sábado, 30 de agosto de 2025

"Diplomacia cañonera": veecindad belicosa y doblemente adicta a las drogas y al capital

 


“Diplomacia cañonera”: vecindad belicosa o cálculos erráticos de la narcopolítica estadounidense

La maniobra naval más grande realizada por Estados Unidos en el Caribe ocurrió en abril de 2006; para que tuviera su dosis de cinismo anglosajón la nombraron Confraternidad de las Américas. El portaaviones atómico George Washington, el más moderno de la flota, salió el 4 de abril de su base de Norfolk, Virginia, y llegó al puerto de Mayport, Florida, donde funcionaba la sede del Comando Sur del Ejército. Estuvieron varios días conferenciando militares y políticos.

Ese solo portaaviones tenía capacidad para llevar 70 naves de combate F-15, F-16, F-18, Harrier y helicópteros, punta de lanza de la Fuerza de Tareas de Combate número 10 de la Armada. Lo acompañaron en esa operación el crucero Monterrey, el destructor USS Stout y la fragata misilística Underwood, por si acaso. El 14 de abril toda esa fuerza entró en el Caribe.

La tropa movilizada alcanzaba los seis mil quinientos efectivos de fuerzas elites más algún personal de apoyo. Entre los políticos que compartió -con mucho entusiasmo- las tertulias previas al zarpe de la flota, estuvo William Brownfield, entonces Embajador de Estados Unidos en la República Bolivariana de Venezuela, quien declaró “que no sería la primera ni la última vez que su país” maniobrara en este Mare Nostrum con sus naves. Brownfield -como denunciamos desde el mismo abril de 2006 y en escritos posteriores- convirtió su visita al Comando Sur en una campaña turística, con decenas de periodistas, mises y gente de farándula entre sus invitados.

Muy emocionados tomaron nota los enviados del Nacional y el Universal cuando Brownfield les recordó que el jefe del Comando Sur, general Bantz Craddok, declaró hacía apenas un par de semanas ante una Comisión del Senado, que el Gobierno Chavista constituía “un factor de desestabilización regional”.

La Doctrina Monroe viene de lejos (diciembre de 1823), pero hay que ver la historia del siglo XXI para comprender cuál es la doctrina estadounidense sobre Venezuela. Podemos ubicarnos en el Documento Santa Fe IV (2000) que prestó especial atención a la Patria Bolivariana, partiendo del diagnóstico de un país muy conocido por el imperialismo petrolero gringo desde comienzos del siglo XX y al que observaron sus más altos estadistas desde los días convulsos de la lucha por la Independencia: “Venezuela es un país paradójico. Es uno de los países productores de petróleo más importantes del mundo y, sin embargo, la mayoría de la población es muy pobre. En Venezuela, hace mucho que la industria petrolera está en manos del Estado y la riqueza que produce, en su mayor parte, ha sido absorbida por una gran cantidad de contratistas internacionales y un aparato administrativo inflado.”

Hay que leer completo y con mucha atención el manejo minucioso de la información que exhiben los tanques pensantes en Santa Fe IV: es la interpretación de las condiciones objetivas y subjetivas en el primer año del Tercer Milenio, no estaban reunidos con todos esos insumos precocinados por sus equipos asesores jugando al ahorcadito.

Sigue el Santa Fe IV: “Las condiciones estaban maduras para el surgimiento de Hugo Chávez. Hombre de orígenes humildes, Chávez ascendió rápidamente por las filas del ejército debido a sus habilidades como atleta y soldado. Hace ocho años, en 1992 (recordemos que el análisis es del año 2000), fue parte de un golpe militar fallido y pasó cierto tiempo en la cárcel por su intervención. Después de su liberación, Chávez decidió tomar el poder por medios electorales. Utilizando en su campaña la promesa de usar la riqueza petrolera de Venezuela para aliviar la pobreza de las masas, Chávez sorprendió a muchos al ganar la presidencia en el otoño de 1998. Los capitostes de la prensa han intentado definir a Chávez como un peronista o un fidelista… Chávez se movió rápidamente para consolidar su poder. Estableció una nueva convención constitucional, que promulgó una nueva Constitución a su medida, y disolvió el Congreso existente. También instituyó una gran purga de la compañía estatal petrolera y ha asumido un papel prominente en la OPEP: se considera que ha sido el impulsor del reciente movimiento de la OPEP para cortar la producción mundial de petróleo y subir los precios. El gran héroe de Chávez es Simón Bolívar. Apoyándose en el bolivarismo, aspira a formar la Gran Colombia (Venezuela, Colombia, Panamá y Ecuador), probablemente como república socialista.”

