“El Caracazo”
en la distancia
I
Treinta y un años transcurrieron desde el 23 de enero,
cuando cayó el dictador Pérez Jiménez, hasta el Caracazo. La primera fecha
marca el inicio de una época de esperanza y cambio democrático donde el pueblo
puso todas sus energías, la segunda aparece como el punto de quiebre, el
estallido de la decepción popular por un régimen político falso que traicionó
sus anhelos de tres décadas. Ya a los inicios del período democrático
representativo, las cúpulas pro-capitalistas traicionaron al pueblo, cerrándole
el paso a la tendencia más comprometida con una verdadera transformación
social. El llamado “Pacto de Punto Fijo”, que antes fuera Pacto de New York,
significó la hegemonía de los partidos de derecha, Acción Democrática (AD),
Unión Republicana Democrática (URD) y el socialcristiano Comité Organizado de
Política Electoral Independiente (COPEI), junto a la rancia burguesía
capitalina, pseudo-industrial y comercial-importadora, parasitarias de la renta
petrolera y sujetas al dominio imperialista. No sólo sacaron del juego al
Partido Comunista de Venezuela, que jugó un papel clave en la caída de la
dictadura, si no que forzaron las salida de los sectores de izquierda que aún
militaban en los partidos del sistema. Así nacieron de divisiones en AD, en
1961 el Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR) y en 1968 el Movimiento
Electoral del Pueblo (MEP); también se produjo muy temprano la salida de URD de
uno de sus líderes fundamentales, Fabricio Ojeda, quien coordinó la alianza de
partidos, sindicatos y sectores militares rebeldes contra Pérez Jiménez (Junta
Patriótica). El 30 de junio de 1962, el entonces diputado por Caracas, hombre
de merecido prestigio político, Fabricio Ojeda, se dirigió al Congreso de la
República con una hermosa e histórica carta, que forma parte ya de la antología
epistolar de la dignidad del pueblo venezolano. “Señores Presidente,
Vicepresidente y demás miembros de la Cámara de Diputados Palacio Legislativo
Caracas. Distinguidos colegas: En el primer aniversario de la suspensión de las
garantías Constitucionales, un grupo de estudiantes de la Universidad Central y
yo, hicimos una promesa de extraordinaria significación. Estábamos en el
Cementerio General del Sur, frente a la tumba de Alberto Rudas Mezzone - uno de
los tantos jóvenes caídos en la lucha por la libertad -, allí levantamos las
manos y las voces y juramos: que el sacrificio de nuestros mártires no sería en
vano. Juramos continuar sus pasos y cumplir su obra, para que la sangre
derramada retoñase en nueva vida para el pueblo. Y desde entonces comenzamos a
prepararnos para el cumplimiento irrenunciable. Con este objetivo, redimir al
pueblo haciendo honor al sacrificio de sus mártires, hemos trabajado sin
descanso, hemos luchado sin cesar. Ahora a mí, solo me queda, como decía un
insigne pensador latinoamericano, “cambiar la comodidad por la miasma fétida
del campamento, y los goces suavísimos de la familia por los azares de la
guerra, y el calor del hogar por el frío del bosque y el cieno del pantano, y
la vida muelle y segura por la vida nómada y perseguida y hambrienta y llagada
y enferma y desnuda”. Es por ello, colegas Diputados, que vengo ante ustedes a
expresar la decisión de dejar el Parlamento - este recinto que pisé por
voluntad del glorioso pueblo caraqueño, hoy oprimido y humillado -, para subir
a las montañas e incorporarme a los compañeros que ya han iniciado el combate y
con ellos continuar la lucha revolucionaria para la liberación de Venezuela,
para el bienestar futuro del pueblo, para la redención de los humildes”.
