viernes, 29 de mayo de 2020


El gran portaviones de Estados Unidos: sicario de Monroe
Introito
La Embajada de Estados Unidos en Colombia informó a ese país (protectorado monroísta) que una brigada de Asistencia de Fuerza de Seguridad llegará para “ayudar” en su lucha contra el narcotráfico: lo mismo que dijeron hace veinte años cuando vendieron el cacareado Plan Colombia como la panacea y su resultado sólo trajo más muertes y miseria al pueblo colombiano.
La llegada de tropa elite de EEUU a Colombia sin autorización del Senado y a espaldas de la opinión pública, y que para “ayudar” a combatir el narcotráfico, es una bofetada a la soberanía y dignidad de ese país; es también una agresión a la paz continental. Toda persona decente rechaza la presencia militar imperialista en suelo liberado por Bolívar y su Ejército Libertador. Saludamos las múltiples reacciones de diversos sectores colombianos mostrando repudio a la presencia de tropas yanquis en su territorio; algunos han dicho abiertamente que es parte de la invasión que se prepara contra Venezuela; que es un eslabón más de la escalada imperialista, junto al movimiento de naves de guerra en el Caribe y la acción mercenaria “Gedeón” que fue frustrada el 3 de mayo pasado.
La sola presencia de este contingente yanqui pone en evidencia el fracaso del Plan Colombia que hace veinte años fue vendido como respuesta militarista al problema social estructural de fondo que vive Colombia.
I
Como es mi costumbre contra viento y marea, digo sin tapujos de una vez nuestra verdad: estos militares gringos que el gobierno Duque recibirá pronto, son los mismos que esperaban aterrizar en Venezuela una vez que los invasores de la operación “Gedeón” tomaran algún aeropuerto cercano a Caracas.
Lo dijeron los mercenarios contratados por Juan Guaidó y J. J. Rendón para tomar la pista de aterrizaje donde se suponía que debían llegar los superagentes que secuestrarían al Presidente Nicolás Maduro para llevarlo ante la (in) justicia estadounidense que lo ha declarado perseguido con recompensa.
Lo declararon voluntariamente Airan Berry y Luke Denman. Ambos han explicado que debían asegurarse “de tomar el control del aeropuerto para que pudiéramos hacer el traslado de Maduro hasta el avión”. Estos tipos formaron parte de las Fuerzas Armadas de Estados Unidos desde 2006, especializándose en infiltración y trabajos tácticos como asalto a edificios, despeje de zonas urbanas (léase asesinato de civiles), y otras prácticas terroristas de Estado a nivel global como las aplicadas en Afganistán, Irak, Libia, Somalia, Siria, entre otros.
Pero “Gedeón” fracasó y los “muchachos” del Tío Sam ya tenían hechos los morrales (y habían cobrado los viáticos).
Cuando cientos de trinos de voceros autorizados del parlamento colombiano comenzaron a reclamarle a Duque la entrega de la soberanía y el irrespeto a los procedimientos constitucionales (tan legalistas ellos), mientras el discursito del combate al narcotráfico inunda las ingenuidades de la dopada sociedad neogranadina y enriquece al entorno presidencial, la insaciable sed de sangre de la oligarquía va silenciando voces indígenas, afros, campesinas, contradictoras, humanistas, soñadoras, pacifistas, buenas.
II
Los santanderistas siempre se precian del mito de ser legalistas, cosa que ya desmeritaron Liévano Aguirre y Laureano Gómez, por sólo nombrar dos colombianos, pero válgame que las estruendosas evidencias históricas hace tiempo enterraron sin glorias al Caín que osó usurpar un hálito de méritos desde el lodazal de las tinieblas.
Eso sí, son los ases de la parafernalia leguleya, los vividores de la labia, los felices manoseadores de la abogacía: violadores de todos los Derechos.
Cuando Duque se vio atrapado por la llovizna de tweet que publicaban acérrimos –y hasta delicados- oponentes, mandó buscar el séquito de litigantes herederos de la orgía antibolivariana de la Bogotá de 1828, que desempolvaron pergaminos mohosos, hediondos a aguardiente y medio manchados de chimó, para justificar la solemne insolencia de entregar la soberanía nacional al patrón más verraco.    
Para que no quede duda que la aspiración fanática de la oligarquía colombiana de invadir Venezuela con “ayuda” gringa es una razón de Estado, permanente, sistemática, continuada, falaz y fracasada, aquí les dejo algunos de los instrumentos “jurídicos” que testimonian esta aberración fratricida:
-       Acuerdo de Asistencia Militar entre la República de Colombia y los Estados Unidos de América, suscrito en Bogotá el 17 de abril de 1952.
-       Convenio General para Ayuda Económica, técnica y afín entre el Gobierno de Colombia y el Gobierno de los Estados Unidos de América, suscrito en Bogotá eI 23 de julio de 1962.
-       Acuerdo entre el Gobierno de Colombia y el Gobierna de los Estados Unidos de América relativo a una Misión del Ejército, una Misión Naval y una Misión Aérea de las Fuerzas Militares de los Estados Unidos de América en la República de Colombia, suscrito en Bogotá el 7 de octubre de 1974.
-       Anexo al Convenio General para Ayuida Económica, Técnica y Afin entre el Gobierno de la República de Colombia y el Gobierno de los Estados Unidos de América, suscrito en Bogotá el 30 de agosto de 2004.
-       Memorando de Entendimiento para una Relación Estratégica de Seguridad para Promover la Cooperación entre el Gobierno de la República de Colombia y el Gobierno de los Estados Unidos de América, suscrito en Bogotá el 14 de marzo de 2007.
