MANIFIESTO
DE CARTAGENA: EL PRIMER DÍA DEL LIBERTADOR
I
Precedentes
El 26 de marzo de 1812 un
fuerte terremoto destruye a Caracas. Los colonialistas con el clero al frente,
crean la matriz de opinión de que se trata de un castigo divino por la
desobediencia de los criollos contra su rey. Entre quienes dan la batalla de
ideas contra la manipulación religiosa, destaca Simón Bolívar, arengando a sus
conciudadanos a quienes exhorta a continuar la lucha por la libertad y la
independencia aunque se oponga la naturaleza misma.
Ese año, a comienzos de mayo,
Bolívar es asignado al mando de Puerto Cabello como comandante
político-militar. El 30 de junio, la
guarnición del porteño fuerte de San Felipe, se pronuncia a favor del rey,
libera los realistas que allí se hallan presos, y desconocen el gobierno
republicano. Fueron seis días de ardua resistencia, donde la traición y la
sorpresa obligan a Bolívar a embarcarse hacia la Guaira con los pocos oficiales
y soldados leales que le quedaron. El 25 de julio Miranda capitula. Se pierde
el primer intento de constituir la República de Venezuela independiente y soberana.
En la medianoche del 30 al 31
de julio un grupo de oficiales patriotas, entre quienes estaba Bolívar,
irritados por considerar errada e inconsulta la decisión de Miranda, lo
arrestan y apresan en La Guaira. Se proponen continuar la lucha con nuevos
mandos y bajo nuevas modalidades. Los realistas atacan y toman la plaza de La
Guaira, allí encuentran preso al Precursor Miranda. Fue un muy mal momento para
la gesta independentista.
Gracias al gran conocimiento
de los caminos rurales, y a las muchas amistades en su región vital, Bolívar
consigue mantenerse clandestino en Caracas y sus cercanías. Un amigo personal,
el español Francisco Iturbe, logra proveerlo de un pasaporte a condición que
debe abandonar el territorio de Venezuela inmediatamente. Pasa a la isla de
Curazao, donde se esconde desde el 1° de septiembre hasta mediados de octubre
que alcanza zarpar hacia Cartagena. El 2
de noviembre ya se encuentra en la amurallada Cartagena de Indias.
El autor Santiago Key Ayala
narra este suceso con Miranda, ofreciendo este resumen del lamentable evento:
“En la prosecución de la guerra, Miranda confía a Bolívar la plaza y el
castillo de Puerto Cabello. Un oficial traidor entrega la fortaleza a los
realistas. Bolívar defiende como puede la plaza, de los fuegos del castillo. Su
tropa acaba por desbandarse, y la plaza queda en poder del enemigo.
Desesperado, Bolívar comunica la noticia a Miranda. El Generalísimo dice:
Venezuela está herida en el corazón…Traidores insinúan a Miranda la infeliz
idea de capitular con el jefe realista. El Generalísimo, creyendo salvar a
Venezuela de la venganza enemiga, accede a la capitulación, que, en general, es
reprobada por los patriotas. En la capitulación queda garantizada la seguridad
de los vencidos. Monteverde, el aventurero afortunado, jefe de los realistas,
viola la capitulación. Se impide la salida del territorio a los patriotas que
intentan escapar. Bolívar es de estos. El propio Miranda está todavía en
tierra. Rumores de traición se alzan contra Miranda. Bolívar es de los que
sospechan, injusta, pero sinceramente, del Generalísimo. Indignado, se une a
otros, y arresta a Miranda. Pero la verdadera traición viene de otra parte.
Todo queda a merced del triunfador. Un español nobilísimo, a quien Bolívar
guardará gratitud eterna, se interesa por el joven patriota y obtiene el
pasaporte que le permite ausentarse del territorio de Venezuela. Ni Monteverde,
ni el generoso Iturbe, sospechan el valor intrínseco ni la importancia futura
del joven oficial. Bolívar se va a la Nueva Granada, donde la revolución se
mantiene entre dificultades, pero firme. En Cartagena publica un manifiesto,
donde explica las causas de la caída de su patria y alerta a los patriotas para
que se salven de iguales errores. El documento atrae la atención general sobre
Bolívar”.
Estamos hablando del ya famoso
Manifiesto de Cartagena, del 15 de diciembre de 1812, pieza prima de la
esclarecida mente y prolija pluma bolivariana, donde se hace un balance
descarnado de lo ocurrido en Venezuela, se alerta a los pueblos hermanos de los
errores potenciales de la dispersión de esfuerzos, y se traza la nueva
estrategia de la revolución, que no es otra que reunir la fuerza patriótica
bajo un mismo estandarte.
