Noviembre 21 del 2021: lectura de entorno
I
La batalla de ideas está candela.
En la Carta de Jamaica Simón Bolívar se adentró en la
batalla de las ideas, al exponer la esencial contradicción dialéctica entre “reformadores
y conservadores”, como la confrontación de la que surgen los sistemas
políticos, que serán justos y liberadores si la correlación de fuerzas favorece
a los primeros, o retrógrados y opresores si se imponen los segundos. Esa ha
sido la ley fundamental de la política hasta nuestros días.
Aunque el término “batalla de las ideas” comienza a
acuñarse en los debates de la intelectualidad de izquierda a mediados de los
cincuenta del siglo pasado (tal como lo reseña el poeta florentino Franco
Fortini en su obra Los Poderes Culturales),
fue el Comandante Fidel Castro quien rescató el concepto desde sus raíces
martianas (“trincheras de ideas valen más que trincheras de piedras”), y que
expuso en múltiples ocasiones luego de la caída soviética y el advenimiento del
fenómeno histórico de la “globalización”, una de ellas en su célebre discurso del
3 de febrero de 1999 en el Aula Magna de la UCV.
El debate colonialismo vs descolonización arde,
provocando la ira hispanista de la ultraderecha por apenas tímidos gestos de
algún líder latinoamericano. Se estigmatiza al “indigenismo” tal como lo
hiciera Juan Ginés de Sepúlveda en 1550 en las Juntas de Valladolid.
Retumba –desde su tumba- el grito del franquista
Millán-Astray en el Paraninfo de la Universidad de Salamanca aquel 12 de
octubre de 1936: “Muerte a la inteligencia”. No es casual que lo lanzara contra
un simpatizante de Bolívar: Miguel de Unamuno.
II
Rubén Blades: ¿Bipolaridad ideológica o tartufería
depravada?
El imperialismo usa todas las vías para intentar
sostener su hegemonía. En la batalla de las ideas le ha sido muy útil
combinarla con “la batalla de los sentires” (esto me lo acabo de inventar). Las
campañas electorales, como las publicitarias, utilizan la Big data para manipular las emociones de una población cada vez más
monitoreada desde el infinito universo de las redes tecnológicas.
La creación artística es un campo de acción muy
valorado por el imperialismo. Desde vendernos a Walt Whitman como “el poeta de
la democracia”, hasta atragantarnos de la decadente farándula mayamera, pasando
por el cine fríamente calculado (censurado) de la Guerra Fría.
Así, mientras la Tercera Comisión de la Asamblea
General de Naciones Unidas aprobó este 16 de noviembre una Resolución para prohibir
la glorificación del nazismo y el neo-nazismo, con el voto en contra de Estados
Unidos, desde su onírico lugar en un portaviones gringo, Rubén Blades prefirió
atacar a Cuba, Nicaragua y Venezuela por no sé qué paja dictatorial.
¡Ah, caramba! Se sobrevino un Notición: la policía nacional
de Colombia desfiló con atuendos alusivos a Adolfo Hitler, y el ministro de
guerra de ese país narcotizado apareció con sobredosis sionista en Israel. Colombia
es el modelo democrático predilecto de Estados Unidos: masacres, genocidios,
asesinatos selectivos, narco-paramilitarismo, y un agradecimiento eterno con
Israel por esos coroneles que mandó a entrenarlos para cometer impunemente
todos los crímenes de lesa humanidad.
En Miami, esa cosa horrorosa que presiden los sumos
hechiceros Stefan, pone a la farándula en cuatro patas, para que el espíritu
maligno de Posada Carriles vuelva a torturar y desaparecer en Venezuela,
organizar actos terroristas en hoteles de la Habana o universidades de Panamá, y
matar al Padre Antonio y su monaguillo Andrés. ¡Prohibido olvidar!
Hoy que conmemoramos los 111 años de la Revolución
Mexicana, yo sólo recuerdo a Walt Whitman, como el gringo que el 11 de Mayo de
1846, promovía el mismo discurso que usó Trump en su campaña contra el hermano
pueblo de México: “Si: ¡México debe de ser cabalmente castigado! Hemos llegado
a un punto en nuestro trato con ese país en que cada precepto de derecho y
política nos impone que hagamos expeditas y eficaces demostraciones de fuerza.”
Y le arrebataron la mitad de su territorio. ¡Prohibido
olvidar, poetas!
III
El bolivarianismo es la clave.
Nada es tan temido y odiado por el imperialismo como
la Doctrina Bolivariana. Dan por derrotado al “comunismo” por el fracaso de la
URSS. Controlan al “socialismo” a través de una “Internacional Socialista”
(risas) donde caben partidos fascistas como Voluntad Popular de Leopoldo López.
Sólo el bolivarianismo se mantiene como el “hueso duro
de roer”, “la piedra en el zapato”, el levantisco “cuero seco”.
Por eso Joe Biden ha convocado una “cumbre para la
democracia”, excluyendo a Bolivia, Cuba, Nicaragua, Venezuela (los mismos
gobiernos que ataca el Tartufo Blades).
¿Qué tienen en común estas naciones tan molestas a los
Estados Unidos?
La dignidad. El
amor por la independencia. La defensa del derecho irrenunciable a la
autodeterminación de los pueblos. Un proyecto social alternativo a la
supremacía blanca patriarcal capitalista.
Es que las revoluciones democráticas del siglo XXI (incluida
la Ciudadana del Ecuador), son bolivarianas. Se los detallo. La Cubana –según el
propio Fidel- tiene como “autor intelectual” al Apóstol José Martí, que fue “más
bolivariano que martiano”. La Nicaragüense se inició con Augusto César Sandino,
el caudillo que se autonombró “Hijo de Bolívar”, y cuyo testamento político
tituló “Realización del Supremo Sueño de Bolívar”. El Estado Plurinacional de Bolivia
es Bolívar. En Ecuador cooptaron a un traidor para destruir la revolución liderada
por Rafael Correa, inspirada en esos dos grandes bolivarianos que fueron Eloy
Alfaro y José Peralta.
En Venezuela resiste el legado histórico de Hugo
Chávez con sus tres expresiones concretas: en lo político- ideológico
reivindicando el bolivarianismo del siglo XXI; en lo político-institucional el indestructible
andamiaje constitucional fundado en 1999; y en lo político-organizativo, el
PUEBLO CHAVISTA, savia de la Revolución, fuerza moral de la Patria.
Todo en Bolívar es antagónico a la opresión colonial e
imperialista. Su nombre y su obra perviven entre los pueblos del mundo, porque
es fuente de inspiración en las luchas por una mejor humanidad.
Nunca nos vencerán, porque nunca nos rendiremos.
Yldefonso
Finol
Maracaibo, 20 de noviembre de 2021
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