Bitácora
para llegar a Venezuela: una democracia asediada
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1998. Hugo Chávez gana claramente las
elecciones presidenciales el 6 de diciembre, toma posesión el 2 de febrero de
1999, convoca al pueblo a referéndum consultivo para llamar a Asamblea
Constituyente (76% de aprobación), se eligen los Constituyentes en julio, y el
15 de diciembre Venezuela se da una nueva Constitución en referéndum popular
masivo con 72% afirmativo. En adelante se hicieron elecciones generales en el
2000 y en cada periodo establecido por la Norma Fundante de la República
Bolivariana de Venezuela y demás leyes. Acompañantes del todo el mundo
constataron la pulcritud electoral y llegaron a afirmar que tenemos el sistema
más perfecto y confiable.
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Plan Colombia, 1999. ¿Contra las drogas? ¿Por
la paz? Aumento de 27% interanual de la producción de cocaína, y perpetración
de crímenes atroces por fuerzas estatales, delincuenciales y paramilitares, causando
cientos de miles de víctimas; entre cuatro y cinco millones de colombianos se
refugian en Venezuela.
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Lunes 10 de diciembre de 2001: paro
patronal contra Chávez. La central de la burguesía venezolana (Fedecámaras)
realiza la primera huelga de la historia. ¿Contra quién? Contra el Presidente
Hugo Chávez que llevaba menos de tres años al frente del gobierno, y estaba
cumpliendo sus promesas electorales con la nueva Constitución aprobada el 15 de
diciembre de 1999. La transnacional mediática lo llamó “paro cívico”. El pueblo
venezolano lo consideró cínico.
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Plan Balboa. Recuerden “amigos” olvidadizos,
entre el 3 y el 18 de mayo las fuerzas militares españolas llevaron a cabo el ejercicio
de guerra llamado Plan Balboa, donde en una operación conjunta con (los
gobiernos de turno de) Estados Unidos (al mando, claro), Colombia, y Panamá,
atacaban el occidente venezolano y lo separaban del país, anexándolo a Colombia
(como siempre ha ambicionado la oligarquía neogranadina) o creaban una republiquita
teledirigida por la Casa Blanca.
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Ese “paro” patronal fue la espoleta que
hizo estallar el Golpe de Estado que se consumó cuatro meses después, el 12 de
abril de 2002. Así tuvimos la última dictadura por 47 horas (celebrada desde
Washington a Madrid). El dictador derogó -de un dedazo- la Constitución que habíamos
aprobado con un 72% de apoyo ciudadano el 15 de diciembre de 1999, asumió todos
los poderes nacionales, estadales y municipales (que dictador tan “anarco-libertario”:
el Estado mínimo, un solo funcionario), y, por supuesto, eliminó la palabra “Bolivariana”
de la República.
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Años 2001-2004. Voceros del campo
bolivariano como José Vicente Rangel, Luís Brito García e Yldefonso Finol
denuncian la infiltración masiva de paramilitares colombianos a través de las
fronteras con Venezuela con precisos planes desestabilizadores diseñados por
Washington y la oligarquía neogranadina.
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Derrotada por el pueblo la última
dictadura en Venezuela, la cúpula empresarial (Fedecámaras) vuelve con sus
fierros en diciembre 2002, esta vez con el pretexto de la destitución de la
directiva de PDVSA y junto a la elite burocrática de la empresa estatal,
paralizan toda la actividad de hidrocarburos y otras, llevando al país a una
situación extrema de escases de todos los bienes, hasta febrero de 2003 que la
clase trabajadora leal a la Patria derrotó el paro de los agentes del
imperialismo. El daño económico causado por estas acciones terroristas se
calcula en decenas de miles de millones de dólares. Las secuelas sociales, en
pérdida de vidas y servicios elementales de salud, educación y otros, son
incalculables e irreparables.
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Finca Daktari. El 9 de mayo de 2004 se
desmanteló un campamento de paramilitares colombianos en una propiedad del
cubano Robert Alonso, criminal vinculado a la Mafia de Posada Carriles, que
tenían planes de asaltar la sede del Gobierno y asesinar al Presidente Hugo
Chávez.
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Julio 2004. George Bush recibe a una
desconocida María Machado en la Casa Blanca.
