miércoles, 17 de septiembre de 2025

PELIGROSO MOMENTO SUBJETIVO: EL FIN DEL HUMANISMO

 


PELIGROSO MOMENTO SUBJETIVO: EL FIN DEL HUMANISMO

Toda la existencia ocurre en dos dimensiones: la material y la inmaterial. En estos dos planos transcurren las contradicciones esenciales que crean el espacio-tiempo a la naturaleza y a la sociedad. La una preexiste a la otra, a la que generó a través del humano. La primera puede existir independientemente de la segunda, pero no a la inversa, la sociedad no puede existir sin la naturaleza, aunque puede transformarla permanentemente, incluso destruir parte importante de ella, hasta las condiciones que permiten la propia vida. Aquí sonamos a un bemol de Enrique Dussel, porque el humano es en primera instancia biológico, es una mínima parte de la naturaleza como totalidad abarcadora de la existencia. Sin circulación sanguínea no hay cerebro que funcione, ni ideas que liberen. Y no por minúscula deja de ser la criatura más peligrosa y problemática de la Madre Natura. 

Naturaleza y sociedad (lo específicamente humano), se explican por lo permanente que es el movimiento, los cambios gestados por las contradicciones (dialécticas) rigen los hábitats “del cielo y la tierra”, las relaciones del humano con el entorno natural y entre sí, las relaciones sociales de producción, el Oikos-nomos, donde el trabajo creador sintetiza las características del humano como sujeto transformador del mundo material, creador/portador del inmaterial, generador del conocimiento, y actor (consciente o no) de la construcción societaria.

La espiral que tiene su punto de partida en la comunidad originaria, el espíritu gregario, la propiedad colectiva, es violentamente sacudida por la confrontación de otros que temen la diferencia superficial y sienten el poder de la apropiación de los bienes del otro y hasta de su persona. Estado nación etnocéntrico, esclavitud, imperios, feudalismo, capitalismo, imperialismo, y, en cada etapa, luchas de los oprimidos por su emancipación, guerras de invasión y resistencias de liberación. La espiral no se detiene, el humano no le da receso, ni las condiciones objetivas se aquietan solas. No se domestican los saltos de las fuerzas productivas, ni el afán de predominio de la categoría determinante del actual modelo civilizatorio: el capital.

Instituciones que fueron forjadas durante siglos por las fuerzas sociales que propugnaron en el mundo a favor de derechos, ciudadanía e igualdades (extraviadas), están siendo destruidas en estos momentos por poderes que se aferran a hegemonías impuestas en el pasado que parecen deshacerse, por instrumentos de esos poderes que pretenden erigirse superiores, herederos del mercantilismo con el que acumularon bienes (materiales e inmateriales) productores de riqueza, invadiendo, causando genocidios, colonizando, esclavizando y robando pueblos por todo el planeta.

Europa -a la cola de USA- ha asesinado la política, sustituyéndola por lobistas recaderos de las empresas transnacionales. Estados Unidos ha declarado -de hecho- el fin de la diplomacia. Israel -apoyado por los dos prenombrados- exterminó el humanismo. Tal es el caos del que intentan partir para recolonizar la humanidad, suprimiendo -con los veloces y eficaces nuevos medios de alienación- los sentimientos y la conciencia de una especie humana solidaria y no sumisa.

El ADN de la formación social dominante es la propiedad, con énfasis en la propiedad privada de los medios de producción a partir de la modernidad eurocentrada. El capital, que es la acumulación de esas propiedades en una elite violenta y engañosa, necesita que la población no propietaria, le sea servil, de manera que su fuerza de trabajo entre también en el inventario de lo apropiado por el entramado capitalista. De allí que el marxismo plantee que la historia de las sociedades se desarrolle según el principio de la lucha de clases: “La historia de todas las sociedades hasta nuestros días, es la historia de las luchas de clases”, dicen los autores del Manifiesto Comunista, Carlos Marx y Federico Engels.

Obviamente, los debates sobre el contenido total del Manifiesto durante estos ciento setenta y siete años, han sido muchísimos y muy profundos; lo cierto es que más allá de los determinismos cuestionados al llamado “marxismo ortodoxo”, el aporte del paradigma marxista, el materialismo histórico, sigue siendo una herramienta relevante para el análisis de los procesos socioeconómicos en el devenir de los pueblos y en las relaciones geopolíticas que han predominado el ámbito internacional.

