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DE ENERO 2025: LECCIONES DESDE NUESTRA GESTA LIBERTADORA
I
Lección
Primera
“Mucho
tiempo hace que nuestra divisa ha sido triunfar o morir, aunque no es morir
evitar la ignominia y la venganza de nuestros enemigos. Siempre seremos
víctimas si no vencemos.” (Simón Bolívar en carta al General en Jefe Rafael
Urdaneta, Purificación, 1° de enero de 1829)
Sentencia
el Hombre de las Dificultades: “Es una cosa inaudita que se llame liberal (democrático)
el partido que abre las puertas a los enemigos de la nación”.
Hay
que vencer porque sí, cada día, cada instante. El 10 de enero de 2025 no
debemos dejarnos sorprender por traiciones tipo Fernández Vinoni en el Puerto
Cabello de 1812, por Caballos de Troya, ni por una mosca en el plato de sopa.
Las fuerzas patrióticas todas, en vigilia y disposición combativa, debemos
tratar como enemigo a cualquier “partido” que intente abrir “las puertas a los
enemigos de la nación”.
Como
proclamara José Félix Ribas en una hora decisiva de nuestra gesta emancipadora:
“No podemos optar entre vencer o morir, necesario es vencer”.
II
Lección
Segunda
“A
pesar de nuestras protestas, de nuestra moderación, de nuestra generosidad, y
de la inviolabilidad de nuestros principios… se nos bloquea, se nos hostiliza,
se nos envían agentes a amotinarnos unos contra otros, y se procura
desacreditarnos entre las naciones para oprimirnos…Sin hacer el menor aprecio
de nuestras razones, sin presentarlas al imparcial juicio del mundo, y sin
otros jueces que nuestros enemigos, se nos condena a
una dolorosa incomunicación con nuestros hermanos; y para añadir el
desprecio a la calumnia se nos nombran apoderados, contra nuestra expresa
voluntad, para que en sus Cortes dispongan arbitrariamente de nuestros
intereses bajo el influjo y la fuerza de nuestros enemigos.” (Declaración
solemne de la Independencia por el Congreso de Venezuela, 5 de julio de 1811)
Lo
expresado en la Declaración de Independencia parece redactado para el presente.
No es casual. Esta lucha del siglo XXI, que nos ha traído victoriosos con
inmensos sacrificios al 10 de enero de 2025, es la misma que iniciaron nuestros
Próceres en el despegue de la Gesta Independentista, continuación de la
resistencia originaria del primer guerrero que enfrentó a los invasores
colonialistas y de las sublevaciones de los africanos esclavizados por los
europeos en estas tierras. Es la épica bolivariana reivindicada por el
Comandante Eterno Hugo Chávez, que delegó en el Presidente Nicolás Maduro el
mando de la Revolución Venezolana.
No
hay espacio para el titubeo ni el chantaje con las prostituidas trampas de la
falacia imperialista de la “democracia” y los “derechos humanos”: ellos que son
sus principales violadores.
Si
“nuestros hermanos” (gobiernos de países vecinos en geografía), nos condenan “a
una dolorosa incomunicación” (como ya lo han hecho con el malnacido y extinto
Grupo de Lima), lamentamos que se arriesguen a quedar sin dignidad por servir a
quien los quiere serviles. Siempre en los pueblos hay una reserva de honor y
vergüenza.
Recordemos
al gran bolivariano cubano José Martí: “En el mundo ha de haber cierta cantidad
de decoro, como ha de haber cierta cantidad de luz. Cuando hay muchos hombres
sin decoro, hay siempre otros que tienen en sí el decoro de muchos hombres.”
Aquella
Primera República instituida por tan magnífica Declaración, sucumbió por
ingenua. Bolívar hizo su autocrítica en el Manifiesto de Cartagena: Venezuela
adoptó un sistema tolerante, lo que resultó fatal. La falta de una concepción
revolucionaria coherente con el reto planteado, trajo consigo la creación de
“Repúblicas aéreas”, que “han procurado alcanzar la perfección política,
presuponiendo la perfectibilidad del linaje humano”. Humanismo romántico que
aún persiste en muchos (a pesar que los humanos israelíes cometen -bestialmente-
la barbarie más atroz del siglo XXI ante la mirada indiferente de miles de
millones de humanos idiotizados por el mercado capitalista global).
