lunes, 30 de diciembre de 2024

10 DE ENERO DE 2025: LECCIONES DESDE NUESTRA GESTA LIBERTADORA

 

10 DE ENERO 2025: LECCIONES DESDE NUESTRA GESTA LIBERTADORA

I

Lección Primera

“Mucho tiempo hace que nuestra divisa ha sido triunfar o morir, aunque no es morir evitar la ignominia y la venganza de nuestros enemigos. Siempre seremos víctimas si no vencemos.” (Simón Bolívar en carta al General en Jefe Rafael Urdaneta, Purificación, 1° de enero de 1829)

Sentencia el Hombre de las Dificultades: “Es una cosa inaudita que se llame liberal (democrático) el partido que abre las puertas a los enemigos de la nación”.

Hay que vencer porque sí, cada día, cada instante. El 10 de enero de 2025 no debemos dejarnos sorprender por traiciones tipo Fernández Vinoni en el Puerto Cabello de 1812, por Caballos de Troya, ni por una mosca en el plato de sopa. Las fuerzas patrióticas todas, en vigilia y disposición combativa, debemos tratar como enemigo a cualquier “partido” que intente abrir “las puertas a los enemigos de la nación”. 

Como proclamara José Félix Ribas en una hora decisiva de nuestra gesta emancipadora: “No podemos optar entre vencer o morir, necesario es vencer”.

II

Lección Segunda

“A pesar de nuestras protestas, de nuestra moderación, de nuestra generosidad, y de la inviolabilidad de nuestros principios… se nos bloquea, se nos hostiliza, se nos envían agentes a amotinarnos unos contra otros, y se procura desacreditarnos entre las naciones para oprimirnos…Sin hacer el menor aprecio de nuestras razones, sin presentarlas al imparcial juicio del mundo, y sin otros jueces que nuestros enemigos, se nos condena a una dolorosa incomunicación con nuestros hermanos; y para añadir el desprecio a la calumnia se nos nombran apoderados, contra nuestra expresa voluntad, para que en sus Cortes dispongan arbitrariamente de nuestros intereses bajo el influjo y la fuerza de nuestros enemigos.” (Declaración solemne de la Independencia por el Congreso de Venezuela, 5 de julio de 1811)

Lo expresado en la Declaración de Independencia parece redactado para el presente. No es casual. Esta lucha del siglo XXI, que nos ha traído victoriosos con inmensos sacrificios al 10 de enero de 2025, es la misma que iniciaron nuestros Próceres en el despegue de la Gesta Independentista, continuación de la resistencia originaria del primer guerrero que enfrentó a los invasores colonialistas y de las sublevaciones de los africanos esclavizados por los europeos en estas tierras. Es la épica bolivariana reivindicada por el Comandante Eterno Hugo Chávez, que delegó en el Presidente Nicolás Maduro el mando de la Revolución Venezolana.

No hay espacio para el titubeo ni el chantaje con las prostituidas trampas de la falacia imperialista de la “democracia” y los “derechos humanos”: ellos que son sus principales violadores.

Si “nuestros hermanos” (gobiernos de países vecinos en geografía), nos condenan “a una dolorosa incomunicación” (como ya lo han hecho con el malnacido y extinto Grupo de Lima), lamentamos que se arriesguen a quedar sin dignidad por servir a quien los quiere serviles. Siempre en los pueblos hay una reserva de honor y vergüenza.

Recordemos al gran bolivariano cubano José Martí: “En el mundo ha de haber cierta cantidad de decoro, como ha de haber cierta cantidad de luz. Cuando hay muchos hombres sin decoro, hay siempre otros que tienen en sí el decoro de muchos hombres.”

Aquella Primera República instituida por tan magnífica Declaración, sucumbió por ingenua. Bolívar hizo su autocrítica en el Manifiesto de Cartagena: Venezuela adoptó un sistema tolerante, lo que resultó fatal. La falta de una concepción revolucionaria coherente con el reto planteado, trajo consigo la creación de “Repúblicas aéreas”, que “han procurado alcanzar la perfección política, presuponiendo la perfectibilidad del linaje humano”. Humanismo romántico que aún persiste en muchos (a pesar que los humanos israelíes cometen -bestialmente- la barbarie más atroz del siglo XXI ante la mirada indiferente de miles de millones de humanos idiotizados por el mercado capitalista global).

Se permitió la impunidad de los delitos de Estado, cometidos por los “españoles europeos”, funcionarios de altos cargos del poder político, militar y religioso. Se perdonaba el delito de lesa patria: “a cada conspiración sucedía un perdón”, incurriendo en lo que Bolívar calificó como “clemencia criminal”. A estas debilidades político-ideológicas, había que sumar las rivalidades arribistas que nunca cesan por la ambición individualista (siempre tan dañina).

En la contemporaneidad internacional, ha quedado demostrado que no es la excesiva generosidad (obsequiosidad) la que genera solidaridad recíproca. El pragmatismo, los “intereses” (del imperialismo y las oligarquías), es lo que predomina en la clase política latinoamericana. No la identidad común, histórica, ideológica, cultural, ni el devenir de los pueblos. (Experiencias como la ALBA marcan una diferencia esperanzadora, siendo ésta el núcleo duro de la anhelada unidad de Nuestra América)

Más aún, el hecho de proclamar el sistema de los valores altruistas profesados por nuestra estirpe fundadora de la nacionalidad, nos otorga la fuerza espiritual para defender con mayor contundencia los espacios de dignidad colectiva alcanzados por el pueblo bolivariano, esa reserva moral de la América mestiza que no se deja doblegar.   

III

Lección Tercera

El 20 de agosto de 1818, el Libertador Simón Bolívar rebatió las groseras pretensiones del representante yanqui Juan Bautista Irvine, con quien mantuvo un duelo epistolar por el contrabando de armas que las fragatas gringas Tigre y Libertad traían para los realistas por el Orinoco, y que fueron capturadas in fraganti por nuestra naciente Armada Republicana y confiscadas por el Gobierno Bolivariano de Venezuela constituido en Angostura: “Si es libre el comercio de los neutros para suministrar a ambas partes los medios de hacer guerra, ¿por qué se prohíbe en el Norte? ¿Por qué a la prohibición se le añade la severidad de la pena, sin ejemplo en los anales de la república del Norte? ¿No es declararse contra los independientes negarles lo que el derecho de neutralidad les permite exigir? La prohibición no debe entenderse sino directamente contra nosotros que éramos los únicos que necesitábamos protección. Los españoles tenían todo cuanto necesitaban o podían proveerse en otras partes…Mr. Cobbett ha declarado en su semanario la parcialidad de los Estados Unidos a favor de la España en nuestra contienda. Negar a una parte los elementos que no tiene y sin los cuales no puede sostener su pretensión cuando la contraria abunda en ellos, es lo mismo que condenarla a que se someta, y en nuestra guerra con España es destinarnos al suplicio, mandarnos a exterminar”.

Las notas hipócritas y prepotentes del espía yanqui no se hicieron esperar, pero serían revolcadas por la pluma encendida del más ilustre venezolano: “protesto a usted que no permitiré que se ultraje ni desprecie el Gobierno y los derechos de Venezuela. Defendiéndonos contra la España ha desaparecido una gran parte de nuestra población y el resto que queda ansía por merecer igual suerte. Lo mismo es para Venezuela combatir contra España que contra el mundo entero, si todo el mundo la ofende”.

El 10 de enero de 2025 cada patriota bolivariano debe estar imbuido de ese espíritu del Libertador, con absoluta disposición combativa y celo extremo ante cualquier asomo de engaño, dilación, ofensa, maniobra del enemigo frontal, y de los que se dicen “neutros”.

IV

Lección Cuarta

El “diplomático” estadounidense William Henry Harrison penetró a la elite bogotana y la puso al servicio del plan intrigante de su gobierno. El 7 de septiembre de 1829 develó sus augurios contra el proyecto liderado por Bolívar: “El drama político de este país se apresura rápidamente a su desenlace”. Desde Washington azuzaron las jugadas para que la traición fuese la sepulturera del sueño bolivariano: “Pero su confianza será su ruina (decía Harrison sobre El Libertador). Una mina ya cargada se halla preparada y estallará sobre ellos dentro de poco”.