No queremos concentrar las ideas de esta disertación en las categorías del clásico análisis marxista (“condiciones objetivas” y “condiciones subjetivas”), que hemos usado en el movimiento revolucionario para debatir coyunturas y determinar -cual nigromantes- el despegue de la crisis revolucionaria, ese momento ideal donde se interceptan la curva descendente de las condiciones materiales de vida de las grandes mayorías trabajadoras con la curva ascendente de la toma de conciencia de clase y capacidad organizativa de ese pueblo y sus organizaciones políticas. También hemos incurrido en la pretensión de decretar el fin del imperialismo, como si se tratara de una pandemia controlada por una milagrosa inmunización global.

Estaríamos entrando en el concepto de “momento subjetivo” desarrollado por George Lukács, que se refiere al potencial transformador por excelencia de las condiciones subjetivas de las clases oprimidas en una sociedad históricamente determinada, que llevaría al pueblo a la acción revolucionaria autónoma para transformar las condiciones objetivas a su favor, fundando una sociedad justa e igualitaria. Este planteamiento fue calificado de “idealista”. La experiencia histórica demuestra que los estallidos populares no necesariamente derrocan el poder explotador establecido, hemos constatado casos en que, incluso, si no son masacrados por las fuerzas represivas del sistema, pueden llegar a ser manipulados por los laberínticos senderos del poder constituido. Bolívar decía: “El débil necesita una larga lucha para vencer; el fuerte, como en Waterloo, libra una batalla y desaparece un imperio.”

El asunto al que quiero invitarles a dirigir la mirada, es al hecho que nuestros enemigos, los imperialistas y las oligarquías capitalistas y terratenientes, por medio de sus aparatos ideológicos y la intelectualidad que les sirve, también ha estudiado estas teorías marxistas en todas sus versiones, como también las han infiltrado para tergiversarlas, a través de teóricos, medios de desinformación, oenegés, industria cultural y universidades, captadas y cooptadas vía financiamientos “generosos” e “inofensivas” convocatorias a becas y foros internacionales que son el deleite de muchos académicos.

Dicho esto, paso a exponer lo que motivó este texto.

Las condiciones subjetivas generales a nivel global son extremadamente peligrosas para la existencia humana (sobre las ambientales advirtió Fidel en 1992). Los imperialismos están “al borde de un ataque de nervios” (Pedro Almodóvar, 1988). Estamos claros que la conducta psicopolítica de las potencias occidentales tiene entre sus causas fundamentales las condiciones objetivas actuales, consistentes en la pérdida de la hegemonía y privilegios que amasaron tras las guerras inter imperialistas de comienzos del siglo XX, particularmente el engolosinamiento que les “enloqueció” al derrumbarse el campo socialista en la URSS y Europa del Este (“El Imperio del Mal”, en palabras de Ronald Reagan).

De ese deslave político como hecho concreto que generó unas condiciones objetivas y subjetivas desastrosas para las fuerzas populares contrahegemónicas, los imperialistas concluyeron erróneamente que podían imponer un régimen de explotación más voraz, inspirado en el credo neoliberal, que decretó el fin de las ideologías y de la historia. ¡Vaya enajenación del oráculo capitalista!

Lograron hacerlo en algunos países, “a sangre y fuego”. Pero no pudieron enjaular la globalización en el dogma del neoliberalismo; porque -además de partir de unas premisas absurdas-, la globalización se movió como creatura objetiva-subjetiva en el espacio-tiempo del desarrollo de las fuerzas productivas, demostrándose otra enésima vez que la historia continuaba como resultado de la sencilla vida común de los seres humanos y las inevitables contradicciones inmanentes al sistema capitalista, con el insoslayable componente ideológico que conlleva todo proceso social, por ende, toda acción humana.

