Mara,
Maracay, Maracaibo: nuevas verdades de la toponimia originaria
Ser hijo del municipio Mara, único con ese nombre en
Venezuela, siempre nos hizo sentir un sano sentimiento de orgullo. Toda la
familia marense ama el topónimo que mantuvo viva la historia de un cacique
legendario llamado Mara. También la palabra Moján es única en la nombradía
geográfica venezolana, repitiéndose en algunos parajes colombianos con otra
connotación. Ya escribí sobre eso a comienzos en 2009, pero resumo brevemente
que Moján viene del añún nuku Mohán, “el espíritu de las aguas”. También por
esos días expliqué que Toa es la “piedra caliza” y Zapara “mi mar, salado mar”,
en el mismo idioma de los originarios añú del lago Maracaibo (Tinaja del Sol).
En un
mapa-plano de 1774, titulado “Plano del Saco, Barra, Laguna y Fortificaciones
que existen a la entrada del Puerto de Maracaibo”, de autor desconocido,
aparecen por primera vez reseñadas las ubicaciones de Moján, y, en grafo algo
difuso, por la caligrafía de la época y la vejez del documento, la isla de
Toas, que parece escrita con una hache intercala, Toha o Toan. Zapara, en
cambio, siempre fue muy nombrada por los españoles y su nombre se lee en los
mapas desde 1707, por lo menos. En otro mapa de 1786 que está en el Museo Naval
de Madrid, ya aparece El Moján, precedido de su artículo, y Tohas, con hache
intercalada, pero en plural.
Pero ser nativo de Mara, pequeño emporio de todos los
paisajes, con ríos, mar, lago, montañas y bellas tierras para todas las artes
de la agricultura, también nos creó desde niños la curiosidad por el
significado de estas mágicas palabras que no eran importadas, sino que venían
desde el lejano pasado raigal de nuestras propias ancestralidades.
¿Qué significará Moján? ¿Qué quiere decir “Mara”? eran
preguntas que me perseguían en cada etapa de la escuela, en cada rincón del
liceo, en cada tertulia hogareña, y hasta en las farras trovadoras con la
amistad que canta y celebra. Es que la estirpe orillera del estuario
maracaibero porta en su sangre el gen Arein, especie de energía especial para
la creación poética y musical, un impulso indetenible a expresarnos
estéticamente con un alma desbordada en sensibilidad. Si, Arein es verbo y
sustantivo espiritual que el Lago Patria regaló al pueblo añú para que le
cantase y glorificase con la excelsa poesía.
La búsqueda de respuestas ha sido larga, tortuosa, a
veces solitaria y dolorosa. Sin embargo, en el camino la satisfacción por la
luz y las develaciones encontradas va justificando los esfuerzos. Ya puedo
concluir que sé el significado del topónimo de mi pueblo y por carambola, el de
otras localidades del país. Mara es la tinaja y kai es el sol. Maracay y
Maracaibo son tocayas: Tinaja del Sol. El sonido “bo” que las diferencia no es
original de aquí. Puede haber resultado de la castellanización errada o alguna
pronunciación caprichosa de los extranjeros que se establecieron en la región
tras la invasión de 1529 en adelante; incluso, pudiese ser un préstamo del
tupi-guaraní como expliqué en un estudio de 2018 que más abajo transcribo. La
certeza de lo que afirmo me viene de la constatación de que en el añú ancestral
no existe el fonema “v”, ni su versión labial “b”. Por eso también hemos
sostenido que la palabra Venezuela no es de origen indígena como algunas voces
han intentado argumentar. No existe en las lenguas de la región el vocablo “ve”
ni menos el sufijo “zuela”.
Pero volviendo al asunto inicial de este pronunciamiento,
no tengo dudas de la conclusión sobre Mara, Maracay y Maracaibo. Ahora bien,
las maravillas no se acaban y el estudio sistemático y sostenido de nuestra historia
fundamental nos va deslumbrando. Permítanme agregar al debate un elemento
verdaderamente sorprendente. En un documento viejísimo sobre las encomiendas y
misiones religiosas, he encontrado el nombre de un cacique o principal de un
pueblo ubicado en las inmediaciones surorientales del Lago, probablemente en la
vía que conduce a Puricaure y Carora, llamado Maracaimo. Este hallazgo me tiene
en vilo, representa la mayor aproximación documentada que conozco sobre la
palabra Maracaibo, y su escritura me resulta muchísimo más veraz en
correspondencia con los idiomas autóctonos de la biorregión maracaibera.
