sábado, 30 de agosto de 2025

"Diplomacia cañonera": veecindad belicosa y doblemente adicta a las drogas y al capital

 


“Diplomacia cañonera”: vecindad belicosa o cálculos erráticos de la narcopolítica estadounidense

La maniobra naval más grande realizada por Estados Unidos en el Caribe ocurrió en abril de 2006; para que tuviera su dosis de cinismo anglosajón la nombraron Confraternidad de las Américas. El portaaviones atómico George Washington, el más moderno de la flota, salió el 4 de abril de su base de Norfolk, Virginia, y llegó al puerto de Mayport, Florida, donde funcionaba la sede del Comando Sur del Ejército. Estuvieron varios días conferenciando militares y políticos.

Ese solo portaaviones tenía capacidad para llevar 70 naves de combate F-15, F-16, F-18, Harrier y helicópteros, punta de lanza de la Fuerza de Tareas de Combate número 10 de la Armada. Lo acompañaron en esa operación el crucero Monterrey, el destructor USS Stout y la fragata misilística Underwood, por si acaso. El 14 de abril toda esa fuerza entró en el Caribe.

La tropa movilizada alcanzaba los seis mil quinientos efectivos de fuerzas elites más algún personal de apoyo. Entre los políticos que compartió -con mucho entusiasmo- las tertulias previas al zarpe de la flota, estuvo William Brownfield, entonces Embajador de Estados Unidos en la República Bolivariana de Venezuela, quien declaró “que no sería la primera ni la última vez que su país” maniobrara en este Mare Nostrum con sus naves. Brownfield -como denunciamos desde el mismo abril de 2006 y en escritos posteriores- convirtió su visita al Comando Sur en una campaña turística, con decenas de periodistas, mises y gente de farándula entre sus invitados.

Muy emocionados tomaron nota los enviados del Nacional y el Universal cuando Brownfield les recordó que el jefe del Comando Sur, general Bantz Craddok, declaró hacía apenas un par de semanas ante una Comisión del Senado, que el Gobierno Chavista constituía “un factor de desestabilización regional”.

La Doctrina Monroe viene de lejos (diciembre de 1823), pero hay que ver la historia del siglo XXI para comprender cuál es la doctrina estadounidense sobre Venezuela. Podemos ubicarnos en el Documento Santa Fe IV (2000) que prestó especial atención a la Patria Bolivariana, partiendo del diagnóstico de un país muy conocido por el imperialismo petrolero gringo desde comienzos del siglo XX y al que observaron sus más altos estadistas desde los días convulsos de la lucha por la Independencia: “Venezuela es un país paradójico. Es uno de los países productores de petróleo más importantes del mundo y, sin embargo, la mayoría de la población es muy pobre. En Venezuela, hace mucho que la industria petrolera está en manos del Estado y la riqueza que produce, en su mayor parte, ha sido absorbida por una gran cantidad de contratistas internacionales y un aparato administrativo inflado.”

Hay que leer completo y con mucha atención el manejo minucioso de la información que exhiben los tanques pensantes en Santa Fe IV: es la interpretación de las condiciones objetivas y subjetivas en el primer año del Tercer Milenio, no estaban reunidos con todos esos insumos precocinados por sus equipos asesores jugando al ahorcadito.

Sigue el Santa Fe IV: “Las condiciones estaban maduras para el surgimiento de Hugo Chávez. Hombre de orígenes humildes, Chávez ascendió rápidamente por las filas del ejército debido a sus habilidades como atleta y soldado. Hace ocho años, en 1992 (recordemos que el análisis es del año 2000), fue parte de un golpe militar fallido y pasó cierto tiempo en la cárcel por su intervención. Después de su liberación, Chávez decidió tomar el poder por medios electorales. Utilizando en su campaña la promesa de usar la riqueza petrolera de Venezuela para aliviar la pobreza de las masas, Chávez sorprendió a muchos al ganar la presidencia en el otoño de 1998. Los capitostes de la prensa han intentado definir a Chávez como un peronista o un fidelista… Chávez se movió rápidamente para consolidar su poder. Estableció una nueva convención constitucional, que promulgó una nueva Constitución a su medida, y disolvió el Congreso existente. También instituyó una gran purga de la compañía estatal petrolera y ha asumido un papel prominente en la OPEP: se considera que ha sido el impulsor del reciente movimiento de la OPEP para cortar la producción mundial de petróleo y subir los precios. El gran héroe de Chávez es Simón Bolívar. Apoyándose en el bolivarismo, aspira a formar la Gran Colombia (Venezuela, Colombia, Panamá y Ecuador), probablemente como república socialista.”