Este lenguaje tan tajante sólo lo usa quien está muy metido en los detalles de la conspiración, tanto, que puede describir cual cronista los pormenores más íntimos de la operación desestabilizadora: “Obando (José María, organizador del magnicidio contra Antonio José de Sucre) se encuentra en el campamento de Bolívar seduciendo a sus tropas. Córdova ha seducido al batallón que está en Popayán y se ha ido al Cauca y Antioquia, las cuales están maduras para la revuelta…Se distribuye dinero entre las tropas, sin que el gobierno tenga todavía conocimiento de estos movimientos”, informaba el espía en sus reportes.

La diplomacia estadounidense no sólo se limita al funcionariado del Departamento de Estado. En toda su existencia, ese país, ha involucrado al empresariado, algunos mandos militares (caso Laura Richardson, ex jefa del Comando Sur, haciendo una intensa “diplomacia” belicista con marcado acento antivenezolano),  sectas religiosas, personalidades influyentes (académicos, artistas, deportistas, predicadores), viajeros furtivos, organizaciones “no gubernamentales” (algunas han crecido exponencialmente de manera extraña), en la compleja red de sojuzgamiento internacional que tejieron desde aquellos umbrales decimonónicos, cuando emprendieron su plan imperialista radicalmente antibolivariano.  

El historiador bogotano Indalecio Liévano Aguirre, señaló ese entramado gringo creado para obstaculizar la gran misión del Libertador: “El siniestro Joel Poinsett en México, Anderson en Bogotá y  William Tudor en Lima, por sólo citar los principales, organizaron entonces una verdadera red de intrigas, intrigas que se orientaban a ofrecer toda clase de estímulos al espíritu regionalista y a las rivalidades de las distintas Repúblicas hispanoamericanas… dizque amenazadas por los proyectos cesaristas del general Bolívar. Esta clase de razonamientos encontró eco en las oligarquías criollas”.  

Nada que venga de ese Estado sin nombre, genocida desde su ocupación por anglosajones, es de fiar. “Ni tantito así”, decía El Che. Bolívar lo visualizó entre el torbellino de sucesos que le tocó enfrentar. El 25 de mayo de 1820, le escribió a José Tomás Revenga: “Jamás conducta ha sido más infame que la de los norteamericanos con nosotros”.

En 1826 todavía los barcos norteamericanos contrabandeaban armas para los realistas. Bolívar advirtió el 13 de junio al vicepresidente: “yo recomiendo a usted que haga tener la mayor vigilancia sobre estos (norte) americanos que frecuentan las costas; son capaces de vender Colombia por un real”. Nunca se dijo más claro.

Del 26 marzo 2020 a diciembre 2024: de Guaidó a Edmundo, y el espectro de Maligna.

EE. UU. ofrece una recompensa de 15 millones de dólares por capturar a Nicolás Maduro. Legisladores estadounidenses buscan ampliar de 15 a 100 millones de dólares la recompensa por la captura del presidente Nicolás Maduro. Grupúsculo (cinco tipos) seguidor de la banda terrorista de María Machado pide intervención militar contra Venezuela y aumento del “premio” por la cabeza del Presidente Maduro. La Machado clama a Biden y Netanyahu por una invasión a Venezuela, como la de Gaza, humanitaria.

El fiscal general de Estados Unidos, el país más narco del Universo, presentó cargos por narcotráfico contra el presidente de Venezuela, el país más exitoso en control, prevención y persecución del narcotráfico. Entonces comienzan a aparecer unos gendarmes, militares activos, agentes encubiertos, camuflados de viajeros “enamorados”. Pero no traen flores, ni serenatas. Traen cargamentos de armas de fabricación gringa, diseñadas para asaltos urbanos, acciones tácticas ofensivas, sicariatos, magnicidios.  

¡Bien por la inteligencia social de nuestro pueblo y nuestros patrióticos cuerpos de seguridad!

Sigamos elevando el nivel de la vigilancia revolucionaria.

V

Lección Quinta

Carta de Jamaica: “Seguramente la unión es la que nos falta para completar la obra de nuestra regeneración. Sin embargo, nuestra división no es extraña, porque tal es el distintivo de las guerras civiles formadas generalmente entre dos partidos: conservadores y reformadores. Los primeros son, por lo común, más numerosos, porque el imperio de la costumbre produce el efecto de la obediencia a las potestades establecidas; los últimos son siempre menos numerosos, aunque más vehementes e ilustrados. De este modo la masa física se equilibra con la fuerza moral, y la contienda se prolonga siendo sus resultados muy inciertos. Por fortuna, entre nosotros, la masa ha seguido a la inteligencia. Yo diré a Usted lo que puede ponernos en actitud de expulsar a los españoles y de fundar un gobierno libre: es la unión, ciertamente; más esta unión no nos vendrá por prodigios divinos sino por efectos sensibles y esfuerzos bien dirigidos.”

Unidad en la convicción revolucionaria, en la salvaguarda de la soberanía y autodeterminación de nuestras naciones, en la claridad de que los imperialismos nos quieren sumisos para expoliarnos y sojuzgarnos. Los gobiernos lacayos y “tibios” nos dan la espalda. Se juntan al coro injerencista y conspirador de los neofascistas. La geopolítica es muy compleja, dialéctica, y hoy Venezuela tiene grandes aliados en países lejanos -y poderosos-, aunque en el vecindario pululen miserias humanas por adicción al servilismo. Invoquemos -como Chávez y Maduro- al Protector de Pueblos Libres José Artigas, quien, en carta dirigida a Martín Güemes el 5 de febrero de 1816, afirmara: “Nada podemos esperar si no es de nosotros mismos”, por lo que “es forzoso que nuestros esfuerzos sean vigorosos”, concluía el caudillo oriental.     

Y la única unión sincera y duradera se basa en el valor de la lealtad: comunión de principios, visión semejante, respeto por la promesa jurada, fe en una esperanza compartida, honor en la acción, veneración por el bien común. Entonces volvemos a Urdaneta.  

El 18 de mayo de 1813, Rafael Urdaneta, natural de Maracaibo, Venezuela, actuando como Sargento Mayor, Comandante del Batallón Número 3º de la Unión, en el Ejército del Norte de la Nueva Granada, bajo las órdenes del Coronel Manuel Castillo, ante la insubordinación de este jefe y otros oficiales granadinos como el Sargento Francisco de Paula Santander, que ponían al borde del fracaso la operación que el Coronel Simón Bolívar, jefe de la expedición, se proponía sobre Mérida y Trujillo, la cual fue autorizada por el Presidente del Congreso de la Unión, Camilo Torres; el Teniente Coronel graduado Rafael Urdaneta tomó la iniciativa de dar un espaldarazo a la jefatura de Simón Bolívar y a la pertinencia de su plan para liberar a Venezuela. En consecuencia, manifestó: “General: si con dos hombres basta para emancipar la Patria, pronto estoy a acompañar a Usted.”

Y vivió para honrar esa palabra empeñada.

Rafael Urdaneta se resteó con Bolívar en el debate del Decreto de Guerra a Muerte, en la defensa suicida de Valencia contra las embestidas de las hordas de Boves, en la recomposición del Ejército tras la derrota de la Segunda República, en la recuperación de Cundinamarca dividida de la Unión Granadina, enfrentando la jugada del Congresillo de Cariaco donde logró sumar a Sucre al partido bolivariano, en la formación de la Tercera República en Angostura, haciendo diplomacia a finales de 1820 en Trujillo con los delegados de Pablo Morillo para el Tratado de Regularización de la Guerra y Armisticio, en el plan secreto para liberar Maracaibo el 28 de enero de 1821, constituyendo la tercera parte del ejército que luchó en Carabobo, en las operaciones militares de la Campaña del Sur, en la defensa y protección de Manuelita Sáenz, en los momentos difíciles de la Convención de Ocaña, en la Noche Septembrina rescatando Bogotá de manos de los complotados, en los juicios a los traidores, desmontando las calumnias que se urdieron para mancillar la gloria del Libertador (como esa de querer coronarse), en la hora de su partida hacia no se sabe dónde, retomando el poder el 5 de septiembre de 1830 para que Bolívar regresara a gobernar lo que quedaba de Colombia, y más allá de la muerte, en la repatriación a Caracas de sus restos inmortales, la reivindicación política de su lugar en la Historia Patria, en la fundación de la Sociedad Bolivariana.

