martes, 22 de octubre de 2024

DEL ORINOCO AL VOLGA: LA EXITOSA DIPLOMACIA BOLIVARIANA

DEL ORINOCO AL VOLGA: LA EXITOSA DIPLOMACIA BOLIVARIANA

Nicolás llegó a Kazán. Madrugó a muchos, como diría un paisano criollo para expresar la sorpresa noticiosa.

Hace un par de meses la maquinaria mediática imperialista intentó desaparecer a Nicolás, como si de un acto de magia perversa se tratara. Reincidieron en la ficción de otro “presidente”. Y van a insistir, porque es muy alta la apuesta Venezuela.

Pero deben saber el imperialismo y sus peones, que no basta la cábala para detener un país cuyo futuro es labrado cada día con amor y convicción.

La geopolítica es una ciencia muy compleja. Una alianza constructiva, que respete las especificidades nacionales, es necesaria en todo tiempo. La animadversión coyuntural de gobiernos serviles en el vecindario, no implica el aislamiento de una fuerza tan relevante como la Venezuela Bolivariana.

Un mundo de múltiples centros geoeconómicos, requiere el concurso de variadas potencialidades: la energética es clave.

Nuestra política amistosa, soberanista y solidaria, concebida y construida en la era Chávez que continúa el presidente Maduro, sigue dando frutos.

II

La Constitución de la República Bolivariana de Venezuela es una poderosa atalaya contra traidores a la patria y enemigos externos. Le corresponde exclusivamente al presidente trazar los lineamientos de política exterior y dirigir las relaciones internacionales. Nicolás es un estadista con mucha experticia en el delicado mundo diplomático. También es el líder creador de un equipo de altísimo nivel, que integran con gran eficacia y versatilidad la vicepresidenta Delcy Rodríguez y el ministro Yván Gil, junto al valioso talento de la cantera bolivariana.   

El Artículo 136° en su numeral 4 establece como competencia y obligación del Presidente Nicolás Maduro: “Dirigir las relaciones exteriores de la República y celebrar y ratificar los tratados, convenios o acuerdos internacionales”; mientras que el Artículo 152° define que: “Las relaciones internacionales de la República responden a los fines del Estado en función del ejercicio de la soberanía y de los intereses del pueblo; ellas se rigen por los principios de independencia, igualdad entre los Estados, libre determinación y no intervención en sus asuntos internos, solución pacífica de los conflictos internacionales, cooperación, respeto a los derechos humanos y solidaridad entre los pueblos en la lucha por su emancipación y el bienestar de la humanidad. La República mantendrá la más firme y decidida defensa de estos principios y de la práctica democrática en todos los organismos e instituciones internacionales.”

Tales son los principios que pregona y encarna en la cumbre BRICS en Rusia el Constituyente y Jefe de Estado Nicolás Maduro.

III

Bolívar, nuestro guía histórico, nos heredó una doctrina de las relaciones internacionales. Permítanme compartir algunos párrafos de mi libro Simón Bolívar: ideología y método de emancipación de Nuestra América. [1]

A su amigo Guillermo White, escribió desde San Cristóbal el 26 de mayo de 1820, unas notas reflexivas sobre las metas más anheladas de la lucha emancipadora, mismas que sólo se legitimaban por su contenido humanista y progresista: “No hay libertad legítima sino cuando ésta se dirige a honrar la humanidad y a perfeccionarle su suerte. Todo lo demás es de pura ilusión, y quizás de una ilusión perniciosa”.

Veía así su compromiso con el orbe, a pesar de saber que nuestra especificidad nos obligada a diseñarnos un nuevo sistema de vida nunca antes concebido. Es lo que hemos acuñado en el juego de palabras: el Nuevo Mundo crea un Mundo Nuevo.

La Doctrina Bolivariana sobre las relaciones internacionales, cuenta con un sinfín de máximas principistas que la definen y que la proyectan en los tiempos con una vigencia inobjetable. Una en particular que explica fenómenos geopolíticos de otrora y de la contemporaneidad, es aquella que establece: “Las enemistades entre naciones nacen del deseo de preponderancia y no del sistema de gobierno”. (Carta a Santander. Quito, 6 de diciembre de 1822).

Tal es la Doctrina Bolivariana en el plano internacional, que, junto al concepto del Equilibrio del Universo, redondea la posibilidad de un mundo amante de la paz y la cooperación para el progreso equitativo de las naciones. 

El desiderátum de esa vida virtuosa dedicada a la emancipación de los pueblos, aspiraba coronar una sola ambición suprema, de la cual dependían todos los sueños por realizar: “La paz será mi puerto, mi gloria, mi recompensa, mi esperanza, mi dicha, y cuanto me es precioso en este mundo”.

IV

No es un tiempo grato para la atribulada humanidad. Lo peor del humano cruel se está manifestando sin ningún pudor ni conmiseración ante la impotente burocracia multilateral que nada hace para detener a la bestia nazi-sionista desatada.

Venezuela presente en Kazán, es un aporte moral inmenso, una contribución altruista invaluable, más allá de lo concreto que en bienes estratégicos representa.

Deseamos que los pueblos se hermanen en busca del bien común, y somos conscientes de la historia de las desigualdades y el afán hegemónico que lo impiden. Pero donde se haga un llamado a “hacer humana la humanidad”, allí estará la Revolución Bolivariana, aunque sea navegando del Orinoco al Volga.

 

Yldefonso Finol

  



[1] Centro de Estudios Simón Bolívar, Caracas 2022

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