En el ámbito internacional, la contradicción entre la autodeterminación de las naciones y la tendencia imperialista al expansionismo y el neocolonialismo (“explotados y explotadores), también le insufló combustible a la (“¿difunta”?) historia; hemos afirmado y lo reiteramos que, en esta etapa de los decadentes imperialismos, fracasada la globalización neoliberal de conformación mononuclear, el primer derecho humano es tener patria, porque esos que vendieron y siguen traficando una supuesta disminución o eliminación del Estado, son los que más fortalecen sus aparatos estatales con fines opresores, priorizando el gasto en los departamentos bélicos y conspirativos contra el pueblo trabajador de sus países y otros pueblos que no se doblegan al yugo foráneo.

Sin ninguna duda, el plan de recolonización de los territorios y la consiguiente apropiación de sus recursos, ha sido destruir Estados Nacionales por medio de la intriga y la violencia, valiéndose en muchos casos de mercenarios bajo la figura de contratistas con las que tercerizaron el negocio de las guerras de invasión. Un hito de esta práctica fue el descuartizamiento de Yugoslavia, la guerra de Kosovo, donde bombardearon a placer a la población serbia principalmente. Luego vinieron Irak, Libia, Siria, Sudán; es demasiado evidente el proyecto de desestructurar países y regiones para tomar sus riquezas por medio de pandillas armadas por las agencias de inteligencia y contrainteligencia de Estados Unidos, Inglaterra, y el Frankenstein de Asia Occidental y bisagra con África Nororiental: Israel.

Este engendro genocida enclavado en territorio ancestral palestino, que crearon con el propósito de mantener en jaque al mundo árabe y a Irán, que desde su gestación infestó la región de conflictos y violencia permanente, que las potencias imperialistas convirtieron en el más sofisticado engranaje militarista, con el arma atómica disponible en forma instantánea, la cual estuvo dispuesta a vender al régimen del apartheid en Suráfrica, es hoy una de las principales amenazas a la paz mundial y a la existencia de una “especie en extinción”.

Hace un siglo Lenin estableció cinco condiciones para definir al imperialismo como “fase superior del capitalismo”, aunque, en una de ellas no acertó, en la quinta que afirmaba: “ha terminado el reparto territorial del mundo entre las potencias capitalistas más importantes”. Pareciera no ser tan recomendable darle un uso tajante al participio pasado del verbo “terminar”, en el análisis de procesos históricos. Dos décadas después estalló la Segunda Guerra Mundial, los imperialismos se empeñaron en ese “reparto territorial”, los pueblos antes colonizados lucharon por la liberación nacional con experiencias exitosas (al influjo -entre otras- de las ideas leninistas), y todavía hoy continúa esa refriega planetaria por un mundo multicéntrico y pluripolar.

El tema que me jala a retomar el “momento subjetivo” es el esquema de valores que llevó a una parte de la humanidad a dominar y/o destruir a otros humanos, a quienes ni esa condición les reconoce. La superestructura moral que justifica la más vil y cruel opresión, los genocidios, el exterminio y el saqueo. Ese impulso “divino” que llevó a los primeros “colonos” ingleses a asesinar a millones de originarios del norte de Abya Yala, repitiendo lo que España hizo desde 1492, y que el fraile dominico Bartolomé de las Casas resumiera en conmovedor testimonio: “Mis ojos han visto estos actos tan extraños a la naturaleza humana, y ahora tiemblo mientras escribo.” [1]

Pero ese es el humano mi querido hermano Bartolomé.  

Estados Unidos se limita cada vez más a su rol de imperialismo bélico, mientras pierde terreno en su carácter de superpotencia económica y tecnológica. Esto tiene un impacto severo en el estado de ánimo de su población, convencida a lo largo de cinco siglos estar destinada por designios superiores a cumplir una misión encomendada por dios, tal como lo creyeron los invasores españoles y los nazis del Tercer Reich.

La ideología dominante, basada en exaltar y amoldar el ego, instaló una cosmovisión del egoísmo (individualismo), con el egocentrismo como pauta de ascenso social, y la egolatría como motor del etnocentrismo desde el cual se proyecta el odio a la diversidad humana, que sí es una condición cultural inmanente al desarrollo de sociedades nacionales.     

