jueves, 14 de noviembre de 2024

BLOQUE HISTÓRICO Y HEGEMONÍA BOLIVARIANA: RELATORÍA CON BOLÍVAR, GRAMSCI Y MADURO



Bloque Histórico y Hegemonía Bolivariana: relatoría con Simón Bolívar, Antonio Gramsci y Nicolás Maduro

Yldefonso Finol

I

Bloque Histórico

Comencemos por ubicar la categoría en las profundas reflexiones del revolucionario italiano Antonio Gramsci, formulador de enriquecedores aportes al pensamiento emancipatorio de perspectiva marxista, con singular originalidad. Gramsci (1891-1937) conoció al fascismo desde su gestación, lo desentrañó en su esencia opresora capitalista, lo combatió en las calles y en las ideas, y por ello fue encarcelado, sometido a bestiales tratos que lo llevaron a la muerte. Su obra fundamental -prolija a pesar de los rudos barrotes del encierro y las torturas- se intitula Cuadernos de la Cárcel, como para que se perpetúe en ella, una vida entregada a la causa de la liberación y la igualdad.    

En un párrafo del Cuaderno 4 (son 33 en total), Gramsci afirma que, cuando «la relación entre intelectuales y pueblo-masa, entre dirigentes y dirigidos, entre gobernante y gobernados está dada por adhesión orgánica en la que el sentimiento pasión se vuelve comprensión y por tanto saber (no mecánicamente, sino en forma viva)», solo entonces se crea una relación real de representación y «se realiza la vida de conjunto que es la única fuerza social» y se crea, entonces, el «“bloque histórico”».

También nos dice Gramsci que, en el bloque histórico: «las fuerzas materiales son el contenido y las ideologías la forma, distinción de forma y contenido meramente didáctica, porque las fuerzas materiales no serían concebibles históricamente sin forma y las ideologías serían caprichos individuales sin las fuerzas materiales» (Cuaderno 7)

Para Gramsci -como marxista- el humano es ser social por esencia, ese mismo que hace la historia a la vez que es producto de ella. Lo humano existe y se desenvuelve en el par dialéctico naturaleza-sociedad, y más específicamente, en realidades histórico-concretas determinadas por la base material (infraestructura) y una superestructura que abarca el universo sentipensante y su expresión política en el conjunto de instituciones (Estado); de allí que lo humano «debe concebirse como un bloque histórico de elementos puramente individuales y subjetivos y de elementos de masa y objetivos o materiales con los cuales el individuo se halla en relación activa» (Cuaderno 10)  

El Estado resulta en “la síntesis coerción-consenso y la síntesis hegemonía-dominación que caracterizan el ejercicio del poder político.” El Estado capitalista es -por lógica de clase- el complejo aparato organizado para sostener el poder de la burguesía contra la masa de todo el pueblo trabajador.

Gramsci comparte la máxima de que “los filósofos no han hecho más que interpretar de diversos modos el mundo, pero de lo que se trata es de transformarlo” (Marx, Tesis sobre Feuerbach), pero mira más allá y expone que toda persona es un filósofo, y que el pensar liberador debe llevar al surgimiento de una masa consciente, donde la cultura, en su más amplia acepción, juega un factor fundamental: sentimiento-pasión-saber y acción crean el momento de la hegemonía y del consenso como «forma necesaria del bloque histórico concreto» (Cuaderno 10)

II

Hegemonía

Seguimos con Gramsci, quien considera que la sociedad requiere una reorganización de la hegemonía cultural (también llamada “hegemonía político-cultural”, “político-intelectual”, “intelectual, moral y política”), lo cual pasa por la formación y ampliación de la clase dirigente, así como la necesidad de establecer relaciones más estrechas y confiables entre los grupos dirigentes y la masa popular-nacional.

Gramsci vio hace un siglo que la lucha por la apropiación del conocimiento estaba en la médula de las aspiraciones humanas de emancipación socioeconómica y cultural, por eso «la filosofía de la praxis concibe la realidad de las relaciones humanas de conocimiento como elemento de “hegemonía” política». (El Libertador Bolívar llegó -por otras premisas- a conclusiones similares un siglo antes de Gramsci).  

Gramsci, sin embargo, -como suele suceder con aportaciones sociohistóricas desde una actitud innovadora- maneja acepciones variadas de la categoría Hegemonía, vista en estricto sentido como la conjunción de dos condiciones: dirección más dominio; afirma que: «una clase es dominante de dos maneras, esto es, “dirigente” y “dominante”. Es dirigente de las clases aliadas, es dominante de las clases adversarias. Por ello una clase ya antes de subir al poder puede ser “dirigente” (y debe serlo): cuando está en el poder se vuelve dominante, pero sigue siendo también “dirigente”».

He allí uno de los retos más exigentes y complejos del proceso venezolano: así como el pueblo trabajador debe ser “filósofo”, “intelectual”, dueño del conocimiento, así también debe convertirse en dirigente (de su propio destino) y dominante (sobre los añejos poderes fácticos), es decir, en poder real.

En la construcción de la nueva sociedad democrática, la hegemonía surge de una combinación de la fuerza y del consenso, entendidos en el marco de alcanzar las mayorías electorales en instancias gubernamentales y parlamentarias, por ejemplo, y de los debates necesarios para legitimar las acciones de Estado; cuando estas condiciones son severamente cuestionadas por las contradicciones políticas, se genera la «crisis orgánica», que puede convertirse en «crisis de hegemonía» (Cuaderno 13)

Gramsci enseña que el terreno sobre el que se desarrolla la «lucha por la hegemonía» es el de la sociedad civil, donde el asunto de la llamada “opinión pública”, «está estrechamente vinculado con la hegemonía política, o sea que es el punto de contacto entre la “sociedad civil” y la “sociedad política”, entre el consenso y la fuerza».

El Estado se constituye de la sociedad civil más la sociedad política, y tiene su campo de realización primario en lo nacional: «Ciertamente el desarrollo va hacia el internacionalismo, pero el punto de partida es “nacional”. El concepto de hegemonía es aquel en el que se anudan las exigencias de carácter nacional».

 

III

Bolívar

En la Doctrina Bolivariana, esa que es pensamiento revolucionario por excelencia de Venezuela y sustento constitucional de la República (Art. 1° CRBV), hay un acervo filosófico político necesario, pertinente y vigente sobre la temática en cuestión. No se trata de andar recitando frases “célebres” como versículos dogmáticos (“pétreos e inmutables”), sino de revalorizar esos “jugos de la tierra” que son la fuente de conocimiento e interpretación de la raíz histórica de nuestro proceso de liberación.

Partamos de definir la Hegemonía Bolivariana como una combinación equilibrada de la fuerza política organizada y del consenso en torno a las ideas fundamentales del proyecto de sociedad y país que proponemos en la Constitución de 1999. Entendida así, la hegemonía no es el dominio por la fuerza (lo que han intentado reimponer nuestros enemigos), sino el convencimiento colectivo de llevar la sociedad por una dirección aceptada por las mayorías.  