Para los autores del documento, nuevos enemigos desafiarían la hegemonía estadounidense: después de la estratégica China, “el castrista Chávez de Venezuela» y «el surgimiento de un militarismo izquierdista en los países andinos que finalmente está obteniendo un poco de atención por parte de los medios, en la medida en que el “bolivarismo” se convierte en un grito de ataque de los comunistas y socialistas”.

La “diplomacia cañonera” ha desplazado a las otras modalidades. La generala Laura Richardson se pavoneó bastante con su uniforme asegurando sumisiones en la región. No era inesperado que el “emperador” Trump se soltara el moño de William Walker que todo gringo lleva como amuleto de sus ambiciones.

Los cañonazos pueden ser “sanciones” o “arancelazos”, siempre dejarán un reguero de humanidad padeciendo sus efectos económicos y sociales.

Pero cómo temen a los cambios geopolíticos que ha dado el planeta desde que Truman ordenara lanzar dos bombas atómicas en Japón. Cómo se ha transformado aquella China de campesinos hambrientos e industria de hojalata en el mayor conglomerado de justicia social del mundo, y la potencia militar más serena y poderosa, doctrinariamente asida a la China ancestral y guiados por la ciencia política que ilustra el glorioso Partido Comunista.

La Federación de Rusia que sobrevivió al estallido endógeno de la URSS y que muchos pintaban como un lánguido súbdito de los imperialismos otanistas, se erigió como una fuerza que se hace respetar en todos los terrenos, con el poder de haberse reencontrado con su ancestralidad más virtuosa.  

La situación no es la “Crisis de los Misiles”. En octubre de 1962 los gringos -salvo al bloque soviético que salió con un tufo a derrota- tenían el mundo a sus pies. América Latina y el Caribe eran la granja de frutas, la plantación agrícola, el pozo petrolero y la muchacha del servicio doméstico, la OEA.  

Me digo a mí mismo: “no seamos economicistas”, “apartémonos de los determinismos”. Humor de esquina. Cuando los gringos empezaron sus aventuras petroleras porque el capitalismo saltó a imperialismo y había que monopolizar, crear carteles (¿carteles?), repartirse al planeta en pedazos o áreas de influencia (control), ir a las guerras entre potencias a ver quién es el más bravucón, el más avispado que le saca más provecho, ya Estados Unidos era un importante mercado de drogas, aún estando “prohibidas” por algún gobierno estadal o federal. Siglo y medio de narco-economía, igual tiempo de narco-política. El sistema bancario y hasta el negocio ideológico (TV, cine, entretenimiento, historia y cultura) requieren con urgencia reafirmar el control sobre el narcotráfico en todas sus instancias para que el 85% de los ingresos irriguen su anquilosado aparato financiero.

En 2006 cuando hicieron aquella magna maniobra naval Confraternidad con las Américas, en desarrollo de la Doctrina Monroe contenida en el Documento Santa Fe IV del año 2000, el discurso era que venían a enseñarnos a luchar contra las drogas y el tráfico “ilícito” de personas. ¡Imagínense!

En ese momento la mayoría de los gobiernos les aplaudieron. Hoy la gracia no les sale tan bien recibida. Ni los gobiernos, ni los pueblos, se creen esa “lucha contra el narcotráfico” que no ha desmantelado el primer narco quiosco en su propio país.

¡Vamos gringos, atrévanse a desmantelar el Cartel de las 50 Estrellas y la peligrosa pandilla de las Barras Rojiblancas!

No lo harán porque la elite gringa, del bando que sean, republicanos, demócratas, “maga” o globalistas, los de Epstein o Sinatra, todos padecen doble adicción: a unas “rayas” de polvo blanco (de alta pureza religiosa), y a las ganancias (de alta rentabilidad) del primer mercado de drogas del planeta.

En Venezuela se chuparán unas cuantas urupaguas crudas, y comerán datos con espinas, si se les ocurre “en una noche loca”, dejarse llevar por la ficción narcotizada en que viven atrapados desde “Apocalipsis Now”.

