Haití
y la Expedición de los Cayos: donde recomenzó la Independencia de Suramérica
Epígrafe
“En los años dolorosos en que nuestra patria andaba al
acaso sobre los azares del mar, compendiada en los penates que Bolívar había
jurado guardar, Petion representó el mejor apoyo que tuvo nuestro destino
republicano…con la ayuda eficaz del ilustre Presidente haitiano, pudo armar el
Libertador las expediciones que lo llevaron, contra el propio egoísmo de los
jefes nativos, a consagrarse definitivamente a la obra de redimir, no sólo ya a
la Patria sojuzgada sino a la América entera que buscaba su inquebrantable
destino democrático…No traía armas y municiones solamente la expedición que
zarpó de Los Cayos el 31 de marzo de 1816. En ella comandaba un pensamiento
poderoso. Una idea ecuménica de igualdad inspiraba la mente del Héroe.” Mario
Briceño Iragorry
Introito
El Presidente haitiano Alejandro Petion es “el autor
de nuestra libertad”.
Lo dijo Simón Bolívar, que pasó tres meses en Haití
organizando la incursión sobre Venezuela. Siempre con la protección y
atenciones de Petión; y siempre en la mira de sus detractores que no le daban
tregua ni siquiera en esas condiciones de precariedad, donde todas sus
posibilidades dependían del prestigio del Libertador, cuyo sólo nombre era aval
suficiente de credibilidad.
El 7 de febrero se dio la reunión de los oficiales
republicanos en el lugar de La Sabane. En Haití se habían concentrado
seiscientas o más personas venidas de Venezuela y Cartagena. No todos los
hombres se enrolaron en la expedición, por enfermedad o por tratarse de
refugiados con sus familias. En la reunión Bolívar expuso la tesis de lanzarse
primero por Venezuela donde el ejército
realista estaba dispersado en un extenso territorio. El Coronel Juan Bautista
Bideau, mulato francés de Santa Lucía, buen conocedor del oriente venezolano
por su incorporación temprana a nuestra causa desde 1811, fue uno de los que
argumentó a favor de la incursión con la mira puesta en Guayana. Este plan lo
apoyaron Brion, Anzoátegui, Zea y la mayoría allí presente. Se le opusieron
Bermúdez y los franceses Aury, Ducaylá y Coyot. Este Aury representó un escollo
problemático, toda vez que traía un mando marino otorgado por Cartagena bajo la
gobernación del propio Bermúdez.
I
La ruta a la Batalla de Carabobo comenzó en Haití.
En enero de 1815, a un lustro del inicio del
movimiento independentista, Simón Bolívar acumula en su haber político-militar
una experiencia de derrotas y hazañas tan intensa, que va desde dos caídas de la República de
Venezuela, la Campaña Admirable, dos exilios, guerras civiles en la Nueva
Granada, y la obtención del título con que lo honró su país natal y lo sigue
honrando la Humanidad.
En diciembre de 1814 acaba de prestar un nuevo
servicio vital a la Independencia en la disidente Cundinamarca, trayéndola por
la fuerza a la causa patriota por orden del Congreso de la Unión. Para ello
contó con el ejército que Rafael Urdaneta logró conservar con la sabia retirada
que dirigió desde los llanos de San Carlos de Cojedes en Venezuela, hacia
territorio neogranadino por la misma vía que recorrió en 1813 cuando se conoció
con Bolívar.
Enero 1815 Bolívar expone sus ideas en célebre
discurso y traza un plan estratégico que requiere rapidez y contundencia de
ejecución, porque las circunstancias pueden complicarse harto manera con la
llegada de una poderosa flota que ha partido de Cádiz rumbo a reconquistar
Suramérica.
Este plan consistía en marchar con un ejército reforzado
sobre las plazas realistas de Santa Marta, Maracaibo y Coro, tomar e instaurar
gobierno en Venezuela, destinando a Urdaneta a enfrentar a Calzada en Cúcuta, y
a Serviez y Montufar ir sobre Popayán, desde donde avanza una importante fuerza
enemiga; cumplidas estas metas, se debía ir rumbo al sur de la Nueva Granada
–donde Nariño ha sido derrotado y apresado- para liberar Pasto, Quito y el Perú,
si aún seguía en manos españolas.