-       Acuerdo entre el Gobierno de la República de Colombia y el Gobierno de los Estados Unidos de América para Suprimir el Tráfico ilícito por Mar, suscrito en Bogotá el 20 de febrero de 1997.
-       Acuerdo entre el Gobierno de la República de Colombia y el Gobierno de los Estados Unidos de América relativo al Programa de Supresión del Tráfico ilícito Aéreo de Estupefacientes y Sustancias Sicotrópicas, suscrito en Bogotá el 20 de diciembre de 2007.
Ya entienden por qué hay tantos funcionarios colombianos en el sistema burocrático interamericano. Las familias dominantes en ese pobre “patio trasero” proveedor de drogas y “dignidad al detal”, cuentan con el marco de demagogia legal para continuar su genocidio contra el pueblo humilde y sus elegantes ceremonias que satisfacen a la carta el derecho de pernada del señor imperialista.
III
Y llegó el Acuerdo de Uribe con las 7 bases para convertir a Bogotá en la capital mundial del entreguismo antinacional aquél 30 de octubre 2009.
Ese contrato horroroso le hace guiños a “Gedeón”: “Por contratistas de los Estados Unidos se entiende las personas naturales o jurídicas que hayan concertado contrato con el Departamento de Defensa de los Estados Unidos para proporcionar bienes y prestar servicios para llevar a cabo actividades en el marco del presente Acuerdo”.
Por “empleados de contratista de los Estados Unidos” se entiende “las personas naturales que sean empleados por un contratista de los Estados Unidos que estén en Colombia para llevar a cabo actividades en el marco del presente Acuerdo”.
Se pregunta el hijo de mamá entre el cafecito y la arepa mañanera: “Caramba, estos gringos que contrató Guaidó para invadir nuestro país saliendo de territorio colombiano donde se entrenaron y prepararon toda la logística, ¿serán empleados de esas contratistas que Colombia autoriza a actuar en el territorio que Bolívar les dejó liberado?
Lo pregunto sin malicia porque veo que en el Artículo IV Numeral 3 del “Acuerdo Uribe” dice que “EI personal de los Estados Unidos, los contratistas de los Estados Unidos y los empleados de los contratistas de los Estados Unidos tendrán acceso y la capacidad de moverse libremente dentro y entre las instalaciones y ubicaciones mutuamente convenidas que se requieran para llevar a cabo actividades en cl marco del presente Acuerdo”.
En el Artículo VIII Numeral 1, de conformidad con los artículos 5 y 11 del Acuerdo de Misiones Militares dc 1974, dice que “Colombia otorgará al personal de los Estados Unidos y a las personas a cargo los privilegios, exenciones e inmunidades otorgadas al personal administrativo y técnico de una misión diplomática, bajo la Convención de Viena”. Y en el numeral 3 renuncian a su jurisdicción penal a favor de entregar los delincuentes gringos a la justicia de EEUU.
Para más dar papaya, en el Artículo IX, numeral 1 queda claro que ni pasaporte les piden para ingresar al protectorado de la Nueva Granada, basta con el carnet militar o cualquier otro papel gringo.
IV
En 1815 el “Pacificador” Pablo Morillo doblegó a la heroica Cartagena de Indias, y a comienzos de 1816 tenía en sus manos a toda la Nueva Granada reestableciendo la monarquía. El reducto de patriotas que sobrevivieron a duras penas pudo llegar con vida a orillas del río Apure gracias a la protección oportuna y arriesgada del General Bolivariano Rafael Urdaneta, que amaba como su patria tanto a Cundinamarca como a Maracaibo.
Al maltrecho grupo de neogranadinos se les acogió con toda camaradería, como es natural del venezolano, y se les invitó a integrar el soberano gobierno que se inauguraba en Angostura. El Casanare, que Urdaneta logró mantener en la República junto a otros valientes revolucionarios en la lucha guerrillera, se adhirió al Congreso convocado por el jefe democrático Simón Bolívar.
Oficiales derrotados, sin destino y sin tropa como Santander y Córdova, fueron favorecidos por esa generosidad sin límites que irradia Venezuela. Pero fueron esos los que más tarde vertieron un sigiloso veneno sobre la mano que los alimentó y subió a la Historia.
V
En las últimas tres semanas han ingresado a Venezuela tal cantidad de casos de Covid-19, que ya constituyen el 83% del total identificados. Audios escuchados por este cronista y testimonios de involucrados dan cuenta que el presidente Iván Duque refirió el haber dispuesto de buses usados con enfermos del coronavirus sin previa desinfección para trasladar venezolanos hacia las fronteras para que ingresaran a nuestro país. Eso se llama guerra biológica.
Hernán Cortez, el asesino destructor de la civilización mexica y maya, logró tomar Tenochtitlán luego de infiltrar en la ciudad un grupo de individuos con viruela que contagiaron la población sin anticuerpos para esa rara enfermedad traída por los europeos. Se calcula que murió la mitad de sus habitantes. Y el derrotado Cortez, se enseñoreó con México, viendo morir de viruela a su vencedor el tlatoani Cuitláhuac.
La guerra bacteriológica no es un “cuento chino”.
ANTE LA INFILTRACIÓN DE PERSONAS PORTADORAS DEL VIRUS COVID19 DESDE COLOMBIA POR INSTRUCCIONES DE IVÁN DUQUE, LA PRESENCIA AMENAZANTE DE TROPAS Y MERCENARIOS GRINGOS EN ESE PAÍS TAN MAL VECINO, DEBEMOS CONSIDERAR SERIAMENTE CERRAR 100% FRONTERAS, NO VAYA A SER QUE POR "BUENOS" NOS HAGAN LO QUE A SUCRE HACE 190 AÑOS.