El Libertador concebía desde 1815 la relevancia estratégica de la unidad, y se adelantó a advertir que la fuerza política del pueblo debe contener con carácter vital un componente ideológico (fuerza moral-inteligencia): “Seguramente la unión es la que nos falta para completar la obra de nuestra regeneración. Sin embargo, nuestra división no es extraña, porque tal es el distintivo de las guerras civiles formadas generalmente entre dos partidos: conservadores y reformadores. Los primeros son, por lo común, más numerosos, porque el imperio de la costumbre produce el efecto de la obediencia a las potestades establecidas; los últimos son siempre menos numerosos, aunque más vehementes e ilustrados. De este modo la masa física se equilibra con la fuerza moral, y la contienda se prolonga siendo sus resultados muy inciertos. Por fortuna, entre nosotros, la masa ha seguido a la inteligencia.”

Bolívar ha madurado convicciones que trascienden lo intuitivo, lo militar, lo meramente “razonable”, al concluir que: “lo que puede ponernos en actitud de expulsar a los españoles y de fundar un gobierno libre: es la unión, ciertamente; más esta unión no nos vendrá por prodigios divinos, sino por efectos sensibles y esfuerzos bien dirigidos.” (“sentimiento-pasión-saber” y vanguardia)

El esfuerzo comunicacional de Bolívar busca contagiar de ideas al colectivo, haciendo surgir una nueva opinión pública. Solo el poder transformador de la educación haría posible el sostenimiento de las repúblicas independizadas, y en ello, la información como la edición, jugaban un papel trascendental. La educación eleva el saber y este incide directamente en la trasformación de la realidad. La ética eleva el espíritu humano a la cualidad de ciudadanos dignos de una república. La prosperidad nacional se afinca en “las dos grandes palancas de la industria: el trabajo y el saber”.

Más, sigue pendiente la tarea de consolidar el “espíritu nacional”, ese que apenas germinaba en plena Guerra de Independencia, donde se peleaba “contra el monopolio y el despotismo, por la libertad del comercio universal y los derechos del mundo”. Un país (el bolivariano) hecho para ser agente del mundo pluripolar y multicéntrico, tras la búsqueda del Equilibrio del Universo, la igualdad establecida y practicada, y la suprema felicidad social.

Nos ha tocado ser continuidad de aquella original utopía, conscientes que todo plan debe prever la “acción de los contrarios”, y que “sólo el pueblo (que puede) salva al pueblo”: “El gobierno que, en medio de tantas catástrofes y aislado entre tantos escollos… se hallará en el futuro protegido no sólo de una fuerza efectiva, sino sostenido de la primera de todas las fuerzas, que es la opinión pública. La consideración popular… será el más firme escudo del Gobierno”.

Bolívar no cesará en ningún instante en procurar la unidad revolucionaria. El Bloque Histórico como síntesis de las condiciones materiales de existencia y su reflejo en el campo de las ideas, lo lleva a concebir la más clara estrategia de lucha de su tiempo, por lo que alcanzó la jefatura suprema de la vanguardia de las fuerzas del cambio y condujo aquellas fuerzas a la victoria sobre el imperio más poderoso de la tierra: “La opresión está reunida en masa bajo un solo estandarte, y si la libertad se dispersa no puede haber combate”.

Aunque aquella gesta tenía como enemigo principal al colonialismo español, siendo la contradicción fundamental Repúblicas Independientes vs Imperio Monárquico, el Proyecto Bolivariano no soslayaba las reivindicaciones de los sectores más oprimidos (abolición de la esclavitud, repartición de tierras, decretos a favor de pueblos indígenas, derechos laborales, acceso popular a la educación, las artes y la ciencia, entre otras), y la necesidad de avanzar a un modelo societario de sólidas bases progresistas (entendidas como construcciones del pensamiento más avanzado de su tiempo).

Entonces no debe confundirse “Bloque Histórico” con una alianza de clases sociales, pese a que ésta no sea descartable (incluso puede ser de hecho necesaria) en las condiciones de las luchas actuales por la liberación nacional frente al imperialismo.

El Libertador dejó uno de sus tantos preciados bienes en el testamento político compartido al general Rafael Urdaneta en carta del 18 de abril de 1830, veinte días antes de irse de Bogotá y cuando ya se desvanecía su vida física (“primera vida”, diría a Valdés Vivó).

Un Bolívar reanimado, con el súbito impulso que lo poseía en momentos de enfermedad o congoja, como aquel ¡Triunfar! con que respondió en Pativilca a Joaquín Mosquera que lo veía con cara de asombro por su quebrantado cuerpo; pues asimismo le hablaba a Urdaneta sobre la imperiosa necesidad de reorganizar una vanguardia adecuada a las circunstancias, caracterizadas por el “mal estado” de la República por los abusos permitidos a “los contrarios”: “estamos resueltos a tomar un partido que salve la Patria formando una reunión de todos los hombres más influyentes que, de acuerdo con el gobierno, hagan lo que se determine”.

Tal ha sido la convocatoria del Presidente Nicolás Maduro, por suerte, en condiciones políticas -y físicas- mucho más favorables para el Proyecto Bolivariano que las de aquel 1830.   

IV

Por el camino de las 7T

Modernizar la economía: un nuevo modelo exportador productivo, transformación completa del modelo económico productivo, tal como está diseñado en la Constitución. La cuestión económica no puede atarse a visiones ortodoxas, entender el contexto mundial capitalista y conseguir las vías de inserción en el mercado internacional, desde el fortalecimiento nacional, es un imperativo de la realidad, siempre priorizando los intereses del pueblo venezolano y nuestra soberanía, pero siendo exitosos, porque sucumbir ante los enemigos es lo que no podemos permitir en ningún momento.  

Sólo así tendremos patria para seguir construyendo la segunda transformación: Independencia plena, la cual consiste en “actualizar y expandir la doctrina bolivariana en sus dimensiones política, científica, cultural, educativa y tecnológica”: he aquí lo medular de la hegemonía deseable.

La Gesta Independentista no alcanzó, sin embargo a provocar rupturas epistémicas (a pesar de algunas importantes señales innovadoras), mucho menos civilizatorias, con el sistema instaurado por tres siglos de invasión, colonización y evangelización; la sociedad colonial, incluida la parte rebelde que insurgió contra el yugo político y económico que ella imponía, domesticó de tal manera el espíritu, la cultura, el saber, el pensar, el decir, las creencias, la idiosincrasia, que las repúblicas no avistaron siquiera la necesidad de un cambio de paradigma.

Los intereses de las clases económicamente dominantes, los llamados mantuanos, terratenientes, comerciantes, más un sector militar mutado en caudillos megalómanos, conformaron la oligarquía que habría de usurpar la emancipación nacional lograda por todo el pueblo, que vio truncadas sus aspiraciones de justicia social. Decía el Libertador Simón Bolívar al final de su vida, otra frase doliente que permite resumir aquella historia en cinco palabras: «hemos arado en el mar».

