DEL ORINOCO AL VOLGA: LA EXITOSA DIPLOMACIA BOLIVARIANA
Nicolás
llegó a Kazán. Madrugó a muchos, como diría un paisano criollo para
expresar la sorpresa noticiosa.
Hace un
par de meses la maquinaria mediática imperialista intentó desaparecer a Nicolás,
como si de un acto de magia perversa se tratara. Reincidieron en la ficción de
otro “presidente”. Y van a insistir, porque es muy alta la apuesta Venezuela.
Pero
deben saber el imperialismo y sus peones, que no basta la cábala para detener
un país cuyo futuro es labrado cada día con amor y convicción.
La geopolítica
es una ciencia muy compleja. Una alianza constructiva, que respete las
especificidades nacionales, es necesaria en todo tiempo. La animadversión
coyuntural de gobiernos serviles en el vecindario, no implica el aislamiento de
una fuerza tan relevante como la Venezuela Bolivariana.
Un mundo
de múltiples centros geoeconómicos, requiere el concurso de variadas
potencialidades: la energética es clave.
Nuestra
política amistosa, soberanista y solidaria, concebida y construida en la era
Chávez que continúa el presidente Maduro, sigue dando frutos.
II
El Artículo 136° en su numeral 4 establece
como competencia y obligación del Presidente Nicolás Maduro: “Dirigir las
relaciones exteriores de la República y celebrar y ratificar los tratados,
convenios o acuerdos internacionales”; mientras que el Artículo 152° define
que: “Las relaciones internacionales de la República responden a los fines
del Estado en función del ejercicio de la soberanía y de los intereses del
pueblo; ellas se rigen por los principios de independencia, igualdad entre los
Estados, libre determinación y no intervención en sus asuntos internos,
solución pacífica de los conflictos internacionales, cooperación, respeto a los
derechos humanos y solidaridad entre los pueblos en la lucha por su
emancipación y el bienestar de la humanidad. La República mantendrá la más
firme y decidida defensa de estos principios y de la práctica democrática en
todos los organismos e instituciones internacionales.”
Tales son
los principios que pregona y encarna en la cumbre BRICS en Rusia el
Constituyente y Jefe de Estado Nicolás Maduro.
III
Bolívar,
nuestro guía histórico, nos heredó una doctrina de las relaciones
internacionales. Permítanme compartir algunos párrafos de mi libro Simón
Bolívar: ideología y método de emancipación de Nuestra América. [1]
A su
amigo Guillermo White, escribió desde San Cristóbal el 26 de mayo de 1820, unas
notas reflexivas sobre las metas más anheladas de la lucha emancipadora, mismas
que sólo se legitimaban por su contenido humanista y progresista: “No hay
libertad legítima sino cuando ésta se dirige a honrar la humanidad y a
perfeccionarle su suerte. Todo lo demás es de pura ilusión, y quizás de una
ilusión perniciosa”.
Veía
así su compromiso con el orbe, a pesar de saber que nuestra especificidad nos
obligada a diseñarnos un nuevo sistema de vida nunca antes concebido. Es lo que
hemos acuñado en el juego de palabras: el Nuevo
Mundo crea un Mundo Nuevo.
La
Doctrina Bolivariana sobre las relaciones internacionales, cuenta con un sinfín
de máximas principistas que la definen y que la proyectan en los tiempos con
una vigencia inobjetable. Una en particular que explica fenómenos geopolíticos
de otrora y de la contemporaneidad, es aquella que establece: “Las enemistades
entre naciones nacen del deseo de preponderancia y no del sistema de gobierno”.
(Carta a Santander. Quito, 6 de diciembre de 1822).
Tal es la Doctrina
Bolivariana en el plano internacional, que, junto al concepto del Equilibrio
del Universo, redondea la posibilidad de un mundo amante de la paz y la cooperación
para el progreso equitativo de las naciones.
El
desiderátum de esa vida virtuosa dedicada a la emancipación de los pueblos, aspiraba
coronar una sola ambición suprema, de la cual dependían todos los sueños por
realizar: “La paz será mi puerto, mi gloria, mi recompensa, mi esperanza, mi
dicha, y cuanto me es precioso en este mundo”.
IV
No es
un tiempo grato para la atribulada humanidad. Lo peor del humano cruel se está
manifestando sin ningún pudor ni conmiseración ante la impotente burocracia
multilateral que nada hace para detener a la bestia nazi-sionista desatada.
Venezuela
presente en Kazán, es un aporte moral inmenso, una contribución altruista
invaluable, más allá de lo concreto que en bienes estratégicos representa.
Deseamos
que los pueblos se hermanen en busca del bien común, y somos conscientes de la
historia de las desigualdades y el afán hegemónico que lo impiden. Pero donde se
haga un llamado a “hacer humana la humanidad”, allí estará la Revolución
Bolivariana, aunque sea navegando del Orinoco al Volga.
Yldefonso
Finol
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