El 5
de agosto de 1829: predicciones bolivarianas de impactante vigencia
Introito
Bolívar, además de culto e inteligente, era predictivo
e instintivo. “El instinto es un consejero leal; en tanto que la pedantería es
un aire mefítico que ahoga los buenos sentimientos”, dijo en 1826.
La capacidad de predicción le vino de lo sabio que
llegó a ser y de lo entregado que estuvo a la causa que abrazó como proyecto de
vida.
Predijo muchas cosas; algunas en estado casi
delirante, como cuando se salvó nadando a oscuras las corrientes orinoquenses
acechado por enemigos en cada brazada, y al llegar a la orilla hablaba de
liberar toda Venezuela y la Nueva Granada, y luego ir al Sur hasta Quito y el
Perú, como si estuviese poseído del mohán que habita en las aguas. Ocurrió en
Casacoima a principios de julio de 1817.
Pero no se confunda con superstición lo que es aptitud
visionaria y diseño estratégico.
I
La situación sobrevenida en Venezuela por el
alzamiento de Páez contra el gobierno de Bogotá (Santander), obliga a Bolívar a
salir del Perú el 3 de noviembre de 1826. El día 14 llega a Bogotá, y el 25
sale rumbo Cúcuta hacia Venezuela.
Un viaje “matador”, como diríamos en la actualidad. El
16 de diciembre ya estaba en Maracaibo, donde pasó tres días y emitió histórica
Proclama: “¡Venezolanos! Ya se ha manchado la gloria de
vuestros bravos con el crimen del fratricidio. ¿Era ésta la corona debida a
vuestra obra de virtud y valor? No. Alzad, pues, vuestras armas parricidas: no
matéis a la patria. Escuchad la voz de vuestro hermano y
compañero, antes de consumar el último sacrificio de una sangre escapada de los
tiranos, que el cielo reservaba para conservar la república de los héroes.” (Maracaibo,
16 de diciembre de 1826)
Esa estancia de Bolívar en territorio venezolano pudo
alargarse lo necesario para arreglar las cosas con Páez, con la ayuda de
Urdaneta y todos los bolivarianos fieles, y nuestra historia sería otra sin
ninguna duda.
II
Pero Simón Bolívar se entera el 12 de abril de 1827 del
alzamiento de las tropas granadinas en Perú dirigidas por el teniente coronel Bustamante,
“oficial muy oscuro”. Las informaciones que recibe de Santander son –obviamente-
manipuladas, ya que el zángano estaba metido hasta el cuello en esa
conspiración.
Le advierte a Urdaneta: “el principal móvil de esta
insurrección ha sido el odio a los venezolanos”, y el 19 de junio le escribe
desde Caracas donde se encontraba reorganizando el gobierno y pacificando los
ánimos secesionistas: “Las últimas noticias que me han llegado del Sur de la
república me han obligado a variar de plan y de posición. Ya Usted sabrá como
las tropas rebeldes de Lima han invadido Guayaquil y amenazan desde allí y
desafían a Colombia entera. ¿Puede saberse esto sin sentir la más viva
indignación?”
Este zarpazo de la oligarquía peruana fue concebido
como parte de las acciones encubiertas que los agentes de Estados Unidos ya
realizaban contra el proyecto bolivariano. Habían espiado y estudiado a fondo a
Bolívar y a los personajes de la política local; así como en Bogotá captaron a
Santander para sus planes, en Perú contaban con el cura antibolivariano Luna Pizarro,
quien influyó en el General José de la Mar para la impertinente aventura contra
Guayaquil.
Tras bastidores el autor intelectual de esa trama -una
estocada fatal a la unidad latinoamericana- fue el gobierno gringo en la
persona del agente William Tudor, quien reportaba directamente al Secretario de
Estado y al mismísimo Presidente de aquel país enemigo.
Ya sabemos que el Mariscal de Ayacucho Antonio José de
Sucre dio jaque mate al pastor a los invasores en la bahía del Portete de
Tarqui. El Libertador estuvo en el terreno por varios meses en los trámites de
suscribir la paz, dilatada por la necedad de la elite derrotada.
Tengo la convicción que esos dos viajes atropellados,
el primero del Perú a Venezuela por la conspiración oligárquica conocida como
La Cosiata, y este de regreso intempestivo al Perú a confrontar una invasión traidora,
no sólo causaron gran daño a la independencia y la unidad de nuestras naciones,
sino también a la salud del Libertador, mellando sus energías vitales que ya no
volvieron a ser las más óptimas.
III
¿Quién es verdaderamente ese Simón Bolívar con
capacidades predictivas?
