Escenario
post Gedeón: Venezuela contra la delincuencia internacional
Introito
Muchas frases me asaltan la mente para identificar
esta coyuntura:
-
Trump
y el fin de la diplomacia: jaque mate al multilateralismo
-
Vuelve
el pirata Henry Morgan al Caribe: el robo del oro de Venezuela por Inglaterra
-
Gringos
(e ingleses) metidos a fondo en la narco-invasión Gedeón: zamuros humanitarios
cuidando el filete de los hambrientos
-
Holmes
Trujillo: de operador político del Cartel de Cali en los 80’ a “ministro de la
defensa” del portaviones de la cocaína universal
-
Juan
Guaidó: el virus que Hernán Cortez inoculó a Tenochtitlán (pero cuando ya
teníamos los anticuerpos)
-
La “izquierda”
de España. ¿Ser o no ser? Falta de identidad política o la nostalgia por el
imperio náufrago.
-
¿Podremos?
Melancolía por Caracas o el chantaje de la “república pija de Salamanca”…en
fin, que me sobran titulares para esa pobre “madrastra” manejada por flemáticos
acólitos de aquél clérigo gálico que tan enfático y categórico pedía: “no me
saquen de la incertidumbre que me confundo”.
I
El debate sobre Venezuela en el Consejo de Seguridad
de Naciones Unidas realizado por solicitud de la Federación Rusa el miércoles
20 de mayo de 2020, ha puesto en el tapete de la opinión pública mundial la
realidad de un país soberano asediado y en lucha de resistencia contra el
crimen internacional institucionalizado por Estados Unidos y sus socios como
Inglaterra y lacayos como Colombia.
La mediocre intervención de la representante del
gobierno gringo en la sesión es elocuente para quienes sabemos de su cinismo y
cobardía. “No nos hagan perder el tiempo”, dijo la desaliñada señora.
Por razones de religión familiar, tradición y
superstición no voy a decir la palabra con que me provoca calificar a todas
estas monstruosidades involucradas en la confabulación contra Venezuela. Pero…no
hay maleficio terrible en los millones de años de existencia humana que no les
desee. Punto.
Para dejar las cosas claritas en estas primeras líneas,
debo precisar que: en la denominada “operación Gedeón”, consistente en preparar
desde territorio colombiano una incursión mercenaria contra Venezuela, que
preveía el asesinato del liderazgo gubernamental, así como la facilitación a la
entrada de mayores fuerzas bélicas para tomar el control del país con un
ejército privado extranjero etc… etc… etc…(es decir, una mortandad sin límites
porque el mundo sabe que el pueblo chavista nunca nos quedaremos de brazos cruzados
ante afrentas semejantes); ha quedado superlativamente evidenciada la
participación del gobierno de los Estados Unidos y su sirviente colombiano, por
lo que, en términos jurídicos, han incurrido en graves violaciones del Derecho
Internacional.
¿Y qué es una violación más para una manada de
sádicos?
II
La confesión de Holmes Trujillo, sempiterno operador
político de los carteles de la droga, premiado con los cargos de Canciller (de
la cocaína) y ahora ministro de la defensa del narco-estado colombiano, amenazando
a quienes en el intestino de la fuerza armada hubiesen filtrado información de “Gedeón”
hacia Venezuela, es lo que en psicología llaman un “acto fallido”…qué podíamos esperar
de un gobierno fallido en un país que en lo púnico que ha tenido éxito es en
descuartizar seres humanos vivos y bajarse la ropa interior para que un gringo
(aberrado) satisfaga sus bestialidades viscerales.
Toda aberración se quedó pequeña para lo que es capaz
el gobierno uribista de Iván Duque: darle la mayor responsabilidad sobre
víctimas de la violencia en el organigrama gubernamental al hijo del jefe
paramilitar Jorge 40.
El “muchacho”, admirador de su “apá”, beneficiario de
las fortunas robadas a familias destruidas por la motosierra de su “apá”,
encarna hoy la verdad más honda de ese país tan martirizado como abstraído, tan
ultrajado por sus captores oligarcas e imperialistas como “estocolmizado”,
narcotizado, paranoicotizado, cartelizado, bobaliconizado como Colombia.
III
Es cierto que “el patrón de estos canallas” (como dice
el poema gaucho) es Estados Unidos, pero indigna que un vecino (que debería ser
hermano) se preste a tanta canallada. Se nota la envidia, el complejo de
inferioridad. El resentimiento (por los favores recibidos).
Un ministro de defensa “autodelatándose”, tres lanchas
desatadas en “una noche loca”, un concierto “humanitario” con muertos por
burundanga, estafas, corrupción, desérticos desertores y robos robóticos, todo
en un solo precio su merced…
Venezuela debe considerar seriamente, en el marco del
más límpido razonamiento jurídico, declarar a Colombia como un Estado hostil,
problemático, inamistoso, truculento, mafioso, gansteril, molesto, tramposo,
ladrón, asesino, pirático, corsario, proxeneta, piojoso, garrapatoso, sifilítico,
truhan, malamañoso, malagente, malagradecido…y desalmado (como la abuela de la
cándida Eréndira)
Menos mal que a esas pestes le tenemos el antídoto
desde hace dos siglos: el bolivarianismo (o bolivarismo como le gustaba al
bogotano Indalecio Liévano Aguirre)
IV
Me pregunto yo, ingenuamente, ¿habrá algo peor que un
mal vecino como éste que nos ha tocado tener para nuestra desgracia?
Y, sí, si lo hay.
Nada peor que la pandilla de miserables de espíritu
que en mala hora obtuvieron gratuitamente la cédula venezolana pero que
vivieron para venderle su alma a una plaga llamada dólar.
Algo malo debe pasarles.
Como que lleguen a nuestros puertos unos hermosos
barcos iraníes full de gasolina o que la Venezuela decente se decida mandarlos
a freír monos en Miami eternamente.
Yldefonso Finol
Militante Bolivariano
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