Así debemos ser las bolivarianas y los bolivarianos de hoy y siempre. La traición, la deslealtad, la ingratitud, la hipocresía, son antibolivarianas.   

VI

Lección Sexta

De Bomboná a las Sabanas de Ibarra

Después que el comandante realista de Pasto, Basilio García, se vio obligado a capitular ante Bolívar tras el costoso triunfo patriota en Bomboná (7 de abril de 1822), tuvo que ir Sucre en diciembre de ese año a pacificar la ciudad que se volvió a rebelar a favor de la monarquía española, esta vez encabezada por Benito Boves y Agustín Agualongo, sanguinarios fanáticos del Rey.

Dejemos que sea el propio Libertador quien -según correspondencia a Basilio García- nos ilustre en este asunto: “Es por última vez que dirijo a Vuestra Señoría palabras de paz. Muchos pasos he dado para evitar a Usted, a esa guarnición y al desgraciado pueblo de Pasto, todos los horrores de la guerra; pero la medida de la obstinación ha llegado a su colmo, y es necesario, o que Usted, esa guarnición y el pueblo de Pasto entren por una capitulación honrosa, útil y agradable, o que se preparen a vencer o morir. Nosotros tenemos derechos para vindicar las infracciones que hicieron en el armisticio de Trujillo; tenemos derecho para tomar represalias por el asesinato cometido contra el teniente coronel Simón Muñoz, ordenado por Usted, aconsejado por sus consejeros y cubierta con la más infame hipocresía por algunos jefes y oficiales de esa guarnición, no permitiendo siquiera que exhumase su cadáver para que se enterrase en sagrado, por ser excomulgado, como lo ordenó don Miguel Retamal. La muerte de ese individuo está tan calificada, que ya Usted no tiene poder ni aun para destruir a todos los testigos del caso. Tenemos derecho para vengar el asesinato de nuestro hospital de Miraflores. La muerte de nuestros enfermos en la Cuchilla del Tampo, el capitán Ledesma y tres más de sus compañeros, asesinados después de rendidos; el asesinato vil y atroz de muchos de nuestros retrasados y enfermos que hemos visto atados a árboles y decapitados. Tenemos derecho para tratar a todo el pueblo de Pasto como prisioneros de guerra, porque todo él, sin excepción de una persona, nos hace la guerra, y para confiscarles todos sus bienes como pertenecientes a enemigos. Tenemos, en fin, derecho a tratar a esa guarnición con el último rigor de la guerra, y al pueblo para confinarlo en prisiones estrechas, como prisionero de guerra, en las plazas fuertes marítimas, y todo ese territorio secuestrado por cuenta del fisco… Si Usted lo que desea es esta suerte a las tropas y pueblos de su mando, bien puede contar con ella; y si Vuestra Señoría quiere evitar una catástrofe semejante, tiene que reconquistar a Colombia, o someterse a una capitulación.”

Como pueden ver en esta carta del Libertador del 23 de mayo de 1822 al Coronel Basilio García, los desmanes cometidos por los monárquicos contra tropas enfermas, heridas y presas, le otorgaban al ejército patriota el derecho de defensa con proporcional violencia, pero la magnanimidad bolivariana tendía un puente de paz para evitar males mayores, toda vez que en este momento la superioridad bélica del Ejército Libertador se hacía sentir como poder disuasivo contundente.

El Comandante de Pasto acepta la Capitulación y cede la plaza el 6 de junio de 1822. Dos días después Bolívar entró en Pasto. Pero ya en septiembre los reductos realistas liderados por el teniente coronel Benito Remigio Boves (dicen que sobrino del José Tomás), se alzan y apoderan de nuevo de la zona de Los Pastos, causando daños a las pequeñas guarniciones republicanas y apoderándose de pertrechos hasta formar una fuerza significativa que se enseñorea con la ciudad. Es entonces que El Libertador, pasados apenas un par de meses de la entrevista con San Martín, preocupado por los estratégicos asuntos del Perú, envía a Sucre a sofocar la reciente inestabilidad surgida en Pasto, y como era su costumbre, cumplió la misión con brillante exactitud. Sólo la mezquindad del santanderismo que se apoderó de Colombia tras la muerte del Libertador, pudo poner a rodar la leyenda de una supuesta “Navidad Negra”, para mancillar la memoria del inmaculado Mariscal de Ayacucho.

Año de 1823. Bolívar estaba en Guayaquil pendiente del Perú; ya había enviado a Sucre con parte del Ejército. Esta noticia la conocieron los testarudos realistas de Pasto que no habían aprendido ni de la magnanimidad de la Capitulación post Bomboná, ni del jalón de orejas que les dio Sucre en diciembre de 1822. Pues se alzaron otra vez, con los coroneles Estanislao Merchán Cano y Agustín Agualongo, como jefes político y militar respectivamente.

Estos jefes realistas lograron vencer al General Juan José Flores, lo que prendió las alarmas porque de seguro esa victoria los animaría a intentar más tropelías contrarrevolucionarias.

La batalla debía darse en las condiciones más favorables para la Patria, toda vez que en los combates antes, durante y después de Bomboná, la experiencia indicaba que el terreno jugó en pro del enemigo, que sabía aprovechar al máximo su carácter montañés y la inutilización de la caballería. La táctica correcta debía aplicarse atrayendo al enemigo hacia un campo más llano. En este aspecto la arrogancia de los fanáticos monarquistas contribuyó mucho a su fracaso, ya que, creyendo desguarnecida a Quito, quisieron seguir hasta reconquistarla. En el camino, debían pasar por tierras planas, y allí les preparó Bolívar el epílogo de aquella confrontación que estaba latente desde el 7 de abril de 1822 en las faldas del volcán Galeras. 

El Libertador sólo logró reunir unos mil quinientos soldados, de los cuales una cuarta parte se consideraba con experiencia, el resto eran reclutas y milicias de los pueblos vecinos de Quito. Pero bien lo enseña el Arte de la Guerra, el General ya conocía esos caminos, conocía la soberbia del enemigo, y tenía con él la doctrina, esa poderosa energía creadora, que hacía que los hombres le siguieran con confianza y convicción.  

Vicente Lecuna, en su obra Bolívar y el arte militar, resume la contienda: “Cuando ya los pastusos se habían esparcido por esos lugares, el Libertador entrando el 17 de julio de 1823 por la pica desusada de Cochicaranqui, los sorprendió y aunque se reunieron y opusieron resistencia fueron batidos y destrozados por la caballería, favorecida por la naturaleza del terreno. El desquite por los destrozos de Bomboná fue completo: en el suelo quedaron 550 muertos y 120 heridos de los realistas.”

La violencia fascista preparada desde Estados Unidos y desatada la noche del 28 de julio, a través de sus agentes Machado-González Urrutia and Co. (la primera huida y el segundo “capitulado”, y marchado a España como Basilio García), cobró decenas de víctimas, como ocurrió antes con las guarimbas e intentos de Golpe de Estado. Derrotados, controlados y desarticulados los grupos criminales, de inmediato, en total sincronía, se activó la canalla político-mediática para desconocer nuestro soberano acto electoral.

Si los enemigos de la Revolución Bolivariana no aceptaron su derrota el 28 de julio de 2024 como los fanáticos realistas en la Batalla de Bomboná, entonces hay que consolidar la victoria con un 10 de enero de 2025 que les recuerde la Batalla de Ibarra.

 

Yldefonso Finol

Militante Bolivariano  

viernes, 13 de diciembre de 2024

LA INVENCIBLE CONSTITUCIÓN BOLIVARIANA EN SU XXV ANIVERSARIO

 


LA INVENCIBLE CONSTITUCIÓN DE LA REPÚBLICA BOLIVARIANA DE VENEZUELA EN SU XXV ANIVERSARIO.