Su maestro Simón Rodríguez lo definió: “Hombre
perspicaz y sensible...por consiguiente delicado. Intrépido y prudente a
propósito... contraste que arguye juicio. Generoso al exceso, magnánimo, recto,
dócil a la razón...propiedades para grandes miras. Ingenioso, activo,
infatigable...por tanto, capaz de grandes empresas. Esto es lo que importa
decir de un hombre, a todas luces distinguido, y…lo que llegará de él a la
posteridad…El día y la hora de su nacimiento son de pura curiosidad. Los
bienhechores de la humanidad, no nacen cuando empiezan a ver la luz; sino cuando
empiezan a alumbrar ellos…Por él son independientes Colombia y el Perú. A él
debe su existencia política Bolivia. Por el respeto que infunden sus virtudes
morales y militares, gozan las tres repúblicas de seguridad, y de la confianza
que inspira su confianza pública a los monarcas, puede esperar su existencia
futura el Gobierno republicano en América. Digan los pueblos, pues, y díganlo,
sin temor de ser desmentidos, porque no exageran, que Todo lo ha hecho Bolívar
o lo ha hecho hacer, y que sólo sus obras han tenido y pueden tener
consistencia”.
Otro maestro, el margariteño Luís Beltrán Prieto
Figueroa, nos enseña que “a Bolívar no podemos mirarlo los venezolanos, los
americanos, como una figura histórica que realizó una obra, sino como un germen
de pensamiento, creciendo, floreciendo y fructificando siempre…Las ideas de
Bolívar tienen un contenido que trasciende su época y su tierra, porque pensó
con la vista puesta en el porvenir”.
Un tercer maestro de la contemporaneidad nacional,
Miguel Acosta Saignes, lo califica como genial avizorador del futuro: “Bolívar,
como todos los grandes genios de la humanidad, creó utopías, especialmente dos:
un modelo de gobierno para Bolivia, trocado en simple realidad común y
corriente, de manera muy cortés, por los convencionistas bolivianos, y una
utopía internacional: la del Congreso Anfictiónico, obstaculizado hasta su
muerte por los Estados Unidos”.
El primer bolivariano, Rafael Urdaneta, lo exalta en
carta a Páez: “Su nombre es ya propiedad de la historia, que es el provenir de
los héroes”. Urdaneta sabía desde esos días de 1826 que estaba en marcha un
plan muy sofisticado para destruir el proyecto emancipador: “es un hecho que
estamos sembrados de espías para dividirnos”.
IV
El entorno en el que Bolívar hace su predicción más
odiada por los imperialistas y sus lacayos, está condicionado por una etapa de
ingobernabilidad, intrigas, divisiones, proyectos monárquicos que él rechaza
pero que sus enemigos usan como chisme para calumniarlo; por eso el tono de esa
carta a Patricio Campbell es sinceramente pesimista.
Una de sus grandes mortificaciones desde los días de
la caída de la Primera República, plasmadas en el Manifiesto de Cartagena, y
profundamente reflexionada en el Discurso de Angostura era el tipo de gobierno
que debíamos dar a las nacientes repúblicas soberanas.
Desde Buijó, frente de Guayaquil, Bolívar le dice el 5
de julio de 1829 a Urdaneta: “Hemos ensayado todos los principios y todos los
sistemas y, sin embargo, ninguno ha cuajado, como dicen.”
El 4 de agosto, un día antes de su más afilada
predicción, escribe una poderosa epístola a Mariano Montilla, que se convirtió
en desiderátum de la Doctrina Bolivariana sobre el devenir de nuestros pueblos:
“Si la América no vuelve sobre sus pasos, si no se convence de su nulidad e
impotencia, si no se llama al orden y a la razón, bien poco hay que esperar
respecto a la consolidación de sus gobiernos; y un nuevo coloniaje será el
patrimonio que leguemos a la posteridad”.
¿A cuál “nuevo coloniaje” se refería el Genio de
América?
La respuesta está en esa carta escrita al día
siguiente, el 5 de agosto de 1829, al Coronel Patricio Campbell, encargado de
negocios de Su Majestad Británica.
La famosa predicción convierte definitivamente al
bolivarianismo en antiimperialismo: “…y que no harán los Estados Unidos que
parecen destinados por la providencia para plagar a la América de miserias en nombre
de la Libertad”.
Conclusión
La valoración histórica de esta afirmación del
Libertador es tajante, definitiva, fundamental. Su vigencia, total,
estremecedora de conciencias.
Yldefonso
Finol
Historiador
Bolivariano
Excelente Publicacion, que grande fue SIMÓN BOLÍVAR!!!
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