domingo, 13 de abril de 2025

CHÁVEZ RENACIÓ EL 13 DE ABRIL DE 2002

 


Chávez renació el 13 de Abril de 2002

El huracán del pueblo me trajo de vuelta. La Revolución Popular Antifascista del 13 de Abril de 2002 salvó al Presidente de ser asesinado y con ello, salvó a la propia Revolución Bolivariana. Igual que el 27 de febrero de 1989, la respuesta popular fue espontánea. Igual que siempre, se cumplió la máxima de que “sólo el pueblo salva al pueblo”. Ningún partido, ni aparato de Gobierno, ningún ejército o policía especializada, previó los acontecimientos del 11 de abril de 2002, y mucho menos la manera como sería reestablecido el orden constitucional. Tampoco tuvieron capacidad de respuesta, por torpeza, por falta de claridad política, o simplemente, porque sus principales actores estaban involucrados en la conspiración. En esos días en Venezuela no había gobierno. El parapeto burocrático respiraba por inercia, vivía ensimismado en sus miserias e ineptitudes. El tedio era más fuerte que la misma crisis. Todavía la composición ideológica del gobierno y del partido Movimiento Quinta República, principal soporte político del proceso, era una ensalada de ambigüedades y paradojas. Esa ha sido una de las características más sobresalientes de la revolución bolivariana en Venezuela, la inconsistencia ideológica y la débil formación política de los cuadros de dirección, no digamos de la militancia y el funcionariado. El propio Chávez en 1999 se manifestó simpatizante de una presunta “tercera vía” al estilo del primer ministro neoliberal de Gran Bretaña Tony Blair. Semejante dislate resbaló como un alud en las mentes de los millones de seguidores del Presidente, dejando a los antojos personales de cada individuo la definición ideológica del proceso.

El confusionismo doctrinario tenía una expresión muy peligrosa en el seno del gabinete ministerial. Allí coexistían las más disímiles tendencias políticas, algunas de ellas abiertamente antagónicas; sólo permanecían unidas –aparentemente- por el liderazgo de Chávez y por la posibilidad cierta de sacarle provecho a la chequera petrolera. Seguro que esta última razón era la más poderosa. 2 En el miserable barrio palafítico de Nazaret, en la población de El Moján, municipio Mara del estado Zulia, un grupo de militantes revolucionarios junto a decenas de lugareños, niñas y niños la mayoría de ellos, proceden a bautizar un periódico con agua de la bahía de Urubá, desembocadura del río Limón en el estrecho del Lago de Maracaibo. Era el 12 de octubre del año 2001.

-“El Correo de Nigale lo fundamos para defender a Chávez”, declaré al diario Panorama que acudió a dar cobertura al acto. Ciertamente en el Zulia por esos días no había una voz que saliera en defensa del gobierno nacional, la carencia de liderazgo local nos asolaba desde la división que ocurrió en nuestras filas en el 2000. El calentamiento de la conspiración era evidente, transcurría ante la mirada inerte de la dirigencia del MVR y los altos cargos ejecutivos y legislativos. Ya en la tercera edición del semanario El Correo de Nigale, denunciamos la reunión del Grupo Santa Lucía en Cartagena, Colombia, donde estudiaron todos los escenarios posibles para tumbar a Chávez, con la apasionada ayuda de varios resentidos viscerales que provenían de la izquierda. La denuncia contenía detalles de la trama conspirativa. Un informe del hallazgo lo llevamos personalmente a miembros de la Dirección Nacional del MVR sin obtener resultados. Parecía que estuviésemos hablando con las paredes.

En vista de la falta de interés demostrada por quienes tenían las más altas responsabilidades políticas, hicimos pública la información y la ampliamos en nuestra edición del 9 de noviembre de 2001. También el diario Panorama nos cedió un espacio de sus páginas de opinión para lanzar la alerta. El artículo salió en plena Feria de La Chinita, tal vez por eso el chavismo oficial, el acomodado, no lo leyó.

JAQUE

“En Cartagena se hicieron las reflexiones sobre cómo tumbar a Chávez ya. Era la reunión del Grupo Santa Lucía. Se habló de los escenarios: convocatoria de nueva constituyente para recortar el mandato, llamado a referéndum, solicitud de renuncia, inhabilitación política, golpe, huelga general para forzar la salida del Presidente, entre otros. Todo con tal de tumbar a Chávez. Coincidieron la derecha y la ultraizquierda. Marcel Granier, Miguel Henrique Otero y Bandera Roja. Arroz con mango. A esta gente no le importa el país. Le interesa el poder. Qué les puede importar el desempleo o la pobreza a quiénes siempre han vivido del trabajo de otros. El escenario que no estudiaron es que el intento desesperado de las elites por tumbar al gobierno constitucional nos llevará a un baño de sangre. O es que acaso cuentan con que los pobres se quedarán de brazos cruzados. Incitar a las protestas callejeras con ánimos golpistas como lo están haciendo las cúpulas terratenientes y empresariales con apoyo de los medios de confusión masivos de la capital, puede provocar una respuesta igual de violenta de parte de los seguidores del Presidente, que arrastraría una enorme carga de resentimientos acumulados y sería impreciso predecir cualquier desenlace. Algunos voceros de este misterioso grupo “Santa Lucía” han negado su participación en la conspiración, pero qué casualidad que apenas regresaron de su reunión en Cartagena se desató la ola conspirativa y todos los actores, abiertos y encubiertos, dispusieron sus baterías para el golpe. Porque no le vengan a poner otro nombre a sus intenciones. Quieren el golpe y punto. Recordemos al Chile de Salvador Allende. La CIA desde afuera y desde adentro corroyó las bases del gobierno popular. Los empresarios sabotearon, las lujosas cacerolas de vajillas importadas chillaron, los militares de derecha golpearon.

Aquí los medios audiovisuales y la llamada gran prensa caraqueña han creado una especie de terror socio-sicológico en torno a la figura presidencial que aturde. No dan tregua. Persiguen las nuevas leyes. Desfiguran las declaraciones. Ridiculizan los altos funcionarios. Nunca hubo en Venezuela tanta libertad de expresión e información y se la pasan pegando el grito a la SIP. Van a New York y Washington a acusar al gobierno de cualquier cosa como si allá estuviera la conciencia universal. Odian la bandera nacional porque aman la de cincuenta estrellas. Prefieren la cantidad que la calidad. Libertinaje informativo apátrida contra patriotismo soberano. Para ellos lo más importante en esta vida son las buenas relaciones de sujeción con los Estados Unidos. La soberanía y autodeterminación de Venezuela les molesta. Están prestos a anexarnos como la estrella cincuenta y uno a la orden del prócer Bush. Es eso lo que quieren. Tumbar a Chávez para subir a las alturas del poder y llevar al país a las alturas de las ratas. Lo peor es que con Chávez gobiernan también un montón de roedores de esos, de los que aman al dólar por encima de todas las cosas. Y esa contradicción sí que es antagónica. Es bíblica. No se le puede servir a la vez a dos dioses. O se está con la Revolución, o se está contra ella. El jaque es porque el enemigo ha avanzado y hay piezas propias que están atravesadas”. Al mes se activó el plan golpista con la primera huelga patronal de diciembre contra las leyes habilitantes.

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Según Ferdinand Lassalle, “Los problemas constitucionales no son, primariamente, problemas de derecho, sino de poder; la verdadera Constitución de un país sólo reside en los factores reales y decisivos de poder que en ese país rigen; y las Constituciones escritas no tienen valor ni son duraderas más que cuando dan expresión fiel a los factores de poder imperantes en la realidad social”.

Pese a la demoledora “Crítica del Programa de Ghota”, donde Marx desbarata las tesis políticas de Lasalle, texto cuya lectura hemos disfrutado en varias ocasiones y que constituye un monumento a la solidez ideológica, no podemos negar los aportes que los revolucionarios no marxistas, incluso desde posiciones reformistas, hicieron a la construcción de una sociedad más justa y democrática. Tal es el caso del autor de la cita, Ferdinand Lassalle, quien en su pequeño libro ¿Qué es una constitución?, tan ignorado por las escuelas de derecho, devela el carácter esencialmente político –y por tanto clasista- del ordenamiento constitucional, más allá de las tesis positivistas que exaltan la función del papel legislativo como si estuviera por encima del bien y del mal. En abril de 2002 la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela es un bebé que apenas anda. La lucha por hacerla viable era una constante cotidiana. Cada vez se polarizaba más la sociedad entre las fuerzas que pugnábamos por la República Bolivariana y las que se oponían; y cada vez más esa lucha adquiría ribetes clasistas insalvables. En un extremo las mayorías trabajadoras, el campesinado pobre, los marginados de las ciudades, la intelectualidad de izquierda; del otro lado la vieja oligarquía con sus agentes serviles en esa masa amorfa sin personalidad histórica llamada clase media, los terratenientes, los comerciantes parasitarios, y la clase política desplazada del poder. Los dos bloques tratarían de expresarse en cualquier momento, porque la tensión había llegado al punto de ebullición. Los odios de clase se exacerbaron desde los aparatos de guerra mediática. A nosotros nos llamaban “hordas”, mientras que para ellos se reservaron esa delicada categoría sociológica que tanto gusta a los politólogos eurocéntricos: ellos eran la sociedad civil. Jodieron a Gramsci, que si desarrolló con gran profundidad filosófica esta categoría social para explicar los fenómenos políticos de su espacio-tiempo.