Dice Wilhelm Reich: “Nos han enseñado que la falsificación de los hechos y los enardecimientos por sugestión superficial conducen con certeza al descorazonamiento de las masas, desde que la férrea lógica del proceso histórico revela la realidad.” [2]

La elite hegemonista de Estados Unidos, Inglaterra y Europa, diseñaron y diseminaron campañas de rusofobia, islamofobia, sinofobia, xenofobia, aporofobia, en simultáneo con la promoción de políticas armamentistas, antiinmigrantes, neoliberales reduccionistas de la inversión social, recrudeciendo la represión a los movimientos sociales, eliminando derechos laborales, todo lo cual ha creado la crispación dentro de esos países y en el ámbito internacional, con el riesgo de guerras a gran escala pendiendo sobre la frágil coexistencia que “tiembla mientras escribo”.

Permítanme una pausa, no quise aburrirles. Por los momentos les dejo un fragmento de carta del cacique Powhatan al jefe de la invasión inglesa (“colonos”) John Smith: “He visto morir a dos generaciones de mi gente. Conozco la diferencia entre la paz y la guerra mejor que ningún otro hombre de mi país. ¿Por qué toman ustedes por la fuerza lo que pudieran obtener por vía pacífica? ¿Por qué quieren destruir a los que les abastecen de alimentos? ¿Que pueden ganar con la guerra? ¿Por qué nos tienen envidia?”.  

 

Yldefonso Finol

Militante Bolivariano



[1] Bartolomé de las Casas citado por Howard Zinn en la Otra Historia de los Estados Unidos, edición digitalizada Universidad Madres de la Plaza de Mayo, p 10

[2] Wilhelm Reich: Psicología de masas. Editorial Ayuso, Madrid 1972, p 8

viernes, 5 de septiembre de 2025

AQUEL BOLÍVAR DE JAMAICA, AQUEL INCREIBLE 1815

 

                                                           Ilustración de Enrique Colina

Aquel Bolívar de Jamaica, aquel increíble 1815

El Libertador comenzó el año habiendo logrado la reunificación de Cundinamarca. El 12 de diciembre de 1814 dijo a la División Urdaneta: “Para nosotros la Patria es América”. Al Gobierno General de la Nueva Granada dijo en Bogotá el 23 de enero de 1815: “Hagamos que el amor ligue con un lazo universal a los hijos del hemisferio…y que el odio, la venganza y la guerra se alejen de nuestro seno”.

Pero las diatribas le acechaban y se apartó tácticamente. Sus pensamientos y sentimientos los plasmó en Jamaica: “Nuestras discordias tienen su origen en dos copiosas fuentes de calamidad pública: la ignorancia y la debilidad. España fomentaba la una por la superstición y perpetuaba la otra por la tiranía. En el estado anterior de las cosas nuestra situación estaba reducida a la nulidad, vivíamos ajenos a todos los acontecimientos que se cumplían, extraños a la contemplación del mundo político y separados de todo lo que pudiera de algún modo ejercitar nuestra inteligencia, o dar valor a nuestras riquezas y nuestro poder.”

Bolívar en Jamaica brilló en su momento de mayor desesperación patriótica y revolucionaria. Derrochó sapiencia, cultura universal, capacidad predictiva, y sintetizó la historia en un puñado de folios: “China no manda buscar mandarines a la cuna de Gengis Khan que la conquistó”. Bolívar señaló el camino descolonizador en claves por descifrar.

Su amigo Hyslop lo auxilió porque no tenía ni unos centavos para sostenerse. Henry Cullen le escribió interpelándolo, lo que provoca esa carta inmortal del 6 de septiembre de 1815. España reconquistó Nueva Granada luego que la portentosa flota de Pablo Morillo tomó Cartagena tras un sitio implacable.  

La casera donde se hospedó al llegar lo asfixiaba cobrándole. Algunos compañeros lo acogieron en la posada donde se hallaban, un par de noches, pero de allí pasó a casa de Madame Julienne. Una lluvia torrencial impidió a Bolívar ir a buscar sus pertenencias en el albergue anterior, y eso le salvó la vida, porque su hamaca fue apuñalada ene veces por el Negro Pío, quien había sido su ayudante y los españoles captaron con dinero para cometer el asesinato. En la hamaca estaba el desafortunado Félix Amestoy, quien murió esa misma noche. El traidor Negro Pío fue enjuiciado y ejecutado el 23 de diciembre.  