La más atacada de nuestra historia, la más progresista del siglo XXI.

Epígrafe

“Los problemas constitucionales no son, primariamente, problemas de derecho, sino de poder; la verdadera Constitución de un país sólo reside en los factores reales y decisivos de poder que en ese país rigen; y las Constituciones escritas no tienen valor ni son duraderas más que cuando dan expresión fiel a los factores de poder imperantes en la realidad social”. Ferdinand Lassalle

I

La Bolivariana

La Constitución que nació hace veinticinco años es una obra inédita en la historia constitucional, es original y originaria, hija del honor de un líder que cumplió su palabra hasta el límite de dar la vida, Hugo Chávez; expresión del espíritu bolivariano que vivió -a veces soterrado, latente, pero nunca extinto- en el alma colectiva del pueblo venezolano, y fue el pacto social de un país insurgente, en respuesta al llamado de la historia que clamaba un cambio radical, porque ni la opresión ni los engaños, podían ya contener el río brotado de entre las hojas y los manantiales imperceptibles para la elite decadente que ostentó el poder como festín servil de mezquinos intereses foráneos y enajenadas apetencias burguesas.  

La Constitución del 61 -traicionado el anhelo popular revolucionario del 23 de enero de 1958, como lo denunció virilmente Fabricio Ojeda- había sido usada para crear un país subalterno de EEUU, en permanente crisis social, convirtiendo aquella Carta Magna en un cementerio de buenas intenciones. Vino el Tiempo Constituyente con el “Caracazo”, la insurrección armada del 4 de febrero de 1992, como expresiones del agotamiento por descomposición del modelo bipartidista del Pacto de Punto Fijo.

Nuestra Constitución de 1999 es la más discutida en los anales del constitucionalismo, toda la ciudadanía se involucró -directa o indirectamente- en el debate para su elaboración. El pueblo saboreó por primera vez el referéndum, para definir si se convocaba la Asamblea Nacional Constituyente, y para decidir la aprobación del texto redactado por ésta, escrito con el concurso de la venezolanidad plena: la preexistente como nacionalidades originarias, la fundida en el mestizaje de sangres, procedencias y creencias, y hasta la que levita en el etéreo mundo de lo trascendido, como ocurrió con el verso sublime de Aquiles Nazoa a “los Poderes Creadores del Pueblo”. 

El concepto de la democracia participativa y protagónica que la Constitución desarrolló como modelo superior al “representativo”, se activó en el mismo parto constituyente: el proceso para elaborarla fue germen de la movilización popular consciente que no ha tenido receso este cuarto de siglo para implantarla, defenderla y sostenerla.

La nueva Constitución -por ser bolivariana- blindó el carácter nacional de los recursos mineros y energéticos, la propiedad estatal de la empresa que opera la producción y negocios de hidrocarburos (PDVSA), reconoció los derechos de los Pueblos Indígenas, los derechos ambientales, e introdujo la progresividad de los Derechos Humanos; creó cinco Poderes Públicos, incluidos los novedosos (y bolivarianos) Poder Ciudadano y Poder Electoral; siempre supeditados al Poder Popular (intransferible) como esencia de la verdadera democracia revolucionaria inaugurada en 1999.

El Estado Federal Descentralizado es el agua para el pez de la Democracia Participativa y Protagónica ejercida por el Poder Popular en sus formas institucionales -gobernaciones, alcaldías- y directas, como consejos comunales y comunas, consejos de trabajadores, asambleas y todas las consultas constitucionales establecidas en las diversas modalidades de referéndums.

La Independencia Nacional, la economía productiva diversificada y la justicia social como principios definitorios de la formación social venezolana, nos abrieron el camino al fortalecimiento de la soberanía política, territorial, alimentaria, militar, y al ejercicio de la Diplomacia Bolivariana de Paz como aporte venezolano a la construcción del Equilibrio del Universo y las relaciones internacionales para la cooperación, la solidaridad, y el respeto a la autodeterminación de los pueblos.

II

La más odiada por la canalla antibolivariana

La Constitución Bolivariana ha sido, sin ninguna duda, la más atacada de nuestra historia. También ha sido, hay que decirlo alto y firme, la más defendida y la más victoriosa.

Cuando apenas cumplía dos añitos, las asociaciones ganaderas y la patronal llamaron a paros a finales de 2001, preparando el terreno para el golpe de Estado que darían luego en abril de 2002, juntándose toda la oligarquía empresarial, terrateniente, mediática, con la vieja clase política sacada del poder por el movimiento bolivariano, la cúpula eclesiástica, la pretensiosa elite burocrática petrolera, y algunos indignos oficiales militares, todos bajo la batuta de la Casa Blanca. El plan incluyó mercenarios que asesinaron a sangre fría decenas de personas, para culpar al gobierno y justificar la arremetida fascista, como quedó demostrado en las investigaciones posteriores y hasta por los testimonios de participantes y periodistas que cubrían los sucesos terribles de esas cuarenta y siete horas infaustas para la Patria.

El “decreto” de Pedro Carmona, con su mueca cínica y a la vez incrédula (redactado por “insignes juristas” en abril de 2002), llevó al paranoico grupo golpista al éxtasis de sucumbir a la seductora autocracia: “Artículo 1°: Se designa al ciudadano Pedro Carmona Estanga, venezolano, mayor de edad, con C.I. N° 1.262.556 presidente de la República de Venezuela.”

El dictadorzuelo se erige “jefe del Estado”, y su primer acto es (Art 2°) desaparecer la palabra Bolivariana del nombre de la República, lo que arrancó una ovación a la alborozada elite que lo acompañaba. De seguidas disolvió el parlamento, y se dio poderes para “designar transitoriamente a los titulares de los poderes públicos, nacionales, estadales y municipales”, destituyendo a los “magistrados del Tribunal Supremo de Justicia, al Fiscal General, al Contralor, al Defensor del Pueblo y a los miembros del Consejo Nacional Electoral. Carmona, presidente de FEDECÁMARAS, creyó, como Luis XIV de Francia, que el Estado era él.

Las fuerzas actuantes tenían una clara vocación fascista, y lo demostraron con la masacre ejecutada el día 11 de abril y las marchas de ambos bandos, y las persecuciones desatadas cuando se creyeron dueños del poder. Fue el primer zarpazo contra la CRBV, donde no pudo faltar la traición por miserias humanas, incluso de algunos constituyentes del 99 y supuestos “amigos” del Presidente Hugo Chávez. Es la historia, maestra de lo humano por excelencia, para quienes son capaces de entreverla en medio de las nebulosas ficciones cotidianas.

Por nuestra parte, denunciamos a tiempo la preparación del Golpe de Estado por el “Grupo de Santa Lucía”, previéndolo en un artículo de opinión en el diario Panorama del 19 de noviembre de 2001, donde también advertimos la potencial respuesta popular: “El escenario que no estudiaron es que el intento desesperado de las elites por tumbar al gobierno constitucional nos llevará a un baño de sangre. O es que acaso cuentan con que los pobres se quedarán de brazos cruzados. Incitar a las protestas callejeras con ánimos golpistas como lo están haciendo las cúpulas terratenientes y empresariales, con apoyo de los medios de confusión masivos de la capital, puede provocar una respuesta igual de violenta de parte de los seguidores del Presidente, que arrastraría una enorme carga de sentimientos acumulados y sería impreciso predecir cualquier desenlace.”

No hubo descanso para la Constitución Bolivariana; quienes la odiaron desde su gestación, viendo el inmenso apoyo popular que obtuvo, la inmensa legitimidad de que se revistió, terminaron por “asumirla” y pretendieron manosearla como propia.