 

Yldefonso Finol        

 

viernes, 22 de agosto de 2025

EL FASCISMO SUBALTERNO: ENGENDRO DE DOMINACIÓN IMPERIALISTA EN NUESTRA AMÉRICA

 


EL FASCISMO SUBALTERNO en América Latina y el Caribe: engendro de la dominación imperialista

Yldefonso Finol/Monte Ávila Editores Latinoamericanos/FILVEN 2025

Un libro de gran relevancia en nuestra actualidad, que recupera las raíces teóricas que definieron al fascismo desde sus inicios en Italia, Alemania y oros países de Europa, reivindica el marxismo latinoamericano y la teoría de la dependencia como instrumentos paradigmáticos de emancipación y -dato importante-, incorpora el pensamiento nacional revolucionario venezolano, comenzando por el bolivarianismo, como antídotos a la ofensiva recolonizadora imperialista de signos fascistizantes.

Como bolivariano que es, fundamentalmente, además de su formación marxista-leninista desde muy joven, Finol se atreve a proponernos una heterodoxia epistémica que nos convoca a conmovernos con el testimonio al pie de la horca de Julius Fucik, a enfilarnos en la resistencia armada con un soneto de nuestro Aquiles Nazoa, y a debatir las posiciones optimistas -y las cautelosas- de las principales voces del marxismo en las décadas de 1930 y 1940.

Los clásicos, comenzando por Marx, Engels, Lenin, Gramsci, Dimitrov, Trotsky, Rosa Luxemburgo, Mao Zedong, entran con sus idas originales a darle sustento ideológico e histórico al debate qua aún es necesario dar. Más, definidos el contexto teórico-histórico del surgimiento y crecimiento del fascismo, se abre paso al aporte diverso del marxismo latinoamericano la teoría de la dependencia para alimentar la comprensión del modelo fascista desatado en América Latina y el Caribe al influjo de la Doctrina de Seguridad Nacional del imperialismo estadounidense.  

Pero el libro El Fascismo Subalterno tiene el propósito de descifrar la existencia de un fascismo que no nace como sentimiento de hegemonía etno-nacional ni tiene aspiraciones imperiales, lo que representaría una negación -o una deformación inaceptable- del fenómeno ultraderechista europeo de la primera mitad del siglo XX.

El Fascismo Subalterno -también caracterizado como dependiente, subordinado, neocolonial- es definido como una estrategia de opresión política desarrollada por Estados Unidos para controlar al continente latinoamericano y su archipiélago caribeño. Este fascismo fue instrumentalizado por Estados Unidos en Nuestra América a través de sus “escuelas” militares y operaciones de espionaje y contraespionaje durante la mal llamada “Guerra Fría”. En muchos países instauraron dictaduras abiertamente fascistas subordinadas y neocoloniales como en Chile, Argentina, y antes Brasil y Uruguay. Infestaron Centroamérica con regímenes militares genocidas y escuadrones de la muerte.  El mapa de nuestra Abya Yala se tiño de sangre con las dictaduras (Operación Cóndor) y prácticas fascistizantes como la proliferación de manuales de torturas y las desapariciones, que en el caso venezolano fueron traídas por los agentes de la CIA Luís Posada Carriles y Orlando Bosh. ¿No fue acaso la masacre del 27-28 de febrero un paréntesis fascista en la Venezuela de la opulenta democracia petrolera?  

El pensamiento emancipatorio de Nuestra América se hace presente con las ideas de Fidel Castro, Hugo Chávez, Juan Bosh, Agustín Cueva, Britto García, Edmundo Aray, Julio Cortázar, los aportes del uruguayo Rodney Arismendi, el mexicano Leopoldo Zea, el chileno Osvaldo Fernández, Darcy Ribeiro, entre otras voces luminosas que vivieron y enfrentaron al fascismo subalterno en pleno apogeo.

Yldefonso Finol expone en su libro, presentado recientemente en la FILVEN 2025 por el ministro de cultura de Venezuela Ernesto Villegas, fue calificado por éste como “un texto fundamental para el conocimiento del fascismo en sus raíces históricas y en sus manifestaciones actuales, es una herramienta para la lucha que ofrece luces para las masas y algunos dirigentes que pueden estar confundidos”.