El diagnóstico que describía el querido líder
revolucionario que llegó a ser jefe político del Frente de Liberación Nacional
y su brazo militar las Fuerzas Armadas de Liberación Nacional, se adelantó a
denunciar la farsa instaurada por la burguesía con sus partidos, y creó las
condiciones subjetivas para emprender la acción revolucionaria. Pudiéramos parafrasear
a Fidel, al atribuirle la autoría intelectual del asalto al cuartel Moncada a
José Martí, diciendo que Fabricio Ojeda es coautor intelectual de los sucesivos
alzamientos populares del 27 de febrero de 1989 y el 4 de febrero de 1992. “A
estas alturas de la historia, cuando un vendaval de renovación sacude al mundo,
los venezolanos no podemos permanecer aferrados a una vida política, sin
perspectivas de futuro y que mantiene al país sumergido en el subdesarrollo
económico, en el atraso crónico y al pueblo, doblegado bajo el peso constante
de la miseria y la ignorancia y el hambre. Venezuela es un país privilegiado
por la naturaleza. Las entrañas de su tierra están pobladas de riqueza y sobre
la superficie crecen montañas de dinero. Pero estas riquezas y este dinero sólo
van a parar a los bolsillos de los grandes tiburones de la política nacional e
internacional, mientras que el pueblo, dueño de ellas, se debate entre la
angustia de no poseer nada y el dolor de su precaria situación económica. Este
país, donde se produce tres millones de barriles de petróleo diariamente y más
de veinte millones de toneladas de hierro cada año, donde las empresas
extranjeras que lo explotan acusan utilidades que sobrepasan los mil quinientos
millones de bolívares anuales, vive un drama terrible con centenares de miles
de obreros sin trabajo, con centenares de miles de campesinos sin tierra, con
centenares de miles de niños abandona - dos y sin escuelas, con centenares de
miles de analfabetos, con legiones de indigentes que escarban en los
desperdicios en busca de alimentos y centenares de miles de hombres y mujeres
sin techo que se arrastran hacinados en ranchos insalubres, sin la menor
protección social, sanitaria o económica. Este país que es el más rico de toda
la América Latina, muestra ante los ojos angustiados de su gente, un panorama
de males y penurias que se ahonda en la existencia misma de grandes
contradicciones: mientras unos lo tienen todo, comodidades, lujos, placeres y
bonanza; otros nada poseen, ni nada les espera, a no ser la muerte en la más
completa pobreza. Mientras unos tienen en bancos y cajas fuertes millones de
bolívares, otros carecen de recursos más elementa - les de la vida humana.
Mientras unos pueden mandar a sus hijos a los mejores colegios, otros tienen
que resignarse a ver a los suyos crecer en la ignorancia. Mientras unos viven
como parásitos, sin trabajar ni producir, otros no encuentran donde colocar su
fuerza de trabajo. Mientras unos ven a sus mujeres dar a luz en clínicas
lujosas, otros, los más, tienen que conformarse con verlas parir como animales
en sus ranchos inmundos. Este es el drama, la horrible tragedia de nuestro país
y nuestro pueblo. Buscarle remedio es responsabilidad de los venezolanos
progresistas, encontrarle solución es deber irrenunciable. Pero no debemos detenernos
en aplicar los consabidos "paños calientes" que sólo postergan la
enfermedad, sino que hemos de ir a su misma raíz para extirpar, como el buen cirujano,
los orígenes del mal. Ya el pueblo venezolano está cansado de promesas que no
pueden cumplirse y está ya decepcionado de una democracia que no llega, pero
que a nombre de la cual se le maltrata, se le persigue y se le engaña”.
El “Caracazo” fue la primera insurrección popular
contra los paquetes neoliberales en el continente. CAP sobreestimó su
liderazgo, embelesado con su segunda elección y con la expectativa
internacional que generó su triunfo; de hecho, era el primer presidente
venezolano que llegaba a un segundo mandato por elección popular. Mayores
expectativas generó aún en el país, donde sectores importantes de la población
apostaban a una nostalgia por la bonanza financiera que acompañó al primer
gobierno de Pérez como consecuencia del boom petrolero de 1973. Pero este CAP
II, como lo bautizó la prensa, tenía otros planes, distintos a los que la catatimia
electoral hizo ver a la mayoría que, seducida por su ego megalómano- votó por
él. -“El 26 de febrero el ministerio de Energía y Minas anunció el alza del 30%
en el precio de la gasolina, y el incremento del transporte público urbano e
interurbano en un 30% a partir del 27 de febrero, válido para los 3 meses
siguientes, después de los cuales podrían aumentarse hasta el 100%”, reseña un
informe posterior a los hechos. Las principales medidas que incluía el
“paquete” de Pérez estaban contenidas en un programa bajo supervisión del Fondo
Monetario Internacional con el fin de obtener un financiamiento externo por
4500 millones de dólares en los 3 años siguientes. El país se obligaba a
aplicar la liberación de las tasas de interés activas y pasivas en todo el
sistema financiero hasta un tope temporal fijado en alrededor del 30%,
unificación cambiaria con la eliminación de la tasa de cambio preferencial,
determinación de la tasa de cambio en el mercado libre de divisas y realización
de todas las transacciones con el exterior a la nueva tasa flotante, liberación
de los precios, anuncio del incremento de las tarifas de servicios públicos
como teléfono, agua potable, electricidad y gas doméstico. Igualmente, se
aplicaría el aumento de precios durante 3 años de los derivados del petróleo,
con un primer aumento promedio del 100% en el precio de la gasolina, y un
aumento inicial de las tarifas del transporte público en un 30%.