En su nombre hicieron el Paro Petrolero para derrocar al Proyecto Bolivariano, desataron violencia fascista callejera, conspiraron con tenebrosos intereses extranjeros para asesinar al Comandante Chávez, desconocieron elecciones, volvieron a las guarimbas, hicieron llamados locos a “la salida”, el pajúo Obama nos declaró amenaza inusual y extraordinaria para la seguridad de Estados Unidos, nos impusieron “sanciones” económicas, bloqueos, nos infiltraron paramilitares, mercenarios, crearon pandillas criminales para aterrorizar a la población, vino la guerra híbrida que en lo económico destruyó al bolívar, nos desbarataron la industria petrolera reduciendo al mínimo los ingresos nacionales, nos robaron activos en el exterior, nos negaron acceso a medicamentos, alimentos, y pretendieron quebrar nuestra fortaleza moral con una campaña de linchamiento en la transnacional mediática antibolivariana. Todo ello contra nuestro modelo democrático de la CRBV.     

La oposición ganó mayoría en la Asamblea Nacional en 2015, lo primero que hicieron fue mandar a la basura los cuadros del Libertador. Luego, por instrucciones gringas, se aventuraron con el Estatuto “Guaidó” (5 de febrero 2019): otra derogación de hecho de la Constitución que el pueblo aprobó masivamente en referéndum el 15 de diciembre de 1999. El bodrio es un caso de aberración extrema de todo el Derecho Constitucional en el planeta. La “transitoriedad” escrita tiene ínfulas de eternidad.

El “gobierno interino”, fantoche corrupto y asesino, se dedicó con fruición al Artículo 15° literal a) del “Estatuto” (¿supraconstitucional?): “Designar Juntas Administradoras ad-hoc para asumir la dirección y administración de institutos públicos, institutos autónomos, fundaciones del Estado, asociaciones o sociedades civiles del Estado, empresas del Estado, incluyendo aquellas constituidas en el extranjero, y cualesquiera otros entes descentralizados, a los fines de designar a sus administradores y en general, adoptar las medidas necesarias para el control y protección de sus activos.” Así saquearon CITGO y la están rematando, así destrozaron Monómeros, así se quedaron los ingleses nuestro oro, y otros miles de millones de dólares y euros en cuentas bancarias en el exterior.

Los corsarios del siglo XVII tenían códigos válidos entre criminales, éstos del XXI, ni eso. La extraterritorialidad se las garantizan los gobiernos amos: Estados Unidos y socios europeos, más un puñado de desvergonzados lacayos latinoamericanos. No deben quedar impunes estos ruines rateros. No merecen tener nuestra ciudadanía, al fin y al cabo, tienen otras nacionalidades, y -principalmente- un alma antivenezolana.

Hasta la Real Academia de la Lengua Española se metió contra nuestra Constitución; les molestó el lenguaje inclusivo de género que visibiliza a la mujer con términos como “ciudadana” y “presidenta”. Menos mal que aquí no tiene jurisdicción ningún organismo monárquico hace más de dos siglos, y lástima por esos elegantes señores, que ni cuenta se han dado que no existe una “lengua española”, sino que, en el Reino de España existen una variedad de idiomas que van desde el euskera en Euskal Herria hasta el catalán en Catalunya y el gallego en Galicia, por sólo nombrar tres.  

Epílogo

“A pesar de nuestras protestas, de nuestra moderación, de nuestra generosidad, y de la inviolabilidad de nuestros principios… se nos bloquea, se nos hostiliza, se nos envían agentes a amotinarnos unos contra otros, y se procura desacreditarnos entre las naciones para oprimirnos…Sin hacer el menor aprecio de nuestras razones, sin presentarlas al imparcial juicio del mundo, y sin otros jueces que nuestros enemigos, se nos condena a una dolorosa incomunicación con nuestros hermanos; y para añadir el desprecio a la calumnia se nos nombran apoderados, contra nuestra expresa voluntad, para que en sus Cortes dispongan arbitrariamente de nuestros intereses bajo el influjo y la fuerza de nuestros enemigos.” (Declaración solemne de la Independencia por el Congreso de Venezuela, 5 de julio de 1811)

En este Cuarto de Siglo de la Constitución, en este Bicentenario de las Batallas de Junín y Ayacucho, nada es más temido por el imperialismo gringo y sus lacayos que la Doctrina Bolivariana y el Bolivarianismo que de ella se alimenta.

Temen y odian como a nada, el Artículo 1° de la Constitución invencible: “La República Bolivariana de Venezuela es irrevocablemente libre e independiente y fundamenta su patrimonio moral y sus valores de libertad, igualdad, justicia y paz internacional en la doctrina de Simón Bolívar, el Libertador. Son derechos irrenunciables de la Nación la independencia, la libertad, la soberanía, la inmunidad, la integridad territorial y la autodeterminación nacional.”

Seamos cada día más radicales bolivarianos, y nadie podrá vencernos.

Yldefonso Finol

Constituyente de 1999

 

viernes, 6 de diciembre de 2024

Bicentenario de la Convocatoria de Simón Bolívar al Congreso de Panamá

                                                    Retrato de Bolívar por Enrique Colina

Convocatoria de Simón Bolívar al Congreso de Panamá

7 de diciembre de 1824.

Invitación a los Gobiernos de Colombia, México, Río de la Plata, Chile y Guatemala, a formar el Congreso de Panamá. Lima, 7 de diciembre de 1824.

Excmo. Señor Grande y buen amigo: Después de quince años de sacrificios consagrados a la libertad de América, por obtener el sistema de garantías que, en paz y guerra, sea el escudo de nuestro nuevo destino, es tiempo ya de que los intereses y las relaciones que unen entre sí a las repúblicas americanas, antes colonias españolas, tengan una base fundamental que eternice, si es posible, la duración de estos gobiernos.

Entablar aquel sistema y consolidar el poder de este gran cuerpo político, pertenece al ejercicio de una autoridad sublime, que dirija la política de nuestros gobiernos, cuyo influjo mantenga la uniformidad de sus principios, y cuyo nombre solo calme nuestras tempestades. Tan respetable autoridad no puede existir sino en una asamblea de plenipotenciarios nombrados por cada una de nuestras repúblicas, y reunidos bajo los auspicios de la victoria, obtenida por nuestras armas contra el poder español.

Profundamente penetrado de estas ideas invité en ochocientos veintidós, como presidente de la República de Colombia, a los Gobiernos de México, Perú, Chile y Buenos Aires, para que formásemos una confederación, y reuniésemos en el Istmo de Panamá u otro punto elegible a pluralidad, una asamblea de plenipotenciarios de cada Estado «que nos sirviese de consejo en los grandes conflictos, de punto de contacto en los peligros comunes, de fiel intérprete en los tratados públicos cuando ocurran dificultades, y de conciliador, en fin, de nuestras diferencias».

El Gobierno del Perú celebró en seis de julio de aquel año un tratado de alianza y confederación con el plenipotenciario de Colombia; y por él quedaron ambas partes comprometidas a interponer sus buenos oficios con los gobiernos de la América, antes española, para que entrando todos en el mismo pacto, se verificase la reunión de la asamblea general de los confederados. Igual tratado concluyó en México, a tres de octubre de ochocientos veintitrés, el enviado extraordinario de Colombia a aquel Estado; y hay fuertes razones para esperar que los otros gobiernos se someterán al consejo de sus más altos intereses. Diferir más tiempo la asamblea general de los plenipotenciarios de las repúblicas que de hecho están ya confederadas, hasta que se verifique la accesión de los demás, sería privarnos de las ventajas que produciría aquella asamblea desde su instalación. Estas ventajas se aumentan prodigiosamente, si se contempla el cuadro que nos ofrece el mundo político, y muy particularmente, el continente europeo. La reunión de los plenipotenciarios de México, Colombia y el Perú, se retardaría indefinidamente si no se promoviese por una de las mismas partes contratantes; a menos que se aguardase el resultado de una nueva y especial convención sobre el tiempo y lugar relativos a este grande objeto. Al considerar las dificultades y retardos por la distancia que nos separa, unidos a otros motivos solemnes que emanan del interés general, me determino a dar este paso con la mira de promover la reunión inmediata de nuestros plenipotenciarios, mientras los demás gobiernos celebran los preliminares que existen ya entre nosotros, sobre el nombramiento e incorporación de sus representantes.

