Venezuela en la vanguardia antifascista
Un engendro
maléfico ha resurgido del averno: el fascismo, o nazismo, en su versión germana.
El papel de genocida compulsivo que antes encarnó la Alemania de Hitler, hoy lo
patentiza con horripilante impunidad la Israel de Netanyahu, esa maquinaria de
muerte creada por el sionismo imperialista inglés y estadounidense para invadir
Palestina y problematizar el Medio Oriente; porque eso es Israel: un proyecto
colonialista con patente para masacrar, perpetrar genocidio, imponer apartheid,
promoverse como supremacía racial-religiosa, y desarrollar el más aberrante
régimen terrorista con el armamentismo como estrategia de sojuzgamiento de los
pueblos vecinos, particularmente la nación árabe, contra la cual han creado -para
despojarla- todos los prejuicios y estigmatización a través del aparato
comunicacional hegemónico de los imperialismos occidentales.
Esta es
la paradoja (simbólica) más absurda de la humanidad actual.
El neofascismo
también viene creciendo en Europa por medio de partidos políticos de derecha
que se jactan de ser herederos de las dictaduras y autocracias impuestas a
sangre y fuego la primera mitad del siglo XX; esas mismas que provocaron las
dos conflagraciones imperialistas, en la segunda de las cuales, se ensañaron
rabiosamente contra los pueblos soviéticos. Se trata de proyectos retrógrados
que se solazan en la xenofobia, la negación de derechos, la invocación de
manidos clichés anticomunistas o contra cualquier forma de izquierda, a la que
aspiran exterminar.
En Nuestra
América no han faltado estas atroces experiencias, recordemos la Operación
Cóndor, donde se agruparon dictaduras pitiyanquis genocidas de sus propios
ciudadanos. Hoy, en pleno siglo XXI, vemos el posicionamiento de megalómanos
psicópatas como Milei en la presidencia de Argentina, y -antes- un Bolsonaro en
Brasil, un Noboa en Ecuador, Bukele en El Salvador, y las soterradas fuerzas
oscurantistas del santanderismo neogranadino acechando la frágil democracia
progresista intentada por el presidente Petro, quien acaba de denunciar un
golpe de Estado en marcha.
Venezuela
Bolivariana sabe de esas embestidas. El fascismo criollo ha intentado por todas
las vías derrocar el orden constitucional y someter el país a la recolonización
yanqui. Las acciones criminales activadas desde el domingo 28 de julio, como
parte del plan de desconocimiento del triunfo claro del candidato bolivariano
Nicolás Maduro, los ataques eléctricos, cibernéticos y, en simultáneo, el
despliegue de bandas delictivas, constituyeron elementos claves del plan
fascista para asaltar el poder mediante la estrategia del “caos constructivo”
justificador de la intervención militar extranjera.
Pero esta
Venezuela Bolivariana ha aprendido mucho en la resistencia popular a dos
décadas de ataques oligárquico-imperialistas. El golpe de estado de 2002 contra
el Comandante Chávez lo vencimos en 47 horas, y esta violencia fascista de
julio 2024 quedó desarticulada en día y medio. Lamentable el saldo de vidas
humanas que dejaron a su paso los “comanditos”; doblemente martirizadas cuando
la mediática antibolivariana usa esas víctimas para acusar al Gobierno, siendo
que fueron homicidios cometidos por las pandillas derechistas, pagadas por la franquicia
terrorista lacaya de los gringos.
Superadas
las horas aciagas de violencia con que quisieron destruir la estabilidad
alcanzada con el liderazgo del Presidente Nicolás Maduro -tras una década de
guerra híbrida que mermó gravemente el Ingreso Nacional e implicó la trama de
un fantoche “gobierno interino” que facilitó el saqueo de valiosos activos venezolanos-,
nuestro país pasó a la ofensiva creativa al convocar la iniciativa política más
trascedente de los últimos tiempos: el Congreso Mundial contra el Fascismo,
Neofascismo y expresiones similares, realizado en Caracas los días 11 y 12 de
septiembre, con un esfuerzo extraordinario que logró reunir en tiempo récord más
de mil delegaciones de 91 países.
Y como
resultado de este histórico Congreso, la creación de la Internacional
Antifascista que ya aglutina las más representativas voluntades democráticas y
solidarias del planeta. Actualmente se prepara una agenda de encuentros de
parlamentarios (4 y 5 de noviembre), jóvenes (finales de noviembre), y otros
sectores sociales que irán enriqueciendo el accionar coordinado de las fuerzas
humanistas que detendrán el fascismo como amenaza a la paz y convivencia
universal.
La Diplomacia
Bolivariana de Paz continuó su avanzada por la verdad en la Asamblea General de
Naciones Unidas, escenario que la transnacional antibolivariana pretendía
convertir en matadero de nuestra legitimidad. ¡Vaya chasco se llevaron! Sólo un
grupúsculo de gobiernos sumisos a Estados Unidos corearon su falaz cacareo cuestionando
nuestra soberanía electoral, sin ningún efecto en el mundo libre de tutelas
imperiales.
La voz
de Venezuela, llevada por nuestro Ministro del Poder Popular para Relaciones
Exteriores, Yván Gil, en representación del Jefe de Estado, Nicolás Maduro, sonó
alta, afinada y clara, con la irreductible dignidad de la Patria de Bolívar y
Chávez, la que nunca se rinde, la fraterna con los pueblos, la que sueña, lucha
y trabaja por una mejor humanidad.
Impresionante
multiplicidad de encuentros bilaterales y multilaterales con gobiernos amigos
de Venezuela que representan en conjunto al 90% de la población mundial, más
del 80% de los Estados miembros de la ONU, y las economías productivas
emergentes que mueven el mercado global de energías, alimentos, manufacturas, equipos
industriales y tecnologías. Siempre hablando del bien común y el buen vivir de
los pueblos, nunca fraguando daños a nuestros semejantes, como si hacen con
descaro nuestros enemigos, esos que amasan sus negocios con la guerra y el
expolio.
Nuestra
Venezuela ha dado agigantados pasos al frente en defensa de la humanidad, al
convocar y constituir la Internacional Antifascista, que es decir
antiimperialista, antisionista, anticolonialista.
Es el
valor de ser una República Bolivariana, a veinticinco años de la indestructible
Constitución Nacional de 1999. ¡Victoria tras victoria, Patria querida!
Yldefonso
Finol
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