Contra todas las maldades de nuestros enemigos, debemos sostener (3T) la “paz, seguridad e integridad territorial: perfeccionar el modelo de convivencia ciudadana, garantía de justicia (ahora más accesible con la Justicia de Paz), goce de los Derechos Humanos y salvaguarda de integridad territorial.

Transformación Social, entendido como el reforzamiento del modelo humanista del Proyecto Bolivariano.

La Política: fundamentada en la democracia directa y la ética republicana.

La Ecología: elemento fundamental del Plan de la Patria impulsado por el Comandante Hugo Chávez, más vigente que nunca ante las crudas evidencias de destrucción ambiental que padece la existencia a nivel universal.

La Geopolítica: que tiene como prioridad principista la consolidación de la unidad fraterna latinoamericana, pero que no obvia la realidad de intereses imperialistas y oligárquicos que hoy obstaculizan su realización; Venezuela se erige como protagonista de relaciones estratégicas con potencias emergentes en la orientación del concepto bolivariano del Equilibrio del Universo.

La guerra sistémica de este tiempo se libra fundamentalmente en el plano de lo simbólico. Ya se habla de una geopolítica de la mente. La velocidad vertiginosa de las tecnologías comunicacionales, junto a las estrategias de hegemonía de los actores protagónicos del mercado mundial, reducen a la nada el espacio de vida para la reflexión y retrospección de nuestras existencias. Dejar fluir sin discusión los mitos impuestos por el colonialismo, allana el camino a los neocolonialismos del diseño opresor imperialista. Los pueblos que no sean capaces de asirse a sus ancestralidades libertarias, no podrán construir un pensamiento emancipatorio colectivo, y serán presas fáciles del invasor -por veces imperceptible- que insiste en esclavizarnos.

Cuando el Libertador Simón Bolívar dijo: «la Independencia es el único bien que hemos adquirido a costa de todo lo demás» (Mensaje al Congreso Constituyente de Colombia. Bogotá, 20 de enero de 1830), estaba plasmando su balance más certero del proceso que tras dos décadas de guerra y experimentación política, sólo nos había heredado el derecho a autogobernarnos, con todas las falencias por falta de experticia en el manejo de la administración pública, desacuerdos en el tipo de gobierno, caudillismos, localismos rayanos en la xenofobia, y otras debilidades estructurales como secuelas de tres siglos de colonialismo castrante.

V

La Hegemonía del Consenso

En este sentido, rescatamos como parte importantísima del mensaje a trasmitir a los pueblos -comenzando por casa- y las acciones a emprender, los cinco consensos definidos sabiamente por el Presidente de la República, Nicolás Maduro Moros:

-        Primer consenso: el que ha surgido en relación a la economía nacional, como es la construcción de un nuevo modelo económico, productivo, diversificado, incluyente, con vocación exportadora, pero que satisfaga las necesidades nacionales, afincado en los 18 motores que nos van guiando en la construcción armoniosa de ese nuevo modelo no dependiente del petróleo, ni de ningún centro hegemónico externo.

-        Segundo consenso: la consolidación de la paz; hemos logrado la paz social, la paz política, la paz militar, la paz nacional, la paz regional, una paz profunda porque ha sido lograda, ha sido construida la armonía nacional, un conjunto de valores que garantizan la paz basada en el amor, la solidaridad, respeto por lo diverso, y la convivencia.

-        Un tercer consenso: la condena casi unánime de las “sanciones” criminales, inmorales e ilegales que se han aplicado contra nuestro país; cerca del 90% de la ciudadanía rechaza estas medidas unilaterales coercitivas de carácter criminal contra nuestra población y nuestra economía. 

-        El cuarto consenso: es la recuperación del estado de bienestar social, la recuperación de los derechos sociales perdidos, como heridas provocadas por las “sanciones” y la guerra económica; sabemos que será difícil reconstruir el estado de bienestar que alcanzamos en la primera década de este siglo, pero ese es el propósito de todos nuestros esfuerzos.

-        El quinto consenso: que Venezuela debe recuperar sus derechos históricos, jurídicos, territoriales y marítimos sobre la Guayana Esequiba y toda su proyección; esta causa justa se ha posicionado en el escenario nacional con fortaleza y con prioridad.

Conclusiones/Proposiciones

“Lo peor no es un ejército invasor sino una mente colonizada”. (Juan Germán Roscio)

Los agentes del capital monopólico transnacional han asumido, a través del dominio de la tecnología, la imposición del esquema de antivalores para la sumisión de los pueblos, que permita el hegemonismo imperialista, la recolonización de las naciones dependientes (reinstalación de la colonialidad del poder racial, patriarcal, eurocéntrico), y la esclavización espiritual del talento humano a nivel global.

En lo ideológico, la lucha emancipadora nos exige rescatar la idea de emancipación mental, y el concepto de lo radical planteados por Andrés Bello.

Como nunca antes, la educación pública, entendida como un proceso colectivo de creación y aprendizajes, que avanza sobre rieles éticos-comunicacionales-culturales (Poder Moral), tiene que ser la plataforma más poderosa para vencer en el combate de ideas, venida a guerra cognitiva en la era de la cibernética.

¿Dejaremos la formación de nuestra infancia y juventudes en manos de monstruos como Elon Musk?  

El Objetivo Fundamental de este momento histórico debe ser construir la hegemonía bolivariana, dicho en palabras gramscianas: “…construir un bloque intelectual-moral que haga posible un progreso intelectual de masas y no sólo para pocos intelectuales”.

Para lograrlo es necesario un Plan de Descolonización de la Conciencia Nacional.

Este Plan es una necesidad urgente para desmontar las bases coloniales de la alienación general de las masas, que nos hace vulnerables a la recolonización imperialista en marcha. El Plan no está hecho, hay que construirlo en un debate participativo y protagónico, sobre las líneas ideológicas fundamentales de la Revolución Bolivariana. Pero su formulación y -sobre todo- su aplicación, dependen de la voluntad política del liderazgo.

El Plan de Descolonización de la Educación es transversal a la gestión de gobierno y la acción política de todos los factores revolucionarios, con énfasis en lo comunicacional y cultural. No es un manual de historia, aunque implica una revisión profunda de la enseñanza de la historia. No se restringe al ámbito de esta disciplina. Es algo mucho más complejo, esencial, profundo: es revolucionar la ciudadanía a partir de una reinterpretación del ser social colectivo como producto de una historia, una épica, una estirpe libertadora, que -a su vez- se asume como protagonista de la historia actual.

Es una operación societaria, envolvente, radical. Estamos proponiendo una acción revolucionaria bien diseñada, sustentada científicamente y con proyección a la existencia futura de la Patria.

¿Qué aspectos incluye esta revolución paradigmática (educativa-ideológica)?