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La orden de matar a Chávez fue verbalizada
públicamente el 17 de noviembre del 2010 por el congresista norteamericano
Connie Mack, portavoz, junto a la ultraderechista Ileana Ros-Lehtinen, de la
mafia de Miami. Antes, el 23 de agosto de 2005, el predicador evangélico Pat
Robertson pidió al gobierno de Estados Unidos que asesinara a Chávez, y ya en
2000 el senador Coverdell pidió ocupar militarmente a Colombia para controlar a
Venezuela. (Gritaron los “demócratas” pitiyanquis: ¡Viva la libertad de
expresión!
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Agosto, 5 de 2009. A 180 años de la predicción
bolivariana sobre el carácter imperialista de Estados Unidos. El gobierno de Colombia
cede siete bases militares a Estados Unidos, mismas que, según el Departamento
de Defensa, servirán como “acceso para operaciones de contingencia, logística y
entrenamiento en América Central y Sur”.
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Julio 2010. Es capturado en Venezuela el
terrorista Francisco Chávez Abarca, salvadoreño que venía con instrucciones de
ejecutar actos criminales contra el estado y la población, como antes lo había
hecho en Cuba, bajo órdenes de Luís Posada Carriles, viejo agente de la CIA que
mandó a colocar explosivos en el vuelo de Cubana de Aviación que trasladaba una
delegación deportiva en 1979 (Crimen de Barbados), y uno de los principales
coordinadores de la Operación Cóndor de triste recordación en toda Suramérica.
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Explosión en Amuay. El 25 de agosto de
2012 un atentado terrorista provocó una fuerte explosión en la refinería Amuay,
parte del Complejo Refinador Paraguaná, al noroccidente de Venezuela, uno de
los más grandes del mundo. La desfachatez de los criminales imperialistas llegó
al colmo de prever esas “situación” en videojuegos que ya circulaban previo al
terrible accidente que destruyó la vida de decenas de familias trabajadoras. Objetivo:
acabar la capacidad productiva de combustibles venezolanos.
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Abril 2013. El candidato de la derecha,
Enrique Capriles, desconoce su derrota y llama a sus seguidores a “descargar su
arrechera” (rabia extrema), lo que provocó una ola de violencia con más de 40
víctimas fatales, incendio de hogares de familias bolivarianas, casas de
partidos del Polo Patriótico y destrucción de bienes públicos durante varios
días.
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Inicios de 2014. La extrema derecha pone
en marcha el plan “La Salida”, una escalada de violencia en varias partes del
país con saldos destructivos en vidas, lesionados y bienes. Leopoldo López, María
Machado y Antonio Ledezma aparecen como los principales instigadores de estos
actos terroristas para tumbar al Gobierno Constitucional.
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Marzo 2014 la entonces diputada María
Machado acepta el cargo de representante alterna de Panamá en la OEA para ir a
pedir la intervención extranjera en nuestro (no el suyo) país.
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Decreto Obama declarando a Venezuela una “amenaza
inusual y extraordinaria”. Se desatan las medidas coercitivas unilaterales del
gobierno estadounidense contra el pueblo venezolano.
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Se activan -desde territorio colombiano,
dirigidos desde Miami- mecanismos perversos para destruir el poder adquisitivo
del bolívar, basados en la Resolución Octava del Banco de la República
(Colombia) que permite el cambismo ilegal en la franja fronteriza con Venezuela
(2219 km2) y “decretos” de Uribe permitiendo el tráfico ilegal de gasolina en
municipios limítrofes sin ningún tipo de control (Bachaquerismo). Así se le dio
el carácter económico a la guerra multiforme aplicada por Estados Unidos y sus
socios contra la Revolución Bolivariana.
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Se instalan gobiernos -no precisamente de
legitimidad democrática- serviles al imperialismo gringo: el 28 de junio de
2009 la derecha hondureña derroca violentamente al Presidente Zelaya; el 22 de
julio de 2012 destituyen al Presidente Lugo en Paraguay, y el 31 de agosto de 2016
se confirma el golpe de Estado contra la primera Presidenta de Brasil, Dilma
Rouseff.
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2016: La OEA se reafirma como “Ministerio
de Colonias” al servicio de los intereses geopolíticos de Estados Unidos.
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Abril de 2017 el dirigente fascista Julio
Borges, prófugo de la justicia por haber matado a un niño con su camioneta y
huir sin intentar auxiliarlo, declara a medios extranjeros que la “migración venezolana
es una enfermedad contagiosa” que se extiende como “una plaga”; se desata una
campaña de linchamiento moral contra la venezolanidad y se instrumentaliza la
migración con propósitos de guerra psicológica, simbólica, con ingredientes desestabilizadores.
