viernes, 25 de febrero de 2022

UN MUNDO EN PAZ: UN MUNDO SIN LA OTAN

 Un mundo en paz: un mundo sin la OTAN

La Organización Terrorista del Atlántico Norte (OTAN) es un parapeto de muerte manejado por el Pentágono, y éste a su vez es el gendarme del Complejo Militar-Industrial de Estados Unidos.

Con su mascarada “democrática” y mofándose del mundo con la falacia imperialista de los derechos Humanos, la OTAN descuartizó Yugoslavia en siete pedazos, acabó con Libia, y mantuvo guerras genocidas con falsos pretextos en países como Afganistán e Irak.

La situación ruso-ucraniana fue provocada ex profeso por el aparato de guerra imperialista yanqui con sus títeres europeos. El objetivo de largo plazo consiste en debilitar hasta la agonía a Rusia; a corto plazo se buscó crear el caos en la región, detener el avance del gasoducto ruso que abastecería a Alemania y otros países de Europa, afectar la economía rusa con sanciones financieras, comerciales y operativas.

Los objetivos de corto plazo los han logrado momentáneamente, el de largo plazo está por verse, y la mayoría de opiniones expertas lo dudan razonablemente.

Pero si la estrategia geoeconómica gringa pareciera estar funcionando (sobre todo porque logró acercar a la UE con la que venía teniendo diferencias importantes); la geopolítica militar rusa los ha dejado boquiabiertos.

Se sabe por experiencia histórica, que la mano militar yanqui llega hasta donde llegan los empresarios estadounidenses. La familia Biden tiene sus narices metidas en Ucrania –precisamente en el negocio del gas- desde 2014, cuando el hijo del actual presidente, Hunter Biden, comenzó sus actividades como ejecutivo de capitales energéticos.

El propio Joe Biden viajó frecuentemente a Ucrania desde 2016 donde ejerció presiones para cambiar al fiscal ucraniano que investigaba hechos de corrupción denunciados por Donald Trump contra la familia del entonces vicepresidente en el gobierno de Obama.

Como siempre, los gringos alborotan conflictos lejos de su territorio, para que otros pongan los muertos y la destrucción que dejan las guerras, mientras sus empresas amasan nuevas y jugosas ganancias en un mundo que cada vez se independiza más de sus tradicionales monopolios.

Rusia por su parte, sintiéndose amenazada por la expansión de la OTAN en sus fronteras con el este europeo, víctima de un cúmulo de sanciones azuzadas por Washington, y una descomunal campaña estigmatizadora, calumniosa y xenófoba contra la dignidad del pueblo ruso, opta por la mejor defensa y se defiende preventivamente.

La transnacional mediática pro imperialista no ha cesado los bombardeos contra las economías, culturas y sociedades alternativas, en esta guerra cognitiva y simbólica del Tercer Milenio para reinstalar en la conciencia universal el predominio del fatuo y perverso estilo de vida capitalista neoliberal.

No descuidemos el papel subrepticio del sionismo, toda vez que el presidente, el vicepresidente y varios ministros de Ucrania también son de nacionalidad israelí, y por esas paradojas extrañas de la historia, están aliados con los mercenarios neonazis que lanzaron ataques de exterminio contra la población civil rusoparlante de Donestk y Lugansk, muy similares a los que practica Israel hace más de medio siglo contra Palestina.

II

En perspectiva bolivariana nos pronunciamos por el Equilibrio del Universo, esa máxima principista de la Doctrina del Libertador Simón Bolívar según la cual, los países que hemos sido víctimas de la opresión colonial-imperialista debemos formar un bloque que haga contrapeso a la pretensión hegemonista de Estados Unidos y Europa.

Las relaciones internacionales deberían basarse en una diplomacia profesional y unos códigos de cooperación como fuente de seguridad global, disuasión de amenazas al bien común y progreso económico inclusivo, con justicia social. El objetivo principal del bolivarianismo es la autodeterminación de los pueblos: “La libertad del Nuevo Mundo es la esperanza del Universo”, exclamó El Libertador en la Proclama al Ejército Libertador del Perú, en el Cuartel General en Pasco, el 29 de julio de 1824.

El mayor anhelo de Bolívar era la paz, pero el decadente Imperio Hispano se empeñó en reconquistar sus antiguas posesiones; no fue entonces un capricho hacer la guerra, fue el único medio posible de lograr la Independencia. En esas circunstancias, ninguna acción enemiga debía subestimarse, por eso estando Bolívar en Potosí, escribió el 21 de octubre de 1825: “Si nosotros nos dejamos insultar hasta de los débiles, no seremos respetados de nadie, y no mereceremos ser naciones”.