-        La Doctrina Bolivariana como pensamiento nacional revolucionario por excelencia y el bolivarianismo como su expresión política orgánica

-        Proceso descolonizador y resignificación de las categorías historiográficas que transversalizan el predominio del culto a lo colonial

-        Revalorización de la ancestralidad cosmogónica: la ecuación del socialismo originario del buen vivir y el bien común

-        Revalorización de la venezolanidad a partir del mito fundante del Árbol de las Tres Raíces, la Épica Originaria e Independentista, el Bolivarianismo del Tercer Milenio

-        Reinvención de una nueva Conciencia Nacional (“espíritu nacional”) basada en los valores del bolivarianismo contenidos en la CRBV y el pensamiento revolucionario venezolano-indoamericano de los siglos XIX, XX y XXI: independencia, soberanía, empoderamiento popular del conocimiento científico y la creación artística, economía productiva diversificada, ecologismo profundo, igualdad establecida y practicada, convivencia democrática, seguridad social, estabilidad, unidad en la diversidad, horizonte de potenciación y liberación nacional, construcción sólida del Socialismo del Siglo XXI, visión de los Derechos Humanos como utopía de la dignidad colectiva y reforzamiento sentipensante de la venezolanidad.    

Para que este Plan sea posible y tenga un impacto determinante en el cambio paradigmático de la sociedad venezolana, logrando establecer la hegemonía bolivariana, debe iniciarse de inmediato al más alto nivel decisor.

Yldefonso Finol

Maracaibo, 14 de noviembre de 2024

sábado, 26 de octubre de 2024

"Veto" sin rostro: una lectura con Bolívar

 “Veto” sin rostro: una lectura con Bolívar

I

Ganar la verdad

El Libertador Simón Bolívar fue pionero del multilateralismo, tal como lo fue del Derecho Internacional Humanitario, de las políticas públicas ecologistas y a favor de los pueblos originarios, entre otros asuntos de gran relevancia y actualidad.

Su convocatoria al Congreso Anfictiónico de Panamá -que llega en diciembre al Bicentenario- ilustra exuberantemente la convicción unionista confederal que aún reclama su concreción entre nuestras naciones.

Venezuela mantiene ese espíritu bolivariano, no sólo como Doctrina consagrada en la norma suprema fundante de la Constitución Nacional de 1999; también como valor inmanente a la venezolanidad, constatado en una historia de entrega solidaria al bien común de los pueblos hermanados por el anhelo de emancipación continental.

La presencia del presidente Nicolás Maduro en la Cumbre BRICS de Kazán representa estos elevados principios de nuestro ser colectivo como gentilicio libertador; pero estas cualidades no se consiguen tomando pastillitas milagrosas, ni con falsarias poses maquilladas, ni siquiera con los más avanzados implantes quirúrgicos.  

Por eso recordamos la carta de Bolívar a José Rafael Revenga del 25 de mayo de 1820, refiriéndose a la actitud hipócrita del gobierno de Estados Unidos hacia nuestras luchas por la Independencia: “…habremos conseguido la verdad, que en política como en guerra es de un valor inestimable”.

II

Venezuela es un país asediado bajo la modalidad de una guerra híbrida por las potencias imperialistas de Norteamérica y Europa Occidental. El coctel letal ha incluido ataques ilegales a nuestra economía y servicios públicos, actos terroristas de diversa intensidad, campaña de linchamiento contra le venezolanidad por la transnacional mediática antibolivariana, reiterados cercos diplomáticos, entre otras formas de intervención imperialista. Sólo falta la invasión militar directa, que la derecha fascista criolla y extranjera sigue pidiendo abiertamente.

El plan desestabilizador arreció tras la siembra del Comandante Chávez y el criminal Decreto Obama de 2015. Nuestro pueblo bolivariano ha ido venciendo en una resistencia realmente heroica, con el liderazgo del Presidente Maduro. Llegaron al extremo de engendrar un “gobierno interino” que sirvió a nuestros enemigos para robar importantes activos de Venezuela (una de las formas típicas de la acumulación de capital), y ahora, con el desconocimiento del proceso eleccionario del 28 de julio pasado, se preparan para una acción similar (peor) de cara al 10 de enero, cuando se inicia el nuevo periodo presidencial 2025-2031.

Entonces vuelve El Libertador a darnos luces, con ese par de máximas que hacen del bolivarianismo un pensamiento antiimperialista por excelencia: 1) “En Europa todo se hace por la tiranía, acá por la libertad… ellos sostienen a los tronos, a los reyes; nosotros a los pueblos, a las repúblicas; ellos quieren la dependencia, nosotros la independencia”. (Carta a Santander del 23 de febrero de 1825), 2) “…los Estados Unidos que parecen destinados por la providencia a plagar la América de miserias en nombre de la libertad”. (Carta a Patricio Campbell, Guayaquil, 5 de agosto de 1829)

Hay quienes en el “Patio Trasero” quieren congraciarse con el patrón. Almas aspirantes de mayoral, o, parafraseando al sabio Juan Germán Roscio, peor que un ejército invasor es una mente colonizada.

III

Paréntesis relevante

Importante en estos tiempos retomar los aportes del brasileiro Rui Mauro Marini, y con él, toda la teoría marxista de la dependencia. Marini introdujo la categoría del sub-imperialismo, definiéndola como “la forma que asume la economía dependiente al llegar a la etapa de los monopolios y el capital financiero”.

El golpe militar de 1964 contra Joao Goulart, inscrito en los planes hegemonistas estadounidenses, amarró la economía y la política exterior de Brasil bajo la égida de la Casa Blanca. Desde entonces, la obediencia fue un afán de premiación de las elites dominantes del antiguo Imperio Luso, resignado al papel de segundón.

IV

Cerremos -por ahora- con más bolivarianismo: “Si los traidores triunfan, la América meridional no será más que un caos; pero, a la verdad, yo no concibo tal triunfo. Unos viles no pueden formar masa capaz de combatirnos”. (Carta a Rafael Urdaneta, Caracas, 14 de abril de 1827)

 

Yldefonso Finol

martes, 22 de octubre de 2024

DEL ORINOCO AL VOLGA: LA EXITOSA DIPLOMACIA BOLIVARIANA

DEL ORINOCO AL VOLGA: LA EXITOSA DIPLOMACIA BOLIVARIANA

Nicolás llegó a Kazán. Madrugó a muchos, como diría un paisano criollo para expresar la sorpresa noticiosa.

Hace un par de meses la maquinaria mediática imperialista intentó desaparecer a Nicolás, como si de un acto de magia perversa se tratara. Reincidieron en la ficción de otro “presidente”. Y van a insistir, porque es muy alta la apuesta Venezuela.

Pero deben saber el imperialismo y sus peones, que no basta la cábala para detener un país cuyo futuro es labrado cada día con amor y convicción.

