12 de octubre: ¿día de qué?
Hasta hace poco las escuelas enseñaban que el 12 de
Octubre se celebraba “el día de la raza”, para conmemorar el “Descubrimiento de
América”. Luego se trató de perfumar con eufemismos progresistas tipo
“encuentro de dos mundos”. No se quería herir a la “Madre Patria” llamado las
cosas por su nombre. No se permitía hablar de invasión, guerra de saqueo,
genocidio. Descubrimiento es la palabra clave en la dominación colonial que
instauró el Imperio Español contra los pueblos originarios de Abya Yala. La
trampa ideológica se centra en que todo comienza al llegar el invasor. Se
trasmitió de generación en generación la enseñanza de que el Imperio “nos
descubrió”, como si antes no hubiésemos existido, o peor aún, no tuviésemos
conciencia de nuestra propia existencia. Por siglos se consolidó la “verdad”
colonialista que garantiza la sujeción al poderío imperial. “Colón descubrió
América”, se nos dijo apenas soltábamos el biberón.
El Reino de España celebra el 12 de Octubre su día
nacional, el Día de la Hispanidad. El Rey encabeza un desfile militar, y ciertamente
aquello de 1492 fue el inicio de una guerra masiva no declarada que dio el
triunfo de las armas a quienes más ambicionaban. Para el imperio se trató del “descubrimiento”
de riquezas infinitas para sus arcas insaciables. Para nuestros pueblos
significó el descubrimiento de la guerra cruel, la esclavitud y el saqueo. El
discurso colonialista se impuso como verdad inobjetable. Los pueblos vencidos
entraron en el enigmático mundo de la invisibilidad. El invasor no sólo nos “descubrió”,
también “fundó” los lugares donde aún vivimos. Descubrimiento, fundación,
civilización, poblamiento, prehispánico, precolombino, raza, indios, son las
palabras que forman el glosario de la autoflagelación colonialista. Son las
nombradías ideológicas de los mitos alienantes con los cuales aún se nos
pretende esclavizar.
II
Esta mañana temprano, una guerrera del Catatumbo me
recordó en un silbido la caracterización que hizo Marx del saqueo y
esclavización contra los pueblos originarios de Abya Yala, como premisa de la
acumulación originaria que permitió el surgimiento del capitalismo en el
continente europeo. En efecto, dice Marx en el capítulo XXIV del tomo I de El
Capital: “Los descubrimientos de los yacimientos de oro y plata en América, la
cruzada de exterminio, esclavización y sepultamiento en las minas de las
población aborigen, el comienzo de la conquista y el saqueo de las Indias
Orientales, la conversión del continente africano en cazadero de esclavos
negros: son todos hechos que señalan los albores de la era de producción
capitalista”.
Hoy sabemos que es así, que sin las riquezas robadas a
nuestros ancestros Europa no hubiese dado el salto al mal llamado “desarrollo”,
como tampoco Estados Unidos sería el imperialismo que es, si no hubiese
expropiado a la fuerza Nuestra América.
La invasión violenta como forma de acumulación de
capital, es la causa del “desarrollo” de unos versus el subdesarrollo de otros.
Las crueldades son sólo formas del desprecio por lo humanamente diferente.
III
Dejemos que un español diga con verbo cristiano las
verdades del régimen colonial. Fray Antonio Montesino, en Santo Domingo el 21
de diciembre de 1511: “Soy la voz que clama en el desierto de esta isla. Esta
voz, os dice que todos estáis en pecado mortal y en él vivís y morís por la
crueldad y tiranía que usáis con estas inocentes gentes. Acaso no tienen almas.
Acaso no estáis obligados a amarles como a vuestros semejantes que son. Es que
estáis en tan letárgico sueño envilecidos. Decid, con qué derecho y con qué
justicia tenéis en tan horrible servidumbre a estos indios. Con qué justicia
habéis hecho detestables guerras y que para pacificarlos, si ellos estaban
mansos y pacíficos en sus tierras cuando vosotros llegasteis. Con qué derecho
los tenéis fatigados sin darles de comer ni curar sus enfermedades, que de
tanto maltratarles les matáis, y no veis que reciban a su verdadero Dios y
Creador. No son acaso hombres con almas racionales. Tened por seguro que en el
estado que estáis no os podéis más salvar que los moros o turcos que carecen y
no quieren la fe de Jesucristo”.
En una carta de 1545 al Superior de la Orden de
Predicadores, los dominicos de entonces en Santo Domingo anunciaban la
desaparición completa de la población originaria de la isla.
