Guerra Rusia-OTAN-Ucrania: desmemoria y desvergüenza en la Europa del nazismo
Nunca olvidé ese lugar llamado Krasnodon y el nombre
de Oleg Koshevoy, a pesar que sólo leí una vez la novela La Joven Guardia del
escritor soviético Alexandr Fadéyev: los dos tomos del extenso relato los
presté (sin carácter devolutivo) a una amiga de la época universitaria, a
comienzos de los ochenta.
“Los aviones que habían pasado sobre Julia Grómova
barrieron la carretera, ya fuera de la ciudad, con unas cuantas breves ráfagas
de ametralladora y desaparecieron en el aire deslumbrante de sol. Sólo algunos
minutos más tarde se oyeron a lo lejos unas explosiones sordas: sin duda, los
aviones bombardeaban el paso del Donetz”, dice Fadeiev en la voz de Koshevoy
desde algún lugar del bosque donde se guarecían los jóvenes –casi niños-
guerrilleros de la resistencia antifascista en la región de Lugansk, que había
sido tomada por los alemanes desde 1942.
Por entonces rusos y ucranianos enfrentaron juntos al
monstruo nazi-fascista engendrado en Europa, precisamente para destruir el
proyecto que los pueblos soviéticos ensayaban construir sobre las ideas
revolucionarias anticapitalistas de Carl Marx, Federico Engels y Vladimir
Lenin, entre otras mentes brillantes de aquél continente.
El Ejército Rojo entró en Auschwitz el 27 de enero de
1945, terminando la pesadilla que representaron para la humanidad los campos de
concentración y exterminio impuestos por la Alemania nazi.
El día 8 de mayo de ese año, el mariscal Wilhelm Keitel, comandante supremo de las
fuerzas alemanas, tuvo que presentarse en el suburbio berlinés de Karlshorst,
para firmar la rendición ante al mariscal soviético Georgy Zhukov. El Ejército Rojo derrotó
al nazismo llegando al mero centro del poder alemán. Los combates, sin embargo,
continuaron en otros rincones europeos como la ofensiva de Praga que terminó el
11 de mayo.
Más de veinte millones de víctimas sufrieron los
pueblos soviéticos, y la destrucción de gran parte de su infraestructura,
incluidas ciudades enteras como la heroica y martirizada Leningrado (San
Petersburgo) que sufrió un sitio genocida de más de tres años.
Mientras tanto, los Estados Unidos, que no sufrieron daños
en su país, aprovecharon para ocupar importantes espacios en Europa con sus
fuerzas militares y hacer negocios con el posicionamiento de sus capitales
(hienas) apoderándose de mercados antes dominados por empresas locales.
Para no perder la ocasión de mostrar sus músculos a un
mundo debilitado por la guerra, el imperialismo yanqui lanzó dos bombas
atómicas sobre la población civil en Hiroshima y Nagasaki, asesinando al
instante doscientos mil seres humanos y otros tantos por las secuelas
nucleares.
II
Como nos dice Eduardo Galeano: “La impunidad es hija
del olvido”.
En visita a Israel, el canciller alemán, Olaf Scholz
acaba de declarar que “apoyan a Ucrania”, y que sí han enviado ayuda militar a
Ucrania. Según el jefe del gobierno
de Alemania desde el 26 de febrero decidieron enviar a Ucrania mil lanzagranadas antitanques y quinientos misiles de
defensa antiaérea Stinger, pertenecientes a las fuerzas armadas alemanas para
apoyar a las tropas ucranianas.
O sea, la cuna del nazismo que debería tener prohibido
de por vida la fabricación de armas, se da el lujo de anunciar en Israel,
refugio de las víctimas del genocidio antijudío llevado a cabo por Alemania, que
dotará de armamento sofisticado a los grupos nazis que operan y tienen el poder
en Ucrania.
“El olvido está lleno de memoria”, dice Benedetti
parafraseando a Borges, para quien “el olvido es una de las formas de la
memoria”. El “sótano”, dice el argentino. La cloaca deberíamos decir para la
Europa sumisa o cómplice de Estados Unidos y el neonazismo.
El afán hegemonista de Estados Unidos y sus socios
europeos, imponiendo la expansión de la OTAN para cercar militarmente a Rusia, son
la causa fundamental de la situación que se vive actualmente.
Ya hemos citado antes al Genio de América, Simón
Bolívar, cuando escribió el 9 de enero de 1824: “De la paz se deben esperar
todos los bienes y de la guerra nada más que desastres…Somos hombres y debemos
usar la razón antes que la fuerza”.
Los desestabilizadores profesionales del Pentágono, la
CIA, y demás servicios de espionaje ingleses, sionistas, etc…colocaron un gobierno títere, azuzaron en Ucrania el
rencor anti ruso, a la vez que armaron en forma desproporcionada a grupos de
mercenarios nazis que se han apoderado del destino de ese país.
Deseamos fervientemente la paz entre las naciones. Invocamos
las mejores actitudes del liderazgo por soluciones diplomáticas. No queremos
sufrimiento para los pueblos de Ucrania, Rusia, Lugansk, Donetsk, ni ningún
otro país por lejano que esté geográficamente. “Patria es Humanidad”, nos legó
el humanista José Martí.
Termino por ahora con un apunte recordatorio: Charles de
Gaulle, presidente fundador de la Quinta República Francesa, retiró al comando
central de la OTAN de su país, y de paso
echó a las “fuerzas ocupantes” estadounidenses que se habían quedado por ahí
jugando a ejercer jurisdicción donde no la tenían.
¿Recobrará algún día Europa la vergüenza y –por ende-
su soberanía frente al siamés anglosajón?
Yldefonso
Finol
Excelente. Es el nazismo de nuevo cuño.
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