El
semáforo Trump
Díscolo
y ególatra, el semáforo Donald Trump le do luz verde a la CIA para actuar en
Venezuela. Ya les habilitaremos el salón protocolar de Maiquetía para
recibirlos con sus uniformes de traje azul, corbatica fina y corta, las chicas con
faldas por debajo de la rodilla, y el emblema bordado en la solapa izquierda de
la chaqueta. Todos agitando las banderitas de cincuenta estrellas y franjas
rojiblancas.
¿Es
que acaso la CIA no lo estuvo haciendo este cuarto de siglo? ¡Acuartelada no
estaba! Desde su creación en 1947-1948 la CIA reclutó agentes entre los
ejecutivos y algunos subalternos petroleros gringos en Maracaibo y la Costa
Oriental del Lago. A algunos les tocó mover grandes cargamentos de material
militar para Chiang Kai-shek, el jefe del Kuomintang, con el que, una vez
derrotado en tierra firme de toda China por Mao Zedong, el Ejército Rojo y el
glorioso Partido Comunista Chino, pasaron a Taiwán e impusieron una república
satélite de Estados Unidos gobernada por una cruenta dictadura.
Imaginemos
si en aquellos años ya la CIA usaba desde Venezuela operaciones diplomáticas y
comerciales para el espionaje y la conspiración, qué no estarán intentando hoy;
lo que pasa es que se les ha dado un “estate quieto” en varios países, incluida
Venezuela. Esta Venezuela es una República Bolivariana, no la finca de
Rockefeller. “Esta Patria es caribe y no boba”, dijo Bolívar a Santander el 8
de noviembre de 1819 para referir que estábamos pilas con todo, y que después
de los triunfos de Pantano de Vargas y Boyacá, no debíamos perder tiempo en
pendejadas internas sino ir al corazón del enemigo a descuartizarlo. No nos
detendremos en la época que la Nueva Granada fue llamada “La Patria Boba”,
precisamente porque los patriotas se hicieron una guerra entre ellos mismos por
definirse entre centralismo o federación. Resumidamente.
Paréntesis.
El primer antecedente de la CIA lo crearon los gringos cuando vieron que era
inevitable la formación de la Tercera República de Venezuela y el nacimiento de
Colombia (La Primera República Bolivariana), reforzándola como locos con
agentes, cónsules, comerciantes, corsarios disfrazados, y cooptados, tras las sucesivas
victorias bolivarianas en la Nueva Granada, Carabobo, Pichincha, Ibarra, Batalla
del lago Maracaibo, Junín y Ayacucho; y la convocatoria al Congreso de Panamá
(sin Washington).
Volviendo
a la CIA (Agencia Central de Inteligencia), ésta fue creada por el presidente
Harry S. Truman en 1947 bajo la Ley de Seguridad Nacional. Su sede principal está
en Langley, Virginia. El alcance de sus actividades va desde elaborar informes
políticos sobre la agenda y vida personal de gobernantes y personalidades
influyentes, hasta realizar actos terroristas para desestabilizar y fraguar
golpes de Estado (tradicionales) o “revoluciones naranjas” (supongo que ese
nombre les recuerda el que usaron junto al napalm en Vietnam).
Hay mucho
cine sobre la CIA y la gente común maneja ciertos estereotipos. Seguiremos debatiendo
esos aspectos. En la Venezuela satélite energético gringo pasaron muchas cosas
que están por saberse. Hay que saberlas. Por los momentos quiero compartirles
este párrafo muy esclarecedor sobre la amplitud del trabajo de la CIA: “Durante
los momentos culminantes de la guerra fría, el Gobierno de Estados Unidos
invirtió enormes recursos en un programa secreto de propaganda cultural en
Europa occidental. Un rasgo fundamental de este programa era que no se supiese
de su existencia. Fue llevado a cabo con gran secreto por la organización de
espionaje de Estados Unidos, la Agencia Central de Inteligencia. El acto
central de esta campaña encubierta fue el Congreso por la Libertad Cultural,
organizado por el agente de la CIA, Michael Josselson, entre 1950 y 1967. Sus
logros fueron considerables y su propia duración no fue el menor de ellos. En
su momento álgido, el Congreso por la Libertad Cultural tuvo oficinas en 35
países, contó con docenas de personas contratadas, publicó artículos en más de
veinte revistas de prestigio, organizó exposiciones de arte, contaba con su
propio servicio de noticias y de artículos de opinión, organizó conferencias
internacionales del más alto nivel y recompensó a los músicos y a otros
artistas con premios y actuaciones públicas. Su misión consistía en apartar
sutilmente a la intelectualidad de Europa occidental de su prolongada
fascinación por el marxismo y el comunismo, a favor de una forma de ver el
mundo más de acuerdo con «el concepto americano”. [1]
Volviendo
al terreno, hay gente que pareciera “apartar sutilmente” a la Revolución del
bolivarianismo, reduciendo su conocimiento a círculos académicos y suavizando
su proyecto emancipador, repitiendo como disco rayado efemérides y rumiando
frases. Más escena, cero profundidades, más maquillaje y menos cerebros espoletas.
¿Drogas?