Las personas que lamentablemente queden sin poder pasar, que las atiendan con los 2 mil 500 millones de euros que le ofreció la Unión Europea a Guaidó esta semana. Debería alcanzar.

Yldefonso Finol
Historiador Bolivariano
Cronista de Maracaibo

miércoles, 20 de mayo de 2020


Escenario post Gedeón: Venezuela contra la delincuencia internacional
Introito
Muchas frases me asaltan la mente para identificar esta coyuntura:
-       Trump y el fin de la diplomacia: jaque mate al multilateralismo
-       Vuelve el pirata Henry Morgan al Caribe: el robo del oro de Venezuela por Inglaterra
-       Gringos (e ingleses) metidos a fondo en la narco-invasión Gedeón: zamuros humanitarios cuidando el filete de los hambrientos
-       Holmes Trujillo: de operador político del Cartel de Cali en los 80’ a “ministro de la defensa” del portaviones de la cocaína universal
-       Juan Guaidó: el virus que Hernán Cortez inoculó a Tenochtitlán (pero cuando ya teníamos los anticuerpos)
-       La “izquierda” de España. ¿Ser o no ser? Falta de identidad política o la nostalgia por el imperio náufrago.
-       ¿Podremos? Melancolía por Caracas o el chantaje de la “república pija de Salamanca”…en fin, que me sobran titulares para esa pobre “madrastra” manejada por flemáticos acólitos de aquél clérigo gálico que tan enfático y categórico pedía: “no me saquen de la incertidumbre que me confundo”.
I
El debate sobre Venezuela en el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas realizado por solicitud de la Federación Rusa el miércoles 20 de mayo de 2020, ha puesto en el tapete de la opinión pública mundial la realidad de un país soberano asediado y en lucha de resistencia contra el crimen internacional institucionalizado por Estados Unidos y sus socios como Inglaterra y lacayos como Colombia.
La mediocre intervención de la representante del gobierno gringo en la sesión es elocuente para quienes sabemos de su cinismo y cobardía. “No nos hagan perder el tiempo”, dijo la desaliñada señora.
Por razones de religión familiar, tradición y superstición no voy a decir la palabra con que me provoca calificar a todas estas monstruosidades involucradas en la confabulación contra Venezuela. Pero…no hay maleficio terrible en los millones de años de existencia humana que no les desee. Punto.
Para dejar las cosas claritas en estas primeras líneas, debo precisar que: en la denominada “operación Gedeón”, consistente en preparar desde territorio colombiano una incursión mercenaria contra Venezuela, que preveía el asesinato del liderazgo gubernamental, así como la facilitación a la entrada de mayores fuerzas bélicas para tomar el control del país con un ejército privado extranjero etc… etc… etc…(es decir, una mortandad sin límites porque el mundo sabe que el pueblo chavista nunca nos quedaremos de brazos cruzados ante afrentas semejantes); ha quedado superlativamente evidenciada la participación del gobierno de los Estados Unidos y su sirviente colombiano, por lo que, en términos jurídicos, han incurrido en graves violaciones del Derecho Internacional.
¿Y qué es una violación más para una manada de sádicos?
II
La confesión de Holmes Trujillo, sempiterno operador político de los carteles de la droga, premiado con los cargos de Canciller (de la cocaína) y ahora ministro de la defensa del narco-estado colombiano, amenazando a quienes en el intestino de la fuerza armada hubiesen filtrado información de “Gedeón” hacia Venezuela, es lo que en psicología llaman un “acto fallido”…qué podíamos esperar de un gobierno fallido en un país que en lo púnico que ha tenido éxito es en descuartizar seres humanos vivos y bajarse la ropa interior para que un gringo (aberrado) satisfaga sus bestialidades viscerales.
Toda aberración se quedó pequeña para lo que es capaz el gobierno uribista de Iván Duque: darle la mayor responsabilidad sobre víctimas de la violencia en el organigrama gubernamental al hijo del jefe paramilitar Jorge 40.
El “muchacho”, admirador de su “apá”, beneficiario de las fortunas robadas a familias destruidas por la motosierra de su “apá”, encarna hoy la verdad más honda de ese país tan martirizado como abstraído, tan ultrajado por sus captores oligarcas e imperialistas como “estocolmizado”, narcotizado, paranoicotizado, cartelizado, bobaliconizado como Colombia.
III
Es cierto que “el patrón de estos canallas” (como dice el poema gaucho) es Estados Unidos, pero indigna que un vecino (que debería ser hermano) se preste a tanta canallada. Se nota la envidia, el complejo de inferioridad. El resentimiento (por los favores recibidos).
Un ministro de defensa “autodelatándose”, tres lanchas desatadas en “una noche loca”, un concierto “humanitario” con muertos por burundanga, estafas, corrupción, desérticos desertores y robos robóticos, todo en un solo precio su merced…
Venezuela debe considerar seriamente, en el marco del más límpido razonamiento jurídico, declarar a Colombia como un Estado hostil, problemático, inamistoso, truculento, mafioso, gansteril, molesto, tramposo, ladrón, asesino, pirático, corsario, proxeneta, piojoso, garrapatoso, sifilítico, truhan, malamañoso, malagente, malagradecido…y desalmado (como la abuela de la cándida Eréndira)
Menos mal que a esas pestes le tenemos el antídoto desde hace dos siglos: el bolivarianismo (o bolivarismo como le gustaba al bogotano Indalecio Liévano Aguirre)
IV
Me pregunto yo, ingenuamente, ¿habrá algo peor que un mal vecino como éste que nos ha tocado tener para nuestra desgracia?