Con respecto al tiempo de la instalación de la Asamblea, me atrevo a pensar que ninguna dificultad puede oponerse a su realización en el término de seis meses, aun contando el día de la fecha; y también me atrevo a lisonjear de que el ardiente deseo que anima a todos los americanos de exaltar el poder del mundo de Colón, disminuirá las dificultades y demoras que exijan los preparativos ministeriales, y la distancia que media entre las capitales de cada Estado, y el punto central de reunión.

Parece que, si el mundo hubiese de elegir su capital, el Istmo de Panamá, sería señalado para este augusto destino, colocado como está en el centro del globo, viendo por una parte el Asia, y por el otro el África y la Europa. El Istmo de Panamá ha sido ofrecido por el Gobierno de Colombia, para este fin, en los tratados existentes. El Istmo está a igual distancia de las extremidades; y por esta causa podría ser el lugar provisorio de la primera asamblea de los confederados.

Difiriendo, por mi parte, a estas consideraciones, me siento con una grande propensión a mandar a Panamá los diputados de esta república, apenas tenga el honor de recibir la ansiada respuesta de esta circular. Nada ciertamente podrá llenar tanto los ardientes votos de mi corazón, como la conformidad que espero de los gobiernos confederados a realizar este augusto acto de la América.

Si V. E. no se digna adherir a él, preveo retardos y perjuicios inmensos a tiempo que el movimiento del mundo lo acelera todo, pudiendo también acelerarlo en nuestro daño.

Tenidas las primeras conferencias entre los plenipotenciarios, la residencia de la Asamblea, como sus atribuciones, pueden determinarse de un modo solemne por la pluralidad, y entonces todo se habrá alcanzado.

El día que nuestros plenipotenciarios hagan el canje de sus poderes, se fijará en la historia diplomática de América una época inmortal. Cuando, después de cien siglos, la posteridad busque el origen de nuestro derecho público, y recuerden los pactos que consolidaron su destino, registrarán con respeto los protocolos del Istmo. En él, encontrarán el plan de las primeras alianzas, que trazará la marcha de nuestras relaciones con el universo. ¿Qué será entonces el Istmo de Corinto comparado con el de Panamá? Dios guarde a V. E. Vuestro grande y buen amigo.

Bolívar

El Ministro de Gobierno y Relaciones Exteriores, José Sánchez Carrión

jueves, 14 de noviembre de 2024

BLOQUE HISTÓRICO Y HEGEMONÍA BOLIVARIANA: RELATORÍA CON BOLÍVAR, GRAMSCI Y MADURO



Bloque Histórico y Hegemonía Bolivariana: relatoría con Simón Bolívar, Antonio Gramsci y Nicolás Maduro

Yldefonso Finol

I

Bloque Histórico

Comencemos por ubicar la categoría en las profundas reflexiones del revolucionario italiano Antonio Gramsci, formulador de enriquecedores aportes al pensamiento emancipatorio de perspectiva marxista, con singular originalidad. Gramsci (1891-1937) conoció al fascismo desde su gestación, lo desentrañó en su esencia opresora capitalista, lo combatió en las calles y en las ideas, y por ello fue encarcelado, sometido a bestiales tratos que lo llevaron a la muerte. Su obra fundamental -prolija a pesar de los rudos barrotes del encierro y las torturas- se intitula Cuadernos de la Cárcel, como para que se perpetúe en ella, una vida entregada a la causa de la liberación y la igualdad.    

En un párrafo del Cuaderno 4 (son 33 en total), Gramsci afirma que, cuando «la relación entre intelectuales y pueblo-masa, entre dirigentes y dirigidos, entre gobernante y gobernados está dada por adhesión orgánica en la que el sentimiento pasión se vuelve comprensión y por tanto saber (no mecánicamente, sino en forma viva)», solo entonces se crea una relación real de representación y «se realiza la vida de conjunto que es la única fuerza social» y se crea, entonces, el «“bloque histórico”».

También nos dice Gramsci que, en el bloque histórico: «las fuerzas materiales son el contenido y las ideologías la forma, distinción de forma y contenido meramente didáctica, porque las fuerzas materiales no serían concebibles históricamente sin forma y las ideologías serían caprichos individuales sin las fuerzas materiales» (Cuaderno 7)

Para Gramsci -como marxista- el humano es ser social por esencia, ese mismo que hace la historia a la vez que es producto de ella. Lo humano existe y se desenvuelve en el par dialéctico naturaleza-sociedad, y más específicamente, en realidades histórico-concretas determinadas por la base material (infraestructura) y una superestructura que abarca el universo sentipensante y su expresión política en el conjunto de instituciones (Estado); de allí que lo humano «debe concebirse como un bloque histórico de elementos puramente individuales y subjetivos y de elementos de masa y objetivos o materiales con los cuales el individuo se halla en relación activa» (Cuaderno 10)  

El Estado resulta en “la síntesis coerción-consenso y la síntesis hegemonía-dominación que caracterizan el ejercicio del poder político.” El Estado capitalista es -por lógica de clase- el complejo aparato organizado para sostener el poder de la burguesía contra la masa de todo el pueblo trabajador.

Gramsci comparte la máxima de que “los filósofos no han hecho más que interpretar de diversos modos el mundo, pero de lo que se trata es de transformarlo” (Marx, Tesis sobre Feuerbach), pero mira más allá y expone que toda persona es un filósofo, y que el pensar liberador debe llevar al surgimiento de una masa consciente, donde la cultura, en su más amplia acepción, juega un factor fundamental: sentimiento-pasión-saber y acción crean el momento de la hegemonía y del consenso como «forma necesaria del bloque histórico concreto» (Cuaderno 10)

II

Hegemonía

Seguimos con Gramsci, quien considera que la sociedad requiere una reorganización de la hegemonía cultural (también llamada “hegemonía político-cultural”, “político-intelectual”, “intelectual, moral y política”), lo cual pasa por la formación y ampliación de la clase dirigente, así como la necesidad de establecer relaciones más estrechas y confiables entre los grupos dirigentes y la masa popular-nacional.

Gramsci vio hace un siglo que la lucha por la apropiación del conocimiento estaba en la médula de las aspiraciones humanas de emancipación socioeconómica y cultural, por eso «la filosofía de la praxis concibe la realidad de las relaciones humanas de conocimiento como elemento de “hegemonía” política». (El Libertador Bolívar llegó -por otras premisas- a conclusiones similares un siglo antes de Gramsci).  

Gramsci, sin embargo, -como suele suceder con aportaciones sociohistóricas desde una actitud innovadora- maneja acepciones variadas de la categoría Hegemonía, vista en estricto sentido como la conjunción de dos condiciones: dirección más dominio; afirma que: «una clase es dominante de dos maneras, esto es, “dirigente” y “dominante”. Es dirigente de las clases aliadas, es dominante de las clases adversarias. Por ello una clase ya antes de subir al poder puede ser “dirigente” (y debe serlo): cuando está en el poder se vuelve dominante, pero sigue siendo también “dirigente”».

He allí uno de los retos más exigentes y complejos del proceso venezolano: así como el pueblo trabajador debe ser “filósofo”, “intelectual”, dueño del conocimiento, así también debe convertirse en dirigente (de su propio destino) y dominante (sobre los añejos poderes fácticos), es decir, en poder real.

En la construcción de la nueva sociedad democrática, la hegemonía surge de una combinación de la fuerza y del consenso, entendidos en el marco de alcanzar las mayorías electorales en instancias gubernamentales y parlamentarias, por ejemplo, y de los debates necesarios para legitimar las acciones de Estado; cuando estas condiciones son severamente cuestionadas por las contradicciones políticas, se genera la «crisis orgánica», que puede convertirse en «crisis de hegemonía» (Cuaderno 13)

Gramsci enseña que el terreno sobre el que se desarrolla la «lucha por la hegemonía» es el de la sociedad civil, donde el asunto de la llamada “opinión pública”, «está estrechamente vinculado con la hegemonía política, o sea que es el punto de contacto entre la “sociedad civil” y la “sociedad política”, entre el consenso y la fuerza».

El Estado se constituye de la sociedad civil más la sociedad política, y tiene su campo de realización primario en lo nacional: «Ciertamente el desarrollo va hacia el internacionalismo, pero el punto de partida es “nacional”. El concepto de hegemonía es aquel en el que se anudan las exigencias de carácter nacional».