En la Tercera Parte “El Fascismo como verdugo del amor y del arte”, el libro se adentra en la lucha por la espiritualidad, donde el fascismo pone en práctica técnicas atroces contra sus oponentes y -a la vez- desarrolla una creencia, un mito cohesionador de las masas nacionales, para imponer la cultura de la sumisión al capitalismo sea privado o estatal, porque el corporativismo es una herramienta del fascismo que le permite colocar la producción en todos los órdenes al servicio de la extinción de la resistencia popular y las guerras con fines expansionistas. El fascismo logra destruir la red amorosa que los pueblos tejen en sus relaciones cotidianas de familia, trabajo, creación, esparcimiento, para suplantarlas -a la fuerza bruta y la propaganda preconcebida con tal propósito- por la egolatría al caudillo junto con fascinación por la ficción del supremacismo racial y la ambición de la hegemonía sobre otros pueblos y nacional.

A esto Finol opone la visión del bolivarianismo considerándolo “un antídoto contra el fascismo”, por tres fortalezas propias de la Doctrina Bolivariana que son fundamentales: una que por sí sola bastaría, venida de aquella máxima expresada a Sucre, que reza “el gran poder existe en la fuerza irresistible del amor”; la segunda que toda la Gesta Bolivariana -y por tanto su legado- es una poderosa obra anticolonial, el antiimperialismo es uno de los tres componentes más definitorios de la Doctrina del Libertador; y, una tercera fortaleza antifascista del bolivarianismo como movimiento político que propugna una nueva sociedad es el equilibrio entre bien común y el buen vivir. Bolívar lo resumía: “Yo antepongo siempre la comunidad a los individuos”.

Recatar las aportaciones originales, incluso pioneras en algunos temas como la descolonización epistemológica, del Congreso Cultural Cabimas 70 y de publicaciones emblemáticas de aquellos años de lucha contra el fascismo subordinado a los “regatones” yanquis, es otra virtud de este libro que, en medio de la vorágine destructora de la inteligencia humana y del etéreo campo de batalla por el control del universo cognitivo, recomendamos leer y compartir.

 

Colectivo Cacique Nigale

Agosto 2025

lunes, 11 de agosto de 2025

El “Fragmentado”: “Cartel de 50 Estrellas” y “Tren de Barras Rojiblancas”

 


El “Fragmentado”: “Cartel de 50 Estrellas” y “Tren de Barras Rojiblancas”  

Al capitán español Juan Pacheco Maldonado que capturó la última guerrilla de la resistencia originaria en el Lago Maracaibo, torturando y martirizando al Cacique Nigale y sus compañeros en junio de 1607, la Corona le otorgó como recompensa -además de encomiendas en el sur del lago- dos mil castellanos oro anuales POR DOS VIDAS; es decir, para él y para su heredero principal. Notable la importancia que esta conquista tuvo para el colonialismo español.

 No podían escapar a la lista de “requeridos” a cambio de recompensas los rebeldes insurgentes Francisco de Miranda, y Simón Bolívar, a quien los gobernantes coloniales en Venezuela le arrebataron, usurparon y subastaron casi toda la herencia familiar.

La práctica de la “recompensa” es parte del paisaje gringo. No hay película del oeste (western) donde no aparezca un cartel -con el famoso encabezado wanted- ofreciendo algunos dólares por equis fugitivo.

En la contemporaneidad la gusanera de Miami ofreció desde comienzos de los sesenta US$ 100.000 por la muerte de Fidel (aproximadamente US$ 1,7 millones en la actualidad), y otros US$ 20.000 por Raúl y el Che Guevara, respectivamente (unos US$ 265.000 actualmente).

Documentos desclasificados en 2016 describen un plan del Pentágono llamado Operación Bounty, que buscó infructuosamente derrocar a Fidel Castro, y preveía recompensas a los que mataran a cubanos comunistas.

Recompensas fue la perdición de la etapa más corrupta y asesina del Plan Colombia, cuando se mataban personas sólo por el afán de cobrar un dinero de la muerte y la degradación humana.

La recompensa por el magnicidio a traición del máximo líder centroamericano Augusto César Sandino, después de asistir a una cena en la casa presidencial nicaragüense, ya logradas la paz y la expulsión de los invasores yanquis, fue entregarle Nicaragua a la dinastía Somoza, fascistas subordinados que hundieron al país en la represión, la pérdida de soberanía, el atraso y la pobreza.