Maracaimo tiene absoluta pertinencia en términos de esta
investigación, del objetivo de explicarnos los significados de nuestras más
raigales nombradías. Maracaimo –nombre maravilloso- nos permite diseccionarle
en tres monemas muy clásicos del idioma añú: Mara, kai y mmo, que traducen “tinaja”,
“sol”, y “tierra” simultáneamente. La etimología nos lleva a amalgamar los tres
significados en uno nuevo, complejo y compacto a la vez: Tierra de la Tinaja
del Sol. Nunca mejor nombre para la Patria Añú.
Paso de dejarles mis apuntes de septiembre de 2018, para
continuar esta conversación con nuestras legítimas raíces soberanas:
Según Alfredo Jahn: “Todos los cronistas que han descrito
los grupos aborígenes del Lago, están de acuerdo en reconocer que la denominación
de Maracaibo fue tomada por los españoles del nombre de un importante cacique o
principal que tenía dominio sobre la mayoría de las poblaciones indígenas del
Lago (Simón, 1882, pp.37. Oviedo y Baños, 1940, pp. 22. Aguado, 1950, pp. 37.
Arguellez y Párraga, 1579, pp. 157. Oviedo y Valdez, 1959, pp.) Según otros
autores como Crevaux, la denominación de Maracaibo provendría del vocablo
indígena “Maracai”, el cual significa “tigre” (Crevaux, 1883, pp. 446). Por su
parte, Ernst sugiere que el término podría derivar del vocablo indígena
“Maracayar-mbo”, el cual significa “pie de tigre” (Ernst, 1914, pp. 7)”.
Adolfo Salazar Quijada señala que “no se conoce a ciencia
cierta el motivo, ni el significado exacto de esta voz que, desde sus comienzos
sirvió de nombre a la actual capital del estado Zulia. La versión de Mara…cayó,
no es más que una especulación popular, que ha tomado fuerza por la dificultad
de la ciencia toponímica para explicar su etimología con precisión. El nombre
de Maracaibo, aparece en la cartografía histórica del Zulia desde el año 1552,
con una ortografía casi invariable. Un estudio toponímico a profundidad es
necesario para saber el origen y significado del enigmático nombre de
Maracaibo; sin embargo, existe la versión del doctor Adolfo Ernst, quien señala
que esta voz significa en lengua guaraní y Caribe mano de tigre, cuestión que se habrá de precisar mejor”.
Este autor presenta dos posibles significados de “Mara”:
“Mara es voz Caribe con que se denomina a un árbol maderable, cuyas ramas
gruesas y tronco están casi todo el año desnudos de hojas, por lo que se le
conoce más comúnmente con el nombre de indio desnudo (bursera simaruba). Mara,
también es voz Caribe con que se denomina a una especie de canasto”.
El Hermano Nectario, escribe: “Sobre el origen del nombre
de Maracaibo, los historiadores han emitido opiniones en las cuales la
imaginación campea a veces más que la documentación histórica”.
Dice Nectario que “algunos han creído acertar en el
significado de “Mano de Tigre” que dan al vocablo Maracaibo, al apuntar que
Maracayar, en idioma Guaraní, significaría tigre o jaguar, y el sufijo bo,
mano; mientras otros, con Juan de O’Leary, citado por Carlos Medina Chirinos,
afirman que en Guaraní la voz Maracaibo quiere decir “río de los loros”…Esto
evidencia que, para poder acertar en la recta interpretación de este y otros
nombres, el conocimiento de la lengua de los Onotos sería requisito
indispensable”.
El muy acucioso Nectario María da con la clave del
asunto: el conocimiento del idioma del pueblo originario de Maracaibo, que él
reincide en llamar –como los que llegaron con Alfinger- Onotos, pero que son
los Añú, mal llamados Paraujanos. En cierto modo reconoce la imposibilidad de
descifrar el asunto: “Por carecer totalmente de documentos y bases para el
estudio de este idioma, no podemos formular un criterio acertado, lo cual nos
obliga a reservar nuestro asentimiento sobre el valor de las interpretaciones
expuestas, que sólo se dan con carácter informativo”.
Respecto del lago, el primer nombre hispano con que lo
bautizó Ojeda, fue San Bartolomé. La palabra Maracaibo –en la escritura
invasora- comenzó a usarse a partir de la invasión de 1529: “En la boca del
lago estaba una isla situada más arriba de la de Toas, y a la cual los indios
decían Maracaibo, por ser el nombre del jefe o cacique principal de aquella
isla”.
