Luís Urdaneta: héroe zuliano desaparecido
por la “historia oficial”
I
Poco se
saben las razones del porqué Udón Pérez dice en su letra del Himno del Zulia:
En la
defensa olímpica
de los
nativos fueros
tus
hijos sus aceros
llevaron
al confín;
ciñendo
lauros múltiples
los
viste, con arrobo
del
Lago a Carabobo,
del
Ávila a Junín;
y en
Tarqui y Ayacucho
vibraron
su clarín.
Y cada
vez se conocen menos porque esa estrofa ya ni se canta en los colegios.
La enseñanza
de la historia llegó a ser borrada de los pensum de estudio. Muchos intereses
juegan a invisibilizar la épica de nuestros pueblos. También mucha modorra
burocrática, anemia de patriotismo, mediocridad empoderada.
El colonialismo
campante en lo cultural-ideológico, el centralismo burgués por dos siglos acaparador
de la historiografía oficial, la falta de voluntad política para subvertir la
anquilosada superestructura heredada de aquellas imposiciones opresoras.
Todo ello
nos trajo a este punto donde aún es tímida o escurridiza la posibilidad de
revolucionar el ideario predominante.
Algunas
personas pro-colonialistas de alma, víctimas inocentes (otras no tanto) de los mitos alienantes y la ausencia
de una educación liberadora, defienden y ensalzan la iconografía de los
invasores, sus nomenclaturas y monumentos invocando absurdos localismos o idiosincrasias
tradicionalistas, pero ni un hálito de sus energías mal encauzadas lo dedican a
reivindicar el heroísmo de patriotas nativos que hicieron historia por los
anchos caminos del continente.
Es la
paradoja terrible que nos toca enfrentar cada día. Hasta qué punto las marcas
del régimen colonial determinaron el surgimiento de economías (y culturas)
dependientes, al punto que siguen inviabilizando la consecución de los niveles
de productividad y justicia social que hicieran posible el bienestar colectivo
de nuestros pueblos y la estabilidad política de nuestras repúblicas.
El Libertador
exclamó que sólo la Independencia (política) habíamos logrado sacrificando
todos los demás bienes. Y, mortificado por los escenarios avistados, siendo
severamente autocrítico: “hemos arado en el mar”.
II
Luís Urdaneta
es uno de esos héroes olvidados por quienes fijan la agenda. Las pocas fuentes
que lo mencionan generalmente confunden datos básicos de su biografía. No las
culpo, es parte de la desinformación reinante. Dicen que nació en Maracaibo en
1796; pero se referirán a la provincia, porque la localidad natal correcta se
denomina Los Puertos de Altagracia, capital del actual municipio Miranda,
ubicado en la costa nororiental del lago maracaibero.
Este
Urdaneta, primo doblemente del General en Jefe Rafael Urdaneta Farías, fue uno
de los promotores de la causa independentista en Perú, en el seno del famoso Batallón
Numancia, en el cual servía como oficial de carrera militar, comenzada muy
temprano, cuando fue reclutado para las milicias de blancos un 27 de agosto de
1810.
En esa
movida andaba con el hermano de Manuela Sáenz, José, cuando fue descubierto y
expulsado del batallón y del Perú, junto a dos venezolanos más: su paisano León
Febres Cordero y Miguel Latamendi. Luego
ese batallón realista Numancia, se pasó al bando patriota cuando San
Martín llegó a Lima, tal como lo promovieron secretamente Manuela y su
hermano José María Sáenz con los venezolanos deportados.
Deportados pero no derrotados. En Guayaquil Luís Urdaneta
hace contacto con el movimiento revolucionario local a través de los tocayos José de Antepara y José de Villamil, quienes le reconocen su formación
castrense y lo ponen al frente de la operación cívico-militar que emanciparía a
la ciudad del río Guayas del dominio español.
Una vez proclamada
la independencia el 9 de octubre de 1820, se crearon las condiciones para
comenzar las acciones libertarias desde ese afinque estratégico por su acceso
naval desde el océano Pacífico, hasta el cual se dirigieron las fuerzas
enviadas por Simón Bolívar con Sucre a la cabeza.
El Capitán
Luís Urdaneta fue ascendido por la Junta de Guerra a Teniente Coronel y jefe de
las operaciones que se emprenderían sin dilación, algunas de las cuales
resultaron exitosas, aunque las fuerzas guayaquileñas no bastaban para contener
la reacción realista.
La llegada,
primero del General José Mires, y luego del General Antonio José de Sucre con
refuerzos bolivarianos, cambió radicalmente la correlación de fuerzas, y Luís Urdaneta
pudo alcanzar la gloria como segundo jefe de la División Piura que comandaba
Andrés de Santa Cruz en el triunfo del 24 de mayo de 1822 en la Batalla de
Pichincha.
Muchos
servicios hizo a la Independencia la audaz acción de los patriotas en
Guayaquil. Allí llegó Bolívar a verse con San Martín. El disciplinado Comandante
Luís Urdaneta estuvo siempre cerca para ofrecer sus aportes en un terreno que
ya había asumido como Patria.
En septiembre
de 1823 El Libertador Simón Bolívar pasó al Perú, donde Luís Urdaneta desempeñó
varias misiones previas a las históricas victorias de Junín y Ayacucho. El 10
de octubre de 1825 el Consejo de Gobierno del Perú le confirió la Medalla con
el Busto del Libertador. Por méritos acumulados llegó al grado de General de Brigada,
que ostentaba cuando viajó a Bogotá en 1827.
En
1828, al producirse la invasión de la oligarquía peruana contra Guayaquil,
territorio soberano de aquella Colombia original que Luís Urdaneta contribuyó
de manera determinante a liberar, acudió presuroso bajo la jefatura del Mariscal
Sucre, a dar viril respuesta a la pretensión expansionista de los traidores
aristócratas peruanos azuzados por los agentes yanquis, y el 27 de febrero de
1829 estuvo allí entre los vencedores de Tarqui.
El General
de Brigada Luís Urdaneta, hombre de acción y de palabra, de convicciones
firmes, luchó hasta su último aliento por sostener el Proyecto Bolivariano de
unidad y emancipación social. En los acontecimientos fatídicos de 1830, hizo
todos los esfuerzos por mantener la unión colombiana enfrentando el divisionismo
de Juan José Flores en Ecuador, y de los santanderistas en la Nueva Granada;
siempre en favor del retorno al poder de Simón Bolívar, apoyó al gobierno
transitorio del General en Jefe Rafael Urdaneta, combatiendo a quienes después
tiranizaron a esos pueblos. Sólo al enterarse de la muerte del Libertador,
depuso las armas, de lo cual se arrepentiría al ver los desmanes del
santanderismo y los caudillos arribistas.
Habiendo
sido expulsado a Panamá, se puso a la orden de los patriotas del Istmo para
enfrentar a los opresores venidos desde Cartagena a imponer el nuevo régimen
antibolivariano. Defendieron la plaza y creyendo en las ofertas de paz
prometidas por los atacantes, cayeron en la trampa. Ya estaba sentenciado que
si era venezolano y encima bolivariano, sería pasado por las armas sin mediar
juicio.
Así murió
fusilado el héroe maracaibero nativo de Los Puertos de Altagracia, un 27 de
agosto de 1831, en Panamá.
Se llamaba
Luís Urdaneta, hizo historia, pero se le niega estar en ella.
¿Ya
comprenden un poco más la letra del poema Sobre palmas y Lauros de Oro del
bardo zuliano Udón Pérez?
Yldefonso
Finol
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