Por la captura de Pancho Villa, los gringos ofrecieron de entrada 5.000 dólares, que la familia Hearst -gran promotora de la invasión a México- elevó a un total de 55.000 dólares después del ataque del caudillo revolucionario Pancho Villa a la ciudad de Columbus, en Nuevo México. A pesar de los “incentivos” y la incursión armada yanqui, Villa no fue capturado. 

En general, todos los regímenes fascistas subalternos, impuestos por Estados Unidos en Nuestra América han usado esta carnada monetaria para neutralizar a sus oponentes, así los hizo Pinochet contra dirigentes destacados de la resistencia popular del MIR, el PC y el Frente Patriótico Manuel Rodríguez.

En el caso de quien -según algunas opiniones- fuera su agente “descarriado” Manuel Antonio Noriega la recompensa pasó de 320.000 al millón de dólares de la década de los ochenta.

Pero lo que ha recalentado la acelerada y vertiginosa atmósfera de la noticia es el ofrecimiento por parte de la Fiscal estadounidense de cincuenta millones de dólares de recompensa por el Presidente Constitucional de la República Bolivariana de Venezuela Nicolás Maduro Moros.

Este hecho, por demás estrafalario, duplicando cifras como las apostadas por Ben Laden y Sadán Hussein, carece de todo soporte legal y ético, burlando con absoluto cinismo todas las pautas formales y principios del Derecho Internacional.

Hay que decirlo claro y repetirlo cada día bien fuerte: no aceptamos la pretendida extraterritorialidad de las decisiones del gobierno de Estados Unidos, ni ésta de ponerle precio a la persona de nuestro Presidente Constitucional ni ninguna otra.

Ese gobierno de la elite imperialista debe deponer su enfermiza actitud de gendarme global que tanto daño ha causado a la humanidad: Hiroshima y Nagasaki, por citar un ejemplo.

Debe renunciar a ser el matón del continente que quita y pone presidentes, usurpadores, fantoches y dictadores a la carta.

¿Quién les cree la jugada distractiva de un supuesto “Cartel de los Soles” al más grande mercado y único cartel de las drogas a nivel mundial “El Cartel de las 50 Estrellas”?

Ese “Tren de las Barras Rojiblancas” que entre las orgías depredadoras de niñas con Epstein y la complicidad en el genocidio palestino con el sádico Netanyahu, va infestando de muerte y atrocidades de una dimensión nunca vista en la historia.

Así que éticamente ustedes gringos de las cloacas están descalificados hace mucho tiempo, sólo un puñadito que se achica como la piel de zapa les sirve por puro servilismo: por el virus de la sumisión que la colonialidad les dejó instalado en su alma de sumisos.

Políticamente en Venezuela salen trasquilados en cada intento, ni Superman ni el Capitán América ni los orcos les han funcionado aquí porque entre la kryptonita de Maturín, los chamanes del Orinoco al Guasare pasando por Sorte, los babalaos de los cerros caraqueños y los Relámpagos del Catatumbo, no queda espía ni terrorista que no sea precisado y neutralizado.

En el instante que voy cerrando este artículo, centenares de miles marchan en las calles de todo el país y decenas de miles se han pronunciado en el mundo en apoyo total al Presidente Maduro. Ustedes gringos tienen credibilidad cero, y la moral tan pero tan baja que reventó el moralómetro en el extremo de los valores negativos.

Para terminar, ante los bamboleos, tira y encoje, zigzagueos y otros meneítos arrítmicos, no puedo dejar de comparar al gobierno de Trump con aquel personaje del filme Fragmentado, afectado por un tétrico trastorno de identidad disociativo que secuestra para someter al terror a sus víctimas (chantaje vil), mientras espera que surja la personalidad más letal del captor, y que suceda lo peor.

Con Venezuela no tienen vida esos delincuentes del “Cartel de las 50 Estrellas” y “El Tren de las Barras Rojiblancas”.

¡Viva Maduro! Y Punto.

Yldefonso Finol

martes, 5 de agosto de 2025

BOLIVIA: EL AMOR MÁS ALTO

 BOLIVIA: EL AMOR MÁS ALTO

A esta patria de Manuel Ascencio Padilla y Juana Azurduy le han puesto mi nombre, cuando debió llevar el de ellos. “¿Qué quiere decir Bolivia? Un amor desenfrenado de libertad.”