Se
permitió la impunidad de los delitos de Estado, cometidos por los “españoles
europeos”, funcionarios de altos cargos del poder político, militar y
religioso. Se perdonaba el delito de lesa patria: “a cada conspiración sucedía
un perdón”, incurriendo en lo que Bolívar calificó como “clemencia criminal”. A
estas debilidades político-ideológicas, había que sumar las rivalidades arribistas
que nunca cesan por la ambición individualista (siempre tan dañina).
En
la contemporaneidad internacional, ha quedado demostrado que no es la excesiva
generosidad (obsequiosidad) la que genera solidaridad recíproca. El
pragmatismo, los “intereses” (del imperialismo y las oligarquías), es lo que
predomina en la clase política latinoamericana. No la identidad común,
histórica, ideológica, cultural, ni el devenir de los pueblos. (Experiencias
como la ALBA marcan una diferencia esperanzadora, siendo ésta el núcleo duro de
la anhelada unidad de Nuestra América)
Más
aún, el hecho de proclamar el sistema de los valores altruistas profesados por
nuestra estirpe fundadora de la nacionalidad, nos otorga la fuerza espiritual
para defender con mayor contundencia los espacios de dignidad colectiva
alcanzados por el pueblo bolivariano, esa reserva moral de la América mestiza
que no se deja doblegar.
III
Lección
Tercera
El
20 de agosto de 1818, el Libertador Simón Bolívar rebatió las groseras
pretensiones del representante yanqui Juan Bautista Irvine, con quien mantuvo
un duelo epistolar por el contrabando de armas que las fragatas gringas Tigre y
Libertad traían para los realistas por el Orinoco, y que fueron capturadas in
fraganti por nuestra naciente Armada Republicana y confiscadas por el Gobierno
Bolivariano de Venezuela constituido en Angostura: “Si es libre el comercio de
los neutros para suministrar a ambas partes los medios de hacer guerra, ¿por
qué se prohíbe en el Norte? ¿Por qué a la prohibición se le añade la severidad
de la pena, sin ejemplo en los anales de la república del Norte? ¿No es
declararse contra los independientes negarles lo que el derecho de neutralidad
les permite exigir? La prohibición no debe entenderse sino directamente contra
nosotros que éramos los únicos que necesitábamos protección. Los españoles
tenían todo cuanto necesitaban o podían proveerse en otras partes…Mr. Cobbett
ha declarado en su semanario la parcialidad de los Estados Unidos a favor de la
España en nuestra contienda. Negar a una parte los elementos que no tiene y sin
los cuales no puede sostener su pretensión cuando la contraria abunda en ellos,
es lo mismo que condenarla a que se someta, y en nuestra guerra con España es
destinarnos al suplicio, mandarnos a exterminar”.
Las
notas hipócritas y prepotentes del espía yanqui no se hicieron esperar, pero
serían revolcadas por la pluma encendida del más ilustre venezolano: “protesto
a usted que no permitiré que se ultraje ni desprecie el Gobierno y los derechos
de Venezuela. Defendiéndonos contra la España ha desaparecido una gran parte de
nuestra población y el resto que queda ansía por merecer igual suerte. Lo mismo
es para Venezuela combatir contra España que contra el mundo entero, si todo el
mundo la ofende”.
El
10 de enero de 2025 cada patriota bolivariano debe estar imbuido de ese
espíritu del Libertador, con absoluta disposición combativa y celo extremo ante
cualquier asomo de engaño, dilación, ofensa, maniobra del enemigo frontal, y de
los que se dicen “neutros”.
IV
Lección
Cuarta
El
“diplomático” estadounidense William Henry Harrison penetró a la elite bogotana
y la puso al servicio del plan intrigante de su gobierno. El 7 de septiembre de
1829 develó sus augurios contra el proyecto liderado por Bolívar: “El drama
político de este país se apresura rápidamente a su desenlace”. Desde Washington
azuzaron las jugadas para que la traición fuese la sepulturera del sueño
bolivariano: “Pero su confianza será su ruina (decía Harrison sobre El
Libertador). Una mina ya cargada se halla preparada y estallará sobre ellos
dentro de poco”.