La geopolítica es una ciencia muy compleja. Una alianza constructiva, que respete las especificidades nacionales, es necesaria en todo tiempo. La animadversión coyuntural de gobiernos serviles en el vecindario, no implica el aislamiento de una fuerza tan relevante como la Venezuela Bolivariana.

Un mundo de múltiples centros geoeconómicos, requiere el concurso de variadas potencialidades: la energética es clave.

Nuestra política amistosa, soberanista y solidaria, concebida y construida en la era Chávez que continúa el presidente Maduro, sigue dando frutos.

II

La Constitución de la República Bolivariana de Venezuela es una poderosa atalaya contra traidores a la patria y enemigos externos. Le corresponde exclusivamente al presidente trazar los lineamientos de política exterior y dirigir las relaciones internacionales. Nicolás es un estadista con mucha experticia en el delicado mundo diplomático. También es el líder creador de un equipo de altísimo nivel, que integran con gran eficacia y versatilidad la vicepresidenta Delcy Rodríguez y el ministro Yván Gil, junto al valioso talento de la cantera bolivariana.   

El Artículo 136° en su numeral 4 establece como competencia y obligación del Presidente Nicolás Maduro: “Dirigir las relaciones exteriores de la República y celebrar y ratificar los tratados, convenios o acuerdos internacionales”; mientras que el Artículo 152° define que: “Las relaciones internacionales de la República responden a los fines del Estado en función del ejercicio de la soberanía y de los intereses del pueblo; ellas se rigen por los principios de independencia, igualdad entre los Estados, libre determinación y no intervención en sus asuntos internos, solución pacífica de los conflictos internacionales, cooperación, respeto a los derechos humanos y solidaridad entre los pueblos en la lucha por su emancipación y el bienestar de la humanidad. La República mantendrá la más firme y decidida defensa de estos principios y de la práctica democrática en todos los organismos e instituciones internacionales.”

Tales son los principios que pregona y encarna en la cumbre BRICS en Rusia el Constituyente y Jefe de Estado Nicolás Maduro.

III

Bolívar, nuestro guía histórico, nos heredó una doctrina de las relaciones internacionales. Permítanme compartir algunos párrafos de mi libro Simón Bolívar: ideología y método de emancipación de Nuestra América. [1]

A su amigo Guillermo White, escribió desde San Cristóbal el 26 de mayo de 1820, unas notas reflexivas sobre las metas más anheladas de la lucha emancipadora, mismas que sólo se legitimaban por su contenido humanista y progresista: “No hay libertad legítima sino cuando ésta se dirige a honrar la humanidad y a perfeccionarle su suerte. Todo lo demás es de pura ilusión, y quizás de una ilusión perniciosa”.

Veía así su compromiso con el orbe, a pesar de saber que nuestra especificidad nos obligada a diseñarnos un nuevo sistema de vida nunca antes concebido. Es lo que hemos acuñado en el juego de palabras: el Nuevo Mundo crea un Mundo Nuevo.

La Doctrina Bolivariana sobre las relaciones internacionales, cuenta con un sinfín de máximas principistas que la definen y que la proyectan en los tiempos con una vigencia inobjetable. Una en particular que explica fenómenos geopolíticos de otrora y de la contemporaneidad, es aquella que establece: “Las enemistades entre naciones nacen del deseo de preponderancia y no del sistema de gobierno”. (Carta a Santander. Quito, 6 de diciembre de 1822).

Tal es la Doctrina Bolivariana en el plano internacional, que, junto al concepto del Equilibrio del Universo, redondea la posibilidad de un mundo amante de la paz y la cooperación para el progreso equitativo de las naciones. 

El desiderátum de esa vida virtuosa dedicada a la emancipación de los pueblos, aspiraba coronar una sola ambición suprema, de la cual dependían todos los sueños por realizar: “La paz será mi puerto, mi gloria, mi recompensa, mi esperanza, mi dicha, y cuanto me es precioso en este mundo”.

IV

No es un tiempo grato para la atribulada humanidad. Lo peor del humano cruel se está manifestando sin ningún pudor ni conmiseración ante la impotente burocracia multilateral que nada hace para detener a la bestia nazi-sionista desatada.

Venezuela presente en Kazán, es un aporte moral inmenso, una contribución altruista invaluable, más allá de lo concreto que en bienes estratégicos representa.

Deseamos que los pueblos se hermanen en busca del bien común, y somos conscientes de la historia de las desigualdades y el afán hegemónico que lo impiden. Pero donde se haga un llamado a “hacer humana la humanidad”, allí estará la Revolución Bolivariana, aunque sea navegando del Orinoco al Volga.

 

Yldefonso Finol

  



[1] Centro de Estudios Simón Bolívar, Caracas 2022

miércoles, 9 de octubre de 2024

VENEZUELA EN LA VANGUARDIA ANTIFASCISTA

 Venezuela en la vanguardia antifascista

Un engendro maléfico ha resurgido del averno: el fascismo, o nazismo, en su versión germana. El papel de genocida compulsivo que antes encarnó la Alemania de Hitler, hoy lo patentiza con horripilante impunidad la Israel de Netanyahu, esa maquinaria de muerte creada por el sionismo imperialista inglés y estadounidense para invadir Palestina y problematizar el Medio Oriente; porque eso es Israel: un proyecto colonialista con patente para masacrar, perpetrar genocidio, imponer apartheid, promoverse como supremacía racial-religiosa, y desarrollar el más aberrante régimen terrorista con el armamentismo como estrategia de sojuzgamiento de los pueblos vecinos, particularmente la nación árabe, contra la cual han creado -para despojarla- todos los prejuicios y estigmatización a través del aparato comunicacional hegemónico de los imperialismos occidentales.   

Esta es la paradoja (simbólica) más absurda de la humanidad actual.

El neofascismo también viene creciendo en Europa por medio de partidos políticos de derecha que se jactan de ser herederos de las dictaduras y autocracias impuestas a sangre y fuego la primera mitad del siglo XX; esas mismas que provocaron las dos conflagraciones imperialistas, en la segunda de las cuales, se ensañaron rabiosamente contra los pueblos soviéticos. Se trata de proyectos retrógrados que se solazan en la xenofobia, la negación de derechos, la invocación de manidos clichés anticomunistas o contra cualquier forma de izquierda, a la que aspiran exterminar.

En Nuestra América no han faltado estas atroces experiencias, recordemos la Operación Cóndor, donde se agruparon dictaduras pitiyanquis genocidas de sus propios ciudadanos. Hoy, en pleno siglo XXI, vemos el posicionamiento de megalómanos psicópatas como Milei en la presidencia de Argentina, y -antes- un Bolsonaro en Brasil, un Noboa en Ecuador, Bukele en El Salvador, y las soterradas fuerzas oscurantistas del santanderismo neogranadino acechando la frágil democracia progresista intentada por el presidente Petro, quien acaba de denunciar un golpe de Estado en marcha.