La mente del Libertador no paraba de esparcir sabiduría: “Es cierto que el peso de la libertad es liviano, pero también es difícil mantenerlo en equilibrio aun en las naciones más cultas y civilizadas…El débil necesita una larga lucha para vencer; el fuerte, como en Waterloo libra una batalla y desaparece un imperio.”

La última semana de ese año casi fantástico, Bolívar estaba en Haití.  

La Carta

Recién había cumplido Bolívar sus 32 años cuando se hallaba en Kingston exiliado por evitar una guerra civil contra los saboteadores de la campaña para liberar la franja caribeña que va desde Santa Marta hasta Maracaibo. Acababa de librar exitosamente la contienda con quienes mantenían insubordinada la provincia de Cundinamarca, uno de los tantos servicios que prestó por entonces a la Nueva Granada.

Siempre muy inquieto –por naturaleza- y centrado en concebir su retorno a Tierra Firme para continuar su gesta libertaria, en Jamaica desarrolla una intensa actividad teórica y propagandística. Escribe a diario artículos, correspondencias, planes militares, todo ello orientado a conseguir apoyos para traer una fuerza a Venezuela que, estableciéndose en un territorio liberado, fuera capaz de ir desalojando al ejército español que la copaba por entonces.

Ese hombre joven aún pero ciertamente algo desgarbado, rico de cuna pero sin un centavo para mantenerse, golpeado por los dolores del amor perdido y los empellones de la política, pero con el espíritu elevado y fuerte; ese Bolívar que ya ha peleado en dos docenas de batallas y ha sorteado dos intentos de asesinarlo a traición, que ha visto perderse dos veces la natal República de Venezuela y enredarse por pugnas de sus entrañas la libertad de la Nueva Granada; ese Bolívar con sudado camisón, bigotes y patillas sin afeitar, melena crecidita y hamaca por lecho, es el que redacta en la noche del 6 de septiembre de 1815 la Carta de Jamaica.

Siempre en actitud esperanzadora y predictiva. Didáctico en la explicación, denso en el análisis, culto en la redacción. Así es su discurso. Este hombre parece elevarse a una altura epistémica, dotado de mirada telescópica para descubrir los escenarios en el ancho teatro de operaciones históricas, y de la lectura microscópica cuando se trata de escudriñar la esencia de los acontecimientos que determinan la compleja situación del continente.

 

En la Carta he detectado –empalmándola con los Manifiestos de Cartagena y Carúpano, y con el Discurso de Angostura- la aplicación de una metodología científica en la construcción del argumento: en primer lugar se desarrolla un formidable esfuerzo de memoria histórica; en segundo lugar, subyace en el acervo del autor, el conocimiento previo de las teorías científicas y filosóficas más influyentes de su tiempo; en tercer lugar, se expone una visión panorámica de la realidad internacional y sus conexiones con el propósito revolucionario que lo mueve; y en cuarto lugar, no se desdeña el componente matemático-estadístico en las definiciones de diagnóstico y soportes de la argumentación. Tal es el método científico usado por El Libertador en toda su obra, y muy especialmente, en su famosa epístola jamaiquina.

 

Repasemos algunos de los sorprendentes anuncios que hace Simón Bolívar en este texto tan representativo de su genio:

- Se nos revela como un convencido lascasiano, aunque no era de extrañar que Bolívar ya hubiese leído la obra del polémico dominico, si partimos del hecho que fue un lector voraz de todas las literaturas de su tiempo y las anteriores. Tampoco debería creerse que su maestro Rodríguez hubiere obviado la voluminosa crónica que Bartolomé de las Casas dejó como testimonio vivo de las aberraciones humanas cometidas por la invasión europea en Abya Yala. Y además de conocerle, Bolívar también desea reconocerle el aporte que Las Casas hizo a la humanidad, fundando una ciudad con su nombre: que el deseo de hacer justicia es en Bolívar una filosofía de vida.

- Asoma por primera vez su interés en el tema indígena, a los que califica como legítimos propietarios de esta tierra americana. Aunque se nota que no ha tenido un contacto directo con esa parte de la población –hecho que ocurrirá a posteriori- El Libertador sabe que su lucha histórica por la igualdad tendrá que reivindicar tarde o temprano a las primeras víctimas del coloniaje europeo. Destaca el trato traicionero y criminal que los invasores dieron en particular a los líderes de las naciones indígenas del continente, mancillando sus dignidades para humillar al colectivo que les veneraba.

