La iniciativa Lula y sus haces de
vectores geopolíticos
Yldefonso Finol
La
vuelta de Lula a la Presidencia de Brasil tiene muchos significados; el primero
y más esencial, que el dirigente obrero metalúrgico Lula Da Silva tiene un liderazgo
positivo inmenso, dentro y fuera de Brasil. Esa autoridad moral, templada en el
acero ardiente de grandes hornos industriales, afilada en las luchas sociales
emancipadoras contra dictaduras fascistas y democracias liberales oligárquicas,
constituye la mayor fortaleza del líder que muestra con grácil cordialidad, sin
aspavientos, su capacidad de convocatoria.
Esto
explica que a escasos cinco meses de haber asumido la presidencia de su país,
Lula logra reunir doce Jefes de Estado con las más disímiles posiciones
políticas, y cada uno con diferentes problemáticas nacionales, algunos,
incluso, con sus periodos cesados.
No
hemos podido evitar la recordación de los días de apogeo de UNASUR y, en
contrario, las innombrables tropelías de un esperpento llamado “Grupo de Lima”,
que revirtió sus maleficios –a través del justo espejo de los pueblos- contra
quienes los proferían.
Al
encuentro llegó de primerito el Presidente Constitucional de la República
Bolivariana de Venezuela, el trabajador del transporte urbano masivo, Nicolás
Maduro Moros, en visita solicitada por su amigo, el mandatario brasileño.
La
reactivación de relaciones diplomáticas abarca también un dinámico proceso de
acuerdos bilaterales que, Lula y Nicolás, desean concretar muy pronto en todas
las áreas productivas, culturales y políticas.
Destacamos
la comunión de ópticas en materia geopolítica y la renovación de relaciones
institucionales en el campo militar, fronterizo y ecológico, así como la
atención priorizada a los pueblos originarios, tan amenazados por intereses
transnacionales y el racismo subyacente en sociedades de mentalidad colonizada.
Una
precisa definición ofreció el Presidente Maduro: "la nueva geopolítica
está caracterizada por dos elementos: unidad de nuestra América en la
diversidad y el rol de los Brics".
Su
anfitrión respondió: "Soy partidario de que Venezuela integre los Brics.
Prontamente nos vamos a reunir y tenemos que evaluar varias solicitudes de
integración”.
La
feliz coyuntura de este encuentro suramericano al más alto nivel, debe ser
aprovechada con audacia, amplitud y velocidad, porque los azares pendulares de
la política, suelen desilusionar esperanzas integracionistas, sobre todo con un
enemigo imperialista que, en su obsesión supremacista, no se resigna a respetar
la autodeterminación de los pueblos.
Nunca
descuidemos que la derecha ni perdona ni descansa, más, cuando su patrón yanqui
lo azuza, financia y empodera. Tampoco soslayemos que el fascismo criollo, con
garrote o con propaganda, casi siempre con ambos, es una fuerza delincuencial, mimetizada
en lo electoral, judicial o eclesial, que lo mismo está en el narcotráfico, el
paramilitarismo, el sicariato, el tráfico de personas, el contrabando de armas,
todo con la absoluta dirección de factores políticos y empresariales estadounidenses.
De
allí que el Consenso logrado en Brasilia sea tan trascendente, aunque tengamos
que recibirlo, basados en la ciencia histórica, con un optimismo operativo,
intuitivamente vigilante, de expectativas prácticas realizables.
Resaltamos
la reiteración de América del Sur como una región de paz, diálogo, respeto mutuo,
valorando la defensa de la soberanía y la no injerencia.
Muy
importante que los presidentes hayan conversado sobre crisis climática,
seguridad internacional, políticas alimentarias y energéticas, el riesgo
latente de pandemias, desigualdades sociales y amenazas a la estabilidad democrática
(sobre este último asunto, en Venezuela podemos ofrecer postgrados).
La
integración -aunque sigue siendo el concepto menos potente de los que deberían
definir nuestra unidad- quedó concebida como un instrumento necesario para
asumir los desafíos del tiempo que nos toca enfrentar.
Por
supuesto, no podían faltar en la mesa el comercio y las inversiones, pero desde
y hacia los países suramericanos; para ello se deben tomar decisiones de
infraestructura, fiscales, aduanales y otras, que viabilicen el crecimiento
económico regional en perspectivas más equilibradas y equitativas.
El
grupo de contacto constituido por los Cancilleres llevará a cabo la evaluación
de los mecanismos sudamericanos de integración, para diseñar una hoja de ruta
que será aprobada los Jefes de Estado.
Aquí
está la Venezuela Bolivariana, erguida sobre las dificultades. Nuevamente me reitero
en la convicción de que la perseverancia es la mejor aliada del éxito. Somos un
pueblo resistente e insurgente. Nuestro país ha sido sometido al más feroz
linchamiento moral por la transnacional neoliberal imperialista, se nos ha
castigado con medidas criminales para doblegarnos. No lo lograrán.
La
iniciativa de Lula se proyecta en múltiples haces de vectores geopolíticos,
refuerza la tendencia a un mundo multipolar, a una sociedad inclusiva, al
diálogo de lo diverso y la construcción concreta de la paz.
Decimos,
desde la fraterna Venezuela, ¡presentes, y siempre consecuentes!
Yldefonso
Finol
Economista,
escritor e historiador. Diploma de Estudios Avanzados en Historia Contemporánea
y Derechos Humanos. Investigador de temas de etnohistoria y Doctrina
Bolivariana. Experto en Derecho Internacional de Refugiados. Experto en
geopolítica y fronteras. Garante en diálogos de paz. Historiador del Centro de
Estudios Simón Bolívar. Miembro de la Asociación de Historiadores de
Latinoamérica y el Caribe, sección venezolana. Doctorando en Pensamiento
Bolivariano de la UBV.
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