Y, sí, si lo hay.
Nada peor que la pandilla de miserables de espíritu que en mala hora obtuvieron gratuitamente la cédula venezolana pero que vivieron para venderle su alma a una plaga llamada dólar.
Algo malo debe pasarles.
Como que lleguen a nuestros puertos unos hermosos barcos iraníes full de gasolina o que la Venezuela decente se decida mandarlos a freír monos en Miami eternamente.

Yldefonso Finol
Militante Bolivariano  

lunes, 18 de mayo de 2020


¿Qué pasó en Maracaibo el 19 de mayo de 1799? Notas dispersas al son de la revolución afrocaribeña.
Introito
La visión eurocéntrica de la cultura y la historia que ha predominado en la historiografía nacional y latinoamericana, impuso el discurso oficial como una única lectura hegemónica de los procesos históricos, con categorías, modelos y símbolos que excluyen toda interpretación que no se amolde a la narrativa de lo colonial como origen de la “existencia” y de toda expresión inteligente, creativa y culta.
El pensamiento positivista predominante en la república dependiente no fue capaz de revisar esta sesgada concepción pro oligárquica, por el contrario, se reafirmó en el menosprecio por lo indígena, lo africano, y en general por lo criollo popular, decantándose por la propuesta de que lo nacional se erigía sobre lo europeo “heredado”, llegándose a posiciones extremas al recomendar “blanqueos” de la “raza”, como en efecto se concretó con la importación pagada por el Estado a un alto costo de inmigrantes europeos que fueron beneficiados con el viaje de venida más los recursos para establecerse en el país, para luego ser parte subsidiaria de la elite dominante.
Para la intelectualidad del sistema cualquier evento protagonizado por indígenas o por afrodescendientes no pasaba de un alboroto, un quilombo, “una merienda de negros”, como aún le dicen algunos sectores racistas. Ni siquiera se reconocía su aporte en las gestas independentistas y mucho menos se estudiaron las luchas de resistencia que los pueblos originarios libraron contra la invasión europea, esa a la que bendijeron bautizándola como “descubrimiento”, “civilización”, “fundación”.
La Capitanía General de Venezuela tuvo existencia jurídica desde 1777, y la Provincia de Maracaibo desde 1676 en conjunto con Mérida y La Grita, y desde 1678 como asiento oficial del primer gobernador Jorge Madureira y Ferreira.
Maracaibo como ciudad-puerto, sede del poder político-militar regional, más allá de su vocación agrícola y pecuaria, movía una economía comercial portuaria que sumaba producciones interioranas del piedemonte andino venezolano y neogranadino, tanto de rubros tradicionales como el café y el cacao, más otras especies alimenticias, mineras, cueros y maderas; servía a su vez de receptáculo de las importaciones de productos foráneos que demandaba el mercado interno. Por eso Maracaibo fue muy conocida en el circuito comercial colonial del área caribeña, donde su nombre comenzó a ser sinónimo de riquezas, y por tanto, fruta apetecida por la piratería que cundió en el Caribe durante el siglo XVII.
En las postrimerías del siglo XVIII, ese archipiélago antillano, repartido entre los imperios europeos y poblado con fuerza de trabajo esclava traída de África, viviría eventos extraordinarios al influjo de las ideas de la Revolución Francesa.
I
En mayo de 1799 se descubre en Maracaibo un movimiento conspirativo contra el Gobierno de la Provincia. Por delación del Cabo Tomás Ochoa que fue abordado por los complotados para que se sumase a la acción, el Gobernador,  Juan Ignacio Armada, logró con sus fuerzas controlar la situación, frustrando la asonada, y apresando a los comprometidos; como figura principal del hecho se señala al Sub-Teniente de las llamadas “milicias pardas”, Francisco Javier Pirela, sastre de oficio.
El historiador Ángel Francisco Brice, en su discurso de incorporación a la Academia Nacional de Historia, titulado “La Sublevación de Maracaibo en 1799, Manifestación de su lucha por la Independencia”, informa que la Provincia era regida por el Marqués de Santa Cruz, Juan Ignacio Armada, “cuando en la noche del 6 de mayo arribaron al puerto de la ciudad del Lago tres buques bien armados y tripulados, dos procedentes de Puerto Príncipe, con una partida de café con destino a San Thomas y el tercero, indicado como goleta inglesa que se dijo apresada sobre las costas de Coro durante el viaje. Los dos primeros denominados El Bruto y La Patrulla, estaban comandadas, respectivamente, por Juan Gaspar Bocé y Agustín Gaspar Bocé. La nave inglesa se llamaba El Arlequín y se les permitió permanecer en la rada, además de imponerlo así las relaciones de amistad y alianza entre Francia y España por la necesidad de carenar los buques y de comprar las vituallas requeridas”. (Se está refiriendo a los acuerdos entre Francia y España suscritos a partir de 1795 conocidos como la Paz de Basilea y el Tratado de San Ildefonso, por los cuales se aceptó con normalidad que las embarcaciones entraran al puerto maracaibero a labores de mantenimiento y abasto).
