LA INVENCIBLE CONSTITUCIÓN DE LA REPÚBLICA BOLIVARIANA DE VENEZUELA EN SU XXV ANIVERSARIO.
La más
atacada de nuestra historia, la más progresista del siglo XXI.
Epígrafe
“Los
problemas constitucionales no son, primariamente, problemas de derecho, sino de
poder; la verdadera Constitución de un país sólo reside en los factores reales
y decisivos de poder que en ese país rigen; y las Constituciones escritas no
tienen valor ni son duraderas más que cuando dan expresión fiel a los factores
de poder imperantes en la realidad social”. Ferdinand Lassalle
I
La Bolivariana
La
Constitución que nació hace veinticinco años es una obra inédita en la historia
constitucional, es original y originaria, hija del honor de un líder que
cumplió su palabra hasta el límite de dar la vida, Hugo Chávez; expresión del
espíritu bolivariano que vivió -a veces soterrado, latente, pero nunca extinto-
en el alma colectiva del pueblo venezolano, y fue el pacto social de un país
insurgente, en respuesta al llamado de la historia que clamaba un cambio
radical, porque ni la opresión ni los engaños, podían ya contener el río
brotado de entre las hojas y los manantiales imperceptibles para la elite
decadente que ostentó el poder como festín servil de mezquinos intereses
foráneos y enajenadas apetencias burguesas.
La
Constitución del 61 -traicionado el anhelo popular revolucionario del 23 de
enero de 1958, como lo denunció virilmente Fabricio Ojeda- había sido usada
para crear un país subalterno de EEUU, en permanente crisis social,
convirtiendo aquella Carta Magna en un cementerio de buenas intenciones. Vino
el Tiempo Constituyente con el “Caracazo”, la insurrección armada del 4 de
febrero de 1992, como expresiones del agotamiento por descomposición del modelo
bipartidista del Pacto de Punto Fijo.
Nuestra
Constitución de 1999 es la más discutida en los anales del constitucionalismo,
toda la ciudadanía se involucró -directa o indirectamente- en el debate para su
elaboración. El pueblo saboreó por primera vez el referéndum, para definir si
se convocaba la Asamblea Nacional Constituyente, y para decidir la aprobación
del texto redactado por ésta, escrito con el concurso de la venezolanidad plena:
la preexistente como nacionalidades originarias, la fundida en el mestizaje de
sangres, procedencias y creencias, y hasta la que levita en el etéreo mundo de
lo trascendido, como ocurrió con el verso sublime de Aquiles Nazoa a “los
Poderes Creadores del Pueblo”.
El
concepto de la democracia participativa y protagónica que la Constitución
desarrolló como modelo superior al “representativo”, se activó en el mismo
parto constituyente: el proceso para elaborarla fue germen de la movilización
popular consciente que no ha tenido receso este cuarto de siglo para
implantarla, defenderla y sostenerla.
La
nueva Constitución -por ser bolivariana- blindó el carácter nacional de los
recursos mineros y energéticos, la propiedad estatal de la empresa que opera la
producción y negocios de hidrocarburos (PDVSA), reconoció los derechos de los
Pueblos Indígenas, los derechos ambientales, e introdujo la progresividad de
los Derechos Humanos; creó cinco Poderes Públicos, incluidos los novedosos (y
bolivarianos) Poder Ciudadano y Poder Electoral; siempre supeditados al Poder
Popular (intransferible) como esencia de la verdadera democracia revolucionaria
inaugurada en 1999.
El
Estado Federal Descentralizado es el agua para el pez de la Democracia
Participativa y Protagónica ejercida por el Poder Popular en sus formas
institucionales -gobernaciones, alcaldías- y directas, como consejos comunales
y comunas, consejos de trabajadores, asambleas y todas las consultas
constitucionales establecidas en las diversas modalidades de referéndums.
La
Independencia Nacional, la economía productiva diversificada y la justicia
social como principios definitorios de la formación social venezolana, nos
abrieron el camino al fortalecimiento de la soberanía política, territorial,
alimentaria, militar, y al ejercicio de la Diplomacia Bolivariana de Paz como
aporte venezolano a la construcción del Equilibrio del Universo y las
relaciones internacionales para la cooperación, la solidaridad, y el respeto a
la autodeterminación de los pueblos.
II
La más
odiada por la canalla antibolivariana
La
Constitución Bolivariana ha sido, sin ninguna duda, la más atacada de nuestra
historia. También ha sido, hay que decirlo alto y firme, la más defendida y la
más victoriosa.