En Cartagena se fragua un sabotaje crucial al plan
bolivariano. La reincidencia obstruccionista del comandante y jefe político de
la ciudad amurallada Manuel Castillo, que ahora suma las intrigas profesionales
de Ducudrauy Holstein y el reconcomio de Bermúdez, se juntan para negar los
recursos que el Gobierno de la Unión ha autorizado entregarle a Bolívar.
El Libertador, que viene de combatir a granadinos
disidentes, hastiado de las divisiones entre hermanos de causa y decidido a no
caer en la guerra civil, no desea actuar militarmente contra Cartagena; por
cartas y a través de emisarios pide a Castillo un arreglo al que éste se niega
tercamente; todo parece indicar que habrá confrontación, pero sobreviene una
viruela entre la tropa de Bolívar, quien –guiado por su brújula de sabiduría e
intuición- depone el mando castrense el 8 de mayo.
Decide exiliarse en el archipiélago antillano; su
primer refugio es Jamaica, y hasta allí lo persiguieron sus enemigos. Llega a
Kingston el 14 de mayo de 1815, donde despliega una intensa obra
propagandística para ganar aliados; es obvio que sin los recursos mínimos
necesarios para armar y sostener su ejército, no habría posibilidad alguna de
victoria. No se amilana ni un segundo. Su producción intelectual que asombra en
la distancia del tiempo por el carácter analítico y predictivo, queda plasmada
en la antología epistolar de este hombre extraordinario que lo mismo hizo
hazañas con la espada que con la pluma.
La famosa Carta de Jamaica es un documento fundamental
de su Doctrina, que junto a los Manifiestos de Cartagena y Carúpano, y al
Discurso de Angostura, sintetizan el ideario emancipador de Simón Bolívar:
anticolonialismo y autodeterminación de los pueblos, igualdad instituida y
practicada, y el establecimiento de repúblicas democráticas. Tal es el trípode
de la gran reforma social que propugnó en su gesta.
Enterado de la incursión de Morillo sobre Cartagena,
se propone ir a defender la libertad de esa ciudad, para lo cual contrató el
barco La Popa y reclutó entre los patriotas que se hallaban en la isla; pero ya
en altamar, siendo aproximadamente el 18 de diciembre, sabe la noticia de la
rendición ocurrida el pasado día cinco del mismo mes. Nótese que aún sumergido
en penurias personales, sin dinero ni cargo representativo alguno que lo favoreciera
ante autoridades extranjeras, Bolívar no dejó de tomar la iniciativa, y tanto
lo sabía el enemigo colonialista, que a fuerza de sobornos lograron captar
asesinos y traidores en Jamaica dispuestos a intentar asesinarlo. El caso del
esclavo Pío apuñalando su hamaca aquel 10 de diciembre, es ilustrativo de lo
cercana que estuvo la muerte tras los pasos del héroe continental. El tal Pío
–según algunas versiones- había sido captado por españoles que envió Morillo;
otras voces especulan que se pudo tratar de una emboscada de los jefes
patriotas que le disputaban el liderazgo. Sería éste uno de los tres fuertes
atentados contra la vida del Libertador, de los que logró salvarse
milagrosamente.
Habiéndose vuelto a Kingston, la emprendió para Haití,
donde esperaba lograr el apoyo de Petión. Entre los oficiales que le
acompañaban estaba el curazoleño Luís Brion, armador de embarcaciones a veces
dedicadas al corso, que se enfiló en la causa republicana, llegando a realizar
importantes servicios y desempeñar altas responsabilidades.
La evacuación de Cartagena rendida por las fuerzas de
Pablo Morillo, resultó en un éxodo marino: en 13 buques se fueron más de un
millar de personas hacia las islas Jamaica y Haití, algunos que seguían hacia
Cuba zozobraron, muriendo muchos, donde casi fallece el futuro Mariscal de
Ayacucho.
Al fin las circunstancias hicieron que los jefes de
Cartagena –Bermúdez y Montilla, entre ellos- que unos meses atrás no lo
quisieron recibir, menos apoyar, ahora venían donde él, derrotados, y otra vez
El Libertador los montaría generosamente en la Barca de las Glorias, que fue su
nave existencial en la Independencia: Mariano Montilla, en el suceso de
Cartagena estuvo del lado de Castillo, igual que Bermúdez, saboteando el plan
bolivariano que aseguraba tomar Santa Marta, y entrar a liberar Venezuela por
Maracaibo y Coro.