Estos hermanos Gaspar Bocé pertenecían al sector social conocido en el Caribe francófono como affranchis, es decir, libertos; y con ellos navegaban en su mayoría afrodescendientes con experiencia en la insurrección de esclavos en la isla La Española, y otros marinos de varias nacionalidades hasta sumar 75 hombres, los 68 originales más 7 del capturado navío inglés; las tres embarcaciones muy bien armadas. (La isla Española estaba dividida en dos países: Saint Domingue-Santo Domingo, hoy Haití-República Dominicana)
Para comprender en su objetiva dimensión los sucesos ocurridos durante el intento de sublevación en la Maracaibo de 1799, que buscaba la consecución de libertades para la población socioeconómicamente excluida, así como una mayor autonomía en la producción e intercambio de bienes sin las trabas y abusos de la metrópoli colonial, hay que analizarlo como un eslabón en el proceso de decadencia del poderío español y de la rebelión de las naciones sojuzgadas que abrazaron la causa de la Independencia para convertirse en repúblicas soberanas. Este capítulo en particular, tiene además una connotación social y racial, ya que sus protagonistas son luchadores provenientes de los estratos más excluidos y marginados: mestizos afros e indígenas, soldados de milicias, artesanos y trabajadores de oficios diversos.
Las ideas de la ilustración venidas de Francia ya habían prendido en las playas caribeñas. Los movimientos insurreccionales de Gual y España en La Guaira y de José Leonardo Chirinos en la Sierra Coriana, fueron hitos de ese proceso popular revolucionario contra el estatus quo impuesto desde la invasión europea en nuestro continente.
Lo cierto es que los explotados sin escuela ni seminario también se enamoraron de las “leyes francesas” que predicaban “igualdad, libertad y fraternidad”. No tenían pericia para los complots políticos, ni sabían de redactar proclamas rimbombantes, no tenían sentido claro de sus expectativas respecto del complicado ejercicio del poder, ni imaginaban siquiera las consecuencias de sus espontáneos impulsos libertarios. Sólo soñaron ser tratados como seres humanos iguales, que lo mismo se inspiraban en las deleitosas tardes con el polícromo crepúsculo maracaibero, o se desvelaban en las calurosas noches de mayo con sus humedades pobladas de molestos insectos como de astutos cancerberos del régimen colonial.  
II
No hay una sola versión, ni menos coincidencia en los propósitos planteados durante aquel complot que vinculó a personas humildes y laboriosas de Maracaibo con personajes extraños venidos en barcos, que podrían recordar a aquellos que un siglo atrás la saquearon ferozmente: los piratas franceses Jean Dei Nau “El Olonés” y Francois Granmont, y el famoso inglés Henry Morgan, “El Alacrán del Caribe”.
Y si algunos lo ven como un hecho sangriento que fue evitado por la disciplina social imperante, no falta quienes lo hayan considerado un movimiento justiciero, inspirado en los ideales liberales de la Revolución Francesa, que portaban los extranjeros guarecidos en sus naves en espera del apoyo local para declarar una república de iguales en Maracaibo. En esta perspectiva se inscriben los historiadores Federico Brito Figueroa y Carlos Felice Cardot que consideran la tentativa de Pirela como “precursora” de los acontecimientos posteriores que desembocaron en la Independencia de Venezuela.
Brito Figueroa va más allá, otorgándole una connotación clasista revolucionaria, denunciando los enfoques que -como el de Uslar Pietri- en la historiografía nacional le han esquilmado esa condición: “En la historia oficial venezolana, uno de los criterios de interpretación, aceptados casi como verdad de fe, consiste en negar que las luchas de los esclavos negros en la Venezuela colonial, constituyan la expresión de conflictos étnicos-sociales generados por la singular estructura global de esa sociedad implantada por derecho de conquista al norte de América del Sur por el Estado metropolitano español. Otro criterio profusamente difundido consiste en desconocer la condición de agente histórico de cambio social desempeñado por la masa popular”, a la que se estigmatiza como “bandoleros”, concluyendo que nunca los sectores populares tendrían la capacidad de ser autores y protagonistas de movimientos de avanzada sociopolítica.
Volviendo a la crónica del evento, Brice refiere que “el plan estaba tan bien preparado y manejado, que a pesar de las visitas de Pirela a bordo de los buques y de sus conferencias con los llamados Capitanes, no se había traslucido nada. Pirela ofreció conseguir 200 hombres para ayudar la sublevación; se habían preparado bailes en las casas de Petronila Montero y de una dama de apellido Henríquez, a fin de que la tripulación pudiera saltar a tierra sin llamar la atención de las autoridades y hasta se dieron el santo y seña, el cual consistió en la palabra Antillen. La víspera del suceso fue sacada en procesión a la Virgen de Chiquinquirá con motivo del prolongado verano que sufría la región y al verla uno de los marinos preguntó para qué era eso? Y al responderle que, para obtener la lluvia, replicó: “sangre lloverá”; lo que no pudieron explicarse ni comprender los inocentes y tranquilos habitantes de la pacífica ciudad lacustre”.
El relato del reconocido historiador es de obligatoria referencia para hablar de este suceso, que no se coronó con éxito por un pequeño detalle: “Pero todo no salió a la medida de los deseos: Pirela confió el secreto al cabo primero veterano de las fuerzas acantonadas en la ciudad, Tomás de Ochoa, a fin de invitarlo a tomar parte en la sublevación.  Ochoa, sin perder tiempo dio parte al Gobernador y así quedó bien aclarada la conjuración, la forma de realizarla y propósitos perseguidos”.