Es que la burguesía ociosa no tiene empacho en valerse del lenguaje y la creación de izquierda para legitimar su asquerosa dominación basada en el reino de la mediocridad. 4 La teoría constitucional lassallista expone que no basta redactar una nueva Carta Magna. Más importante y difícil es su instauración en la sociedad. Es sólo en el proceso de su implementación práctica, que una constitución comienza a tener existencia real. Antes es apenas un ejercicio literario jurídico que bien podría quedarse arrumada en los desolados estantes de las bibliotecas. De nada nos valía haber invocado el poder constituyente originario en 1999, si no éramos capaces de imponer el nuevo Estado que emanó de aquél esfuerzo popular extraordinario. Habíamos convocado la soberanía popular, interpretada por nosotros como un cóctel del planteamiento de dos grandes: Rousseau y Sieyés. Soberanía del pueblo, en tanto fuente y sentido de todo poder republicano, y soberanía de la nación, en cuanto Estado independiente de cualquier intromisión externa y asiento territorial del soberano. En esto la Revolución Bolivariana es muy alicista, cuando decimos Patria, de inmediato en nuestras almas se activa la nostálgica rock ola ambulante que es cada izquierdista venezolano y comienzan a sonar las canciones que alimentan la utopía colectiva. En este caso, “La Patria es el Hombre, muchacho, la Patria es el Hombre, muchacho…”, para decir que la Nación somos los humanos –incluida la mujer que es el humano más perfecto- que la constituimos. Y otra vez vuelve Martí con su “Patria es Humanidad” y el padre Bartolomé de Las Casas con su “República Humana”. Las debilidades de ese “nuevo Estado” en construcción en abril de 2002 era alarmante. Llegamos a calificar al presidente –muy en privado, casi en íntimo- como el político más bobo de la historia de nuestro país. Veíamos como habiendo tenido todo lo que un político podía aspirar en esta vida, apoyo popular, coyunturas favorables, dispersión del adversario, etc… él lo tenía y sin embargo, estábamos a punto de irnos al despeñadero. Pero le añadíamos, con sorna y auspicio a la vez, que “menos mal que todo bobo es sortario”. Estas conversaciones las tuvimos algunos amigos debajo de una mata de mango en agosto de 2001, a 40º bajo sombra, y nos atrevemos a hacerlas públicas sólo porque ya el propio Chávez ha expresado comentarios similares sobre sí.

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Una mirada a los medios de desinformación nos permite conocer el fondo del plan desestabilizador de la derecha internacional. “Chávez militarizará Petróleos de Venezuela si prosigue la revuelta de sus trabajadores”. ‘Si paran, la militarizo. Ya tengo el plan listo. Si quieren hacerlo, adelante’, manifestó ayer el presidente venezolano, Hugo Chávez, en su programa radiofónico Aló, presidente. Chávez rechazó la ola de protestas laborales que se ha desatado en la mayor empresa del país para pedir la dimisión de los directivos nombrados por el presidente. Tras defender su potestad para nombrar a los directivos, Chávez dijo: ‘Petróleos de Venezuela no puede ser un Estado dentro del Estado’. La importancia de esta empresa estatal es enorme porque genera el 70% de los ingresos de Venezuela. Petróleos de Venezuela, S. A. (PDVSA) lleva desde principios de mes en pie de guerra contra el presidente Hugo Chávez. El detonante de la rebelión ha sido la reciente designación por parte del teniente coronel de paracaidistas de un nuevo presidente -Gastón Parra, el cuarto en tres años de chavismo- y una nueva junta directiva de la compañía saltándose el escalafón interno de la empresa. Los empleados, desde los altos directivos a los obreros, han iniciado una campaña de paros parciales y amenazan con una huelga nacional.

PDVSA, la principal compañía petrolera de América Latina, sobrevivió al deterioro generalizado que sufrieron las instituciones venezolanas en las últimas décadas. La clave de esta excepción está, según la oposición al presidente, en la Ley de Nacionalización de 1975 que consagró la meritocracia como sistema de promoción de sus directivos basada sólo en criterios profesionales. Ahora, la designación por Chávez de un nuevo presidente de la compañía, Gastón Parra, economista y profesor universitario, en sustitución del general Guaicapuro Lameda tras rebelarse éste a finales de febrero contra el jefe del Estado, y de otros miembros de la dirección saltándose este principio soliviantó a los 40.000 empleados de PDVSA. La crisis abierta llevó a Chávez el pasado día 12 a arremeter contra los directivos de la compañía. Citado por el diario venezolano El Nacional, el presidente afirmó: ‘La cúpula que en PDVSA ha estado dominando durante muchos años tiene groseros privilegios. Yo encomendé a muchas personas la tarea de cambiar eso y no pudieron’. Entre esos privilegios destacó sueldos millonarios, lujosas residencias y viajes. Luis Giusti, el último presidente de la compañía antes de Chávez, entre 1994 y 1999, que abandonó Venezuela el mismo día que el militar ex golpista juraba su cargo y ahora vive en Washington dedicado a tareas académicas y de consultoría, rechaza estas críticas. ‘No se trata de ninguna rebelión de privilegiados’, comentó en conversación telefónica con este diario. ‘El presidente está facultado para nombrar a quien le dé la gana, pero debe tener en cuenta que el Estado es el representante del accionista de la empresa que es el pueblo, no su dueño. Además, la Confederación de Trabajadores Venezolanos (CTV) respalda totalmente la protesta’. Para Giusti, lo importante es que ha estallado ‘un proceso que se inició desde que Chávez llegó al palacio de Miraflores [sede de la Presidencia], la intervención progresiva de la empresa, el recorte de su autonomía financiera y de gestión. Estamos regresando al petroestado, a la idea de generar ingresos por las exportaciones para montar después una gran operación de caridad estatal’. Giusti cuenta alguno de los hitos de este intervencionismo: ‘El primer presidente, Roberto Mandini, un hombre de la industria, duró siete meses. El segundo, Héctor Ciavaldini, uno de los comandantes civiles de la revolución chavista, supuso la salida de la empresa de 300 ejecutivos. Las reuniones de la dirección se dejaron de hacer en la petrolera y se llevaron a Miraflores. Ahora está al frente un hombre que piensa como un comunista soviético de los años cincuenta. Puede ser una persona honorable, pero es un proteccionista sin experiencia en el negocio, que redactó una Ley de Hidrocarburos, aprobada en 2001, que reducirá la inversión extranjera en Venezuela’. Invertir o ‘chupar la sangre’ Para Giusti, el dilema es decidir entre realizar inversiones en la empresa o ‘chuparle la sangre’. En su opinión, la política nacionalista de Chávez ya tiene efectos negativos. ‘La compañía ha perdido capacidad crediticia; se ha reducido el número de prospecciones de 125 a poco más de 60; las inversiones, que fueron de 6.500 millones de dólares al año se han reducido actualmente en una tercera o cuarta parte y se está perdiendo penetración en los mercados’. Asegura que la producción a 1 de enero de este año era de 2,4 millones de barriles al día y que en 1999 era de 3,6 millones. El bajón se explica por los recortes dictados por la OPEP para subir el precio, pero se corre el riesgo, señala Giusti, partidario de que Venezuela fuera independiente del cartel, de que el lugar que dejas vacío en el mercado lo ocupe otro jugador. Hugo Chávez se encontró al llegar al poder con el precio del petróleo en torno a los 30 dólares y ahora, ante un previsible ataque de EE UU a Irak, vuelve a subir. De momento. Nadie sabe qué pasará después del conflicto con el oro negro venezolano, un crudo pesado muy sensible a las bajadas de precios internacionales. Lo que nadie duda es que el presidente no cambiará de política. Como dice Mandini, ‘se le está pidiendo al tigre que sea vegetariano’. LUIS PRADOS - Madrid - 19/03/2002. Diario El País de España.