Los “valores” de la Biblia y el Libro del Mormón debían alejarnos de ese mundo
enajenado y pervertido. Pero los dineros que generan deben usarse en algo “útil”
a la sociedad así haya que crear un submundo ara ello. Un dólar de aquellos no
se tiraba al cesto. Pregúntenle a los hermanos nicaragüenses con qué dinero
financiaba la CIA a los monstruos de la “Contra Antisandinista” que les
lanzaron como ogros desde Honduras con el más sofisticado armamento y sistema
de comunicaciones, que muchos gobiernos no llegaban a poseer
¿Drogas?
Aquí no vengan a echar cuentos. Cuando el amigo de Joseph Epstein, Andrés
Pastrana Arango, era presidente de Colombia se puso en marca el llamado Plan
Colombia, dirigido por Washington con estrategia contrainsurgente. En esos años
las FARC contaban con un ejército poderoso que tocaba las puertas de la Casa de
Nariño. El plan contra las drogas se usó como artilugio para combatir a la
insurgencia que llegó a constituir una Coordinadora Guerrillera Simón Bolívar
con el ELN y el Frente Quintín Lame, guerrilla de raíz indígena.
Entre
los diálogos previos para ir desmontando la guerra interna, se crearon
instrumentos políticos como la Unión Patriótica (Caso Rafi Eitan), a la que el
régimen no le garantizó el más mínimo ambiente de existencia y fueron
exterminados por agentes del Estado y grupos paramilitares que hacían masacres
anónimas y asesinatos selectivos. Por cierto, Israel “ayudó” mucho al régimen
oligárquico imperialista colombiano en la creación de esos aparatos terroristas
que luego fueron las Autodefensas Unidas de Colombia (AUC), los famosos paracos
que financiaron la guerra fratricida con dineros de las drogas. Todo esto con
el concurso de la DEA a nivel internacional y el DAS en lo interno. Los
partidos del sistema, e aparato judicial, y hasta figuras pesadas en la farándula
y la Iglesia formaron parte de este entramado colombo-estadounidense.
Israel
proveía entrenamiento (famoso caso Yair Klein), venta de armas y servicios de
espionaje, no podían faltar los medios de comunicación y las ONGs vinculadas a
las academias y el trabajo social.
Allá,
como país dependiente por dos siglos amarrado a los intereses geopolíticos
gringos, instalaron bases militares y realizan acciones secretas (incluyendo
violación de señoritas) en la Amazonía, el Nariño donde metieron a los carteles
mexicanos, Chocó (por igual) y el Caribe, donde se han visto más limitados por
la presencia contundente de la FANB. A más de un encorbatado han logrado
corromper en este cuarto de siglo de lucha férrea día a día contra la CIA en
sus diversas expresiones. Pero los hemos mantenido a raya dándoles golpes
certeros, FANB y pueblo en armas: un solo bloque.
¿Será
que el semáforo Trump mantuvo encendida la amarilla a ver si pisábamos la
concha de plátano maduro?
Lo más
llamativo son los números, cuando Pastrana (moralista como Epstein) suplicaba
por el Plan Colombia hace 26 años se cultivaban 160.000 hectáreas de coca, hoy
se cultivan (con ocho bases gringas adentro) el doble, y voceros de la lucha
social estiman en 500 mil hectáreas, con una producción de pasta de cocaína de
casi dos mil toneladas, de las cuales el 87% salen por el Océano Pacífico. Los
gobiernos sumisos a Estados Unidos en ese lado del continente como Ecuador
(principal exportador de cocaína del mundo), Panamá, Chile, Costa Rica y Perú,
han sufrido un repunte peligroso de la violencia vinculada al negocio
transnacional del narcotráfico. No olvidemos la ruta fluvial en el Cono Sur tan
codiciada por USA: dos de los cargamentos de cocaína de alto valor monetario
llegaron a Bélgica y Portugal luego de pasar los supuestos rigurosos controles
en el puerto de Montevideo en 2023.
“La
producción, incautaciones y consumo de cocaína alcanzaron nuevos máximos en
2023, convirtiéndose en la droga ilícita con mayor crecimiento de mercado. La
producción ilegal se disparó a 3,708 toneladas, casi 34% más que en 2022. Las
incautaciones mundiales alcanzaron un récord de 2,275 – lo que supone un
aumento de 68% con respecto a 2019-2023. El consumo creció de 17 millones de
usuarios en 2013 a 25 millones en 2023.” (ONU, 2023)
La
cocaína es la reina de la fiesta y de reanimar líderes y gerentes, por lo que
es costosa para el consumidor, aunque lo que le vendan sea una mezcla de
cualquier polvo blanco. El flujo financiero de Estados Unidos y satélites
pro-yanquis calificados como “paraísos fiscales”, concentran el 70% del dinero
de la droga.
El
cartel con más cobertura mundial es la DEA, que es la CIA con unos pases en la
nariz. El negocio de las armas, la formación de bandas paramilitares, la
infiltración de instituciones policiales y judiciales, todo ello implica el
gran negocio transnacional de las drogas, porque las hay desde naturistas hasta
sintéticas.
En el
seno del gobierno de Estados Unidos hay formado un maremágnum por el control de
las ganancias de estos negocios. Venezuela está rodeada de gestores de las
mafias de la “White House”.
Los seguiremos
venciendo.
Yldefonso
Finol

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