Cuando
apenas cumplía dos añitos, las asociaciones ganaderas y la patronal llamaron a
paros a finales de 2001, preparando el terreno para el golpe de Estado que
darían luego en abril de 2002, juntándose toda la oligarquía empresarial,
terrateniente, mediática, con la vieja clase política sacada del poder por el
movimiento bolivariano, la cúpula eclesiástica, la pretensiosa elite
burocrática petrolera, y algunos indignos oficiales militares, todos bajo la
batuta de la Casa Blanca. El plan incluyó mercenarios que asesinaron a sangre
fría decenas de personas, para culpar al gobierno y justificar la arremetida
fascista, como quedó demostrado en las investigaciones posteriores y hasta por
los testimonios de participantes y periodistas que cubrían los sucesos terribles
de esas cuarenta y siete horas infaustas para la Patria.
El
“decreto” de Pedro Carmona, con su mueca cínica y a la vez incrédula (redactado
por “insignes juristas” en abril de 2002), llevó al paranoico grupo golpista al
éxtasis de sucumbir a la seductora autocracia: “Artículo 1°: Se designa al
ciudadano Pedro Carmona Estanga, venezolano, mayor de edad, con C.I. N°
1.262.556 presidente de la República de Venezuela.”
El dictadorzuelo
se erige “jefe del Estado”, y su primer acto es (Art 2°) desaparecer la palabra
Bolivariana del nombre de la República, lo que arrancó una ovación a la alborozada
elite que lo acompañaba. De seguidas disolvió el parlamento, y se dio poderes
para “designar transitoriamente a los titulares de los poderes públicos,
nacionales, estadales y municipales”, destituyendo a los “magistrados del
Tribunal Supremo de Justicia, al Fiscal General, al Contralor, al Defensor del
Pueblo y a los miembros del Consejo Nacional Electoral. Carmona, presidente de
FEDECÁMARAS, creyó, como Luis XIV de Francia, que el Estado era él.
Las fuerzas
actuantes tenían una clara vocación fascista, y lo demostraron con la masacre
ejecutada el día 11 de abril y las marchas de ambos bandos, y las persecuciones
desatadas cuando se creyeron dueños del poder. Fue el primer zarpazo contra la
CRBV, donde no pudo faltar la traición por miserias humanas, incluso de algunos
constituyentes del 99 y supuestos “amigos” del Presidente Hugo Chávez. Es la historia,
maestra de lo humano por excelencia, para quienes son capaces de entreverla en
medio de las nebulosas ficciones cotidianas.
Por nuestra
parte, denunciamos a tiempo la preparación del Golpe de Estado por el “Grupo de
Santa Lucía”, previéndolo en un artículo de opinión en el diario Panorama del
19 de noviembre de 2001, donde también advertimos la potencial respuesta
popular: “El escenario que no estudiaron es que el intento desesperado de las
elites por tumbar al gobierno constitucional nos llevará a un baño de sangre. O
es que acaso cuentan con que los pobres se quedarán de brazos cruzados. Incitar
a las protestas callejeras con ánimos golpistas como lo están haciendo las
cúpulas terratenientes y empresariales, con apoyo de los medios de confusión
masivos de la capital, puede provocar una respuesta igual de violenta de parte
de los seguidores del Presidente, que arrastraría una enorme carga de sentimientos
acumulados y sería impreciso predecir cualquier desenlace.”
No hubo
descanso para la Constitución Bolivariana; quienes la odiaron desde su
gestación, viendo el inmenso apoyo popular que obtuvo, la inmensa legitimidad
de que se revistió, terminaron por “asumirla” y pretendieron manosearla como
propia.
En su
nombre hicieron el Paro Petrolero para derrocar al Proyecto Bolivariano,
desataron violencia fascista callejera, conspiraron con tenebrosos intereses
extranjeros para asesinar al Comandante Chávez, desconocieron elecciones,
volvieron a las guarimbas, hicieron llamados locos a “la salida”, el pajúo
Obama nos declaró amenaza inusual y extraordinaria para la seguridad de Estados
Unidos, nos impusieron “sanciones” económicas, bloqueos, nos infiltraron
paramilitares, mercenarios, crearon pandillas criminales para aterrorizar a la
población, vino la guerra híbrida que en lo económico destruyó al bolívar, nos
desbarataron la industria petrolera reduciendo al mínimo los ingresos
nacionales, nos robaron activos en el exterior, nos negaron acceso a
medicamentos, alimentos, y pretendieron quebrar nuestra fortaleza moral con una
campaña de linchamiento en la transnacional mediática antibolivariana. Todo ello
contra nuestro modelo democrático de la CRBV.