En 1552, Bartolomé de las Casas, Obispo de Chiapas que
se convirtió a la teología de la liberación por influencia de Montesino y Pedro
de Córdoba, redactó su “Brevísima relación de la destrucción de las Indias”,
donde denuncia las bestialidades invasoras así: “Entraron en ellas, más pienso
sin comparación cruelmente que ninguno de los otros tiranos que hemos dicho, y
más irracional y furiosamente que crudelísimos tigres y que rabiosos lobos y
leones. Porque con mayor ansia y ceguedad rabiosa de avaricia, y más exquisitas
maneras e industria para haber y robar plata y oro que todos los de antes, pospuesto
todo temor a Dios y al rey y vergüenza de las gentes, olvidados que eran
hombres mortales, como más libertados, poseyendo toda la jurisdicción de la
tierra, tuvieron”. Nos está hablando de los alemanes y españoles que invadieron
Venezuela en 1529.
Sepúlveda, al contrario, cree que las guerras contra
los indios eran necesarias: “1. Por la gravedad de los pecados que los indios
habían cometido, en especial sus idolatrías y sus pecados contra la naturaleza.
2) A causa de la rudeza de su naturaleza que les obligaba a servir a personas
que tuvieran una naturaleza más refinada, tales como los españoles. 3) A fin de
difundir la fe, cosa que se haría con más facilidad mediante la previa sumisión
de los naturales. 4) Para proteger a los débiles contra los mismos indígenas.”
Algo así como zamuros (zopilotes) cuidando carne.
El fraile peruano Gustavo Gutiérrez acuñó el término
“catástrofe demográfica”, para referirse al genocidio masivo causado por la
invasión europea contra los pueblos indígenas. Se estiman entre veinte ay
treinta millones de víctimas fatales, con naciones originarias totalmente
exterminadas y multiplicidad de culturas destruidas.
IV
En una diatriba por redes de comunicación sobre la
xenofobia antivenezolana en Perú, un ciudadano de ese país escribió: “El Perú
nunca quiso ser libre -por culpa de Bolívar- el Perú pasó de ser primer mundo y
centro de la Corona y pasamos a ser tercer mundo. Los peruanos nos sentimos
orgullosos de ser hispanos y eso es algo que nunca entenderán ustedes porque
nunca asimilaron ni aceptaron la herencia cultural hispana”.
Coincide el chico limeño con el historiador venezolano
Tarre Murzi: “El indio era cerril, atrasado, salvaje, y en algunas tribus,
antropófago… era difícil cristianizar estos salvajes, cuyas elementales
creencias convertían en dioses los animales, los astros, ríos y árboles…adoraban
sobre todo el sol, la luna y el terrible jaguar”.
Tal es el pensamiento dominante. El colonialismo
reforzado por el imperialismo se empeñan en profundizar el sojuzgamiento
cultural; es el método más eficaz para imponer hegemonías que de otra manera
serían inaceptables y combatidas por los pueblos. La explotación capitalista
necesita reforzar ese culto a lo colonial. Hacer que ese joven peruano o
colombiano sufra vergüenza de su ser indígena o mestizo, sea rabiosamente
ignorante de la épica de su pueblo, y pierda toda conectividad con sus raíces
ancestrales. Para eso son los mitos alienantes.
El Libertador Simón Bolívar tuvo una posición radical
contra toda forma de colonialismo, y experimentó una personal evolución
progresiva de su visión del mundo indígena, llegando a convertir su lascasiano
sentimiento de la Carta de Jamaica en políticas públicas concretas, como los
Decretos de Cundinamarca del 20 de mayo de 1820, de Trujillo del 8 de abril de
1824, del Cusco del 4 de julio de 1825, y de Chuquisaca del 14 de diciembre de
1825.
Por eso está tan de moda el ataque comunicacional
contra Bolívar. Todos los intereses neocoloniales e imperialistas lo siguen
persiguiendo con renovada saña, tal como hicieron sus detractores en el Perú de
1826 y la Bogotá de 1828; síntoma de que El Libertador no está nada muerto.
Termino como empecé con el mensaje de otra guerrera,
la antropóloga Asmerys González: “A 527 años de la invasión colonial, siguen
los pueblos en resistencia, en insistencia, en la lucha por la independencia y
soberanía plenas. Pueblo que lucha, está determinado a vencer”. Y así será.
Yldefonso
Finol
Cronista
de Maracaibo
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