Tal delación quedó suficientemente confirmada durante el proceso que se le siguió a los implicados, y así quedó registrada en la documentación que lo soporta. El propio gobernador Juan Ignacio Armada declaró que: “Tomás Ochoa anoche poco después de las nueve dio parte como estando en su casa apareció Francisco Javier Pirela y después de muchos amagues y rodeos concluyó proponiéndole que con motivo de ser sastre de los corsarios franceses estos le hablaron para que juntase hasta doscientos hombres bajo su palabra con el fin de levantarse contra a ciudad a las doce de la misma noche con esta gente y la tripulación de sus buques; que en virtud esperaba que como su amigo lo acompañase y diera principio a la empresa, y que muy lejos de haberse convenido con una propuesta muy criminal, le contestó que viniese luego al gobernador a quien impondría de todo como lo hizo inmediatamente”.
Como ya hemos dicho, existen lecturas controversiales de este acontecimiento: desde los que exaltan su carácter pre-revolucionario como referencia de los movimientos independentistas cuajados una década después, hasta los que lo reducen a una acción criminal con fines piráticos, que pudieron llegar al extremo de ejecutar una masacre contra la gente pacífica de la ciudad.
Quienes lo valoran como acto de rebeldía ante los abusos del poder monárquico, tienden a equipararlo con las insurrecciones del zambo Chirinos en Coro o con la de Gual y España en el centro del país; quienes asumen la otra tesis –como el historiador Silvestre Sánchez- le dan a Pirela un papel segundón en la trama cuya autoría conceden a los corsarios franceses que capitaneaban las misteriosas naves ancladas en la rada.
Esta es la opinión de Sánchez: “El proyecto que concibieron y trataban de llevar a cabo era en realidad horrible pues pensaban nada menos que incendiar los suburbios de la ciudad para degollar sin distinción de sexo ni edad a cuantos acudiesen a apagar el incendio, y robar al propio tiempo los establecimientos mercantiles y apoderarse además del cuartel y de la casa de gobierno”.
III
Un documento que aporta elementos de convicción para el estudio de aquella confusa coyuntura, es la comunicación del 27 de julio de 1799 del Capitán General Guevara y Vasconcelos informando que “los papeles sediciosos impresos y manuscritos de que está enterado Vuestra Excelencia, han sido los precursores de otras tentativas que significan alguna confianza del expresado Gobernador (Picton, de Trinidad) para decidirse a introducir algunos hombres en nuestras posesiones y estoy persuadido a que el atentado descubierto en Maracaibo, de que di cuenta a Vuestra Excelencia en representación de 21 del anterior mes, es una consecuencia de los principios insinuados”.
Sobre el fracaso del plan insurreccional también existen diferencias en cuanto al autor de la delación. Según la tesis de Ildefonso Leal es posible que haya sido el mismo Francisco Javier Pirela quien denunciara a sus compañeros de complot ante las autoridades españolas. Esta conjetura viene dada por el hecho que pasadas dos décadas, en fecha 6 de abril de 1821, Pirela se encontraba en Madrid, donde escribió al Rey solicitando ser indemnizado por los servicios que –según su petitorio- prestó a España en la asonada de 1799. En algunos párrafos de la misiva el controversial personaje se autocalifica como “un benemérito, un defensor y un libertador a favor de Dios, del Estado y de la Nación Española”, para pedir de seguidas se reconociera su “fidelidad y servicios practicados durante toda su vida para satisfacción del público y desagravio de la falsa calumnia que inocentemente se le imputó contra la verdad y contra la inocencia”. (M. V. Magallanes)
Se nota por la elocuencia en la redacción de la carta, o que el ya maduro integrante de las milicias pardas de Maracaibo se había cultivado en forma autodidacta en las artes epistolares, o que algún bufete madrileño olfateó posibles recompensas en establecer semejante reclamo en nombra del curioso visitante. También es interesante anotar la fecha en que Pirela formula su testamento pro monárquico: justo cuando a España llegaban las noticias de la adhesión voluntaria de Maracaibo a la causa de la Independencia.
Romero Luengo considera que a pesar de la poca importancia que algunos historiadores han dado al acontecimiento, éste constituyó -en base a la documentación relacionada- una “revolución”. La relación del suceso maracaibero con los movimientos revolucionarios que germinaban en el Caribe parece confirmarse por las coincidencias de tiempo con la captura de José María España en La Guaira y la presencia conspirativa de Manuel Gual en Trinidad, acechado por espías españoles, que en ese momento ya habían logrado envenenar al patriota Juan Manzanares, camarada de Gual. Estos combatientes venezolanos habían estrechado relación con activistas de diversas islas del mosaico caribeño, propagando con intensidad sus ideales de igualdad para todas las personas indistintamente de sus procedencias étnicas y sociales. Digno es mencionar que en el proyecto libertario de Gual y España siempre tuvieron en cuenta la incorporación de Maracaibo al grupo de provincias que formarían la república por ellos soñada.
Tampoco debe descartarse la injerencia solapada del Imperio Británico que a través de sus agentes encubiertos y sus intereses comerciales se inmiscuía cada vez más en los asuntos políticos del área bajo control colonial hispano. En esos últimos años del siglo XVIII se habían apoderado de algunas ínsulas, entre ellas Trinidad y Tobago, y desde 1796 predominaron frente a los holandeses en tierra firme de las llamadas Guayanas, iniciándose el inaceptable intento de despojo -aún no resuelto legalmente- de nuestra Guayana Esequiva.
IV
A pesar de la atmósfera confusa en que pareciera quedar suspendida la verdad de aquella intentona, algo está claro para mí: no fue un hecho aislado del contexto conflictivo del espacio-tiempo caribeño influido por acontecimientos trascendentales como la independencia de las colonias británicas en América del Norte y -sobre todo- la Revolución Francesa, que con sus ideas republicanas e igualitarias contagió a la vanguardia popular confrontada con el régimen colonial español que había llegado a su punto de inflexión comenzando la trayectoria descendente de su omnímodo poderío.
