jueves, 13 de agosto de 2020

FIDEL: LA DIGNIDAD INEXTINGUIBLE

 FIDEL

Para cualquier latinoamericano contemporáneo Fidel es simplemente otro más de la familia. Cuántas veces hemos tenido que oír algo acerca de él. Hablar de él. Leer algún texto suyo o sobre él. Verlo en pantalla. Sin duda es una imagen absolutamente familiar. Lo reconoce gente de todas las edades. Algunos no lo quieren, y parece normal que así sea después de casi cinco décadas de campaña en su contra. Lo curioso es que la mayoría lo aprecia.

El dos de diciembre de 1956 mi mamá tenía 17 años. Cuando yo cumplí los 15, el 9 de noviembre de 1974, siendo un precoz militante de la causa revolucionaria, ella me contó que en sus días de estudiante de bachillerato comercial, recolectaba monedas en un pote para enviárselas a los barbudos de la Sierra Maestra. Antes nunca le escuché hablar sobre alguna participación suya en asuntos de la política. Luego me acompañó en la militancia clandestina en el PRV.

Difícilmente se consiga una persona de la contemporaneidad con tanta historia en su haber como Fidel. Del Moncada al Socialismo del Siglo XXI, pasando por el Desembarco del Granma, la formación del Ejército Rebelde, la derrota de Batista y el establecimiento del nuevo gobierno, la unificación de los partidos y movimientos, la pérdida prematura de Camilo, la invasión imperialista por bahía de Cochinos, la declaración del Estado Socialista, la Crisis de los Misiles, la partida del Che, la solidaridad con África y los movimientos revolucionarios de América Latina y El Caribe, el proceso de rectificación de errores, el caso Ochoa, la caída de la URSS, la reafirmación del proyecto socialista, el período especial, la era Reagan-Tatcher, la globalización y el eterno bloqueo, cientos de ciclones y huracanes y todos los atentados hechos por la CIA para desaparecerlo, más la permanente campaña de difamación brutal hecha contra hombre alguno sobre la Tierra. Ese es Fidel: la verdadera historia de la dignidad. 

El pueblo cubano, tan patriótico y humanitario como es, parió de su seno al estadista más brillante del siglo XX y del XXI. Si la Madre Teresa de Calcuta dijo que ese hombre por donde pasaba irradiaba bondad y nuestro Julio Cortázar afirmó que sin la Revolución Cubana los latinoamericanos no tendríamos derecho ni a abrir la boca, nosotros no dudamos en sumarnos a la multitud que actualmente clama por la salud de Fidel y por la Soberanía de Cuba, porque lo que le pase a Fidel y a Cuba es un asunto de familia para cualquier indoamericano que se precie de tener dignidad.

Celebro la profunda amistad que ha cosechado Chávez con Fidel. Hermosa relación por el bien de los pueblos. Sé que los frutos apenas comienzan a asomarse, pero la fortaleza de esa alianza revolucionaria se extiende en el tiempo y seguirá dando aliento a las luchas y esperanzas de la gente buena.

La sola posibilidad de la desaparición física de Fidel partió al mundo en dos bandos, uno minoritario y vergonzante que salió a celebrar, y otro mayoritario que, en medio del pesar saca fuerzas para reflexionar sobre los destinos de la humanidad y la necesidad de ratificar nuestro compromiso con la construcción de un mundo mejor y una sociedad verdaderamente justa.

Porque Fidel fallecerá cualquier día, ojalá, aún lejano; lo que no desaparecerá nunca de nuestras vidas y nuestra historia, es ese ejemplo enorme e invencible de decoro y dignidad mayúscula, de fervor revolucionario y tenacidad, de solidaridad y sacrificio, de patriotismo y humanitarismo martianos que Fidel ha sembrado por todo el planeta y en todos los corazones.

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Al difunto Jorge Mas Canosa se le empequeñeció el dedo índice de tanto golpearlo contra la mesa al momento de predecir, año tras año, la muerte de Fidel. “Este año si cae Fidel”, le decía a los crédulos afiliados de la Fundación Cubano Americana que él presidía y que ha sido la autora de muchas agresiones contra la isla, algunas evidentemente terroristas.

Una cosa realmente extraña en torno a los detractores de Fidel, es que a éste lo acusan de barbaridades que aquéllos si han protagonizado. Por ejemplo, a Fidel lo acusaron por varias décadas de fomentar el terrorismo en América Latina, y quienes ejercieron en verdad, de manera cruel y despiadada esa práctica deleznable, fueron sus eternos enemigos Luís Posada Carriles y Orlando Bosh, agentes del Gobierno de los Estados Unidos, que en 1976 hicieron explotar el avión de Cubana de Aviación que llevaba a jóvenes deportistas del equipo de esgrima.

¿No fueron, acaso, los más furiosos anticomunistas quienes impusieron el terrorismo de Estado a los pueblos del Cono Sur, con sangrientos Golpes de Estado y consiguientes dictaduras, hasta llegar a instaurar una transnacional del terror como fue la llamada Operación Cóndor que persiguió, torturó y asesinó a gente de izquierda en todo el continente?

Es la lógica fascista de la mentira repetida la que han querido imponer.

¿Qué no predijeron que sucedería tras la caída de la Unión Soviética? Se equivocaron porque no entienden ni entenderán la determinación histórica de un pueblo decidido a construir su destino sin tutelas imperialistas. Y es allí donde radica la mágica fortaleza y claridad de un liderazgo como el de Fidel, en que se apoya en la claridad y fortaleza de todo un pueblo unido y heroico.

Por eso hemos escuchado otra vez tantas babosadas de los ignorantes habladores de paja que colman la radio y televisión de este país. Vergüenza ajena me dio oír a un locutor entrevistando a uno de esos “internacionalistas” que han proliferado como el cadillo bobo, donde ambos se festejaban en la especulación de que Fidel estaba muerto. Cuidado y les pase lo que a Mas Canosa, que lleva diez años enterrado y Fidel allí, campante y triunfante.

No se han dado cuenta que en Cuba existe una vanguardia organizada que gobierna en equipo bajo directrices que son el resultado del debate de todo el pueblo. No se han dado cuenta que hay todo un pueblo gobernando y construyendo en forma conciente las bases de una sociedad futura, más justa, igualitaria, ecológica y humanista. El socialismo, que es lo que nos mueve a ser mejores cada día.

Estos anticomunistas de pacotilla se imaginaron una hecatombe en Cuba al anunciarse la salida de Fidel del Gobierno. Creyeron siempre que eso sólo ocurriría por el deceso del líder. Se imaginaron la isla disolviéndose en el mar como una pastilla efervescente. Se volvieron a equivocar. Ni Cuba se deshace ni se acaba la Revolución. Hoy menos que nunca.

Fidel, desde su lecho de merecido reposo, con la paz espiritual que da el deber cumplido y la satisfacción personal de saberse amado y admirado por todos los pueblos del mundo, especialmente por los nuestroamericanos, asume su nueva situación de adulto mayor con limitaciones de salud para ejercer las difíciles funciones públicas de un Jefe de Estado. Así de sencillo. Es la actitud lógica de un revolucionario que sabe perfectamente que más allá del ser individual está la historia. Y la historia por venir está llena de las enseñanzas de Fidel. Es lo que no entienden ni aceptan los escasos de humanidad, los pobres de espíritu que han soñado, ilusamente, con la muerte de un inmortal.

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