El grupo de Alfinger llamó al lago “de Nuestra Señora”,
por la coincidencia del 8 de septiembre con la Natividad de la Virgen. Sigue
Nectario: “con el nombre de Maracaibo, los Pemones-Bubures del sur del lago
designaban a una de sus poblaciones situada a la orilla de un río principal,
probablemente el Zulia”.
Detengamos un momento la atención en estos dos últimos
párrafos, y destaquemos el hecho de que los españoles escucharon la palabra
Maracaibo en diversos lugares del lago. Primero la oyeron entrando por la
actual isla San Carlos, luego en la angostura del estuario en alguna orilla del
municipio Mara, y, para rematar, también se las pronunciaron en el sur del
lago. ¿Qué deberíamos inferir de estas “coincidencias”? Que Maracaibo no es el
nombre de un punto específico en el lago, sino la denominación ancestral del
Lago mismo.
Hemos indagado en la etimología de la palabra y en la
complejidad del término, notando su aproximación al vocablo “Maraca”, que
guarda gran relación con Maracay y Maracapana. Esta voz Maraca tiene una similar connotación en guaraní y taíno:
instrumento musical de percusión hecho con cáscara de calabaza y rellena de
semillas secas. Es la imitación humana del cascabel de la serpiente del mismo
nombre.
Por eso versioné en el año 2000 la tesis que vincula el
nombre de Maracaibo con la abundancia de especies ofídicas en el bosque seco
tropical de la planicie circundante. “Al sur horizonte iba aquella expedición
comercial entusiasta guiada serenamente por el gran cacique Maarak, líder de la
lacustre nación Añú, que gobernaba bajo el influjo del tótem de la serpiente
cascabel, en nombre del clan Maarak’iwo, que daba el nombre a la región de los
que viven sobre el agua”, se lee en las primeras líneas del Cacique Nigale y la
ocupación europea de Maracaibo.
Mara o Maraca son vocablos cuyo estudio debemos seguir
profundizando a la luz de las últimas investigaciones sobre el añúnnuku, idioma
de los añú. Un hallazgo que me sorprendió gratamente, lo encontré en los
apuntes de Alfredo Jahn, antropólogo que visitó los pueblos “paraujanos” como
jefe de una comisión del gobierno nacional entre 1910 y 1912, regresando por
voluntad propia en los lapsos 1914-1917 y 1921-1922.
Jahn realizó un cuadro comparativo de los idiomas
indígenas del occidente, y en el caso añú logró recoger los sonidos “Hara o
Mara”, que traduce vasija de barro o tinaja. Este aporte ha trastocado toda mi
apreciación del verdadero significado de Maracaibo, ya que el prefijo “Mara” es
la mitad del topónimo lacustre que nos ocupa; pero aún si tomásemos los dos
fonemas como una sola palabra compuesta, el sonido “Marahara”, mal escuchado,
mal pronunciado y mal recordado por los invasores –que no eran precisamente lingüistas-
bien pudiera ser el origen de Maracaibo.
La arqueología etimológica de la palabra, nos asombra con
la causalidad –que no casualidad- de que en la cosmovisión añú, civilización
acuática que tiene por hábitat ancestral al estuario, la forma cóncava de la
vasija y su función vital como recipiente de agua y alimento, reproduce la
forma y función del Lago, como dador de todo sustento material y espiritual.
Esta raíz “Mara” la encontraremos relacionada a Maracay,
lugar adosado al lago de los Tacariguas, y a Maracapana, que también es un
sitio pegado a un reservorio de aguas, en este caso al Golfo de Paria.
No se trata de simples coincidencias; estamos en
presencia de un sustantivo venido del tronco común de los idiomas originarios
de la fachada costera del país, vale decir el arahuaco, más los aportes caribe
venidos casi siempre del tupi-guaraní, como el caso de “paráa”, que es el mar o
una aglomeración de aguas.
Rescatemos entonces la aportación de Lizandro Alvarado
que en su obra Glosario de voces indígenas, reseña la palabra “mara” como
aguadera, según conoció de su uso por indígenas del oriente venezolano, entre
los que se cuenta a los guaqueríes de costas anzoatiguenses y de Paraguachoa
(Isla Margarita).
Conclusión, el significado de Maracaibo como fusión de
“mara”: tinaja y “kai”: sol, es “tinaja del sol”. El sufijo “mbo” es impronta
caribe, y lo encontramos en Paramaribo, Tacuarembó, y otras localidades
suramericanas, jugando el papel de señalador geográfico.
Yldefonso
Finol
Cronista
de Maracaibo
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