Venezuela Bolivariana sabe de esas embestidas. El fascismo criollo ha intentado por todas las vías derrocar el orden constitucional y someter el país a la recolonización yanqui. Las acciones criminales activadas desde el domingo 28 de julio, como parte del plan de desconocimiento del triunfo claro del candidato bolivariano Nicolás Maduro, los ataques eléctricos, cibernéticos y, en simultáneo, el despliegue de bandas delictivas, constituyeron elementos claves del plan fascista para asaltar el poder mediante la estrategia del “caos constructivo” justificador de la intervención militar extranjera.

Pero esta Venezuela Bolivariana ha aprendido mucho en la resistencia popular a dos décadas de ataques oligárquico-imperialistas. El golpe de estado de 2002 contra el Comandante Chávez lo vencimos en 47 horas, y esta violencia fascista de julio 2024 quedó desarticulada en día y medio. Lamentable el saldo de vidas humanas que dejaron a su paso los “comanditos”; doblemente martirizadas cuando la mediática antibolivariana usa esas víctimas para acusar al Gobierno, siendo que fueron homicidios cometidos por las pandillas derechistas, pagadas por la franquicia terrorista lacaya de los gringos.

Superadas las horas aciagas de violencia con que quisieron destruir la estabilidad alcanzada con el liderazgo del Presidente Nicolás Maduro -tras una década de guerra híbrida que mermó gravemente el Ingreso Nacional e implicó la trama de un fantoche “gobierno interino” que facilitó el saqueo de valiosos activos venezolanos-, nuestro país pasó a la ofensiva creativa al convocar la iniciativa política más trascedente de los últimos tiempos: el Congreso Mundial contra el Fascismo, Neofascismo y expresiones similares, realizado en Caracas los días 11 y 12 de septiembre, con un esfuerzo extraordinario que logró reunir en tiempo récord más de mil delegaciones de 91 países.

Y como resultado de este histórico Congreso, la creación de la Internacional Antifascista que ya aglutina las más representativas voluntades democráticas y solidarias del planeta. Actualmente se prepara una agenda de encuentros de parlamentarios (4 y 5 de noviembre), jóvenes (finales de noviembre), y otros sectores sociales que irán enriqueciendo el accionar coordinado de las fuerzas humanistas que detendrán el fascismo como amenaza a la paz y convivencia universal.

La Diplomacia Bolivariana de Paz continuó su avanzada por la verdad en la Asamblea General de Naciones Unidas, escenario que la transnacional antibolivariana pretendía convertir en matadero de nuestra legitimidad. ¡Vaya chasco se llevaron! Sólo un grupúsculo de gobiernos sumisos a Estados Unidos corearon su falaz cacareo cuestionando nuestra soberanía electoral, sin ningún efecto en el mundo libre de tutelas imperiales.

La voz de Venezuela, llevada por nuestro Ministro del Poder Popular para Relaciones Exteriores, Yván Gil, en representación del Jefe de Estado, Nicolás Maduro, sonó alta, afinada y clara, con la irreductible dignidad de la Patria de Bolívar y Chávez, la que nunca se rinde, la fraterna con los pueblos, la que sueña, lucha y trabaja por una mejor humanidad.

Impresionante multiplicidad de encuentros bilaterales y multilaterales con gobiernos amigos de Venezuela que representan en conjunto al 90% de la población mundial, más del 80% de los Estados miembros de la ONU, y las economías productivas emergentes que mueven el mercado global de energías, alimentos, manufacturas, equipos industriales y tecnologías. Siempre hablando del bien común y el buen vivir de los pueblos, nunca fraguando daños a nuestros semejantes, como si hacen con descaro nuestros enemigos, esos que amasan sus negocios con la guerra y el expolio.

Nuestra Venezuela ha dado agigantados pasos al frente en defensa de la humanidad, al convocar y constituir la Internacional Antifascista, que es decir antiimperialista, antisionista, anticolonialista.

Es el valor de ser una República Bolivariana, a veinticinco años de la indestructible Constitución Nacional de 1999. ¡Victoria tras victoria, Patria querida!

Yldefonso Finol   

viernes, 16 de agosto de 2024

VENEZUELA: EL PRECIO DE SER BOLIVARIANA

 

Venezuela: el precio de ser bolivariana

Los civilizados civilizadores quieren civilizarnos; quieren aislarnos, empequeñecernos, tutelarnos. En el combo civilizatorio entran los que se dejaron domesticar: ya saben hacer nudos de corbatas y posar para fotos en las cumbres.

Como zombis salidos de fosas comunes del Ku Klux Klan, algunos ahorcados desatan con escrupulosa habilidad los nudos de la cuerda de sus cuellos, desandan una historia empantanada y se abrazan al desalmado de túnica y capucha blanca.

Hay almas cansadas de buscar la redención que optan por recostarse al hombro de los verdugos.

El humano sigue en guerra consigo mismo. No han faltado los que irrumpen en la anatomía del otro con el garrote como única forma de lenguaje. Y la guerra es un monstruo mutante capaz de camuflarse en la primavera, en los crepúsculos, en el horizonte, y hacer del lenguaje un garrote imperceptible que tritura la existencia hasta doblegar las generaciones que le sobrevivan.

La esclavitud, el coloniaje, el vasallaje, el capitalismo bestial hecho fascismo, nazismo, sionismo, imperialismo, están en cada titular de prensa, televisión y redes delictuales, y cada intromisión de gobiernos mafiosos contra la verdad de un pueblo.

Estoy pensando en mi país, Venezuela, y en las fuerzas cínicas y desvergonzadas que nos acechan. Todas las maledicencias contra Venezuela son preámbulo y justificación de las agresiones. Ya hemos resistido duras pruebas. Perseverar es vencer.

II

Imposible no pensar en El Libertador en esta hora de arremetidas de la canalla.

Estaba aislado Bolívar en Kingston. Lo habían despreciado sus compañeros que mandaban en Cartagena. No apoyaron su plan de entrar por Maracaibo a liberar Venezuela. Él venía de retomar la escindida Cundinamarca (Bogotá) para la Unión Neogranadina, con la parte del ejército que salvó Rafael Urdaneta tras la debacle de la Segunda República.

Allí estaba El Libertador sin dinero para pagar el hospedaje. Su anterior ayudante, el “Negro Pío”, intentó asesinarlo por un puñado de monedas que le dieron los espías realistas. El recién llegado jefe español Pablo Morillo hizo añicos las defensas de Cartagena, reconquistó Nueva Granada, ejecutó cientos de personas sin juicio, muchos notables fueron matados a sablazos en las calles de Bogotá.

El “Negro Pío” apuñaló varias veces el cuerpo en la hamaca donde se suponía dormiría Bolívar, pero fue otro quien murió esa noche decembrina de 1815.