Estos fueron la botella y la mecha para la molotov que
estalló en la cara del sistema político aquéllos últimos días de febrero de
1989. El anunciado aumento de sueldos en la administración pública central
entre el 5 y el 30% e incremento del salario mínimo se volvió sal y agua ante
la arremetida fondomonetarista. La gente había aguantado callada, pero, como
decía Luís Advis en su Santa María de Iquique, “que infierno se vuelven cuando
el pan se está jugando con la muerte”. Según la excelente agrupación musical
larense Caraota, Ñema y Tajá, los venezolanos de los barrios pobres “no
quisimos aguantar el abuso de los acaparadores y por salir a la calle nos
llamaron saqueadores, saqueadores son aquellos que robaron hasta que les dio la
gana, y les alcanzó pa’ ellos y hasta pa’ la barragana, y el tesoro nacional se
quedó en la carraplana”.
-
“Puede
ser que algunos sectores miren con sorpresa las decisiones que estoy tomando”,
decía CAP.
-
“Aquí
están protestando por el alza del paquete económico, el alza de los precios de
los autobuses”, dijo un policía metropolitano.
-
“Al
pasaje le están cobrando hasta un 200%, y no están reconociendo el pasaje
estudiantil”, denunciaba un concejal del municipio Vargas.
-
“Es el
alto costo de la vida, es el pasaje, es la falta del aumento del salario,
porque dijeron que era un 30% y es absolutamente incierto porque lo que están
aumentando es el 2%”, afirmó con sorprendente firmeza una joven dama, de
pequeño tamaño y hermoso rostro de pueblo.
-
“Se
suspenden en todo el territorio nacional las garantías establecidas en los
ordinales primero, segundo, sexto y décimo”, anunció un vocero desconocido del
gobierno.
-
“Nuestro
país ha retornado a la normalidad”, editorializó Eladio Lares, imagen pública
del canal de televisión privado RCTV.
Pérez, ya seguro de que los fusiles le han despejado
el camino, aparece en televisión parloteando su acostumbrada verborrea
populista: “Fuimos al FMI, a sabiendas de que representa unas políticas…pero
que no son las políticas de un directorio de una institución europea.. que es
la política de todos los países en desarrollo, ese FMI representa Miterand
socialista, a la Tatcher conservadora, o al presidente Bush de los EEUU, o al
socialista Felipe González, ese FMI es el sistema que rige todas las
transacciones financieras de nuestro mundo occidental, estamos en él, formamos
parte de él, tenemos recursos venezolanos dentro del FMI, cualquier transacción
internacional que se vaya a hacer, cualquier préstamo que queramos conseguir
para resolver el problema del agotamiento de nuestras reservas internacionales,
si no tiene la aprobación del FMI no lo lograremos ni hoy ni mañana, mientras no
logremos modificar este injusto sistema de relaciones económicas
internacionales que rige nuestro mundo, de manera que ir al FMI no es una
opción, es la única opción que tiene un país que agotó sus reservas internacionales”.