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Contrario a lo que dice el prestigioso diario El País, cuando el Comandante Hugo Chávez llegó al gobierno, el precio del petróleo estaba en su nivel más bajo en los últimos 30 años, incluso por debajo del nivel alcanzado en 1973 antes del primer boom petrolero. Así lo conseguimos en una página web especializada en petróleo: “La crisis asiática y el consecuente exceso de suministro de hidrocarburos llevó los precios del barril a sus niveles más bajos en las últimas décadas. En 1998 se cotizó la cesta petrolera venezolana a $ 10,57 el barril”. Caramba, qué tronco de strike le pasaron al prestigioso diario El País de España. El lunes 29 de mayo de 2006, el diario El Mundo publicó en su web elmundo.es lo siguiente: “Desde los 10,75 dólares por barril Cuando Chávez asumió el poder el 2 de febrero de 1999, el precio del barril de la OPEP había cotizado la semana anterior a 10,75 dólares, y durante 1998, su cotización media fue de 12,28 dólares. En esa época, los 11 países miembros de esta organización que controla cerca del 40% de la producción mundial de crudo aspiraban a estabilizar el precio en 21 dólares por barril. Pero las cotizaciones se habían desplomado desde diciembre de 1997, cuando en su 103 conferencia ministerial en Yakarta acordaron subir el techo de su producción conjunta en un 10%, hasta los 27,5 millones de barriles diarios. Los intentos de recortar la oferta en tres reuniones celebradas en 1998 no surtieron el efecto deseado de recuperar el precio del ‘oro negro’ y sólo la reducción pactada en marzo de 1999, tras el cambio de gobierno en Venezuela, dio paso a un encarecimiento de esta materia. Giro en la política venezolana El giro de la política venezolana en la OPEP resultó decisivo porque el gobierno anterior era partidario de no restrin gir la oferta y boicoteaba los acuerdos produciendo ampliamente por encima de la cuota nacional establecida. El nuevo ministro del sector, posteriormente secretario general de la OPEP y hoy titular de Exteriores, Alí Rodríguez, aseguró entonces que su país había “aprendido bien la lección” y prometió un cumplimiento estricto del nuevo acuerdo, que fijaba la cuota de la “OPEP-10” (todos los miembros menos Irak) en 22,976 millones de barriles diarios a partir de abril de 1999, para superar la crisis petrolera. Ya hacia finales de ese año, el precio del barril de la OPEP rondaba los 25 dólares, superando la cotización a la que se aspiraba de 21 dólares y dejando una media para 1999 de 17,47 dólares, mientras que un año después, las alarmas sonaban en los países consumidores, con los precios por encima de los 30 dólares en Londres y Nueva York. Tras cuatro aumentos consecutivos de la oferta conjunta de la organización entre abril y noviembre de 2000, la ‘cestaOPEP’ se moderó hasta introducirse en una banda de entre 22 y 28 dólares que habían adoptado los ministros para estabilizarla”. Desmentido el prestigioso diario El País de España, queda agregar dos datos: uno, que el precio del barril OPEP aun es más alto que el promedio de la cesta venezolana que en los días aludidos se llegó a vender en algo más de siete dólares; y dos, que gracias a la política petrolera implementada por el gobierno de Chávez, desde sus primeros momentos, logró recuperarse el precio y la soberanía de los países productores sobre su mercancía estratégica. Contra estos aciertos es que se produce el golpe fascista de abril de 2002.

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Lunes, 19 de noviembre de 2001 “En rueda de prensa el presidente de Fedecámaras, Pedro Carmona Estanga, informó que por unanimidad el ente empresarial acordó recomendar a sus órganos máximos de decisión, (el Consejo Nacional y la Asamblea Extraordinaria) considerar el próximo 28 de noviembre la convocatoria a una paro cívico nacional de 12 horas en protesta “por la aprobación inconsulta y atropellada” de varias leyes en el marco de la Habilitante. Carmona estuvo acompañado del directorio en pleno y de varios ex presidentes de la cúpula empresarial y ratificó que la manifestación “tendrá como objetivo plantear al país la más enérgica protesta y solicitar una rectificación al ejecutivo nacional y a los órganos del poder público que tiene que materializarse en una revisión profunda del rumbo que pretende dársele al país”. Insistió Carmona que “solicitamos a través de estas acciones una rectificación profunda de leyes y de rumbo, estamos haciéndonos eco de un clamor popular en el cual en un 85 por ciento pide cambio de rumbo”. Añadió que “no somos conspiradores ni desestabilizadores, exigimos un cambio de rumbo, tenemos el legítimo derecho de hacer esta solicitud que hoy hacemos al gobierno nacional”. Dejó claro el presidente de Fedecámaras que la actuación demostrada el día de hoy “nada tiene que ver con la legitimidad o circunstancia del gobierno, no tiene intención desestabilizadora, es el deber del empresariado de hacer frente a esta situación”. “No deseamos inestabilidad política”, insistió.

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Mi artículo en Panorama y El Correo de Nigale me ganó una de las menciones más honrosa en mi vida como revolucionario: la asamblea de Fedecámaras-Zulia me declaró “Persona No Grata”. ¡Qué vaina tan buena!

Un Paro Irracional

“Estoy contra el paro de Fedecamaras porque es un paro golpista cargado de egoísmo. La cúpula empresarial no tiene ninguna consigna reivindicativa. Ellos no luchan por aumento de salarios, ni por mejorar un contrato colectivo o defender el ambiente. La cúpula pelea con toda la arrogancia de su poder económico, por sus mezquinos intereses. No aceptan un gobierno popular. Así de sencillo. Quieren un gobierno títere que complazca sus avaras ambiciones. El paro es para tumbar al Gobierno constitucional. El poder de las cúpulas avaras es tal, que logran atrapar en sus redes, como la araña cazadora, a víctimas indefensas que se hacen presa fácil de su voracidad. Gente del pueblo, humildes a quienes incluso las leyes aprobadas benefician y hacia quienes se dirige el esfuerzo fundamental de un gobierno popular como el de Chávez, se dan la espalda a sí mismos y apoyan la táctica desestabilizadora de seudo empresarios comprometidos con el régimen anterior que quebró al país. Los medios de información al servicio de esos sectores reaccionarios, dispuestos a explotar el dolor, sexo, las penurias, cualquier situación con tal de vender, han jugado en esta etapa un papel antinacional que raya en la traición. La conspiración ha tenido en ellos el más cruel aliado para crear un clima de verdadero terror psicológico al peor estilo nazi. Y los gremios y sindicatos, esos basureros de la conciencia de clase en que los han convertido los mercaderes sindicaleros, sumándose a un paro que es contra los trabajadores y asalariados en general. Mañana cuando tengan que discutir un contrato colectivo o un pliego conflictivo, no tendrán fuerza moral para enfrentar los patrones porque simplemente se han colocado a la cola de ellos. Me pregunto ¿por qué tienen que pararse los médicos ese día? ¿o, los choferes de tráfico? ¿en qué los afecta a ellos la Ley de Tierras y el Desarrollo Rural o la de Pesca y Acuacultura? Están siendo manipulados vilmente.

Un caso que me produjo repugnancia, fue el paro de la pesca de arrastre en Punto Fijo. La televisión caraqueña lo presentó como un paro de toda la pesca del país y especularon irresponsablemente que estábamos al borde de un desabastecimiento general. El paro fue de sólo esas diez empresas arrastreras. Déjenme decirles que: la pesca de arrastre sólo produce el 24% del total nacional a cambio de destruir los recursos hidrobiológicos; mientras que la pesca artesanal contribuye con un 65%, 9% la pesca de altura y apenas 2% la acuacultura, en cuanto a volúmenes se refiere. Sepamos además que la sardina es aportada por pesca artesanal y el atún por la pesca de altura. Sin embargo, muchos pescadores han sido confundidos a propósito, por el enfoque de la conspiración mediática. Por cierto, que el estado que más daños ha sufrido por los efectos negativos de la pesca de arrastre es el Zulia, porque los arrastreros que vienen de Paraguaná se llevan por delante todas las especies jóvenes del Golfo de Venezuela y dejan a nuestros pescadores arruinados. ¿Qué les parece? Sólo un ejemplo para que veamos la irracionalidad del paro. La cúpula avara no agotó las vías legales y constitucionales para oponerse a las Leyes de la Habilitante si es que ese es su problema. Estos decretos leyes pueden ser reformados por la Asamblea Nacional y hasta anulados por el Tribunal Supremo si fuese el caso que estuviesen viciados de inconstitucionalidad. Yo sí creo que el Gobierno ha cometido serios errores y peores torpezas. La más grave rodearse de infiltrados oportunistas y aduladores, y no comunicarse adecuadamente con la esencia y razón de ser del proceso: el pueblo trabajador. Pero la intención de la cúpula avara es otra. Cuidado”.

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Cuando el Gobierno Bolivariano emprende la elaboración de las leyes habilitantes como continuidad dialéctica del proceso constituyente, el sector más atrasado de la sociedad venezolana reacciona virulentamente. Son ellos los señores terratenientes. Los mayores parásitos acostumbrados a lidiar con campesinos analfabetas, muchas veces inmigrantes indocumentados, a quienes expoliaban hasta los más miserables derechos laborales. Acostumbrados a mandar a los funcionarios del trabajo, del instituto agrario nacional, a la guardia nacional, como si fuesen parte de su nómina feudal. Ellos fueron los primeros en pegar el grito al cielo por la Ley de Tierras. Los siguieron los terratenientes del mar, los dueños de la rastropesca que se apropiaban de toda existencia marina, desde los peces en edad madura hasta los pequeñines pasando por los nichos de desove, el suelo submarino, el zooplancton y fitoplancton, y las generaciones futuras. En medio de la diatriba y la manipulación, los pescadores artesanales, esos pescadores casi siempre hambrientos a los que cantaba en El Moján, el decimero Pedro Palmar: “Pescadores de agua y sal, pescadores que se mueren, pescadores que no tienen redes ni con que pescar; pescador qué te parece la desigualdad social, sino mejoras en ésta, de pescador morirás”. Así lo entendió la mayoría de los recolectores del mar, que se unieron al gobierno en la decisión firme e irreversible de democratizar la actividad pesquera sacando del juego a los avaros monopolistas del mercado ictiófago. A mediados de los setenta Cecilia Todd había popularizado una magnífica versión de la décima Constancia de un pescador, del mencionado bardo paraujano Pedro Palmar, cuya última estrofa decía: “Me alejé de la enramada dejando el timón atrás, la totuma y el compás de mi juventud pasada, la playa que fue celada por mi también la dejé, porque yo consideré, que ya de la pesquería, sanamente no podía vivir, y la abandoné”. Por su parte Alí Primera nos regaló aquél maravilloso año de 1976 su preciosa canción Coquivacoa. “Pare primo la canoa, que me parece que llora el pescador allá en la orilla, si le matan la semilla, qué en la vida le dará; no hay flores en la ribera, sólo peces muertos hay, qué molleja primo tan cristalino que estaba el Lago ayer, no es el palafito lo que está matando todo lo que hay en él”. En diciembre de 2001 ya ni peces muertos había, y la consigna de Zamora, “tierra y hombres libres”, seguía siendo un sueño arrebatado. 11 Martes 9 de Abril 2002 -”En vista de las graves decisiones tomadas el domingo 7 de abril, en desmedro de la principal industria del país, las cuales comprometen severamente la credibilidad de la economía venezolana en su totalidad, la Cámara Venezolano Americana de Comercio e Industria (VenAmCham) reitera su apoyo solidario hacia las instituciones gremiales del empresariado nacional, y recomienda a todos sus afiliados seguir los lineamientos que adopten dichas instituciones para mantener la integridad de la economía y el sistema de libertades que el pueblo venezolano desea preservar”. La poderosa industria del melodrama nacional seleccionó unos guiones inéditos de la escritora Delia Fiallo, quien en una muestra de absoluto desprendimiento donó su talento.

