acero apretando sus cuellos, que
Biden sostiene por un extremo y lo jala por el otro el complejo
militar-industrial?
La respuesta tal vez se las dejó como testamento hace
sesenta y un años un presidente estadounidense que se despedía: “Debemos
cuidarnos de la adquisición de influencia injustificada, tanto solicitada como
no solicitada, del complejo militar industrial”.
Se llamaba Dwight Eisenhower, y era uno de ellos.
Yldefonso Finol
Economista e Historiador. Experto en Geopolítica, DDHH
y Derecho Internacional de Refugiados.
No hay comentarios:
Publicar un comentario