Marti: la excelsa continuación del Libertador.
La vigencia del bolivarianismo como Doctrina de la
emancipación latinoamericana y caribeña, se demuestra en la continuidad que le
dieron los más preclaros revolucionarios de todos los tiempos, cada cual con
sus aportes y especificidades. Es el caso del cubano José Martí, uno de los más
aventajados continuadores del bolivarianismo en el siglo XIX.
Nos invitaba a amar a Bolívar como un padre, a
rendirle honores más allá de los escollos, a materializar su proyecto
inconcluso para nuestros pueblos. Martí oficia sobre el agradecimiento a los
próceres como elixir de la construcción de ciudadanías patrióticas en un
continente acechado por opresores foráneos.
El ideario de Martí es una antorcha viva iluminando
entre las penumbras que imponían el agonizante Imperio Hispano y el gestante
engendro imperialista de Norteamérica: “Los pueblos de América son más libres y
prósperos a medida que más se apartan de los Estados Unidos”. (Patria, Nueva
York, 22 de septiembre de 1894)
Según Francisco Pividal, José Martí “tomó en sus manos
toda la carga histórica de Latinoamérica para continuar, con mayor profundidad
y radicalización la obra de Bolívar: pensamiento precursor del
antiimperialismo”.
A propósito del desdén de los Estados Unidos por
nuestras luchas de independencia, en 1889 escribía Martí: “No fue nunca la de
Norte América, ni aun en los descuidos generosos de la juventud, aquella
libertad humana y comunicativa que echa a los pueblos, por sobre montes de
nieve, a redimir un pueblo hermano, o los induce a morir en haces, sonriendo
bajo la cuchilla, hasta que la especie se pueda guiar por los caminos de la
redención con la luz de la hecatombe. Del holandés mercader, del alemán
egoísta, y del inglés dominador, se amasó con la levadura del ayuntamiento
señorial, el pueblo que no vio crimen en dejar a una masa de hombres, con pretexto
de la ignorancia en que la mantenían, bajo la esclavitud de los que se
resistían a ser esclavos.”
Martí redondeó su pensamiento antiimperialista en un
artículo publicado en 1889 en La Nación de Buenos Aires, relacionado con el
panamericanismo y el libre comercio propuesto por Washington: “Jamás hubo en la
América, de la Independencia para acá, asunto que requiera más sensatez, ni
obligue a más vigilancia, ni pida examen más claro y minucioso, que el convite
que los Estados Unidos potentes, repletos de productos invendibles, y
determinados a extender sus dominios en América, hacen a las naciones
americanas de menos poder…De la tiranía de España supo salvarse la América
española, y ahora, después de ver con ojos judiciales los antecedentes, causas
y factores del convite, urge decir, porque es la verdad, que ha llegado para la
América española la hora de declarar su segunda independencia.”
Una tarea en la que aún estamos empeñados.
La obra de José Martí, de una belleza lírica
conmovedora, abarcó por igual la prosa y la poesía, que frecuentemente se
mezclan en su discurso profundamente humanista y antiimperialista, como en esta
carta premonitoria que es pieza obligada de la antología martiana: “Ya estoy
todos los días en peligro de dar mi vida por mi país y por mi deber de impedir
a tiempo con la independencia de Cuba que se extiendan por la Antillas los
Estados Unidos y caigan, con esa fuerza más, sobre nuestras tierras de América.
Cuanto hice hasta hoy, y haré, es para eso…Viví en el monstruo y le conozco las
entrañas, y mi honda es la de David.” (Carta a Manuel Mercado, Campamento de
Dos Ríos, mayo 18 de 1895)
El 19 de mayo cayó combatiendo por Cuba y Nuestra
América, pero también por una mejor humanidad que se encaminara a una vida
digna del colectivo social, inspirada en los más sublimes valores de la épica,
la estética y la ética que alimentan la utopía revolucionaria.
Yldefonso Finol
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