“El presidente de Fedecámaras, Pedro Carmona Estanga, indicó que el paro anunciado por la Confederación de Trabajadores de Venezuela y apoyado por los empresarios, más que buscar una salida de Hugo Chávez de la presidencia de la República, busca la rectificación del Ejecutivo. Expresó el presidente de la máxima cúpula empresarial que se trata de una última oportunidad para que el gobierno cambie de actitud. No descarta que si esto ocurre se genere un conflicto de proporciones mayores. Para Carmona Estanga, el presidente Chávez está manejando el conflicto con una irresponsabilidad inusitada. Se ñaló que PDVSA no puede ser manejada como un ministerio y su personal puede rotar como ser rotado como a él le da la gana. Ante lo que considera una provocación y un endurecimiento de las posiciones, Carmona Estanga responsabiliza al ejecutivo de cualquier hecho de violencia que pueda ocurrir. Sobre todo, por las amenazas, que según él, han hecho los círculos bolivarianos. Informó que acudirá ante la Fiscalía General de la República para solicitar que esté vigilante y dé protección durante el paro que se efectuará este martes y ante los hechos que puedan presentarse los próximos días”. En esta parte del guión, le toca actuar al líder obrero Carlos Ortega, con sus callosas manos de marcar las tablas de bingo y sostener la copa de whisky. 10 abril 2002. Capítulo Extra: “El paro será indefinido”. “El Comité Ejecutivo de la Confederación de Trabajadores de Venezuela decidió convertir el paro de 48 horas que mantienen desde el martes en uno con carácter indefinido. Fedecámaras anunció que respaldará la acción. “Frente a esta actitud de provocación que se mantiene en contra del movimiento sindical cetevista y de no solución de los problemas mantener el conflicto laboral en el país y en ese sentido hemos acordado no un paro de 24 horas ni de 48 horas sino un paro general indefinido”, dijo Ortega al momento de hacer el anuncio. (Ese día los príncipes de PDVSA y sus odaliscas pusieron en escena el eslogan “…y fuera…” con su respectivo meneo hacia la izquierda con el brazo estirado en señal de expulsión) Por su parte, el presidente de Fedecámaras, Pedro Carmona Estanga, hizo un reconocimiento a los empresarios que han asumido “este inmenso costo” que incluye el pago de salarios a los trabajadores aun cuando las puertas permanecen cerradas.

Dijo que “sería una burla” a los empresarios que se han sacrificado levantar la paralización cuando “no hay ninguna señal concreta y contundente del gobierno de abordar la crisis en sus raíces”. Tanto trabajadores como empresarios garantizaron que las necesidades básicas de la población serán cubiertas. La comisión de abastecimiento de Fedecámaras evalúa los mecanismos a seguir en este sentido. Carmona Estanga instó a la sociedad civil a no abandonar su presencia en las calles. Este jueves habrá una marcha que partirá a las 9 de la mañana en la estación Parque del este y que recorrerá la avenida Francisco de Miranda, avenida Luis Roche, avenida Francisco Fajardo para culminar en la sede de PDVSA, Chuao”.

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Escuchemos una descripción de los hechos en la voz de un general de la República. “¿Qué ocurrió el 11 de abril del 2002? Una gran pena nos embarga, hay que decir la verdad, pero para ello debemos remontarnos a los antecedentes que nos trajeron hasta aquí, para que de esa manera se formen una mejor idea y en consecuencia arriben a las conclusiones íntimas que a cada uno de ustedes le merezca mi descripción de los hechos”. Así explica las cosas este general. “ El día 7 de abril del 2002 fui invitado para acompañar al Alto Mando de la Fuerza Armada Nacional a la exposición del plan (de contingencia para abordar la paralización de la industria petrolera) que se le haría al ciudadano Presidente de la República, varios de los ministros y al ex Presidente de PDVSA, doctor Gastón Parra Luzardo, exposición que hizo por la Fuerza Armada Nacional el Vicealmirante Bernabé Carrero Cubero, Jefe del Estado Mayor Conjunto de la institución, recibiendo su aprobación. Luego, entró otro grupo de personas, entre las cuales logré identificar al diputado Nicolás Maduro, a la ciudadana diputada Cilia Flores, al Gobernador del estado Táchira, Ronald Blanco La Cruz, al Gobernador del estado Sucre, doctor Ramón Martínez, y al diputado Ismael García, quien hizo una exposición en nombre del grupo antes mencionado, y en la cual se determinó, entre los siete puntos que presentaron, la forma de cómo contrarrestar las acciones de las personas de la industria petrolera y las que participarían en el paro anunciado el día sábado 6 de abril, por el ciudadano Carlos Ortega en representación de la CTV. Allí se expusieron varios puntos, entre los cuales se destacó la utilización de los círculos bolivarianos en forma contundente, tanto en las instalaciones y dependencias petroleras, así como en las áreas donde se efectuarían las concentraciones. Ante esta situación, y un planteamiento que hizo un ciudadano diputado, el señor Presidente tuvo una gran preocupación y este grupo tuvo que salir rápido de esa reunión por la magnitud de la decisión que habían tomado, decisión que prefiero no decirlo porque en este momento para Venezuela traería unas consecuencias bastante lamentables. Fíjense ustedes la diferencia de las exposiciones. La Fuerza Armada Nacional ofrecía su apoyo con personal muy calificado académicamente, con deseos de aprender, obtener nuevas experiencias y dar un aporte al país. Mientras que ese grupo, antes identificado, presentaba un plan de acciones agresivas para contrarrestar a otros venezolanos. Y mayor preocupación sentí cuando el ciudadano Fiscal General de la República, doctor Julián Isaías Rodríguez, presente en esa reunión, convalidó a ese planteamiento con su silencio, no alertó, no hizo oposición alguna contra tamaño atropello que se pretendía cometer sobre un grupo de venezolanos manifestantes, obligándose de su obligación de prevenir y sancionar los hechos que colidan con la ley, así como poner en práctica una de sus principalísimas atribuciones, que es la de garantizar y ser respetuoso de los derechos y garantías constitucionales de todos los ciudadanos, por demás derechos también establecidos en tratados, convenios, pactos y acuerdos firmados y ratificados por nuestro país.

Este plan de acción comienza a evidenciarse cuando el día lunes, 8 de abril del 2002, unos ciudadanos pertenecientes a los ya referidos círculos bolivarianos, fueron expulsados por las personas que se concentraron frente a las instalaciones de PDVSA-Chuao, hecho este observado a través de las distintas pantallas de televisión. El día 10 de abril de 2002, en horas de la mañana, fui llamado a una reunión en el despacho del General en Jefe Lucas Rincón Romero, y entre otros temas sobre el desarrollo del paro, el General Francisco Belisario Landis, Comandante General de la Guardia Nacional, comentó sobre las acciones que realizaría el día 11 de abril en horas de la madrugada, sobre las instalaciones de PDVSA Chuao, área sobre la cual, según sus palabras, el Comandante del CORE 5, General Eugenio Gutiérrez Ramos, tenía todo un estudio realizado sobre dichas instalaciones, con el propósito de no permitir e impedir a toda costa la concentración prevista. Es de hacer notar que en ese momento, aun no se conocía de la convocatoria de la marcha del Parque del Este a la Plaza PDVSA Chuao. El General en Jefe, Lucas Rincón, pidió opinión al respecto y le dije, que no estaba de acuerdo por cuanto yo, que era el responsable de coordinar las acciones de seguridad, no estaba en cuenta de ello, y no se me había consultado nada de eso. Además, le referí, que el derecho a manifestar estaba vigente, es así que ante ello pregunté al General Jorge García Carneiro, Comandante de la Tercera División de Infantería y Jefe del Estado Mayor de la Guarnición de Caracas y al General Wilfredo Ramón Silva, Comandante de la 31 Brigada de Infantería, presentes en esa reunión, si sabían algo de lo expresado por el Comandante General de la Guardia Nacional y éstos manifestaron que no tenían información al respecto. En ese instante, el General Belisario me dijo, “entonces no le cumplo la orden al ciudadano Presidente de la República”. A lo que le contesté, yo no puedo prohibirle eso a usted, pero por lo menos coordine, de manera tal que si la Guardia Nacional es sobrepasada, nosotros estemos en cuenta de lo ocurrido, porque en ese sector, si no han cambiado los planes, esa área está bajo responsabilidad de otra unidad y si el Comandante no conoce esa situación, entonces cómo actúa con eficiencia. El General en Jefe no opinó ni impartió instrucción alguna. Posteriormente el General Belisario Landis, se reunió con el Alto Mando de la Guardia Nacional, quienes le informaron sobre el posible escenario que se podría presentar durante esa marcha y la forma como la Guardia Nacional podría contribuir en el control de la misma. De esa reunión se conoció de un fuerte impasse entre los generales de división de ese componente, quienes manifestaron su desacuerdo con la acción propuesta por el General Belisario Landis, en relación a la toma de PDVSA Chuao, por cuanto comprometía al componente Guardia Nacional y la dejaría muy mal parada frente al pueblo venezolano, generándose otras opiniones, el hecho comunicacional notorio del pronunciamiento de un oficial general de esa fuerza, alertando sobre la inconveniencia de esa situación. Con ese panorama, el día 10 de abril en horas de la tarde, muy preocupado, solicité una audiencia con el ciudadano Presidente de la República, la cual me fue concedida. Le informé sobre la situación y le sugerí la inconveniencia de la acción planificada por el General Comandante de la Guardia Nacional en relación a la operación mencionada que se ejecutaría sobre el área de PDVSA Chuao, por cuanto entendía que el derecho a manifestar y de reunión estaba amparado por la Constitución Nacional. El ciudadano Presidente de la República, entendió mi planteamiento y aceptó mi sugerencia, este resultado se lo hice saber al Inspector General de la Fuerza Armada Nacional, General en Jefe Lucas Rincón Romero. Luego, en horas posteriores, el ciudadano Carlos Ortega, anunció una huelga general indefinida y el doctor Pedro  Carmona Estanga invitó a una marcha pacífica para el día siguiente, constituyendo también un hecho comunicacional suficientemente conocido por todos los venezolanos”. Interesante documento. Es de notar las frecuentes coincidencias con el discurso de los conspiradores. Pero son solo coincidencias.