El 25 de diciembre desembarca en los Cayos de San
Luís, el 31 llega a Puerto Príncipe, y el 2 de enero de 1816 se entrevista con
el presidente Petión. La generosidad del revolucionario haitiano se desbordó
con los patriotas venezolanos. Entre él y Bolívar surge una empatía natural. Se
comunican en francés, que El Libertador habla perfectamente. Charlan del
momento histórico, de la abolición de la esclavitud, de los autores que
encienden sus ideas.
El 31 de marzo de 1816 zarpa con destino a las costas
orientales venezolanas la Expedición de Los Cayos.
Debemos a Paul Verna el listado de doscientos setenta
y dos expedicionarios, que incluye oficiales de distinta graduación y expertos
marineros que tripulan las naves, de los cuales 171 eran venezolanos, 33
neogranadinos, 20 franceses, 19 haitianos, 6 ingleses, 5 italianos, 2
curazoleños, 2 españoles, 1 escoses, 1 norteamericano y un polaco. Los once no
identificados eran marinos haitianos embarcados a última hora.
Con Brion comparte Bolívar estas impresiones, y
animado por los apoyos concretados le exclama: “Formémonos una patria a toda
costa y todo lo demás será tolerable”. Ese era su objetivo fundamental. Le
trasmitía así su intención de unir a toda la fuerza en el exilio, sin dejar a
nadie por fuera, incluso aquellos que se habían mostrado en su rabiosa
condición antibolivariana. Los dos mil fusiles con municiones que Petion le
entregó necesitarían brazos que los empuñaran por la libertad de los pueblos
que aún padecían bajo el yugo del Imperio Hispano.
II
Un resumen de aquél terrible momento nos ofrece
Alberto Pinzón: “Pablo Morillo al mando de la expedición colonial desembarca el
29 de abril de 1815 en la isla Margarita, con lo que la situación se torna
insostenible. El 8 de mayo de 1815 después de un acuerdo de paz, Bolívar accede
a dejar su tropa en manos del oficial Florencio Palacio como lo exige Castillo
y se embarca rumbo a Jamaica a donde llega solitario el 14 de mayo de 1815.
Siete meses después, el 5 de diciembre de 1815, Cartagena cae en manos de las
tropas españolas de Pablo Morillo después de un espantoso sitio que dura 106
días y Castillo muere ahorcado culpando en el cadalso a Bolívar de ello, por no
haberle hecho caso”.
Para Baralt, la situación reinante el año 1815 en
Venezuela, se caracteriza como “compleja en extremo debido a las terribles
circunstancias económicas, políticas y sociales que se vivían, según lo reseñan
los documentos, y la mayoría de autores y estudiosos de la época. Por un lado
el bando patriota enfrentó en 1814 la derrota más importante de la lucha
independentista con la perdida de la Segunda República. Al ocurrir este hecho,
los principales cabecillas del movimiento huyeron al exilio. En los inicios del
año 15, todo se había perdido. Con el caos reinante en la mermada población, la
ausencia de los liderazgos de Simón Bolívar, Carlos Soublette, Santiago Mariño,
entre otros, y el escenario de destrucción de la república, le permite al bando
realista, asumir su triunfo pleno; sin embargo, al final comenzaba la retoma
efectiva en todos los aspectos de la vida administrativa, política, económica y
militar de la Capitanía General de Venezuela. Pero esta vez, dicha retoma
estará englobada en una política de pacificación y reorganización del
territorio, originada directamente desde el reino de España.”
La “expedición pacificadora” del Teniente General Pablo
Morillo a Venezuela, “fue un proceso que se inició a partir del año de 1814 en
España. Allí se había restituido en el trono al Rey Fernando Séptimo, que había
asumido su mandato a partir de 1808, pero debido la invasión francesa de ese
mismo año se retiró al exilio. Ese mismo año de 1814 “recibió Morillo su título
de Capitán General de las provincias de Venezuela y General en Jefe del
ejército expedicionario, en 14 de agosto”.
