“Diplomacia
cañonera”: vecindad belicosa o cálculos erráticos de la narcopolítica
estadounidense
La
maniobra naval más grande realizada por Estados Unidos en el Caribe ocurrió en
abril de 2006; para que tuviera su dosis de cinismo anglosajón la nombraron Confraternidad
de las Américas. El portaaviones atómico George Washington, el más moderno de
la flota, salió el 4 de abril de su base de Norfolk, Virginia, y llegó al
puerto de Mayport, Florida, donde funcionaba la sede del Comando Sur del
Ejército. Estuvieron varios días conferenciando militares y políticos.
Ese solo
portaaviones tenía capacidad para llevar 70 naves de combate F-15, F-16, F-18,
Harrier y helicópteros, punta de lanza de la Fuerza de Tareas de Combate número
10 de la Armada. Lo acompañaron en esa operación el crucero Monterrey, el
destructor USS Stout y la fragata misilística Underwood, por si acaso. El 14 de
abril toda esa fuerza entró en el Caribe.
La
tropa movilizada alcanzaba los seis mil quinientos efectivos de fuerzas elites
más algún personal de apoyo. Entre los políticos que compartió -con mucho
entusiasmo- las tertulias previas al zarpe de la flota, estuvo William Brownfield,
entonces Embajador de Estados Unidos en la República Bolivariana de Venezuela,
quien declaró “que no sería la primera ni la última vez que su país” maniobrara
en este Mare Nostrum con sus naves. Brownfield -como denunciamos desde el mismo
abril de 2006 y en escritos posteriores- convirtió su visita al Comando Sur en
una campaña turística, con decenas de periodistas, mises y gente de farándula
entre sus invitados.
Muy
emocionados tomaron nota los enviados del Nacional y el Universal cuando
Brownfield les recordó que el jefe del Comando Sur, general Bantz Craddok,
declaró hacía apenas un par de semanas ante una Comisión del Senado, que el
Gobierno Chavista constituía “un factor de desestabilización regional”.
La
Doctrina Monroe viene de lejos (diciembre de 1823), pero hay que ver la
historia del siglo XXI para comprender cuál es la doctrina estadounidense sobre
Venezuela. Podemos ubicarnos en el Documento Santa Fe IV (2000) que prestó
especial atención a la Patria Bolivariana, partiendo del diagnóstico de un país
muy conocido por el imperialismo petrolero gringo desde comienzos del siglo XX
y al que observaron sus más altos estadistas desde los días convulsos de la
lucha por la Independencia: “Venezuela es un país paradójico. Es uno de los
países productores de petróleo más importantes del mundo y, sin embargo, la
mayoría de la población es muy pobre. En Venezuela, hace mucho que la industria
petrolera está en manos del Estado y la riqueza que produce, en su mayor parte,
ha sido absorbida por una gran cantidad de contratistas internacionales y un
aparato administrativo inflado.”
Hay
que leer completo y con mucha atención el manejo minucioso de la información
que exhiben los tanques pensantes en Santa Fe IV: es la interpretación de las
condiciones objetivas y subjetivas en el primer año del Tercer Milenio, no
estaban reunidos con todos esos insumos precocinados por sus equipos
asesores jugando al ahorcadito.
Sigue
el Santa Fe IV: “Las condiciones estaban maduras para el surgimiento de Hugo
Chávez. Hombre de orígenes humildes, Chávez ascendió rápidamente por las filas
del ejército debido a sus habilidades como atleta y soldado. Hace ocho años, en
1992 (recordemos que el análisis es del año 2000), fue parte de un golpe
militar fallido y pasó cierto tiempo en la cárcel por su intervención. Después
de su liberación, Chávez decidió tomar el poder por medios electorales.
Utilizando en su campaña la promesa de usar la riqueza petrolera de Venezuela para
aliviar la pobreza de las masas, Chávez sorprendió a muchos al ganar la
presidencia en el otoño de 1998. Los capitostes de la prensa han intentado
definir a Chávez como un peronista o un fidelista… Chávez se movió rápidamente
para consolidar su poder. Estableció una nueva convención constitucional, que
promulgó una nueva Constitución a su medida, y disolvió el Congreso existente.
También instituyó una gran purga de la compañía estatal petrolera y ha asumido
un papel prominente en la OPEP: se considera que ha sido el impulsor del
reciente movimiento de la OPEP para cortar la producción mundial de petróleo y
subir los precios. El gran héroe de Chávez es Simón Bolívar. Apoyándose en el
bolivarismo, aspira a formar la Gran Colombia (Venezuela, Colombia, Panamá y
Ecuador), probablemente como república socialista.”