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La migración venezolana es económica, no
son perseguidos políticos del gobierno, al contrario, son víctimas de la guerra
mutante (económica, conspirativa y psíquica-propagandística) contra el Gobierno
Bolivariano y nuestro pueblo, llevada adelante por Estados Unidos y sus peones, que casi
destruyeron el aparato productivo y los logros sociales de primer orden que
alcanzamos los primeros tres lustros del siglo.
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El 18 de junio de 2017 en un helicóptero
robado al Cuerpo de Investigaciones Científicas, Penales y Criminalística, el
terrorista Oscar Pérez, activo conspirador de la derecha venezolana, lanzó un
ataque con fusiles de asalto y granadas sobre la sede del Poder Judicial en
Caracas. Luego se atrincheró con un comando de fanáticos fascistas en zonas
rurales cercanas a la capital.
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El 4 de agosto de 2018 hubo un ataque con
drones cargados de explosivos en el Paseo de Los Próceres, Caracas, durante el
acto de los 81 años de la Guardia Nacional. El acto terrorista iba dirigido a asesinar
al Presidente Nicolás Maduro y una veintena de personas del alto gobierno que
se hallaban cerca del mandatario en la tarima central, incluida su esposa Cilia
Flores; otro artefacto estalló en las cercanías del centro capitalino
venezolano.
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El cuaderno del asesor de Seguridad de la
Casa Blanca, John Bolton. Tras reunirse en Washington para anunciar un paquete
de sanciones contra PDVSA, para “acelerar” la caída de Nicolás Maduro, se pudo
leer en tinta negra sobre fondo amarillo: “5.000 militares a Colombia”.
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Se han desactivado varios intentos de
insubordinar a oficiales captados por el enemigo, como también a agentes
extranjeros que realizan acciones encubiertas y espionaje; varios de los cuales
se han entregado al gobierno gringo en negociaciones bilaterales.
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El 23 de enero de 2019 el ex diputado Juan
Guaidó se autoproclama “presidente”, e inmediatamente es reconocido por la comparsa
proyanqui; el hecho más patético, vergonzoso, corrupto, absurdo y desastroso de
la historia. Así comenzó el robo masivo y descarado de importantes activos
venezolanos en el exterior, con la empresa CITGO y el oro depositado en
Inglaterra como casos escandalosos de este acto de piratería imperialista.
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El 23 de febrero de 2019 se intentó una
invasión desde territorio colombiano bajo la fachada de un concierto y la introducción
de “ayuda humanitaria”. Allí estaban un trío de presidentes y una pandilla de
terroristas listos para convertir esa esquina de nuestra frontera entre Cúcuta
y el estado Táchira, en una cabeza de playa para la invasión militar que tanto
han acariciado los gringos y sus lacayos. Resultado: además del ridículo y del
robo de lo recaudado, la profundización del caos como telón de fondo para la
persecución implacable, el cerco diplomático y el boicot económico contra
Venezuela, la generosa y solidaria Venezuela, que algunos confundieron con
pendeja.
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Es creado el “Grupo de Lima”, un cartel de
gobiernos derechistas coordinados por el Departamento de Estado de USA para
aupar la operación envolvente que pretendió derrocar al Presidente
Constitucional Nicolás Maduro y descuartizar a Venezuela.
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Este mismo año hubo un acto de sabotaje
terrorista contra el Sistema Eléctrico Nacional que trastocó la mediana
tranquilidad que vivíamos en medio del asedio criminal cotidiano al que estábamos
sometidos.
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María Corina Machado pide una “amenaza
real, creíble, inminente, el uso de la fuerza, una intervención militar”
extranjera en Venezuela el 3 de mayo de 2019.
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El 3 de mayo de 2020 se realizó la
Operación Gedeon contra Venezuela, la misma reunió a ex militares venezolanos
radicados en Colombia y mercenarios estadounidenses de la empresa Silvercorp,
quienes en dos embarcaciones iniciaron la invasión desde la Guajira colombiana,
donde tenían su campamente y se habían entrenado. El jefe de la conspiración
fue el ex militar Clíver Alcalá, confeso narcotraficante protegido por Estados
Unidos, donde reside como “colaborador” de la DEA.