Italo del Valle Alliegro, ministro de la defensa de
CAP, asumió un protagonismo inusitado en la vocería política gubernamental,
como consecuencia, entre otras cosas, de la incapacidad del ministro del
interior y del jefe de la oficina central de información, de trasmitir una
seguridad mínima en sus alocuciones por televisión. El locuaz general adoptó
poses de dandi farandulero. La clase social conservadora lo idolatró. Qué
chévere contar con perros rabiosos que muerdan a la chusma cuando aceche
nuestros preciados tesoros.
-
“Buenas
noches, de conformidad con lo previsto en el Artículo 1º del Decreto número 49,
de fecha 28 de febrero de 1989, por el cual se suspende en todo el territorio
nacional la garantía de libre tránsito consagrada por el Art. 64 de la
Constitución, resuelve: Art. 1º Se prohíbe la circulación de personas y el
tránsito de vehículos en todo el territorio nacional de acuerdo al siguiente
horario: a) desde las 8 pm de la noche del día de hoy, hasta las 06 am del día
de mañana 1º de marzo de 1989, b) desde las 6 pm del día de mañana 1º de marzo,
hasta las 06 am durante la vigencia de esta resolución…”
Bolívar parla: “sia maledetto il soldato che spara
contro il suo stesso popolo”.
II
En la húmeda madrugada habanera, el combatiente del
Congreso Nacional Africano, alias Daniel, ajusta con táctil minuciosidad la
onda hertziana que nos permita escuchar el noticiero en castellano de la BBC de
Londres. El camarada delgaducho, de evidente descendencia india, confirma con
una mirada brillante de goce la consecución de la meta tecnológica: “la tengo”,
nos dice y casi simultáneamente me coloca los improvisados audífonos sobre las
orejas. La defectuosa señal me aturde los primeros segundos…“…mientras en
Caracas…”, se escuchó defectuosamente, -“logramos sintonizarla”, exclamé… “…en
Caracas –según lo que este corresponsal constató- las personas han sido
masacradas como perros en las calles”. -“…un vecino de la populosa barriada del
23 de Enero afirmó que los muertos por la plomazón que dispararon los policías
y militares pasan de mil…”
Desde finales de agosto pasado, un compañero de la
Liga Socialista con el pseudónimo de “Alejandro” y yo, nos encontramos en la
escuela superior del Partido Comunista de Cuba, la “Ñico López”, haciendo el
curso de “Superación Político-Ideológica” que los camaradas cubanos impartían a
cuadros de organizaciones revolucionarias del continente. Allí compartíamos con
camaradas de más de treinta países del “tercer mundo”, incluidos muchos
latinoamericanos, africanos, asiáticos y árabes que cursaban una particular
licenciatura en ciencias sociales de cuatro años. La ayuda de Daniel fue muy
importante y sentida para mí y para “Alejandro”, ya que no disponíamos de otro
medio para enterarnos de lo que sucedía en nuestro país. La situación que nos
tocó vivir fue particularmente jodida. Éramos dos revolucionarios venezolanos
de esos que pasamos la vida preparándonos para un momento como éste, y nos tocó
estar tan desubicados cuando más hizo falta echar para adelante. Nuestra
impotencia e indignación se agrandaban al ver los titulares y sumarios que
publicaba el periódico Granma, vocero oficial del Comité Central del PCC. Al
principio no lo podíamos creer. Granma estaba defendiendo a CAP. Se referían a
las personas que protestaban con los mismos adjetivos de la prensa burguesa de
Caracas y el mundo. Lo entrecomillaban, pero no lo aclaraban. Vale decir, lo
justificaban. Con el apoyo de mi compañero de habitación y compatriota, armé
una inmensa cartelera de papeles y cartones reciclados, donde redactamos una
“contraeditorial” sobre lo que decía Granma. Recuerdo que la ilustramos con una
imagen de vampiro de CAP con las mandíbulas ensangrentadas. Las autoridades de
la “Ñico López” nos conminaron cordialmente a quitar la rebelde cartelera;
nuestra respuesta nos puso al margen de una “deportación involuntaria”. Pasadas
algunas dolorosas semanas, la dirección del PCC nos dio la razón. Diplomáticos
cubanos destacados en Caracas –a propósito de la coronación de CAP II- nos
confesaron que vieron a soldados arrumar cadáveres en una esquina para luego
rociarlos de gasolina y prenderles fuego. En esos días Silvio Rodríguez
regresaba de una gira nacional por Cuba (Gira por la Patria) que comenzó en el
Turquino, para cerrar en La Habana en plena Plaza de la Revolución. Para allá
nos fuimos a soñar con la escurridiza posibilidad de la revolución. De regreso
a la habitación de la Ñico López, tomé mi única arma a la mano, el cuatro, y
disparé la llamarada bolivariana que destellaba mi corazón. Salió la Canción a
Bolívar: “No me diga Bolívar que no, Que Caracas nova a despertar, Por las
calles los estudiantes lo andan buscando. En Guayana, en la Costa Oriental, los
obreros están preguntando por la espada y el caballo blanco, mi General, Dicen
que están dispuestos a acompañarlo. Que en la lucha serán libres o morirán. Que
la patria no resiste ya tanto engaño. Que el poder de los corruptos acabará,
General. Póngase las botas mi General. Ya ensillé el caballo pa’ cabalgar sobre
el tiempo nuevo que está viniendo, que llegará. Y no se me muera de soledad, la
hora del desquite está cerca ya, en la gesta suya que nuestro pueblo
continuará. Bolívar”. Predicción cumplida.