En septiembre El Libertador había escrito una de sus obras maestras: la Carta de Jamaica. Los últimos días de ese año los pasó en Haití. De isla en isla, pero nunca aislado. Bolívar pasaba uno de sus periodos más dramáticos. El auxilio de Petion cambió el curso de la historia: las expediciones de Los Cayos y Jacmel colocaron a Simón Bolívar en la jefatura del movimiento que liberó a Venezuela, Nueva Granada, Quito (la Colombia original), Perú y Bolivia.

El secreto de la victoria es la perseverancia.

III

No nos perdonan ser bolivarianos; los enemigos porque les urge vernos serviles para valerse de nuestros bienes y talentos, los que se decían ser “amigos”, porque ya claudicaron y no toleran nuestra resistencia; nuestra rebeldía les recuerda su traición a los ideales.   

Porque ser bolivariano es esencialmente ser antiimperialista. Imposible llamarse bolivariano sin saber dos máximas incuestionables:

Primera. Los conceptos publicados en La Gaceta de Caracas en diciembre de 1813: “La ambición de las naciones de Europa lleva el yugo de la esclavitud a las demás partes del mundo; y todas estas partes del mundo deberían tratar de establecer el equilibrio entre ellas y la Europa, para destruir la preponderancia de la última. Yo llamo a esto el equilibrio del Universo y él debe entrar en los cálculos de la política americana”.

 

Segunda. Aquella carta del 5 de agosto en Guayaquil, cuando nos legó la más exacta predicción antiimperialista de la que los gringos no se pueden evadir por los siglos de la historia, constatada en cada zarpazo contra nuestros pueblos: “…y qué no harán los Estados Unidos que parecen destinados por la providencia a plagar la América de miserias en nombre de la libertad”.

Saber estas verdades es lo que no nos perdonan los imperialistas y sus peones.

Mientras más nos traten de aislar y agredir, más radicalmente bolivarianos seremos.

Y venceremos.

 

Yldefonso Finol

jueves, 25 de julio de 2024

MURMULLOS Y CERTEZAS: POR QUÉ GANA NICOLÁS EL 28J

 


Murmullos y certezas: por qué gana Nicolás este 28J

Si la gran industria mediática transnacional decidiera con sus titulares el destino de cada uno de los pueblos del planeta, estaríamos en presencia de un tipo de colonialismo news y la humanidad sería presa de una esclavitud autómata.

El aparato gringo de control opinativo mundial lanza una aseveración y todas las agencias noticiosas lo replican instantáneamente.

En el caso de Venezuela la han acusado de narcotráfico: pero Venezuela es territorio libre de cultivos, nuestra Fuerza Armada destruye pistas y laboratorios improvisados por grupos criminales desde la frontera colombiana; otros países con carita de yo no fui sacan por sus puertos toneladas de cocaína y otras drogas para Estados Unidos y Europa, las grandes del negocio.

Nos acusan de corrupción: pero ha sido el Presidente Maduro quien enfrentó las más desalmadas tramas de corrupción, las develó ante la opinión pública conlujo de detalles, y ordenó aplicarles severamente las leyes; mientras, el país más corrupto del mundo, Estados Unidos, alberga a muchos prófugos de la justicia venezolana por delitos de corrupción, también España, Inglaterra y otros escondites menos exquisitos de las mafias internacionales. ¿Cómo califican estos moralistas inmorales el robo de CITGO, el oro en el Banco de Inglaterra, y los miles de millones robados a través del un fantoche “gobierno” en el exterior cuyos agentes todos son una pandilla de ladrones?

Terrorismo: Estados Unidos arma a los terroristas más despiadados de la historia reciente, pero Venezuela ha aportado caminos de paz para Colombia y para la región; hemos sido víctimas del terrorismo vandálico promovido por la derecha fascista, y aquí estamos serenos próximos a una victoria democrática en paz y legitimidad indiscutible.

Violación de DDHH: el colmo del descaro. Estados Unidos y sus acólitos en la derecha internacional le impusieron a Venezuela la violación masiva de Derechos Humanos más espantosa de nuestra historia con la guerra económica que destruyó nuestro modelo de bienestar alcanzado la primera década del siglo con Hugo Chávez; nos provocaron migración, robo de cerebros, megadevaluaciones, macroinflación, desabastecimiento, crisis eléctrica, pérdida de los servicios de salud de primera que habíamos construido; hasta los medicamentos nos los bloquearon.      

II

Sólo los tejidos sociales bordados al fragor de la lucha diaria, crean conciencia y sentido de pertenencia a un pueblo fuerza.

Recordemos a nuestro Libertador cuando en 1821 se refería molesto con la elite que hegemonizó el Congreso de Cucuta: “Esos señores piensan que la voluntad del pueblo es la opinión de ellos (los gringos, la mediática, la elite derechista), sin saber que el pueblo está en el ejército (las organizaciones populares), porque realmente está, y porque ha conquistado este pueblo de mano de los tiranos; porque además es el pueblo que quiere, el pueblo que obra, y el pueblo que puede; todo lo demás es gente que vegeta con más o menos malignidad”.

Esta conceptualización de pueblo no es comprendida por quienes nos adversan (y otros). Subestimaron a Nicolás, lo pretendieron ofender por sus oficios que lo homologan al pueblo común, sin percatarse que esa era precisamente su mayor fortaleza: ser uno más de ese pueblo que soportó todas las andanadas de ataques viles por parte del imperialismo y sus lacayos.

Por eso gana Nicolás, porque estuvo allí en donde “las papas queman” a cada instante. Se caló las duras y las maduras. Supo conducirnos a la victoria en medio de las más drásticas dificultades, mientras las momias del odio pedían intervención militar extranjera a Estados Unidos y -casi nada- a Israel: querían hacer de Venezuela un Gaza ensangrentada de un millón doscientos mil kilómetros cuadrados.

Por eso gana Nicolás. Por el día a día ganado a los vendepatria.

Para cerrar dejemos que los números nos ayuden a decir las cosas con más claridad: en 2013, en el más terrible escenario por la muerte del Comandante, Nicolás sacó 7.587.579 (51,61%). El que llegó de segundo no reconoció su derrota y llamó a la violencia.

En 2018, con tres años del Decreto Obama, sanciones, bloqueos, destrucción monetaria, violencia fascista callejera, recesión económica, Nicolás sacó 6.248.864 (67,84%) Entre el segundo y el tercero sacaron un poco más de tres millones de votos.

El país lleva 3 años creciendo y la economía floreciendo. Las alianzas estratégicas con nuestros países amigos en el mundo, las economías más fuertes y prometedoras, apalancan el relanzamiento de una recuperación venezolana que ya se gestó con energías intrínsecas.

El PSUV tiene 7.771.975 militantes inscritos, con 266.927 líderes de calle y 13.600 UBCH; más el Gran Polo Patriótico Simón Bolívar, más una veintena de alcaldes de oposición democrática que se ha sumado al apoyo para Nicolás, y hasta el ex secretario general de Acción Democrática, Carlos Prósperi, que trató de competir en las falsas primarias de la malinche Machado y la denunció por fraudulenta, anunció su adhesión a la fórmula del diálogo por la paz y la prosperidad de Venezuela que encarna el Presidente Nicolás Maduro Moros.