- También aparece reseñada su versión original de Colombia como nuevo Estado que surgirá de la fusión de Venezuela y la Nueva Granada, con capital en un punto equidistante y con cómoda salida al mar como Maracaibo. Esta idea varió luego por las exigencias de la elite granadina y por las ventajas en la estrategia de independizar regiones más al sur, para lo que Bogotá ofrecía facilidades geográficas. Cuánto pudo influir esta decisión en la futura disolución de la Colombia original y en la caída del proyecto bolivariano, es un asunto que sólo los poderosos azares podrían explicar, aunque no se exceptúa de antemano el deseo de analizarlo desde la óptica de la especulación dialéctica de la historia.

- El Libertador entra, sin embargo, en el movedizo terreno de imaginar el futuro político de las naciones americanas; esa permanente preocupación que lo acompañó hasta sus últimos días por la necesaria unidad frente a las complejidades de las aspiraciones locales y los intereses particulares, corporativos o regionales. La diatriba entre los modelos republicano y monárquico, y entre la forma de gobierno centralizada y el federalismo. Las limitaciones que la falta de experiencia en cuestiones de gobierno imponían a una generación que se había revelado contra una estructura de poder con trescientos años de solidez indiscutible. El reto de ser originales hasta en las instituciones que debíamos darnos como pueblos nacientes, va acompañado de la angustia democrática por darle estabilidad al gobierno sin dejarse arrastrar por las tentaciones del absolutismo y la monarquía, sin descartar ni la condición electoral como fuente de legitimidad ni la posibilidad del carácter vitalicio del jefe del ejecutivo, que en ningún caso sería hereditario. Aquí queda plasmada esa otra parte fundamental de la Doctrina Bolivariana, conformada por el trípode República, Democracia y Buen Gobierno.

- Haciendo gala de su profundo conocimiento de la realidad continental y del manejo adecuado de la estadística, Bolívar realiza un viaje por la coyuntura política de cada uno de los países latinoamericanos, del estado de su lucha por la independencia y de su población, singularizando las potenciales capacidades para emerger del dominio español con éxito. Allí se ponen de manifiesto otras de las herramientas claves del método bolivariano, cuales son: el análisis situacional y la estadística.

- Visto el grandioso campo de batalla desde México a la Patagonia, sin dejar por fuera de esa patria grande las islas de Cuba y Puerto Rico, Bolívar expone con nítida convicción la imposibilidad de que España pueda sostener su imperio en Nuestra América, ni siquiera el sistema económico que había configurado sobre bases ficticias de privilegios para sí y exclusión para el resto. Reclama, eso sí, que tanto la Europa que se supone liberal y defensora del libre comercio, como los Estados Unidos, hayan permanecido indiferentes al sacrificio de los patriotas meridionales.

- Bolívar evalúa la realidad presente desde las sapiencias acumuladas por la inmensa humanidad que va desde China y Persia a los confines de Europa y América. Caracteriza con cualificada pericia sociológica que “los americanos, en el sistema español” que estaba “en vigor”, no ocupaban “otro lugar en la sociedad que el de siervos propios para el trabajo, y cuando más, el de simples consumidores”. Esta discriminación además de odiosa, constituía un freno insalvable para el progreso de nuestras naciones, toda vez que la metrópoli, se reservaba para sí toda actividad generadora de beneficios económicos y fiscales, aun las que no era capaz de llevar a cabo. Tal fue la causa de fondo del movimiento independentista continental.

- Discute la pertinencia de los distintos modelos de gobierno, la perfectibilidad de sistemas que pudieran no ser adaptables a la cosmovisión criolla americana; pugna por moderar las apetencias democráticas exageradas que pueden conducir naciones recién organizadas a desórdenes que las hagan inviables, y reflexiona sobre cuestiones tan detallistas como la magnitud de la injerencia del sector militar en los asuntos de gobierno y la dimensión territorial de las repúblicas. Concluye que esas repúblicas deben ser grandes en virtudes y ciudadanía, más que en riquezas materiales y poderes fácticos.