Por todos los caminos de todos los pueblos y ciudades la multitud sale a acompañarnos: el pueblo es la libertad, él hace la historia, y el General Sucre es el redentor de las primeras naciones admirables que vivieron esta maravillosa altura que hoy me conmueve hasta las lágrimas. ¿Cuántos nos siguieron al Potosí? Cuarenta mil almas o más…no sabría calcular la alegría que un colorido río humano, emplumado y trajeado de luces, ese brillante ardimiento de sus ojos, mismos que fueron opacas miradas de tristeza en doscientos cincuenta años de muerte en los socavones devoradores de centenares de miles de indios y miles de esclavos negros, para colmar la insaciable sed de riqueza de una monarquía voraz, parásita e inepta.

En lo alto del Cerro Rico de Potosí una gran cruz. Por los recovecos de la árida montaña los rebaños de llamas van y vienen cargadas de rocas argentadas. El maltrato instigado por la avaricia también las incluye en el dantesco mundo que creó la colonia hambrienta de mineral. En los socavones la muerte se encargaba de juntar el dolor inmenso de las profundidades y silenciar al hombre y a la mágica creación que premió a estas tierras. Mercurio y látigo, hambre y humillación, apelmazaban indiferente una existencia sin humanidad. El tormento de la ambición irracional del invasor trastocó con su inicua prepotencia la perfección que existió y que el reino monstruoso de España inundó en calamidades para sus legítimos dueños, convertidos en siervos de las arcas reales.

En la montaña cuya riqueza extrajeron por tres siglos y despilfarraron los destructores, ha de andarse con cautela de no ser tragado por sus miles de agujeros que se pierden hacia lo profundo como buscando el centro de la tierra, tan devorada que pareciera algún día -ya vaciada de lo apetecido- desvanecerse.    

Ese 26 de octubre mientras escalaba aquel Cerro Rico que tanta miseria del indio mostraba alrededor, me decía para mis adentros: “La gloria de haber conducido a estas frías regiones nuestros estandartes de libertad, deja en la nada los tesoros inmensos de los Andes que están a nuestros pies”. 

Con la alegría de niños jugando flameó los estandartes de la Independencia.

Un testigo que le seguía de cerca, afirmó: “Debió ser el día más feliz en la vida de Bolívar, ese día notable cuando ascendió a aquel pico famoso de los Andes gigantes, desplegando las banderas de Colombia, Perú y del Río de la Plata.”

Las Banderas de las Repúblicas allí convergentes -por generosidad del Libertador- tremolaron elevándose como los nuevos símbolos de algo naciente que debía reivindicar los derechos humanos de los más oprimidos: los originarios pueblos del Ande inmenso.

Esta lectura de la apoteosis popular de aquellas jornadas, quiere exaltar los rasgos de la personalidad del Libertador que se ponen de manifiesto aún en la cúspide de su gloria. Su capacidad de desprendimiento, cómo en forma instantánea pasa a manos de sus oficiales los lujos y bienes suntuosos con que lo premian las ciudades y sus municipalidades, la elite de cada sitio que ha visitado. Coronas -que él despreciaba-, sillas, alhajas de toda índole, hechas de oro puro y decoradas por los más afamados orfebres con piedras preciosas; todas las regaló a sus compañeros de armas con tal naturalidad que muchos de los presentes no lo llegaron a entender, incluso, algunos a quienes les causó molestia (amén de la envidia). Regala las valiosas piezas dignas del más opulento tesoro, primero a Sucre, el gran héroe a quien ama como a un hijo, y éste, émulo de su Jefe, las traspasa a otros oficiales como si se tratara de simples detalles.

Bolívar se detenía a saludar a las personas del común que se congregaban a las puertas de los edificios del poder hasta hace poco en manos de agentes imperiales que los despreciaban. No había pose, simulación, mucho menos fastidio. Él deseaba sentir de cerca a esos pueblos que, siendo lejanos en distancia y dificultades geográficas para llegarles, eran tan iguales en ansias de libertad y justicia que esos solos sentimientos lo hermanaban al primer contacto.