Este
lenguaje tan tajante sólo lo usa quien está muy metido en los detalles de la
conspiración, tanto, que puede describir cual cronista los pormenores más
íntimos de la operación desestabilizadora: “Obando (José María, organizador del
magnicidio contra Antonio José de Sucre) se encuentra en el campamento de
Bolívar seduciendo a sus tropas. Córdova ha seducido al batallón que está en
Popayán y se ha ido al Cauca y Antioquia, las cuales están maduras para la
revuelta…Se distribuye dinero entre las tropas, sin que el gobierno tenga
todavía conocimiento de estos movimientos”, informaba el espía en sus
reportes.
La
diplomacia estadounidense no sólo se limita al funcionariado del Departamento
de Estado. En toda su existencia, ese país, ha involucrado al empresariado,
algunos mandos militares (caso Laura Richardson, ex jefa del Comando Sur,
haciendo una intensa “diplomacia” belicista con marcado acento antivenezolano), sectas religiosas, personalidades influyentes
(académicos, artistas, deportistas, predicadores), viajeros furtivos,
organizaciones “no gubernamentales” (algunas han crecido exponencialmente de
manera extraña), en la compleja red de sojuzgamiento internacional que tejieron
desde aquellos umbrales decimonónicos, cuando emprendieron su plan imperialista
radicalmente antibolivariano.
El
historiador bogotano Indalecio Liévano Aguirre, señaló ese entramado gringo
creado para obstaculizar la gran misión del Libertador: “El siniestro Joel
Poinsett en México, Anderson en Bogotá y
William Tudor en Lima, por sólo citar los principales, organizaron
entonces una verdadera red de intrigas, intrigas que se orientaban a ofrecer
toda clase de estímulos al espíritu regionalista y a las rivalidades de las
distintas Repúblicas hispanoamericanas… dizque amenazadas por los proyectos
cesaristas del general Bolívar. Esta clase de razonamientos encontró eco en las
oligarquías criollas”.
Nada
que venga de ese Estado sin nombre, genocida desde su ocupación por
anglosajones, es de fiar. “Ni tantito así”, decía El Che. Bolívar lo visualizó
entre el torbellino de sucesos que le tocó enfrentar. El 25 de mayo de 1820, le
escribió a José Tomás Revenga: “Jamás conducta ha sido más infame que la de los
norteamericanos con nosotros”.
En
1826 todavía los barcos norteamericanos contrabandeaban armas para los
realistas. Bolívar advirtió el 13 de junio al vicepresidente: “yo recomiendo a
usted que haga tener la mayor vigilancia sobre estos (norte) americanos que
frecuentan las costas; son capaces de vender Colombia por un real”. Nunca se
dijo más claro.
Del
26 marzo 2020 a diciembre 2024: de Guaidó a Edmundo, y el espectro de Maligna.
EE.
UU. ofrece una recompensa de 15 millones de dólares por capturar a Nicolás
Maduro. Legisladores estadounidenses buscan ampliar de 15 a 100 millones de
dólares la recompensa por la captura del presidente Nicolás Maduro. Grupúsculo
(cinco tipos) seguidor de la banda terrorista de María Machado pide
intervención militar contra Venezuela y aumento del “premio” por la cabeza del
Presidente Maduro. La Machado clama a Biden y Netanyahu por una invasión a
Venezuela, como la de Gaza, humanitaria.
El
fiscal general de Estados Unidos, el país más narco del Universo, presentó
cargos por narcotráfico contra el presidente de Venezuela, el país más exitoso
en control, prevención y persecución del narcotráfico. Entonces comienzan a
aparecer unos gendarmes, militares activos, agentes encubiertos, camuflados de
viajeros “enamorados”. Pero no traen flores, ni serenatas. Traen cargamentos de
armas de fabricación gringa, diseñadas para asaltos urbanos, acciones tácticas
ofensivas, sicariatos, magnicidios.
¡Bien
por la inteligencia social de nuestro pueblo y nuestros patrióticos cuerpos de
seguridad!