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El mismo general al que el Presidente Chávez llamaba preocupado para que activara el Plan Ávila en forma preventiva, al que hemos citado en párrafo anterior, escribió, en el fragor de los sucesos de abril de 2002, sucesivas cartas a ciudadano Presidente. ¡Caramba, General, ¡que (in) oportuno! La que sigue era su cuarta carta, con razón no pudo cumplir las órdenes del Comandante en Jefe de la Fuerza Armada, si se pasó todo el tiempo cultivando el difícil género literario de la epístola. “Caracas, 11 de abril de 2002. Nuevamente agradézcole la oportunidad que me brinda de poderle hacer algunas consideraciones que creo merecen de su estudio, consulta y análisis, la necesidad del diálogo. He venido evaluando la situación y ésta tiende a agravarse. No hay solución si usted no sede a ese entendimiento. Perder una batalla no es perder la guerra, al contrario, le permite la oportunidad de buscar mejores condiciones para continuar con las responsabilidades que mayoritariamente el pueblo le ha concedido. En la rectificación hay grandeza y formulo una serie de interrogantes. ¿Continuar la huelga general indefinida? ¿Un Estado de excepción? ¿Empleo de la Fuerza Armada para restituir el orden público? ¿Plan Soberanía o Ávila? ¿Fuerzas Armadas Nacionales versus pueblo venezolano? ¿Salida violenta? ¿Venezuela ante el mundo? Antes que mantener su actitud, bien discutida por cierto, y oír las recomendaciones de las personas más allegadas, considero y esta es mi recomendación de amigo, que se reúna, dialogue y oiga a la sociedad civil, es la forma más fácil de salir de esta situación. ¿Por qué? Sobre la huelga general indefinida. Los daños sobre la economía son incalculables, no sólo para quienes impulsan esta huelga sino para la nación y por ende para todos los venezolanos. Si usted está en su afán de solucionar la situación venezolana, no puede agregarle otro frente que nos pudiera llevar a un caos. Sobre el Estado de excepción y la suspensión de garantías. En estos momentos no sería bien recibido, por el contrario, podría agregar nuevos elementos a las protestas que hasta ahora se han mantenido en forma pasiva, si bien lo contempla la Carta Magna, en su espíritu y todo su articulado, refleja la mejor situación para nosotros los venezolanos. Sobre emplear la Fuerza Armada en el Plan Soberanía o Ávila. Para restituir el orden público, sin que de acuerdo a mi apreciación ello signifique debilidad para tomar decisiones, esta situación de presentarse nos dejaría muy mal parados y se corre el riesgo que los profesionales no atiendan a su ejecución o se nos provoque para obligarnos a actuar con contundencia. Sobre el hecho Fuerza Armada Nacional versus pueblo venezolano. Usted ha repetido en diversas ocasiones “maldito el soldado que emplee su arma contra los ciudadanos”. ¿Cómo exigirnos entonces que actuemos? La situación aún es controlable, los cerros aún no han bajado, esa debe ser su confianza, por lo tanto explótela y no deje que esto ocurra. Salida violenta. Sociedad civil unida a la Fuerza Armada Nacional, ¿a dónde nos llevaría esa fusión que usted ha expresado en varias alocuciones, programas y actividades? De producirse, ¿con qué defendería su mandato?

Venezuela ante el mundo, la tecnología nos ha llevado a conocer al instante lo que acontece en cualquier parte del mundo, es decir, todos somos vecinos y los medios de difusión, en el caso que nos ocupa han tenido un papel fundamental y no por lo que perdemos, sino por lo que dejemos de percibir, que en la situación venezolana bastante falta nos hace. Señor Presidente, Comandante en Jefe, si vemos ese panorama que en forma sencilla le he reseñado y que pudiera estar equivocado o no, creo que debe preocuparle por las secuelas inmediatas y futuras. Como amigo le recomiendo que dialogue usted personalmente, ya no hay voceros, en otras ocasiones usted se ha agotado muy rápidamente en situaciones de menor importancia, nada cuesta hacerlo cuando la situación lo amerite, y el país, el país, bien lo merece. ¿Qué hacer? Llame hoy inmediatamente al diálogo y entre otros, le recomiendo que invite a Miraflores a: máxima autoridad de cada uno de los poderes, Defensor del Pueblo, Contralor General de la República, Presidente de Fedecámaras, selección de presidentes de sindicatos en representación de los trabajadores, representación de la nómina ejecutiva y mayor de PDVSA, representante de los trabajadores de PDVSA, Sindicato de Empleados Públicos, Monseñor Moronta, Asociación Bancaria, el señor Lorenzo Mendoza del Grupo Polar, Presidentes de televisoras, Cámara de Radio y Televisión, propietarios de periódicos, presidentes de Federación de Centros Universitarios, Presidente de VenanCham, General en Jefe Lucas Rincón, otros. Un cordial Saludo Chendo”. Tronco de propuesta, revivir el Pacto de Punto Fijo.

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Bajo amenazas de bombardear Miraflores, Chávez fue secuestrado y llevado a la base de Turiamo, en el litoral aragüeño. Ya su suerte valía poco. Cualquier cosa pudo pasarle. Lo vimos en franela blanca parlando desordenadamente sobre lo ocurrido. Señaló a traidores. Rumió su rabia entre la incertidumbre y la espera mágica. Un hombre del pueblo, agente de la Guardia Nacional que custodiaba las casas de recreo en la base de Turiamo, le dio al Presidente la idea de redactar un mensaje y tuvo el coraje de sacarla clandestinamente y darla a conocer a la opinión pública. “Turiamo, 13 de abril 2002 a las 14:45 Al pueblo venezolano... (y a quien pueda interesar). Yo, Hugo Chávez Frías, venezolano, Presidente de la República Bolivariana de Venezuela, declaro: No he renunciado al poder legítimo que el pueblo venezolano me dio. ¡¡Para siempre!! Hugo Chávez F.” Los medios de comunicación habían consolidado ya la idea de que el Presidente “aceptó” poner la renuncia. En eso ayudaron mucho la mala cobertura y las pilas descargadas de radios y celulares en manos del alto mando militar. Menos mal que no se trataba de una guerra con otro país porque hubiéramos perdido por forfait. Seguro seríamos más diligentes y eficientes para comunicarnos con la banca de apuestas de caballos.

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Contraria a la actitud indecisa de muchos altos oficiales de los diversos componentes de la Fuerza Armada, generales, almirantes y otros héroes almidonados, el pueblo humilde se lanzó una vez más a las calles sin peto y sin espaldar.