III
Así se sentiría el patriota Chávez encerrado en la
“boca del lobo”. Él mismo cuenta cómo vio desfilar a los mandatarios de decenas
de países que vinieron a convalidar la ascensión de CAP II. Ese año Chávez
tenía 35, CAP 67, habían pasado 159 de la muerte de Bolívar, y el imperialismo
gringo llevaba 150 añitos jodiéndonos. Pérez Jiménez llevaba 31 años en
autoexilio dorado, y la Revolución Cubana cumplía 30, iniciándose una etapa de
graves sacrificios que graduó al pueblo cubano de experto suma cum laude en
resistencia, conciencia y dignidad. Pero en 1989 Cuba no sólo perdió el apoyo
soviético, tuvo otras pérdidas mucho más sentidas: ese año aciago murieron
Nicolás Guillén, poeta nacional de la isla, y José Antonio Méndez, uno de los
mejores compositores que ha parido el Caribe. En Venezuela estaba por perderse
un tesoro en oro. “El 18 de febrero de 1989, la banca internacional exige
garantías en oro y petróleo a futuro para otorgar los empréstitos solicitados
por el gobierno de CAP II”. “El día 20, el Banco Central embarca a Londres ocho
toneladas de oro de las reservas internacionales. Los periódicos mostraban dos
gandolas estacionadas frente al ente emisor, usadas para trasladar el tesoro
dorado”. El entonces presidente del BCV, Pedro Tinoco, banquero de uña y
pezuña, dueño del Banco Latino, informó que “parte del oro será vendido para
obtener cien millones de dólares”. Ese año marcó el desmoronamiento del
proyecto socialista en Europa del Este con la caída de la Unión Soviética y su
falso sistema satelital. Desde el barco Máximo Gorki –escritor ruso, autor de la
famosa novela épica La Madre- fondeado en las costas de Malta, el sovietófago
Mijaíl Gorbachov le dio el sí al vaquero de Hollywood Ronald Reagan, para
sellar el final feliz al mejor estilo western. Los pedazos del Muro de Berlín
quedaron para coleccionistas de suvenir y para ayudar a la ideología dominante
a simplificar gráficamente una historia arrecha que nunca debió reducirse a un
pedazo de pared.