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El bloqueo no aflojó ni en los días
difíciles de la pandemia del Covid-19 impidiéndonos el acceso a las vacunas,
que sólo pudimos obtener por la solidaridad de Rusia y China. Miles de
toneladas de alimentos nos han sido retenidas, secuestradas y robadas, así como
insumos petroleros y otros para elaborar combustibles venidos de Irán y otros países
amigos.
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La reciente trama “Brazalete Blanco” es
una más en la larga lista de planes imperialistas para destruir el Proyecto
Bolivariano; y, aunque sus perpetradores están confesos, las agencias de
noticias (armas de guerra cognitiva) usan los descalificativos “supuestos”, “presuntos”,
cuando se trata de acciones contra Venezuela, mientras le dan absoluta
veracidad a las inverosímiles patrañas de los imperialistas y sus peones.
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Desde 1999 a esta fecha en Venezuela se
han realizado más de treinta procesos electorales, de los cuales 5 han sido
presidenciales. Nuestra arquitectura constitucional prevé el Poder Electoral
como un poder autónomo, distinto a los tradicionales Ejecutivo y Legislativo,
como lo sugirió Bolívar en 1819 y propuso en su proyecto de Constitución en 1825.
Ese mismo CNE al que tanto han calumniado (principalmente cuando la típica
misoginia derechista se ensañó contra una venezolana ejemplar llamada Tibisay
Lucena, Honor y Gloria), fue el mismo que le reconoció mayoría a la oposición
en las legislativas de 2015, cuando se engolosinaron y echaron el triunfo por
la borda como torpes piratas pretendiendo sustituir al Poder Ejecutivo en un
interinato muy extraño: tiende al infinito. Muchos gobernadores y alcaldes de
oposición ejercen con total legalidad y sin perturbaciones sus cargos en la
actualidad. Los bolivarianos perdimos la Reforma Constitucional de 2007 y no
salimos a quemar a nadie. Los fascistas si lo han hecho: literalmente.
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“Régimen autoritario, dictadura”. Es lamentable
la pobre cultura democrática de algunas voces de la política latinoamericana;
o, debería decir, el descarado cinismo, la paradójica doble moral, la
complaciente oralidad domesticada por al capital. Se inmiscuyen a diario en
asuntos de nuestro país, y no se ven la “vara que tienen en el ojo”. Luego se
sienten ofendidos por las formas de alguna respuesta patriótica. Pero no están
dispuestos a dar un debate de fondo. ¿Autoritarios? Cómo llaman a quienes
suspenden derechos humanos conquistados por los trabajadores como la protesta. Cómo
llaman –a sus aliados- que pretenden decretar el fin de la diversidad, la
extinción de toda política pública de corte socializante, imponiendo el
pensamiento único sumiso al capital. Son los mismos que apoyan el genocidio más
brutal que Israel comete impunemente contra la inerme humanidad. ¿Dictadura? La
global que aspira imponer la OTAN e Israel, que enterraron -hace rato y hoy con
más saña y prepotencia- el difunto Derecho Internacional.
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Hoy en Venezuela se lleva a cabo un
amplísimo diálogo nacional con todos los sectores políticos, sociales, económicos,
religiosos, culturales, para establecer un cronograma y un modelo armonioso
para la elección presidencial de este año 2024. La estrategia de nuestros
enemigos, donde a ratos caen algunos que se decían “amigos”, es desconfigurar
el mayor logro del Gobierno del Presidente Maduro: la estabilidad. Contra eso están
urdiendo el thriller sobre las inhabilitaciones y el reciente desmontaje de
planes terroristas, a cuyos implicados no vacilan en llamar “activistas de
derechos humanos”. ¿Qué pretenden quienes vociferan contra nuestra democracia
participativa y protagónica? ¿Que nos rindamos? Están totalmente desquiciados. La
Venezuela Bolivariana no se rinde, ni se deja ofender, y mucho menos, vencer. ¡Respeten!
Y
como dijera el maestro Juan Formell cuando fanáticos pitiyanquis intentaron
sabotear el concierto de los 30 aniversario de Van Van en Miami: “¡Son más los
que nos quieren!
Yldefonso
Finol
Este texto excelente resume de forma clara la larga y vergonzosa agresión del imperio y sus lacayos contra el proceso venezolano. Tal vez faltó el episodio teatralizado de Plaza Altamira. Hoy enfilan sus laboratorios de guerra sucia contra la imagen de Bolívar
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