Covid
19: notas para un método de comprensión social de la pandemia
Al devenir en fenómeno planetario, la pandemia del
coronavirus nos está forzando a realizar el mayor ejercicio de comprensión de
un hecho inesperado -al menos para nosotros el común de la gente- que rebasa
toda explicación simple y unilateral, exigiéndonos abrir lo más posible el
lente del telescopio para una mirada universal y a calibrar con precisión el
microscopio para vernos en el pequeño mundo de lo cotidiano.
Debemos decir, asumiendo el riesgo de entrar al
movedizo terreno de las elucubraciones, que incluso para aquellas mentes
criminales que pudieron estar detrás del contagio inicial (lo que no debemos
descartarse a priori), el asunto se les ha escapado de control al punto de
amenazar el estatus de confort a que las elites globales están acostumbradas.
Porque todo apunta a ellas; la historia y su propia narrativa hegemónica les
denuncian.
II
La economía política existe, y las políticas
económicas de los Estados obedecen a enfoques de teoría económica. Que la
economía puede funcionar sin los Estados es cierto; pero los Estados sin la
economía dejarían de tener sentido, sobre todo para el capital financiero, que
requiere del más sofisticado aparato opresor para sostener –y reproducir- su
sistema de absurdas iniquidades. Cuando el Estado se percata de los privilegios
que otorga a sus sostenedores burócratas, adquiere una aparente vida propia, y
siempre –sirviéndole a los dueños del capital- velará más por su pervivencia
que por el bienestar de la ciudadanía. Llegado el caso, optará por castrar y
asesinar a la población que exija derechos, por lo que sus gastos bélicos serán
las partidas más sagradas y crecientes. Por algo dijo un sabio que el imperialismo,
como fase superior del capitalismo (Lenin), es una tendencia creciente a la
violencia.
Todo acto político –y los Estados son la máxima
expresión de ello- implica unos intereses económicos (y una definición
ideológica). El Estado capitalista restringe los derechos laborales y sociales,
mientras rinde pleitesía a la inversión privada. La sacraliza. El enfoque
neoliberal de la economía habla de reducir el tamaño y las competencias del
Estado, pero acude presuroso a éste para que utilice la fuerza bruta de sus
órganos represivos contra el pueblo indefenso que clama por sus derechos
elementales: hasta allí llega la verborrea de los Derechos Humanos. Para el
capitalismo monopolista (Baran y Sweezy) nada es más “humano” que sus
ganancias.
III
Momento estelar para ver a los gobiernos actuando
frente al capital y el trabajo, vale decir, frente a los negocios y la
población. Momento terrible para ver dos modelos de sociedad tan nítidamente
diferenciadas. Dos proyectos de humanidad. Desinversión y desmantelamiento de
los sistemas públicos de salud, para convertirlos en negocio, colocan hoy a
millones de seres humanos en el paredón de la asfixia letal. Partir de la
concepción que los presupuestos en salud son “gastos” improductivos, que toda
asignación gubernamental a lo social es populismo, en contraste con la
asistencia milmillonaria a los bancos y las grandes empresas, nos desnuda una
paradoja bestial en los umbrales de una nueva catástrofe demográfica sin bombas
atómicas (por ahora).
IV
Para diseñar un modelo de análisis de la situación
mundial por el coronavirus, necesariamente tenemos que apelar a factores
coyunturales, pero con más agudeza a los estructurales, esos que subyacen en el
fondo de la fangosa geopolítica imperialista como reflejo del choque de
intereses hegemonistas a nivel internacional. Ya hemos visto a voceros del
complejo militar-industrial gringo manosear las “ventajas” que la pandemia les
otorga frente a China como competidor comercial.
Respecto de la actitud de los gobiernos frente a la
pandemia, podemos clasificarlos según diversos criterios así:
Según el orden de prioridades:
-
Los
que priorizaron la salud de la población
-
Los
que priorizaron la actividad económica
Según la velocidad de respuesta al inicio de la
pandemia:
-
Los
que adoptaron oportunamente medidas preventivas
-
Los
que se relajaron aparentando ignorar la gravedad del problema
Un tercer grupo surge como híbrido de los que
priorizaron la economía y los que se relajaron aparentando ignorancia:
-
Los
que instrumentalizaron la enfermedad para sacar réditos políticos, como la
usurpadora de Bolivia que manipulará las elecciones con la excusa del virus
ante el que se ha mostrado indiferente y torpe.
-
Los
que taparon escándalos con la enfermedad, como el sub-presidente de Colombia
con el genocidio de líderes sociales y el destape del financiamiento de campaña
y compra de votos con dinero del narcotráfico y el paramilitarismo.
-
Los
que se mostraron inermes por ineptitud o prepotencia, tipo Trump y Bolsonaro.
-
Los
que calcularon que no se verían afectados, como Boris Johnson y Piñera.
-
Los
que no fueron capaces de imponerse a factores culturales arraigados, y ahora sus
pueblos están pagando un altísimo costo en vidas humanas.
Un cuarto grupo de países que dieron prioridad a la
vida y tomaron medidas con rapidez, también es el que nos ha mostrado otra cara
de la humanidad en medio del egoísmo de las potencias europeas y
norteamericanas:
-
China.
Primer país afectado (probablemente por efecto de un arma biológica) que supo
enfrentar la crisis, superándola y prestándose de inmediato a socorrer a otras
naciones. Digno ejemplo del socialismo mundial.
-
Cuba
socialista. País acosado por el imperialismo que lo mantiene bloqueado, pero
que ha sido capaz de desarrollar una prestigiosa tradición internacional en
salud. Sus profesionales de la medicina son héroes de la solidaridad.
-
Venezuela.
En medio de la persecución criminal por parte de Estados Unidos, con los
ingresos fiscales duramente mermados por la caída del precio petrolero y la recesión
con hiperinflación acumuladas, el Gobierno Bolivariano no ha vacilado en tomar
las medidas más acertadas y poner todos sus recursos a la orden de la salud y la
vida de nuestro pueblo. Es doctrina del Socialismo del Siglo XXI.
V
Las variables sociales relativas a pobreza están
jugando un papel clave en la vulnerabilidad de los colectivos más desposeídos. Los
países más desiguales (Índice de Gini) coinciden con los que han desmantelado
el sistema público de salud y no tienen programas inclusivos en materias tan sensibles
como alimentación y vivienda.
Los próximos días arreciarán las necesidades de
bastimentos y atención hospitalaria. Se ponen a prueba los modelos de sociedad:
el capitalista neoliberal impuesto a sangre y fuego por la derecha, y el que
propugnamos desde la perspectiva bolivariana y socialista, intentando abrirse
paso a pesar de la bestial oposición del imperialismo y sus lacayos.
Yldefonso Finol
Economista-Historiador Bolivariano
Cronista de Maracaibo
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