A 200 años del 3 de octubre de 1821: Simón Bolívar primer Presidente de Colombia
En la sesión del 7 de septiembre de 1821, el Congreso
de la República de Colombia reunido en Cúcuta eligió a Bolívar en primeros
comicios para presidir aquel Estado creado el 17 de diciembre de 1819 en
Angostura del Orinoco.
El Congreso de Angostura lo había nombrado Presidente
de Venezuela, y en calidad de tal, organizó la Campaña de la Nueva Granada que
llevó su Ejército a cruzar los Llanos y los Andes, para triunfar en Pantano de
Vargas y Boyacá, entrar victorioso en Bogotá en agosto de 1819 (como lo había
pronosticado un año antes) y comenzar a moldear ese país de sus sueños que
vislumbró en la Carta de Jamaica el 6 de septiembre de 1815.
Sobre la votación para escoger al Presidente, en el
Acta del día 7 de septiembre se puede leer: “Procedióse en seguida a la elección
de presidente de la República, y repartidas otras tantas boletas a igual número
de diputados que se hallaban presentes, para que cada uno inscribiese en la
suya el nombre de la persona por quien votaba, verificado esto y recogidas
todas por los señores secretarios, antes de precederse al escrutinio, nombró el
señor presidente (conforme a la constitución) cuatro escrutadores para que,
asociados de los secretarios, examinasen los votos, recayendo la elección en
los señores obispo de Mérida, Luis Mendoza, Conde y Félix Restrepo. Fuese,
pues, sacando cédula por cédula de la cántara que las contenía, y leída cada
una en voz alta por uno de los secretarios, se tomó razón de todas hasta
concluir con la última, resultando del escrutinio que de 59 votos de otros tantos
señores diputados presentes, los 50 fueron a favor del general Simón Bolívar, 6
al del general Antonio Nariño, 2 al del general Soublette, y 1 al del general
Montilla; y publicada la votación, el señor presidente del congreso proclamó al
general Simón Bolívar electo constitucionalmente presidente de la República,
como que reunió en su persona una considerable mayoría sobre las dos terceras
partes de votos que exige la constitución.”
Bolívar se hallaba en Maracaibo desde el 30 de agosto,
y hasta allí acudió presurosa la posta oficial del Congreso a llevarle la
notificación; días antes, el 16 de agosto, camino a la ciudad lacustre,
escribió a Santander desde el Tocuyo: “Yo no hablaré a Usted nada, porque no
tengo tiempo para nada, quiero decir de congreso, constitución, vicepresidentes
y todas las demás sacaliñas de Cúcuta y sus cercanías. Estas bagatelas me
harían escribir una resma si yo supiera escribir y tuviera tiempo. Digo más, ni
aun de palabra, podré decir la mitad de las cosas que me ocurren sobre estas
miserias. Miserias de las cuales dependen nuestra vida y alma, sin contar el
honor y la gloria.”
Esta nota nos ilustra sobre el malestar del Libertador
con los corrillos parlamentarios, que consideraba por lo menos impertinentes a
la concentración que él clamaba en el asunto central de todos los esfuerzos:
hacer que la victoria militar sobre el Imperio Español fuese definitivamente
irreversible.
La Estrategia de Bolívar estaba clara, pero algunos de
sus planteamientos fundamentales no eran compartidos por la elite económica,
los políticos de salón y ciertas castas militares:
-
Romper
el yugo español y fundar repúblicas soberanas.
-
Sumar
a la causa independentista a los sectores subalternizados: decretos
abolicionistas, derechos indígenas, repartición de bienes, derechos laborales,
educación popular.
-
Implementar
una amplia política de alianzas.
-
Usar
la comunicación como arma de doble filo: dar instrucciones y confundir al
enemigo: información, contrainteligencia y propaganda.
-
Derrotar
y expulsar del territorio continental al ejército enemigo.
-
El Equilibrio
del Universo: unir a las naciones antes sojuzgadas, para ser una fuerza de
contrapeso a los imperios.
-
Imagen
objetivo: establecer una sociedad democrática avanzada en lo económico y
cultural, justa en lo social.
-
Fijación
en el objetivo estratégico.
-
Aplicación
de un método científico: análisis situacional y prognosis: la cualidad predictiva.