Sigamos
elevando el nivel de la vigilancia revolucionaria.
V
Lección
Quinta
Carta
de Jamaica: “Seguramente la unión es la que nos falta para completar la obra de
nuestra regeneración. Sin embargo, nuestra división no es extraña, porque tal
es el distintivo de las guerras civiles formadas generalmente entre dos
partidos: conservadores y reformadores. Los primeros son, por lo común, más
numerosos, porque el imperio de la costumbre produce el efecto de la obediencia
a las potestades establecidas; los últimos son siempre menos numerosos, aunque
más vehementes e ilustrados. De este modo la masa física se equilibra con la
fuerza moral, y la contienda se prolonga siendo sus resultados muy inciertos.
Por fortuna, entre nosotros, la masa ha seguido a la inteligencia. Yo diré a Usted
lo que puede ponernos en actitud de expulsar a los españoles y de fundar un
gobierno libre: es la unión, ciertamente; más esta unión no nos vendrá por
prodigios divinos sino por efectos sensibles y esfuerzos bien dirigidos.”
Unidad
en la convicción revolucionaria, en la salvaguarda de la soberanía y
autodeterminación de nuestras naciones, en la claridad de que los imperialismos
nos quieren sumisos para expoliarnos y sojuzgarnos. Los gobiernos lacayos y “tibios”
nos dan la espalda. Se juntan al coro injerencista y conspirador de los neofascistas.
La geopolítica es muy compleja, dialéctica, y hoy Venezuela tiene grandes aliados
en países lejanos -y poderosos-, aunque en el vecindario pululen miserias humanas
por adicción al servilismo. Invoquemos -como Chávez y Maduro- al Protector de
Pueblos Libres José Artigas, quien, en carta dirigida a Martín Güemes el 5 de
febrero de 1816, afirmara: “Nada podemos esperar si no es de nosotros mismos”, por
lo que “es forzoso que nuestros esfuerzos sean vigorosos”, concluía el caudillo
oriental.
Y
la única unión sincera y duradera se basa en el valor de la lealtad: comunión
de principios, visión semejante, respeto por la promesa jurada, fe en una
esperanza compartida, honor en la acción, veneración por el bien común. Entonces
volvemos a Urdaneta.
El
18 de mayo de 1813, Rafael Urdaneta, natural de Maracaibo, Venezuela, actuando
como Sargento Mayor, Comandante del Batallón Número 3º de la Unión, en el
Ejército del Norte de la Nueva Granada, bajo las órdenes del Coronel Manuel
Castillo, ante la insubordinación de este jefe y otros oficiales granadinos
como el Sargento Francisco de Paula Santander, que ponían al borde del fracaso
la operación que el Coronel Simón Bolívar, jefe de la expedición, se proponía
sobre Mérida y Trujillo, la cual fue autorizada por el Presidente del Congreso
de la Unión, Camilo Torres; el Teniente Coronel graduado Rafael Urdaneta tomó
la iniciativa de dar un espaldarazo a la jefatura de Simón Bolívar y a la
pertinencia de su plan para liberar a Venezuela. En consecuencia, manifestó:
“General: si con dos hombres basta para emancipar la Patria, pronto estoy a
acompañar a Usted.”
Y
vivió para honrar esa palabra empeñada.
Rafael
Urdaneta se resteó con Bolívar en el debate del Decreto de Guerra a Muerte, en
la defensa suicida de Valencia contra las embestidas de las hordas de Boves, en
la recomposición del Ejército tras la derrota de la Segunda República, en la
recuperación de Cundinamarca dividida de la Unión Granadina, enfrentando la
jugada del Congresillo de Cariaco donde logró sumar a Sucre al partido
bolivariano, en la formación de la Tercera República en Angostura, haciendo
diplomacia a finales de 1820 en Trujillo con los delegados de Pablo Morillo
para el Tratado de Regularización de la Guerra y Armisticio, en el plan secreto
para liberar Maracaibo el 28 de enero de 1821, constituyendo la tercera parte
del ejército que luchó en Carabobo, en las operaciones militares de la Campaña
del Sur, en la defensa y protección de Manuelita Sáenz, en los momentos
difíciles de la Convención de Ocaña, en la Noche Septembrina rescatando Bogotá
de manos de los complotados, en los juicios a los traidores, desmontando las
calumnias que se urdieron para mancillar la gloria del Libertador (como esa de
querer coronarse), en la hora de su partida hacia no se sabe dónde, retomando
el poder el 5 de septiembre de 1830 para que Bolívar regresara a gobernar lo
que quedaba de Colombia, y más allá de la muerte, en la repatriación a Caracas
de sus restos inmortales, la reivindicación política de su lugar en la Historia
Patria, en la fundación de la Sociedad Bolivariana.