Para
los autores del documento, nuevos enemigos desafiarían la hegemonía
estadounidense: después de la estratégica China, “el castrista Chávez de
Venezuela» y «el surgimiento de un militarismo izquierdista en los países
andinos que finalmente está obteniendo un poco de atención por parte de los
medios, en la medida en que el “bolivarismo” se convierte en un grito de ataque
de los comunistas y socialistas”.
La
“diplomacia cañonera” ha desplazado a las otras modalidades. La generala Laura
Richardson se pavoneó bastante con su uniforme asegurando sumisiones en la
región. No era inesperado que el “emperador” Trump se soltara el moño de
William Walker que todo gringo lleva como amuleto de sus ambiciones.
Los
cañonazos pueden ser “sanciones” o “arancelazos”, siempre dejarán un reguero de
humanidad padeciendo sus efectos económicos y sociales.
Pero
cómo temen a los cambios geopolíticos que ha dado el planeta desde que Truman
ordenara lanzar dos bombas atómicas en Japón. Cómo se ha transformado aquella
China de campesinos hambrientos e industria de hojalata en el mayor conglomerado
de justicia social del mundo, y la potencia militar más serena y poderosa,
doctrinariamente asida a la China ancestral y guiados por la ciencia política que
ilustra el glorioso Partido Comunista.
La Federación
de Rusia que sobrevivió al estallido endógeno de la URSS y que muchos pintaban
como un lánguido súbdito de los imperialismos otanistas, se erigió como una
fuerza que se hace respetar en todos los terrenos, con el poder de haberse
reencontrado con su ancestralidad más virtuosa.
La situación
no es la “Crisis de los Misiles”. En octubre de 1962 los gringos -salvo al
bloque soviético que salió con un tufo a derrota- tenían el mundo a sus pies. América
Latina y el Caribe eran la granja de frutas, la plantación agrícola, el pozo
petrolero y la muchacha del servicio doméstico, la OEA.
Me digo
a mí mismo: “no seamos economicistas”, “apartémonos de los determinismos”. Humor
de esquina. Cuando los gringos empezaron sus aventuras petroleras porque el capitalismo
saltó a imperialismo y había que monopolizar, crear carteles (¿carteles?),
repartirse al planeta en pedazos o áreas de influencia (control), ir a las
guerras entre potencias a ver quién es el más bravucón, el más avispado que le
saca más provecho, ya Estados Unidos era un importante mercado de drogas, aún
estando “prohibidas” por algún gobierno estadal o federal. Siglo y medio de narco-economía,
igual tiempo de narco-política. El sistema bancario y hasta el negocio
ideológico (TV, cine, entretenimiento, historia y cultura) requieren con
urgencia reafirmar el control sobre el narcotráfico en todas sus instancias
para que el 85% de los ingresos irriguen su anquilosado aparato financiero.
En 2006
cuando hicieron aquella magna maniobra naval Confraternidad con las Américas,
en desarrollo de la Doctrina Monroe contenida en el Documento Santa Fe IV del
año 2000, el discurso era que venían a enseñarnos a luchar contra las drogas y el
tráfico “ilícito” de personas. ¡Imagínense!
En ese
momento la mayoría de los gobiernos les aplaudieron. Hoy la gracia no les sale
tan bien recibida. Ni los gobiernos, ni los pueblos, se creen esa “lucha contra
el narcotráfico” que no ha desmantelado el primer narco quiosco en su propio
país.
¡Vamos
gringos, atrévanse a desmantelar el Cartel de las 50 Estrellas y la peligrosa
pandilla de las Barras Rojiblancas!
No lo
harán porque la elite gringa, del bando que sean, republicanos, demócratas, “maga”
o globalistas, los de Epstein o Sinatra, todos padecen doble adicción: a unas “rayas”
de polvo blanco (de alta pureza religiosa), y a las ganancias (de alta rentabilidad)
del primer mercado de drogas del planeta.
En Venezuela
se chuparán unas cuantas urupaguas crudas, y comerán datos con espinas, si se
les ocurre “en una noche loca”, dejarse llevar por la ficción narcotizada en
que viven atrapados desde “Apocalipsis Now”.
Yldefonso
Finol
No hay comentarios:
Publicar un comentario