La jauría fascista había dispuesto un dispositivo criminal que incluía francotiradores. Fueron éstos los que asesinaron a sangre fría a las víctimas que cayeron cerca de Miraflores, Puente Llaguno, y gente que venía en la marcha opositora. El material audiovisual “LLaguno: claves de una masacre”, es una pieza judicial impecable para determinar responsabilidades. También merece mención “La revolución no será trasmitida”, un documento de antología para la historia. Las personas que fueron esos tres días a Miraflores no iban a pedir cargos ni a negociar contratos, iban a dar su vida por proteger a Chávez. Allí vimos las caras de nuestros amigos Jacobo Torres y Francisco García, allí vimos lágrimas de coraje poderosas como mil balas. De nuevo supimos que “sólo el pueblo salva al pueblo”, porque sólo el pueblo salva a Chávez. “La consigna se remonta a las comunidades de base del proyecto socialista utópico del cura poeta Ernesto Cardenal en Solentiname o a las arengas anarquistas de la guerra civil española. Es una dulce y cruda consigna de izquierda, entendiendo como izquierda al grupo humano que sueña un futuro de dignidad colectiva en un mundo libre de explotación e injusticias. Perdón, la consigna original es “sólo el pueblo salva al pueblo”. Lo que pasa es que estas líneas están escritas para decir que Hugo Rafael Chávez Frías ya no es un ciudadano más. Chávez es un pueblo en revolución. Contrario a lo que muchos piensan, que Chávez es un Mesías, un benefactor, un benemérito, que es la salvación del pueblo, resulta que realmente Chávez es un proyecto histórico que sólo el pueblo es capaz de salvar. Cuando la insurrección armada de febrero de 1992 fue derrotada, la admiración y el afecto del pueblo por aquel joven oficial que asumió la responsabilidad y pronunció el por ahora, se desbordó en gestos de solidaridad y apoyo militante en los días de cárcel en Yare. Chávez fue salvado por el pueblo ante la posibilidad cierta de su asesinato por esbirros del gobierno de Pérez, pero además, allí comenzó a tallarse la madera de un verdadero líder popular, más allá de las pequeñas tapias del cuartel. Y fue esa fuerza popular que intuitivamente descubrió en Chávez el camino de su redención, la que hizo posible su salida de prisión. Luego vinieron las victorias electorales masivas y crecientes de 1998, 1999 y 2000. Vinieron las arremetidas fascistas de finales de 2001 y el golpe de abril de 2002. Cuando los supuestos dirigentes chavistas se pintaban el pelo y huían del país, cuando los flamantes aliados, los enchufados, los politiqueros de oficio que si se aprovechan y mucho de los privilegios del poder saltaban la talanquera, el pueblo humilde, el pueblo simple y llano, como los trabajadores del aseo urbano en Maracaibo que fueron los primeros en llegar a la pequeña manifestación que hicimos debajo del elevado de la Padilla, frente a Panorama aquel 12 de abril en horas del mediodía, ese pueblo que aún hoy espera esperanzado, ese pueblo salvó a Chávez que ya estaba indefenso en manos enemigas. En el paro petrolero fue la resistencia del pueblo la que salvó la revolución. El pueblo bolivariano debe ser escuchado. Se están cometiendo errores innecesarios. No podemos actuar nerviosos empujados por la coyuntura. Una amnistía es un asunto serio y sensible como para anunciarlo tan informalmente a través de una casual llamada telefónica. El pueblo revolucionario quiere discutir esos temas. El pueblo quiere que el gobierno gobierne y ponga orden al despelote comercial que reina por imposición del maldito capital especulador. El pueblo exige lealtad a los encamburados en la administración pública nacional, estadal, municipal y en las empresas del estado. La corrupción y la negligencia nos están desmadrando. La impunidad nos carcome los huesos, como dice la canción filosófica de Silvio. Chávez no necesita jala mecates ni aduladores profesionales. El pueblo los rechaza con rabia. Chávez necesita compañeros de lucha que en igualdad de condiciones puedan debatir con él los delicados asuntos de Estado que tiene entre sus manos. Y la política, la alta política. No basta repetir como loros cada invento como si fuera el último vaso de agua del desierto. ¿Las tres erres son para revolucionar esta revolución o son un crucigrama para jugar un rato? El pueblo debe hablar y ser escuchado. Porque sólo el pueblo salva a Chávez. Sólo el pueblo salva la revolución.

 

Yldefonso Finol

Crónica contenida en el libro NACIMIENTOS Y RENACIMIENTOS DE HUGO CHÁVEZ presentado en la FILVEN 2012 (FONDO EDITORIAL CACIQUE NIGALE)

miércoles, 9 de abril de 2025

LA DEFENSA DE BOLÍVAR EN EL SIGLO XXI

 


Ilustraciones de Enrique Colina

LA DEFENSA DE BOLÍVAR EN EL SIGLO XXI

A pocos años del bicentenario de su fallecimiento, Simón Bolívar sigue siendo vilipendiado con furia por una elite intelectual agrupada en torno al pensamiento derechista global (con algún sector académico “progresista” -neoliberal- coreando bajito), particularmente en la industria comunicacional amarrada al centro hegemónico estadounidense-europeo, que actúa con énfasis apuntando al público latinoamericano.

¿Por qué? ¿Cuál es la razón de ser de esta transnacional antibolivariana en los albores del Tercer Milenio? ¿Por qué se ocupan tanto en desacreditar la obra y persona de un hombre cuyo protagonismo ocurrió las décadas segunda y tercera del siglo XIX?

Cierto es que los ataques más burdos se intentan masificar entre personas a quienes el cartel antibolivariano considera ignorantes de la historia; ya hemos sido testigos de los planes imperialistas por borrar el estudio de nuestras Historias Patrias de los programas educativos. Muchos gobiernos sumisos así lo hicieron.

Los neoliberales nos conminan a olvidar el pasado, mientras la maquinaria ideológica del capital transnacional nos atiborra los espacios cognitivos con la versión supremacista que favorece la hegemonía eurocéntrica, blanca, patriarcal, burguesa; esa donde las clases trabajadoras y campesinas no protagonizan, y los sectores subalternizados se presentan como masa inerme, prescindible, invisible.

Quisiera no incurrir en simples adjetivaciones para calificar a los personajes que atacan al Libertador con versiones rayanas en lo absurdo; no debo caer en la provocación de devolver ofensa con insultos; necesito saltar esas trampas del debate propias de la canalla fascista, y entrar al fondo de la cuestión: que en pleno siglo XXI las derechas proimperialistas están urgidas de destruir toda conexión sentipensante de los pueblos con su épica emancipatoria.

Un ejemplo de las barrabasadas que difunden los agentes del hegemonismo es acusar a Bolívar de “traidor de España”, por haber liderado la lucha anticolonial y antimonárquica. Esta acusación recaería contra todos los próceres de la Independencia americana, y -por extensión- contra toda persona que se rebele ante un sistema injusto y opresor; los esclavizados que se hicieron cimarrones y que se alzaron contra la oprobiosa esclavitud serían -de acuerdo a esta lógica- “traidores” de sus amos que les obligaban a trabajar como bestias, aplicándoles torturas insufribles, dándoles azotes, latigazos, y condenando a sus familias y pueblos al mismo destino de extremas penurias.

Aclaremos que, al referirnos a detractores, no incluimos a los enemigos en la contienda militar que fueron subordinados del régimen colonial monárquico español; estos fueron contendores circunstanciales por el oficio de las armas al que servían; al decir detractores -en este artículo-, estamos hablando de individuos que por diversas motivaciones y en épocas distintas, se dieron a la tarea de proferir toda clase de descalificaciones contra Simón Bolívar, las más de las cuales, resultaron de un odio personal o componenda conspirativa, hoy devenidas en campaña sistemática concebida por laboratorios reproductores de las doctrinas de la opresión.

Una metodología de esta temática nos llevaría a considerar varias generaciones de antibolivarianos, como también encontraríamos una curiosa clasificación de ataques, según la perspectiva específica del atacante de turno.      

Los detractores de Bolívar que fueron sus contemporáneos, tuvieron generalmente por motivación la envidia, desavenencias personales puntuales y, en pocos casos, explícitas diferencias ideológicas contra el proyecto que El Libertador propugnaba.

Algunos detractores posteriores, se movieron en torno al localismo patriotero por defender a algún personaje de su nacionalidad que llegó a tener conflictos con Bolívar; en algunos de estos casos, por defender emocionalmente al “héroe” de preferencia, se desfiguran hechos históricos que están suficientemente claros en documentación de la época.

Otros –que llegaron a escribir voluminosas biografías- fueron cronistas, periodistas o aventureros intelectuales contratados por agencias estadounidenses y españolas con el propósito de posicionar el tema “Bolívar” y generar una opinión pública internacional susceptible de aceptar los elegantes descréditos que querían “legitimar” contra el Libertador; todo ello mientras pregonaban y construían el Panamericanismo servil a los dictados de Estados Unidos, absolutamente opuesto al Proyecto Bolivariano de la Unidad de Nuestra América.

Una tercera generación de estos detractores podemos ubicarla en la etapa más reciente, última década del siglo XX y comienzos del XXI, donde la carga ideológica antibolivariana se muestra muy agresiva, al punto de alcanzar relevancia en las posiciones neoliberales pro-imperialistas.

No debemos pasar por alto -y menos subestimar- el estilo refinado, ladino, camaleónico, de determinados autores que hasta simulan simpatizar con lo “bolivariano”, mientras dejan colar, entre loas al genio militar, insinuaciones de perturbación psicológica, o repiten como si fuesen travesuras críticas, los chismes infundados que el antibolivarianismo primitivo ha difundido desde su gestación.

Otros menos inteligentes, apelan a comparaciones ridículas de la capacidad militar de Bolívar con los oficiales que actuaron bajo su mando y en cumplimiento de las tácticas y estrategias por él diseñadas. Suelen usar figuras sobresalientes como la de Sucre, para cacarear que el Mariscal de Ayacucho era "superior al Libertador", ocultando la inapelable verdad histórica que fue Bolívar quien escogió a Sucre como adelantado para la Campaña del Sur, y le encomendó hacer todo que con tanta efectividad realizó su gran amigo y fiel compañero; ese a quien los primeros antibolivarianos asesinaron cobardemente.

Entre las acusaciones más comunes contra El Libertador figuran actitudes y ambiciones que Él siempre despreció, y que toda su trayectoria desmiente con hechos contundentes.

De eso estaremos conversando en las próximas líneas de este ensayo libre, que esperamos sea útil a la nueva militancia bolivariana para defender al inmortal líder de la emancipación.