Así
debemos ser las bolivarianas y los bolivarianos de hoy y siempre. La traición,
la deslealtad, la ingratitud, la hipocresía, son antibolivarianas.
VI
Lección
Sexta
De
Bomboná a las Sabanas de Ibarra
Después
que el comandante realista de Pasto, Basilio García, se vio obligado a
capitular ante Bolívar tras el costoso triunfo patriota en Bomboná (7 de abril
de 1822), tuvo que ir Sucre en diciembre de ese año a pacificar la ciudad que
se volvió a rebelar a favor de la monarquía española, esta vez encabezada por
Benito Boves y Agustín Agualongo, sanguinarios fanáticos del Rey.
Dejemos
que sea el propio Libertador quien -según correspondencia a Basilio García- nos
ilustre en este asunto: “Es por última vez que dirijo a Vuestra Señoría
palabras de paz. Muchos pasos he dado para evitar a Usted, a esa guarnición y
al desgraciado pueblo de Pasto, todos los horrores de la guerra; pero la medida
de la obstinación ha llegado a su colmo, y es necesario, o que Usted, esa
guarnición y el pueblo de Pasto entren por una capitulación honrosa, útil y
agradable, o que se preparen a vencer o morir. Nosotros tenemos derechos para
vindicar las infracciones que hicieron en el armisticio de Trujillo; tenemos
derecho para tomar represalias por el asesinato cometido contra el teniente
coronel Simón Muñoz, ordenado por Usted, aconsejado por sus consejeros y
cubierta con la más infame hipocresía por algunos jefes y oficiales de esa guarnición,
no permitiendo siquiera que exhumase su cadáver para que se enterrase en
sagrado, por ser excomulgado, como lo ordenó don Miguel Retamal. La muerte de
ese individuo está tan calificada, que ya Usted no tiene poder ni aun para
destruir a todos los testigos del caso. Tenemos derecho para vengar el
asesinato de nuestro hospital de Miraflores. La muerte de nuestros enfermos en
la Cuchilla del Tampo, el capitán Ledesma y tres más de sus compañeros,
asesinados después de rendidos; el asesinato vil y atroz de muchos de nuestros
retrasados y enfermos que hemos visto atados a árboles y decapitados. Tenemos
derecho para tratar a todo el pueblo de Pasto como prisioneros de guerra,
porque todo él, sin excepción de una persona, nos hace la guerra, y para confiscarles
todos sus bienes como pertenecientes a enemigos. Tenemos, en fin, derecho a
tratar a esa guarnición con el último rigor de la guerra, y al pueblo para
confinarlo en prisiones estrechas, como prisionero de guerra, en las plazas
fuertes marítimas, y todo ese territorio secuestrado por cuenta del fisco… Si
Usted lo que desea es esta suerte a las tropas y pueblos de su mando, bien
puede contar con ella; y si Vuestra Señoría quiere evitar una catástrofe
semejante, tiene que reconquistar a Colombia, o someterse a una capitulación.”
Como
pueden ver en esta carta del Libertador del 23 de mayo de 1822 al Coronel
Basilio García, los desmanes cometidos por los monárquicos contra tropas
enfermas, heridas y presas, le otorgaban al ejército patriota el derecho de
defensa con proporcional violencia, pero la magnanimidad bolivariana tendía un
puente de paz para evitar males mayores, toda vez que en este momento la
superioridad bélica del Ejército Libertador se hacía sentir como poder
disuasivo contundente.
