Un mundo en paz: un mundo sin la OTAN
La Organización Terrorista del Atlántico Norte (OTAN)
es un parapeto de muerte manejado por el Pentágono, y éste a su vez es el
gendarme del Complejo Militar-Industrial de Estados Unidos.
Con su mascarada “democrática” y mofándose del mundo
con la falacia imperialista de los derechos Humanos, la OTAN descuartizó
Yugoslavia en siete pedazos, acabó con Libia, y mantuvo guerras genocidas con
falsos pretextos en países como Afganistán e Irak.
La situación ruso-ucraniana fue provocada ex profeso
por el aparato de guerra imperialista yanqui con sus títeres europeos. El objetivo
de largo plazo consiste en debilitar hasta la agonía a Rusia; a corto plazo se
buscó crear el caos en la región, detener el avance del gasoducto ruso que
abastecería a Alemania y otros países de Europa, afectar la economía rusa con
sanciones financieras, comerciales y operativas.
Los objetivos de corto plazo los han logrado
momentáneamente, el de largo plazo está por verse, y la mayoría de opiniones
expertas lo dudan razonablemente.
Pero si la estrategia geoeconómica gringa pareciera
estar funcionando (sobre todo porque logró acercar a la UE con la que venía
teniendo diferencias importantes); la geopolítica militar rusa los ha dejado boquiabiertos.
Se sabe por experiencia histórica, que la mano militar
yanqui llega hasta donde llegan los empresarios estadounidenses. La familia Biden
tiene sus narices metidas en Ucrania –precisamente en el negocio del gas- desde
2014, cuando el hijo del actual presidente, Hunter Biden, comenzó sus
actividades como ejecutivo de capitales energéticos.
El propio Joe Biden viajó frecuentemente a Ucrania desde
2016 donde ejerció presiones para cambiar al fiscal ucraniano que investigaba
hechos de corrupción denunciados por Donald Trump contra la familia del
entonces vicepresidente en el gobierno de Obama.
Como siempre, los gringos alborotan conflictos lejos
de su territorio, para que otros pongan los muertos y la destrucción que dejan
las guerras, mientras sus empresas amasan nuevas y jugosas ganancias en un
mundo que cada vez se independiza más de sus tradicionales monopolios.
Rusia por su parte, sintiéndose amenazada por la
expansión de la OTAN en sus fronteras con el este europeo, víctima de un cúmulo
de sanciones azuzadas por Washington, y una descomunal campaña estigmatizadora,
calumniosa y xenófoba contra la dignidad del pueblo ruso, opta por la mejor
defensa y se defiende preventivamente.
La transnacional mediática pro imperialista no ha
cesado los bombardeos contra las economías, culturas y sociedades alternativas,
en esta guerra cognitiva y simbólica del Tercer Milenio para reinstalar en la
conciencia universal el predominio del fatuo y perverso estilo de vida capitalista
neoliberal.
No descuidemos el papel subrepticio del sionismo, toda
vez que el presidente, el vicepresidente y varios ministros de Ucrania también
son de nacionalidad israelí, y por esas paradojas extrañas de la historia,
están aliados con los mercenarios neonazis que lanzaron ataques de exterminio
contra la población civil rusoparlante de Donestk y Lugansk, muy similares a
los que practica Israel hace más de medio siglo contra Palestina.
II
En perspectiva bolivariana nos pronunciamos por el
Equilibrio del Universo, esa máxima principista de la Doctrina del Libertador
Simón Bolívar según la cual, los países que hemos sido víctimas de la opresión
colonial-imperialista debemos formar un bloque que haga contrapeso a la
pretensión hegemonista de Estados Unidos y Europa.
Las relaciones internacionales deberían basarse en una
diplomacia profesional y unos códigos de cooperación como fuente de seguridad
global, disuasión de amenazas al bien común y progreso económico inclusivo, con
justicia social. El objetivo principal del bolivarianismo es la
autodeterminación de los pueblos: “La libertad del Nuevo Mundo es la esperanza
del Universo”, exclamó El Libertador en la Proclama al Ejército Libertador del
Perú, en el Cuartel General en Pasco, el 29 de julio de 1824.
El mayor anhelo de Bolívar era la paz, pero el
decadente Imperio Hispano se empeñó en reconquistar sus antiguas posesiones; no
fue entonces un capricho hacer la guerra, fue el único medio posible de lograr
la Independencia. En esas circunstancias, ninguna acción enemiga debía
subestimarse, por eso estando Bolívar en Potosí, escribió el 21 de octubre de
1825: “Si nosotros nos dejamos insultar hasta de los débiles, no seremos
respetados de nadie, y no mereceremos ser naciones”.