O, ¿acaso es casualidad que en circunstancias muy similares se desmantelara una insurrección en Cartagena de Indias a comienzos de abril de ese mismo año, que también trató de infiltrar las milicias pardas y que contaba con la participación de esclavos libres y cimarrones entre los cuales había veteranos insurrectos de Saint Domingue, venidos tras la rebelión de 1791?
El soldado afrodescendiente José Francisco Suárez, aliado de Pirela en la conjura, había estado en la tropa que Maracaibo envió en auxilio de Saint Domingue contra la insurrección de los esclavos, y no era descabellado suponer que conociese a alguno de los tripulantes de las goletas corsarias. El levantamiento debía ocurrir la noche del 19 de mayo con el santo y seña “antillen”, que es palabra reivindicadora de la efervescencia afrocaribeña de entonces. Suárez, uno de los señalados de haberse adherido a los ideales republicanos afrocaribeños, en su declaración se desmarcó de tal sospecha señalando no compartir las intenciones belicosas de los corsarios y atribuyéndole mayor cercanía con éstos al sastre Pirela, a quien atribuyó haber aportado información de inteligencia de los complotados.
El cabo de la compañía veterana de Maracaibo Tomás Ochoa, también estuvo luchando en Saint Domingue contra la revolución de esclavos, pero en él el efecto de haber conocido aquel proceso fue adverso, razón por la cual al ser contactado por Pirela optó por develar el plan al gobernador.
La controversial conducta de Pirela, tal vez como mampara para tratar de salvarse tras la derrota del plan o por alguna inconsecuencia derivada de sus escasas convicciones revolucionarias, lo llevó a delatar la conspiración ante Antonio José Romana y Herrera, abogado de la Real Audiencia, quien así lo narró durante el juicio: “a las nueve de la noche se presentó en el corredor de la casa Francisco Javier Pirela el día diecinueve…le significó que por haberlo interesado los franceses corsarios en hacerles algunas obras de sastrería se le habían mostrado muy agradables…que con este motivo lo incitaban que fuera a comer con ellos y que lo movían para que les buscase gente de su compañía para que les auxilien prometiéndole le darían un barco y porción de dinero, que él tenía que tomar partido, que lo urgían para que respondiese; luego concluyendo me pidió le aconsejase lo que debía practicar, a que le contesto que el asunto era delicado, que como vasallo debía mostrar su amor al soberano y con mayor fuerza por haberlo distinguido con el honor de oficial de milicias, así no le podía dictar otra cosa…a poner todo cuanto supiere en la superior nóstica al señor gobernador comandante general …para que tomase las medidas correspondientes”.
V
Desenlaces…
El 21 de mayo, luego de asegurar la plaza y de iniciado el proceso judicial, el gobernador le escribió una carta al Capitán General Manuel Guevara Vasconcelos, en la cual, con una mezcla de preocupación y alivio, le informaba sobre lo que había acontecido. Allí además de relatarle los últimos sucesos y de pedirle que le enviaran refuerzos, definía a la conspiración como un intento de expandir la revolución de Saint Domingue en Maracaibo. En sus palabras: “dos corsarios franceses se querían levantar con la ciudad habiendo tramado introducir en ella con el rigor practicado en los puertos franceses de Santo Domingo el mismo sistema de libertad e igualdad con que habían reducido a la última ruina aquellas posesiones”.
El 24 de mayo el subteniente de milicias pardas Francisco Pirela, en el marco del juicio que se le siguió por el fallido complot del 19 de mayo, agregó ciertos ingredientes a su testimonio inicial que mortificó sobremanera a las autoridades coloniales en Maracaibo. Según esta versión ampliada de su declaración, el quince de mayo junto a José Romano y los otros oficiales corsarios, dijeron que “a más tardar para el día diecinueve se había de ejecutar el golpe premeditado contra los blancos y principales de esta ciudad porque en Cartagena se iba a comenzar y vendrían a darse la mano con ellos”; que además tenían contactos con elementos de la Guajira que estaban dispuestos a venir con los de Cartagena a tomar la ciudad y completar la destrucción de los españoles y blancos criollos.
La noticia se supo a posteriori, pero de verdad en abril hubo en Cartagena de Indias un tumulto con amplia movilización de tropas españolas que buscaban detener a más de cuarenta alzados, esclavos y libertos, entre los cuales habían algunos venidos de Santo Domingo y uno en particular que estuvo con el zambo José Leonardo Chirinos durante la insurrección en la serranía de Coro.
Federico Brito Figueroa lo afirma categóricamente: la sublevación estaba en conexión con la rebelión de los esclavos de Cartagena de Indias del 13 de abril de 1799, comandada por el negro libre José Diego Ortiz, compañero de José Leonardo Chirinos en el alzamiento coriano de 1795.
Estas informaciones generaron mucha inquietud en el gobierno que implementó medidas urgentes de protección, refuerzo e inteligencia, para confirmar si eran veraces o parte de la engañosa narrativa que atribuían algunos a Pirela.