La oposición
ganó mayoría en la Asamblea Nacional en 2015, lo primero que hicieron fue
mandar a la basura los cuadros del Libertador. Luego, por instrucciones
gringas, se aventuraron con el Estatuto “Guaidó” (5 de febrero 2019): otra
derogación de hecho de la Constitución que el pueblo aprobó masivamente en
referéndum el 15 de diciembre de 1999. El bodrio es un caso de aberración
extrema de todo el Derecho Constitucional en el planeta. La “transitoriedad”
escrita tiene ínfulas de eternidad.
El “gobierno
interino”, fantoche corrupto y asesino, se dedicó con fruición al Artículo 15°
literal a) del “Estatuto” (¿supraconstitucional?): “Designar Juntas Administradoras
ad-hoc para asumir la dirección y administración de institutos públicos,
institutos autónomos, fundaciones del Estado, asociaciones o sociedades civiles
del Estado, empresas del Estado, incluyendo aquellas constituidas en el
extranjero, y cualesquiera otros entes descentralizados, a los fines de
designar a sus administradores y en general, adoptar las medidas necesarias
para el control y protección de sus activos.” Así saquearon CITGO y la están
rematando, así destrozaron Monómeros, así se quedaron los ingleses nuestro oro,
y otros miles de millones de dólares y euros en cuentas bancarias en el
exterior.
Los corsarios
del siglo XVII tenían códigos válidos entre criminales, éstos del XXI, ni eso. La
extraterritorialidad se las garantizan los gobiernos amos: Estados Unidos y
socios europeos, más un puñado de desvergonzados lacayos latinoamericanos. No deben
quedar impunes estos ruines rateros. No merecen tener nuestra ciudadanía, al
fin y al cabo, tienen otras nacionalidades, y -principalmente- un alma antivenezolana.
Hasta la
Real Academia de la Lengua Española se metió contra nuestra Constitución; les
molestó el lenguaje inclusivo de género que visibiliza a la mujer con términos
como “ciudadana” y “presidenta”. Menos mal que aquí no tiene jurisdicción
ningún organismo monárquico hace más de dos siglos, y lástima por esos elegantes
señores, que ni cuenta se han dado que no existe una “lengua española”, sino
que, en el Reino de España existen una variedad de idiomas que van desde el
euskera en Euskal Herria hasta el catalán en Catalunya y el gallego en Galicia,
por sólo nombrar tres.
Epílogo
“A
pesar de nuestras protestas, de nuestra moderación, de nuestra generosidad, y
de la inviolabilidad de nuestros principios… se nos bloquea, se nos hostiliza,
se nos envían agentes a amotinarnos unos contra otros, y se procura
desacreditarnos entre las naciones para oprimirnos…Sin hacer el menor aprecio
de nuestras razones, sin presentarlas al imparcial juicio del mundo, y sin
otros jueces que nuestros enemigos, se nos condena a una dolorosa
incomunicación con nuestros hermanos; y para añadir el desprecio a la calumnia
se nos nombran apoderados, contra nuestra expresa voluntad, para que en sus
Cortes dispongan arbitrariamente de nuestros intereses bajo el influjo y la
fuerza de nuestros enemigos.” (Declaración solemne de la Independencia por el
Congreso de Venezuela, 5 de julio de 1811)
En este
Cuarto de Siglo de la Constitución, en este Bicentenario de las Batallas de
Junín y Ayacucho, nada es más temido por el imperialismo gringo y sus lacayos
que la Doctrina Bolivariana y el Bolivarianismo que de ella se alimenta.
Temen y
odian como a nada, el Artículo 1° de la Constitución invencible: “La República
Bolivariana de Venezuela es irrevocablemente libre e independiente y fundamenta
su patrimonio moral y sus valores de libertad, igualdad, justicia y paz
internacional en la doctrina de Simón Bolívar, el Libertador. Son derechos
irrenunciables de la Nación la independencia, la libertad, la soberanía, la
inmunidad, la integridad territorial y la autodeterminación nacional.”
Seamos
cada día más radicales bolivarianos, y nadie podrá vencernos.
Yldefonso
Finol
Constituyente
de 1999
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