- Reveló también la esencial contradicción dialéctica entre reformadores y conservadores, como la confrontación de la que surgen los sistemas políticos, que serán justos y liberadores si la correlación de fuerzas favorece a los primeros, o retrógrados y opresores si se imponen los segundos. Esa ha sido la ley fundamental de la política hasta nuestros días.

 

-       Predijo la realización del Congreso de Panamá y la construcción en ese lugar del canal que comunicaría, uniendo los dos océanos, a todos los continentes.

La Carta de Jamaica representa la consagración de Bolívar como escritor, sociólogo, arqueólogo forense de nuestra historia raigal y arquitecto de la sociedad por construir. No fructificó su clamor para que las naciones ilustradas de Europa y “nuestros hermanos del Norte” nos auspiciasen con su protección y ayuda. Pero –paradójicamente- vino a conseguir esos auxilios salvadores en una pequeña república de humildes afrodescendientes que le esperaban en el vecindario caribeño para darle la mano solidaria que lo subió de manera definitiva a la nave de la victoria y la gloria universal.

 

Yldefonso Finol

Militante Bolivariano

 

miércoles, 3 de septiembre de 2025

EL MUERTO QUE SE HACE EL VIVO

 


El muerto que se hace el vivo

Para el pueblo estadounidense.

Advirtió en 1819 El Libertador Simón Bolívar en el Congreso de Angostura: “Por el engaño se nos ha dominado más que por la fuerza; y por el vicio se nos ha degradado más bien que por la superstición.” 

Trump está muerto, pero va ganando (¿popularidad?, ¿en el golf?, ¿la guerra?) Hashtags al estilo #TrumpIsDead y #WhereIsTrump proliferaron por la ola de rumores acalorada fríamente por el vicepresidente Vance: “estoy preparado para asumir el liderazgo si ocurriera una tragedia”.

Las pesadillas recurrentes con el fantasma Epstein rondan la Casa Blanca. Wall Street Journal difundió que Trump “fue informado en mayo por su fiscal general de que su nombre aparecía en archivos relacionados con las investigaciones.”

En la campaña electoral de 2024, Trump dijo estar dispuesto a publicar esos archivos escandalosos que protagoniza -junto a un elenco internacional de altísimo standing- su difunto amigo desde 1990, Jeffrey Epstein. Hasta este momento, Trump no ha sido acusado de algún caso concreto en relación con la red de pederastia y otros crímenes, pero ya está confirmado que su nombre aparece en el inmoral staff.

Se atribuye al poeta español Antonio Machado, fundido ya irremisiblemente en la causa del pueblo, la máxima: “El arma más destructiva que utiliza el fascismo es la mentira”.

El índice de rechazo al presidente de Estados Unidos, Donald Trump, actualizado al 3 de septiembre de este año por The Economist es del 60 por ciento: “Desde su regreso al cargo, la aprobación de su gestión económica ha disminuido, impulsada por su errática política comercial y los precios persistentemente altos en las cajas registradoras. En menos de dos meses, su índice de aprobación cayó por debajo de cero, donde se ha mantenido desde entonces. Su índice de aprobación neta actual es de -14.”

Anotemos este nombre: María Farmer. Esta ciudadana estadounidense denunció en 1996 y -ratificó sus aseveraciones- en 2006 ante el Departamento de Policía de Nueva York, y el FBI, sobre las agresiones que ella y su hermana menor de edad, sufrieron por parte del dúo Epstein y Maxwell, tiempo en el que constató que en el entorno de la pervertida pareja estaba el empresario Donald Trump. Nos ha relatado una fuente desde New York, que el testimonio de Farmer es contundente, que los detalles darían un jaque mate.

La BBC lanza su cizaña desde orillas del Támesis: “Pareciera una decisión sencilla para el gobierno de Donald Trump hacer públicos los archivos relacionados con Jeffrey Epstein, o mantenerlos fuera de la vista del público. Pero las batallas que se libran entre los partidarios del presidente estadounidense en algunos de los espacios más conspiranoicos de Internet sugieren que la elección a la que se enfrenta Trump no es nada fácil. En esos espacios, los usuarios discuten sobre si confiar o no en la Casa Blanca, y especulan sobre lo que podría estar ocurriendo entre bastidores.”

