Dejen
“respirar” a Venezuela: ensañamiento “humanitario” para asfixiar al pueblo
bolivariano
La imagen del afrodescendiente estadounidense George
Floyd casi desnucado y al fin ahogado por el policía Derek Chauvin, me suena
similar al ensañamiento con que el gobierno de Estados Unidos y sus satélites
de la Unión Europea y el Cartel de Lima, han pretendido estrangular a la
República Bolivariana de Venezuela.
Tal como actúa el covid-19, los agentes invasores han
intentado solidificar un flujo de actos encaminados a asfixiar al país,
aplicando un complejo menú de ataques:
-
Financiero:
retención de oro y otros activos, congelamiento de cuentas internacionales,
despojo de bienes, amenazas contra potenciales socios
-
Diplomático:
persecución implacable en foros multilaterales e instancias del sistema
interamericano y de Naciones Unidas
-
Terrorista:
organización, entrenamiento y promoción de grupos mercenarios
-
Político:
mantenimiento de una oposición extraterritorial encargada de gestionar todos
los ataques desde el exterior con sus cómplices internos
-
Territorial:
avanzada de Guyana como agente imperialista al servicio de Exxon Móvil, sucesivas
provocaciones en la frontera con Colombia, y presencia en nuestras cercanías
caribeñas de la flota de guerra gringa
-
Judicial: activar la vía CIJ para el caso Esequibo en
plena pandemia es sin duda el colmo de la agresión totalizante, junto a otros
litigios donde Venezuela ha sido afectada en su derecho al debido proceso y sus
intereses económicos
-
Biológico:
evidente infiltración de personas contagiadas con el covid-19 por las
fronteras, especialmente de Colombia
Por muchas generaciones se sabrá de los efectos de
estas agresiones, y en cada ciudad de Venezuela debe erigirse un memorial que
recuerde este tiempo aciago en que los imperialismos fácticos e informales
intentaron doblegar nuestra voluntad para recolonizarnos y esclavizarnos.
II
La conducta extremadamente egoísta de un puñado de
opositores, muchos de los cuales están residenciados en el exterior y poseen
dobles nacionalidades por ser –en su mayoría- nietos o hijos de inmigrantes
europeos, raya en el terrorismo político, toda vez que han sido los principales
promotores de las agresiones ilegales (mal llamadas “sanciones”) contra nuestro
pueblo. Esta elite con ambiciones patológicas por el poder, padece de un
supremacismo racial, al considerarse “elegida” para dirigir al país, partiendo
de la premisa racista y clasista de que el venezolano común, el criollo
mestizo, zambo o indígena, la clase trabajadora y campesina, no son aptos para
gobernar. Esa es la verdad de fondo en el comportamiento de estos opositores
que actúan contra nuestro país como si de invasores o colonizadores se tratara.
Guaidó es para ellos un muñeco de trapo, una construcción de imagen fallida y
atroz.
No deja de sorprendernos el cúmulo de malos deseos que
esta gentuza pregona contra Venezuela: que caigan los precios petroleros es
para ellos motivo de celebración; que ocurran accidentes en nuestra industria
refinadora los entusiasma; que la hiperinflación devore con furia el salario es
lo mejor para ellos; que nos quedemos sin gasolina ni electricidad es el menos
nocivo de los maleficios invocados; todos los días rezan para que el
coronavirus se desate en Venezuela y llegue a los niveles de Colombia, Chile o
Perú.
Esta facción de pésimos individuos, delincuentes
encopetados, se han robado las donaciones internacionales para fines “humanitarios”,
más los aportes desestabilizadores que gringos y europeos les han entregado a
manos llenas. Son cleptómanos arcaicos innatos. Tienen sangre de piratas. Los mismos
que saqueaban nuestras ciudades-puertos en el siglo XVII, nos arrebataron el
territorio Esequibo y recientemente se han apropiado de oro y empresas
venezolanas.
III
Estas agresiones constituyen delitos de lesa
humanidad. Han causado incalculables daños a la población, especialmente a los
sectores socialmente más vulnerables que son los más beneficiados con las
políticas públicas tendentes a mitigar la pobreza.
Ahora se prepara la batería pesada de la transnacional
antibolivariana para desconocer el proceso eleccionario que legítimamente
realizaremos en diciembre con base en la temporalidad y alternancia
establecidas en la Constitución Nacional. Ningún poder extranjero tiene el más mínimo
derecho a meter sus narices en nuestros asuntos.
El edificio constitucional que garantiza la vigencia
de la Carta Magna, la perpetuidad de la República, la soberanía popular y la
preeminencia de los Derechos Humanos, también prevé las vías para impedir el
vacío institucional, teniendo siempre por dogmas irrenunciables la autodeterminación,
la independencia e integridad territorial.
En ausencia del quorum obligatorio para que el Poder
Legislativo designara el rectorado colegiado del Poder Electoral, entra en
auxilio de la institucionalidad el Poder Judicial en su máxima instancia,
supliendo el insalvable impedimento matemático del mecanismo parlamentario. Tenemos
CNE. Y habrá elección de la representación popular a la Asamblea Nacional.
¿Dónde irá a parar la historieta del “gobierno
transitorio” pretendidamente indefinido y renovable?
El imperialismo y sus tenebrosas marionetas cacarearán
como gallinetas, y hasta pueda que intenten alguna locura en su desesperación
por nuestro estoicismo republicano; pero lo que no lograrán nunca es quitarnos
la dignidad bolivariana, esa fuerza irreductible que nos empuja a realizar
proezas históricas como amasar arepas.
Yldefonso Finol
Economista e
Historiador Bolivariano
Cronista de Maracaibo
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