De ese su primer exilio nace
la Campaña Admirable. Guerrero sin fronteras, comienza a combatir para otros
países, a comandar patriotas de cada rincón suramericano, a liberar pueblos
recién conocidos y –con todo ello- a forjar una nueva nacionalidad. Se pone a
la orden de Cartagena y la Nueva Granada. Se va forjando a sí mismo como el
primer ciudadano de una república por nacer, fundiéndose en su ser la mezcla
estratégica de los pueblos que harán posible la proeza. Dicho de otra forma,
Bolívar cosecha con su entrega y su liderazgo, la autoridad moral para convocar
a las huestes más claras y decididas.
Del amargo capítulo con
Miranda, que la transnacional antibolivariana ha manipulado para tratar de
enlodar la gloria de Bolívar, nos legó un párrafo clarificador el historiador
cubano Francisco Pividal: “La prisión de Miranda no obedeció a sentimientos
innobles como pretenden los calumniadores del Libertador. Si esta imputación
hubiera sido cierta, no se explica que Leandro y Francisco, los propios hijos
de Miranda, viajaran desde Inglaterra para servir lealmente bajo las órdenes
del ilustre caraqueño. Ellos vieron en Bolívar la continuación de la obra de su
progenitor”.
Desde similar óptica martiana,
mi maestro Raúl Valdés Vivó, considera que de haber existido en los hijos del
Precursor la más mínima sospecha contra Bolívar respecto del desdichado destino
de su venerado padre, no lo habrían adoptado como “guía espiritual” y
protector, ni hubiesen aceptado ser empleados por el gobierno bolivariano, uno
como editor de publicaciones y funcionario ministerial, y el otro como primer
diplomático destacado en Londres.
Valdés Vivó concluye muy breve
y contundente: “Estando Miranda preso de sus propios compañeros, por las
intrigas de Peña, pudo ser capturado por los españoles, sin que eso implique
que aquéllos lo entregaron. Ninguna prueba hace pensar en tamaña felonía”. (Tomado
de La Doctrina Bolivariana. Esencia y Vigencia. Primera Edición. Fondo Nigale. Maracaibo,
2021)
II
El Primer Manifiesto
Simón Bolívar había salido de Venezuela por La Guaira
el 27 de agosto de 1812, vía Curazao, y allí estuvo hasta finales de octubre,
cuando se dirigió al Estado de Cartagena, “libre y absolutamente independiente”,
según el acta de Independencia del 11 de noviembre de 1811.
Allí redactó su “Memoria dirigida a los ciudadanos
de la Nueva Granada por un caraqueño”, renombrado por la historiografía como el
Manifiesto de Cartagena, cuya primera edición salió a inicios de 1813.
En este
texto Bolívar hace un balance descarnado de la derrota de la Primera República
de Venezuela. No dudo en calificar este hito histórico, como el primer acto
político de Simón Bolívar por entretejer las luchas de Nueva Granada y
Venezuela. Sorprende que en uno de sus últimos párrafos hable de “liberar la
cuna de la Independencia colombiana”, idea que resume el propósito central del
documento, cual es, convocar a la Nueva Granada a apoyarle en la causa de
retomar Venezuela.
La tarea
creativa del Manifiesto de Cartagena como alegato político, implica hurgar en
las causas de la caída de la Primera República venezolana, extraer lecciones de
esa significativa derrota, y formular propuestas, tal es la metodología del
revolucionario caraqueño, válida para todo tiempo de aprendizajes en las luchas
de liberación.
Busca persuadir
“a la América”, anunciando la visión unitaria del todo, que sostendrá durante
su insuperable trayectoria: la unidad de los pueblos sojuzgados por el Imperio
Hispano como elemento esencial de la fórmula emancipadora frente al viejo
colonialismo y los nuevos imperialismos. La recomendación de fondo para evitar repetir
el fracaso: corregir “los vicios de unidad, solidez, y energía” de los incipientes
gobiernos republicanos.
El reflexivo
autor, en ejercicio de amarga autocrítica, distingue algunos factores que
incidieron en la fallida experiencia venezolana.
1) Factores
políticos
Venezuela
adoptó un sistema tolerante, lo que resultó fatal. El ejemplo de Coro: por no
doblegarla a tiempo, se le permitió al enemigo envalentonarse.