Mientras, en ese otro mundo que los gringos (“un pueblo ignorante, instrumento ciego”) no ven, o simplemente desprecian, el presidente de la República Popular China, Xi Jinping, ha presentado en Tianjin la Iniciativa de Gobernanza Global durante la cumbre de la Organización de Cooperación de Shanghái, inspirado en los objetivos supremos de “defender la coexistencia pacífica y la cooperación beneficiosa para todos, e instó al establecimiento de un sistema de gobernanza global más justo y equitativo, que valore la igualdad, el estado de derecho, el multilateralismo y los beneficios tangibles para la población.”

El presidente ruso Vladimir Putin, al anunciar su apoyo a la propuesta china, manifestó: “Creo que precisamente la Organización de Cooperación de Shanghái podría asumir el liderazgo en los esfuerzos por crear en el mundo un sistema de gobernanza global más justo y equitativo”.

Desde Caracas, el Presidente Constitucional Nicolás Maduro, proclamó nuestra adhesión a la iniciativa de China por “un sistema de gobernanza global basado en la igualdad soberana, el respeto al derecho internacional y el multilateralismo”, siguiendo la línea histórica del Equilibrio del Universo planteado por Bolívar y el nuevo orden mundial multipolar pregonado por el Comandante Eterno Hugo Chávez.

La Organización de Cooperación de Shanghái reunió en esta cumbre más de veinte Estados euroasiáticos que constituyen cerca del 50% de la población mundial y generan un tercio del PIB global.

Entre tanto, el Mar Caribe es infestado por un despliegue militar grotesco, pirático, y que para “combatir el narcotráfico”, pero que el discípulo de Posada Carriles, Marcos Rubio, trata de teñir de invasión contra Venezuela.

El Presidente Maduro lo ha denunciado virilmente, llamando al pueblo bolivariano a alistarse y estar preparados para cualquier escenario. “Somos un pueblo pacífico, pero iríamos a la lucha armada ante el más mínimo asomo de agresión extranjera contra la Patria”, ha expresado el Jefe del Estado en declaraciones ante medios de información internacionales y en discursos durante las masivas manifestaciones populares patrióticas.

Las pantomimas marítimas -sin dejar de precisar lo ilegítimas y peligrosas que son- han alcanzado niveles hollywoodenses. Trump (no Reagan) se jactó de haber “matado” once personas en una embarcación en algún lugar del Caribe (¿Pesadilla en la Isla de Epstein?). La Inteligencia Artificial no se puede inyectar o colocar en una liposucción, menos en una cirugía estética.  

En 1997 se estrenó la película gringa Wag the Dog, vendida en España como La cortina de humoMentiras que matan, en Argentina, o Escándalo en la Casa Blanca, en la mayoría de Latinoamérica. El filme trata de la creación cinematográfica de una guerra ficticia (con Albania) para distraer a la opinión pública de un escándalo sexual que perseguía la imagen presidencial deteriorándola drásticamente a poco tiempo de una nueva elección. Los publicistas del presidente-candidato contratan a un director que exige los créditos por su “creación”, que incluyó la muerte (real) de un supuesto soldado, al que retornaron en el acostumbrado ataúd abanderado convertido en héroe caído. La población estuvo medio atenta a la falsa guerra y la presencia de terroristas del país enemigo con bombas atómicas que entrarían por Canadá (el director fue agregando paranoias azuzado por los “productores”). La propia CIA -para no seguir sintiéndose burlada- se ve obligada a ponerle “the end” a la película anunciando que “la guerra” había terminado.

Imposible no recordar “las armas de destrucción masiva de Irak”, “los vínculos con Al Qaeda”, hasta la explosión del barco Maine en la Habana para declararle la guerra a España en 1898. La mentira es parte constitutiva del sistema de vida estadounidense, comenzando por esa del “Destino Manifiesto” y de que son el “gendarme necesario” del planeta.

Vuelvo entonces al poeta Machado: “No basta despertar cuando amanece: Hay que mirar al horizonte, ¡Alerta!”

 

Yldefonso Finol