A Bolívar lo defenestraron quienes robaron y destruyeron su obra en el siglo XIX, y luego quisieron petrificar su legado y cooptarlo en el siglo XX como pieza del engranaje oligárquico e imperialista.

Pero la batalla más complicada que le toca librar a nuestro Simón Bolívar es ésta del siglo XXI, ahora que el pueblo venezolano -al influjo del liderazgo histórico de Hugo Chávez- rescató la esencia liberadora de su pensamiento y su gesta, para construir la verdadera independencia y la igualdad. 

 

Desde hace dos décadas he sostenido que, si requiriéramos una razón adicional para estar convencidos de la vigencia del pensamiento emancipatorio de Simón Bolívar, sólo tendríamos que observar los enemigos que aún lo persiguen con toda clase de calumnias.

El cartel antibolivariano selecciona algunas de sus voces más conspicuas en los gremios de historiadores y escritores, y cuando alguno se propone comenzar su monólogo descalificador, lo primero de que acusa a Bolívar es de ser humano; si, como lo leen, los verán anunciar con una gestualidad inocentona, casi que descubriendo el agua tibia: “Simón Bolívar tuvo sus defectos como todo ser humano”. ¡Vaya aporte tan significativo a las ciencias!

Pues, dicho el hallazgo sorprendente, comienzan a descargar la ráfaga de las mil y una imprecaciones. Hubo un escritor venezolano (buena pluma, por cierto) que derramó un río de inteligencia al aseverar que Bolívar era “de carne y hueso”. Luego destrozó el código deontológico de la psiquiatría atando al diván a un espíritu sin derecho a descansar en paz, descuartizando su psicología post mortem y exponiéndola al arbitrio del vecindario: cero ética y pudor, en la más impúdica y desaforada violación de la confidencialidad.  

Una periodista neogranadina llegó a sostener que Bolívar fue un padre irresponsable, porque “dejó más de treinta hijos regados en los pueblos a orillas del Bajo Magdalena”, cuando pasó por ahí en diciembre de 1812, antes de realizar la Campaña Admirable. ¡Caramba, qué ampulosa fertilidad! (Y qué capacidad de esta señora para recopilar el realismo mágico en la tradición oral de dos siglos). 

Un laureado escritor peruano, al recibir en España el premio Planeta 2002, no declaró a la prensa sobre su obra favorecida, sino que dedicó entrevistas a pregonar que el culpable del “subdesarrollo y la corrupción en América Latina” era (adivinen quién): nada más y nada menos que el venezolano Simón Bolívar.

De modo que Bolívar (“de esos muertos que nunca mueren”, al poetizar de Tomás Borges), fue vilipendiado en su vida terrenal y en la otra, la que aún hoy vive con tanta intensidad como la primera.

Algunos de sus primeros infamadores menospreciaron la formación intelectual del Libertador, y llegaron a tildarlo de ser un pésimo militar. Hay que tener mucho despecho para afirmar semejante disparate; reconcomio enajenante como padeció el oficial aventurero  Henri Louis Ducoudray-Holstein, quien difundió con rabia desde 1828 unas memorias donde se lanza en denuestos de todo calibre: que Bolívar no lee, que es flojo, que sólo trabaja un par de horas por día, que es adicto al baile y la hamaca, que su formación militar es muy escasa, que sólo disfruta leyendo historias simplistas y cuentos; que no tiene una biblioteca o colección de libros que sea apropiada para su rango y lugar que ha ocupado por los últimos quince años, y ocupa muy poco tiempo estudiando las artes militares. Él no entiende la teoría y muy rara vez hace una pregunta o mantiene una conversación relacionada con esto.

Imaginemos por un instante la amargura, la envidia sufrida por este hombre (Ducoudray-Holstein, el que ambicionó ser jefe donde sólo estorbaba con su impostura supremacista europea), que escribió estas alucinantes opiniones sobre Simón Bolívar en 1828, cuando ya nuestro líder político-militar, con su estrategia de unidad y guerra continental había logrado destruir hasta el último reducto del ejército enemigo, tejiendo un cordón de victorias desde el Mar Caribe al Perú y Alto Perú: Pantano de Vargas y Boyacá, Carabobo, Bomboná, Pichincha, Ibarra, Batalla Naval de Maracaibo, Junín, Ayacucho.

Sin embargo, no nos sorprendamos, el asombro ante la capacidad de odio de los despechados superará cualquier extremo imaginable. Las almas envenenadas disponen en su ponzoña de mucha tinta que encajar en las páginas de la maledicencia antibolivariana.

Uno que comenzó muy joven su diatriba contra El Libertador, pupilo del traidor mayor (aquel que fue perdonado por el exceso de magnanimidad bolivariana) acusó a Bolívar de “crímenes atroces”. Lo hizo desde Estados Unidos con profusa difusión, al tiempo que su mentor disfrutaba un exilio dorado en Europa.

Es que los detractores de Bolívar le achacaban los vicios y pretensiones que ellos si tenían: que se quería coronar, que se beneficiaba de los dineros públicos. Personajes que se jactaban de legalistas, “demócratas”, liberales, pero que no vacilaban en asesinar oponentes, como mataron en forma vil y cobarde al Coronel José Bolívar (primo del Libertador) durante la fuga de José Padilla en la conspiración magnicida del 25 de septiembre de 1828; esos que llamaron públicamente a asesinar al Mariscal de Ayacucho Antonio José de Sucre en el periódico “El Demócrata”, mientras acusaban a Simón Bolívar de ser enemigo de la libertad de expresión. (No descuidemos recordar hechos recientes, donde se llamaba por televisión gringa a asesinar al Comandante Chávez, y en la prensa colombiana los uribistas pidieron abiertamente que se cometiera homicidio contra el Presidente Nicolás Maduro).

Aquellos individuos fueron los que se apropiaron y despilfarraron empréstitos de la República, cuando El Libertador requería con urgencia recursos que no llegaban para la Campaña del Sur. Son los mismos que se enfilaron en las nuevas oligarquías que mantuvieron el negocio de la esclavitud y se apropiaron de las tierras otorgadas por Decretos del Libertador a los pueblos indígenas y las tropas populares.

Bajo el pseudónimo Pruvonema, un señor que odió mucho a Bolívar -y todo lo que con él se relacionase-, pudiera ser premiado como el campeón de la chismografía antibolivariana, aunque ello haga arder de celos a varios de sus laureados escritores coterráneos. Este Pruvonema, cuyas memorias suman millar y medio de folios agrupados en dos tomos, son parte de la mitología de la xenofobia antivenezolana profesada por parte de la elite peruana, que en determinados periodos llegó a ostentar rango de política de Estado, incluso en la educación formal. 

Pues tomemos nota que, entre las acusaciones más graves divulgadas en la distancia por Pruvonema, estuvo esa de decir: “él es un zambo”.

 

¿Por qué debemos invertir tiempo y esfuerzos en defender a Bolívar en la actualidad?

La primera respuesta es tan simple como necesaria: porque lo atacan; lo atacan injustamente, con falsedades, con alevosía, y con intencionalidad política destructiva.

Es que en estos asuntos de la Historia no hay neutralidad; el estudio y debate de hechos pasados no se encajonan a la fuerza en eso que llaman “objetividad”; ¿qué objetividad puede haber en el discernimiento de los acontecimientos que ocurrieron en circunstancias políticas, culturales, militares, económicas, marcados por las contradicciones de épocas disímiles? Algunas de esas contradicciones fundamentales persisten, no han tenido síntesis.

El análisis de los documentos de archivos, las narrativas de la historiografía, las metodologías aplicadas al estudio de la historia, todo ello tiene una carga ideológica imposible de diseccionar en un laboratorio. Los intereses de clase y las perspectivas paradigmáticas adoptadas, predominan sobre el relato meramente descriptivo, haciendo de cada proposición epistémica una lectura comprometida: o con el statu quo, o con la alternativa emancipatoria.

La historia no es una ficción caprichosa del impulso creativo del historiador o la historiadora, que recrea el pasado a gusto de un público más o menos pasivo; no es lo que uno quisiera que hubiese sucedido, sino lo que inexorablemente sucedió en las condiciones económicas y sociales de un espacio-tiempo determinado.

Pero la relectura de la historia con enfoques radicales, insurgentes, decoloniales, revolucionarios, sin duda nos conlleva a cuestionar la narrativa positivista, recolonizadora, eurocéntrica, confrontando la historia oficial tradicional, la acomodada al sistema con predominio del capital transnacional y las burguesías criollas, reinterpretando la historia desde la mirada, la piel y el alma de los oprimidos.

En fin, que, como no nos sirve la categoría “objetividad”, nos aferramos -al menos- a la honestidad intelectual de buscar la verdad histórica, hurgando con afán permanente las fuentes más genuinas posibles, y los saberes más respetables, aunque medien diferencias puntuales con los interlocutores. No es la unanimidad o una coincidencia oportunista lo que nos interesa, quizás sí, el consenso del conocimiento pertinente, luminoso, desencadenante, liberador.         

La segunda respuesta, obvia de toda obviedad, aunque retadora de reflexiones muchísimo más complejas: porque el hombre no se puede defender a sí mismo de los múltiples y muy difundidos ataques que le propinan; no porque esté difunto, sino porque tiene cosas que para Él son mucho más importantes de atender.