IV
Un mosquetero menos. El cálculo fue hecho por geniales
desdichados. Sacaron a Felipe Acosta Carlez de la Academia para mandarlo a una
emboscada. Es que el Caracazo también le sirvió a la oligarquía venezolana para
sembrar terror en la población. Decidieron mostrar lo que eran capaces por
aferrarse al sistema de dominación. Masacraron indiscriminadamente al pueblo
como para decir quién manda aquí. Pero igual aplicaron el asesinato selectivo
de cuadros revolucionarios y líderes sociales que los cuerpos de represión
tenían estigmatizados como ultrosos. En el caso del movimiento militar
bolivariano, a pesar de haber funcionado bajo un esquema de clandestinidad,
tenían precisados a algunos de sus integrantes, producto de delaciones y
filtración de información, donde no estuvo ausente la fanfarronería de algún
que otro bocón infiltrado. Recuerdo que a finales de 1990, José Albornoz, a la
sazón correaje de seguridad de la Dirección de la Causa R, fue expresamente al
Zulia a darle un parao a un teniente coronel retirado que andaba fanfarroneando
necedades, al punto que era considerado por los compañeros del aparato armado
como un soplón, y lo habían declarado posible objetivo militar, porque sus
habladurías pusieron en riesgo a oficiales activos que sí estaban comprometidos
con la insurrección. El sitio al que mandaron a Felipe Acosta Carlez fue al
sector La Montañita, en los alrededores del Fuerte Tiuna. Cuentan los veteranos
del lugar, que quienes prepararon la emboscada, debieron calcular muy bien sus
planes, ya que en esos callejones con pendiente “en cualquier recodo suena un tiro
y listo”. Algunos afirman que le dispararon por la espalda con gran precisión,
como si se tratase de un francotirador de la PM o la DISIP. En la FFAA también
hay duchos en esto. Al morir el “Catire Felipe”, sólo quedarían tres de los
cuatro conjurados en el Samán de Güere. A Chávez le fue pasando lo que Nazoa
canta de manera tan excelsa en este soneto: “Yo cantaba la lluvia y los
membrillos, yo cantaba las flores de la tierra; mi corazón fue niño por la
sierra coleccionando ramos amarillos. Pero escuché la voz de los sencillos,
campesinos y obreros de la tierra y vi sobre el amor venir la guerra con su
turbión doliente de cuchillos. Ay, todo era combate, sangre y muro ¿Cómo pudo
esta sorda mano mía cultivar su clavel entre las balas? Cambiar quiero mi plata
en plomo duro. Quiero poner mi armada poesía, al lado de los picos y las
palas”. Nunca mejor dicho. Que Aquiles ha sido en poesía para este país, lo que
Alí Primera en la canción. Ambos son fuelle para el alma y savia de la
conciencia. Ambos habían muerto antes del Caracazo. Nazoa en 1976, cinco meses
antes que el camarada Mao, y Alí en 1985, un mes antes que el camarada
Konstantín Chernenko. Hacía siete años Chávez había hecho su juramento en el
Samán de Güere, árbol de una enorme simbología patriótica, cuyas historias se
remontan a nuestros ancestros arahuacos, pasando por la mirada exploratoria de
Humboldt, y la pausa bajo sus generosas sombras que a las huestes de Bolívar y
Rafael Urdaneta sirvió de elixir reconfortante para reemprender la gesta
libertadora. Aquél primer Chávez en Miraflores, sirviendo forzadamente al
enemigo, viendo impotente cómo se maldecía el ejército de Bolívar disparando a
su pueblo, conteniendo la rabia, debió tragar grueso y amargo, recordando con
Martí, que “En silencio ha tenido que ser… porque hay cosas que para ser logradas
han de andar ocultas, y de proclamarse en lo que son, levantarían dificultades
demasiado recias para alcanzar sobre ellas el fin”.
Pasados unos días de la masacre, en la terrible
soledad del ermitaño ideológico, el joven oficial Jefe de Ayudantía del Consejo
Nacional de Seguridad y Defensa, cuyas oficinas estaban en Palacio Blanco,
Miraflores, paseó su memoria velozmente por los sucesos históricos que
presenció en estas instalaciones en menos de un mes. Apenas unas semanas atrás
vio a Fidel Castro y a Daniel Ortega desfilar entre la multitud de mandatarios
extranjeros que vinieron a la coronación de CAP II, y ahora esto de un pueblo
en estallido de rebeldía contra la opresión y la politiquería. Es fácil suponer
que esas noches de reflexión en solitario a Chávez se le reafirmaron las
convicciones patrióticas, porque la conclusión más directa después de haber
presenciado El Caracazo era: “Si el pueblo desarmado y desorganizado se alzó
tan bravíamente, ¿cómo no hacerlo desde los cuarteles, armados y con un plan
predeterminado profesionalmente?”. Por eso ya nadie tiene dudas que el “4 de
Febrero” es hijo del “27 de Febrero”, si hasta el mismo apellido llevan.
Yldefonso
Finol
Cronista
de Maracaibo
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