II
Luego de jurar el cargo, que aceptó a condición que no
limitasen su accionar como jefe de la guerra contra España, El Libertador
pronunció este discurso: “Señor: El juramento sagrado que acabo de prestar en
calidad de presidente de Colombia, es para mí un pacto de conciencia que
multiplica mis deberes de sumisión a la ley y a la patria. Sólo un profundo
respeto por la voluntad soberana me obligaría a someterme al formidable peso de
la suprema magistratura. La gratitud que debo a los representantes del pueblo
me impone además la agradable obligación de continuar mis servicios por defender
con mis bienes, con mi sangre y aun con mi honor, esta constitución que
encierra los derechos de dos pueblos hermanos, ligados por la libertad, por el
bien y por la gloria. La constitución de Colombia será, junto con la
independencia, la ara santa en la cual haré los sacrificios. Por ella marcharé
a las extremidades de Colombia a romper las cadenas de los hijos del Ecuador, a
convidarlos con Colombia, después de hacerlos libres.
Señor: espero que me autoricéis para unir con los
vínculos de la beneficencia a los pueblos que la naturaleza y el cielo nos han
dado por hermanos. Completada esta obra de vuestra sabiduría y de mi celo, nada
más que la paz nos puede faltar para dar a Colombia todo: dicha, reposo y
gloria.
Entonces, señor, yo os ruego ardientemente no os
mostréis sordo al clamor de mi conciencia y de mi honor, que me piden a grandes
gritos que no sea más que ciudadano.
Yo siento la necesidad de dejar el primer puesto de la
República al que el pueblo señale como al jefe de su corazón. Yo soy el hijo de
la guerra, el hombre que los combates han elevado a la magistratura; la fortuna
me ha sostenido en este rango, y la victoria lo ha confirmado.
Pero no son estos los títulos consagrados por la
justicia, por la dicha y por la voluntad nacional. La espada que ha gobernado a
Colombia no es la balanza de Astrea, es un azote del genio del mal, que algunas
veces el cielo deja caer sobre la tierra para el castigo de los tiranos y
escarmiento de los pueblos. Esta espada no puede servir de nada el día de paz,
y éste debe ser el último de mi poder, porque así lo he jurado para mí, porque
lo he prometido a Colombia, y porque no puede haber república donde el pueblo
no está seguro del ejercicio de sus propias facultades.
Un hombre como yo es un ciudadano peligroso en un
gobierno popular, es una amenaza inmediata a la soberanía nacional.
Yo quiero ser ciudadano, para ser libre y para que
todos lo sean. Prefiero el título de ciudadano al de Libertador, porque éste
emana de la guerra, aquél emana de las leyes.
Cambiadme, señor, todos mis dictados por el de buen
ciudadano.”
III
El guerrero Presidente, azote de los imperios,
bienhechor de los pueblos, con amplias facultades arrancadas al Congreso el 9
de octubre, sigue su marcha gloriosa y seis meses después libera el sur de Colombia
con la victoria en la Batalla de Bomboná.
Antonio José de Sucre, al que envió adelantado para
abrir nuevas sendas de libertad, vence en Pichincha el 24 de mayo de 1822 para
que Quito se sume a aquella Colombia originaria que los gringos se vieron obligados
a reconocer en marzo de ese año, pero con el plan bajo la manga de infiltrar “diplomáticos”
expertos en el espionaje, la intriga y la desestabilización.
El 16 de junio El Libertador entra en Quito, conoce a
la revolucionaria quiteña Manuela Sáenz la noche del 22 durante la gala en su
honor, comenzando la relación más hermosa de amor y camaradería que ambos
vivieron.
El 11 de julio Bolívar llega a Guayaquil, el 25 se
entrevista con el Libertador del Sur José de San Martín.
El venezolano Simón Bolívar, Presidente de Colombia,
también fue Jefe de Estado del Perú a petición de sus representantes legítimos,
y oyendo el clamor popular del Alto Perú, aceptó la fundación de una nueva
república que tomó su nombre como Bolivia.
El Ciclo Bicentenario continúa per saecula saeculorum.
La vigencia del bolivarianismo es un sol en Nuestra
América.
Yldefonso Finol
Historiador Bolivariano
Maracaibo, 3 de octubre de 2021
No hay comentarios:
Publicar un comentario