La falta
de una concepción revolucionario vernácula, sólida, coherente, unificada, trajo
consigo la creación de “Repúblicas aéreas”, que “han procurado alcanzar la perfección
política, presuponiendo la perfectibilidad del linaje humano”.
Se permitió
la impunidad de los delitos de Estados, cometidos por los “españoles europeos”,
vale decir, blancos peninsulares, funcionariado de altos cargos que detentaban
el poder político, militar y religioso. Se perdonaba el delito de lesa patria: “a
cada conspiración sucedía un perdón…”, incurriendo en lo que Bolívar caalifica
como “clemencia criminal”.
A estas
debilidades político-ideológicas, había que sumar las rivalidades localistas
que no fueron bien manejadas desde el comienzo del intento independentista,
degenerando en guerra civil.
La forma
federal como inoportuna traba autoimpuesta. Bolívar fustiga ésta como la peor
equivocación: el sistema federal puede ser el más perfecto, pero es “el más
opuesto a los intereses de nuestros nacientes Estados”. Esa “confederación
lánguida e insubsistente”, facilitó la disgregación de esfuerzos, generando la
debilidad intrínseca al mando de la república naciente.
Por último,
la falta de cultura política por la condición de súbditos sin la formación
ciudadana necesaria, es decir, la ausencia de condiciones subjetivas para
asumir la emancipación sin tutelajes feudales, frustró la estructuración del
liderazgo que exigía el momento histórico.
Para rematar,
el terremoto como determinante de la ruina física y anímica del pueblo, desató
las fuerzas oscurantistas representadas por el clero adicto a la monarquía
imperial. La campaña sacerdotal contra la revolución se afincaba en la
impunidad general que reinaba por la “clemencia criminal” del Congreso; de allí
que el levantamiento pro realista de Valencia que provocó miles de muertes, no
tuvo el más mínimo castigo.
Resume
las causas de la caída de Venezuela así: la naturaleza de la Constitución
(federal), el espíritu de filantropía de los gobernantes, la oposición al
establecimiento de un cuerpo militar profesional, el terremoto combinado al
fanatismo religioso, y las facciones internas, sepultureras de la república.
Propone
retomar Caracas desde la Nueva Granada, para evitar que cunda la reacción
realista sobre la América meridional.
2) Factor
militar
No crear
ejército regular, profesional, y en vez de eso, apelar a improvisadas milicias
dispersas sin preparación para la guerra, debilitaron la agricultura y alejaron
“a los paisanos de sus hogares”, incrementado la antipatía que muchas familias
comenzaron a sentir hacia el liderazgo republicano.
Bolívar
lo expone diáfanamente: “El resultado probó severamente a Venezuela el error de
su cálculo; pues los milicianos que salieron al encuentro del enemigo,
ignorando hasta el manejo del arma, y no estando habituados a la disciplina y
obediencia, fueron arrollados al comenzar la última campaña, a pesar de los
heroicos y extraordinarios esfuerzos que hicieron sus jefes, por llevarlos a la
victoria. Lo que causó un desaliento general en soldados y oficiales; porque es
una verdad militar que sólo ejércitos aguerridos son capaces de sobreponerse a
los primeros infaustos sucesos de una campaña. El soldado bisoño lo cree todo
perdido, desde que es derrotado una vez, porque la experiencia no le ha probado
que el valor, la habilidad y la constancia corrigen la mala fortuna.”
3) Factores
económicos
La mala
administración, dispendiosa en lo burocrático, ineficaz en lo fiscal, ignorante
de las leyes de la economía real versus la financiera, presuponiendo la
idoneidad de dinero ficticio, sin respaldo productivo ni validez simbólica,
todo ello se complotó contra el sostenimiento de lo verdaderamente prioritario
en aquel momento de despegue revolucionario, cual era, el financiamiento
sostenido de la guerra y la concentración de los esfuerzos para optimizar su
aprovechamiento.
“La
disipación de las rentas públicas en objetos frívolos y perjudiciales; y
particularmente en sueldos de infinidad de oficinistas, secretarios, jueces,
magistrados, legisladores provinciales y federales dio un golpe mortal a la
República, porque la obligó a recurrir al peligroso expediente de establecer el
papel moneda, sin otra garantía que la fuerza de las rentas imaginarias de la
Confederación. Esta nueva moneda, pareció a los ojos de los más, una violación
manifiesta del derecho de propiedad, porque se conceptuaban despojados de
objetos de intrínseco valor, en cambio de otros cuyo precio era incierto, y aún
ideal. El papel moneda remató el descontento de los estólidos pueblos internos,
que llamaron al comandante de las tropas españolas, para que viniese a
librarlos de una moneda que veían con más horror que la servidumbre.”