El
Comandante de Pasto acepta la Capitulación y cede la plaza el 6 de junio de
1822. Dos días después Bolívar entró en Pasto. Pero ya en septiembre los
reductos realistas liderados por el teniente coronel Benito Remigio Boves
(dicen que sobrino del José Tomás), se alzan y apoderan de nuevo de la zona de
Los Pastos, causando daños a las pequeñas guarniciones republicanas y
apoderándose de pertrechos hasta formar una fuerza significativa que se
enseñorea con la ciudad. Es entonces que El Libertador, pasados apenas un par
de meses de la entrevista con San Martín, preocupado por los estratégicos
asuntos del Perú, envía a Sucre a sofocar la reciente inestabilidad surgida en
Pasto, y como era su costumbre, cumplió la misión con brillante exactitud. Sólo
la mezquindad del santanderismo que se apoderó de Colombia tras la muerte del
Libertador, pudo poner a rodar la leyenda de una supuesta “Navidad Negra”, para
mancillar la memoria del inmaculado Mariscal de Ayacucho.
Año de 1823. Bolívar estaba en Guayaquil pendiente del
Perú; ya había enviado a Sucre con parte del Ejército. Esta noticia la
conocieron los testarudos realistas de Pasto que no habían aprendido ni de la
magnanimidad de la Capitulación post Bomboná, ni del jalón de orejas que les
dio Sucre en diciembre de 1822. Pues se alzaron otra vez, con los coroneles
Estanislao Merchán Cano y Agustín Agualongo, como jefes político y militar
respectivamente.
Estos jefes realistas lograron vencer al General Juan
José Flores, lo que prendió las alarmas porque de seguro esa victoria los
animaría a intentar más tropelías contrarrevolucionarias.
La
batalla debía darse en las condiciones más favorables para la Patria, toda vez
que en los combates antes, durante y después de Bomboná, la experiencia
indicaba que el terreno jugó en pro del enemigo, que sabía aprovechar al máximo
su carácter montañés y la inutilización de la caballería. La táctica correcta
debía aplicarse atrayendo al enemigo hacia un campo más llano. En este aspecto
la arrogancia de los fanáticos monarquistas contribuyó mucho a su fracaso, ya
que, creyendo desguarnecida a Quito, quisieron seguir hasta reconquistarla. En
el camino, debían pasar por tierras planas, y allí les preparó Bolívar el
epílogo de aquella confrontación que estaba latente desde el 7 de abril de 1822
en las faldas del volcán Galeras.
El Libertador sólo logró reunir unos mil quinientos
soldados, de los cuales una cuarta parte se consideraba con experiencia, el
resto eran reclutas y milicias de los pueblos vecinos de Quito. Pero bien lo
enseña el Arte de la Guerra, el General ya conocía esos caminos, conocía la
soberbia del enemigo, y tenía con él la doctrina, esa poderosa energía
creadora, que hacía que los hombres le siguieran con confianza y
convicción.
Vicente Lecuna, en su obra Bolívar y el arte militar,
resume la contienda: “Cuando ya los pastusos se habían esparcido por esos
lugares, el Libertador entrando el 17 de julio de 1823 por la pica desusada de
Cochicaranqui, los sorprendió y aunque se reunieron y opusieron resistencia
fueron batidos y destrozados por la caballería, favorecida por la naturaleza
del terreno. El desquite por los destrozos de Bomboná fue completo: en el suelo
quedaron 550 muertos y 120 heridos de los realistas.”
La
violencia fascista preparada desde Estados Unidos y desatada la noche del 28 de
julio, a través de sus agentes Machado-González Urrutia and Co. (la primera huida
y el segundo “capitulado”, y marchado a España como Basilio García), cobró
decenas de víctimas, como ocurrió antes con las guarimbas e intentos de Golpe
de Estado. Derrotados, controlados y desarticulados los grupos criminales, de
inmediato, en total sincronía, se activó la canalla político-mediática para
desconocer nuestro soberano acto electoral.
Si
los enemigos de la Revolución Bolivariana no aceptaron su derrota el 28 de
julio de 2024 como los fanáticos realistas en la Batalla de Bomboná, entonces
hay que consolidar la victoria con un 10 de enero de 2025 que les recuerde la
Batalla de Ibarra.
Yldefonso
Finol
Militante
Bolivariano