Ya están en el país más de mil acompañantes y veedores internacionales, y otros mil enviados de medios de comunicación acreditados por la autoridad electoral nacional CNE.

Los murmullos seguirán después del 28J, pero certezas habrá una sola.

Gana Nicolás.

 

Yldefonso Finol

domingo, 7 de julio de 2024

DEFENDER A BOLÍVAR (IV)

 

Defender a Bolívar (IV)

¿Pero es que acaso Bolívar no tiene quien lo defienda?

Imagínense que vaya a creerme yo -simple ciudadano- el defensor del Libertador Simón Bolívar, si entre quienes lo han defendido están las mentes más destacadas, virtuosas, trascendentes; los espíritus más elevados, rutilantes, magnéticos, han cantado a su gesta y su gloria, como lo hizo Juana de América: “A Bolívar habría que cantarle con la garganta de los vientos y el pecho del mar.”

Uno de los primeros en defender a Bolívar fue el General en Jefe Rafael Urdaneta, su más leal compañero, que en 1826 advertía la presencia de intrigas y divisiones enfiladas a destruir el proyecto emancipador por el que lucharon toda la vida; dijo: “Su nombre es ya propiedad de la historia, que es el provenir de los héroes”.

Como hemos dicho antes, su maestro Simón Rodríguez fue también pionero en la defensa de El Libertador, quizás quien mejor supo leer la trayectoria de su personalidad, habiéndolo conocido de niño, compartido viajes y debates cuando joven, y acompañado en sus días de estadista: “Hombre perspicaz y sensible... por consiguiente delicado. Intrépido y prudente a propósito... contraste que arguye juicio. Generoso al exceso, magnánimo, recto, dócil a la razón... propiedades para grandes miras. Ingenioso, activo, infatigable... por tanto, capaz de grandes empresas. Esto es lo que importa decir de un hombre, a todas luces distinguido, y lo solo que llegará de él a la posteridad. El día y la hora de su nacimiento son de pura curiosidad. Los bienhechores de la humanidad, no nacen cuando empiezan a ver la luz; sino cuando empiezan a alumbrar ellos”, decía Rodríguez.

No sólo sus amigos y camaradas fieles le hicieron loas. El destacado General español Pablo Morillo exaltó su liderazgo y capacidad militar: “Bolívar en un solo día acaba con el fruto de cinco años de campaña, y en una sola batalla reconquista lo que las tropas del rey ganaron en muchos combates… La suerte de Venezuela y de Nueva Granada no puede ser dudosa... Estos prodigios, que así pueden llamarse por la rapidez con que los han conseguido, fueron obra de Bolívar y un puñado de hombres.”

El francés, Alejandro Lameth, le escribió a Bolívar desde París, el 3 de abril de 1826, valorándolo como “el primer ciudadano del mundo”. En el sur de Suramérica, José Enrique Rodó superó todo alegato con su preciosa exégesis: “si el sentimiento colectivo de la América libre y una no ha perdido esencialmente su virtualidad, esos hombres, que verán como nosotros en la nevada cumbre del Sorata la más excelsa altura de los Andes, verán, como nosotros también, que en la extensión de sus recuerdos de gloria nada hay más grande que Bolívar”.  

Personaje de raigal distinción como Juan Bautista Túpac Amaru, de los Incas que defendieron su nación originaria, dejó para la antología de la dignidad de los tiempos, su conmovedor testimonio: “Si ha sido un deber de los amigos de la Patria de los Incas, cuya memoria me es la más tierna y respetuosa, felicitar al Héroe de Colombia y Libertador de los vastos países de la América del Sur, a mí me obliga un doble motivo a manifestar mi corazón lleno del más alto júbilo, cuando he sido conservado hasta la edad de ochenta y seis años, en medio de los mayores trabajos y peligros de perder mi existencia, para ver consumada la obra grande y siempre justa que nos pondría en el goce de nuestros derechos y nuestra libertad; a ella propendió don José Gabriel Tupamaro, mi tierno y venerado hermano, mártir del Imperio peruano, cuya sangre fue el riego que había preparado aquella tierra para fructificar los mejores frutos que el Gran Bolívar había de recoger con su mano valerosa y llena de la mayor generosidad…”

Desde China nos llegó la opinión que estudiosos de la Historia ya habían consolidado en la década del ochenta del siglo XX, como lo expuso el estudioso Sa Na en el Congreso Bicentenario de Simón Bolívar en 1983: “Por sus brillantes hazañas realizadas en los inicios del siglo pasado para el movimiento de independencia de América Latina, por su pensamiento y pronunciamiento político en favor de conducir a los diversos pueblos hacia el camino de la democracia, la libertad, el republicanismo, y la unidad entre estos mismos pueblos, Simón Bolívar no solamente ha ganado la gran admiración y elogio de los pueblos latinoamericanos, sino también el respeto y cariño de todos los pueblos del mundo”. (No deja de asombrarme que El Libertador habló de China en 1815)

La defensa de Bolívar -que algunos creen innecesaria y otros consideran una repetición mecánica de crónicas más que de argumentos- se plantea en este tiempo como la eterna lucha por la verdad; no como dogmática invocación moralista, sino porque es la única ruta legítima a la liberación duradera. Esta lucha nos enfrenta a los omnipresentes muros de la ignorancia y la desinformación. El sistema opresor internacional lo sabe, lo calcula, lo planifica, y lo perpetra.

Pausemos el calendario para recordar una carta que El Libertador envió a Rafael Urdaneta el 30 de julio de 1830: “Remito a Usted un papel de México donde se habla del tribunal, del juez, del consejo y de mí, que sentenciamos a Santander. Lo que dice este papel es poco más o menos lo que se repite en Estados Unidos y aun en Europa.”

Bolívar se manifiesta agobiado por la manipulación que se hacía de la opinión pública en su contra por el juicio a los complotados en la “Noche Septembrina”, especialmente en el caso de Santander, a quien se trató benévolamente, suavizando las sanciones que los mismos decretos dictados por éste en su gestión como vicepresidente preveían: “Debe manifestarse que ésta era la ley por la cual se juzgaba a los facciosos en tiempos de Santander, y que nosotros no hemos hecho más que continuarla y aplicársela a su autor”, escribía El Libertador.

Desde entonces la elite estadounidense orquestó la transnacional antibolivariana.

Deben darse a conocer a las nuevas generaciones los pormenores de aquellos acontecimientos, tal como lo pidió el propio Libertador, “para que se aclaren con todos los rayos de luz”. Porque no se trata de un empeño fanático la búsqueda de la verdad histórica, sino de una necesidad de justicia y emancipación de las conciencias. En una tarea prioritaria de los pueblos que luchan por su liberación.

 

Yldefonso Finol