Más allá de la obligación moral de luchar por sostener
la libertad alcanzada, hallamos en Simón Bolívar el valor inestimable de la
paz. En sucesivas exposiciones no dejaba de lado la esperanza de terminar la guerra
y abrir cauces a las bondades de la paz, que auguraba como principio de toda
realización humana plausible: “Hagamos que el amor ligue con un lazo universal…
y que el odio, la venganza y la guerra se alejen de nuestro seno”, sentenció en
el Discurso ante el Gobierno General de la Nueva Granada en su instalación en
Bogotá el 23 de enero de 1815. A Tomás Heres escribió desde Pativilca el 9 de
enero de 1824: “De la paz se deben esperar todos los bienes y de la guerra nada
más que desastres”.
El bolivarianismo tiene una visión integral de las
relaciones internacionales, basadas en la autodeterminación de los pueblos, y
el reconocimiento de los derechos universales de las personas indistintamente
de su procedencia geográfica, su nacionalidad o su origen étnico.
En comunicación a su amigo Guillermo White, El
Libertador escribió desde San Cristóbal el 26 de mayo de 1820, unas notas
reflexivas sobre las metas más anheladas de la lucha emancipadora, mismas que
sólo se legitimaban por su contenido humanista y progresista: “No hay libertad
legítima sino cuando ésta se dirige a honrar la humanidad y a perfeccionarle su
suerte. Todo lo demás es de pura ilusión, y quizás de una ilusión perniciosa”.
Este concepto transparente de libertad, contrasta con
la manoseada “libertad” de la Casa Blanca, “destinada por la providencia a plagar”
los pueblos “de miseria” en su nombre.
La Doctrina Bolivariana sobre las relaciones
internacionales, contiene un coherente glosario de principios que la definen por
su valor filosófico y una vigencia universal sorprendente. Uno de esos
enunciados en particular, que explica fenómenos geopolíticos de otrora y de la
contemporaneidad, es aquel que establece: “Las enemistades entre naciones nacen
del deseo de preponderancia y no del sistema de gobierno”. (Quito, 6 de
diciembre de 1822).
Simón Bolívar comprendió temprano que sólo la unidad
de los pueblos permitiría acumular la fuerza necesaria para vencer a un enemigo
de mil cabezas, que en cualquier lugar era capaz de armar un ejército y
destrozar la libertad y la vida de las naciones más débiles militarmente.
Estados Unidos es el jefe de ese monstruo siamés Hidra-Albión
que infesta los mares con sus maniobras bélicas y cunde de bases militares el
Orbe; es el cabecilla promotor de agresiones unilaterales contra Cuba y
Venezuela, llámense bloqueos o “sanciones”, violando toda la normativa del
Derecho Internacional y principios de Naciones Unidas.
La Doctrina Bolivariana en el plano internacional pregona
el concepto del Equilibrio del Universo como la posibilidad de un mundo en paz
y progreso equitativo. El desiderátum de esa idea virtuosa dedicada a la emancipación
de los pueblos, aspira coronar una sola ambición suprema, de la cual dependen
todos los sueños por realizar: la paz.
III
Firmemos un comunicado con la sangre de la verdad,
para que triunfen la vida y la paz sobre la guerra y los negocios.
Firman,
Porque la paz será mi puerto, mi gloria, mi
recompensa, mi esperanza, mi dicha y cuanto me es precioso en este mundo, Simón
Bolívar.
Porque todos sois mis hijos y hermanos y os he mandado amaros los unos a
los otros, Jesús de Nazaret.
Porque esta humanidad ha dicho basta y ha echado a andar, Ernesto
Guevara de La Serna.
Porque hay que darle un chance a la paz y el poder al pueblo, Jhon
Lennon.
Porque hay que cambiar esta vida de odio, codicia, y tribulación, por
una de amor, paz y solidaridad, Mahadma Ghandi.
Porque la paz es el respeto al derecho ajeno, Benito Juárez.
Porque la libertad es el derecho de todo hombre a ser honrado, José
Martí.
Porque no es lo que importa llegar primero y a prisa sino llegar con
todos y a tiempo, León Felipe.
Porque la democracia es el gobierno del pueblo, por el pueblo y para el
pueblo, Abrahán Lincoln.
Porque los hombres volverán a ser hermanos, Miguel Ríos y Beethoven.
Por creer en el amor y el arte como vías hacia el disfrute de la vida
perdurable y en la amistad como el invento más bello del hombre, Aquiles Nazoa.
Por el derecho de vivir en paz, Víctor Jara.
Porque se acabe la explotación del hombre por el hombre, Marx y Engels.
Por la buena gente que camina, canta y sueña, que donde hay vino bebe
vino donde no hay vino agua fresca, Antonio Machado.
Por los diez viajes a través del Atlántico y los diez y seis mil folios
manuscritos en defensa del género humano de Bartolomé de Las Casas.
Por el martirio de fray Antonio Valdivieso revivido por Oscar Arnulfo
Romero quinientos años después.
Por la sangre aún vibrante de Federico García Lorca.
Por el dolor secreto del exilio de Cortázar.
Por el corazón repartido de Rafael Alberti.
Por la mística sabiduría de Khalil Jibrán.
Por la invitación de Neruda a firmar con amor.
Firmemos por la vida donde haya que firmar.
YLDEFONSO FINOL
No hay comentarios:
Publicar un comentario