 

III

Bolívar

En la Doctrina Bolivariana, esa que es pensamiento revolucionario por excelencia de Venezuela y sustento constitucional de la República (Art. 1° CRBV), hay un acervo filosófico político necesario, pertinente y vigente sobre la temática en cuestión. No se trata de andar recitando frases “célebres” como versículos dogmáticos (“pétreos e inmutables”), sino de revalorizar esos “jugos de la tierra” que son la fuente de conocimiento e interpretación de la raíz histórica de nuestro proceso de liberación.

Partamos de definir la Hegemonía Bolivariana como una combinación equilibrada de la fuerza política organizada y del consenso en torno a las ideas fundamentales del proyecto de sociedad y país que proponemos en la Constitución de 1999. Entendida así, la hegemonía no es el dominio por la fuerza (lo que han intentado reimponer nuestros enemigos), sino el convencimiento colectivo de llevar la sociedad por una dirección aceptada por las mayorías.  

El Libertador concebía desde 1815 la relevancia estratégica de la unidad, y se adelantó a advertir que la fuerza política del pueblo debe contener con carácter vital un componente ideológico (fuerza moral-inteligencia): “Seguramente la unión es la que nos falta para completar la obra de nuestra regeneración. Sin embargo, nuestra división no es extraña, porque tal es el distintivo de las guerras civiles formadas generalmente entre dos partidos: conservadores y reformadores. Los primeros son, por lo común, más numerosos, porque el imperio de la costumbre produce el efecto de la obediencia a las potestades establecidas; los últimos son siempre menos numerosos, aunque más vehementes e ilustrados. De este modo la masa física se equilibra con la fuerza moral, y la contienda se prolonga siendo sus resultados muy inciertos. Por fortuna, entre nosotros, la masa ha seguido a la inteligencia.”

Bolívar ha madurado convicciones que trascienden lo intuitivo, lo militar, lo meramente “razonable”, al concluir que: “lo que puede ponernos en actitud de expulsar a los españoles y de fundar un gobierno libre: es la unión, ciertamente; más esta unión no nos vendrá por prodigios divinos, sino por efectos sensibles y esfuerzos bien dirigidos.” (“sentimiento-pasión-saber” y vanguardia)

El esfuerzo comunicacional de Bolívar busca contagiar de ideas al colectivo, haciendo surgir una nueva opinión pública. Solo el poder transformador de la educación haría posible el sostenimiento de las repúblicas independizadas, y en ello, la información como la edición, jugaban un papel trascendental. La educación eleva el saber y este incide directamente en la trasformación de la realidad. La ética eleva el espíritu humano a la cualidad de ciudadanos dignos de una república. La prosperidad nacional se afinca en “las dos grandes palancas de la industria: el trabajo y el saber”.

Más, sigue pendiente la tarea de consolidar el “espíritu nacional”, ese que apenas germinaba en plena Guerra de Independencia, donde se peleaba “contra el monopolio y el despotismo, por la libertad del comercio universal y los derechos del mundo”. Un país (el bolivariano) hecho para ser agente del mundo pluripolar y multicéntrico, tras la búsqueda del Equilibrio del Universo, la igualdad establecida y practicada, y la suprema felicidad social.

Nos ha tocado ser continuidad de aquella original utopía, conscientes que todo plan debe prever la “acción de los contrarios”, y que “sólo el pueblo (que puede) salva al pueblo”: “El gobierno que, en medio de tantas catástrofes y aislado entre tantos escollos… se hallará en el futuro protegido no sólo de una fuerza efectiva, sino sostenido de la primera de todas las fuerzas, que es la opinión pública. La consideración popular… será el más firme escudo del Gobierno”.

Bolívar no cesará en ningún instante en procurar la unidad revolucionaria. El Bloque Histórico como síntesis de las condiciones materiales de existencia y su reflejo en el campo de las ideas, lo lleva a concebir la más clara estrategia de lucha de su tiempo, por lo que alcanzó la jefatura suprema de la vanguardia de las fuerzas del cambio y condujo aquellas fuerzas a la victoria sobre el imperio más poderoso de la tierra: “La opresión está reunida en masa bajo un solo estandarte, y si la libertad se dispersa no puede haber combate”.

Aunque aquella gesta tenía como enemigo principal al colonialismo español, siendo la contradicción fundamental Repúblicas Independientes vs Imperio Monárquico, el Proyecto Bolivariano no soslayaba las reivindicaciones de los sectores más oprimidos (abolición de la esclavitud, repartición de tierras, decretos a favor de pueblos indígenas, derechos laborales, acceso popular a la educación, las artes y la ciencia, entre otras), y la necesidad de avanzar a un modelo societario de sólidas bases progresistas (entendidas como construcciones del pensamiento más avanzado de su tiempo).

Entonces no debe confundirse “Bloque Histórico” con una alianza de clases sociales, pese a que ésta no sea descartable (incluso puede ser de hecho necesaria) en las condiciones de las luchas actuales por la liberación nacional frente al imperialismo.

El Libertador dejó uno de sus tantos preciados bienes en el testamento político compartido al general Rafael Urdaneta en carta del 18 de abril de 1830, veinte días antes de irse de Bogotá y cuando ya se desvanecía su vida física (“primera vida”, diría a Valdés Vivó).

Un Bolívar reanimado, con el súbito impulso que lo poseía en momentos de enfermedad o congoja, como aquel ¡Triunfar! con que respondió en Pativilca a Joaquín Mosquera que lo veía con cara de asombro por su quebrantado cuerpo; pues asimismo le hablaba a Urdaneta sobre la imperiosa necesidad de reorganizar una vanguardia adecuada a las circunstancias, caracterizadas por el “mal estado” de la República por los abusos permitidos a “los contrarios”: “estamos resueltos a tomar un partido que salve la Patria formando una reunión de todos los hombres más influyentes que, de acuerdo con el gobierno, hagan lo que se determine”.

Tal ha sido la convocatoria del Presidente Nicolás Maduro, por suerte, en condiciones políticas -y físicas- mucho más favorables para el Proyecto Bolivariano que las de aquel 1830.   

IV

Por el camino de las 7T

Modernizar la economía: un nuevo modelo exportador productivo, transformación completa del modelo económico productivo, tal como está diseñado en la Constitución. La cuestión económica no puede atarse a visiones ortodoxas, entender el contexto mundial capitalista y conseguir las vías de inserción en el mercado internacional, desde el fortalecimiento nacional, es un imperativo de la realidad, siempre priorizando los intereses del pueblo venezolano y nuestra soberanía, pero siendo exitosos, porque sucumbir ante los enemigos es lo que no podemos permitir en ningún momento.  

Sólo así tendremos patria para seguir construyendo la segunda transformación: Independencia plena, la cual consiste en “actualizar y expandir la doctrina bolivariana en sus dimensiones política, científica, cultural, educativa y tecnológica”: he aquí lo medular de la hegemonía deseable.

La Gesta Independentista no alcanzó, sin embargo a provocar rupturas epistémicas (a pesar de algunas importantes señales innovadoras), mucho menos civilizatorias, con el sistema instaurado por tres siglos de invasión, colonización y evangelización; la sociedad colonial, incluida la parte rebelde que insurgió contra el yugo político y económico que ella imponía, domesticó de tal manera el espíritu, la cultura, el saber, el pensar, el decir, las creencias, la idiosincrasia, que las repúblicas no avistaron siquiera la necesidad de un cambio de paradigma.

Los intereses de las clases económicamente dominantes, los llamados mantuanos, terratenientes, comerciantes, más un sector militar mutado en caudillos megalómanos, conformaron la oligarquía que habría de usurpar la emancipación nacional lograda por todo el pueblo, que vio truncadas sus aspiraciones de justicia social. Decía el Libertador Simón Bolívar al final de su vida, otra frase doliente que permite resumir aquella historia en cinco palabras: «hemos arado en el mar».

