martes, 12 de mayo de 2020

Elegía para tararear en tiempos de cuarentena

Mirando al mundo tenso y encerrado
La humanidad inquieta y alarmada
Veo en el aire azul y despejado
El vuelo de gaviotas en bandada.

Veo la luz del cielo en el ocaso
Pálida y a la vez provocativa
Siento su leve roce en mi regazo
Como tierna caricia que me aviva.

No desperdiciaré mi tiempo inerte
En la alarma que al encierro obliga
Yo te invito a no dejar vencerte
Por el tedio, la angustia y la fatiga.

Voy al libro, al verso, a la guitarra
Escribiré una crónica del día
Descargaré el miedo que me amarra
Con rimas iré armando mi elegía.

Por doquier hay penas y pesares
Pero anhelamos ver pasar la nube
Amanecer con ferias y cantares
Y un sol que nace nuevo cual querube.

Que se espante el virus y la gripe
Que se aleje el despecho y la duda
Que venga victorioso León Felipe
En canción desesperada de Neruda.

Quiero que pase ya la mala racha
Que se dé el finiquito a la pandemia
Para que celebremos con guaracha
El beso de Aznavour con la Bohemia.

Pido salud y paz para la gente
Menos para el avaro y agiotista
A esos que la carroña pestilente
Consuma en el escenario pesimista.

Sigo la muchedumbre femenina
Que reclama con razón hoy sus derechos
Con desnudez que al agresor fulmina
Con ráfagas de amor desde sus pechos.

Las sigo y soy una de ellas
Puteada por la macha sociedad
Que siglos de machismo, más que huellas
Heridas infringió en su humanidad.

Ya basta –insisto en mis pregones-
De falocracia y miedo patriarcal
Que cesen las absurdas religiones
De imponer su dogma irracional.

Ahora vuelvo a invocación serena
Que inspiró mi amante poesía
Para obsequiarla a la gente buena
Cual rauda nave rumbo a la utopía.

Envío ecos de tango gardeliano
Desde una pampa verde y extendida
Una cueca, un joropo, un son cubano
Un himno por la Patria redimida.

Al siervo de la gleba una cantata
Un guapango a la clase proletaria
Un corrido que hable de Zapata
Un cante hondo por la Pasionaria.

De Maracaibo una gaita de antaño
Que cuente de petróleo y de piratas
La poesía de María Calcaño
Andando en piel de indios de alpargatas.

Caribe un sol inmenso en sanaciones
Irradiando gratuitas energías
Y el Camarón palmeando sus canciones
Que vayan por bolero o bulerías.
Desde los Andes cóndores y llamas
Nos invitan a vivir con altura
Alimentando siempre nuestras almas
Con el néctar que riega la ternura.

Estar en cuarentena confinado
Bajo sombras de injusta sociedad
Me confirman no estar equivocado
Si lucho hasta el final por la igualdad.

Hasta aquí la elegía del encierro
Que no logra encerrar mi libertad
Mi espíritu no se frena ante el hierro
Vuela a cantar al mundo su hermandad.


Yldefonso Finol

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