Tal como sucedía allá por 1827-1828 que arreciaron la campaña de destrucción de su imagen pública para justificar el asesinato que tramaban, y más allá de matarlo físicamente, liquidar y desaparecer su gesta, su obra y su legado. Por entonces el Maestro Simón Rodríguez se persuadió del linchamiento moral instrumentado por los enemigos del Proyecto Emancipador Bolivariano, y redactó aquella primera defensa, hasta hoy insuperable en revelaciones, argumentos, y estilo original. 

Dijo Rodríguez: “Por él son independientes Colombia y el Perú. A él debe su existencia política Bolivia. Por el respeto que infunden sus virtudes morales y militares, gozan las tres repúblicas de seguridad, y de la confianza que inspira su confianza pública a los monarcas, puede esperar su existencia futura el Gobierno republicano en América. Digan los pueblos, pues, y díganlo, sin temor de ser desmentidos, porque no exageran, que todo lo ha hecho Bolívar o lo ha hecho hacer, y que sólo sus obras han tenido y pueden tener consistencia”.

Como dijera José Martí: “Bolívar tiene que hacer en América todavía”; y en esto radican las razones por las que debemos defenderlo.

Defendemos a Bolívar porque es un patrimonio espiritual de los pueblos. Donde suena ese apellido se activan las energías favorables al bien común. Dos siglos de lejanía existencial y todo el descrédito vertido por la mediática hegemónica, no mellaron el significado liberador de su nombre. Aunque las elites se regodeen despreciándolo, en los rincones de millones de hogares humildes la imagen de Bolívar representa la capacidad humana del desprendimiento y el heroísmo. Entre los referentes virtuosos que se apelan como sinónimo de valentía, honor, trascendencia, justicia, dignidad, liderazgo, gratitud, erudición, triunfo, siempre está la palabra Bolívar.

Porque su proyecto emancipatorio sigue vigente. Porque es el símbolo más poderoso del anticolonialismo. Porque es el componente más emblemático de la venezolanidad. Por todo ello defendemos a Bolívar.

La resistencia del pueblo bolivariano en muchos lugares de Nuestra América, pero muy especialmente en Venezuela, es un signo inconfundible de la vigencia de la Doctrina Bolivariana; la sola actitud insumisa frente al imperialismo estadounidense es un valor agregado sociopolítico de alto impacto: es lo más temido por los gringos, de allí su búsqueda incesante de actores serviles que le allanen el camino recolonizador al Comando Sur y al Departamento de Estado.

La defensa de las soberanías nacionales, la vocación igualitaria y el derecho a desarrollar modelos democráticos populares no tutelados, son valores inmanentes a la concepción bolivariana.

Defender hoy al Libertador Simón Bolívar, es reivindicar el derecho a tener Patria y a construir una sociedad basada en la dignidad colectiva.

 

¿Pero es que acaso Bolívar no tiene quien lo defienda?

Imagínense que vaya a creerme yo -simple ciudadano- el defensor del Libertador Simón Bolívar, si entre quienes lo han defendido están las mentes más destacadas, virtuosas, trascendentes; los espíritus más elevados, rutilantes, magnéticos, han cantado a su gesta y su gloria, como lo hizo Juana de América: “A Bolívar habría que cantarle con la garganta de los vientos y el pecho del mar.”

Uno de los primeros en defender a Bolívar fue el General en Jefe Rafael Urdaneta, su más leal compañero, que en 1826 advertía la presencia de intrigas y divisiones enfiladas a destruir el proyecto emancipador por el que lucharon toda la vida; dijo: “Su nombre es ya propiedad de la historia, que es el provenir de los héroes”.

Como hemos dicho antes, su maestro Simón Rodríguez fue también pionero en la defensa de El Libertador, quizás quien mejor supo leer la trayectoria de su personalidad, habiéndolo conocido de niño, compartido viajes y debates cuando joven, y acompañado en sus días de estadista: “Hombre perspicaz y sensible... por consiguiente delicado. Intrépido y prudente a propósito... contraste que arguye juicio. Generoso al exceso, magnánimo, recto, dócil a la razón... propiedades para grandes miras. Ingenioso, activo, infatigable... por tanto, capaz de grandes empresas. Esto es lo que importa decir de un hombre, a todas luces distinguido, y lo solo que llegará de él a la posteridad. El día y la hora de su nacimiento son de pura curiosidad. Los bienhechores de la humanidad, no nacen cuando empiezan a ver la luz; sino cuando empiezan a alumbrar ellos”, decía Rodríguez.

No sólo sus amigos y camaradas fieles le hicieron loas. El destacado General español Pablo Morillo exaltó su liderazgo y capacidad militar: “Bolívar en un solo día acaba con el fruto de cinco años de campaña, y en una sola batalla reconquista lo que las tropas del rey ganaron en muchos combates… La suerte de Venezuela y de Nueva Granada no puede ser dudosa... Estos prodigios, que así pueden llamarse por la rapidez con que los han conseguido, fueron obra de Bolívar y un puñado de hombres.” Morillo talló sobre el mármol de la épica universal una frase que se hizo dogma pétreo sobre el significado histórico de Bolívar que hoy reivindicamos: “Él es la Revolución”.

El francés, Alejandro Lameth, le escribió a Bolívar desde París, el 3 de abril de 1826, valorándolo como “el primer ciudadano del mundo”. En el sur de Suramérica, José Enrique Rodó superó todo alegato con su preciosa exégesis: “si el sentimiento colectivo de la América libre y una no ha perdido esencialmente su virtualidad, esos hombres, que verán como nosotros en la nevada cumbre del Sorata la más excelsa altura de los Andes, verán, como nosotros también, que en la extensión de sus recuerdos de gloria nada hay más grande que Bolívar”.  

Personaje de raigal distinción como Juan Bautista Túpac Amaru, de los Incas que defendieron su nación originaria, dejó para la antología del decoro de los tiempos, su conmovedor testimonio: “Si ha sido un deber de los amigos de la Patria de los Incas, cuya memoria me es la más tierna y respetuosa, felicitar al Héroe de Colombia y Libertador de los vastos países de la América del Sur, a mí me obliga un doble motivo a manifestar mi corazón lleno del más alto júbilo, cuando he sido conservado hasta la edad de ochenta y seis años, en medio de los mayores trabajos y peligros de perder mi existencia, para ver consumada la obra grande y siempre justa que nos pondría en el goce de nuestros derechos y nuestra libertad; a ella propendió don José Gabriel Tupamaro, mi tierno y venerado hermano, mártir del Imperio peruano, cuya sangre fue el riego que había preparado aquella tierra para fructificar los mejores frutos que el Gran Bolívar había de recoger con su mano valerosa y llena de la mayor generosidad…”

Desde China nos llegó la opinión que estudiosos de la Historia ya habían consolidado en la década del ochenta del siglo XX, como lo expuso el estudioso Sa Na en el Congreso Bicentenario de Simón Bolívar en 1983: “Por sus brillantes hazañas realizadas en los inicios del siglo pasado para el movimiento de independencia de América Latina, por su pensamiento y pronunciamiento político en favor de conducir a los diversos pueblos hacia el camino de la democracia, la libertad, el republicanismo, y la unidad entre estos mismos pueblos, Simón Bolívar no solamente ha ganado la gran admiración y elogio de los pueblos latinoamericanos, sino también el respeto y cariño de todos los pueblos del mundo”. (No deja de asombrarme que El Libertador habló de China en 1815)

La defensa de Bolívar -que algunos creen innecesaria y otros consideran una repetición mecánica de crónicas más que de argumentos- se plantea en este tiempo como la eterna lucha por la verdad; no como dogmática invocación moralista, sino porque es la única ruta legítima a la liberación duradera. Esta lucha nos enfrenta a los omnipresentes muros de la ignorancia y la desinformación. El sistema opresor internacional lo sabe, lo calcula, lo planifica, y lo perpetra.

Pausemos el calendario para recordar una carta que El Libertador envió a Rafael Urdaneta el 30 de julio de 1830: “Remito a Usted un papel de México donde se habla del tribunal, del juez, del consejo y de mí, que sentenciamos a Santander. Lo que dice este papel es poco más o menos lo que se repite en Estados Unidos y aun en Europa.”

Bolívar se manifiesta agobiado por la manipulación que se hacía de la opinión pública en su contra por el juicio a los complotados en la “Noche Septembrina”, especialmente en el caso de Santander, a quien se trató benévolamente, suavizando las sanciones que los mismos decretos dictados por éste en su gestión como vicepresidente preveían: “Debe manifestarse que ésta era la ley por la cual se juzgaba a los facciosos en tiempos de Santander, y que nosotros no hemos hecho más que continuarla y aplicársela a su autor”, escribía El Libertador.

Desde entonces la elite estadounidense orquestó la transnacional antibolivariana.

Deben darse a conocer a las nuevas generaciones los pormenores de aquellos acontecimientos, tal como lo pidió el propio Libertador, “para que se aclaren con todos los rayos de luz”. Porque no se trata de un empeño fanático la búsqueda de la verdad histórica, sino de una necesidad de justicia y emancipación de las conciencias. En una tarea prioritaria de los pueblos que luchan por su liberación.

 

Yldefonso Finol

Luchador político, economista, historiador, poeta, escritor y diplomático venezolano; integró la Asamblea Nacional Constituyente de 1999. Es miembro de la sección venezolana de la Asociación de Historiadores de América Latina y el Caribe. Se ha especializado en Historia Bolivariana, Etnohistoria y Descolonización