Y esos tiempos de derrotas siempre vienen acompañados
de divisiones, señalamientos, resentimientos, creándose un caldo de cultivo
para toda clase de intrigantes y saboteadores. Contra El Libertador los había
hasta debajo de las charcas. Uno de ellos, muy activo, Luís Aury, corsario
francés, presente en todas las conspiraciones contra Bolívar; a quien el Libertador
despachó el 18 de enero de 1821 de esta forma: “Contra los esfuerzos de Usted y
sin necesidad de sus servicios, se ha elevado la República de Colombia al
estado de no necesitar de más corsarios que degraden su pabellón en todos los
mares del mundo. En consecuencia podrá restituirse Usted a sus buques y
llevárselos fuera de las aguas de Colombia”.
Henri Louis Ducoudray-Holstein, aventurero nacido en
Alemania, que, entre tantas manipulaciones historiográficas, se simuló la
autoría de Bolívar de un panfleto que algunos oficiales venezolanos imprimieron
contra Motilla en Los Cayos. El chisme provocó que el agraviado retara a un
duelo al Libertador, que no se consumó por la intervención firme del jefe
militar de Los Cayos, General Ignacio Marión.
Las tensiones entre varios jefes militares que
arrastraban viejas rencillas, cundió en los momentos de ocio por la espera en
Los Cayos. Hubo varios retos a duelo. Mariño retó a Brión, Ducoudray-Holstein a
Soublette, Piar al Coronel Jugo. Bermúdez amenazó de muerte a Bolívar.
Un personaje disparatero lo fue el tal Rafael Diego
Mérida, odiador acérrimo del Libertador, de quien Bolívar diría en noviembre de
1821, que “en Los cayos de San Luís estuvo casi disuelta la expedición que
conduje a la Costa Firme el año de 1816, sólo por los manejos y tramas de
Mérida. Separó y dividió a los jefes que la componían y fueron necesarios
esfuerzos inauditos para lograr salir e ir a Margarita”.
Bolívar internalizó en Los Cayos una convicción fuerte
que ya venía cultivando, pero que ahora se hacía vital: sólo la disciplina más
férrea y la unidad de mando, serían las garantías de la victoria.
III
Conclusión
Una valoración histórica amplia, con los soportes
documentales y precisión de los hechos, sigue siendo una tarea de la
historiografía venezolana, que cuenta de entrada, con la importante aportación
del historiador haitiano Paul Verna, en su obra “Bolívar y Petion”, la más
completa investigación sobre esa relación trascendental para nuestra
Independencia.
La Expedición de los Cayos –que realmente son dos-
significa el relanzamiento de la Guerra de Independencia; con la particularidad,
que se hace gracias a la solidaridad determinante con que auxilia a nuestra
causa el gobierno revolucionario de Alejandro Petion en Haití. Sin esa ayuda
decisiva de Petion, otra sería la historia.
En primer lugar los patriotas van a Haití porque saben
que allí hay un territorio libre de dominación colonial. La reunión de Bolívar
con Petion demuestra el prestigio y liderazgo del Libertador, única carta
confiable a los ojos del revolucionario haitiano.
Bolívar por su lado tiene la mejor opinión sobre
Petion. Se confían sus más secretas estrategias porque saben que están en la
misma vía emancipatoria de pueblos y naciones. Petion lo aportó de su Haití
liberada de la esclavitud a un Simón Bolívar que militaba de las ideas más
avanzadas en la región latinoamericana y caribeña. El Libertador le prometió
agradecer por siempre ese gesto en extremo generoso.
Ese apoyo haitiano a nuestra Independencia, que el
Comandante Chávez tanto recordó e intentó reciprocar, lo fue todo en aquél
momento de derrota y desesperanza, que sólo el espíritu irreductible del
Libertador y la mano solidaria del Presidente Alejandro Petion, lograron convertir
en el renacimiento del sueño bolivariano.
De Haití a Angostura, y de Angostura a la
Inmortalidad. Esa es la Historia.
Yldefonso
Finol
Historiador
Bolivariano
Saludos, camarada, allí Bolívar prometió a petion:liberar a los esclavos, sin embargo no cumplió ya qué aún somos manumisos! El independizador sacrificó la libertad en aras de ésta! Qué opina, colega?
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