Más allá de la obligación moral de luchar por sostener la libertad alcanzada, hallamos en Simón Bolívar el valor inestimable de la paz. En sucesivas exposiciones no dejaba de lado la esperanza de terminar la guerra y abrir cauces a las bondades de la paz, que auguraba como principio de toda realización humana plausible: “Hagamos que el amor ligue con un lazo universal… y que el odio, la venganza y la guerra se alejen de nuestro seno”, sentenció en el Discurso ante el Gobierno General de la Nueva Granada en su instalación en Bogotá el 23 de enero de 1815. A Tomás Heres escribió desde Pativilca el 9 de enero de 1824: “De la paz se deben esperar todos los bienes y de la guerra nada más que desastres”.

El bolivarianismo tiene una visión integral de las relaciones internacionales, basadas en la autodeterminación de los pueblos, y el reconocimiento de los derechos universales de las personas indistintamente de su procedencia geográfica, su nacionalidad o su origen étnico.

En comunicación a su amigo Guillermo White, El Libertador escribió desde San Cristóbal el 26 de mayo de 1820, unas notas reflexivas sobre las metas más anheladas de la lucha emancipadora, mismas que sólo se legitimaban por su contenido humanista y progresista: “No hay libertad legítima sino cuando ésta se dirige a honrar la humanidad y a perfeccionarle su suerte. Todo lo demás es de pura ilusión, y quizás de una ilusión perniciosa”.

Este concepto transparente de libertad, contrasta con la manoseada “libertad” de la Casa Blanca, “destinada por la providencia a plagar” los pueblos “de miseria” en su nombre.

La Doctrina Bolivariana sobre las relaciones internacionales, contiene un coherente glosario de principios que la definen por su valor filosófico y una vigencia universal sorprendente. Uno de esos enunciados en particular, que explica fenómenos geopolíticos de otrora y de la contemporaneidad, es aquel que establece: “Las enemistades entre naciones nacen del deseo de preponderancia y no del sistema de gobierno”. (Quito, 6 de diciembre de 1822).

Simón Bolívar comprendió temprano que sólo la unidad de los pueblos permitiría acumular la fuerza necesaria para vencer a un enemigo de mil cabezas, que en cualquier lugar era capaz de armar un ejército y destrozar la libertad y la vida de las naciones más débiles militarmente.

Estados Unidos es el jefe de ese monstruo siamés Hidra-Albión que infesta los mares con sus maniobras bélicas y cunde de bases militares el Orbe; es el cabecilla promotor de agresiones unilaterales contra Cuba y Venezuela, llámense bloqueos o “sanciones”, violando toda la normativa del Derecho Internacional y principios de Naciones Unidas.

La Doctrina Bolivariana en el plano internacional pregona el concepto del Equilibrio del Universo como la posibilidad de un mundo en paz y progreso equitativo. El desiderátum de esa idea virtuosa dedicada a la emancipación de los pueblos, aspira coronar una sola ambición suprema, de la cual dependen todos los sueños por realizar: la paz.

III

Firmemos un comunicado con la sangre de la verdad, para que triunfen la vida y la paz sobre la guerra y los negocios.

Firman,

Porque la paz será mi puerto, mi gloria, mi recompensa, mi esperanza, mi dicha y cuanto me es precioso en este mundo, Simón Bolívar.

Porque todos sois mis hijos y hermanos y os he mandado amaros los unos a los otros, Jesús de Nazaret.

Porque esta humanidad ha dicho basta y ha echado a andar, Ernesto Guevara de La Serna.

Porque hay que darle un chance a la paz y el poder al pueblo, Jhon Lennon.

Porque hay que cambiar esta vida de odio, codicia, y tribulación, por una de amor, paz y solidaridad, Mahadma Ghandi.

Porque la paz es el respeto al derecho ajeno, Benito Juárez.

Porque la libertad es el derecho de todo hombre a ser honrado, José Martí.

Porque no es lo que importa llegar primero y a prisa sino llegar con todos y a tiempo, León Felipe.

Porque la democracia es el gobierno del pueblo, por el pueblo y para el pueblo, Abrahán Lincoln.

Porque los hombres volverán a ser hermanos, Miguel Ríos y Beethoven.

Por creer en el amor y el arte como vías hacia el disfrute de la vida perdurable y en la amistad como el invento más bello del hombre, Aquiles Nazoa.

Por el derecho de vivir en paz, Víctor Jara.

Porque se acabe la explotación del hombre por el hombre, Marx y Engels.

Por la buena gente que camina, canta y sueña, que donde hay vino bebe vino donde no hay vino agua fresca, Antonio Machado.

Por los diez viajes a través del Atlántico y los diez y seis mil folios manuscritos en defensa del género humano de Bartolomé de Las Casas.

Por el martirio de fray Antonio Valdivieso revivido por Oscar Arnulfo Romero quinientos años después.

Por la sangre aún vibrante de Federico García Lorca.

Por el dolor secreto del exilio de Cortázar.

Por el corazón repartido de Rafael Alberti.

Por la mística sabiduría de Khalil Jibrán.

Por la invitación de Neruda a firmar con amor.

Firmemos por la vida donde haya que firmar.

YLDEFONSO FINOL

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