martes, 2 de febrero de 2021

DOS SIGLOS Y UNA ESTRELLA (Al profesor emérito Argenis Ramones, cómplice discreto de esta aventura)

 

Dos siglos y una estrella: el Zulia en Bicentenarios


El Generalísimo Francisco de Miranda nos legó una Bandera. El Imperio Español lo persiguió antes de ser esa leyenda universal que fue; lo discriminaron por sus orígenes y lo odiaron por pregonar la libertad de un continente como Precursor de la Independencia que Bolívar y la Patria alcanzaron para su Gloria.

El Tricolor ondeó los mares antes de llegar a Venezuela; como los vientos del norte y el nordeste, trajo músicas frescas como las ideas que el venezolano Miranda regó en los ríos norteamericanos, las campiñas francesas y nieves rusas. Miranda, un utopista con los pies enraizados en la épica mundial a favor de una nueva humanidad.

Bandera inteligente y originaria: los tres colores primarios con los que el arte de la pintura inventó todas las existencias.

Luego vinieron las estrellas de siete provincias. Bolívar le regaló una octava. Rafael Urdaneta anda con Él en Guayana con nuestro Esequivo. Sucre está con Ellos. Se constituye la Tríada Gloriosa que cantamos levitando con un relámpago en el pecho.

Con esa Bandera mirandina y bolivariana, habremos de vencer toda la infamia del cosmos.

II

Llegó el 28 de enero de 2021. Hubo actos solemnes y respetuosos del protocolo pandémico. Estuvimos allí emocionados con la representación institucional. El Gobernador del Zulia Omar Prieto expuso argumentos incontrastables por el derecho de la Patria a incrementar con justicia su sagrada constelación. Escuchamos un sentido discurso del Orador de Orden, Diputado Diosdado Cabello, con cronologías admirables y testimonios palpitantes, como el referido a nuestro pueblo añú de Simamaica en un trance curativo desde lo onírico y espiritual. Así somos estimado Capitán.

La Plaza Bolívar de Maracaibo lució espléndida, remozada y luminosa, como la quiere nuestro pueblo. La Orquesta Juvenil llenó el aire de las notas patrióticas. Sonó la gaita en revelación nocturna con sabor a Saladillo, el barrio borrado por la piqueta. Vinieron a mi mente los cantos de Armando Molero, el martirio del mejor bolerista del mundo Felipe Pirela; la marca musical de Ricardo Aguirre, Mario Suarez, Víctor Alvarado, Gladys Vera, Teresita Antúnez y Astolfo Romero, me hizo vibrar como en levitación shamánica.

Rememoré a los zulianos con quienes en algún momento conversé de esta nuestra Novena Estrella y quise rendirle honores a Vinicio Romero, dilecto amigo nativo de la muy patriótica ciudad de Los Puertos de Altagracia, quien durante la Constituyente de 1999 me apoyó en solitario para asomar esa vieja aspiración zuliana. Sabíamos que no había condiciones para librar esa pelea, porque la prioridad era concluir la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela, que, como bolivarianos, llenaba nuestras expectativas en aquella histórica Asamblea. Pero ganas no nos faltaban.

Recordar que el apasionado historiador Vinicio Nava Urribarí, a quien tuve el honor de conocer en mis tiempos de joven parlamentario estadal en la mitad de la década de los noventa, y cuyos escritos leo con mucho interés, tuvo la iniciativa de plantear la justa petición zuliana en 1999 a través de una esquela enviada al Presidente Hugo Chávez.

Más recientemente, otro incansable estudioso de nuestra historia, curioso hurgador de archivos, Artemio Cepeda, publicó un interesante ensayo -que acabo de leer- con el que me identifico mucho por el discurso telúrico, salvaje y frontal con que expone su detallada tesis y bien documentada investigación. En su texto que trata de Bolívar y el Zulia (Artemio es zuliero como los plátanos surlaguenses), este amigo historiador también planteó el asunto de la estrella que estamos hoy conquistando.

Bienvenidas coincidencias causales, que en esto de la lucha emancipatoria, no hay casualidades. Bastante que hablábamos de estos sueños en mi hogar cuando papá y mamá nos sentaban a todos a ver los desfiles en fechas patrias.

III

La publicación de mis argumentos históricos, políticos y legales para optar a la Novena Estrella a comienzos de año (3 de enero), y el rápido apoyo que el Gobernador Omar Prieto le dio a la propuesta el Día de las Maestras y los Maestros (15 de enero), poniéndose a la vanguardia como debe ser, han resultado en un despertar patriótico de la zulianidad (o zulianía, como –parafraseando a Alí Primera- le gusta a Ramón Soto), pero con acento bolivariano. No puede ser de otra manera, porque toda esa gesta que se libró con Urdaneta como cerebro y corazón del Pronunciamiento de la Provincia de Maracaibo el 28 de enero de 1821, tenía el sello ideológico del bolivarianismo en el que siempre militó nuestro Prócer, como el más radical y consecuente.

El golazo lo mete Omar Prieto cuando en tiempo récord se granjea el apoyo resuelto del Presidente de la República, Nicolás Maduro, quien sin titubeos se pone del lado de lo correcto, pertinente, y justo. Luego vino el gesto solidario del jefe de la fracción mayoritaria de la Asamblea Nacional quien exclamó en Maracaibo, delante del país, que alzaría las dos manos para aprobar esa Estrella Patriótica.

Un Bicentenario no se celebra con una velita. Hay mezquindades que dicen que con eso no se come. Yo les digo que con el abrazo amoroso de un hijo a su madre el día de su cumpleaños, tampoco se come. Pero ese gesto de amor llena todas las carencias de las buenas personas que hacemos del amor la energía para crear y luchar. Que pedir la Novena Estrella en este momento es “distraccionismo”, como si no fuéramos nosotros los bolivarianos quienes estamos al frente de todas las tareas de protección de la ciudadanía sin importar los riesgos. Han caído los nuestros: Vidal Atencio, José Luís Acosta, Jean Carlos Martínez, entre otros, queridos compañeros de vida que nunca olvidaremos ni traicionaremos. Para esas personas especiales va nuestro homenaje de lucha.

También asaltan los plagiarios la pesca que con sudor cosechó el humilde marinero, pero nadie le quita entre sus compañeros y seres queridos, que al día siguiente volverá con su canoa y su atarraya a adentrarse en la densidad de la mar a buscar cardúmenes de esperanzas para alimentar los sueños y las realizaciones concretas.

Yldefonso Finol

 

 

 

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