Para los autores del documento, nuevos enemigos desafiarían la hegemonía estadounidense: después de la estratégica China, “el castrista Chávez de Venezuela» y «el surgimiento de un militarismo izquierdista en los países andinos que finalmente está obteniendo un poco de atención por parte de los medios, en la medida en que el “bolivarismo” se convierte en un grito de ataque de los comunistas y socialistas”.

La “diplomacia cañonera” ha desplazado a las otras modalidades. La generala Laura Richardson se pavoneó bastante con su uniforme asegurando sumisiones en la región. No era inesperado que el “emperador” Trump se soltara el moño de William Walker que todo gringo lleva como amuleto de sus ambiciones.

Los cañonazos pueden ser “sanciones” o “arancelazos”, siempre dejarán un reguero de humanidad padeciendo sus efectos económicos y sociales.

Pero cómo temen a los cambios geopolíticos que ha dado el planeta desde que Truman ordenara lanzar dos bombas atómicas en Japón. Cómo se ha transformado aquella China de campesinos hambrientos e industria de hojalata en el mayor conglomerado de justicia social del mundo, y la potencia militar más serena y poderosa, doctrinariamente asida a la China ancestral y guiados por la ciencia política que ilustra el glorioso Partido Comunista.

La Federación de Rusia que sobrevivió al estallido endógeno de la URSS y que muchos pintaban como un lánguido súbdito de los imperialismos otanistas, se erigió como una fuerza que se hace respetar en todos los terrenos, con el poder de haberse reencontrado con su ancestralidad más virtuosa.  

La situación no es la “Crisis de los Misiles”. En octubre de 1962 los gringos -salvo al bloque soviético que salió con un tufo a derrota- tenían el mundo a sus pies. América Latina y el Caribe eran la granja de frutas, la plantación agrícola, el pozo petrolero y la muchacha del servicio doméstico, la OEA.  

Me digo a mí mismo: “no seamos economicistas”, “apartémonos de los determinismos”. Humor de esquina. Cuando los gringos empezaron sus aventuras petroleras porque el capitalismo saltó a imperialismo y había que monopolizar, crear carteles (¿carteles?), repartirse al planeta en pedazos o áreas de influencia (control), ir a las guerras entre potencias a ver quién es el más bravucón, el más avispado que le saca más provecho, ya Estados Unidos era un importante mercado de drogas, aún estando “prohibidas” por algún gobierno estadal o federal. Siglo y medio de narco-economía, igual tiempo de narco-política. El sistema bancario y hasta el negocio ideológico (TV, cine, entretenimiento, historia y cultura) requieren con urgencia reafirmar el control sobre el narcotráfico en todas sus instancias para que el 85% de los ingresos irriguen su anquilosado aparato financiero.

En 2006 cuando hicieron aquella magna maniobra naval Confraternidad con las Américas, en desarrollo de la Doctrina Monroe contenida en el Documento Santa Fe IV del año 2000, el discurso era que venían a enseñarnos a luchar contra las drogas y el tráfico “ilícito” de personas. ¡Imagínense!

En ese momento la mayoría de los gobiernos les aplaudieron. Hoy la gracia no les sale tan bien recibida. Ni los gobiernos, ni los pueblos, se creen esa “lucha contra el narcotráfico” que no ha desmantelado el primer narco quiosco en su propio país.

¡Vamos gringos, atrévanse a desmantelar el Cartel de las 50 Estrellas y la peligrosa pandilla de las Barras Rojiblancas!

No lo harán porque la elite gringa, del bando que sean, republicanos, demócratas, “maga” o globalistas, los de Epstein o Sinatra, todos padecen doble adicción: a unas “rayas” de polvo blanco (de alta pureza religiosa), y a las ganancias (de alta rentabilidad) del primer mercado de drogas del planeta.

En Venezuela se chuparán unas cuantas urupaguas crudas, y comerán datos con espinas, si se les ocurre “en una noche loca”, dejarse llevar por la ficción narcotizada en que viven atrapados desde “Apocalipsis Now”.

 

Yldefonso Finol        

 

No hay comentarios:

Publicar un comentario