Las acusaciones entre los jefes corsarios y los nativos parecían parte de la treta para defenderse unos y otros en el juicio, de manera que al menos lograsen evadir la pena máxima. El 30 de julio de 1800 el tribunal dictó sentencia: Francisco Pirela quedó imputado como uno de los cabecillas de la conjura, por lo que le podían aplicar la pena de muerte, pero por haber delatado unas horas antes de consumarse el crimen, sólo se le castigó con destierro perpetuo y diez años de prisión en la fortaleza del Morro de La Habana. A los corsarios Agustín Gaspar Bocé y José Romano –considerados ideólogos- se les condenó a prisión en los castillos de Panamá y de San Juan Ulúa, respectivamente.
Las autoridades coloniales comenzaron a temer como cierta una posible conexión entre las rebeliones fraguadas en La Guaira y ésta de los pardos y corsarios franceses en Maracaibo. En diversas comunicaciones especulaban que la acción de Maracaibo buscaba distraer la atención de Caracas mientras “los traidores refugiados en Trinidad esperaban avisos de José María España sobre los progresos de su nueva sedición”.
Es un enigma sin resolver la verdad más profunda de aquella larga noche maracaibera de mayo de 1799: ¿realmente esos barcos eran netamente comerciales o escondían un plan insurreccional insospechado? ¿Vinieron por casualidad los corsarios franco-caribeños al puerto maracaibero o existía el acuerdo previo con los mulatos locales para insurreccionarse? ¿Es una coincidencia temporal la detención de José María España mientras se desarrollaba el misterioso guion en Maracaibo? ¿Estaban coordinados los eventos de Maracaibo y Cartagena o sólo fueron parte de una efervescencia afrocaribeña espontánea en la región?
Sueño el día que estas dudas razonables y estas historias olvidadas sean la arepa de cada día en la mesa de la familia maracaibera.
Yldefonso Finol
Historiador Bolivariano/Cronista de Maracaibo

domingo, 17 de mayo de 2020


Aquiles Nazoa en Centenario
En recuerdo de la militancia del Movimiento de los Poderes Creadores del Pueblo Aquiles Nazoa (MPCPAN) creado en 1977, donde tuve el honor de compartir con gran parte de los valores éticos y estéticos de Venezuela
I
Venimos al Centenario
Tras largo viaje en canoa
Por ver a Aquiles Nazoa
Celebrar su aniversario
Nada de rezo y rosario
Nada de cruces y misa
Que vengan los sin camisa
Que haya joropo y tambor
Que se desborde el amor
Que el humor mate de risa.
II
Centenario de Nazoa
Quién lo iba a imaginar
Que se iba a celebrar
De Cuba a Cumanacoa
De Moscú a Paraguaipoa
En Brasil y Nicaragua
Del Guaraira al Aconcagua
Desde Haití hasta Borinquén
Desde Tijuana a Neuquén
Al periquito del agua.
III
Nazoa llegó a los cien
Con las cosas más sencillas
Fábulas y maravillas
Cosechando un parabién
Fija la Patria en la sien
Firme el pulso al rubricar
Ideales que al abrazar
Se convierten en un Credo
No para el odio y el miedo
Sino para emancipar.
IV
Aquiles ya es esencial
Sus letras se eternizaron
Constitucionalizaron
El puro ser nacional
La magia de lo ancestral
En su verso es una escuela
De jardines la secuela
Perfumando los amores
Los poderes creadores
Aquiles es Venezuela.

Yldefonso Finol
Junto al Pueblo de Venezuela, a Chávez y a la Asamblea Constituyente de 1999 hicimos posible una Constitución que se armó de poesía con Aquiles Nazoa como coautor… ¡na’guará!


sábado, 16 de mayo de 2020


Yo soy palestino (al poeta Mahmud Darwish, Ildefonso Finol)
Yo soy palestino
No necesito que me mate el ejército israelí para aborrecerlo
Me basta verlo pasearse todo maquillado ante la cámara de CNN para despreciarlo
Yo no necesito nacer en Gaza para saber que las finanzas internacionales son una maldición
Porque yo soy palestino aunque nadie me lo autorice
Tengo mi pasaporte entre el pecho y la rabia que es el amor transfigurado en odio al insolente imperialismo
Tengo mi residencia debajo de la penúltima piedra de la Intifada más reciente que recogió León Felipe para hacer un poema de verdad
Mi condición de palestino no me la quita nadie porque yo desde niño he soñado con danzas jolgorios de manos alzadas al aire
Corderos en llamas de leña perfumada rodeados de abrazos tribales que oran
Leches vegetales mosaicos de verdes de miles de coles aliñadas
Yo soy el jugo de naranja que llueve sobre Palestina
No me hace falta el dios de los judíos ni ningún otro para ser miel de las almendras
Menos para encontrar la verdad debajo del pañuelo crisálida de un alma que respira
Yo soy palestino sin derechos ni prebendas soy solo el deber de resistir
Otros caminan por ver la luz yo palestino me entierro para añorarla
Y otros muy otros tan otros que no son ni ellos me buscan en el vientre de mi madre para descuartizar lo que yo he sido
Me matan si he nacido para evitar que pueda ser
Porque yo soy palestino dueño ancestral y amoroso de lo que el avaro envidia
Soy perseguido del ogro el señor de los perfumes y las transacciones
Me culpan de estar aquí donde estuvieron siempre los míos
A esos otros tan otros que no son ni ellos
Les ha dado por borrarnos del mapa para establecer el planeta de la dolarfilia
Yo soy palestino sin agua ni dólar ni alimento palestino sin noche de amor ni amanecer
Pero seré palestino por siempre lunas estrellas cielos tierra
Aunque los otros que de tan otros ya no humanos
Me nieguen a bombazos un día de sol
Soy palestino y mi ternura ya es daga vengadora de mil entregas
De mil poemas humanidad.