Ya los había tomado en cuenta en sus sorprendentes reflexiones de 1815 en Jamaica, y visualizado cuando fue poseído por la magia de la selva en el delirio de Casacoima: “Perdí mi uniforme, pero estoy a gusto con esta bata que ustedes me han regalado. Sin embargo, más complacido estaré mañana cuando me estrene la hermosa camisa de corteza marina que me regaló un cacique”. Salvado por suerte de la persecución de lanchas flecheras de los realistas, junto a su Estado mayor, hubo de lanzarse al humedal de Casacoima, brazo del río Orinoco en las anchuras de su delta que busca el Atlántico, en medio de la noche, entre grandes constrictoras, pirañas, caimanes, herido y con los pies lesionados por las filosas hierbas y raíces estuarinas, exclamó ya echado sobre la otra orilla, exhausto:  “Dentro de pocos días rendiremos a Angostura, y entonces... iremos a libertar a Nueva Granada, y arrojando a los enemigos del resto de Venezuela, constituiremos a Colombia. Enarbolaremos después el Pabellón Tricolor sobre el Chimborazo, e iremos a completar nuestra obra de libertar a la América del Sur y asegurar su independencia, llevando nuestros pendones victoriosos al Perú: el Perú será libre.”

Esa noche con la luna sobre sus cabezas, los oficiales que vivieron la riesgosa travesía lo creyeron afectado en su cordura, algunos -compungidos- pensaron que la falta de oxígeno por permanecer largos minutos hundidos en el agua para no ser descubiertos por sus perseguidores, le habían trastornado el raciocinio.

Nada de eso, el delirante chamán de Casacoima cumplió en exceso sus premoniciones: liberó al Perú, se elevó al Alto Perú y ahora estaba subiendo el Cerro Rico de Potosí que en 1816 había tomado la heroína Juana Azurduy tras la caída de su patriota esposo Manuel Ascencio Padilla. Allí estaba en territorios que fueron de las Provincias del Río de la Plata, donde esa mujer soldada se hizo leyenda.

¿Y qué fue lo primero que quiso hacer Bolívar al llegar a Potosí?

He aquí otro rasgo fundamental de los valores que inspiraron la vida y gesta del genial Libertador. Él va entre tanta gloria, tantos anfitriones, séquito, caballería, seguidores, autoridades recientes que lo han colmado de agasajos y obsequios espectaculares, pero él lleva su pensamiento maravillado por el paisaje recorrido, por la grandeza misma de la epopeya realizada, y el sentimiento de encontrarse con aquella mujer legendaria en las luchas emancipadoras del eje de Suramérica: él sólo pregunta por ella, desea conocerla, rendirle honores, hacerle justicia, abrazarla como camarada.

Es que no había bajado aún del caballo, apretujado en las angostas calles por el gentío que acudió a verlo a él, y ya preguntaba dónde podía encontrar a Juana Azurduy. No quería iniciar ningún protocolo antes de cumplir ese ritual acariciado en su alma rindiendo honores a la heroína que representaba las luchas anteriores a la gran victoria que él llevó allí tan cerca de las nubes. Su corazón era un cofre de historias acumuladas. La Teniente Coronel Juana Azurduy fue ascendida a Coronela del Ejército con pensión vitalicia y retroactiva. La vio empobrecida y desatendida y sufrió la injusticia cometida, queriendo saldar esa deuda moral penosa. Le dio su amistad y su admiración, agradeció sus enormes sacrificios familiares. Inevitable que hablaran de Manuela, con la que floreció un afecto fundador de la sororidad. Sucre quedó encargado de hacer cumplir los magnánimos deseos -que ya eran órdenes- del Libertador de todos los rincones y todas las opresiones.     

Días después escribiría: “Es la primera vez que no tengo nada que desear y que estoy contento con la fortuna.”

Rumbo al vacío infinito, envió un mensaje especial a través de Andrés Santa Cruz: “Mil cariños de mi parte a mi Bolivia”, era el 14 de septiembre de 1830.

Al dictar testamento, no podía faltar su “hija predilecta”. Para ella conservó esa medalla que llevó como amuleto desde el retorno abrupto que lo trajo al tenebroso laberinto de las intrigas, las divisiones, las traiciones y el desengaño.

“Es mi voluntad: que la medalla que me presentó el Congreso de Bolivia a nombre de aquel pueblo, se le devuelva como se lo ofrecí, en prueba del verdadero afecto, que aún en mis últimos momentos conservo a aquella República.”

Seguiremos hurgando en los baúles del amor de aquel hombre creador de utopías.

Yldefonso Finol