Contra todas las maldades de nuestros enemigos, debemos sostener (3T) la “paz, seguridad e integridad territorial: perfeccionar el modelo de convivencia ciudadana, garantía de justicia (ahora más accesible con la Justicia de Paz), goce de los Derechos Humanos y salvaguarda de integridad territorial.

Transformación Social, entendido como el reforzamiento del modelo humanista del Proyecto Bolivariano.

La Política: fundamentada en la democracia directa y la ética republicana.

La Ecología: elemento fundamental del Plan de la Patria impulsado por el Comandante Hugo Chávez, más vigente que nunca ante las crudas evidencias de destrucción ambiental que padece la existencia a nivel universal.

La Geopolítica: que tiene como prioridad principista la consolidación de la unidad fraterna latinoamericana, pero que no obvia la realidad de intereses imperialistas y oligárquicos que hoy obstaculizan su realización; Venezuela se erige como protagonista de relaciones estratégicas con potencias emergentes en la orientación del concepto bolivariano del Equilibrio del Universo.

La guerra sistémica de este tiempo se libra fundamentalmente en el plano de lo simbólico. Ya se habla de una geopolítica de la mente. La velocidad vertiginosa de las tecnologías comunicacionales, junto a las estrategias de hegemonía de los actores protagónicos del mercado mundial, reducen a la nada el espacio de vida para la reflexión y retrospección de nuestras existencias. Dejar fluir sin discusión los mitos impuestos por el colonialismo, allana el camino a los neocolonialismos del diseño opresor imperialista. Los pueblos que no sean capaces de asirse a sus ancestralidades libertarias, no podrán construir un pensamiento emancipatorio colectivo, y serán presas fáciles del invasor -por veces imperceptible- que insiste en esclavizarnos.

Cuando el Libertador Simón Bolívar dijo: «la Independencia es el único bien que hemos adquirido a costa de todo lo demás» (Mensaje al Congreso Constituyente de Colombia. Bogotá, 20 de enero de 1830), estaba plasmando su balance más certero del proceso que tras dos décadas de guerra y experimentación política, sólo nos había heredado el derecho a autogobernarnos, con todas las falencias por falta de experticia en el manejo de la administración pública, desacuerdos en el tipo de gobierno, caudillismos, localismos rayanos en la xenofobia, y otras debilidades estructurales como secuelas de tres siglos de colonialismo castrante.

V

La Hegemonía del Consenso

En este sentido, rescatamos como parte importantísima del mensaje a trasmitir a los pueblos -comenzando por casa- y las acciones a emprender, los cinco consensos definidos sabiamente por el Presidente de la República, Nicolás Maduro Moros:

-        Primer consenso: el que ha surgido en relación a la economía nacional, como es la construcción de un nuevo modelo económico, productivo, diversificado, incluyente, con vocación exportadora, pero que satisfaga las necesidades nacionales, afincado en los 18 motores que nos van guiando en la construcción armoniosa de ese nuevo modelo no dependiente del petróleo, ni de ningún centro hegemónico externo.

-        Segundo consenso: la consolidación de la paz; hemos logrado la paz social, la paz política, la paz militar, la paz nacional, la paz regional, una paz profunda porque ha sido lograda, ha sido construida la armonía nacional, un conjunto de valores que garantizan la paz basada en el amor, la solidaridad, respeto por lo diverso, y la convivencia.

-        Un tercer consenso: la condena casi unánime de las “sanciones” criminales, inmorales e ilegales que se han aplicado contra nuestro país; cerca del 90% de la ciudadanía rechaza estas medidas unilaterales coercitivas de carácter criminal contra nuestra población y nuestra economía. 

-        El cuarto consenso: es la recuperación del estado de bienestar social, la recuperación de los derechos sociales perdidos, como heridas provocadas por las “sanciones” y la guerra económica; sabemos que será difícil reconstruir el estado de bienestar que alcanzamos en la primera década de este siglo, pero ese es el propósito de todos nuestros esfuerzos.

-        El quinto consenso: que Venezuela debe recuperar sus derechos históricos, jurídicos, territoriales y marítimos sobre la Guayana Esequiba y toda su proyección; esta causa justa se ha posicionado en el escenario nacional con fortaleza y con prioridad.

Conclusiones/Proposiciones

“Lo peor no es un ejército invasor sino una mente colonizada”. (Juan Germán Roscio)

Los agentes del capital monopólico transnacional han asumido, a través del dominio de la tecnología, la imposición del esquema de antivalores para la sumisión de los pueblos, que permita el hegemonismo imperialista, la recolonización de las naciones dependientes (reinstalación de la colonialidad del poder racial, patriarcal, eurocéntrico), y la esclavización espiritual del talento humano a nivel global.

En lo ideológico, la lucha emancipadora nos exige rescatar la idea de emancipación mental, y el concepto de lo radical planteados por Andrés Bello.

Como nunca antes, la educación pública, entendida como un proceso colectivo de creación y aprendizajes, que avanza sobre rieles éticos-comunicacionales-culturales (Poder Moral), tiene que ser la plataforma más poderosa para vencer en el combate de ideas, venida a guerra cognitiva en la era de la cibernética.

¿Dejaremos la formación de nuestra infancia y juventudes en manos de monstruos como Elon Musk?  

El Objetivo Fundamental de este momento histórico debe ser construir la hegemonía bolivariana, dicho en palabras gramscianas: “…construir un bloque intelectual-moral que haga posible un progreso intelectual de masas y no sólo para pocos intelectuales”.

Para lograrlo es necesario un Plan de Descolonización de la Conciencia Nacional.

Este Plan es una necesidad urgente para desmontar las bases coloniales de la alienación general de las masas, que nos hace vulnerables a la recolonización imperialista en marcha. El Plan no está hecho, hay que construirlo en un debate participativo y protagónico, sobre las líneas ideológicas fundamentales de la Revolución Bolivariana. Pero su formulación y -sobre todo- su aplicación, dependen de la voluntad política del liderazgo.

El Plan de Descolonización de la Educación es transversal a la gestión de gobierno y la acción política de todos los factores revolucionarios, con énfasis en lo comunicacional y cultural. No es un manual de historia, aunque implica una revisión profunda de la enseñanza de la historia. No se restringe al ámbito de esta disciplina. Es algo mucho más complejo, esencial, profundo: es revolucionar la ciudadanía a partir de una reinterpretación del ser social colectivo como producto de una historia, una épica, una estirpe libertadora, que -a su vez- se asume como protagonista de la historia actual.

Es una operación societaria, envolvente, radical. Estamos proponiendo una acción revolucionaria bien diseñada, sustentada científicamente y con proyección a la existencia futura de la Patria.

¿Qué aspectos incluye esta revolución paradigmática (educativa-ideológica)?

-        La Doctrina Bolivariana como pensamiento nacional revolucionario por excelencia y el bolivarianismo como su expresión política orgánica

-        Proceso descolonizador y resignificación de las categorías historiográficas que transversalizan el predominio del culto a lo colonial

-        Revalorización de la ancestralidad cosmogónica: la ecuación del socialismo originario del buen vivir y el bien común

-        Revalorización de la venezolanidad a partir del mito fundante del Árbol de las Tres Raíces, la Épica Originaria e Independentista, el Bolivarianismo del Tercer Milenio

-        Reinvención de una nueva Conciencia Nacional (“espíritu nacional”) basada en los valores del bolivarianismo contenidos en la CRBV y el pensamiento revolucionario venezolano-indoamericano de los siglos XIX, XX y XXI: independencia, soberanía, empoderamiento popular del conocimiento científico y la creación artística, economía productiva diversificada, ecologismo profundo, igualdad establecida y practicada, convivencia democrática, seguridad social, estabilidad, unidad en la diversidad, horizonte de potenciación y liberación nacional, construcción sólida del Socialismo del Siglo XXI, visión de los Derechos Humanos como utopía de la dignidad colectiva y reforzamiento sentipensante de la venezolanidad.    

Para que este Plan sea posible y tenga un impacto determinante en el cambio paradigmático de la sociedad venezolana, logrando establecer la hegemonía bolivariana, debe iniciarse de inmediato al más alto nivel decisor.

Yldefonso Finol

Maracaibo, 14 de noviembre de 2024