4) El azar
El terremoto
del 26 de marzo de 1812 que destruyó Caracas y otras ciudades y pueblos de la
República, cambió abruptamente el destino de la gestación del proceso
independentista en Venezuela.
En los
diversos enfoques ideológicos y científicos para el análisis situacional, se ha
mirado con desdén el tema de los azares (y tiene sentido desde la denominada
racionalidad occidental); pero en el desarrollo de reinterpretaciones de los
procesos históricos, deslastrados de prejuicios cientificistas, aplicando
visiones holísticas a la luz de las diversas civilizaciones, no son
descartables las ocurrencias de fenómenos azarosos capaces de torcer el rumbo a
historias mínimas o totalizantes.
En un
artículo de 2009 me atreví a incorporar el azar como parte dl carácter multdimensional
de lo humano. “Los azares son situaciones casuísticas, contingencias que
suceden todo el tiempo en todas partes pero que nos tocan en lo personal o
grupal según circunstancias fortuitas. Tienen tal grado de complejidad y
diversidad como de inverosimilitudes y misterios. Son expertos generadores de
perplejidades en el ser humano, y junto a las fuerzas naturales que son parte
de las determinaciones, han sido los responsables de las más disparatadas
creencias, supersticiones, mitos, credos y leyendas. El azar no es más que la
ocurrencia de hechos no previstos que modifican el devenir inmediato de un
fenómeno, que pudiera ser desde la simple agenda diaria hasta la historia de la
humanidad.” (Artículo “Teoría mutidimensional de lo humano”, varios sitios web,
2010)
El futuro
Libertador, apela sabiamente a argumentos lógicos con uso de categorías
matemáticas, aplicadas al análisis político para hacer más convincentes sus
conclusiones: “Aplicando el ejemplo de Venezuela a la Nueva Granada, y formando
una proporción, hallaremos: que Coro es a Caracas, como Caracas es a la América
entera: consiguiente- mente el peligro que amenaza este país, está en razón de
la anterior progresión; porque poseyendo la España el territorio de Venezuela,
podrá con facilidad sacarle hombres y municiones de boca y guerra, para que
bajo la dirección de jefes experimentados contra los grandes maestros de la
guerra, los franceses, penetren desde las provincias de Barinas y Maracaibo
hasta los últimos confines de la América meridional.”
Bolívar
calcula que la pérdida de España a favor de los franceses, podría provocar una
migración de españoles influyentes, entre militares y sacerdotes de todos los
niveles, que influirían grandemente en la población local contra el proyecto
independentista, fortaleciendo las fuerzas realistas en el continente. El llamado
a no subestimar un punto focal, basado en la experiencia venezolana con Coro,
tenía absoluta pertinencia.
En la
prognosis de los escenarios probables, Bolívar hace una panorámica de la
coyuntura internacional, como acostumbrará en su método de análisis
situacional, precisando la correlación de fuerzas y los intereses de las partes
más involucradas en nuestro devenir como proyectos de repúblicas soberanas. Prevé
lo inconveniente de carecer de una marina de guerra, factor que se pondrá en
cruda evidencia con la invasión de Pablo Morillo en 1815.
Propone
también pasar a la ofensiva antes que quedarse a esperar un ataque enemigo
desde los territorios vecinos quedando forzados a la lucha defensiva en los
territorios liberados que serían azotados por la destrucción de la guerra.
Estima
que la entrada de fuerzas patrióticas despertará el ánimo de los que ansían
liberar a Venezuela, que se sumarían por miles a la causa, y predice la toma de
Caracas “sin haber dado una batalla campal”. Desea entrar a Maracaibo por Santa
Marta (idea que mantuvo hasta su intento de 1815) y por Cúcuta hacia Barinas.
Su proclama
desesperada parece contener el sentimiento de frustración y dolor que lo
embargó con la pérdida de Puerto Cabello, pero en plena lucha contra sus
propios demonios para sobreponerse a las ruinas anímicas que nunca lo
vencieron: “Corramos a romper las cadenas de aquellas víctimas que gimen en las
mazmorras, siempre esperando su salvación de vosotros: no burléis su confianza:
no seáis insensibles a los lamentos de vuestros hermanos. Id veloces a vengar
al muerto, a dar vida al moribundo, soltura al oprimido y libertad a todos.”
Así habló
en Cartagena el alma libertadora del más vigente Libertador de todos los
tiempos.
Yldefonso
Finol
Historiador
Bolivariano
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