27 de febrero de 1989
Cuando en Venezuela si hubo un “régimen autoritario”, cuando
en Venezuela si había torturas y desaparecidos, cuando en Venezuela ni se
hablaba de Derechos Humanos: era la Venezuela gobernada por una elite política
servil a las oligarquías y al imperialismo gringo. Si. Era aquella Venezuela
que firmaba en inglés “acuerdos” de deuda con la banca transnacional
hipotecando al país a pesar del mar de petrodólares que sustraían de nuestra
tierra, nuestro Lago de Maracaibo, y del sudor y sangre de la clase
trabajadora. Aquella Venezuela arrodillada a los designios del Comando Sur,
donde las Fuerzas Armadas entrenadas en la tétrica Escuela de las Américas bajo
la Doctrina de Seguridad Nacional, veían al pueblo pobre como “enemigo interno”.
Por eso dispararon a mansalva, masacraron a varios miles que protestaban un
paquete de medidas impuestas por el Fondo Monetario Internacional y que el
gobierno lacayo del “Pacto de Punto Fijo” (AD-Copei) aplicó sin la más mínima
reflexión sobre las secuelas que provocaría en la población.
Estalló la indignación contra aquellos jerarcas corruptos
que vendían el país y pisoteaban nuestra Bandera Nacional para luego irse a
vivir como aristócratas en las metrópolis del capitalismo mundial. La respuesta
de esa clase política cobarde e inmoral, fue utilizar las armas de la República
para cometer un crimen de lesa humanidad contra nuestra gente humilde.
Lo más paradójico -35 años después-, es que la derecha
proyanqui responsable de aquel régimen represor, violador de todos los Derechos
Humanos, cacaree con el gran megáfono de la transnacional mediática, que el
Gobierno Bolivariano “no es una democracia”. Hay que ser muy hipócrita, cínico,
inmoral.
La mayoría de nuestro pueblo, decente, trabajador, amable,
digno, tiene memoria, y sabe defender la Verdad de Venezuela. Somos una
democracia profundamente humanista, garantista y solidaria, pero perseguida por
los imperialismos y sus peones, que han tratado de derrocarnos con la violencia
física, psíquica y económica, destruyendo las conquistas sociales que habíamos
alcanzado los tres primeros lustros del siglo.
Nosotros no olvidamos a las víctimas de la masacre más
horrenda de nuestra historia, sólo comparable a las perpetradas por los
colonialistas durante la invasión europea y los realistas que intentaron
detener con terror la Independencia.
La violencia y el odio padecidos por Venezuela este siglo,
vinieron en planes de la CIA y fueron ejecutados por la derecha fascista que se
trajea de “demócrata” para hacer teatro a conveniencia.
¡No volverán! ¡Prohibido olvidar!
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